Nunca Pensé que Pudiera Ocurrirme a Mi
A partir de ese día se mostró interesado en hacer que yo luciera de manera sensual y provocativa, asegurándose de escoger las prendas más ajustadas y cortas que pudiera haber en exhibición; incluso gastándose una fortuna en los más encantadores juegos de ropa íntima, medias y zapatillas con los tacones más altos que hubiera yo podido imaginar jamás.
Nunca Pensé que Pudiera Ocurrirme
Angélica D Arc
DarkAngélica, El Relator ©
1ª Pte.(El nuevo trabajo y amigos de mi marido )
En algunas ocasiones, han llegado a mis manos, relatos que describen parejas de mente liberal, o maridos que de pronto descubren su lado oscuro, o el de mujeres que los engañan, aún cuando normalmente no son escritas por las mujeres en cuestión, lo cual supongo que se debe, como en mi caso, a cuestiones morales y un poco de discreción hacia sus maridos.
El caso es que desde hace ya algún tiempo, poco después de que el mío entrara a trabajar a su empleo actual, algunos de los nuevos compañeros de trabajo y el jefe directo de mi marido, estuvieron una noche en la casa, invitados por él para tomarse unas copas mientras que veían el partido de fútbol. A la semana siguiente de la reunión con sus nuevos amigos, a diferencia de lo que normalmente ocurría, y sin siquiera pedírselo, él decidió acompañarme a realizar algunas compras al centro comercial de nuestra preferencia.
Ya una vez en el lugar, se mostró sumamente interesado en obsequiarme algunos vestidos sumamente sexys y atrevidos y a partir de ese día, se mostró interesado hacer que yo luciera de manera sensual y provocativa, asegurándose de escoger las prendas más ajustadas y cortas que pudiera haber en exhibición; e incluso gastándose una fortuna en los más encantadores juegos de ropa íntima, medias y zapatillas con los tacones más altos que hubiera yo podido imaginar jamás. La transparencia de mis blusas que en otro momento de nuestro matrimonio le había significado problema, de pronto ya no le provocaba molestia alguna, en tanto que los escotes de mis vestidos comenzaron cada vez a ser más bajos, mientras que los dobladillos de mi faldas parecían ir subiendo cada semana, hasta el punto en que ya sólo mis buenas costumbres me obligaron a poner un alto, justo en el momento en que ya empezaba a serme difícil no mostrar más de la cuenta cuando manejaba o subía alguna escalera intentando que nadie fuera a distinguir el color de mis prendas intimas.
Para ser totalmente honesta, confieso que aunque mucho me agradaba el súbito interés que él tenía por mi y aceptaba más que complacida y de buena gana todos sus regalos; debo admitir que ya la situación comenzaba a salirse de nuestras manos y frecuentemente cuando me vestía para salir a algún sitio con él, pensaba en cuanto disfrutaba de las miradas un tanto lujuriosas que algunos otros hombres me lanzaban, haciéndome sentir ocasionalmente como si en vez de tratarse de mi, ellos estuvieran mirando a una de esas muchachitas monas que en los bares suelen rondar buscando la compañía de algún caballero que les pueda proporcionar una vida más cómoda y con todos los lujos.
Sobra decir que aún sin haber entendido del todo el cambio de actitud de mi marido, ni lo que quizá hubiera podido hablar sobre con su nuevo jefe o compañeros de trabajo, y después de aquella noche, por lo general todos los viernes o sábados, comenzamos a recibir invitados en nuestra casa para escuchar algo de música o ver la televisión, mientras que tomábamos un bocadillo y tomábamos unas copas.
Al poco tiempo, durante una de esas reuniones, cuando mi marido había salido a comprar cigarrillos para uno de sus invitados que habia bebido más de la cuenta, este intentó propasarse conmigo y a querer juguetear con mis senos sobre mi blusa, intentado abrirme los botones de la misma para zafarme el brassiere que los sujetaba aprovechando su mayor fuerza física, y poco me parecía que yo pudiera hacer para impedírselo o evitar que, cargando sobre mi, parte de su propio peso, me arrinconara contra el descansabrazos del sillón y me impidiera salirme de entre sus garras. Tras forcejear con los botones, finalmente desistio en su intento pero se fue en cambio hacia mis glúteos que apretujó entre sus manos sobre la tela de mi ajustada falda que casi en vano luchaba yo por mantener sobre mis muslos para que él no pudiera alzármela y descubrir mis pantaletas.
Mientas esto sucedia, él insistía en besarme la boca y el cuello, en tanto que yo continuaba esforzándome por apartarme de él, cuando de pronto entre mi agitación y forcejeo, pude ver apenas por el rabillo del ojo, la figura de mi marido que había vuelto y se encontraba parado en la penumbra del pasillo, mirándolo todo pero sin acercarse a quitarme de encima a aquel hombre que amenazaba ya con rasgarme las ropas y poseerme allí mismo sobre el sofá.
Instantes después, cuando en uno más de sus intentos por arrancarme un beso aquel hombre cubrió mi campo visual, yo volteé hacía el respaldo del sofá para impedírselo; y ya estaba yo por gritarle a mi marido y pedir su auxilio, cuando ocurrió que de manera extraña se escuchó cerrarse fuertemente la puerta, al tiempo en que mi marido gritaba desde la entrada que ya había regresado. ocasionando que al escucharlo, mi atacante reaccionara como por reflejo y se dirigiera al mueble donde mi esposo guarda los discos compactos y fingiera estar buscando algún título de su colección.
Lo más pronto que pude, me acomodé de la mejor manera mi ropa, y sumamente exaltada me quedé sentada sobre el sillón esperando a ver que ocurría, pero resulto que el resto de la velada transcurrió sin más novedad; y no fue sino hasta que su invitado se hubo marchado, que ya en la cama, disponiéndonos a dormir, que un tanto temerosa pero intrigada por la actitud de mi esposo, yo le comenté sobre lo sucedido con su amigo, y él simplemente me contestó que había actuado de la mejor manera posible, para evitar a ambos una escena incluso más embarazosa.
Yo, aunque sorprendida, acepté su respuesta pero me vi tentada a preguntar si acaso no le había parecido suficientemente vergonzoso e insultante el hecho de entrar a su propia casa y encontrar a su mujer sobre el sofá forcejeando con un hombre que, faltándonos al respeto, estaba arrancándome la ropa, mientras que se daba vuelo manoseándome a placer. Al final, agradeciendo que al menos el incidente no hubiera llegado demasiado lejos y mi marido en vez de mostrarse molesto conmigo, dejara el asunto por la paz, decidí que lo más prudente era quedarme callada y olvidar el asunto lo más pronto posible.
Apenas un par de semanas más tarde, después de haberme acompañado a comprar un encantador bikini de color blanco con algunos motivos florales dibujados sobre la tela y que aun sin ser tan revelador o dejar demasiado poco a la imaginación, hacía resaltar en buena medida mi figura. Estábamos dando una fiesta en la alberca del club house donde vivimos, cuando entré al salón para preparar una rápida botana y ofrecerla a nuestros invitados y alguno de sus hijos que afuera jugaban en la piscina junto con los míos, cuando sin darme cuenta yo de ello, uno de sus jefes a quien no había yo conocido hasta ese día, me siguió hasta el interior y mientras que pretendía ofrecerme su ayuda para servir las frituras y aprovecho el momento en que yo me encontraba parada cerca del lavaplatos con ambas manos ocupadas, para acercare detrás de mi y apoyándose contra mi trasero, restregar sobre mis nalgas lo que sin duda alguna debería de ser una tremenda erección y yo queriendo evitar hacer demasiado ruido, lo tuve que dejar que me rozara de tan descarada manera, hasta que me fue posible encontrar un sitio donde acomodar los platos y voltearme para encararlo y reclamar por permitirse esas libertades conmigo.
Pero en cambio , resultó que al momento en que me gire para darle una bofetada, él se me adelanto y tomándome por las muñecas, me contuvo fácilmente con una de sus manos al mismo tiempo en que me plantaba un beso que por haberme tomado por sorpresa, apartando mis labios acepté dentro de mi boca.
Fue entonces, mientras que me dejaba besar por él, cuando en el reflejo de una de las ventanas me encontré lo que supuse que sería la imagen de mi marido y un muchacho con el que sin dejar de mirarme le hablaba en secreto. Y yo nuevamente sorprendida por su actitud, no objeté mayormente cuando sentí las manos de nuestro invitado, haciendo saltar uno de mis senos por sobre el borde de una de las copas de mi bikini y comenzó a pellizcármelo, disponiéndose a abultar y excitar mi pezón para como un niño de brazos metérselo a la boca, mordisquearlo y mamarlo.
En ese momento, cuando él me levanto del piso para colocarme sobre la mesa de aquella cocina y yo aún podía ver la silueta de mi marido dibujada en aquel cristal, pensé que seguramente entraría en cualquier momento hecho una furia por la ligereza con que su amigo estaba tratándome a plena luz del día., pero decidida a de una vez por todas darle motivo suficientes para que entrara a reclamarme, quise ver hasta donde podía aguantar verme con un extraño mañosos acariciándome y cuando este aplicando apenas algo de fuerza, me indicó que separara las piernas para él, yo sin más acepté y le di acceso a mi área más intima.
El sujeto viendo que yo no le ofrecía resistencia alguna, fue todavía un poco más lejos y mientras me susurraba toda clase de obscenidades que le gustaría hacer conmigo, jalo hacia abajo el elástico de la cintura de mi bikini y de inmediato comenzó a acariciar mi pubis luchando por alcanzar entre mi ensortijada maleza de vellos, la hendidura que lo conduciría hacia el centro de mi ser. Y yo sin apenas darme cuenta bien de lo que hacía, separé un poco más las piernas para dejarlo hacer lo que quisiera hacerme con los dedos, pero justo en el momento en que por fin había encontrada la entrada hacia mi interior, alguien le pidió a uno de mis hijos que saliera de la alberca para conseguir más hielos. Y escuché la voz de mi marido que adelantándose a otro de lo invitados que sin duda se había ofrecido a venir por ellos., se ofreció a llevárselos, mientras que yo alterada por la perspectiva de que alguien se le pudiera adelantar y encontrarme en aquella circunstancias con aquel desconocido entre las piernas, y con los pechos al aire sentada sobre la mesa, apresuradamente me aparté del hombre para arreglarme y salir de ahí cuanto antes.
Y aunque yo se que mi marido y aquel otro muchacho habían estado observándome tras el cristal, ni una sola palabra fue mencionada al respecto, aún cuando apenas una semana más tarde, un sábado por la noche, volvimos a tener reunión con sus amigos, siendo yo la única mujer presente y que el sujeto del incidente anterior había vuelto a presentarse en nuestra casa junto con un muchacho algo menor para estar a esa horas fuera de casa y andar bebiendo cerveza.
Al menos eran ya las 11 de la noche cuando mi esposo aviso que tendría que ir junto con uno de ellos a comprara un poco más de ron, pues sin duda alguna el que quedaba en casa después de la fiesta de la semana pasada no alcanzaría, por lo que estando ya mis hijos dormidos, en vez de acompañarlo tuve que quedarme para atender a sus otros tres invitados mientras que él y su joven acompañante regresaban. Resultando que aun pese a que yo sabía que aquello era un nuevo ardid por parte de mi marido para dejarme en casa a solas y a merced de alguno de esos hombres, en realidad no hice nada para impedírselo y recordarle que durante la semana había comprado más alcohol para reponer el que decía que le faltaba.
Sin embrago tal y como lo dije antes, acepte quedarme en casa para cuidar a mis niños, cuando apenas habiendo salido de casa, de inmediato su amigo con quien había estado en aquella escena de la semana pasada, comenzó a insinuárseme sin que los otros dos pegados a la televisión se dieran bien cuenta de ello y yo para evitarlo le inventé que tendría que ir a buscar en el cuarto de visitas por si alguno de mi pequeños había dejado el playstation y las luces y apagadas y subir a ver si no se había despertado alguno de ellos.
Resultando pues que intentando hacer tiempo salí a ver si acaso veía algún rastro de mi marido, pero sin alcanzar saber realmente donde podría él encontrarse en ese momento y volví a entrar dentro de nuestra casa, para efectivamente subir a la habitación de mis pequeños tesoros y arroparles bien y tras modular un poco la intensidad de la luz, salir hacia mi habitación arreglarme un poco y esperar a que mi misterioso esposo regresara.
Y ya cuando estaba por terminar de retocarme el maquillaje, Edward cuyo nombre finalmente había conocido, entró a la recamara sorprendiéndome por completo al sentir que de manera definitiva él pretendía violar la santidad de nuestro dormitorio, pero in tener más por hacer como no fuera pedirle que regresáramos abajo para reunirnos con sus otros amigos., a lo que el rechazo y sin más se acerco hasta donde yo me encontraba sentada sobre el taburete y comenzó a besarme.
Aunque esta vez , a diferencia de la ocasión anterior, simplemente pensando que mis pequeños hijo se encontraban en la habitación de al lado, mi primera reacción fue apartarme y pedirle que se detuviera, diciéndole que por favor me considerara y no me pusiera en aquella situación con mis hijos pudiéndose despertar en cualquier momento.
... " Bueno pues veras""... me contestó y luego de hacer una pausa siguió ... " A mi no me importa en lo más mínimo si tu marido, el Papa o tus hijos se despiertan y encuentran a la putona de su madre dándome una buena mamada mientras que el bobo de su marido anda quien sabe donde "...
Luego tomándome del pelo me levantó de mi asiento y me aclaró que sería mejor no hacer mayor escándalo a no ser claro que estuviera yo dispuesta a que él arrancándome todas las ropas, pudiera comenzar a hacer un alboroto tal que todos, incluso mis hijos y vecinos se pudieran enterar y alcanzaran a verme con él, totalmente encuerada y en mi habitación sin poder dar ya ninguna otra explicación posible que dañara menos mi imagen de señora respetable y bien portada.
Fue entonces que decidí que las cosas no debían por motivo alguno llegar hasta ese nivel, ya que en caso de hacerse publica la situación, aquello sería sin duda alguna el final de mi reputación, amén de la ruina profesional y desprestigio de mi marido., por lo que ya no queriendo provocarlo aún más, me dejé hacer por él, hasta que con la sola excepción de mis zapatillas de tacón y medias termino por despojarme de todas mis ropas exteriores que quedaron tiradas sobre la alfombra y por un instante se alejó de mi para dejarme parada frente y contemplar todo mi cuerpo apenas cubierto por aquel diminuto juego de ropa intima que mi marido me había regalado la semana previa a la de la fiesta.
" Pero por Dios!!" .... exclamó ... "Pero si mira nada más lo que tenemos aquí Paty., estas que te caes de buena"... y luego como si de un sargento o superior dirigiéndose a un subordinado se tratara, al tiempo que hacía una señal con sus dedos me ordenó. ..."Despacito date la vuelta para que te vea bien las nalgas mi cielo"...
Y yo lentamente aunque sintiéndome bastante avergonzada por la inapropiada exposición y situación en que me encontraba, despacio junté mis brazos al frente de mi cuerpo mientras que me giraba tal y como me lo había ordenado y él comentaba ... " No se que ocurre con estas ropas que usan las mujeres, el bikini que usabas la semana pasada era incluso más pequeño que esos calzones que ahora traes puestos, pero no recuerdo que aquel día tus nalgas se vieran tan ricas y suculentas ni tu te vieras tan putisima y deliciosa "...
Soltó el majadero comentario y luego terminó ..." Mira nada más como me pones la verga nada más de verte con las prendas que sólo el bruto de tu marido debería de estarte viendo"
Entonces nuevamente se acercó a mi y me zafó el broche del brassiere para soltar mis senos que de inmediato saltaron libres del sujetador, aunque dado que yo mantenía los brazos donde los había colocado en un vano intento por al menos sentirme así un poco menos expuesta ante su penetrante mirada, la prenda no cayo por completo y permaneció algo ajustada sobre mis dos globos de carne y no fue si no hasta que haciéndome terminar de dar da la vuelta, tomándolo por la tela que unía sus copas con un solo tirón acabo de arrancármelo y lo tiró sobre la cama.
"Pero mira nada más que tetas tienes aquí primor" fue lo último que le alcancé a oír , antes de sentir como comenzaba a besuqueármelas y restregarse contra ellas mientras que las apretujaba fuertemente entre sus robustas manos, como si quisiera ordeñarlas en busca de algún rastro de leche que después de haber amamantado al mas pequeño de mis hijos pudiera haber quedado.
Continuó haciéndolo así por varios minutos hasta que mis pechos palpitando por el inesperado flujo de sangre que tan tosco masaje les había producido, parecían querer estallar entre sus manos y boca., cuando afortunadamente para mi, él detuvo su ataque para continuarlo únicamente con sus labios que se alternaban entre mordisquear y succionar mis pezones, en tanto que sus manos ya se dirigían hacia mis pantaletas para hurgar en su interior.
Sin embargo, justo en ese momento algo dentro de mi cabeza me dijo que si lo dejaba continuar y despojarme de aquella última línea de defensa con que cubría mi intimidad estaría totalmente perdida ante sus avances y que él no se detendría ya de manera alguna hasta no haber conseguido poseerme sobre la misma cama en que noche a noche dormía yo con mi esposo. Por lo que en un último intento por salvar lo que aún quedara de nuestra maltrecha dignidad, me senté justo al lado de la almohada de mi marido y pude muy claramente apreciar como él tenía ya problemas para controlarse cuando yo usando mis delgados dedos debido a mis largas uñas comencé a batallar un poco con la cremallera de sus pantalón y él impaciente acabo por ayudarme a bajarlo.
Cuando finalmente extraje su rampante erección, pude también notar que él se encontraba ya más que listo para penetrarme y hacerme suya, pero decidida a tomar mi última oportunidad y no dejar que las cosas llegaran a más, tomándolo suavemente entre mis manos, lo acerqué hacia mis labios y planté un delicado beso en la punta de su erección, que a modo de reverencia ante su masculinidad fue recibida por él, para después levantarlo un poco más y comenzar a recorrerlo a todo lo largo y ancho de su geografía que me permitía la abertura de su pantalón, teniendo cuidado de no dejar rastros de carmín sobre la prenda o que el mismo lápiz labial fuera a embarrarse sobre mis mejillas
Y ya después de mimarlo con mis labios, finalmente decidí no hacerlo esperar más y de una sola vez me lo lleve a la boca para engullirlo casi por completo de un sólo bocado y comenzar a satisfacerlo oralmente, haciéndolo que casi perdiera el control sobre si mismo al sentir mi lengua succionándolo con fruición , pero instantes más tarde, llevó su mano hacia mi nuca para sin decir palabra alguna, espolearme y pedir que continuara regalándole el placer de mi boca .
Sin embargo y para alivio mío, al aparecer él se encontraba sumamente excitado , por lo que pronto comenzó a gemir y gruñir mientras que aplicaba más fuerza a mi cabeza como si quisiera retacarme por completo su engordada lanza y me hacía tener problemas para contener las ganas de expulsarlo fuera de mi dado que al tocar mi campanilla un súbito reflejo me hacía querer volver el estómago; y no fue sino hasta que se retiró un poco, que pude volver a respirar con normalidad y contener la sensación, y me dijo lo que supongo yo que viniendo de él pretendía ser no un insulto sino un cumplido: ..."Que rico lo mamas Patita , nomás de imaginarte que con esa misma boca comes y has de despedir a tus hijos cuando los llevas a la escuela, haces que me quiera chorrear y verte que cuando regrese tu marido lo recibas con un beso"
Yo de pronto sintiéndome algo trastornada por el ilícito acto que estaba cometiendo en mi propia casa, me deje llevar por alguna extraña y hasta entonces casi desconocida sensación, y sacándolo de mi boca lo froté sobre mis mejillas para sentir como las mismas se cubrían por mi propia saliva que de inmediato comenzó a secarse sobre mi piel; y brindándole aún un último placer, haciendo con mi lengua un dardo que pudiera ver, lo introduje por su orificio antes de besarlo nuevamente y recorrí mordisqueando con mi labios todo su miembro.
" Dios mío!!!., pero si de verdad que serás la más grande de las putas mi vida" ... Fue su siguiente exclamación cuando sintió que mi lengua llegaba hasta el interior de su pantalón y alcanzaba a empapar con mi saliva uno de sus testículos.
"Puta entre las más putas eres Paty", me dijo al momento en que sintió nuevamente como lo restregaba contra mi rostro, para después, entrecerrando apenas los ojos, aplicarme con el mismo, sendas bofetadas en ambas mejillas.
"Cuando vayas con tu marido colgada del brazo, serás Paty la chula o Patricia de tal, pero cuando estés conmigo o algún otro cabrón amigo de tu marido, eres Paty la Puti"... Comentó ya casi fuera de sí ... "Pero si mira que linda te ves con mi camote embarrado en la cara"..., exclamó.
Y luego yo, que hasta ese momento me encontré ante la situación de no saber cuando sobrevendría su eyaculación, opté por decidir que aunque era algo que a mi esposo solamente en un par de ocasiones le había permitido hacer, quizás lo más prudente sería dejarlo culminar dentro de mis labios para después poder arrojar los restos en el lavamanos, y acomodé sobre el glande un último beso y me dispuse a hacerlo terminar.
Y ya un instante antes de que sintiera su miembro agitarse dentro de mi boca y golpear contra mi paladar, cuando me pregunto si me tragaría toda su leche y si acostumbraba tomar la de mi marido, como pude le hice entender que no, mientras que sentía como con la respiración entrecortada, se empujaba nuevamente hasta tocar mi campanilla con la punta de su encendido falo y me gruñía ..."Pues aquí te va la leche de un macho de verdad para que la pruebes a ver que tanto te gusta aaauurrghhh ahhhhhhh así, siiii ooohhh siiiii"...
Resultó entonces, que quizás debido a mi inexperiencia en esas artes amatorias, y a diferencia de lo que había anticipado, todo me fue bastante más complicado de lo que suponía, pues al estallar su primera descarga fue a dar completamente contra el fondo de mi garganta que ante lo inesperado de la sensación, de inmediato intentó cerrarse para impedir el paso de su descarga hacia mi esófago y poder así expulsarla, pero cuando la segunda oleada me inundó con aún más líquido que la anterior, de pronto creí que me ahogaba al sentir que este me subía hacia la nariz en el mismo instante en que la cabeza del pene se abría paso más allá de lo que pudiera yo manejarlo dentro de mi, tocando con él la pared del fondo de mi garganta, por lo que sin poder evitarlo más, comencé a lamentar mi estúpida decisión de haber pretendido hacerlo terminar de aquella manera y al tener la necesidad de tomar aire, pude sentir como su viscosa sustancia resbalaba por mi tubo digestivo con rumbo a mi vientre.
"Eso, así preciosa, tómatela toda y no me desperdicies nada, que son puras proteínas para ti y si no te la acabas te puedes manchar con ella"... Me dijo al momento en que expulsaba una tercera y cuarta descarga para que fuera a parar donde las otras lo habían hecho.
Pero ya para cuando yo esperaba recibir los últimos chorros cargados de su esperma caliente, de pronto él extrajo todo su miembro de mi cavidad bucal y sin siquiera preguntarme, lo disparó contra mi rostro con tan maldita buena puntería que cuando intentaba yo volverlo a introducir a mi boca para succionar lo que pudiera quedar de su semen, súbitamente una grisácea y sumamente pegajosa sustancia caliente, me nubló la mirada al caerme directamente dentro del ojo que de inmediato cerré para intentar calmar el ligero ardor que me produjo.
"Yaaaahhh, ahhh yaahhhh arrgghhh"... Fue lo único que alcancé a escucharle decir en tanto que todavía percibí que al menos dos descargas más aterrizaban contra mi rostro y después, aun sin atreverme a abrir los ojos, colocando contra mi cara el glande, comenzó a batirme toda la superficie de mis mejillas, incluso apartando con el mismo, parte de la sustancia que aún cerraba mi ojo, para untármela sobre el rostro y acercármela hacia los labios.
Sabiendo que finalmente ya debía de haber terminado, abrí parcialmente mis ojos para alcanzar a distinguir que pudiera él estar haciendo, y descubrir que habiéndose apartado de mi, buscaba sobre el buró algo con que limpiarse, hasta que encontrando unos de mis pañuelos faciales, procedió a colocar su miembro entre sus manos y frotarlo para limpiar los rastros de semen y saliva que lo cubrían. Mientras que yo sin saber exactamente que hacer, al menos agradecía que hasta ahí fueran a quedar las cosas y no me fuera a obligar a tener relaciones con él.
Cuando finalmente terminó de asearse, en vez de voltear a verme directamente, se acercó al espejo ante el que yo me encontraba retocándome el maquillaje antes de que él entrara a la habitación, y parándose frente al mismo , arregló sus pantalones, mientras que mirándome por el reflejo del cristal, se dirigió a mí ... "Ve nada más el batidillo que tienes en la cara, imagínate lo que diría quien te viera en este momento; arréglate antes que tu marido regrese y te vea así"...
Yo impasible escuché su morboso comentario pero sin querer mostrarle mi molestia, callada me paré de la cama y fui a buscar algo con que limpiarme la cara, sintiendo como algunas gotas del semen que deliberadamente había arrojado sobre mi rostro, ya comenzaban a escurrirse hacia la punta de mi nariz y cubrían completamente mis labios, amenazando incluso algunos hilillos con caer a la alfombra de la habitación, y no queriendo ensuciarla, no me quedó más remedio que llevar el dorso de la mano hacia mi barbilla para limpiar algo de la desagradable y pastosa esencia de hombre que me cubría.
Cuando llegué ante el espejo mi primera reacción fue pensar que era imposible que yo jamás me hubiera visto tan sucia y mancillada, al verme toda embarrada y cubierta por el semen de aquel hombre a quien sin muchas condiciones había yo permitido que me usara de aquella vulgar manera. El pesado líquido estaba por todas partes: en mis labios, mi nariz, mejillas, pestañas y pelo, donde algunos hilos de la viscosa sustancia habían ido a parar.
De inmediato, entendí que lo que en realidad necesitaría sería al menos lavarme la cara con agua y con jabón, aunque apenas pudiera tratar de desvanecer las manchas que aparecían en mis cabellos, pues no había manera en que de otro modo me pudiera yo limpiar sin exponerme a que alguien se pudiera dar cuenta de lo que había ocurrido durante la ausencia de mi marido.
Edward, entendió la situación en que yo me encontraba y dejando ya de ser aquella persona nefasta que me había orillado a cometer tan vergonzoso acto, se despidió de mi para que pudiera arreglarme, no sin antes voltear a verme por última vez y agradecer. ..."En verdad que eres un encanto primor y fue una delicia estar contigo"...
Y luego dándome una palmada en mi trasero sobre las pantaleta que había al menos podido mantener en sus sitio, me apretujó suavemente y completó ... " Tu si que sabes hacer a un hombre feliz, despídeme de tu marido cuando regrese y dile que lo felicito por tener a tan distinguida y linda esposa"...
El caso es que finalmente cuando baje de nuevo, mi marido apenas iba regresando a la casa y yo, sintiéndome culpable, estuve nerviosa el resto de la noche y siguientes días, no pudiendo siquiera saber si como en las ocasiones anteriores, él habría podido estar observando mientras que su invitado se propasaba conmigo.
Poco a poco todo volvió a la normalidad y yo asumí que dado que todo había ocurrido en el segundo piso de la casa, habría resultado prácticamente imposible tanto para mi marido, como para el muchachito aquel, atestiguar lo que allí había ocurrido, así que me fui tranquilizando, sin sospechar lo que pronto iba a ocurrir.
Continuara...
DArc angélica, © El Relator & Quizás
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