Nunca pensé que me gustaría tanto perderme.
Un breve relato de una fantasía en primera persona.
Estaba perdida en una ciudad que no conocía, y por una extraña razón no estaba preocupada por encontrar el camino de vuelta al hotel, con mis amigas. Supuse que por ir a investigar un poco nadie me echaría en falta, ya que el alcohol empezaba a nublar los sentidos de ellas. Llevaba un vestido azul, y los zapatos habían invadido mis manos hacía tiempo. Giré una calle, otra, acercándome a una zona de garitos por la música que se oía cuando choqué contigo. Como de la nada habías aparecido girando la esquina, con tus amigos, cerveza en mano la cual se esparció por mi vestido nada mas chocar. Fuiste a disculparte cuando me viste, y tu cara de sorpresa me hizo sonreír ampliamente. No sabías que iba a ir a tu ciudad, y menos que me encontrarías deambulando sin rumbo en ella, de noche y sola. Hiciste una mueca mirando la mancha de mi vestido.
- Lo siento mucho.- Dijiste sin apartar la vista de él.
– No te preocupes, siempre puedes llevarme a tu casa para que me cambie.- Dije sonriéndote con una mirada traviesa.
Te falto tiempo para deshacerte de tus amigos, y rápidamente llegamos a tu casa. Dejé mi bolso y los zapatos a un lado, mientras tú sacabas un par de cervezas de la nevera. Te acercaste a mi espalda y comenzaste a desabrochar el vestido, mientras que con una mano ibas trazando la línea de mi espalda.
– Espero no haberte estropeado la noche.- Dije casi susurrando mientras sentía como mi piel se iba erizando solo con el tacto de la tuya.
– Tranquila, se me ocurren muchos modos de mejorar la noche.- Me reí escuchándote y me giré mientras dejaba caer mi vestido mientras agradecía haberme puesto el culote negro con encaje a juego con el sujetador. Tiré de tu camiseta hacia mí, y sonriendo te dejé un pequeño beso en los labios, y después mordí tu labio inferior. Me separé riendo, cogí la cerveza y me senté en el sofá, observándote. Tardaste unos segundos en sentarte junto a mí mientras supuse que en tu cabeza intentabas mantener el control de la situación. Me acerqué un poco más a ti, poniéndome de rodillas sobre el sofá y te sonreí midiéndome el labio.
– Si vas a estar tan callado, va a ser algo aburrido.- No tardaste en reaccionar y ya estabas besándome, con un pequeño toque salvaje que me gustaba. Rodeé tu cuello con mis brazos trayéndote más a mí, haciéndonos tumbarnos en el sofá, mientras sentía el roce de tu camiseta sobre mi tripa. Deshice el lazo de mis manos en tu cuello y baje las manos hasta el empiece tu camiseta. Recorrí tu abdomen mientras poco a poco fui subiéndolas, deshaciéndome de ese pequeño trozo de tela que nos separaba. Seguidamente tú te quitaste el pantalón. Rodeé tu cintura con mis piernas pegándote otra vez mas a ti, sintiendo como ibas poniéndote duro poco a poco. Comenzaste a bajar con tus labios por mi cuello, mientras te deshacías de mi sujetador, y comenzabas a jugar con mis pechos. Masajeándolos, lamiendo, sorbiendo y mordiendo mis pezones. Mi respiración comenzó a agitarse, mientras que algún pequeño gemido escapaba de mí sin control. Seguiste bajando, divirtiéndote con las reacciones que iban asomando en mi cuerpo. Llegaste a mis braguitas, las cuales ya estaban bastante húmedas, y pasando la lengua por encima, haciéndome volverme un poquito más loca. Solté todo el aire de golpe y tú te reíste, mientras me quitabas las braguitas dándome besos por el muslo. Volviste a subir, entreteniéndote un rato con tus dedos y tu lengua jugando en mi sexo. Mis piernas temblaban, mientras mi espalda poco a poco se iba arqueando. Subiste tu mano, húmeda por mis fluidos hasta mi pecho y jugueteaste con él, haciéndome perder el control. Mi cuerpo termino de estallar mientras con una mano acariciaba tu pelo y con la otra jugaba con mi otro pecho. Te atraje hacia arriba besándote, saboreando tus labios y parte de mi. Aproveché para tomar la situación, colocándome sobre ti. Te quite los calzoncillos, comencé a jugar con tu pene. Al principio solo con las manos, y después empecé a juguetear con mi lengua sobre él. Después fui mezclando juego con la lengua con tu pene dentro y fuera de mi boca, apretándote en ciertos puntos mientras te masturbaba. Divirtiéndome mientras observaba tus reacciones, sonriendo triunfal por tenerte bajo mi control. Comencé a notarte mucho más duro, mientras miraba tu cara de placer, pero no quería que las cosas acabasen ahí. Asique paré y me coloqué encima de ti, mordiéndote ligeramente la oreja. – Espero que aguantes como un campeón, que me muero de ganas de que me dejes exhausta. – Dije susurrando mientras sin darme apenas cuenta, te activaste y me penetraste. Sin miramientos, haciéndote notar fuerte, entero, dentro. La sorpresa hizo que un gemido escapase y sonreí mirándote. Me dejé llevar por el ritmo que ibas marcando con tus manos sobre mi cadera, ayudándote a moverme mientras iba rozando de nuevo el paraíso. Lo notaste, y marcaste un ritmo más pronunciado, mas rápido mientras te deleitabas con toquetear y mirar mi cuerpo, acompañado de los gemidos que salen de mi interior. Llego al climax, lo notas pero eso solo hace que aceleres un poco más. No sé cómo, acabo debajo de ti, rodeando tu cadera con mis piernas sintiéndonos chocar mientras nuestras respiraciones y mis gemidos van ocupando toda la casa. Mordisqueo tu cuello, tu oreja. Dejo besos repartidos por tu clavícula. Noto que te corres, haciéndome sentirte en todo tu esplendor. Te quedas tendido sobre mí, mientras voy recuperando la respiración, deshago el nudo de mis piernas y desclavo mis uñas de tu espalda. Me miras, sonriendo y me besas mordiéndome el labio. Acaricias mi tripa mientras poco a poco me voy calmando. Vuelvo a besarte y susurro - ¿Preparado para la siguiente vuelta?- Sí. Va a ser una noche realmente larga y divertida.