Nunca pensé que cagar fuera tan placentero
Mujer divorciada que se masturba mientras hace sus necesidades en el baño (coprofilia)
Soy Sara, una mujer de 47 años felizmente divorciada y con una hija de 21 años. Trabajo en un banco y paso más horas trabajando que en mi casa o con amigos por lo que mi vida sexual últimamente es casi nula. Algún polvo de madrugada con un desconocido con el que has coincidido en un pub a altas horas de la noche y bajo los efectos del alcohol y que me hacía sentir mal al día siguiente, pero eso es otra historia.
Soy morena, muy blanquita de piel, mido 167 y peso 64 kg y tengo una 90c de pecho. Me sobra algún kilo de más y tengo buenas curvas, podría decirse que estoy jamona.
El caso, que como tenía una vida sexual nula me había convertido en una experta pajillera. Cada vez me gustaba más masturbarme porque lo hacía cuando me apetecía y no dependía de nadie. Tenía mi colección de consoladores y como no, un satysfayer última generación que hacía las delicias en mi clítoris. Además había llegado a excitarme con mi propio olor poniéndome cachonda cuando me subía el olor del coño o de mi propio tanga sucio o incluso de mis pies cuando me descalzaba.
Además tenía otro problema que es lo que quería relatar. Como la mayoría de las mujeres soy estreñida, pudiendo pasar hasta una semana sin hacer caca. De forma que el día que tengo ganas acabo cagando unos buenos chorizos bien gordos y duros que me cuesta echar casi como un parto.
El día en cuestión estaba en mi oficina y llevaba ya unos cuantos días sin hacer caca. Era ya tarde las 20h de la noche y note que empezaban a darme dolores de tripa y que la tenia hinchada. Como estaba sola en mi despacho gire un poco la pierna para ahuecar un poco y me tire un sonoro pedo. Sonó tan fuerte que me entro la risa y además pensé que había manchado el tanga seguro. Seguí con un informe en el portátil pero en seguida me vino otro tremendo pedo, asique recogí todo corriendo porque por fin me iba a tocar hacer caca. De camino a casa el dolor en la tripa fue en aumento y todavía solté algún pedo más en la intimidad de mi coche.
Al llegar a casa, me descalcé en la puerta y fui corriendo al baño diciendo hola a mi hija que estaba en el sofá pero sin poder parar ni un momento. Al llegar al baño, me baje los pantis y el tanga y me senté en la taza. Comprobé que efectivamente había una rayita marrón muy suave en la tira del tanga blanco y también comprobé los olores que subían de mi coño y de mi culo, lo que me empezó a poner caliente.
Sentada en la taza del váter empecé a hacer fuerza para soltar todo lo que tenía que tener acumulado en mis intestinos desde hace una semana. Al rato empezó a salir un chorizo bien duro que luchaba por salir de mi ano, notando como se dilataba. Allí sentada entre mis aromas íntimos y el roce de aquel chorizo duro que no terminaba de salir comencé a ponerme cachonda y a notar como mi coño empezaba a segregar flujo. Sin pensarlo empecé a frotarme el clítoris mientras tenía el chorizo de caca atrapado en mi esfínter sin poder salir, sintiendo un placer inmenso entre la sensación de poder vaciar mis intestinos y el roce del chorizo con el ano como si fuera una polla gorda y dura que salía poco a poco de mi ano. En seguida me vino un orgasmo brutal y un gemido a la vez que me salía un chorrito de flujo espeso de mi coño. Como el chorizo de mierda seguía ahí colgado sin llegar a caer me ayude con la mano para que saliera del todo y me encontré con un cilindro duro gordo y oloroso en mi mano. A pesar de haberme corrido me sentía más y más cachonda, asique sin pensármelo cogí el chorizo de mierda con mi mano y empecé a follarme el coño como si fuera una polla. Con la mano derecha me follaba el coño con mi propia mierda y con la mano izquierda me frotaba el clítoris que estaba increíblemente hinchado y excitado. En ese momento me sentía tan sucia y tan guarra, que el morbo fue aumentando y cada vez estaba más caliente, hasta que de nuevo me vino otro orgasmo y otro nuevo chorro de flujo. Me estaba corriendo como una perra en celo y más fuerte e intenso que nunca en mi vida.
Entre los pedos, los sonidos que profería al masturbarme y los gemidos de placer mi hija llamó a la puerta para preocuparse por mí, pero le dije que no se preocupara que llevaba una semana sin hacer caca y que por fin lo estaba consiguiendo.
Mientras tanto cada vez me sentía más sucia y más caliente, asique me levante del váter con el chorizo duro, marrón y oloroso en la mano todavía y busque el cepillo del pelo. Sin pensármelo de nuevo, metí el mango del cepillo en mi culo mientras chupaba el trozo de caca como si fuera una polla. Al final me estaba manchando de mierda y el olor era indescriptible pero no podía parar. Allí de pie me estaba follando el culo con el cepillo del pelo que con el mete saca salía completamente manchado de mierda. El olor en el baño era fétido pero yo estaba en celo y no podía parar. Por fin, me vino un tercer orgasmo y un chorro de flujo que dejó un charco en el suelo porque en seguida empecé a mearme encima viendo como bajaba mi orina mojando las piernas hasta el suelo.
Al fin me calmé y me senté de nuevo en el vater para vaciar del todo mis intestinos saliendo la mierda con facilidad con mi ano dilatado con el cepillo. Por fin, había conseguido cagar después de una semana y había tenido tres orgasmos a cual más placentero. En ese momento me vino el remordimiento al ver el chorizo de mierda duro encima del lavabo con el que me había follado el coño y la boca, el mango del cepillo lleno de mierda y me vi en el espejo con las manchas marrones en mi boca y en mi coño. Me sentí sucia y asquerosa y me dije a mi misma que eso no podía volver a pasar. Me limpie mi dolorido ano con papel, tiré de la cadena y me duche. Cuando salí del baño mi hija me dijo: mamá cuanto has tardado, lo debes haber pasado muy bien y me sonrió con malicia.
Y así es como tuve mi primer encuentro placentero con la coprofilia……