Nunca más hemos hecho algo parecido.
Hace tiempo en la Casa de Campo. Un paseo en coche. Mi mujer juega a ser una más...
Nunca más hemos hecho algo parecido.
Esto fue hace muchos años. Había una feria en Madrid. Concretamente en el Pabellón de Cristal, en la Casa de Campo .
El primer día cuando fuimos a descargar la mercancía aluciné en colores. Había chicas por todos los caminos. Eran prostitutas. Solo eran las 5 de la tarde.
-. Prepárate, ya verás cuando se haga de noche. Esto es el “mapamundi”, me dijo el transportista riendo.
-. ¿El mapamundi?
Efectivamente, cuando se hizo de noche, me llevaron a dar una vuelta. Según las zonas, había chicas rubias, morenas, negritas.... incluso travestis.
Allí había chicas de todas formas, altas, bajas, gordas, delgadas, de todas las razas colores y formas... Pero siempre tenían una cosa en común: se ofrecían y estaban medio desnudas o prácticamente en pelotas.
Cuando se hizo más de noche, algunas estaban cubiertas como con unas gabardinas, pero se las abrían según pasaban los coches y te “exponían” todo. Permanecían completamente en pelotas. Algunos travestis estaban mucho, muchísimo más dotados que yo.
Alucinante. Confieso que era la primera vez que veía algo así. Era como un puticlub gigante. Recuerdo haber leído que llegaron a definir a la Casa de Campo como el mayor prostíbulo al aire libre de Europa. Con razón.
No bajé o mejor dicho, no subí a alguna chica al coche por vergüenza. Me sentía como un paleto de pueblo, como un puto salido. De haber ido solo.... Ufff aquello era la tentación. No tenía ojos para mirar a todos los sitios. Los otros se reían y se burlaban de mí.
Esa noche nada más llegar al hotel me metí en la ducha. Agua caliente, vaho, para empañar la mampara, por si entraban los compañeros, y me hice una paja espectacular.
Al día siguiente, cuando hablé por la noche con mi mujer, la conté lo del paseo nocturno y lo de las putas. No se lo creyó del todo.
Realmente cuesta trabajo creerlo.
El último día vino a buscarme. Recogí la maleta del hotel. Al acabar la feria, fuimos a la comida de empresa y luego a dar una vuelta por “la Capi.” La idea era dar un paseo y volver a casa sin prisas.
Estuvimos por la zona de vinos. Y allí surgió...
-. ¿No te lo crees? ¿Quieres verlo?
Se nos cruzó le cable y por la tarde fuimos en el coche a la Casa de Campo.
Dimos una vuelta sin parar el coche. A penas dos o tres chicas en los arcenes.
Llegamos a un bar que está cerca del lago. Vimos a una chica.
Entró al servicio y salió cambiada de ropa. Con una falda y una blusa trasparente. Varios tíos la miran de arriba abajo. Normal.
Ella sin inmutarse, comienza el calentamiento, exhibiéndose un poco delante de los tíos.
No es para tanto, comenta mi mujer.
Subimos al coche. Otra vuelta.
-. Parece que el cotarro se va animando. Hay más chicas.
Cada vez hay más coches. Mi mujer alucinaba. Nos metemos por los caminos. Están llenos de chicas. Todas, medio desnudas al borde de la carretera. Cada tres o cuatro metros hay una. De lejos, vemos cómo se ofrecen las chicas.
Aparcamos en un arcén. Salimos fuera del coche y dejamos pasar un poco el tiempo. Nos fuimos animando.
-. ¿Otra vuelta?
Vemos a varias chicas negras. Tal vez sean africanas o sudamericanas. Cambiamos de dirección. Ahora son castañas y algunas muy rubias. Parecen de los países del Este.
-. ¿Ves? Esto es como un “mapamundi”.
Avanza la tarde, casi es de noche. Son las 9,30.
Es impresionante. Mires donde mires, solo ves tetas que se salen de apretados sujetadores, ricos culos que se menean sugerentes al caminar. Alguna ya enseña las tetas desnudas. Más de una está solo con un tanga.
Paramos otra vez. Bajamos del coche.
Al pasar los tíos la miran. Es la única que está vestida.
La reto. -.” Súbete al capó y abre las piernas”.
Llevaba sus famosas braguitas blancas. Según ella, las más seductoras. Son “sus bragas de las locuras”.
Se remanga las faldas sin que se lo diga y se espatarra. La ven las bragas. No parece suficiente. Solo un pitido, alguna mirada. Normal, las otras enseñan más.
Subimos al coche. ¿Nos vamos ya para casa?, la digo.
Me mira. Sé que es un desafío sin palabras... Un juego picante...
-. ... venga cariño... damos otra vuelta más... como si fuera una de ellas... la oigo decir.
Volvemos a circular, pero ahora vamos por donde hay más movimiento, más coches, más chicas.
Se abre la blusa. Fuera blusa... En sujetador... Se anima, fuera sujetador. Mini falda... solo braguitas....
-. Total, ya puestos...
Cuando un coche se pone a nuestra altura, dice fuera bragas. Se las quita cuando el tipo la mira. Por si le quedaba alguna duda se las enseña por la ventanilla. Se desnudó del todo, como si fuera una puta que había recogido en la carretera.
La toco el coño. El otro, mira. Está calado. La cuesta resistirse. Gime. Jadea.
En cuanto “nos quedamos solos” se masturba. Sus toqueteos no son muy descarados, pero sí muy excitantes. Ella está súper alterada. “Cachonda a tope”.
Dimos una vuelta entera a toda la Casa de Campo. En los atascos y en las rotondas, los de los otros coches la veían perfectamente. Además, ella no se cortaba.
En un atasco se pone a nuestra altura un coche con un grupo de tres o cuatro chicos. Me mira y sonríe.
Les provoca, les enseña las tetas. Uno mete la mano por la ventanilla. Me sorprendió. No solo no se retiró, sino que se las deja tocar. Los pezones están de punta.
-. ¿Qué tal la chupa?
-. ¿Cuánto cobras, zorra?
-. ¿Y si nos lo haces a todos?
Riendo, con simpatía, dijo que estaba ocupada, que ya tenía cliente.
Uno, el que la había tocado las tetas, insistió: -. Me molas guarra.
-. Vale, primero este, luego me buscas, responde riendo.
Volvió la cara hacia mí y empezó a besarme el cuello. En voz baja me susurró: Soy tu putita... ¿sabes que me han tocado las tetas?... A mí eso me ponía enfermo de celos, pero ahora era todo lo contrario. Su mano me acariciaba el interior de los muslos subiendo hacia mi paquete. Me miró sabiendo que el juego me estaba gustando. ¿Qué tal si tu puta se va preparando y te chupa un poco esa colita?...
Se dio la vuelta girándose hacia mí. Los del otro coche vieron sus nalgas... Y por el “menudo coño peludo tienes so puta” que se oyó, también sus labios.
La circulación es muy lenta. Las chicas están a los dos lados del arcén. Paran a los coches, se ponen encima del capó, intentan abrir las puertas, se ofrecen descaradas. Se forma el primer atasco. Estamos completamente parados.
A ella la siguen viendo los de los coches de los lados.
Me suelta el cinto y desabrocha el botón. Abre bien los pantalones. Levanta mis calzoncillos y me saca todo por un lateral. Acaricia con suavidad mi polla. Luego la presiona por la base. No quiere que me corra, me dice que solo quiere calentarme. Y creo que enseñar a los demás lo que me está haciendo. Si, que la vean cómo sujeta una polla rígida, cómo de vez en cuando se la mete en la boca.
La chupa ostensiblemente mientras conduzco, más bien mientras estoy parado. El que está a mi izquierda, al lado, ve perfectamente como baja la cabeza y como se la mete en la boca.
Se lo susurro. Levanta la cabeza y él sonríe.
-. ¿Qué tal la chupa?, me pregunta.
Asiento moviendo la cabeza.
-. Guarra... cuando acabes pasa a mi coche...
No dice nada, solo le vuelve a sonreír.
Arrancamos. Sigue enseñando las tetas por la ventanilla. A las otras chicas las da a entender que ella ya tiene un cliente. A los tíos les calienta, les provoca. Seguimos avanzando. En la rotonda, junto a nosotros, se pone otro coche. El tío se la come con los ojos.
-. ¿Otra vuelta? Me anima. Está “histérica” de emoción, de excitación...
Los coches están otra vez casi parados. A nuestro lado se pone una negra. Tiene un culo estupendo. Tampoco están mal las tetas. Más grandes que las de mi mujer.
-. Ocupado, la digo...
No la importaría montar algo entre los tres, dice mirándome y luego mirando a mi mujer. A mi provocadora, seductora, a mi mujer con cara de “complicidad profesional”
Decidida, mi mujer saca la mano por la ventanilla y la soba las tetas. La sigue la corriente y la saca los pechos del sujetador. Lame los pezones a la negrita mirándome con lujuria. Jamás pensé que mi mujer se atrevería a tanto. Alucino en colores. Bueno llevo alucinando con ella toda la noche.
-. Ummm... Una maravilla... ¿Se atreve? Pruébela. Verá que pechos tan sabrosos... me dice como si de verdad fuera un cliente, como si no nos conociéramos.
La negra da la vuelta y me ofrece sus pechos. Ve cómo mi mujer me acaricia descarada los testículos. Intenta llegar a mi polla. Tengo que decir que “de una en una”, que no quiero dos. La negrita se va con un gesto de enfado.
Sujetándome con fuerza la polla, mi mujer me da un morreo mortal mientras me dice con tono de sorna “serás tontorrón” ... como si hubiera dejado pasar la oportunidad de mi vida. Lo dice tan convencida que me hace dudar. No sé si va o no en serio. Pero no hay tiempo para más. El coche se mueve... y yo ya no podía más. Paramos en el primer sitio un poco apartado donde pudimos meter el coche.
-. ¿Me hubieras dejado follarme a la negrita? ¿Nos hubiéramos hecho un trio?
No contestó, se tiró encima de mí y empezó a comerme con verdadera ansia. Recliné el asiento del copiloto y me subí encima de ella. La penetré con todas mis fuerzas. Follamos como locos. Los jadeos, los gritos de los dos fueron bestiales. Menuda corrida, se la eché toda dentro del coño.
Luego ella salió completamente desnuda del coche a hacer pis. Después, se puso las bragas y la falda. El sujetador no aparecía. Estaría tirado por los asientos de atrás. Arrancamos para irnos a casa, a nuestra ciudad.
Intentamos salir dando la vuelta por otro camino. Increíble. Por esa zona había incluso más chicas que antes.
Otro embotellamiento. Estábamos parados. Otra vez más risas. Increíble la cantidad de gente. El atasco es monumental. Parece la caravana del 15 de agosto. Más de un tío se baja. Las prostitutas entran y salen de los coches. Pasean entre los vehículos. Hay conductores que sacan la mano, las tocan, las palpan, las soban.
Y otra vez llegaron los comentarios y los chistes picantes. Y el “ha sido emocionante” que dijo entre ellos... Y el “me ha excitado sentir sus miradas de deseo” ... Y el “no mientas que a ti también te ha gustado” ... Y el “jó cómo se te puso” refiriéndose a mi polla...
Solo hablaba ella. Era un torrente de palabras.
Hasta que me salió un:
-. ¿Te atreves a bajar?
-. ¿No has tenido bastante?
Ninguno contestó, ninguno dijo nada de nada, nos conocíamos de sobra. Los dos teníamos ganas de seguir jugando, no había sido suficiente. Todo lo contrario. Lo de antes nos dio más ganas. Era como una borrachera, de esas que bebes, bebes, y nunca desaparece la sed, nunca tienes bastante.
En ningún momento pensamos en que aquello no era un juego para muchas de las chicas que estaban allí. Trata de personas, esclavas sexuales… Para nosotros solo era un juego cargado de lujuria.
Era como un bufete libre. Podías comer y beber hasta hartarte. En este caso mirar, tocar… lo que no pensé es que la comida también era mi mujer… Sí, a ella también podían tocarla, mirarla, usarla…
A ella parecía encantarla. A mí me excitó. Para mi mujer solo era una fantasía desenfrenada. Ser usada, manoseada por manos desconocidas. La entusiasmaba la idea de ser poseída por desconocidos. Según ella desde la pubertad la excitaba…
Y no lo pensamos más. Nos dejamos llevar o más bien quisimos dejarnos llevar.
-. No hay peligro... Hay mucha gente... No puede pasar nada... Atrévete guarra... La digo provocándola. No hay que repetírselo: una mirada retadora pero también cargada de lujuria.
-. ¿Y si me tocan?
No la contesto. Solo la miro. Quien calla, otorga.
Se coloca, se prepara para su transformación. Fuera minifalda.
-. ¿Y si me obligan a subir a un coche?, preguntó retadora y desafiante.
Sabía lo que me estaba diciendo. Era muy consciente de lo que decía y del desafío que me estaba proponiendo. Dudé que se atreviera a tanto, pero ella no iba a reconocerlo. Y yo tampoco quería dar mi brazo a torcer.
Me limité a responder con un “tú sabrás que es lo que haces”. Desde luego fue como decir: adelante, hazlo.
Un morreo y cogió el bolso. Bajó del coche solo con las bragas y la blusa desabotonada, abierta de par en par, balanceando las tetas.
-. Ten cuidado…
Me devolvió una sonrisa.
Tensa las braguitas blancas y se las mete entre las nalgas. Parece un tanga. Camina hacia adelante meneando el culito. Se insinúa descarada como ve que hacen las demás chicas. Se para tres coches más adelante. Quiere que yo la vea. Habla con unos, como si ofreciera los servicios
Veo perfectamente como salen dos tipos del coche. Soban su cuerpo desnudo. Se deja recostar contra el coche. Todos pueden ver cómo la están tocando. Me da igual. Yo sé que el espectáculo es solo para mí. Para ellos solo es otra chica más. Y encima se deja más que las otras.
Éste la cata bien catada, incluso la baja las bragas casi hasta las rodillas y la toca el coño. Ella se lo permite. No para de sonreírles. El otro se dedica a tocarla las tetas. Las veo en sus manos. Las sopesa. Las menea. Las veo sacudirse y ella sonríe. Cuando yo se lo hago así sé que la encanta. Deseo que no paren.
La escena me está volviendo loco. La giran, la dan la vuelta. Se restriegan contra ella. Con las bragas abajo la están tocando el culo. Separan sus nalgas. De vez en cuando la meten la mano entre las piernas. Seguro que son conscientes de la humedad de su coño.
No acabo de creérmelo. Estoy viendo a mi mujer en manos de otro y me estoy excitando. Alucinante. Y no solo no me molesta, sino todo lo contrario. Me está poniendo a mil por hora. Debo estar loco, pero en ese momento deseo que la metan en el coche. No tengo claro si quiero o no ver lo que si hacen con ella, pero si quiero que se la cepillen. La sola idea de que se la follen ya me pone a mil. Me oigo animarles en voz baja: “vamos... follaros a esa puta” ...
La sensación es nueva. Desear que lo hiciera... si, que follara con otros. ¿Y ella?... Ella parece que piensa lo mismo, excitada con la idea, con la situación, con sentir otras manos...
Esos tipos que la manosean se creen que está fingiendo, que les sonríe como todas las chicas, pero se equivocan. Yo sé que les sonríe de verdad, que está disfrutando, que está gozando. Creo que están negociando el precio.
La caravana arranca. Un cachete en el culo y se montan rápidos en el coche.
Se medio coloca las bragas dejando al aire la mitad de su coñito. Sigue paseando entre los coches. De vez en cuando vuelve la cara. Sé que me mira.
Un coche para, se arrima por la ventanilla del conductor. Apoya los brazos en el techo del vehículo y pega su cuerpo. Las tetas quedan a la altura de la cara del fulano. Sé que la están tocando las tetas. Ella vuelve la cara para asegurarse que lo estoy viendo. Saca el culo en pompa facilitando que la toquen mejor los pechos. El tipo del coche que pasa a su lado la da un azote en el culo.
Avanza unos metros la caravana de coches. Cuando estoy a su altura se me ofrece como si no nos conociéramos. Sí, se pone como acaba de hacer con el otro.
-. ¿Una cubana? ¿Una chupadita? Dice fingiendo un acento extranjero y ofreciéndome los pechos.
Los pezones están súper puntiagudos. Veo que aún tiene las tetas húmedas. ¡Ese cabronazo se las ha estado chupando! No puedo reprimirme, tengo que tocárselas yo también. Juego alrededor de la aureola de sus pezones. Su caricia favorita. Su piel se encoge. Sé que la está gustando. Respira agitada.
Musita algo así como “cabronazo me estás poniendo a mil” ... Tócame y veras...
No me da tiempo a sacar la mano y tocarla el coño. Pitidos. Los coches arrancan. No da tiempo a más. Se queda unos metros detrás. En ese momento la caravana se acelera. La veo por el espejo. No entraba en nuestros planes. Está lejos. No puedo parar el coche. Tengo que dar la vuelta, tengo que dejarla sola.
Volver a dar la vuelta es fácil, pero luego sé que hay un atasco a la entrada del camino.
Algo nervioso ¿podré parar luego junto a ella? ¿Me verá?
Por un lado, estoy inquieto por si la pasa algo. Por otro súper excitado, completamente fuera de sí. La sola idea de que se ponga a follar con otros... El deseo de que lo haga... Ahora en el coche puedo hablar solo. Gritar si quiero... Me la saco yo solo. Me acaricio. Solo por sentir su dureza. No quiero correrme. Se lo guardo para ella.
En ese momento me acuerdo de una frase que leí en el calendario: “el progreso avanza a pasos, no a saltos”. Y nosotros hemos pasado de nada a... a todo. De cero a cien en una sola tarde…
Si, en una sola tarde mi mujer ha pasado de ser una esposa de provincias normal y corriente, a veces casi hasta aburrida, a divertirse jugando a ser una puta. A disfrutar siéndolo. A excitarse en manos de otro... Y puede que ahora hasta esté follando con otro.
¿Y yo? Yo me he convertido en un pervertido que disfruta luciendo a su mujer desnuda, que goza mirando como la tocan... Que ansía ser un cornudo.
Joder llevo aquí casi media hora...
Ha habido suerte. Allí está. Cerca de los coches, al lado del arcén, Hay otras chicas cerca.
Se acerca a mi coche como si tratara de convencerme, de ofrecer su mercancía. Se sujeta la blusa descubriendo los hombros y se baja las bragas hasta las rodillas. Justo cuando pasan más coches. Otra vez la han visto desnuda, pero esta vez es para mí.
Grito: ven aquí guarra.
Da la vuelta y se sube. Otra chica la mira con cierta rivalidad... Piensa que acaba de quitarla el cliente. El del coche de al lado me mira como diciendo “pillín... te vas a follar a esa puta” ... La mira de arriba a abajo. Me gusta que lo haga.
Cuando sube al coche la pregunto que qué tal. Está alteradísima... pero no enfadada. Todo lo contrario: está eufórica.
Me cuenta que no ha pasado miedo, que sabía que daría la vuelta y que tardaría, que había mucho atasco... ha sido excitante, divertido...
No se corta. Como si fuera la cosa más normal del mundo me cuenta que la han tocado por todos los sitios. Ella se deja. Les deja que prueben la mercancía antes de... No doy crédito a lo que escucho: mi mujer me está contando como la han sobado, me está diciendo que está jugando a ser una puta y que la está gustando que desconocidos la sobeteen... Y mi polla se está poniendo morcillona otra vez. Increíble.
Lo mejor fue lo de un coche blanco. Me dice que metió un poco la cabeza por la ventanilla y vio que había varios en el coche. Atrás estaban follando y el conductor además de tocarla las tetas la ha enseñado la polla. Tenía un buen pollón mirando al techo.
No ha podido resistirse. Ha metido el brazo por la ventanilla y se la ha acariciado. La ha excitado ver cómo se follaban a la puta, se imaginaba que podía ser ella. El tío la mandó subir por el otro lado y que si quería que se metiera atrás directamente. Confiesa que ha estado tentada de pasar a los asientos de atrás...
Loca de excitación, como borracha de lujuria, de vicio me confiesa que la gustaría hacer lo mismo, pasar a los asientos de atrás y follar conmigo mientras alguien conduce nuestro coche. Si nos ven follar, mejor que mejor.
-. Puede arreglarse, la digo, basta con preguntar a una puta si tiene carnet y si acepta...
-. Prefiere que sea un tío, me responde.
Ya hay muchas chicas desnudas, las vemos caminar cerca.
Sigue con el coño calado. Se le toca constantemente, la gustaría volver a bajar para que la viera, pero la da miedo volver a hacerlo ahora. Ya es completamente de noche, las dos y pico, casi las tres de la madrugada. Me dice que busque un sitio que necesita follar, que no se aguanta, que está tan caliente que es capaz de dejarse follar por cualquiera.
No me escandalizo. La miro y sonrío. Tócate el chocho, zorra, vamos so puta... Llevo toda la vida deseando decírselo y jamás me había atrevido. Vuelve a cara hacia mi, y me mira sonriendo. Retira hacia atrás el asiento y coloca las piernas sobre el salpicadero. Completamente espatarrada. Me gusta ver cómo se masturba.
Paramos por fin en otro descampado, otro rinconcito. En ese arcén hay algunos coches aparcados. Rodeándoles a cierta distancia hay varios tíos mirando.
Al llegar dan unos pasos hacia atrás. Casi todos se la están machacando.
La morreo y la toco las tetas. Mirándola a los ojos se lo digo: bájate, quiero te vean. Su mirada cargada de lujuria me dice que la gusta la idea.
De nuevo baja del coche. Sale completamente desnuda. Sabe que esos tíos la están mirando. Despacio, provocándoles, da la vuelta. Va a subir por mi puerta, pero no la abro. Pone cara de sorpresa.
También bajo y la espero con la polla fuera. Quiero que ellos tengan plena certeza de lo que va a pasar. Obviamente me la voy a follar. Junto a mi puerta toqueteo su cuerpo para que lo vean y se confíen más. Se acercan. Ella no lo ha visto pero yo les he hecho una seña con la mano para que vengan.
Susurrando se lo mando. Chúpamela un poco… que vean que eres una profesional. Primero pone cara de sorpresa, pero la dura un instante. Me mira a los ojos sonriendo y obedece.
Montamos en el coche. Al abrir la puerta se ha encendido la luz. Han tenido que verla perfectamente. Se sube a horcajadas y se monta en mi polla. Directamente se la coloca en la entrada y se deja caer encima. Literalmente se la clava. Un pequeño grito. No de dolor porque ha entrado de maravilla.
La llamo por su nombre. -. Mira guarra... Los de afuera te van a ver follar. ¿no te da vergüenza so puta? ¿Es lo que quieres? La digo.
No para de gemir. Agarra mis manos y se las lleva a las tetas. Echa el cuerpo un poco hacia atrás.
-. Cabronazo... te... estás... follando... a ... una... puta...
Casi no puede ni hablar. No para de gemir.
La obligó a que me deje sacar mi rabo. Si no, me voy a correr en un minuto y quiero prolongarlo. Meto la mano entre sus labios. Su coño está calado. La caliento todo lo que puedo susurrando al oído. Mira zorra, mira como les pones las pollas. ¿Quieres que te toque alguno?
No dice nada, solo jadea. Cada vez más fuerte, más alto. Casi grita. Es un juego, yo se lo digo para excitarla mientras la masturbo metiendo tres dedos en el coño desde abajo y empujando la mano hacia arriba.
Dejo una ranura en la ventana, que entre aire que no se empañe.
-. Pasa para atrás y ponte a cuatro patas, guarra.
Yo desde atrás la sigo metiendo los dedos en el coño. Ahora he colocado la mano en forma de cuña y empujo todo lo que puedo dilatando su coño a tope. Por un momento tengo la sensación de que si empujara con fuerza la metería toda la mano. Apoya la cara en el cristal. Frente a ella hay un tío masturbándose. ¿Serías tan puta de chupársela ahora mismo? ¿Bajo la ventanilla? No contesta, está corriéndose. El tío también se está corriendo. Salpica un chorro en el cristal
-. ¿Te imaginas? Ahora podría decírselo a alguno... seguro que tiene carnet de conducir. El conduciría, yo te follaría. Te vería por el retrovisor... En ese instante metí mi polla y empecé a penetrarla con fuerza, con ansia...
Un grito de placer... Largo y prolongado.
-. Luego él pasaría atrás.... sigo diciéndola.
En ese momento se me ocurre...
-. Puta... te voy a sacar fuera del coche... te voy a tumbar en el capó... quiero que vean cómo te estoy follando... que se acerquen a ti... Les voy a dejar que te toquen mientras te meto la polla...
Volvió la cara hacia mí. No sé si era de sorpresa o su gesto era de placer. Vi acercarse temblorosa la mano hacia el seguro del coche. En ese momento otro orgasmo la detuvo.
Este sí que fue brutal. Menudos gritos... Y no pude aguantar más. Me vacié por completo dentro de su coñito.
Serían ya las 4 de la madrugada. Bajó a mear. El que acababa de correrse se la quedó mirando... Sí, viendo cómo meaba... No quiso perderse nada del espectáculo. Aún tenía la polla fofa colgando. A unos dos metros, otro seguía mirándola con cara de salido sin parar de meneársela.
El tío cerró los ojos... Ahora el mirón era yo. Aceleró los movimientos. El tío no sé si jadeaba o gruñía. No me perdí ni un segundo. E hice bien porque no duró ni medio minuto... Limpiarse la polla con el pañuelo y desaparear fue todo uno.
Mi mujer vino hacia mí.
De repente vimos cómo se acercaban unos tíos, andando, con malas pintas. Pareció que aceleraban el paso. Visto y no visto. Los mirones desaparecieron. Tampoco había chicas. Ni los coches de alrededor.
-. ¿Los chulos de las putas? Dije.
-. O chorizos a robarnos, dijo ella.
Nos dio miedo y nos fuimos. No derrapando rueda, pero casi.
Durante el viaje de regreso no paramos de hablarlo. Seguíamos teniendo el corazón acelerado a tope. Tuvimos que parar una vez por el camino. Si, tomamos una desviación en una carretera secundaria... No paramos más veces porque yo estaba agotado, extenuado, seco. No tenía ni una gota más de leche mis huevos. Por ella creo que hubiera estado follando no solo toda la noche, sino días enteros.
Nunca más hemos hecho algo parecido.
Ha pasado tiempo de aquello. Mucho tiempo. A mí me quedan muy buenos recuerdos de aquel día... Y algunas dudas... ¿hubiera podido cepillarme a la negrita? Ummm... ¿Mi mujer hubiera participado?...
Claro que también... Y esta es la duda que más me pone... ¿qué había pasado cuando no la vi? En esa más de media hora que tardé en dar la vuelta. Antes de tener que arrancar, vi en directo como la sobaban, pero ella sabía que yo miraba... ¿Y cuando no estaba yo delante? Cuando volví y subió al coche estaba muy excitada, con el coño chorreando. Ella me dijo que la sobaron. Concretamente, me dijo que la tocaron por todos los sitos: por el coño, por el culito, por las tetas...
La pregunté tiempo después. Otra vez dijo que la tocaron el culo y las tetas.
-. Yo vi más, no mientas... El tono era de cachondeo, venga cuenta, cuenta...
Después de insistir, me confesó que hubo algo más que unos toqueteos, que incluso “tocó polla” ...
-. La del del coche blanco, eso ya me lo dijiste...
-. Si bueno esa... No llegó a subirse a los asientos de atrás de ningún coche. Aunque faltó poco, muy poco. La tentación era irresistible...
En ese momento me di cuenta que la historia del coche blanco se había interrumpido… Para follar no era necesario subir al coche, podían haberlo hecho en cualquier sitio.
Conseguí que la continuara.
-. Pues que se bajaron los tres tíos... la rodearon... la sobaron... La sentaron en el capó y se las sacaron. A uno le hizo una paja... Se detuvo un instante y bruscamente arrancó de nuevo: con la mano...
-. ¿En serio? ¿Y a los otros dos? ¿Y pasó algo más? Sé que hubo algo más. Estoy completamente seguro, la digo, tuvo que pasar algo más. Venga dímelo, que no me enfado... Y ahí se acaba la historia. Se lo pido, se lo suplico, se lo ruego de mil formas. Pero no hay manera. No suelta prenda. Siempre me responde con sonrisas pícaras... Nunca una respuesta clara. Todos tenemos derecho a nuestros secretos... me dice picona.
Nunca miré su bolso. No se me ocurrió. Solo imaginar que era ella la que chica que vi de lejos tumbada en el capó de un coche blanco con un tío encima y dos tíos más uno a cada lado… Sí, imaginar que se la follaron... o mejor aún, que ella se comió alguna polla... Solo con recordarlo se me empina, se me pone “palote”, “palote” ...
La verdad es que tiene razón cuando dice que todos tenemos derecho a nuestros secretos, porque ella nunca me ha preguntado si la media hora larga que tardé fue solo por el tráfico o porque... Mejor. Así no tengo que responder.
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dedicado a Isabel & Mario