Nunca más estarás sola 9
Solo un cobarde saltaría
Capitulo 9
Después de la primera carta de Kelvin, mi estado de ánimo cambio considerablemente; porque no solo llego una carta, luego de esa vinieron dos cartas más, cada una más deplorable que la anterior.
Pero antes de ella, fueron mis días un poco más turbios gracias a la poca paciencia que le tenía a la gente. Mas aun cuando mi alumna estrella acompañada de su madre en la entrada. La niña me veía inspirada, mientras su madre solo me observaba. Esa mujer tenía cierto poder para irritarme rápidamente.
- Hola Lupita. -limpio su mano en el pantalón y me la estiró, tuve que responder el saludo-
- Guadalupe, ese es mi nombre, sin abreviar. Sea prudente. -observe a la niña, nos saludamos diplomáticamente moviendo la cabeza-
- Está bien Lupe, ya no te diré Lupita. -solté su mano de golpe, por la abrupta sensación de corriente que volvía a sentir-
- Mami, pero la sigues llamando lupita -fue el turno de la niña de hablar-
- Ah, cierto. Dejare de hacerlo - La señora Abrahams quería ser amable. O buscaba burlarse de mí en todo momento, cualquier opción ella se estaba ganando un lugar en el purgatorio- pero mientras tanto, gracias por la educación que le brinda a mi hija -le sacudió el cabello a la pequeña-
- Es mi trabajo -me encogí de hombros- si me disculpan le veo en el salón señorita. -observe a la madre- buen día, señora Abrahams
- Venecia, háblame de tú, Lupe. -sonrió y no espere un momento más para irme-
Al llegar a mi salón de clases me encontré fatigada. Estos últimos días habían removido cosas que llevaban años estancadas en mi conciencia. Sin más lamento sonó la campana que indicaba el comienzo de clases y me dispuse hacer lo que amaba... Educar a otros.
El fin de semana me recibió llegando a la universidad para impartir la catedra del día, al llegar a la universidad la sorpresa fue grande al ver el festín que tenían preparados los jóvenes.
Me pareció increíble todo y aun llegar para ver a los cinco jóvenes arreglando todo el desastre de pancartas y demás cosas.
"Gracias Rilvers, por creer en nosotros"
Aclare mi garganta viéndolos desde la puerta.
- Ya llegó, ya llegó -dijo Alberto corriendo al lado de sus compañeros-
- ¡¡¡SORPRESA!!! -gritaron todos-
- Esperen, no hay reembolso, y hoy no es mi cumpleaños.
- Profesora -dijo Johana siendo empujada por todos, dándole una asesina mirada a sus compañeros, controló sus nervios y hablo- queremos agradecerle por su trabajo con nosotros. -los miro a ellos y Jorman hablo-
- El miércoles presentamos nuestro punto a tratar en la investigación y nos dimos cuenta cuán importante han sido sus consejos.
- Si profe, polque usted nos enseñó hacel las cosas bien -Martín casi me hace llorar de la pena-
- Por favor, dime que hablaste pronunciando la letra Erre.
- Claro profesora, usted sabe que yo hablo bien, solo que no se me entiende igual.
- Profe, por eso hoy queremos regocijarle un poco. Devolverle todas sus horas de esfuerzo con nosotros y entregarle esto -Johana me entrego un sobre con unos cuantos billetes dentro- es un obsequio, fuera de la última parte restante, que queremos agradecerle y nos pareció prudente de esta manera.
- -mi cara de sorpresa seguro no podría compararse a nada, lo que ellos me estaban pagando u obsequiando era lo que me pagaban por un mes y medio de trabajo- No puedo aceptarlo.
- Claro que puede. -Dijo Jorman. -
- Si no lo quiere aceta, yo si lo quiero -hablo Martín-
- Martin -lo regaño Patricia- usted lo va aceptar, porque -hizo hincapié en la R- es un presente, y los presentes, no se desperdician -ella tomo el sobre que le había devuelto a Johana y lo coloco en mis manos- usted lo sabrá aprovechar -dijo para que solo yo la escuchará- y, tenga presente he hablado lo mejor posible. -me guiño un ojo, me vi rendida a aceptar el sobre-
- Ustedes no tenían que hacer esto.
- Cao que si -Martín nuevamente- usted se lo merece. -me sobe la frente-
- Ya, hablen bien, todos sabemos que lo pueden hacer -Johana por primera vez en la historia se dirigía decentemente a su grupo-
- Es divertido ver el rostro de la profesora -Mi sistema nervioso jamás volvería a ser igual- disculpe nuestro léxico. -Patricia si sabía hablar bien-
- Vera, hemos trabajado muy duro en estos meses con usted, y queremos ser los mejores en nuestra área.
- Awww -ese fue Alberto- díganlo de una jodida vez -él parecía muy metrosexual o muy gay- no soportó las ansias -era Gay, tantos meses y jamás lo note-
- Me llamaron para trabajar con la petrolera del Estado -Dijo Patricia sumamente emocionada- Me harán una serie de evaluaciones en dos meses luego de la exposición de tesis. Pero el dueño le gusto mi participación en un debate.
- Pero, eso es una excelente noticia. Qué bueno Patricia.
- No solo ella, a mí me contrato una ensambladora de taladros. -Jorman hablo tan orgulloso y expresivo, como en un día de campo-
- Oh Samanes hermosos -dije abanicando mi rostro con mis manos- me siento tan orgullosa de ustedes.
- Nosotros nos sentimos complacidos y excitados de haber trabajado con usted en estos últimos meses. -Martín dejo el tono de verdulero espantoso que usaba, ellos querían que llorará-
- Por eso -Alberto se acercó a mí- queremos pedirle que... -suspiro dramáticamente-
- Él es tan gay, ¿por qué lo eligieron? -Johana expresándose entre risas nuevamente- termina de decirle, que queremos sea nuestra madrina de promoción.
- Mierda -Jorman exclamó-
- Eres una imprudente -dijo Patricia encogiéndose de hombros- y, ¿qué dice?
- Diga algo por favor -acotó Alberto al verme tan silenciosa- me estoy desesperando.
- ¡¡¡Demonios!!! ¡¡¡Entro en shock!!! Agua -Martin traía un vaso con agua directo a mi rostro- siempre soñé con hacer esto -el agua estaba a punto de abandonar su recipiente cuando recordé hablar-
- ¡Acepto! -todos sonrieron, incluyéndome- ¡claro que acepto homosapiens detestables! -ellos me abrazaron-
¿Saben cuándo son extrañamente felices? Que de pronto todos les sonríen y ustedes no lo pueden explicar. No lo pueden comprender. Creo que justo ahora en esta etapa de mi vida lo entiendo.
A los chicos les faltaba un mes y medio para graduarse, suficiente tiempo para hacer algo por ellos y sus presentaciones.
Ese día nos dedicamos hablar de nosotros, o bueno, de ellos que tenían miedos e inquietudes sobre sus próximos pasos.
Ese día fue por mucho uno de los mejores de la semana, y vaya alegría, la cual no duro nada cuando llegue a la casa y Bernardo dejo caer a mis pies otra carta.
- ¿Otra? -revisé lo que decía- "Hoy me enteré" -suspiré y se la di a Bernardo- léela tú. Ya he llorado mucho.
El tonto perro ladro haciendo que mi humor se transformará, debía leerla; así que sin más espera. Di rienda suelta al sobre para ver su letra.
Mi Guadalupe Amada.
Querida Guadalupe. No planeo saludarte, porque amor de mi alma, si mi alma porque mi cuerpo se lo comerán los gusanos y solo quedará mi alma la cual te seguirá amando; no puedo saludarte, y menos ahora que recién te vi desde lejos en la universidad.
Hada de mi amor, hoy Targexto el doctor de la familia me entrego los exámenes de mi chequeo mensual; estoy muriendo Guadalupe de mi corazón. Mi epilepsia está avanzando y los medicamentos ya no surgen efecto. Recién he tenido una crisis. Amor, perdón por no decírtelo.
No puedo acarrearte con todas estas cosas que me llevaran a la tumba, pero me niego a decirte para que me tengas pena y lástima; aunque sé que eso no ocurriría eres un ser lleno de extrema bondad.
Targexto me ha explicado -con dolor en su mirada- que en unos cuantos meses moriré, podrían ser días Guadalupe y yo soy un imbécil; lo único que he pensado hacer es un testamento y poder dejar lo poco que tengo a unas manos que lo multipliquen y le saquen el mayor provecho. Ni si quiera tuve pantalones de llamarte hoy a la facultad, deberás creer que sigo de viaje... Lo siento Guadalupe. Estos viajes son solo una farsa para poder chequearme con tranquilidad sin causarte calamidades.
Mi hermosa, perdón por el daño, lamento el terrible dolor que dejare en tu corazón, pero este dolor no será más terrible que el mío. Saber que debo morir en tan poco tiempo, no puedo dejarte, pero ya no es mi decisión sino de Dios. No pongas esa cara, él sabe porque hace las cosas.
Esta es la segunda carta que escribo Guadalupe, y sigue siendo igual de dolorosa que la primera; aun respiro lo sé, pero pensar en no hacerlo me crea dolor y no puedo estar débil, mucho menos cuando vienes camino a mi casa manejando tus viejos patines de la preparatoria.
Confió amor en que serás todo lo que quieras ser en la vida. Harás todo lo que quieras hacer y conocerás todos los lugares que desees, yo te acompañare espiritualmente hablando. Ahora, solo debo despedirme por medio de esta carta y hacerte saber lo dolido que estoy al irme sin poder hacer nada para quedarme. Quizás este es mi momento.
Te Amo con locura Guadalupe Rilvers
Pd: Adoro como sonríes cuando las palabras Amo y Locura se conjugan.
Nuevamente lloré, pero esta vez no de tristeza sino de dolor y sentimiento, de penas e ira. Él fue tan imbécil, pudo decírmelo. Lo fuese comprendido más, lo fuese amado más de lo que lo ame en esos pocos meses de relación. Él merecía todo, y yo no pude dárselo.
Recordé el día que llegue a su casa manejando los patines, y fue fácil, porque fue el único día que lo visite llevando los patines.
- ¡Hada de mi vida! -dijo abriendo la puerta de su impresionante mansión- que alegría verte. -beso mi mejilla y me atrajo a su pecho- te he extrañado tanto.
- Que alegría ya hayas llegado. -lo abracé más fuerte aún- pensé llegarías en dos días. -él se veía tranquilo, aunque sus ojos amarillos estaban pardos- ¿has llorado Kel?
- No, solo por el viaje, la irritación de la pupila, sabes lo del colirio para la hidratación.
- -Sonreí de medio lado, se veía tan dulce cuando mentía- ¿me invitaras a pasar o nos quedaremos afuera todo el día?
- Oh, si claro -en ocasiones era tan torpe, pero ya lo había aceptado, amaba encarecidamente a ese hombre-
Esa tarde él no me dijo porque lloraba, y yo tampoco se lo pregunte más de una vez. Pero si supe que algo pasaba cuando su abrazo duro más de lo normal y unas gotas saladas cayeron sobre mis mejillas. Él lloro incluso cuando yo lo observé. Y su excusa fue para mí tan creíble que casi lloró también.
- Son solo de felicidad Guadalupe -me soltó y limpio su rostro- porque eres mi prometida, la mujer que amo, con quien deseo pasar hasta el último suspiro de mi vida.
- Oh, Kelvin -acaricie su rostro- siento que no te merezco.
- Jamás pienses eso Lupita -sonrió- Dios -suspiro- eres un hermoso obsequio -se cubrió su rostro suspirando otra vez- eres increíble, me superas - sonrió colocando sus manos sobre mis mejillas Te Amo, ¿podría besarte?
- Sería una ofensa si no lo hicieras. -me beso largo y pronunciado como despidiéndose, eso fue un beso que se sintió dulce, pero en realidad era amargo-
¿Quién diría que él lo supiera? ¿Como podría él No decirme? Quizás si me estaba protegiendo, pero yo jamás lo vería así, porque el amor no tiene puntos intermedios, ni a cuartas partes, es todo o nada. Y Kelvin me lo dio todo, aunque después de su muerte mi vida fuese nada.
Yo quizás tome su partida como algo negativo, o algo muy positivo. Porque fui la mejor en mi clase, aparte que cada segundo libre me dediqué a ocuparlo, a entretener mi mente, para no sentir nada, evitando el dolor de su partida y el sufrimiento que me causaban tantas incógnitas; incógnitas las cuales justo ahora se comenzaba a responder, años después, que irónico; quien dijo que los misterios se resolvían después de la muerte. Estaba en lo cierto.
Ese día lloré igual que los demás, y tantas lágrimas fueron que el fin de semana lo deje ir sin querer salir de casa, solo llorando y viendo fotos de nosotros, las pocas que conserve.
Esperaba en algún momento dejarlo ir. Pero no sabía cuándo, ni cómo. Pero tenía que hacerlo porque ahora más que antes, él parecía seguir cerca de mí.
El comienzo de semana llegó, y con ella nuevas calamidades, como la que se había hecho habitual, Venecia Abrahams. Esa mujer últimamente me ponía nerviosa, verla ahí, como esperándome cada día por las mañanas al igual que por las tardes al salir. Claramente ella estaba ahí era por su hija, pero su afán de hablar conmigo cada día era frustrante, tanto que ya me había salido una línea de expresión diferente. Justo al lado de la mejilla izquierda.
Faltaban solo tres días para las olimpiadas y la tensión estaba en el aire. Venezuela estaba esforzándose mucho, hablaría con Ella respecto a eso, porque era una niña no una máquina para sacar promedio excelente cada día. Ella tenía que disfrutar su niñez.
- Lupita -su tono de voz fue muy animado- ¿cómo le va profesora Rilvers? -limpio su mano y me la estiro-
- -sin opción la tome, dándome el momento de detallar su vestimenta- Buen día señora Abrahams, muy bien, podría estar mejor.
- -ella sonrió soltando mi mano, haciéndose cómplice del jodido electrochoque que ya era sumamente habitual- tengo la solución -de su holgada braga gris de camionero, ¡sí! Tenía una horrorosa braga muy arrugada de la cual sacó un empaque pequeño, era una golosina-
- ¿Eso es? -dije levantando una ceja-
- Una barra de cereal de arroz sabor manzana verde -dijo ella leyendo el empaque-
- ¿Y?
- Es para ti. -sonrió inocentemente-
- ¿Por? -alargue el sonido de la letra o-
- Para que le subas las calificaciones a mi hija, es obvio. -sin duda Sonreí, ella igual lo hizo estirándome la barra- el chocolate es muy cliché.
- Y las barras de cereal, ¿no?
- ¡Oh vamos! -dijo dando una vuelta- a todos los ambientalistas le gustan estas barras.
- Gracias -acepte observando la golosina en mis manos, tenía razón era mi golosina favorita-
- No, gracias no, espero solo ver solo números once en esa boleta.
- -volví a levantar una ceja Justo entonces llegó Venezuela-
- ¡Mamá! -dijo saltando a sus brazos, Venecia se tambaleó y con un reflejo supremo la tome del brazo para que no cayera con la niña, la cual se abrazó a mí también- ops, Robotmamá, casi caemos. -sonrió tan dulcemente, beso mi mejilla y me soltó- nadie debe saber esto.
- Nadie lo sabrá -le dije despacio, Venecia me agradeció con la mirada-
- ¿Vamos? -dijo Venezuela-
- ¿A dónde? -su madre se veía descolocada, no dejo de observarme en ningún momento-
- A casa mamá -la niña apretó sus mejillas para que la observará- estoy aquí.
- Por supuesto y pesas igual que el infierno. -la bajo-
- El cual no existe -acote- me retiró -La niña enseguida me observo-
- ¿Tiene algún compromiso? -su expresión era dulce, como todo inocente-
- ¿Qué planeas mocosa? -dijo su madre-
- Mi abue me dijo que invitara a la profesora porque le había caído muy bien y así tu podrías cortejarla mejor y... -Venecia tapó su boca-
- Cállate -dijo nerviosa, sentí mi rostro andar por toda una escala de colores prolongada de rojos; la madre de la imprudente niña estaba quizás peor que yo, observando a su hija-
- ¿Entonces...? -musitó Venezuela- ¿vamos?
- -Su madre la miro de reojo y luego me observo a mí- el idiota de mi hermano está cumpliendo años.
- 37 años, mamá. -la niña me observo- pero se comporta como de 18.
- Harán un almuerzo, nada extravagante. -se encogió de hombros, en vista de la incomodidad ella se alejó de nosotras sin decir nada, yo aun montada en mis patines observe a la niña-
- Fue a buscar su camioneta, espero sea eso y no la gandola. -mi boca se abrió ligeramente- sí, ella es así. No veo como podría eso conquistarte.
Sin dar crédito a nada camine con la niña, pero estaba pensando... ¿Qué había pasado y que estaba pasando? Primero sus contactos repentinos, segundo sus acercamientos, tercero la barra de cereal y Ahora esto. Definitivamente si algo estaba pasando yo era ignorante de todo. ¿Qué sentido era el que yo le gustara a alguien? Y no solo a alguien. Sino a la representante de mi mejor alumna, a mí ni si quiera me gustaban las mujeres. Es más, ni si quiera me gustaban los hombres.
Mi cerebro estaba a punto de explotar. Creo que estaba dejando de razonar para comenzar a divagar, ¿yo gustándole a alguien? Y ¿a una mujer? La raza humana era muy compleja y extraña ella hacia todo lo posible por subsistir. Pero que tanto avanzaba ¿Venecia interesándose por la profesora de su hija?
Yo era la versión humana de Bella, la dama de caricatura de Disney a esto me refiero que no era agraciada, solo alguien con partes corporales poco prominentes, para ser honesta, de mi me gustaba todo, pero no consideraba que a alguien más podría gustarle, por lo menos mi sonrisa me gustaba mucho, a pesar de todo el alambre que poseía, mi cabello también me gustaba, su color castaño y lo sedoso que era, agradecía a la naturaleza eso. Pero, de llamarme hermosa y de ahí gustarle a alguien eso no me pasaba, no me sentía así. Sin ser consciente de nada me subí a una lujosa camioneta que era todo un contaminante en cuatro ruedas. La señora Abrahams no tenía límites y esto no era solo a su cinismo, sino que, literalmente NO TENIA LÍMITES. Eso lo entendí cuando se pasó sin respirar dos semáforos en rojo y rebaso a unos cuantos choferes más "que solo paseaban en sus vehículos" con el corazón en un hilo veía de reojo a Venezuela que tarareaba las melodías de Vivaldi y Bach.
No sé cuántos suspiros después llegamos al departamento, ni si quiera para estacionar manejaba calmadamente. Sentí mi respiración normalizarse y una música viniendo desde el edificio.
- Venga -dijo la niña caminando delante de mí- abuela… La profesora vino. -grito al primer piso. La señora Agustina salió de su departamento luciendo una muy colorida bata- aquí esta
- Oh, que alegría profesora, ya bajo. -la señora se volvió a perder en el departamento-
- Ella ya vendrá. -esa fue Venecia- vamos a la piscina.
- ¿Piscina? -Venezuela se perdió de mi vista y solo me quedo seguir a Venecia, la cual seguía como la mayoría del tiempo con cara de pocos amigos. -
- A Lucas le gusta el desorden, pero se ira a Francia por un mes, así que, aunque sea su cumpleaños también será su despedida.
Asentí observando el lugar, estaba prolijamente ordenado. Nada era singular, sino todo lo contrario, yo diría muy extravagante, la piscina que era un poco más grande que el salón de clases.
- Tiene cinco metros de profundidad, claro, por escalas. -dijo Venezuela apareciendo a mi lado con traje de baño- ya casi domino los 3 metros.
- Pronto lo harás Nezue -un hombre alto y de buen cuerpo apareció, no traía camisa así que asumo era de la familia, tenía cabello negro y ojos claros, su piel se veía bronceada, pero como esos bronceados de spray baratos - Lucas Abrahams, para servirte -me estiró su mano- ¿y tú eres?
- Guadalupe Rilvers -estrechamos lazos- felicidades
- Es una jodida broma -él me soltó con una sonrisa algo derrotada- esa idiota sí que tiene buen gusto -me observo un momento más- gracias. Diviértete estas en tu casa
- Tío, ven aquí -la niña ya andaba navegando, me quede al borde de la piscina, nivel 5 , desde allí podía observar todo el lugar.
Era un jardín muy grande, con esa gran piscina, siete tumbonas, ocho sombrillas y tres mesones de mármol, uno en una de las esquinas y los otros dos cerca de la piscina. Tenía una parrillera de esas para hacer barbacoa donde estaba el hermano que había conocido día atrás en mi segunda visita; estaba peleando con la carne. El lugar parecía un parque acuático pero muy exclusivo, de hecho, la piscina tenía dos toboganes, uno sumamente extravagante por donde corría una corriente de agua que se veía multicolor, el otro era bastante simple, sumado a esto el trampolín que estaba en el lado más hondo de la piscina, el cual las cerámicas eran verde fluorescente, con la frase " Solo un cobarde saltaría " para ser honesta, no entendí del todo la frase, eran unos tres metros de altura para caer a unos cinco de profundidad. Eso no sonaba agradable. Los otros tramos estaban de diferentes colores. Se veían divertidos, sobre todo un tramo que tenía el rostro de Venezuela, asumo que con unos 4 años menos. Esa niña en serio era muy consentida, viéndola nadar con su tío me perdí de la realidad por un instante recordado cuando le gustaba el agua a Kelvin. Y su afán de que aprendiera a nadar, por un instante me sentí débil, estaba perdiendo el juicio debía dejarlo ir, su recuerdo me estaba llevando directo a la tumba. De pronto mis pies dejaron de sostenerme y poco a poco fui cayendo, el resto es completamente borroso, casi hasta húmedo.
Caí a la piscina.
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He tenido una sequia de letras terrible, creo que se ha ido... he vuelto para que sepan que va a pasar aqui, estoy tan emocionada, no imaginan cuanto. la ansiedad que tengo es mayor que la de ustedes. Pero, me da gusto esten aqui. Les quiero un monton, besos.. Abrazos.
El verano les haga felices. Aunque yo amo el otoño. Todo es mas lindo en otoño. :) Dios les bendiga, el universo les acompañe. y tomen cafe, el cafe hace feliz a las personas.