Nunca más estarás sola 6

¡Puto Lío, me las pagara! -Miranda cubrió su boca y agitó la mano le quedaba libre- - Ayayay, Maracay, de san Juan -su tonito cantadito me perturbó- - ¿Qué rayos es eso?

Capítulo 6

Estar en la carretera y llegar a las estaciones de servicio me hacía sentir cierta ansiedad, me controlaba un poco tomando café. Y escuchando música, pero me era imposible resistirme a comer algo estando de servicio. Por eso siempre caía en el pequeño negocio de la señora Carmen y su variedad en comida latina. Me encantaba comer allí. Aunque lo que no me encantaba era parar mi gandolita en la vía y ver su negocio cerrado. Tonta Carmen cuando no iba a laborar.

Resignada con la poca información que me habían dado los locales de la zona, que la Sra. Estaba cuidando a su hijo porque tenía sarampión. Emprendí mi marcha a casa, insultando a todos, y tocando corneta como una desquiciada para que los inútiles tras el volante se fijaran que, al lado del freno, está el acelerador y esa vaina es la que debía apretar hasta lo último.

Llegue a la compañía con poca paciencia, deje a copita estacionada bajo su techito. Le di un beso al volante. Gracias a Dios, papá tenía la petrolera cerca de casa, porque eso de andar a patica por la vida no era algo que me gustara mucho, y menos con los zapaticos de cuero que parecía me chamuscaran las patas.

Camine a paso rápido para llegar a casa, esperando mamá tuviese el almuerzo listo. La pulga comería riquísimo con el mastodonte de su padre, pero si mamá me quería como tanto decía hacerlo, ella guardaría un banquetazo para su hija favorita.

Como siempre me hice sentir al llegar, abrí la reja del edifico en el cual sólo vivía familia Abrahams Padrón; de camino me encontré a Aristóteles, igual de feliz que siempre mientras fumaba un cigarrillo.

  • Cepillin -le grite a medio caminar para llegar a casa de mamá. - ¡que feliz te ves hoy! -el me ignoró por completo- por eso aun eres un virgen pendejo.

  • -En ese momento me observo tan duramente- por fatuas como tú, no se lo meto a ninguna.

  • Dios guarde esa boca de porcelana -él me dio la espalda volviendo a lo suyo.

Comencé a desvestirme mientras llegaba al departamento de mis padres; eso ya se había vuelto una terrible costumbre. Llegue cuando solo faltaba bajarme el pantalón y quitarme la camisa, para toparme con la profesora de mi hija, otra vez. Esta vez la escena fue más incómoda que antes, sumándole a ello que estaba a medio desvestir, o vestir como lo quisiera ver. Pero ignorando eso intente comportarme a la altura, le estire por tercera vez en la vida mi mano, antes de limpiarla esperando que en esta oportunidad si la tomará; ella fue decente y la tomó, más vale que no lo fuese hecho; porque el corrientazo fue peor que el de un cable pelao'.

  • Podría estar mejor. Gracias. -le solté de golpe la mano- creo debería irme. -dijo observando a mi mamá-

  • No, no, no. Prepare un platillo especial. Seguramente Venecia no tendrá problema en que usted se quede. -ella me miro-

  • Por mí, el único problema que hay, es que aún no está lista la comida. -la profesora se volvió a sentar y retorció un poco más en su asiento. -

  • Jhosep! Ve a cambiarte, que fachas son esas para recibir a los invitados.

  • -la profesora sonrió- espero al volver la comida humeante me esté esperando.

  • Ve, ve, ve, ve. -literalmente me corrió de la casa-

Bajé de nuevo a mi hogar, a buscar ropa decente, estaba por colocarme los típicos shorts de mi día a día, cuando recordé que arriba había una invitada y una muy irritable. Opte por un pantalón de pijama gris, y una camiseta. Volví a subir casi sin fuerzas, antes de entrar escuché hablando a mi madre con la profesora.

  • Claro, con todo gusto le firmo la autorización. No se fuese tomado la molestia -hubo risas- pero es que esa niña es idéntica a su madre, muy inteligente pero tan desordenada como ninguna.

  • Créame que lo he podido notar en los pocos meses que llevo a su lado.

  • Usted no es de por aquí, no tiene el mismo aspecto de los que ya llevamos años aquí.

  • No, en realidad vengo de otro país, y hace algunos años me pareció bien, tirar raíces aquí.

  • Oh, que maravilloso. ¿Tiene usted esposo, hijos?

  • -la profesora aclaró su garganta- si por hijos se refiere a un hermoso canino, o a mis estudiantes, entonces sí tengo muchos hijos -suspiro con nostalgia- respecto a lo otro, necesitaría muchas tazas de café y un sin fin de pañuelos.

  • Tranquila -asumía mamá le estaba dando las manos- usted cuenta conmigo si desea desahogarse.

  • Gracias -en ese momento entre. Mamá. Me observó fijamente, haciéndome señas para que la ayudara a levantar del sillón-

  • Ya te he dicho que uses el bastón, o la andadera que tienes. ¿Porque eres tan terca? -la ayude a levantar-

  • Ustedes y sus ganas de hacerme sentir inservible. -Sonreí por su comentario- en cualquier momento querrán meterme en un lugar de esos donde tiran a los padres haciéndolos sentir como un trasto viejo.

Mamá se perdió por la cocina, y, yo me senté al frente de la profesora.

  • Y, bien... Que la trajo por aquí el día de hoy.?

  • Esto -me entregó la autorización ya firmada por mi madre-

  • La enana después de todo si ha heredado algo

  • No ha sido lo único. -levante las cejas mientras la observaba. -

  • Algo que desee compartir. -negó con la cabeza- que bueno este haciendo estas cosas, eso la mantendrán entretenida para que siga siendo inteligentosa. -la profesora resoplo, en Ese instante note que esas cosas no eran de su agrado-

  • Muy bien pasen a comer - salió mi madre aplaudiendo, la profesora se levantó algo apenada, tenía puesto sus patines de la mañana-

  • Que peculiar medio de transporte.

  • Evito contaminar lo más que pueda. -me miro con suficiencia, yo solo le guíe el camino-

Al sentarnos a la mesa, mamá me pidió hacer la oración.

  • Señorita, aquí hacemos la oración para darle gracias a Dios por ser bueno con nosotros. -esa era mi madre- Venecia. Guía la oración.

  • Señor gracias por los alimentos que hoy pones en nuestra mesa, gracias por el día de vida que nos has dado para disfrutar de ti y tus maravillas, señor gracias también por las personas que hoy se sientan a tu mesa, y así como nos has dado regocijo de tus alimentos, danos fuerzas, esperanza, apetito también de ti, ayuda a los desamparados y los más desafortunados, guíanos por el camino correcto a tu andar, líbranos de todo mal amén. Amén y amén. -concluí haciendo la señal de la cruz sobre mi frente al igual que mi madre, Rilvers se veía incomoda- ahora si, a jartar -aspiré profundamente el olor de la comida, y sentí como mi boca se hizo agua, al ver la chuleta ahumada rebozada en salsa negra, acompañada del arroz con vegetales, puré de papa y la ensalada de brócoli con coliflor. - madre te has lúcido -acote llevándome un bocado a la boca-

Me dedique a comer con gusto, mientras la profesora solo llevaba pequeños bocados a su boca, no es que estuviese pendiente de lo que hacía, pero, ¿a quién no podría gustarle semejante banquete?

  • ¿No le ha gustado la chuleta?, ¿Ni si quiera la ha visto! -esa fue mi progenitora, con su tonito santo-

  • Soy vegetariana.

  • -mamá se llevó las manos a su boca- Santo! ¿Por qué no me lo había dicho?

  • -la profesora le lanzo una mirada de estupefacción- madre, recién viene a casa, no actúes como si la conocieras desde siempre.

  • Venecia -me regaño mamá, la profe tomo jugo- no seas descortés con la señorita, pensara que no te enseñamos modales.

  • Pierda cuidado Agustina. He notado que les ha dado la mejor educación a todos sus hijos. -mi madre sonrió, yo note el ácido sabor a sarcasmo. - muy respetuosos desde la primera impresión. ¿Cierto Sra. Abrahams?

  • Como no, como no Lupita; sobre todo con personas como usted, en ese momento sale a flote toda nuestra clase.

  • Me alegra tanto se lleven muy bien, me doy cuenta que los valores que tu padre y yo te enseñamos han rendido sus frutos -mamá por fin utilizo el bastón, pero solo para levantarse de la silla- iré por el postre, esta es una receta que me enseño Emiliano, así que espero les guste. Sobre todo, a usted señorita, ya que a mi hija hasta un saco de piedras molida le parece sabroso -Guadalupe río levemente-

  • Disculpe -se retractó limpiando su boca con la servilleta-

Mamá se fue en busca del dichoso postre que a mi juicio no había quedado nada mal, quizás un poco dulce, pero no más, aunque la profesora se lo trago casi de golpe, mientras mamá amablemente le daba otra porción.

  • Y, ¿qué?, ¿Tu hija no vale?

  • ¡Ya has comido mucho! -reprocho- debes guardarle a Venezuela.

  • -hice un puchero- pero es que a todos les das más atención que a mí, se supone yo soy la hija de tus entrañas -Rilvers me miro de soslayo- sírveme otro pedazo de cosa de esa.

  • Es dulce de frijol -Guadalupe se atraganto con un bocado. Quizás un frijol se le fue por el camino viejo-

  • ¿De frijol, dijo?

  • Si, el ex de Venecia...

  • Mamá ya hemos hablado de eso muchas veces.

  • Señorita, si usted tiene una relación con alguien y de la nada todo termina, ¿que pasan a ser?

  • Ex. -acoto ella antes de llevar otro bocado a su boca-

  • ¿Te das cuenta? -inquirió- como continuaba, el Ex de Venecia, me dijo que esto suelen hacerlo allá, en su país, en tiempos de pascua, en esas zonas de los llanos. Él quiso que nosotros estuviésemos más enterados de sus raíces, por eso con mucho cariño me enseñó a prepararlo. - mamá comió un poco- ¿qué tal me ha quedado?

  • Déjeme felicitarla. Le ha quedado muy bueno.

  • Se nota que ha quedado muy bueno -dije jugando con mi cubierto- si casi no deja. -hable despacio-

  • ¿Algo que desee compartir? -dijo ella-

  • En lo absoluto. -vi la hora en mi reloj- hablando del mastodonte ese, ya Venezuela debería estar aquí.

  • Hija, quédate tranquila, ese hombre también tiene derecho de compartir con ella. A fin de cuentas, es suya también.

  • Aquí vamos otra vez... -suspire, pero antes que mi madre dijera algo la profesora comenzó hablar-

  • Todo ha quedado sumamente delicioso Agustina. -limpio sus labios- creerá que soy una abusiva, solo vine por una autorización y vea, aquí sigo. Creo que es momento de irme.

  • Ay, ¿tan pronto? - mi madre se enterneció- su presencia me ha alegrado, vuelva cuando quiera - la hospitalidad de mi madre superaba los límites-

  • ¡Ya mamá! ¿Qué tanto? ¡Deja que se vaya, estoy segura tendrá más cosas que hacer! -mire a la profesora- ¿cierto?

  • Esta usted en lo correcto.

  • Está bien, fue todo un gusto compartir con usted mija, recuerde que esta es su casa, y las puertas están abiertas siempre.

  • Me alaga -dijo la profesora- le ayudo con esto -refiriéndose a los peroles sucios. -

  • No, deje eso ahí mija, Venecia los lavara sin problema.

  • ¿Disculpa? -pregunte estupefacta-

  • Hija, gánate la voluntad, aparte no seas descortés con la profesora, que lo único que hace es -molestar- educar a la luz de este edificio, y brindarle su mano para guiarla.

  • Ya, ya, ya. -me levanté- yo acompañó a la profesora. Y vuelvo por esto.

  • Muy bien. -mamá tomo a la profesora de los hombros y le hizo la señal de la cruz en el pecho. - Dios me la bendiga y la lleve con bien a todos sus destinos, por aquí la estaré esperando.

  • -la profesora se tensó por un momento luego volvió a su posición inicial- gracias por sus atenciones. Buena tarde.

  • Anda con ella hija.

  • Ya voy mamá -mi madre por un instante comenzó a ver por los ojos de la profesora-

Bajamos en silencio, con cuidado, ella tenía sus pasos medidos a causa de los patines, la observe de reojo... Por un momento sonrió al llegar a la puerta.

  • Tiene una adoración de madre -me dijo deteniéndose en la acera, su sonrisa se acrecentó, en ese momento detalle que tenía los Brackets, y esa sonrisa era... diferente-

  • Soy bendecida, papá Dios me ama en exceso por eso la tengo a ella. -le devolví la sonrisa-

  • Ustedes son muy... -rasco su nuca-

  • Devotos, creyentes, fieles, testimonio. -le enumeré. -

  • -ella levanto una ceja- si...

  • Y usted es muy... ¿Atea?

  • El ateo es aquel que argumenta no creer en nada, basado en sus propias fuerzas -aclaro- soy Agnóstica -corrigió-

  • Cree más en fuerzas físicas que en algo espiritual. -la observe inquisitiva- tienes el terrible concepto que todo es relativo o fenoménico.

  • Soy muy inteligente para creer en Dios. -se encogió de hombros- sin ofender.

  • Soy muy inteligente para ofenderme porque alguien no crea en nuestro Dios -esbozo nuevamente una sonrisa- aunque tu creencia es un tanto absurda.

  • Es un país libre de credo, ¿no? -alzo una ceja, definitivamente ese era su sello-

  • Claro, cada quien cree en su credo favorito, no podemos obligar a nadie para que profese algo de lo cual no cree.

  • O sea que... ¿Dios es más que otra cosa? -Sonreí de medio lado, esto auguraba ser una batalla teológica- para ser tan creyente hay ciertos desperfectos en tus conceptos.

  • Dios es libre, y de tal manera nuestra creencia por él, lo es igual. Nadie está obligado a creer, ya ve usted, por personas no creyentes Cristo fue a la cruz. Aunque en realidad es un poco más complejo que eso.

  • Necesitas mejores bases para lograr llamar mi atención que polvo de la tierra y aliento de vida -ella parecía una muralla inquebrantable-

  • Tranquila, yo no tengo que llamar tu atención, Dios te hace una invitación, y, es que lo aceptes en tu vida. Y te ayudo con eso... -estábamos teniendo un enorme contrapunteo de creencias religiosas- el manual de instrucciones nos dice, "El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, veas al justo y oigas la voz de su boca, porque serás testigo suyo ante los hombres(...) Ahora púes, ¿Por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre" -Sonreí, ella sabía que yo tenía un punto-

  • Hechos de los apóstoles. -mi quijada se desprendió un poco- no me mal intérpretes, pero conozco lo que dice el manual, solo que nadie me asegura su contenido. Claro... Esas personas, pero yo no las conocí. Y antes que comiences con lo que usualmente suelen decir sobre los físicos, químicos y escritores. Hay más que solo un manual de instrucciones sobre ello... existen teorías comprobadas, cosas que no se sienten como una conspiración de un grupo fanático. Le he dado más lógica a las cosas. -estaba por refutar-

  • Mamá... Mamá -una pequeña acelerada corrió a mi sujetándose tan fuerte como su desarrollo se lo permitía de mis piernas, llevaba la cara pintada con arcoíris- mamá, mamá. -ella seguía gritando, aunque yo estaba ahí, una sonrisa se formó en su rostro.

  • Eres una Pulgosa.

  • Y tú, una garrapatosa. -le extendí mis brazos- te Amo Robotmamá.

  • Te amo, tonta hija. -le di muchos besos por el cuello-

  • Con que cero acosos, ¿no? -esa Fue Miranda dirigiéndose a la profesora- tendré que llamar a las autoridades para que se ocupen De usted. -Lupe la vio con cariño- ¿qué hace aquí? ¿Como supo mi dirección? -su vil intento por ser autoritaria fue un fiasco-

  • Me hice pasar por tu profesora, fue muy fácil, me infiltré en tu escuela y con ayuda del vigilante entre a la oficina de archivos, al poco rato ya tenía hasta tu talla De zapatos. -Miranda tapó su boca- luego llegue aquí y tu abuela me atendió. Todo fue muy aburrido, a decir verdad. Ahora puedo raptarte. -Lupita la miro seria-

  • Mamá, esta señora es una acosadora. Ha intentado pasmar mi intelecto y adueñarse de mi sabiduría.

  • -Sonreí enormemente, Guadalupe hablo primero- fue tanta mi conexión, que logre me firmase esto, genio.

  • -le Mostró la hoja a Miranda- soy un desastre, y no precisamente natural.

Fue inevitable, reímos a carcajadas, mientras la expresión de mi hija cambia de pesar a decepción. Fue ella la primera en hablar.

  • ¿Como se me pudo quedar esa hoja? -dijo con notable decepción-

  • Quizás sea porque eres una desastrosa, desordenada. -le hice cosquillas- que todo lo deja tirado. ¿Recogiste tu habitación?

  • Mamá, no me avergüences frente a la acosadora. -me dijo ella queriendo hablar bajito-

  • Eso no te libra de tus obligaciones pequeña. -dijo Lupe- debo irme, hay alguien que me espera en casa. -mi sonrisa de antes se descompuso, endurecí mi rostro- hasta mañana señorita genio -me observo- Ga... Señora Abrahams, un gusto. -su sonrisa se había minimizado, esto nos saldría caro-

  • -deje a Venezuela en el piso, limpie mi mano nuevamente en el pantalón de mi pijama- hasta luego profesora Rilvers. -mi apretón se había excedido un poco-

Nos soltamos de golpe tras la oleada de energía que se revoluciono con nuestro contacto. Ella sacudió discretamente su mano, los corrientazos eran mutuos. Luego de la profesora perderse se me fue un poco la mirada, hasta que el terrible cornetazo me trajo a la realidad.

  • ¡Puto Lío, me las pagara! -Miranda cubrió su boca y agitó la mano le quedaba libre-

  • Ayayay, Maracay, de san Juan -su tonito cantadito me perturbó-

  • ¿Qué rayos es eso? -mi ceño se frunció-

  • Mi papi me lo enseño, me dijo que así decían en su país cuando alguien hacía algo mal, o estaba en problemas.

  • Y, ¿en qué problemas estoy yo señorita? -la mire seria-

  • Dijiste una mala palabra le debes dinero al frasco de las malas cosas.

  • Yo no dije ninguna puta grosería.

  • Ayayay, Maracay, de san Juan. -ese Lío-

  • Púdrete.

  • Mami, a este paso dejaras toda tu semana de trabajo empeñada con el frasco.

  • Ya, ya.... -me voltee a ver a lío y golpee su hombro- ¿por qué mandaste a Venezuela sola?

  • Ya, que reine la paz.

  • A papá no le pegues.

  • No vino sola, me estaba estacionando. -se colocó a la altura de la pequeña- mi amor, ve hacer tus deberes. Te amo. -la niña lo abrazo-

  • Te Amo papá, hasta pronto.

La pequeña melena castaña se perdió por los pasillos del edificio.

  • Cuéntame, ¿por qué Miranda llego sola?

  • consideramos prudente interrumpir su pequeño momento de amores.

  • ¿Cuál momento? ¿Estaban locos?

  • Te vi hablando con la profesora de la niña, y, te digo tu mirada sobre ella decía muchas cosas.

  • ¿Están dementes?, ¿la profesora de mi hija? -él sonrió- solo quería arrancarle las greñas por cabeza dura.

  • Tienes competencia. -Emiliano río mientras acomodaba su fino traje-

  • Ella no cree en Dios.

  • ¿Debo recordarte porque fue que comenzaste a creer en él, "Robotmamá?

  • No, no, no. Entiendo, pero su necedad me enferma, y esa rectitud.

  • Venecia, por favor, es profesora. Por lo que leí de su hoja de vida es una joven muy preparada. Tiene un par de títulos, y varios talleres, o sea es una puta ama en su materia.

  • Me enferma que alguien sea tan correcto, quizás se rasque la espalda con un tenedor.

  • -él arrugo la cara- que asquerosa eres. -me dio un leve empujón- recuérdame lavar muy bien los cubiertos en tu casa.

  • Tonto... Lo hago con los de mi mamá. -me golpeó la cabeza- bruto, me fundirás el poco cerebro que queda aquí.

  • Te Amo Venecia -sonrió-

  • No pareciera, porque me tiras a los brazos de la hediondita profesora esa, como dirían tus tías.

  • Ya me tiene harto tu abstinencia, así que o mueves ese culo a buscar a alguien o nosotros buscaremos ese alguien para ti, y te va a gustar.

  • Oh vamos, estoy bien sola, ¿qué tanto?, ¡no necesitó más que a Venezuela, mis padres y tú!

  • No, no, no, hay ciertos placeres que nosotros no podemos darte -levantó sus cejas insinuante- y coño, los amigos en el baño no lo son todo.

  • Eres tan indelicado... Como tú sólo puedes ser lo. -él sonrió- me tengo que ir, debo lavar los peroles sucios. -el Sobo su frente-

  • Recuérdame no hacerte pasar más tiempo con mi familia.

  • Quizás sea suficiente con el dialecto que ya he adquirido. -estaba por correrlo de casa delicadamente hablando-

  • Venecia, en unos días habrá un evento en el parque de tierra azul y yo quisiera que ustedes dos fueran. -saco de su traje dos invitaciones-

  • Necesitas que mi hermosa chequera deje un monto hermoso en la cuenta de la fundación, ¿no?

  • Seria perfecto -coloco una mano sobre mi pecho- todo lo que salga de tu corazón -apretó mi seno izquierdo, le patee la pantorrilla-

  • Está bien inútil, agendare tu evento y buscare unos cuantos centavos por ahí -sonreímos- Entonces mi arma, me voy -lo abracé- te Amo mis bolas con patas.

  • Cuídate. Hasta pronto.

Nos despedimos tomando caminos diferentes, con una extraña aura de regocijo llegue a casa de mi madre, estaba lavando las cosas con Venezuela.

  • Hola, hola mujeres de mi vida. -bese la frente de mi madre- ¿te he dicho cuanto te Amo?

  • Hija, aun no hago el testamento, así que pierdes tu tiempo, aunque sigue acumulando puntos con tus gestos. Quizás lo logres.

  • Ay madre, te Amo. No me faltes jamás -la abrace-

  • Te Amo mi pequeña necia -me tomo del rostro y beso mi frente- eres mi pequeña, y aunque seas madre seguirás siendo la pequeña de esta viejita. Yo no te dejare sola nunca.

  • No me olvides -la abrace fuertemente con un nudo en la garganta-

  • ¿Como podría olvidarme de ti, hija mía?

  • Mami -me llamó Venezuela después de un rato- ¿por qué siempre le dices a los abuelos que no te olviden? Ellos nunca te olvidaran. -Sonreí, secando los platos que ella terminaba de enjuagar- mi abuelito dice, que la familia no se olvida. No se abandona. No se deja. Y ellos no te dejaran. Vivirán novecientos años, como Matusalén.

  • Y como tú, Que tampoco me dejaras. -bese su cabellera- gracias por ser mi hija. Eres el ser más hermoso que la vida me ha brindado.

  • Es un inmenso placer ser tu hija -dijo alzando sus brazos- ¿dónde más tendré una mamá Robot? Eso es sólo aquí.

  • Agustina, vieja... Ya llegué. -ese era papá, Miranda rápidamente se lavó las manos, quitó el delantal que tenía y lo colgó, para salir corriendo donde estaba papá-

  • Abuelo... Abuelito. Llegaste, te extrañe mucho.

  • Nezue! Mi niña... ¡¡¡Que grande estas!!! Has crecido tanto en solo dos días.

  • Tenemos muchas cosas de las cuales hablar mi abuelo.

  • Como no mi nieta bella, solo espera llene mi tripa y nos sentamos a parlarchinar un rato.

  • Excelente, iré a cambiarme, vuelvo en unos minutos.

Mi papá, se sentó en el sofá apoyado en su bastón, los cambios de la vida se encargan de pasarle factura a cada uno, dejé la cocina lo más pulcra que pude y salí a convivir con mi viejito.

  • ¡Padre mío! -se iba a levantar, le negué- tranquilo. -Me senté en el sofá, dejé mi cabeza reposara en sus piernas. - te he extrañado papá. -le dije dándole un beso en su enorme barriga- te Amo.

  • Yo también hija.

  • No papá. Yo también nada. Eso así no funciona. Si me amas se dice "Te Amo" y lo debes sentir con el corazón.

  • Te amo hija -dijo luego de reír- te amo con mi corazón, pero no tengo dinero.

  • Aquí nadie puede demostrar afecto porque enseguida lo asocian con dinero, son todos unos caras e' verga.

  • Hija -me detuvo antes de levantarme- tenemos que hablar.

Y, todo está bien, hasta que tu padre, el hombremás tranquilo de la vida, toma fuerte tu mano mirándote con esos ojos pardosque dan a entender que las cosas no marchan bien

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