Nunca más estarás sola 5

La espera es un tiempo precioso para la reflexión, así que yo reflexionaré aquí sentada mientras usted se dedica a corregir el test.

Capítulo 5

Después de ese estrepitoso encuentro anduve hasta llegar a la ONG, tenía que relajarme; de por si hoy había sido una mañana muy estresante, el conocer a la representante de mi alumna más destacada había desatado una ira casi incontenible, acotándole la migraña que ya venía arrastrando. Ganas no me faltaron de abofetearle para dislocarle la mandíbula; quizás le faltaba ser más observadora, porque si lo fuera, hubiese notado cuando presione el puño izquierdo del manubrio y con mis uñas rompí la parte de abajo de la goma. No me quedo más que golpear el manubrio un par de veces cuando considere estar lejos de su presencia. Debía calmarme. Tenía que sembrar un par de árboles y mi mal humor solo haría que se secaran las hojas sin siquiera tocarlas. Respire hondamente unas treinta veces como me decía mi terapeuta, al calmarme, baje de la bicicleta y la dejé en la zona de ciclistas. Sin más opción arregle un poco mi traje, el cual me cambiaría en unos minutos, sería terrible entrar a la circunscripción de siembra con los tacones de punta número ocho, la falda de diseñador y la camisa blanca. Eso jamás en la vida sería una buena combinación. Iba saliendo de los vestidores con dirección a los jardines cuando la vida me recordó que la paciencia es una virtud la cual no todos poseen.

  • Rilvers, que bueno verte por aquí. -esa era Blanca, Blanca Verde, Sonreí con un toque de burla, su nombre era tan irónico a su apellido-

  • Verde -ella arrugo la nariz- creo soy lo más simpático que ha pasado por aquí hoy.

  • Tu humildad cada día te abre un puesto en el cielo -la observe con fastidio- ya, ya lo sé... "No creo en lo divino" -me remedo-

  • Vaya Blanca, haces completamente honor a tu apellido con esa actitud tan madura.

  • Es increíble el asco que da la confianza -contuvo una risa- y ¡donde está la joven profesora? ¿La mujer insoportable? -se estaba desviando del tema, como siempre- Esa que nadie puede ver porque puede terminar petrificado -hizo un efecto con las manos "Efecto macabro", ahora si río-

  • Estas enajenada Blanca. -camine con dirección a los jardines, Blanca en estos últimos meses se había convertido en lo más parecido a una amiga, había descubierto que ella tenía la suficiente capacidad para soportar mi mal humor-

  • Cada día me perturba más hablar contigo y tus incoherentes palabras.

  • -levante una ceja- ¿qué significa incoherente?

  • Justo Ahora no lo tengo claro, pero me pareció prudente decirlo.

  • Eres un aborto.

  • ¿Ves? Ahí estas de nuevo, intentando herirme, y creo que lo logras, lo peor de todo esto es que no tienes el traje, tus palabras deberían doler menos.

  • Que el traje no te engañé, cuando no lo tengo, soy solo una simple mortal.

  • Que mortal nada, siempre eres la misma heridora. Con o sin traje, claro un poco más culta a veces.

  • Pero ¿qué pasa? -levante los brazos, en señal de defensa- ¿hoy es el día de vamos a caerle encima a la profesora.?

  • Ja' ¿profesora? Sera neurótica. -La observe ya estaba perdiendo el ultimo gramo de paciencia que me quedaba, ella lo noto- Tranquila. Yo igual te quiero.

  • No, yo no tengo nada que darte. No tengo dinero. Casa. Solo un terrible humor todo el día.

  • Aun no necesito dinero - me dio un codazo- aún -levantó las cejas- pero si necesito, puedo pagarte en especie.

  • Paso en esa rama. -tome las plantas de samán y las lleve a la línea de siembra. - ¿cómo están las plantitas? ¡Que plantas tan bonitas, bonitas! -esta era yo hablándole a los latizales, eso siempre ayudaba. Era bueno para ellos y su crecimiento. - ahora vamos a ponerlos en un nuevo hogar, y van a estar muy bien. Así que tranquilos. -tomaba con suma delicadeza la planta con el abono- esto es por su bien

  • Eres tan infantil, Rilvers. -río empujándome, haciendo que cayera casi sobre un latizo- ¿sabes cuándo carajo van a crecer esos samanes? No entiendo porque te empeñaste en sembrarlos.

  • Porque alguien tiene que hacerlo. -suspire sosteniendo las hojas de samán en mis manos- escucha con atención esto, todo; todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero, es sumamente importante porque nadie más lo hará por ti.

  • Hagamos un trato, licenciada, si esos samanes se dan cosa la cual no harán, yo dejaré de molestarte por una semana. Cero bromas, chistes y malos juegos.

  • Eso parece ser bueno, a cambio de... -aguante por un momento la respiración-

  • Trataras a todo el mundo de una alegre manera. Serás cortés y sonriente, alegre y divertida. -una sonrisa se dibujó en su rostro-

  • Definitivamente Blanca, aun eres muy insipiente. -Sonreí por su triste expresión- inmadura. Blanca. Aun eres muy inmadura.

  • Por favor, evita los adjetivos, sustantivos, palabras rimbombantes y cualquier otra palabra de difícil entendimiento para mí.

  • -solté una carcajada- ¿cómo puedes ser ingeniera ambiental, si la mitad del diccionario la desconoces?

  • Las letras jamás fueron mi fuerte.

  • Ni las palabras por lo que veo -termine mi labor con los árboles- arreglare unos informes antes de irme.

  • Ah, por cierto, Emiliano me pidió informar que... -corrió detrás de mí- en unas semanas, habrá un evento para recaudar fondos, con el fin de recuperar los estanques de los animales a las afuera de la ciudad. -asentí- cada grupo deberá armar ciertas dinámicas. En pocas palabras hacer juegos.

  • Entiendo... -me sacudí las manos antes de entrar en los vestidores. - ¿mi equipo está conformado por?

  • Fabiana, Ricardo, José y Blanca.

  • Que oportuno -sonreímos-

  • Este evento debe salir muy bien, las autoridades planean demoler el parque y mandar a los animales a retenes donde podrían morir.

  • Necesitamos impactar para conseguir más fondos. -este proyecto se convertiría en mi visualización del mes-

  • Y muchos fondos.

  • Ja, -Sonreí- esto quizás sea divertido para los niños. A ellos hay que rescatarles la conciencia también.

  • Ni lo sueñes. No sé qué estás pensando, pero eso jamás ocurrirá. -Blanca se atemorizó, ella sabía yo tenía ideas bastante buenas para llamar la atención. -

  • Solo intento idear posibles propuestas para ese día. -suspire- ¿tienen hora? ¿Lugar?

  • Tres de la tarde, el parque Tierra azul. -levante una ceja. - yo te paso buscando, nueva.

  • ¿Qué?, ¿Eso implica subirme a tu montón de metal contaminante? -la mirada de Blanca sobre mí, decía que estaba estupefacta ante mi actitud- lo siento. Soy un poco paranoica con las cosas ambientales.

  • Eres paranoica con todo Rilvers, con todo. Ya veo porque no tienes novio. -me encogí de hombros cambiando mi expresión. - ya. Ya. No más bromas.

  • Te lo agradezco.

Blanca se fue, y yo solo pude hacer lo propio cambiarme para hacer el reporte del día. Mi humor había cambiado drásticamente, redacté los informes pertinentes y emprendí mi retorno a casa.

Aunque mi empleo en la ONG era simple porque sencillamente me gustaba, eso no quitaba el hecho de ser demandante. Iba cada día a las 2:30pm, para dedicarme a mis labores básicas, plantar árboles, redactar informes, enviar correos a otras organizaciones y comparar proyectos para su realización con excelentes resultados. Llevaba casi un año aquí, y me sentía como en casa. Eso era bueno ya que cada día sentía el mismo ferviente anhelo por volver a seguir contribuyendo con mi granito de arroz.

Al llegar a casa me detuve a evaluar los próximos módulos escolares. Comenzaría con una nueva etapa en literatura y ciencias. Pero antes de eso debía comer algo, un ser con hambre es un ser incompleto, decían mis tutores.

Prepare un arroz con vegetales y carne de soya. Les tenía aprecio a los animales, por eso evitaba lo más posible no comerlos.

Le serví a Bernardo su taza de perrarina can Show de huesito sabores mixtos porque le gustaba la variedad, claro. Y la de adultos, aunque para mí, Acompañado de un queso especial que le preparaba a base de vegetales cocidos. Su dieta era bastante balanceada, comía vegetales crudos, huevos, avena, yogurt, acompañada de cúrcuma, aceite de coco, y algunos ponqués veganos aptos para él. Sin más lo deje deleitarse tranquilo.

La noche llego en silencio y caí rendida en mi cama, para despertar a las 5am; como siempre Bernardo me esperaba en la puerta para salir correr. Me desperece un poco, lave mis dientes, vestí el conjunto deportivo, sin esperar mucho me di a la carrera.

Sonreí al ver como mi pequeño cachorro me guiaba, le solté la correa y dejé que hiciera tranquilo sus necesidades. Haciendo yo lo propio destine mi hora de ejercicios a quemar la mayor cantidad de calorías posibles. Justo a las 6:15, termine bañaba en sudor, recogí las necesidades nada pequeñas del canino, no entiendo donde estaban los efectos de Can Show aquí.

Al llegar a nuestro pequeño hogar no perdí tiempo para meterme a la ducha, cada gota de agua contaba así que tenía que ser rápida, prudente y consciente. Al salir de mi renovación matutina elegí el vestuario de jueves, un pantalón corte recto a juego con una camisa tradicional negra y un cárdigan que le iba bien al pantalón, de color gris plomo. Obviamente usaría tacones de aguja, cerrados al frente, pero eso sería al llegar a la institución ya que usaría mis viejos patines, esa era otra actividad que me mantenía en forma. Y bastante despejada.

Llegue a la institución, pero vistas las horas me dedique a pasear por los enormes jardines, cuando me tope con Venezuela, esa niña me alegraba mucho de solo verla. Su juventud, esas ganas de comerse el mundo que nadie le podía quitar. Sonreí cuando se acercó a mí, acompañada de lo que supongo serian sus padres. La mujer que estaba a su diestra se veía diferente a la que había conocido el día de ayer, esta vez mas culta y recatada. La reconocí, a esta mujer ya la había visto semanas anteriores en algún lugar que pasaba de mí. Aunque lo que ignoraba era lo que para ella parecía ser bueno, era ese mismo estólido sentido del "humor". El caballero por otra parte, diferente a ella, bien lo podría decir su traje, el cual yo reconocía, era de la última temporada de Armani, su color de piel lucia bien ahí dentro, era un hombre moreno, Robusto, por su manera de hablar era culto, aunque su acento latino lo delataba completamente; y tenía algo que nadie le podría negar una excelente sonrisa. Bien podría pasar como escolta del presidente o del rey.

Luego de nuestra plática me di cuenta que mis conceptos no eran del todo ciertos, la niña si tenía un padre, y, bueno, su madre. También tenía el ejemplo de ambos. A pesar que la madre fuese una gandolera. Tenía una profesión; que irónico, Venezuela había dicho " Ingeniera Mecánica" una profesión que da tanto dinero como el petróleo al asfalto. Aquí es cuando escucho las sabias palabras de Bernardo "Guao-Guao-Guao" que traducido al español seria decir "La vida es un precioso misterio y las personas la clave para resolverlo"; lo se mi cachorro es increíble.

Cuando vi la oportunidad de escapar lo hice, no sin despedirme de la niña, ya habíamos desarrollado nuestro pequeño lenguaje. Sonreí al pensar que el mundo es un pañuelo, el padre de mi alumna estrella era mi jefe en la organización. Sin duda la pequeña no podría tener un mejor ejemplo de padre, aunque si de madre hablamos, aun estaría un poco a la defensiva; pero Venezuela era impresionante. Justo hoy daba una excelente demostración de sus habilidades y conocimientos.

  • Por tal motivo el pueblo que se encontraba ahí, desapareció luego del terremoto, muchas personas murieron, otras aún están desaparecidas, así como los restos de infraestructura que ahí moraba. -todos aplaudieron, esto era una especie de incentivo gratificante. Ella sonrió con autosuficiencia. -

  • Excelente señorita, me parece interesante su investigación. Sobre todo, porque estos hechos son ignorados con el pasar del tiempo, y la juventud que viene naciendo no se entera que paso por su tierra para llegar a tal punto.

  • Se me hizo sumamente interesante esta historia, profesora. -volvió a sonreír- cuando haya un módulo de política; tengo un par de países que mencionarle.

  • Me parece estupendo. Puede regresar a su asiento joven. -espere la niña se sentará- Pequeños imberbes, este es el momento donde evaluaré el componente del cual están hechos -tome una hoja que reposaba sobre mi escritorio- Examen sorpresa. -algunas caras largas no se hicieron esperar. - solo serán Cinco preguntas, bastantes simples, a decir verdad, la cuestión estará en como ustedes las respondan. -tome la resma de papel que tenía ordenada en el escritorio- buen apetito, tienen treinta minutos. -los bufidos de los más osados resonaron por el espacio- alguien más vuelve hacer un ruido, si quiera un suspiro y todos reprobarán -el señor silencio reino por mucho tiempo, termine de entregar los exámenes y me dirigí a la puerta donde la secretaria de dirección esperaba por mí. -

  • Profesora Rilvers -saludo alegre, yo asentí- como sabrá en unas semanas serán las olimpiadas escolares, cada docente elegirá al joven que considere más capacitado, alumno el cual haya tenido un buen rendimiento escolar alcanzando todas las expectativas para el grado en curso y el próximo a cursar. -fácil, tenía a ese alumno en mente-

  • Bien. ¿Algún paso a seguir?

  • Aquí tiene, esta es la prueba que debe hacerle a dicho estudiante, si responde el 80% bien, entonces será su trabajo pulirle. -me entregó una plantilla- debe bajarla hoy a dirección.

  • Eso no es ser muy meticuloso -acote algo molesta-

  • Pero todo diamante se forma bajo presión. -ella sonrió, antes de perderse por el pasillo, detalle el reloj, quedaban 13 minutos. -

Mientras pasaba ese corto tiempo me di la tarea de observar bien el examen de aptitud para las olimpiadas. Razonamiento. Comprensión lectora y psicología. ¿Qué tanta psicología les aplicaba a niños de 8 y 9 años? Toque la campana para informar que el tiempo había terminado, uno a uno los estudiantes fueron dejando los exámenes sobre mi escritorio. Cinco minutos después sonó la campana de salida.

- Abrahams, espere un momento. -Ella no se levantó de su asiento, solo al finalizar la tranquila marcha de sus compañeros, cuando quedamos solas me vio inquisitiva-

- Cero acosos, ¿no? - ambas sonreímos-

- Quisiera un autógrafo. -la observe sería-

- ¿Es en serio? -me miro sorprendida-

- Claro -y estalle en risas, su rostro se endureció- para ser tan imponente aun sigues siendo una niña.

- Lo sé. Ni si quiera los dientes de leche se han terminado de ir. -me Mostró un premolar que recién comenzaba aflojar. -

- ¿Que tan inteligente crees que eres? -levanto una ceja-

- Obviamente, menos que usted; pero no por mucho -le dedique mi mirada inquisitiva- así que sólo hágase una idea. -su sonrisa de autosuficiencia me enterneció-

- Resuelve esta evaluación un momento. -Ella la tomó y le dio un par de golpecitos a su barbilla con el dedo índice-

- De acuerdo.

Venezuela se sentó nuevamente, 23 minutos habían pasado cuando alguien toco la puerta de mi salón. Emiliano Puertas y su imponente figura me sonreían.

- Buena tarde Profesora. -me levante para recibirlo fuera del salón. - me dijeron que mi hija no había bajado. ¿Todo bien?

- Oh, claro, excelente. Solo está presentando un test de aptitud para formar parte de los participantes que asistirán a las olimpiadas estudiantiles.

- -él sonrió un poco más- vaya. -observo un instante a la niña que hacía figuras al aire como si este fuese un pizarrón- es muy inteligente mi hija- dijo con un dejo de orgullo-

- Estoy segura saldrá ilesa de esta prueba, y victoriosa de las olimpiadas. -solo pensar en eso se infló mi corazón- ustedes como sus representantes deberían estar orgullosos de ella.

- Y lo estamos. Cada día procuramos darle la mejor educación. -rascó un poco su barba- Desde que tiene uso de razón ha sido muy curiosa y extrovertida.

- Eso le abrirá muchas puertas en la vida. -desvié la mirada a la niña- necesito como sus representantes le otorguen el permiso para participar en las olimpiadas. Como sabrá el alto comisionado escolar cree que involucrar a los niños más jóvenes en las actividades extracurriculares puede ser un esfuerzo extra para ellos. Por tal motivo nos exigen que cada representante este al tanto de esto y conceda su autorización

- Me temo que no podré ayudarle. -mi cara de estupefacción debió intimidarlo, estaba sintiendo que me faltaba el oxígeno-

- Un momento, eso quiere decir que: ¿ustedes son las clases de padres que no aspiran el crecimiento de sus hijos?, ¿Qué desean solo pasen las asignaturas con un mínimo de calificación? -mi frente se arrugo y mi nariz se ensanchó aquí venia mi alteración.

- Un segundo -me intento calmar manteniendo su sonrisa-

- Un segundo es lo que a su hija le puede costar toda una vida de aprendizaje.

- Cálmese -me dijo tomándome por los hombros, me zafé de su agarre, el contacto me daba cierta molestia- discúlpeme -asentí volviendo a mi posición inicial- me refiero a que, por decisión de Venecia, y bienestar de Venezuela los representantes académicos son sus abuelos.

- Entiendo. -me descoloque sintiéndome como una idiota, hace solo segundos por poco le saco los ojos al creer que no quería apoyar a su hija, y la realidad era muy distinta-

- Como se podrá dar cuenta mi trabajo demanda viajes y conferencias que habitualmente me limitan de tiempo. Y referente a Venecia -jamás se refiere a ella como su esposa, no están casados- estar rodando es mucho más incierto que hablar sobre la conservación ambiental con otras personas. Así que entre los dos acordamos que nadie mejor para representarla que sus abuelos maternos.

  • -madre dedicada a contaminar el ambiente en una cantidad proporcional. Padre dedicado a rescatar el ambiente a toda costa. Niña genio futura ganadora del premio nobel- disculpe mi actitud, es que no concibo la idea que un padre no apoye el crecimiento de sus hijos.

- Entiendo a qué se refiere y ese jamás será nuestro caso, apoyamos con los ojos cerrados el crecimiento de nuestra hija, y puedo hablar por Venecia sin ningún problema, porque tanto ella como yo impulsamos su intelecto cada día.

- Me alegra escuchar eso Sr. Puertas. -él sonrió- ahora si me disculpa terminare lo que hacía antes de su llegada.

- Faltaba menos, esperaré abajo.

- Sería lo mejor. -nos despedimos con un asentimiento- a ver, futura ganadora del nobel, ¿cómo van esas neuronas? - le pregunte colocándome a su lado-

- Mas activas que las de muchas. -levante una ceja por su comentario-

- Las pocas que quedaron, supongo. Casi no la cuentas -Sonreí, ella me observo sería- ya puedes irte pequeña.

  • ¿Aun no corregirá la prueba? -me hablo con esa vocecita insistente-

- Claro, debo hacerlo. Pero, te esperan abajo. -ella se encogió de hombros-

- La espera es un tiempo precioso para la reflexión, así que yo reflexionaré aquí sentada mientras usted se dedica a corregir el test.

  • Muy bien srita Abrahams, reflexioné. -la niña se sentó correctamente en su silla mientras yo me dedicaba a corregir su evaluación, en algunos instantes la observaba de reojo, para encontrarme a una pequeña leyendo ahora un clásico en la historia de auto crecimiento-

Pasaron unos diez minutos, en cuanto terminaba de corregir y llenar la ficha de presentación. La niña solo pasaba de tanto en tanto las hojas de su libro. Observe mi reloj. Faltaban tres cuartos de hora para las 3.

- Venezuela -la niña levanto su mirada hacia mí- está listo. -la joven se levantó de su asiento con su mochila en mano-

- El resultado fue... -dejo el espacio a la duda, le entregue la hoja para que ella misma corroborara sus pequeños errores. - ¿87%?

- Eso es más una pregunta que una respuesta.

- Lo sé. Pero no me lo explico... -suspiro, entregándome la hoja- falle en el área de historias. No logro aprenderme esas cosas. -suspiro nuevamente, más frustrada que antes- se lo que está pensando...

- Ilústrame. -le Sonreí viendo su ternura, ella era sólo una niña demandando sus ganas de aprender; pero se estaba esforzando más de lo necesario-

- Me veo patética, una tonta niña de ocho años, con ínfulas de adulto.

- En realidad, deberías tomar las cosas con más calma, a pesar de tu avanzado conocimiento aun sigues siendo una niña. Una muy inteligente, pero niña al fin. -me levante de mi asiento para colocarme a su altura- yo te ayudare en esa nueva tarea. Todo saldrá bien, buscaremos la manera que la historia te enamoré -sus ojos oscuros se comenzaron aclarar. -

- Gracias -hizo un neuma, le Sonreí colocando mi mano sobre su hombro- nada de esto a la prensa.

- Jamás. Besar mi tacón primero. -hicimos una mueca- iras a las olimpiadas, solo encárgate que tus representantes concedan el permiso a la brevedad -le entregue la hoja-

- Perfecto. Mañana se lo traeré -beso mi mejilla, y luego regreso a su posición inicial- esto -se refirió a lo que terminaba de ocurrir- no implica que usted me agrade, ni mucho menos. Fue solo un momento de debilidad por la emoción.

- Entiendo a lo que te refieres, no aclares más, que ya salen las estrellas. -me levante- ahora ve, el Sr. Puertas te espera. -golpeo su frente-

- ¡¡¡Papá!!! -fue lo que dijo antes de perderse de vista por el pasillo-

- Ay Venezuela... Venezuela.

Suspire recogiendo mis cosas, cuando estaba por apagar las luces me percate de la hoja que reposaba en el piso.

- Una niña muy desorientada. -recogí la autorización- esto es otro punto a trabajar

Suspire saliendo del salón, dejando el test de la niña con la secretaria, y explicando lo que como docente había visto en la niña para que fuese a las olimpiadas, ya luego me darían su respuesta. En definitiva, las instituciones privadas eran terribles, había que hacerles saber hasta cuantas veces el alumnado podía preguntar en clases.

Eso era estresante, y yo era una persona propensa a explotar bajo situaciones de estrés. Debí ser abogada.

Fui en busca de mis patines. Tenía que llevarle la autorización a la niña. Sin muchas ganas de encontrarme con la hilarante de su progenitora; llegue al mismo edificio del día anterior. Sin ver a nadie cerca, toque el timbre. Al poco tiempo salió alguien, un señor con cara de pocos amigos, gordo y ya se veía la alopecia en su cuero cabelludo. Él no sonrió. Yo tampoco lo hice, pero él hablo primero.

  • ¿Que desea?

  • Buenas tardes, ¿cómo se encuentra señor? -lo observe a los ojos- ¿bien? Me alegra. Igual lo estoy, gracias por preguntar. -él no relajo su expresión, yo mucho menos lo hice- me alegra aun existan personas tan atentas y educadas como usted. -mis ojos se achicaron un poco, ahí estaba mi irritación- ¿Se encuentran los representantes de la joven Abrahams?

  • Gracias, supongo -rasco su poca barba- mamá, te busca una monja. Que quiere a los representantes de la mocosa. - no dijo nada más y se perdió por el enorme pasillo dando alaridos-

Desde un departamento en el segundo piso, salió una señora de unos sesenta años, si mi cálculo no fallaba, secándose las manos en su delantal de flores.

  • Ay señorita, disculpe al animal de mi hijo.

  • No señora, no se preocupe, de hecho, fue muy amable conmigo.

  • Él es muy buena gente, solo que ha tenido un mal día. -termino de secar sus manos mientras abría la reja del edificio- ¿en qué puedo ayudarle?

  • Soy la profesora de Venezuela.

  • La señorita Rilvers -intervino la señora- mi nieta no ha dejado de hablar sobre usted. -acoto son una sonrisa-

  • Sin duda me alaga. - dije un tanto conmovida recobrando la compostura- esperó sean cosas buenas.

  • Claro señorita, Mi nieta le tiene mucho aprecio, pero, ¿qué hace ahí afuera? -quise decir algo, pero ya me andaba empujando a su casa- pase, pase. Esta usted en su casa, aunque humilde, su casa, a fin de cuentas. Siéntese -me invito señalando un envidiable sillón de cuero- disculpara el desorden es sólo que hoy he decidido arreglar la casa. -se fue a lo que supongo era la cocina; y volvió con una taza de café- ¿toma usted café? Tenga. -literalmente tomo mis manos para dejar la taza de porcelana en ellas- No tiene mucha azúcar. Si gusta más puede decirme - se volvió a perder por la misma puerta de hace solo un instante, en cuestión de segundos volvió con un plato lleno de galletas, yo me levantaba del sillón- tenga le traje unas galleticas que prepare con Miranda. Nos quedaron deliciosas.

  • Con todo respeto señora... -me detuve un instante porque no sabía su nombre-

  • Agustina, mija. Agustina Padrón De Abrahams - ¿qué clase de retahíla de nombre era ese? - un gusto.

  • Mucho gusto señora. -nos dimos un apretón de manos, ella tenía las manos igual que mi abuelita- fíjese...

  • Pero. Siéntese, ¿le gusto el café? ¿Quiere más azúcar? -esta señora no le daba oportunidad a la incertidumbre- le encantarán las galletas. -ella se sentó en una poltrona que hacía compas con el mueble donde yo estaba, justo frente al lugar que me había sentado segundos antes, sin más remedió me deje caer sutilmente en el asiento. - y, dígame mija, ¿para que soy buena?

  • Vera señora Padrón... -volvió a interrumpirme-

  • Ay, no. No me llame señora, y mucho menos Padrón, me hace sentir regañada. Es como escuchar a Venecia hablándome para que comience a usar esos aparatos electrónicos que ustedes usan. -ella sonrió- dígame Agustina.

  • Muy bien -me encogí de hombros- seño... Agustina, como usted sabrá, tiene una nieta muy inteligente.

  • Idéntica a la ordinaria de su madre. -acoto ella con una leve carcajada- disculpe mi mala educación. Prosiga.

  • La niña ha sido seleccionada para defender el grado en curso, en las próximas olimpiadas estudiantiles.

  • Oh -aplaudió ella- eso es maravilloso -se levantó con algo de esfuerzo, pero con notable energía.- deme un segundo, es que en esta casa no tengo ayuda, y hoy me ha cogido la hora para preparar el almuerzo - se perdió por la misma puerta de hace un rato, definitivamente esa era la cocina, después de unos minutos ella volvió- ¿se quedara a almorzar? -me observo con los mismos tiernos ojos que mi abuela me miraba, mi corazón se llenó de nostalgia- sé que es algo tarde para el almuerzo, pero con el banquete que he preparado le volverá a dar hambre.

  • No quiero causar molestias Agustina. - ¿Como le explicó que si llega usted a servirme carne me veré en la imperiosa necesidad de vomitar? -

  • Molestias causara si no se queda a comer.

  • Yo solo vine a solicitar su...

  • Mamá, ¿ya está listo el almuerzo? -una estrepitosa voz se oía desde afuera pegando fuertes gritos. - mira que la señora Carmen hoy no me guardo mi par de bollos y vengó esmayaita. -terminaron los gritos de hacerse presentes hechos una mujer- ¿ya está listo?

  • Venecia, no seas irrespetuosa con la señorita. -me observo a mí- disculpe a mi hija, señorita como ya le había dicho es una ordinaria.

  • ¿Qué?, ¿Esta mal venir con el estómago pegao' el espinazo? -dijo ella, inmediatamente lleve mis manos a mi sienes, para tallarlas suavemente- ¿a usted nunca le ha dado Jambre? -en ocasiones pensaba que personas como ellas hablaban así solo para hacerme explotar los tímpanos. -disculpe mi irrespetuosidad -aquí venían de nuevo sus palabras- buena tarde profesora. ¿Cómo le va? -hizo el mismo gesto que el día anterior, limpio su mano en el pantalón; y la extendió hacia mí-

Gesto que causo mi molestia inmediata, como si me halaran un vello de la nariz. Mi sentido común me decía que no tomara su mano, pero mi ética me obligaba a tomarla de una vez por todas. Y para evitar seguir prolongando lo inevitable, así lo hice, estiré mi mano derecha al aire para unirla con la suya que esperaba esa estrechada desde hacía un tiempo, la sensación fue abrupta, feroz; un puñado de sensaciones me recorrieron la mano sin poder evitarlo, solo la sacudí un poco mientras ella apretaba firmemente en señal que era una mujer seria. Aunque su lenguaje no lo demostrara. Apreté de la misma forma uniendo nuestros arcos, ella igual sintió esa sensación lo pude observar en su mirada, su pose, igual que la mía, se tensó.

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