Nunca más estarás sola 23

“A mí querida futura esposa, Te Amo, te Amo Inmenso gandolera, ¿Tienes alguna idea de cuánto es inmenso? Infinito, infinito más uno, te veo en el juzgado, solo tuya, Lupita, tu novia bonita”

Capitulo 23

El sonido del teléfono de casa me despertó, aún con los ojos cerrados me levanté a ver quién era. No sé en qué momento me había cambiado de cama, pero estaba en mi habitación. Su inconfundible voz al teléfono me alertó y ese tono de tristeza me hizo despertar de un solo tajo. Solo atiné a ponerme la prótesis y los zapatos, tome la chaqueta que tenía temprano, las llaves de la moto, el casco y saliendo del departamento como una loca, fui directamente al departamento de Aristóteles. Por poco le fundó el timbre.

  • ¿ qué te pasa ridícula? -salió molesto-

  • Lupita -mordí mis labios- me llamo terrible… no se, me voy al hospital.

  • Espérame, voy contigo.

  • No tengo tiempo para esperarte.

  • Venecia -me tomo por los brazos- ¿a dónde vas?

  • El central, el hospital central. -me moví en sus brazos, me apretaba fuertemente- suéltame.

  • Estate cuerda.

  • Te golpeare si no me sueltas Aristóteles. Me voy, tengo que irme.

  • ¿Te centras o te lanzo a la piscina?

  • Es mi prometida. La mujer que amo y está en el hospital. Explícame como puedo estar tranquila.

  • ¿qué tiene?

  • Si tú me soltarás yo podría irme y saber que tiene.

  • Lleva el teléfono y avísame.

  • No tengo teléfono -dije golpeando el casco contra la puerta- se lo di a ella.

  • Ten -me dio el suyo- Despertaré a los demás. Toma algo para los nervios.

  • Me fui.

Corrí al estacionamiento y tome mi moto, la encendí, cuando el portón me dio el espacio suficiente para salir acelere, estaba intentando mantenerme calmada no quería tener un accidente mientras manejaba. Le pedía a Dios me diera resistencia. Llegue al hospital directo a urgencias, tirada en el piso abrazada al perro estaba Terrible. Ella no me dio información, me aventure a preguntar por ella, mientras hablaba con una enfermera vi a una doctora preguntar por los familiares de Lupita, me acerque de inmediato, sus noticias fueron escasas, tontas. Terribilis estaba alterada y yo intentaba mantenerme centrada. Cuando la doctora Fabiola se fue, solo me quedo ir por algo para calmar a Terrible que no paraba de llorar. Le entregué el café para dejarme caer en el asiento, allí todo vino a mi cabeza. Me desplomé a llorar sin miramientos, lloraba porque la mujer de mi vida estaba en una situación que no podía controlar. No podía ayudarla. Respire profundo para volver a estar serena.

Pasaron dos horas .

Terribilis estaba en su asunto, y yo en mi trance, no hablábamos, no opinamos, solo esperábamos lo que fuese a ocurrir. Respire profundamente, cuando escuché las voces de mis hermanos.

  • ¿cómo te sientes? -pregunto Lucas-

  • No me siento. ¿saben quién se iba a casar hoy?

  • Alguien que se puede casar mañana

  • Euclides, yo… -intente reprocharle pero ni de eso tuve fuerzas-

  • Ella necesita nuestro apoyo. ¿Qué te han dicho?

  • Nada Quiles, nada. Cuando vino una doctora a dar noticias, la llamaron y ya no hubo noticias.

  • Debes calmarte o sufrirás un choque emocional, ridícula -ese fue mi hermano mayor- no solucionas nada así.

  • ¿ustedes son estúpidos o qué? -les cuestione- ella es mi novia, la amo, me importa, ¿tienen alguna idea de lo impotente que me siento estando aquí sentada hablando con ustedes?

  • Debes calmarte. No somos el enemigo, ella no es una gandola. No puedes repararla.

  • Claro, para eso están los medicos -suspire porque iba a empezar a llorar de nuevo-

  • Venecia -Euclides se sentó a mi lado y me abrazo- vamos a orar por ella, vamos a pedirle a Dios que nos ayude, que todo salga bien.

  • ¿ella estará bien, cierto?

  • No lo sé niñita, pero recuerda “Clama a mí y yo te responderé”

Asentí, poniéndome de pie. Todos nos tomamos las manos y comenzamos a orar, le pedía a Dios discernimiento, y salud para Lupita, quería verla radiante y limpiecita como siempre. Cuando terminamos de orar, Terrible apareció para presentarnos con unas mujeres que reconocí al instante, eran las mismas borrachas que estaban con Guadalupe la noche que finalmente si. No había emociones en nuestras palabras, solo necesidad de desahogarnos, la necesidad inmensa de llorar, de expresarnos. Cuando las doctoras llegaron nuevamente a darnos noticias, un choque emocional me golpeó de frente. Todas las emociones que tenía recluidas en mi cabeza salieron a flote. El Alzheimer de mamá, la declaración con Guadalupe, el perderla, volver a tenerla y ahora sentir que se estaba yendo de mis manos. Todo me sabía muy mal y se volvía negro.

Desperté no se cuánto tiempo después con una sonda en el brazo, Lucas y Quiles me acompañaban.

  • Por Dios, gracias por despertar.

  • Y, ¿Guadalupe? ¿Dónde está Lupita?

  • No nos han dicho nada. -intente levantarme-

  • ¿Hace cuánto tiempo no comes? -me pregunto Melquiades, golpeando mi cabeza, todo me dio vueltas-

  • exactamente, ¿a qué te refieres?-cuestione a Melquiades-

  • -me golpeó la cabeza, de nuevo- iré a fumar; veré qué me dicen de Lupita.

Melquiades salió de la habitación y Lucas me vio fijamente.

  • Se que no he estado siempre, pero me da miedo perderte, te veías tan feliz anoche y hoy, lo siento Venecia, no se que planes tiene Dios, no tengo nada bueno para decirte

  • Con que estés aquí me basta, ¿los otros?

  • El gruñón -refiriéndose a Aristóteles- se quedó en la sala de espera, sabes que el es… -se encogió de hombros- quiere lo mejor para ambas. Euclides, fue a llevar a Venezuela a clases -vi la hora en la pared-

  • Mi hija…

  • Necesita que estés fuerte, anoche no dejo de hablarnos sobre lo feliz y bendecida que se sentía porque ya tenías novia. -él sonrió-

  • Mi nene, ¿la pueden traer luego de clases?

  • Si ella no se viene sola, hará que alguien la traiga. Iré por algo para comer.

  • Lucas…

  • No Venecia, soy mayor.

  • Mayormente gay muchacho

  • ¿Quién nació primero? -se levanto- papaíto aquí presente. Te traeré lo que sea, debes tener fuerzas, a la profe no le gustará verte así, a nadie de hecho.

  • No demores. O me daré de alta

El salió y a los 10 segundos entro terribilis. Me sorprendió su visita, el nudo que había desatado se estaba formando de nuevo en mi garganta, sin precedentes lo deje libre porque yo quería estar con Lupita, quería ayudarla, pero era inútil, eso no estaba en mi poder.

Después que Terribilis se fue, tome la fuerza suficiente para salir de ahí, darme de alta propiamente yo, mi hermano aún no volvía por lo que asumía se había quedado coqueteando con alguien. Cerré la cánula y retire la sonda de mi brazo, coloque una curita, acomode la cama y salí. Gracias a Dios por el seguro que cubría esta clase de gastos.

Salí del hospital para sentir el sol en mi rostro, sin encontrarme a nadie me tire a la calle a correr, esa era mi forma de drenar, todo lo que había llorado no era suficiente, todavía sentía como el pecho me dolía, cómo me seguía sintiendo inútil. No me detenía en ningún lugar, no corría hacia ninguna dirección, solo estaba corriendo para calmar algo que me estaba matando.

Solo comencé a correr sin rumbo, de pronto deje de escuchar los autos, las bocinas, los animales, incluso el viento deje de sentirlo. Pensaba en ella, veía el anillo en mi mano y contenía la respiración para correr más rápido.

Dejaba salir el aire recordando su mirada, el cómo sus manos se colaban tras mi cuello para besarme, en como sonreía mientras yo movía mi nariz. En cuanto tiempo paso para poder besarnos, nuestra primera noche juntas y como temblé cuando su mano tocaba la mía.

  • Lupita, Lupita mi novia bonita…

Habían cosas que le quería decir, y cosas que debí decirle, me recrimine el no haber estado más con ella, el haberla dejado ir sin estar segura de sus dolencias, ¿Qué clase de esposa sería? Me detuve frente al único lugar donde me sentiría en paz, el parque donde nos habíamos besado por primera vez. Pase directamente a los jardines y en el mismo lugar donde nos besamos me deje caer a llorar otro poco, hablar con Dios porque no quería reclamarle el por qué le hacía esto a Lupita, por qué había permitido que esto pasara. Le pedía discernimiento, una señal, algo.

Lloré y hablé con Dios hasta que los truenos me dijeron que era hora de irme, se avecinaba una tormenta, y yo tenía suficiente con lo que estaba viviendo en mi interior. Ya las fuerzas se me habían agotado, así que tome un taxi para llegar a casa. Estaba todo solo, había dejado el celular en el casco que tenía Melquiades así que no tenía como comunicarme con ellos. Entre a mi departamento, el reloj de la sala marcaba las tres de la tarde, había corrido mucho, había llorado tanto, fui al baño para cambiarme de ropa y volver a la clínica. Una sonrisa instantánea se hizo presenten mi rostro cuando Vi el mensaje del espejo.

“A mí querida futura esposa, Te Amo, te Amo Inmenso gandolera, ¿Tienes alguna idea de cuánto es inmenso? Infinito, infinito más uno, te veo en el juzgado, solo tuya, Lupita, tu novia bonita”

¿En qué momento Lupe había hecho eso? No lo sé, pero acaricié las letras como si pudiera tocarla a ella, aspire profundamente, creyendo respirar su perfume. Una extensión de felicidad se activo en mí, solo agradecí a Dios por ese detalle, esa era la señal que le había pedido fervientemente. Me duche a velocidad yendo al closet dónde no sabía que usar, en honor a Lupita después de la ropa interior, tome una camisa de cuadros negros con verde, un pantalón negro de gabardina y los zapatos de vestir negros, una chaqueta del mismo color para protegerme de la lluvia luego. Peine mi cabello con las manos estaba lista. En vista de haber dejado mi moto en el hospital no tuve otra opción que llamar a un taxi, 40 minutos después estaba en la sala de espera dónde todos me veían muy extraño. Había más personas de las que conocía.

  • MAMI. -la primera en acercarse a mí fue mi hija, dulce niña hermosa que le dio el empujón de alegría a mi vida-

  • Mi amor, te extrañe.

  • Lo siento mamita, lamento no haber estado contigo antes -Ella se colgó a mi cuello como de costumbre detalle que no traía su típico uniforme, luego le preguntaría porque-

  • Está bien mi amor, todo estará bien. -le di muchas vueltas antes de ponerla en piso, bese sus mejillas y tome sus manitas- Dios está de nuestro lado.

  • Gandolera -terrible me llamo, ni su presencia me quitarían la ilusión y felicidad que traía encima-

  • ¿Hay noticias? -dije desde la altura de mi hija- ¿qué han dicho?

  • ¿te fumaste un porro?

  • ¿por qué?

  • Hace unas horas, eras una miserable en una muy cómoda habitación. Y ahora, pues… -se acerco a mí- hueles hasta bien. Pareces gente.

  • Mami -la niña quiso interrumpir-

  • Mi amor, ve con tus tíos, ya los alcanzo -vi a mi familia haciéndole una señal con la mirada- el mismo porro que tú -le detalle su traje de un montón de plata-

  • Me represento.

  • ¿qué ha pasado?

  • Lupita…

  • ¿qué? -la sonrisa que tenía me tembló un poco-

  • Despertó -a ella se le iluminó el rostro, instintivamente la abracé, ella correspondió mi abrazó- pero…

La solté de golpe para ver esa cara iluminada volverse sombría.

  • No quiere verte.

  • ¿cómo es la vaina? -la tomé del brazo- ¿Ella fue quien se fumo ese porro o qué?

  • Suéltame.

  • Mira, llevo todo este tiempo creyendo lo peor, el puto mes que pase sin ella no fue un paseo en el campo, y la tristeza que me ha embargado todo el día me tiene muy cansada como para soportar tus bromas.

  • Que me sueltes -se zafo- es la estúpida esa que no quiere verte.

  • ¿cómo sabes eso? ¿Ya la viste?

  • Obviamente ya la vi, y no hagas escándalo. -Ella suspiro- hace un rato vino una enfermera y dijo que podían pasar a verla, pero uno a la vez.

  • Es mi turno. -dije emprendiendo camino a donde sea que ella estuviese-

  • Mira… 1) su hermano está con ella, 2) ella pidió no verte -se arreglo su traje-

  • Pero por Dios. ¿cómo no va a querer verme si es mi prometida? Mi Casito esposa.

  • -Ella hizo esa típica mirada de superioridad- mira, no estoy aquí para darte más explicaciones de las cuales mereces. Que ella no quiere verte y punto.

  • Entonces me voy.

  • No, no, ¿para dónde?

  • A un lugar donde si quieran verme. -sentía que el infierno me acariciaba el rostro-

  • No seas ridícula, te quedas en la sala de espera, esperando.

  • ¿esperando qué? ¿Qué resucite del infierno su ex para que pueda verla primero que yo? -Ella me empujó bruscamente-

  • Si en tu vida no te han enseñado a respetar a un muerto, hoy pasarás hacer parte de uno.

  • Hey, hey, hey, cálmense. -vi una melena pasar y aferrarse a Terribilis, Emiliano apareció frente a mí-

  • Aunque te vistas de forma decente te comportas como una gandolera, te ves bonita.

  • Lupita no quiere verme.

  • Ay, no llores. -Él me llevo a su auto- quítate esa camisa-

  • ¿Qué por qué?

  • Porque está sucia.

  • -vi la camisa a detalle, él le vacío un montón de leche que no se de donde saco- este perro -lo golpee, pero mis golpes solo le hacían cosquillas a la enorme mole con patas esa- ¿Qué me voy a poner ahora?

  • Esto. -su tonta sonrisa acompaño a la camisa de muselina color blanco.- rápido. Que si llueve me mojo – su tono fue tan gay que lo pise-

Sin miramientos me quite la chaqueta, la camisa, para ponerme la prenda que él me daba, era mi talla, me quedaba perfecta.

  • Toma, me pasó un chaleco.

  • ¿No es mucha ropa?

  • ¿puedes vestirte decentemente una vez en tu vida?

  • Estoy en un hospital peleando para ver a mi novia, no estoy en uno de tus jodidos eventos.

  • Más a mi favor, que Guadalupe te vea bella -levanto su pierna hacia atrás, parecía una mariposa-

  • Ay mariquita, ¿si me pongo eso me dejas en paz?

  • Claro, y esto. -señalo una corbata- ¿Qué? -Pregunto al saber que yo no quería ponerme todo eso- tengo ropa de los tres aquí. -me mostró unos conjuntos de Venezuela y algunas camisas de él- vístete bien, toma.

  • Está bien, está bien.

Me termine de poner la ropa para verlo sonreír.

  • Que guapa que estás niñita.

  • Gracias -Emiliano termino colocando una flor en el blazer que me había hecho poner- ¿para que es eso?

  • Para que te veas bella.

  • Me siento muy formal como para estar en un hospital.

  • No es cierto. -arreglo mi cabello- acompáñame a ver a un empleado.

  • ¿En dónde?

  • Aquí.

  • ¿ qué?

  • Si, le pasó algo.

  • No, estás demente, yo voy a ver a Lupita.

  • -Él me detuvo en seco- soy el padre de tu hija, y tengo el derecho de pedirte un favor con la esperanza que…

  • Ya, cállate -lo volví a pisar- eres insoportable.

  • Acompáñame, después yo te llevaré a ver a Guadalupe.

  • ¿Me lo prometes?

  • Por supuesto.

Emprendí camino a urgencias, Emiliano me detuvo.

  • ¿para donde vas-

  • A buscar a tu tonto empleado.

  • No es por ahí.

Deje que él me guiará a dónde fuese a ir, caminamos por muchos pasillos, unos más silenciosos que otros.

  • Ten -me paso una mascarilla-

  • ¿para qué?

  • Esta área es de contagios, hay que tener precaución. Las personas de aquí corren riesgo.

  • Te espero afuera entonces.

  • No me hagas llevarte cargada Venecia.

  • Ya me tienes harta, y todos los demás. Solo quiero ver a Guadalupe y ser feliz.

  • Eres tan sentimental.

Me tomo de la mano y siguió caminando conmigo, me coloque la mascarilla, estaba enojada. ¿por qué Lupita no quería verme? ¿estaba molesta conmigo? ¿molesta por qué? Yo no había hecho nada más allá de amarla como tonta. Vi de nuevo el anillo con el sentimiento que me producía, ¿Cómo no iba a querer verme? ¿en qué habitación estaba? Después de dejar a el puerta este iría a buscarla, ella necesitaba mi apoyo, que supiera que no estaba sola, que me tenía a mi porque si, yo era suficiente para ella, no necesitaba demostrarle nada a nadie, solo entregarle todo lo que sentía a esa maestra, a Lupita, mi novia bonita.

  • Llegamos.

  • Por fin. -respondí fatigada, sintiendo el olor a hospital y desinfectante-

  • Tus manos -me colocó antibacterial, y me rocío con alcohol, él también hizo igual- estás hermosa. -beso mi frente- Guadalupe es afortunada por estar contigo

  • Pero, no quiere que la vea.

  • Agradezco a Dios hayas conocido a alguien que te quiera tal como eres.

  • ¿Eres loco? Deja el sentimentalismo.

  • Se feliz.

Emiliano se aparto de mi lado cuando la puerta se abría, era un gran espacio blanco, estaban todos ahí, mis padres, hermanos, las amigas de Lupita, hasta el perro, y en el centro estaba Lupe, en su enorme cama de hospital. Todos llevaban mascarillas, nadie estaba cerca de Lupe, había una silla cerca a la cama. Camine despacio viendo como todos estaban atentos a mí.

Llegué al lado de Lupita, se veía horrible. Acaricié su mano morada.

  • Estás horrible.

  • Gracias por la sinceridad.

  • Pero te Amo.

  • Llegas tarde -Sonreí conteniendo las lágrimas- nadie debe llegar tarde a su boda.

Su voz era quedita, suave, le costaba emitir sonidos fuertes, ella era tan fuerte. La doctora Fabiola Martinez apareció.

  • Tienen 15 minutos. Por favor no se quiten las mascarillas, no se acerquen a la paciente, evitemos alzar…

  • Ya nos dijo eso tres veces -murmuro terribilis-

  • Tess -hablo Lupita- respeta.

  • Comencemos. -volvió a decir Terrible- no hay tiempo.

  • Rápido y evitemos…

  • Doctora, seremos breves -dijo un hombre sujetando a la doctora-

Una música cursi comenzó a sonar.

  • Bienvenida a tu boda. -lupita sonrió, y aún en su estado me hizo feliz- ¿quieres ser mi esposa? -Ella tomo mi mano nuevamente-

  • Por supuesto, aquí, en Francia, o en cualquier lugar, solo contigo.

Mis hermanos armaron una mesa improvisada, donde colocaron unos papeles, un señor bien vestido se paro al lado de la mesa.

  • Muy bien, estamos todos aquí reunidos la tarde de hoy para unir en matrimonio a estás dos mujeres. -ahí estaba yo, casándome en un hospital, el día prometido, con la personas prometida, algo muy irreal-

  • -sentí un golpe en las costillas- los votos gandolera.

  • ¿qué? Ah sí claro. -Bernardo estaba vestido con una especie de esmoquin, y me entregaba los anillos-

  • -Ella acaricio de nuevo mi mano- tranquila.

  • -estaba nerviosa- Una vez Dios me tocó, salvó mi vida, me permitió escuchar de nuevo la música que salía de mi corazón… Cuando te vi la primera vez en ese parque mis alarmas se encendieron, me parecías la mujer más hermosa, y estabas ahí, cómo esperándome. El verte en la escuela, en la reunión de padres y representantes ese primer día fue una señal del cielo a todas esas veces que le pedí “paz” te amo desde el primer día cuando tu cara triste sonreía por obligación, te amo con devoción, en nuestros días malos te seguiré amando, en los peores momentos quiero ser tu fuerza -respire profundo- y se que el amor no lo es todo, pero, quiero que el nuestro sea el primer escalón que nos lleve a las alturas. En salud, enfermedad, crisis, lejanía, riquezas, abundancia solo contigo Lupita. -le coloque el anillo-

  • -Ella sonreía, aún con lo inflamada que se veía, me hacía la vida- Guadalupe… -era el hombre bien vestido- te esperamos.

  • ¿Te ayudo? –le pregunté-

  • No -acaricio mi mano- Tess hazlo.

  • -Terrible apretó un botón en un control y sonó la voz de ella, de Lupita- mis votos para ti, Venecia Abrahams, Amarte es un sentimiento que me sobrepasa, y aceptarlo ha sido el mayor acto de libertad que he hecho; estando contigo siento una emoción difícil de controlar, es sentir que tengo un remanso de paz que me posee justo cuando tus pupilas y las mías conectan... El frío me invade, y la sonrisa se me escapa; pienso en ti como si fueses un sueño cuando estás tomando mi mano para solo sentarme a tu lado, te amo, te amo en una oleada de sentimientos propios recitando tu nombre. Haciéndome pensar en ti cuando me preguntan que es la felicidad, y solo imagino tu sonrisa provocándome suspiros. Tu aliento caliente que me ha abrigado en instantes hermosos... Me haces mejor persona Venecia Abrahams, y contigo, lo quiero todo, lo malo, lo bueno, lo horrible, solo a tu lado. Yo no podría soltarte. No me imagino alejándome de ti... Mi vida entera está ante esa sonrisa aperlada de amarillo, tú amor mío, ven y seamos feliz. Hasta que tu Dios y el universo nos separen -para ese momento mis lágrimas ya habían mojado toda mi cara, ella deslizó el anillo sobre mi dedo-

  • ¿Venecia Abrahams, acepta usted a Guadalupe Rilvers…?

  • La acepto, la acepto

  • Guadalupe Rilvers, ¿acepta usted a Venecia Abrahams, para amarla, respetarla, cuidarla, en la salud, en la enfermedad, en la riqueza, en la pobreza, en el bien y en la adversidad?

  • Acepto -Ella tan protocolar-

  • Si alguien aquí tiene una razón para que esté matrimonio no se efectúe, hablé ahora o calle para siempre.

  • Yo -la puerta principal del lugar se abrió, se me bajo la presión-

  • Estefanía -dijo terribilis-

  • Les dije que no hicieran nada, hasta esperar la respuesta.

  • Cállate Estef, están en la parte crucial. -esa fue su esposa-

  • Prosiga señor juez -le invito Guadalupe-

  • Si no hay ningún motivo por el cual estas dos mujeres no deban casarse, continuamos. Por el poder que me ha concedido el estado, las declaró mujer y mujer. -la sonrisa que se formó en mi rostro fue enorme- pueden besarse.

  • Obviamente no pueden besarse -la doctora Fabiola de nuevo-

  • Te Amo Inmenso novia mía…

  • Esposa tuya -acaricio mi mejilla- tú, mi esposa.

  • -un aplauso caluroso nos arropó- la paciente se va, aún está en observación.

  • Nos vemos pronto. Te Amo -se despidió ella antes te ser llevada en su cama por los enfermeros-

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Historia protegida por Safe creative

Las gotas cambian muchas cosas, quizás una no hace diferencia, pero Miles cayendo constantemente sobre el mismo punto hará que se note su huella. Abraza, da amor, una caricia, un suspiro, un respiro; que no se te pase la vida siendo solo una gota, se un mar desbordándose. Siente en grande. Demuestra en Grande. Vive a lo grande.