Nunca más estarás sola 21

En definitiva yo no creía en Dios pero si creía que algo nos había juntado y gracias a lo que fuese podía decir que era mi esposa.

Guadalupe Rilvers

  • ¿Novia? -la llame por tercera vez- apresúrate… tráeme los pañales -ella se veía cansada- cuéntame, y ¿así querías un bebé?

  • Claro que lo quería -dijo haciéndole cariño a Ethan- ¿cómo no querer a un precioso así? -me entrego los pañales de tela y beso mi mejilla- hay que darnos prisa.

  • De acuerdo. Ya esté hermoso quedó listo -tome al bebé de solo 8 meses en mis brazos- ahora te vas a quedar con mi novia -ella me observo despavorida-

  • Pero…

  • Debo arreglarme -coloque al pequeño en sus brazos, y le bese el mentón- será rápido. 15 minutos.

Corrí al segundo piso de nuestra casa, entre a la habitación que de costumbre estaba organizada todo estaba al alcance, cogí del armario el traje monocromático negro. Los tacones del mismo color. Una ducha de 5 minutos. Salí directo por la ropa interior; estábamos contra reloj. Odiaba llegar tarde; Venecia lo sabía pero le valía. Era un defecto que trabajábamos todos los días. Después de sujetar el tacón. Revise mi aspecto. Hice lo mejor posible con mi rostro y las ojeras, esto de solo dormir tres horas al día no era del todo fácil.

Terminé, para salir en dirección al recibidor dónde Ethan Josué se había dormido en el pecho de quién ahora era mi esposa. Esa escena debía admitir que me encantaba. Era preciosa pero no tenía tiempo para contemplarla. Me acerque lentamente a ella, bese su frente, con pesadez abrió los ojos.

  • Se rumio -me dijo sobando la espalda del niño-

  • Y, tú también te romiste. -le sonreí ayudándola a levantar- vamos novia. Es tarde.

  • Tú conduces. -dijo aventándome las llaves- no quiero despertarlo.

Con cautela fuimos al auto que ahora estaba en la franja verde. Muchas cosas habían cambiado en 5 años. Ahora por lo menos me atrevía a manejar, algo que durante años me había reprimido. Venecia me había insistido mucho para que aceptara la camioneta Toyota 4runner, la cual era ideal para mis viajes por el campo o poder ayudar a la ONG con el transporte, en base a esto no pude resistirme. Y si, la acepte. No dejaba de usar mis patines, bicicleta o patineta. Pero me había aliviado mucho la vida tenerla. Más ahora estando casadas, que vivíamos a tres cuartos de hora de la ciudad.

  • Arriba. ¿Está todo? -revise el tablero- gasolina bien, los frenos bien, el aceite está perfecto. Las llantas tienen aire. Todo en orden. Cinturones -Observe como ella acomodaba a Ethan a su silla especial y a su vez se colocaba el cinturón.

  • Vámonos capitán. -sonreí arrancando el auto-

  • ¿A quién dejaremos primero?

  • ¿Te parece si llevamos a Ethan y luego me pasas a dejar?

  • ¿Dejarte? -la vi por el retrovisor- ni en tus mejores sueños. -ella me observo desde atrás-

  • Ya lo sé hermosa. Ni se te ocurra.

En efecto llegamos al cuidado. Con recelo nos despedimos del pequeño, me costaba tanto dejarlo al cuidado de alguien más. Estaba tan pequeño. Me parecía un ser frágil, y pensar que era más fuerte que todos. Me animaba tener presente que en 7 horas estaría de nuevo con él. Contaba los segundos. Acelere un poco para llevar a Venecia a la petrolera.

  • Muy bien, llegamos -me baje con ella del auto-

  • Te Amo -me abrazo y sus manos se escurrieron a mi cola, muchas cosas habían cambiado, ahora me permitía decir cola- lamento la discusión de ayer, no quiero perderte.

  • Venecia -la reprendí subiendo sus manos- no vas a perderme, también fue mi culpa, hemos acumulado muchos problemas sin afán de buscar una solución. -acaricie sus mejillas-

  • -ella le importo poco para levantarme y volver a dejar sus manos allí- ¿me amas?

  • Inmenso -bese sus labios- ¿sabes cuánto es inmenso?

  • No.

  • Infinito más uno. Te Amo

  • Te Amo Inmenso novia -me dio una vuelta para devolverme al piso- ¿Saldremos adelante?

  • Me tengo que ir -le recordé soltando su mano- Saldremos adelante, mi corazón lo sabe -bese sus labios una vez más- no me olvides.

  • Recuérdame hermosa mía. Te veo ahora. Dios te bendiga.

  • El universo te guarde -corrí de nuevo al auto para perderme por la autopista norte de la ciudad y desembocar en la escuela-

Llegué al parqueadero, saludé cómo cada día a los empleados de servicio. Y con paso rápido subí a mi salón habitual donde comenzaban a llegar mis estudiantes. Por tres segundos de diferencia.

Empecé a escribir con marcador en el pizarrón blanco la clase de ese día.

“Personajes de la historia”

  • Buen día profesora -sonreí escribiendo, y sobre mi hombro voltee a mirarla, hermosa; toda una adolescente-

  • Buen día Venezuela. Tan puntual como Siempre -observe a todo el grupo- por favor, dejen sobre mi escritorio sus informes. Los debatiremos.

Cada uno, incluyendo a la joven fueron pasando y dejando el informe sobre el personaje de la historia que más les fuese llamado la atención. Me encantaba mi profesión. Ver la dedicación de otros en algo que yo les enseñaba y ellos en serio querían aprender.

  • Marie Curie… ¿alguien podría decirme algo?

Varios alumnos levantaron la mano.

  • A-5 tiene el derecho a palabra.

  • Fue la primera mujer en ganar el premio Nobel en 1903 y la primera persona en recibir dos en 1911.

  • ¿Por? Sustente sus afirmaciones.

  • Por los servicios para el desarrollo de la química mediante el descubrimiento de los elementos radio y polonio; luego fue el de Química, por el descubrimiento del peso atómico del radio.

  • Tiene usted un punto A-5 -la joven Williams asintió sonriendo- ¿qué más me pueden decir de ella? -de nuevo la oleada de manos- dejémoslo al azar -mire hacía el pizarrón- E-1 -vire para escuchar a la señorita Abrahams- adelante.

  • Por sus grandes logros, Marie recibió un sillón en la Academia Francesa de Medicina, pero el machismo y la xenofobia estaban muy presentes en Francia, como en el resto del mundo y le fue negada la merecida entrada a la Academia de Ciencias. -la adolescentes hizo una pausa y retomo su hablar- Con el pasar de los años, la salud de Marie fue empeorando, pero ella no parecía verlo y seguía exigiéndose el máximo a diario. Incluso, durante la Primera Guerra Mundial, junto a su hija Irene, organizaron equipos de rayos X portátiles para que los médicos pudieran atender con más precisión a los soldados heridos.

  • Excelente, punto. -ella asintió.- nos damos cuenta con esto, que ella se vio en la imperiosa necesidad de pasar por una variedad de adversidades para que hoy se le conociera cómo se le conoce. Una gran científica y una gran mujer. Y si hablamos de grandes mujeres, alguien que me dé una breve sinopsis de alguna que admire.

  • Mary Wollstonecraff -hablo D-2- Primera feminista reconocida. Su tratado en la Reivindicación de los derechos de la mujer influyó en la lucha por la conquista del sufragio femenino en la Inglaterra del siglo XIX. Madre de Mary Shelley, autora de Frankenstein.

  • Perfecto. -sonreí, amaba escuchar a mi alumnado hablar de algo que los inspirará- punto.

  • Profesora… - un joven llamo mi atención-

  • Sí, C2.

  • Díganos, a usted quien la inspira.

  • Si hablamos de mujeres que marcaron la historia, Marie Curie, encabeza mi lista.

  • Y, si habláramos de mujeres del presente.

  • Podría mencionar rápidamente a Terribilis Ruiz. Abogada, incansable que se abre paso en un campo gobernado por hombres y destaca con gran facilidad. O Venecia Abrahams, ella en su esplendor me ilumina cada día, inspira mi ser a un progreso mejor.

Los jóvenes aplaudieron siendo consientes que terminaba de hablar sobre las mujeres de mi vida.

Las siguientes tres horas las pasamos debatiendo historia ya que era la asignatura correspondiente.

  • Muy bien jóvenes. Nos vemos mañana en nuestra clase habitual, ya que el profesor Robinson se reincorpora en horas de la tarde. -sonó la campana- vayan con bien.

Con calma salieron todos los jóvenes. Comencé a recoger mis cosas. Ella se acercó a mí, tomo mi mano.

  • Que gusto estés Aquí, haces la historia más divertida

  • Haz mejorado mucho

  • Te lo debo a ti. -Venezuela me observo con una sonrisa- ¿cómo está Ethan Josué?

  • Hermoso -ambas reímos- ayer dio sus primeros pasos.

  • ¿Puedo ir a casa?

  • ¿Que clase de pregunta es está? -levante su mentón- esa casa es tuya, de Ethan, no entiendo a que viene ese comentario tan fuera de lugar.

  • Fue más como para corroborar que hoy volveré a casa

  • Y, ¿qué ha ocurrido con tu padre?

  • Digamos que extraño a mis mamás -ella tomo mi mano, yo le di un rápido abrazo, no me gustaban las muestras de afecto en la institución- y a esa cosa hermosa que no nos deja dormir por las noches.

  • Esta familia es bastante rara -comente- hace tres días te fuiste muy decidida a terminar el año en casa de Emiliano.

  • No, fue un momento de melancolía, estoy en mis días de periodo.

  • Entiendo. ¿Todo bien? -le pregunte analizándola-

  • Siento que si, pero necesito un consejo.

  • Respecto a A-5 no tengo mucho que aportar -su cara mostro desconcierto- cuantas veces tendré que explicarles a ti y a tu madre que estudie lenguaje corporal. Y el cuerpo habla por si solo.

  • ¿Te parece si tenemos esta conversación luego? -ella vio su reloj- tengo clase de literatura y mi profesora es un poco exigente -reí- a veces parece que no copulara en casa -de la nada comencé ahogarme-

  • Cuestiones de adultos -dije aflojando el cuello de mi traje-

  • Ah, hoy no iré a casa.

  • Pero… -estaba confundida-

  • Es el día 15. -ella se fue del aula y yo quede sacando cuentas-

  • ¡Oh, cielos!

Hoy era nuestro aniversario de 5 años. Lo había olvidado completamente. Desde la llegada de Ethan a nuestras vidas, todo se había vuelto un caos, ya no teníamos privacidad, no teníamos un momento a solas; habíamos caído en la monotonía. hace un año tenía planes para este momento, pero ahora solo intentaba llegar viva al fin de semana... Y era algo por lo cual todas las relaciones pasaban, de hecho esta era otra de esas veces que caíamos en una situación así, pero gracias a la buena comunicación siempre salimos adelante victoriosas. Solo que está nueva situación estaba arrastrándonos y nosotras no dábamos pie para salir.

Tome mis cosas para ir a la siguiente clase, en efecto era la profesora de literatura. Hoy el tema era literatura francesa. Una hora después me vi libre de mis obligaciones. Suspire aliviada, pero con gran tensión ya que quería hacer algo diferente para mi esposa, quizás para mí. Pero el ahogó que vivíamos no lo sabía procesar. Decidí recurrir a mi consejera. Estaba perdida.

  • ¿Cómo esta Ethan Josué?

  • Hola Terribilis, gracias por preguntar, excelente. En casa todos muy bien. Venecia se ha curado del resfriado, Venezuela esta pasando unos días con su padre ya sabes como suele ser la adolescencia; yo un poco cansada.

  • Y ¿Ethan?

  • En la guardería.

  • Mi preciosa bola de melocotón -rodé los ojos- ya quiero verlo.

  • Me da tanto gusto quieras compartir conmigo.

  • Ya, lo siento. -finalizo- lo extraño.

  • Él también te extraña. Te he hecho un video donde ha comenzado a caminar.

  • Ay, cosa hermosa. Muero por verlos. El fin de semana podre viajar a verlos.

  • Descuida. Esta en excelentes manos. Sabes que en casa todas vivimos por sus ojos.

  • No se como pagarte esto.

  • No necesito tu dinero, -ella rio- tengo suficiente.

  • Eres una perra.

  • Ni tener un hijo te cambia ese léxico tan estrepitoso.

  • Tuve un hijo, no un cambio de léxico -me remedo- lupita, debo dejarte.

  • Aguarda, te llame por algo.

  • ¿Ethan necesita algo?

  • Demonios. ¡No! Él esta excelente, te lo he dicho. Soy yo quien necesita ayuda.

  • Habla rápido mujer, no tengo todo el maldito día.

  • Hoy es mi aniversario numero 5 con…

  • La gandolera -concluyo ella- ¿Hace cuanto no tienen sexo?

  • Tess -la reprendí-

  • Habla…

  • Tres meses.

  • Que patética es tu vida, ¿para eso querías casarte? -la conocía tan pero tan bien que podía imaginarme su expresión de desagrado-

  • No se que hacer, lo había olvidado. Nos hemos olvidado. Es la brecha matrimonial que ya sentía venir.

  • Y ¿en qué puedo ayudarte? No se que hacen las lesbiesposas para celebrar el tiempo sin coger.

  • Tess -le volví a regañar-

  • Si quieres un tiempo a solas con ella, puedo contratar una SOS niñera par que cuide de Ethan.

  • ¿Estas demente? Nunca dejaría a mi sobrino en manos de cualquiera.

Sonreí pensando todo lo que había buscado una buena institución donde pudiese dejarlo y sentirme tranquila, definitivamente era más paranoica que su madre.

  • ¿Qué planeas hacer?

  • Mmmm –pensé- puedo dejarle el bebé a Emiliano.

  • ¡Dios! Mi hijo crece en medio de flores y petunias.

  • La petunia es una flor.

  • Si, como sea -reí- pide pizza, haz una tienda de campaña en el patio y tengan sexo, mucho. Dile esas cosas cursis que le dijiste cuando se casaron, no se carajo.

  • ¿Por qué eres tan impertinente?

  • Lupita, ¿hace cuanto tiempo nos conocemos?

  • ¡Muchos años!

  • Y ¿cuándo haz visto qué he sido amable respecto a esos temas?

  • Pero, siempre se te ocurren ideas románticas muy buenas.

  • Se le llama imaginación y ver películas porno -murmuro como si le costará hablar- tú eres mejor que -la escuché gemir- yo en esas cosas.

  • Terribilis Ruiz -escuche una risa al fondo-

  • Es un mal momento… - ella estaba agitada-

  • Lo sé, solo quería hablar contigo -le dije en un suspiro escuchando de nuevo las risas-

  • También te extraño tarada. Hasta el fin de semana, debo irme ya. Besos a mi nene. Te amo Guadalupita… no estás sola, -suspiro- ve y cógela como una perra.

No pude contestar, ya se había ido. Con el teléfono en la mano sonreí. Camine con una extraña buena energía y llame a Emiliano -si ahora usaba equipos móviles, necesitaba estar comunicada con mi familia.

  • Señora de Abrahams, que gusto.

  • Señor puertas… que bueno escucharlo.

  • Lo mismo digo -se despidió de alguien- ahora si, ¿en qué puedo servirle señora?

  • Vera señor necesito sus servicios.

  • Niñera, asumo. Es 15.

  • ¿Cómo es que todos lo recuerdan?

  • Fue épico.

  • -sonreí mientras recordaba nuestra boda- ¿podrá usted cuidar a Ethan?

  • -me vi obligada a sonreír- claro, ese niño es un encanto, de la orden y lo paso a recoger a la guardería.

  • Se lo agradezco tanto señor Puertas. -sonreí subiendo a la camioneta-

  • Lo se Guadalupe. Venezuela y yo estaremos felices con él.

  • Hasta pronto Emiliano.

Deje el equipo sobre el asiento del copiloto y me dirigí a la petrolera. Al llegar estaba para mi sorpresa una puntual Venecia en la puerta.

  • Mi novia -subió al auto y me beso, que delicia poder hacerlo-

Nuestros problemas maritales no menguaban el amor, todo lo contrario lo mantenían vivo, latente y fuerte… eran nuestras circunstancias que nos alejaban de la estabilidad de la cual habíamos gozado tiempo atrás

  • ¿cómo estas hermosa? -se abrocho el cinturón-

  • Que rico -le sonreí andando el auto- bastante bien, hablamos de personas que nos inspiran.

  • ¿De quien hablaste tu?

  • De mi esposa -ella se sonrojo- ¿a casa de tus padres?

  • Si, vamos a comer, muero de hambre.

  • ¿Qué tal el trabajo? -ella no había mencionado el aniversario, así que todo estaba en orden, no habíamos tenido un tiempo a solas para disfrutarnos hacía tantos días.- ¿mucha contaminación? – hablar de su empleo era un tema delicado, ya que ella había decidido crear un proceso para evitar el lugar contaminara en cantidad industrial como solía hacerlo, y ayudar con sus desechos a crear materia prima, pero mientras ayudaba a una parte otra se destruía.-

  • Es complicado novia, en los próximos días comenzara a correr el proyecto que teníamos previsto.

  • De acuerdo novia, te apoyo -ella tomo mi mano, la beso y se bajo, le toque el claxon-

  • ¿Qué ocurre? -se devolvió-

  • No me quedare a comer… -me observo confundida-

  • ¿Por qué?

  • Tú y tu cabeza jamás sincronizan, debo ir a trabajar. -asintió-

  • ¿Cuándo dejaras de trabajar tanto?

  • Me gusta lo que hago, así que no creo que deje de hacerlo.

  • Eres muy comprometida

  • Lo soy, por eso iré a cumplir con mi compromiso.

  • Anda… ¿te veo por al atardecer?

  • Correcto. Paso a buscarte. -me sonrió- te amo inmenso novia mía.

  • Te amo hermosa mía. Cuídate, no hables con extraños.

  • En eso consiste mi trabajo.

  • Lo se. Pero no hables mucho con extraños.

  • No prometo nada. Diviértete.

  • De acuerdo. -ella se fue alejando, me quede en el auto-

La detallaba, definitivamente Venecia me encantaba. Era la mujer que quería para mi vida. Sonreí como tonta, porque yo nunca le decía del todo mis sentimientos, era muy mala con las palabras; así que rara vez tenía esos momentos de sensibilidad y ella era muy amorosa, detallista; un complemento perfecto a la teoría de Aristófanes. Ella era muy espontánea, tan familiar. Todo lo opuesto a mí, pero me complementaba. Nada la detenía.

En definitiva yo no creía en Dios pero si creía que algo nos había juntado y gracias a lo que fuese podía decir que era mi esposa. Mi esposa, me encanta como suena ese adjetivo, lo rico que se siente pronunciarlo cuando ella me mira con lo profundo de su ser profesando su amor por mí.

Me hace sentir invencible.

  • Hey, ¡guapa! -me llamo- ¿vienes o seguirás allí?

  • Contigo voy a cualquier lugar mi amor. -sonreí sabia que si no me iba pronto, no me iría, asentí para confirmar que me iba, acelerando nos perdimos de vista-

Claro teníamos problemas, pero no era nuestro amor, así que algo estaba ideando… algo exquisito para nuestra solvencia.

Maneje a la ONG del señor puertas, me gustaba seguir yendo, me sentía sumamente útil en el lugar así que no dejaría de ir allí. Como siempre entre directo a cambiar mi ropa, la coordinadora general me recibió saliendo del vestuario.

  • Guadalupe Rilvers, que gusto.

  • Señora verde… -sonreí, ella odiaba la llamara así- buena tarde. Vengo a ver mis Samanes.

  • Están radiantes.

  • Tus ojos lejos de mis raíces.

  • ¿Qué? -dijo descolocada-

  • No veas mis arboles, evitarás su crecimiento.

  • Guadalupe, a veces tienes cosas muy raras -Blanca rio- pero debo admitir que tú y las plantas vibran al mismo ritmo.

  • Lo dices por el mismo comentario que me hiciste hace 6 años, ¿cierto?

  • Es totalmente correcto. -asentí caminando al patio donde estaban mis 5 árboles creciendo grandes, dando sombra a todo.

  • Tenias razón, gracias por tu trabajo Guadalupe.

  • No hay porque agradecer.

Blanca se fue. Y yo pasé hacerle mantenimiento a las plantas. Habíamos comenzando a sembrar flores que había traído de nuestro gran jardín, en casa. Sonreí mientras le quitaba la maleza a los pequeños retoños de orquídeas que comenzaban a surgir. Venecia los había plantado, ella era tan buena con las flores…

  • Señora orquídea le presento a su compañero, al señor tulipán… conózcanse. -ella tenía mucha creatividad-

  • Esto se te da tan bien.

  • Porque tú me motivaste. -beso mi mejilla-

Ciertamente si, había convencido a muchas personas de participar en el crecimiento de todas las áreas verdes que veía.

Luego de dos horas terminé, revise el celular y allí estaba, ese mensaje que tanto esperaba. Sonreí con complacencia, el momento había llegado. Cogí mis implementos, fui a las duchas hice lo propio al desinfectarme, limpiarme, para salir radiante y me marche.

Pase a casa para supervisar que todo estuviese en orden, tome una maleta, metí la ropa necesaria, cerré las puertas, asegure las ventanas y salí. La sonrisa no entraba en mi cara. Pase directo a buscar a Venecia al trabajo. Estaba saliendo, su cabello aún goteaba, ella y sus sacrificios para no hacerme esperar. Subió al auto, olía delicioso, no a combustible, no a metal. Sino a primavera, flores en el campo abierto, olía a Libertad.

  • Hola bonita… -me saludo efusiva-

  • Por favor, ingresa tus dispositivos electrónicos aquí. -le pase una caja de seguridad que solía tener en el carro-

  • ¿por qué?

  • Colabora o lo lamentaras.

  • Oye – se quejó- ¿Por qué me hablas así?

Encendí el estero y “Are You gonna be my girl” nos acarició los oídos.

  • Toma… -deje un antifaz para sus ojos sobre su pierna- póntelo.

  • ¿qué estás planeando Guadalupe Rilvers?

  • Nada que sea de tu incumbencia, Venecia Abrahams.

Ella cubrió sus ojos, 10 minutos después detuve el carro. La ayude a bajar, encaminándola a nuestro lugar por esa noche.

  • Guadalupe, ¿qué está pasando?

  • Respira -le dije al oído-

  • Necesito más que solo un respira.

  • Lo tendrás.

Entramos y el olor a deseo era palpable. Senté a Venecia en el mueble de piel sintética color negro que había en la sala. Ella suspiro, sabía que pasaría… lo podía sentir. Busque dos copas y de la botella de vino que reposaba en un balde sobre la mesa del centro nos serví un poco.

  • Toma, aquí comienza el primer día del resto de tu vida. -su sonrisa me dio años de vida-

La música comenzó a sonar, algo erótico, sexy y deseable. La luz tenue hizo su magia para cuando quitará de sus ojos el antifaz. Deje mi cuerpo caer sobre sus piernas que temblorosas me soportaban.

  • Es el momento perfecto para degustarte -bebí de un sorbo la copa de vino-

Me aventure a besarla, a dejar mi saliva en su boca, mis manos pasaron atrás de su nuca y la bese con ferocidad justo cuando el tono de la canción subió… estaba siendo guiada por ‘Crazy in love' la bese con lujuria, sin darle un momento a que tuviera dudas que realmente deseaba su cuerpo. Ella torpe intentaba quitarme la ropa, até sus muñecas a las esposas que estaban al cabezal del sofá.

  • No es cuando tú digas Venecia. -la bese una vez más tomando tu cuello- es como y cuando yo quiera.

Me di el tupé de retarla, de jugar con sus ganas, con ese aliento caliente y esa mirada llena de deseo que me acribillaba.

  • Ruégame… -lamí lentamente sus labios, ella cerró los ojos- suplícame. -tome la botella de vino y moje mis labios- pídeme jadeante que te bese. Que te coja -Ella dio su primer gemido-

Empecé a besarla lentamente, primero sus labios, bese cada centímetro de su rostro, hasta llegar a sus orejas, cuando mi aliento toco su lóbulo su respiración se volvió más densa. Baje por su cuello, mis manos acariciaban sus brazos que me indicaban estaba erizada.

  • Lupita… -dijo al sentir como desabotonada su camisa, sin paciencia alguna solo la rompí, el silencio de la canción me permitió escuchar como se perdían en la oscuridad los botones.-

  • Si… ve… necia -al soltar su brasier esos maravillosos pechos quedaron ante mí, sus pezones erectos, grandes.-

  • Los deseas -afirmo ella viendo como se me hacía agua la boca viéndola-

Sus senos me enloquecían, la deseaba toda, pero sus senos encabezaban mi top 5 de partes de su cuerpo delicioso.

Tome de la mesa un hielo de los que estaban en el balde. Lo deslice por todo su torso. Sus pezones se volvieron más duros. Ella mordió sus labios.

  • Ruégame… -le repetí- pídeme que lo haga…

Mordí su cuello con todo el calor que sentía en ese momento. Me levanté y la dejé jadeante, a la luz de la chimenea deje caer mi ropa.

Primero el blazer, quedó a la vista mi camisa blanca que daba paso a los cimientos de mi busto. Desabotone el pantalón que se fue directo al suelo, la lencería vinotinto que había elegido fue el detonante para ella. Llevaba pantimedias negras que terminaban donde comenzaba la tanga.

“say love you me” me hizo verla, sus ojos brillaban.

  • ¿Me amas? -me pregunto mientras sus ojos acribillaron los míos-

  • Te amo tanto, con cada centímetro de mi piel, con cada aliento de mi boca, te amo sinrazón, sin medida, sin motivos, desde que te Vi bajar de esa horrible gandola -delineaba sus labios con mi lengua, y su aliento caía a mi boca- te amo Inmenso…

  • Bésame, te lo pido. -me rogó viendo mis labios- hazme tuya Lupita.

Solté las esposas y terminé de quitarle la ropa. La camisa, después el brasier… los zapatos y el pantalón. La dejé desnuda ante mí.

  • Lo que sea que vaya a pasar que me pase contigo. -la tome por las mejillas y la bese con toda la intensidad que llevaba por dentro- tú eres vida -bese sus mejillas- libertad -bese su nariz- cualquier persona -bese su cuello- estaría deseosa de tenerte -baje por su clavícula- eres mía. -llegue a sus senos- mía Venecia -con mis manos los apreté y aspire su olor- no estoy dispuesta a perderte -lleve sus pezones a mi boca- eres hermosa -saboree su pezón izquierdo- sabes al cielo mismo -deje mi lengua se escurriera a su otro pezón- me haces sentir viva. -ella suspiro- contigo -baje besando todo su abdomen- se llena -llegue a su monte de venus- mi -aspire su olor- ser.

Retire su prótesis y besé su pierna, mientras acariciaba su muñón, ella mordía sus labios y contenía la respiración. Mi boca llego a su pie, allí vino una lluvia de gemidos salió sin poder evitarlo. Sonreí chupando sus dedos.

  • Me estás… -deslice mi lengua por su pie- Guadalupe.

Se levantó, me tomo por los brazos y me pegó al sofá.

  • Quiero cogerte. Me tienes excitada, te deseo -sin saber cómo hizo, me despojo de la lencería- eres exquisita Lupita -se afincó de su pierna izquierda-

Venecia no fue paciente, no tuvo juego previo, no había cabida para las caricias, se lanzó a mis labios, y como hacía mucho me beso con deseo, ansias, afán… a su manera, mordiendo mis labios, como si quisiera que sintiera lo que ella estaba sintiendo. Y sí, mi vagina palpitaba, sentía como el calor me hacía temblar.

  • Hazme tuya. -le implore con la ilusión que su lengua acariciara mis labios vaginales que se expandían mientras la excitación seguía creciendo- chúpame toda -le dije en un gemido-

Ella con esa perra sonrisa bajo directamente a mi vagina, su aliento acaricio mi clítoris, mi espalda se arqueó, mordí mi mano porque no soportaba más… su lengua tocó mi clítoris, y grite, ella sabía cómo enloquecerme; sin miramientos metió dos dedos en mi coño y los saco para dejarme ver cómo brillaban, tome su mano metiendo los dedos húmedos en mi boca.

  • Eres tan perra. – use esos mismos dedos para que acaricia su vagina, el sonido a humedad hizo que mi boca se hiciera agua, ella procuró empapar tanto sus dedos que cuando llegaron a mi boca otro gemido se fue, ella me veía atenta, como una pantera vigilando a su presa-

  • Cógeme como a tu perra -le dije chupando los últimos rastros de sus dedos-

Venecia me tomo de la cadera guiándome a darme vuelta. Quede en cuatro patas. Sus manos se impactaron directamente en mis nalgas, ella suspiro, incline mi torso dejando para ella la vista perfecta de mi pubis.

Sentía como la humedad goteaba en mi vagina, cómo se deslizaban los fluidos hasta mi vientre. Movía mi trasero frente a Venecia que pasaba su lengua por donde se le daba la gana. Cuando su lengua tocó de nuevo mi clítoris hinchado, un grito salió de mi boca, mordí un cojín porque solo quería que me diera duro.

  • ¿Dónde demonios está eso? -Ella le dio otra palmada a mi nalga antes de pararse al tanteo-

  • En el segundo cajón.

  • Joder… -escuche como su respiración se hizo densa- ven aquí.

Venecia se colocó el strapon de doble penetración, se acercó a mí, y sentí como la silicona fría rozaba mis labios exteriores. Sin previo aviso solo metió los 23 centímetros de silicona en mi vagina, duro, fuerte y sin compasión.

  • Ve… ve…

  • Si, Lupe -golpeo mi nalga una vez más y empuje mi trasero directo al dildo haciendo que el de ella llegara hasta el fondo- perra.

Ella tomó mis caderas con fuerzas, sin piedad alguna comenzó arremeter contra mi vagina, el mete saca del dildo estaba estimulando todos mis puntos internos, sentía como el orgasmo estaba rozando mis piernas, Venecia tomo mis senos en sus manos y lo apretó, mi respiración se cortaba en algunos tiempos, el sudor corría por mi frente, sus uñas se clavaban en mis muslos, hasta que se detuvo. Cuando estaba al borde del éxtasis se detuvo y me dejó con un sabor de boca tan desagradable.

  • ¿cómo y cuando yo quiera? -me repitió en un murmullo-

  • Venecia -me di la vuelta y la tomé del cuello con mi mano izquierda, con la derecha le solté el strapon, metiendo tres dedos dentro de su humedad. Mordí su labio- una perra que no le gusta jueguen con ella.

Movía mis dedos lentamente en su vagina, ella cerraba los ojos fuertemente como si quisiera desaparecer. Saque los dedos y la tire al mueble, deje mi cuerpo caer sobre el de ella con mi clítoris justo a la altura de su lengua, me di la libertad de estar frente a su vagina, Aspire por fin todo su olor, mi lengua dueña de sus propias ganas se aventuró a probarla, de su clítoris pase a sus labios, estaba tan húmeda que era una sensación de placer absoluto poder saborearla.

Ella apretaba mis piernas mientras yo no daba tregua a mi lengua.

  • Querías guerra…

  • ¡¡¡Hazlo!!! -apretó mis nalgas- sigue así.

Sentía como su vagina se contraía, estábamos en una batalla dónde ambas queríamos ganar, su dedo acariciaba mi espalda mientras su lengua experta me hacía delirar… me levanté y la tomé por el cuello para tener su labio cerca de mí.

  • Penétrame -le pedí en medio de besos- rápido. Como solo tu sabes hacerlo -el ánima del sexo apresurado me estaba poseyendo porque yo no era así-

Venecia no lo pensó dos veces e hizo exactamente lo que yo esperaba. Cogerme sin una pizca de miramientos. Me senté nuevamente en sus piernas, dejando mi trasero hiciera contacto directo con su clítoris, está posición le encantaba, sus dedos entraron directamente en mí, tantas veces que perdí la cuenta, hacía movimientos para crear fricción entre su cuerpo y el mío, sentía como el calor estaba arrastrándonos, tome su cabeza que encajaba en mi cuello. Su aliento me sedujo a un límite inigualable cuando sentía como se disparaba desde mi interior lo que sabía era un squirt nada humano, nuestros órganos llegaron a la par, acompañas de un grito desbocado de placer; ella lentamente saco sus dedos a su boca.

  • Que exquisito es degustarte.

RcAdriiTorres Facebook Instagram

EscritoraGay Instagram

Se reserva el derecho de autor

Historia protegida por Safe creative.

El amor evoluciona, no se acaba, solo cambia su forma y está en tu aceptarlo asi, comprenderlo y entenderlo de nuevo solo dejarlo ir. Ama en grande, ama con todo, entregalo todo, porque si se acaba es mejor quedar con la satisfacción de haber hecho lo mejor, de haber vivido al máximo. Se feliz, ama con libertad.