Nunca más estarás sola 11

No había marcha atrás... Tendría que decirle que esa gandolera, era quien me gustaba.

Capítulo 11

Cuando recobre el conocimiento me sentí aturdida y fría, adaptándome al espacio donde estaba note que no conocía nada más que la mujer haciéndose cargo de mí. Al parecer me estaba colocando compresas de infusiones naturales y eucalipto en gel. Porque eso era más frío y su olor no era de mis favoritos.

  • Abuela ya está despertando -escuche la voz de Venezuela- llamare al doctor.

  • ¿Cómo se siente mija?

  • Un poco mejor, gracias, podría decirme, ¿Qué ocurrió?

  • Yo no le sé decir bien, pero Venecia fue quien la ayudo, ella le explicara.

  • Ah, su hija. -fue ahí que note mi falta de vestimenta-

  • Su ropa se está secando, cayo a la piscina. -Ella recogía sus pañitos mojados y unos envases vacíos- se golpeó la cabeza también.

  • -en efecto, eso explicaba el dolor, aparte que tenía una cura en la frente- Gracias por ayudarme.

  • No se preocupe, nos supo asustar a todos. Hasta mis dos hijos más amargados se vieron preocupados.

  • No quise preocuparlos.

  • Tranquila. Lo importante aquí, es que usted está bien.

  • En efecto. Así que si lo le perturba quisiera irme.

  • Oh no -entro Venezuela- abuela. El doctor dijo que ha sufrido una descompensación y debe descansar.

  • Perfecto lo haré en casa. No se preocupé. -Sonreí, rogando ellas no insistieran más, claramente eso no pasaría-

  • Verá, debe descansar... -la niña diplomáticamente hablo hacia mí, su abuela se retiró-

Seguí mis intentos fallidos de persuadir a la niña, hasta que llego su madre. Este era el día de los bochornos contra mí, sentí tanta vergüenza cuando hicieron el comentario sobre mí, en definitiva, debí ponerle un alto a esta situación.

A mí no me gustaban las mujeres. Debía aclarar todo porque o ella era muy persistente o yo era muy negativa, pero tarde o temprano no llegaríamos a ningún lugar.

Al pasar el rato, conversando con Venecia, mi perspectiva sobre ella fue cambiando, se tornó hasta interesante. Por amor a la naturaleza, la mujer fácilmente podría tener la atención de cualquiera, pero ella prefería ese aspecto de gandolera insípida que el de una empresaria exitosa. Lo sé, aquí estaba mi sucio ser humano criticando de nuevo, odiaba con todas mis fuerzas esa voz que solía darles etiquetas a las personas.

Cuando toda su familia nos interrumpió y me sentí avergonzada al máximo recordé que yo no era buena trabajando bajo ese aspecto una presión injustificada.

  • Ya... -dije sería- basta con este tema, a mí no me gustan las mujeres, eso en primer lugar y en segundo, necesitó respeten que si me gustaran y quisiera tener algo con Venecia seria mi decisión y de ella, no de todos ustedes.

Por muchos minutos hubo un silencio deplorable.

  • Alfa... Beta... -comencé a sobar mi frente en círculos contrarios a las agujas del reloj-

  • Es mejor que nos vayamos. -dijo uno de los hermanos-

  • Por favor Emiliano, necesito conversar contigo.

Todos salieron del espacio, pero... Emiliano se quedó conmigo.

  • Tú me dirás. -dijo él acomodando su traje-

  • ¿Conoces desde hace mucho a Venecia? -intente reincorporarme- no me detengas, necesito salir de aquí. -busque con la mirada mi ropa-

  • Si, desde hace bastante tiempo atrás. ¿Qué quieres saber con exactitud?

  • ¿Qué me puedes contar de ella?

  • ¿Algo en particular? Hay muchas cosas que se pueden decir.

  • Ella, su orientación sexual y tú. Ese sería un buen inició de todo. -me di por vencida a buscar mi ropa y él solo me observo de pie al borde de la cama-

  • Nosotros siendo jóvenes teníamos secretos y una vida incomprendida, su familia anhelaba ella fuese quien rescatara el apellido y mi familia quería yo no fuese gay. -tomó las solapas de su traje- paso todo lo contrario, un día cualquiera asumimos ser novios y calmar las aguas, pero, como buenos novios quisimos experimentar y probar lo todo posible, para descartar que fuésemos homosexuales. Ahí fue cuando Miranda llego a nuestras vidas, sin ocultarlo más ella confesó su orientación y yo asumí la mía -metió ambas manos dentro de sus bolsillos, jamás dejos de observarme-

  • Entiendo. Prosigue.

  • Decidí hacerme cargo de mi parte, la cual me ha dado hermosos frutos. Y ella de la suya, que hasta ahora no ha ido tan mal.

  • -él sonrió- Y...

  • Ella te quiere, eres la primera mujer en la cual se ha fijado, sentimentalmente hablando.

  • Hay un problema, yo no la quiero, ni a ella ni a su vida.

  • ¿Ni si quiera con opción a intentarlo? Deberías probar, quizás te guste. -el volvió a sonreír- ella esta algo deschavetada, -no entendí eso- pero tiene hermosos sentimientos, aunque ciertas heridas que no la dejan avanzar del todo

  • Siéntate. Me pones nerviosa ahí de pie.

  • Aunque si ella te está dejando entrar o quiere que entres es porque tiene esperanzas en ti.

  • Pero por favor, no me gustan las mujeres -dije exasperada tomándome la cabeza-

  • No es que te gusten las mujeres, es que le des la oportunidad a ella.

  • Pero... Siento que no entiendes.

  • Tienes miedo, Venecia es mayor que tú, tiene una niña y maneja una gandola. ¿Quién no le tendría miedo a eso?

  • yo no le tengo miedo a eso, ni si quiera a ella le tengo miedo.

  • Oh, ya entiendo, ¿Le tienes miedo a enamorarte? Por favor no es tan malo -él actuaba normal. Hablaba de eso como si fuese respirar-

  • Ya va Emiliano, siento que no estamos llegando a ninguna parte. En definitiva, tú y yo no estamos en la misma página de esta historia.

  • Por favor, es solo un corazón roto y miles de lágrimas, nada que dos tarrinas de helado de chocolate no puedan resolver.

  • No me gusta el helado.

  • Bueno, barras de chocolate.

  • Un segundo, ¿estas intentando persuadirme para salir con Venecia? -el me observó como un padre mira a su bebé-

  • En serio, ¿para ti es tan malo verte de la mano con una mujer?

  • No es verme de la mano con una mujer, es que a mí no me van las mujeres, no me van los hombres, en definitiva, no me va nadie.

  • Demonios eres virgen. Ya veo cual es el problema.

  • Pero... Pero... ¿Quién te dijo eso? -le pregunte estupefacta-

  • Tú, justo ahora. -él coloco sus manos sobre sus piernas-

  • Sácame de aquí -le dije en un hilo de voz, él me había descubierto- por favor.

  • Toma esto -me entrego una bermuda que había sacado de un pequeño armario-

Con su ayuda salimos de ese edificio. Camino a la casa, le conté mi historia, mis asuntos y esas cosas que a nadie le importaban. De hecho, termine llorando. Sufriendo. Y desahogándome con él, para terminar, admitiendo que tenía miedo a enamorarme... no solo eso, sino miedo a enamorarme de una mujer. Y para colmo enamorarme de la madre de una de mis alumnas.

Diantres la vida no debe ser tan complicada.

  • Gracias Emiliano -le dije de pie en la entrada de mi hogar-

  • No agradezcas, toma -me entrego una bolsa donde estaba mi ropa, los patines y mi cartera- pensé los querrías.

  • Me siento muy agradecida por todo.

  • Entiendo tu historia. Y veo el dolor en tus ojos -él sonrió- no es tan malo, ¿sabes? Eso de Estar con una mujer, yo lo estuve y me resulto agradable; claro no es lo mío, pero -río- a ti te vendría fenomenal. Le hace falta un poco de color a tu vida.

  • Yo no quiero estar... -coloque mi mano derecha tras mi nuca- con ella.

  • Yo no puedo opinar respecto a eso. Solo tú puedes, y claramente espero entiendas mi posición.

  • ¿Tu posición? -levante una ceja-

  • Si, yo apoyare a Venecia en lo que haga falta para enamorarte -mi mandíbula se soltó de su agarre- no me mires así. Ella por mucho será la única mujer en mí vida, y la madre de mi hija.

  • Pero no puedes obligarme a estar con ella -dije en modo de defensa-

  • Guadalupe por favor, no te obligare a nada, yo solo intercederé todo lo que sea necesario para que te enamores de ella. Corrección, para que aceptes que enamorada estas de ella -su sonrisa me mostró esos enormes molares- ahora si me disculpas debo ir con mi hija.

  • Ya se a qué atenerme.

  • Tranquila, después de hoy me siento a gusto de ver a esa idiota enamorada de ti. Eres una joven con un gran Por venir.

  • Hasta luego.

  • Nos veremos en las olimpiadas.

Emiliano se fue y me dejo aturdida. Entre a casa, Bernardo estaba ahí. Viéndome con esos terribles parpados caídos. Para hacerme caer los ánimos cuando dejo caer a mis pies dos cartas.

  • ¿Cuándo llegan estas cosas? -él ladro- Tess contesto y... -trague grueso- Kelvin. -dije sin ánimos- aquí termina la trilogía -ese era el título de la nueva granada. Porque solo eso eran. Una jodida bomba que me explotaba todo. - vamos a terminar de fallecer con esto.

Sin ánimos tome de la nevera un envase de helado. Si, lo sé. Dije que no me gustaba, pero el frío me hidrataba los sentimientos.

A una hermosa mujer.

Esto es un Adiós. Un adiós, que no es eterno, un adiós que, es más, un hasta luego.

¿Crees en Dios?

Extrañamente yo lo hago, y me alegra el alma hacerlo, porque en silencio le he pedido dirección, le he dicho que quisiera algunas respuestas y apareces tú, así cuando menos lo espero, y cuando más lo necesito.

Eres alegría a mi alma, un suspiro escapado de mis pulmones, un latido mal puesto de mi corazón que se alegra cuando tú estás, cuando te veo.

Me siento encantado, agradecido. Las mejores experiencias en la vida han sido repentinas, como un salto al vacío, al principio dan tanto miedo y luego solo es la sensación de levitar. Así me siento a tú lado, quisiera entendieras mis palabras, porque pronto ya no podré decir nada más, pronto solo seré hueso y piel; hay cosas simples que deseo explicarte porque mis acciones pueden ser contradictorias a mis sentimientos. Porque yo te Amo, y te amo enteramente, pero con esto solo parece que te estoy dejando libre.

La libertad es agradable, aún más cuando se comparte con alguien que no necesita conocer la mejor versión de ti, para desear quedarse, has visto mis paredes derrumbarse y solo has tomado los bloques para ayudarme a comenzar nuevamente, deseo devolverte cada acción que por mi has hecho, y aunque sea de a poco espero estar haciendo algo bueno en ti, así como todo lo positivo que has invertido en mí.

Prometo ser tierra fértil, no dejar de sonreír, no soltar tu mano, porque tú me Brindas paz incluso en medio de los huracanes que se desatan en mi interior.

Te Amo, porque quererte es una posesión que no quiero aceptar, sino una experiencia leal que deseo vivir. Y sí, moriré ya no me queda tiempo Guadalupe. Pero este sentimiento se ha apoderado de mí.

Hasta siempre hermosa mía, Dios guíe tu sendero. ¡Ilumine tu existir y te lleve con gracia cada día!

Hasta siempre mi futura docente.

Con amor Kelvin J. Ruiz C. Tu prometido.

  • -Tome la carta y la abrace a mi pecho- ¡¡¡estúpido!!! ¡Idiota! ¡¡¡Imbécil!!! -lloré, como si ya no fuese sido suficiente con lo que había pasado temprano volví a llorar- Es momento de superarte.

Suspire con dolor, porque lo dejaría ir, dejaría que se fuera de mi vida, aunque eso me llevará años, pero lo soltaría, así como él me había soltado dándome la mejor versión de sí mismo.

Bernardo ladro, ladro y siguió ladrando, para terminar, llevando a la habitación un sobre de manila perfectamente sellado

"Guadalupe Chiquinquirá Rilvers Pontte"

  • ¿Mas asuntos aún? -tome el abre cartas de mi buró para con sumo cuidado abrir el sobre. De él saque unos documentos y claro esta una nota. - "Para afrontar esto debes leer las cuatro cartas anteriores"

Eso era todo, así que empecé a pensar, ya había leído tres cartas desgarradoras de Kelvin, ¿qué más faltaba?

  • Bernardo... Me falta una carta. ¿Cuál? -el perro camino al otro extremo de la habitación y dejó caer un libro luego de colocarle su pata encima. - en definitiva, haberte inscrito en la escuela para perros fue la mejor inversión de mi vida. Me encantas -me arrodillé frente a él y lo abracé muy fuertemente- te amo mi cachorrito, te amo más que a nada, más que a todo. -tome su oreja caída- me escuchas Bernardo- él ladro- te amo -dejo salir un aullido- ven, abrázame -obviamente, no me abrazaría, pero sí dejó su cabeza reposando en mi hombro, yo lo abrace- te amo. -le hice cariños un rato, suficiente para olvidar el libro- vamos a leer que escribió tu tía Tess.

Me levante del piso y tome la carta que estaba sobre la cama.

Querida Perra Lupe del Jodido Ruiz.

Esa era la inscripción del sobre, Sonreí, ella jamás dejaría de decirme "Sra. de Ruiz"

Querida perra Lupe Chiquitica de Ruiz.

Eres una perra y espero eso te quede mucho muy claro, aunque si no, no importa te seguiré escribiendo estas cosas.

Despedí a la inútil de mi secretaria, la tipa de verdad colmo mi paciencia y si recuerdas no tengo mucho de eso. El asunto fue. Que me di unas vacaciones de tres días por Ciudad de México, y ¿a qué no sabes? En ese país la patrona -la virgen- se llama Guadalupe. Así que te podrás imaginar mi cara cuando me hablaron de eso y me invitaron a una misa en su honor; amiga en definitiva tu eres más hermosa. ¡Aunque perra si sigues siendo virgen te comenzare a orar a ti!

¿Sabes algo? Me llego un correo. ¿Tienes idea de que mierda es eso? No te lo explicare, pero me llegó y era de parte del bufete Rilvers Pontte. ¡¡¡El maldito correo era a nombre de Kelvin!!! ¡Puedes creerlo! El muy malnacido dejo un testamento y tu puto progenitor es quien lleva el jodido caso.

Ese tema me altero demasiado. Mas de lo que puedo soportar, sabes que aún no superó la muerte del estúpido ese, como para ahora saber que leerán un maldito papel que el maldito dejo en sus malditos días de vida. Lo odio. Si estuviese vivo lo cacheteara, alguien debe hacerlo y tú aun lo amas demasiado como para herirlo.

En otras noticias, la estúpida de la cafetería está casada y con una mujer. Debería volcar eso maldito matrimonio, me estoy volviendo loca. A mí no me va la papaya. ¡Ni la húmeda ni la mojada! Estoy molesta lo siento. Este tema me cuesta controlarlo. Aquí te adjunto una foto de ella, la tome de las grabaciones de seguridad.

Mañana partiré con rumbo a tu hogar, espero me guardes tanta comida como sea posible, tengo un mes sin alimentarme bien por tu jodida falta de compromiso y dedicación conmigo, atiendes más al tonto perro ese que a mí.

Espero me tengas chismes jugosos al día. Porque voy con grandes expectativas.

Con cariño tu eterno y puto amor platónico.

En definitiva, Tess no era una mujer sería, ella solo pasaba la vida. Disfrutaba la vida. Se divertía todo lo que tenía que divertirse y luego seguía avanzando. Era increíble.

Pensar en ella y que pronto llegaría me hacía estar tranquila, sobre todo porque había dos cosas que no me dejaban pensar con claridad. Una... ¡El testamento de Kelvin y dos A Venecia enamorada de mí!

  • Bernardo-el cachorro salto a la cama y se acomodó a mi lado. - tu tía llegara pronto. Prontico. -Sonreí adormitada recordando que al día siguiente ya estaría Tess más cerca de mí-

A la mañana siguiente como cada día, me levanté temprano y salí a trotar. Debía quemar todas las emociones que me consumían en cerebro. Era eso o pronto quedaría sin neuronas y no tenía suficiente dinero como para pagar un arreglo funerario.

Después de trotar volví a casa, Bernardo se echó a dormir en la cama mientras yo sólo me dispuse arreglar para ir a laborar. Antes de eso, revise la fotografía que Tess envió. La joven estaba a blanco y negro, obviamente la foto estaba poco nítida, pero se veía a alguien normal, sencilla podría jurar que hasta humilde.

Dos días después.

El día de las olimpiadas fue caótico. El sonido estaba fallando, las pruebas se habían perdido. En pocas palabras un completo desastre, gracias a la fuerza de agarre que tiene mi riñón ayude a Venezuela con los nervios.

  • Calma. Todo saldrá bien.

  • Por supuesto. Mi estrés radica en que no tengan mi premio listo aún. -Venezuela estaba irreconocible-

  • Oh, pero que niña tan engreída.

  • Y, ¿ella es?

  • Ella es...

  • Permíteme cariño. -dijo ella haciéndome a un lado para presentarse con mi alumna- un placer, Terribîlis Smaragdus Ruiz Wenceslao.

  • -Venezuela quedo atónita y sin palabras observando a Tess- Venezuela Abrahams.

  • Pero que peculiar. ¿Es ella? -me dijo sonriendo, haciendo alusión que ella era la joven de quien le había platicado. Asentí- Me agrada.

  • Me encantaría decir algo similar, pero no veo como alguien que quiere desplazar a mi madre de la mujer que ama, debería alegrarme. -la niña toco su tabique cual adulto- le hace honor a su nombre señorita Terrible Esmeralda -la niña no sonrió-

  • Oh, y es de armas tomar - ya me estaba ruborizando- y sabe de latín, imposible no sentirse cautivada -me observo- lástima que su madre no sea tu tipo -Tess sonrió. Esto había sobrepasado los límites humanos, por suerte comenzaron a llamar a los participantes-

  • Con permiso -dijo Venezuela caminando lentamente mientras se alejaba-

  • Esa niña tiene mucho de ti. -me dijo sonriendo mientras me daba una palmada en la nalga. - ya veo que le gusta de ti a ella. -refiriéndose a su madre.

La verdad que esto no sería nada fácil. Para mi fortuna no había llegado la madre de Venezuela. Pero para su mal juicio la hora del evento ya casi llegaba. Comenzaron a presentar a los participantes. Venecia estaba contra reloj, la niña paseaba de un lado a otro en su pequeño pódium, los nervios la dejarían mal parada. Mande a alguien de protocolo a entregarle una pelota de platico moldeable para apaciguar sus nervios.

-  Primera pregunta para Abrahams -ella observo directamente al presentador, tenía todas mis esperanzas en ella- ¿lista joven?

-  Nací lista para este momento.

Suspire dejando caer mi cuerpo en la silla. Tess tomo mi mano, sonrió para luego besar mi mejilla.

Tess termino llegando la noche anterior al día de las olimpiadas. Aun siento adormecido mi oído izquierdo de tanto que me grito.

  • Eres una maldita perra. Te odio a ti también -escuche golpes. Muchos golpes fuera de mi casa, observe el reloj 12:57am- abre la maldita puerta que me estoy congelando el culo

  • Tess? -pregunte colocándome la bata para cubrirme. Bernardo comenzó a ladrar-

  • Claro, ¿quién más? -golpeo otro poco la puerta- dile a tu maldito can que se calle.

Corrí abrir la puerta, en definitiva, era ella. Ese tono. En el ímpetu y su palabrería no tenía precio. Al abrir me encontré con una empapada y mal oliente Tess.

  • Eres una perra- dijo quitándose sus tacones para pasar arrastrando sus dos maletas enormes-

  • Dime que hay traes 20mil dólares en billetes de un dólar. -cerré la puerta- oh, puercos. ¿Eres tú quien huele así? -dije tapándome la nariz- Cantinflas. ¡Si eres tú!

  • ¡Maldición si! Soy yo. ¿Dónde mierdas tienes la ducha? Necesito reinventarme por lo menos tres horas.

  • EH, no, no, no. -dije conduciéndola al baño. Ella iba arrastrando su peste-

  • No, no, no nada Guadalupe Rilvers. Me dejaras entrar a esa jodida ducha y gastare toda la maldita agua que me entre en gana. ¿Ha quedado claro?

  • No porque el servicio de agua... -estaba por comenzar mi sermón respecto a lo costoso de los servicios y el porqué de esto, sumándole el daño que se le hace al planeta.

  • Te pagaré todos los malditos servicios por tres meses. -me quede inmóvil, eso sin duda alguna me ayudaría con las cuentas. -

Su ducha de verdad duró mucho tiempo. Mas del previsto. Me arme de paciencia para no cortarle el servicio de agua y limpie la casa. Era una maníaca obsesiva. Padecía el síndrome TOC primer nivel. Mi trastorno obsesivo compulsivo me obligaba hacer cosas que, aunque para otros sean inútiles para mí salvaban mi vida. La limpieza era una de esas cosas. Quizás por ello, en ocasiones me costaba tanto darle la mano a la señora Abrahams.

Una hora y media paso, ella salió de la ducha.

POR FIN.

  • ¡Joder! Si tuvieses una jodida idea de todo lo que he padecido para llegar aquí.

  • Cuéntame. Prepare café. -dije sirviéndole una taza. - imaginó tienes apetito. - ten -le di medio paquete de sándwich ya listo. -

  • ¿Acaso crees que soy una troglodita?

  • Al cesar lo que es del cesar. -sonrió- buen apetito.

Ella comió en silencio, nos gustaba tener esa comodidad al comer. Yo disfrute mi taza de café mientras ella comió cada uno de sus 6 sándwich.

  • Estaban deliciosos. -dijo lavando los trastos. No la detuve. - ha sido un día caótico -dijo sentándose en el sofá, tomé mi taza y me fui con ella- mi amado Volvo se descompuso a mitad de la nada -suspiro- no entiendo cómo te mudaste para el peor lado del país -subió sus pies a mi regazo- no tenía señal,

  • el celular...

  • no comiences a corregirme lupita -dijo suspirando- no pasaba ni un buitre.

  • de este lado no habitan buitres...

  • ¿es en serio? -me observo molesta- déjame contarte mi maldita tragedia en paz.

  • Sigue haciéndolo mal.

  • Es mi jodido problema Chiquitica... -levante una ceja, odiaba cuando cambiaba mi nombre para burlarse de mí- Así que le ore a la virgen de Guadalupe. -sonrió maliciosamente- sí, lo hice. Dure tres horas y cincuenta minutos varada, hasta que mi auto volvió a la vida, fue el intento número veintitrés. - bebió de su café- me he vuelto un poco más creyente. -Sonreí ante su comentario. Eso no tenía sentido- encendió y pude llegar al vecindario, pero a 100 metros de aquí se volvió apagar. Me tuve que ajustar los tacones para empujar ese maldito montón de chatarra y llegar hasta aquí. Pero no Todo es perfecto. -se carcajeó irónicamente- tuve que caer en un bache lleno de estiércol de vaca.

Ella echó su cabeza hacia atrás, y yo solo la observe, Tess masajeaba su cuero cabelludo mientras yo, solo podía estar ahí, ella me recordaba a él.

  • Deja de recordarlo viéndome a mí, me pones nerviosa.

  • Deja de hacer esas cosas. -le dije sonrojándome-

  • ¿Que? ¿Conocerte? Eso ya no es complicado mi amor. -

Levantó un poco la cabeza y entendí que este era el momento, fui a buscar todas las cartas. Al entrar a mi habitación hice una lista mental y ahí estaba aquella carta que había llegado el primer día a nombre de los Rilvers. Tomé el sobre que había llegado con los documentos, las cartas y corrí para llegar donde Tess, ella había recargado su taza y me esperaba ansiosa.

  • Veamos cuanto hizo este estúpido en mi ausencia.

Tess era abogada. Una abogada de 35 años que parecía de 20. Ella y todo su cuerpo se debía al gimnasio. Los aeróbicos y los pilates.

Me encantaba verla, era hermosa, siempre fue como una hermana, la primera en apoyar la relación con kelvin. Sus ojos, verde esmeralda y su piel bronceada al natural. No por nada iba cada quince días a las playas de su localidad. Su busto no era enorme, y su trasero tampoco era grande, ella solo era una mujer que apetecía, esa mirada acompañada con su cabello negro apetecía sin duda alguna saber cuáles eran sus misterios.

Ella entro en el papel correcto, como mi abogada, leyó cada carta que me quebró el corazón, los documentos del sobre; hasta la carta que había enviado mi padre.

No hizo mayor gesto. Estaba como una estatua; de pronto se volvió un ser inamovible, unos minutos después se dignó a observarme.

  • ¿Has leído todo esto?

  • Solo las cartas de él y una hojeada a los documentos.

  • Da gracias que estoy aquí -ella recogió un poco su cabello- la carta que mando tu padre es una convocatoria en dos meses será leído el testamento de kelvin. Y solo tú y yo somos sus herederas -suspire audiblemente porque no quería eso, ella reviso la fecha de la carta de mi padre. - esta carta llegó hace varios meses.

  • Si. Hace unos dos meses. O tres. No lo tengo claro. -dije ida-

  • Genio, ya ha pasado el tiempo predestinado para cumplir el plazo.

  • Otra cosa que no quiero asumir

  • Mañana me comunicaré con el bufete, para asumir las fechas. -ella tomo otros papeles- estos documentos de aquí refleja el estado actual de ciertos activos que él te dejo en vida y los cuales tú como una perra no te has hecho cargo.

  • ¿Activos? Pero, ¿cuáles?

  • ¿tenías idea de ellos? -negué con la cabeza, más confundida que nunca- al parecer el estúpido ese supo hacer el trabajo. Te digo, -suspire- hay una casa en Suramérica que te pertenece, una cabaña al noroeste de la ciudad, un departamento equipado en estados unidos -ella tapó su boca- este maldito, te dejo su carro convertible y a mí solo me ayudo a pagar el estúpido Volvo. -reí viendo la cara de indignación de Tess-

  • Yo no quiero nada de eso. Véndelo, dónalo. No los quiero -respondí un poco agitada, me estaba faltando el aire, quizás era el comienzo de una crisis de ansiedad-

  • Pues te jodes, mi primito fue tan inteligente que coloco una cláusula donde solo tú puedes manejar todas estas propiedades, tan pronto tengas conocimiento de ellas.

  • Ayer estaba esperando que cancelaran mi semana de trabajo y hoy resulta que tengo propiedades valorada en miles de dólares.

  • Eres miles de dólares muy rica. -la mire con mala cara- kelvin explico que sólo tú serias la única propietaria a estos bienes, excepto que mueras y pasaran hacer subastados, con ese dinero lo donaran en las fundaciones que él apoyaba.

  • -comencé a llorar en el regazo de Tess- yo... Yo no quiero nada de esto.

  • Lo se Lupita, pero esos fueron sus deseos. -acarició mi cabello dulcemente- hay más.

  • ¿Cómo? ¿más? -me paso los folletos de un banco de esperma- ¿esto es lo que estoy pensando?

  • Asumo que en algún momento mando a congelar sus espermatozoides y alguien procreara sus hijos -tomó mi mano- ¿sabes quién es ese alguien?

  • ¿También está en una cláusula? -ella negó con la cabeza- no sé qué hacer.

  • Eso no, solo es un deseo sentimental que él tuvo, lo sabremos cuando escuchemos lo que relata su última palabra. -contuve mis lágrimas más de lo usual- él lo sabía. Fue un canalla no lo niego -suspire dejando caer mis lágrimas sin llanto- pero intenta comprenderlo. Para él, tú siempre fuiste más. Su amor por ti, lo sobre pasaba.

  • Ya... -suspire aturdida- dejemos esto así -agarre todos los papeles- todo esto me tiene harta. Mi capacidad emocional esta por el piso. Mi terapeuta aumento las dosis de mi medicamento.

  • Te has sent...

  • ¡No me preguntes como me he sentido! Ni se te ocurra -me levante exaltada, dando vueltas por la casa- me he sentido horrible. Estoy horrible. Me siento más paranoica de lo normal. -tome una de las tantas pelotas de goma que tenía en casa para relajarme- Tengo más crisis de ansiedad que nunca. Me siento más dañada de lo usual. Maldiciones. -me agarre el cabello aun teniendo la pelota en mano- ayer no tenía dinero y hoy tengo una fortuna, tengo tres casas y un auto. -comencé a respirar- sabes yo estaba bien. Ya había avanzado. Tengo tres empleos. Un perro que cuidar. Listo. Mi vida está completa. Tengo alumnos increíbles. -caminaba de un lado a otro de la sala sobando mi cabeza- hay Una estudiante espectacular, que alabó por su crecimiento y su madre, con esa desfachatez, esa falta de carácter. Esa mujer también me está volviendo loca -comenzaba de nuevo mis prácticas respiratorias- la veo y quiero golpearla, devolverla a la gandola de donde siempre baja llena de grasa, luego quiero abrazarla. -me Hale los cabellos delante de la mirada compadecida de Bernardo. -

  • Cálmate -Tess se levantó delante de mí- tranquila -me abrazo- ya no estás sola.

Volví a llorar en sus brazos, necesitaba desahogarme y nada mejor que hacerlo con alguien que me comprendía a la perfección.

  • Yo te ayudare en todo esto. -me dejo sentada un instante en la cama y fue por su celular, hizo una llamada, grito tres cosas para volver a mi lado- me tomare estos días para estar contigo. -Sonreí entre lágrimas. - nunca más volverás a estar sola Lupita. - acaricio mi mentón con su mano suave, lo acepte porque ella era la única amiga tangible que tenía-

Con su voz ronca diciendo cosas tontas dormí. A la mañana siguiente cuando volví a la vida, olía delicioso. Y no era solo cereal. Me levante, para encontrarme la imagen semi desnuda de Tess dando vueltas por toda la sala tal actuación de Sandra Bullock. Sonreí.

  • Por fin dejas de dormir.

  • Son las 6 am menos 20 minutos.

  • Lo sé. No he podido dormir con tantas cosas en la cabeza. Así que te prepare el desayuno -ella me sonrió apuntando la mesa- ni se te ocurra decirme que eres vegetariana. Porque ten por seguro que buscó a la maldita vaca dueña del puto excremento que pise ayer para hacértela tragar.

  • -asentí sabiendo que ella no me obligaría a comer carne- se ve delicioso -me senté a la mesa restregando más mis ojos para terminar despertando. -

  • Debe saber igual. No pase un jodido año estudiando clases de cocina para que ahora vengas a decirme que mis putos platillos saben a estiércol.

  • Ven. -le dije soltando una servilleta-

  • Listo el café -su desayuno eran panqueques de calabaza con jarabe de chocolate, jugo de fresa y café negro; eso fue sólo para mí, el desayuno de ella tenía tanta grasa y tocino -

  • Se que te apetece esto. Pero ni lo sueñes. -sonreí comenzando a comer- que lo disfrutes.

La verdad que esa mañana con ella me ayudó a relajarme. Necesitaba reorganizar mis asuntos emocionales y saber cómo retomar el control de mi vida después de enterarme de las cosas que Kelvin muy amablemente había hecho. Esto no sería nada fácil.

  • Tengo unas cuantas ideas para patearle el huesudo trasero al estúpido de Kel' pero cuando estés preparada abordaremos ese tema. -suspire agradecida de tener tiempo para hablar cuando quisiera- pero ahora, ¿quién es esa mujer gandolera? -me apuntó con el tenedor mientras trituraba su tocino-

No había marcha atrás... Tendría que decirle que esa gandolera, era quien me gustaba.


RcAdriiTorres Facebook Instagram

Se reserva el derecho de autor

Novela protegida por safecreative.

Se acerca el desenlace de esta historia que me tiene muy emocionada...

Espero les guste, lo anhelo, y si no les gusta, ¿Que más da?

Sea feliz, viva y dejé vivir... Los quiero.

Dios esté con ustedes, el universo los ampare... Ambos los guíen.

Recuerden.