Nunca lo había dejado jugar con mi cuerpo

Sentí como mi cuerpo se lleno de vibraciones infinitas que iban y venían por cada milímetro de mi piel, arrastrando con ellas el fuego que ardía incesante en mis venas, sentía un sufrimiento exquisito, un dolor enervante en mi alma

Nunca lo había dejado jugar con mi cuerpo, solo lo dejaba pegar sus labios a los míos y navegar por mi boca con su lengua tibia; esa tarde fue distinta, su lengua hizo despertar en mi un lugar desconocido aun, sentí como florecía y se humedecía al contacto de su lengua con mis labios, no me dijo nada, deslizo sus manos por mis muslos, metió sus manos entre mis piernas, me quito la ropa de un suspiro y quede frente a él indefensa, desnuda y anhelante, mis pezones estaban frente a él desafiantes y relucientes, inexplorados aún; los beso, mordió y chupo mientras mis piernas desfallecían al contacto de lengua ávida; mi voz no se escuchaba en aquel sueño etéreo, me tendió sobre la hierba húmeda y caliente, me tanteo toda sin pudor con las yemas de sus dedos, me probó toda con su lengua, se aprendió el olor de cada poro de mi piel, no dejó un solo resquicio inexplorado; yo estaba débil y febril, sentía que desfallecía con cada milímetro de mi cuerpo que el descubría, su lengua se deslizo entre mis bordes húmedos, sentí que mi alma salió de mi por un segundo y abruptamente regreso atraída por un electroshock, cuando encontró mi capullo de placer, su lengua virtuosa y sus labios jugosos jugaron con el por un tiempo que me pareció volátil, sentí como mis venas se llenaron de fuego y como el fuego bajo hasta mi entrepierna inundando su boca de mi ser; me toco como a un piano e hizo que de mi brotara la más hermosa melodía; cuando por fin embriagados por el aura densa de nuestro placer nos hundimos uno en el otro, dejándonos cegar por el deseo y la pasión, lo deje ir y venir en mis entrañas, sintiendo a cada embestida que mi cuerpo desprendía electricidad, que mi piel se encendía; mis labios buscaron los suyos y nuestras lenguas lucharon insaciables mientras sentía su vientre recargado al mío, haciendo vibrar cada fibra de mi ser, su miembro era firme y fuerte, recorría sin pudor mi gruta llenándola toda con su calor, sentí como mi cuerpo se lleno de vibraciones infinitas que iban y venían por cada milímetro de mi piel, arrastrando con ellas el fuego que ardía incesante en mis venas, sentía un sufrimiento exquisito, un dolor enervante en mi alma y cuando mi cuerpo no pudo resistir mas aquel tormentoso placer que me consumía en vida,  el fuego se hizo insoportable y arrastrado por las vibraciones que se sucedían unas a otras, se deslizaron por mi gruta oprimiendo a su invasor, inundándolo con el torrente de placer más insoportable y delicioso que mi cuerpo ha sentido…