Nunca la edad debe de ser un impedimento

Me siento mal por ser infiel a mi marido, pero nunca he sentido placer haciéndolo con él, y gracias a ti he abierto los ojos, ni te imaginas cuánto echaba de menos esto, ahora es cuando estoy gozando de verdad.

Nunca la edad debe de ser un impedimento

Antes de nada, agradecer tantos a todos aquellos que me leéis como los que me ponéis un comentario, pues por vosotros sé que hago bien contando mis confidencias. Soy de esos que siempre digo… “Que no nacemos sabiendo, pues lo que tenemos que aprender nos lo da práctica”, cosa que intento realizar cada día… mmm.

No me considero un experto en la materia, simplemente me pienso que soy curioso sobre todo en el ámbito sexual, no voy de acosador… no es lo mío, cuando veo que algo no va a funcionar, simplemente me marcho, aunque es verdad que no soy de los que se da por vencido, atrayéndome sobre todo aquellas que están comprometidas, quizás porque el juego es más apasionante… mmm.

Muchas mujeres tienen miedo a dar el paso por miedo, pero no miedo a su cónyuge sino miedo porque esa otra persona se encariñe, acabando por pedir algo más. Debo decir que cuando digo que no busco amistad en mis “relaciones”, miento pues en verdad siempre deseo que al menos quedemos como amigo. No está en mi mente querer algo más, no soy tonto… como tampoco pretende que ella pida algo más, ya que a cada uno nos ha tocado vivir una vida y un pedazo de otra. Lo mío y no me canso de repetirlo, son las relaciones esporádicas donde predomina el sexo, simplemente y estrictamente sexo.

En mi anterior confesión “Las Bodas de Oro”, os conté mi desliz con Marisa, mujer madura y casada con uno de los mejores amigos de mis padres, y claro está compañero de la academia de baile a la que asisten. Mujer que conocí el pasado día diecinueve de mayo en la fiesta que se organizó en honor a las bodas de Oro de mis padres, mujer madura que nada más entrar por la puerta de la mano de su marido me fascino, quizás por su manera de vestir que no iba acorde con su edad (ella cerca de los sesenta y cinco años). La fiesta de mis padres estaba más planteada en forma de una fiesta ibicenca, donde todos debíamos de asistir de blanco, donde nadie desentono y esta mujer menos aun… mmm. Ella asistió vestida con un top de tirantes con bordado, pantalón corto… muy corto y pernil ancho, una cinta en el cuello (prenda que le ponía muy sexy y daba mucho morbo) y sandalias romanas… mmm.

Antes de comenzar, os debo decir que he estado con ella hasta el día de hoy en diez ocasiones… quizás algunas más, cuyos encuentros han sido por corto tiempo en la gran mayoría. Menos el primero, cuyo encuentro y esto lo debo de agradecer a mi padre, fue a raíz de un comentario con su amigo Antonio, pues recomendó mis conocimientos como informático. Pero antes de comenzar, os pondré en antecedentes con aquellos que no hayan leído mi anterior confesión, vale…

Bueno, comenzare con decir que antes de celebrar la fiesta, mis padres encomendaron a cada uno de sus hijos una cosa, dejando en mis manos entre otras cosas que la gente no decaiga. Atento a sus necesidades, atento a que tanto la comida y la bebida “rule”, dando e iniciando conversación. Hablando con todos y no permitiendo que haya coros, ni grupos desunidos, uniendo lazos cosa que según mi madre se me da muy bien. En uno de estos cometidos, no dejo de coquetear con las invitadas femeninas, siendo más insistente con Marisa, llegando está a decirme…

  • “No te preocupa que la gente nos vean tan amigablemente, dándose cuenta de lo pretendes”.

Contestándole muy cortésmente…

  • “No creo que aquí nadie se haya percatado de lo que yo pretendo, pues presto la misma atención a toda mujer en esta fiesta, incluida a mi propia esposa”.

Sonríe ante mi contestación y vuelve a decirme…

  • “Pues tendrás que tener mucho cuidado, pues mi marido es muy celoso y creo que por la manera que nos mira, sospecha algo”.

Miro hacia el marido, el cual nos mira muy serio, le saludo y acabo acercándome hasta donde está el. Comenzando por iniciar una conversación con él, acabando por acercarse mí padre y otro amigo de estos. En la conversación tocamos varios temas… deporte, política e incluso mujeres, cuyo rumbo lo iba llevando yo. Llegando a mentar que minutos antes, intentaba conversar con su mujer y que esta no estaba por la labor, gracias a la ayuda de mí padre ante el rostro del marido de Marisa. Fue este quien le informo de mi cometido en la fiesta, disculpándome de todas formas con él, si había tenido la impresión de otra cosa.

Recuerdo que fue el propio Antonio quien tras disculparse, me animo a embaucar a su mujer y animarla a integrarse en la fiesta, confesándome algunos temas por donde entrar a su esposa. Conversación que tuve que dejar, pues fui requerido por mi mujer, la cual entre besos, bromas y carantoña, acabe por contarle la conversación con mi padre y Antonio el amigo de mi padre, acabando mi mujer por animarme a acercarme a Marisa. A la cual tras acercarme nuevamente, le mire a los ojos y le solté…

  • “Me he quedado prendado por tu manera de andar, viendo que eres una mujer muy sensual”.

Sonríe esta, me contesta…

  • “Serás tú el único hombre que me ve así, pues ni mi marido me mira de esa manera al menos en los últimos quince años”.

Devolviéndome la mirada, continúa…

  • “Veo que tienes una familia muy alegre, espero que la mantengas y no me refiero al amor, sino a tenerla contenta en el sexo”.

Contentándole…

  • “No te preocupes en ese aspecto, ella está más que contenta”.

Sonríe nuevamente y me suelta…

  • “Pues tú sabes una cosa, mi Antonio al principio era como tú, un hombre de boquita… mucho hablar y luego poco hacer”.

Continúo preguntándole, haciéndole que se suelte y viendo que poco a poco, ella no tiene problemas a hacerlo, contándome…

  • “Yo antes de casarme era una mujer muy caliente, pensando que el matrimonio no apagaría esa llama que tengo en mi interior”.

  • “Pero cuando te casas, la llama se va difuminando y aunque somos nosotros los que debemos de conservarla. Son esas cosas que la verdad apenas importa las que nos ponen trabas, comenzando desde el trabajo y que los niños cuando vienen, entonces se acaba el sexo de verdad”.

  • “No era una mujer que estaba de flor en flor, pero deseaba que con el hombre que me casara, pudiera satisfacerme en todo”.

  • “Antonio… mi marido al principio lo hacía o al menos lo intentaba, pero con el tiempo se fue apagando y poco a poco me he ido yo apagándome con él”.

Acabando por soltarle…

  • “Pues yo te aseguro que conmigo no te apagarías, además te aseguro que tendrías ganas de repetir”.

Coge y me suelta entre carcajadas…

  • “Fantasma… ja ja ja”.

Sonríe Marisa, viendo en sus ojos ese brillo en sus pupilas que horas antes no tenía, notándose que desea soltarse y cosa que hace, soltándome…

  • “Pues yo te aseguro que a pesar de los años que tengo, aun me considero muy viciosa y con ganas de hacer cosas malas”.

Baja la mirada y continúa…

  • “Si no fuera abuela y estuviera casada, no me importaría demostrártelo, haciendo locuras y cosas malas“.

Calla unos segundos, asegurándose que nadie le pudiera escuchar, soltando ruborizada e incluso diría que hasta avergonzada…

  • “No me importaría ser tu puta, pudiendo disfrutar a tu lado de los placeres que me han sido quitados”.

Aprovecho que nos habíamos alejado del bullicio, caminando por los jardines de la casa de mis padres hacia el fondo. Acabando por soltarle…

  • “Te invito a que disfrutes aquí y ahora conmigo. Suéltate el pelo como quien dice, no te reprimas… aprovecha y has una locura”.

  • “¿Qué me dices”.

Ella dudosa, nerviosa por cada una de mis palabras, deseando hacerlas. Tentándola nuevamente, le pregunto…

  • “¿Qué es lo que más te gustaría hacer?”.

Coge y me suelta algo que ni me lo esperaba…

  • “Pues me encantaría coger un pene y chuparlo, no dejándolo hasta que se vengan en mi boca… mmm. Eso sí… mientras miro a los ojos”.

Cortando ese momento, no solo el sonido de su móvil, sino la aparición de su marido, acabando por decirle ella ante el temor de hacer alguna tontería conmigo…

  • “Antonio… que te parece si nos vamos a casa, tú y yo solitos y recordamos viejos tiempos”.

Cosa que su marido, tras mirarla coge y le suelta…

  • “Ahora nos vamos a ir… “.

  • “Hombre mujer… tomate algo y disfruta, además no tengo ganas para otro tipo de fiestas”.

Dicho eso, coge su marido y se marcha tras soltarle semejante cosa, quedándose Marisa ahí sentada con cara de pocos amigos. Fue en ese momento cuando comienzo a embaucarla de verdad, no precisamente con rodearla con mí brazo, sino siendo más directo. Comenzando por liarnos en cualquier rincón de la casa como sabéis, acabando en mí dormitorio de casa de mis padres. Donde no solo la penetre por detrás, sino que me la chupo hasta tragar hasta la última gota… aaahhh. Fue en ese momento en que ella, tras levantarse arreglar sus ropas y sus cabellos, me mira y suelta…

  • “Como as cumplido, creo que es hora de marcharme con mi marido, no vaya a ser que de la nota”.

  • “Pero tú sabes dónde encontrarme… verdad”.

  • “Deseo recordar lo que es gozar de verdad, pudiendo repetir esto y algunas locuras más, siempre que tú quieres… mmm”.

Cuando baje a la fiesta, busque a mi mujer la cual estaba un poquito alegre, disfrutamos de lo que quedaba de fiesta, acabando la velada y en la despedida. Cuando se iban a marchar Antonio y Marisa, fue mi padre quién me llamo y me dijo...

  • “Mira José, me ha contado Antonio que tiene un problema informático en su casa, relacionado tanto con su portátil como con la red”.

  • “Acabando por sugerirle que fueras tú a su casa y le echaras un vistazo, pues tu sabias de esas cosas más que nadie. Además ahora que te conocen, para que están los amigos ya la familia”.

Lógicamente acepte, no me quedaba otra y de paso podría visitar a Marisa sin ningún tipo de problemas, no teniendo que excusarme cuando tuviera que ir a su casa. Acabando por aprovechar precisamente Antonio en pedirme ir a su casa mañana domingo, o sea al día siguiente, cosa que apenas pude negarme al ser mi padre quien le aseguro que iría. Recuerdo que nos levantamos bastante tarde el domingo, claro está nos quedamos a dormir en casa de mis padres como el resto de mis hermanos. Siendo mí propio padre quien me recordó que debía de ir a casa de Antonio, excusándome la visita con hacerle saber que no tengo el móvil y aunque la excusa es tonta, ya que mi padre me lo facilito.

Acabe por llamarlo antes, no pensando en presentarme antes… claro está, tras llamarlo este me hizo saber que iba a salir pero que no importaba, pues su esposa estaría aunque aún se encuentra acostada. Aunque puse mil excusas por evitar ir a su casa, no porque no quisiera ver a Marisa, sino por evitar que ella pasara un mal rato al estar su marido delante, cosa que viendo que este salía no habría.

Antes de salir de casa de mis padres, tuve que dejar en casa a mi mujer a los críos como era su deseo, pues aun estábamos resacosos y mi mujer deseaba quedarse descansando. Mire el reloj y salí pitando hacia la casa de Antonio que vive por Dos Hermanas (pueblo cercano a Sevilla), son casi las dos del mediodía cuando me presento en su casa. Tras abrirme la puerta de la entrada y dirigirme hacia la puerta principal, me doy cuenta de la vida que tiene, pues a simple vista ves que no le falta de nada, bueno nada no… le falta esa magia entre ellos. Tiempo ni llamar a la puerta cuando esta se abre, apareciendo Antonio con vestuario de ciclista y que tras estrechar mi mano me invita a entrar.

Mientras me indica donde se encuentra tanto su portátil como el resto de problemas informáticos, me hace saber que su mujer descansa en el piso superior donde se encuentran los dormitorios, acabando por mentarme en plan irónico…

  • “Marisa se encuentra indispuesta, quizás anoche le dio demasiado a algo y es que la pobre no está acostumbrada”.

Una vez en su despacho, miro su portátil al tiempo que me enseña donde tiene el router, dicho esto coge y me suelta al tiempo que se disculpa…

  • “Mira José, me vas a tener que disculpar, pero anoche con la fiesta, no me acorde la verdad que había quedado para hoy”.

Rápidamente le conteste…

  • “No pasa nada Antonio, mira si quieres lo dejamos para otro día”.

Volviendo a insistir Antonio…

  • “No hombre muchacho, no te preocupes, ya que estas aquí no te voy a hacer volver otro día”.

  • “Mira vamos a hacer una cosa, como Marisa está aquí y cuando ella se levante, estará extrañada por tu presencia y por mi ausencia. Si no te importa tú se lo explicas, ella ya lo sabe y que seguro con la mente de pez que tiene que ni se acordara”.

  • “Tu tranquilo que seguro que mi mujer te atenderá en todo aquello que tu necesites, no te imaginas lo buena y servicial que llega a ser algunas veces. Te dejo en buenas manos… vale”.

Yo me vi con el marrón de no solo quedarme allí solo sin ayuda alguna, sino con el tremendo marrón de tener que explicárselo a su mujer en el caso que despierte. Acabando por marcharse este no sin antes hacerme saber que no estaría fuera más de una hora, agradeciendo el esfuerzo por mi parte de tenerme allí, yéndose con la confianza de ser yo y no una persona extraña. Bueno tras marcharse Antonio, yo comencé a mirar el portátil que en verdad no le pasaba nada grave, pues era todo de la configuración y continúe por arreglarle la red.

Pero lógicamente no soy bueno y mis intenciones son otras, mirad tras finalizar con mi cometido, cojo y me dirijo al piso de arriba sin hacer ruido. Tras curiosear algunos dormitorios por fin doy con el de matrimonio, cuya puerta esta torneada, mirando por esta y ver a Marisa acostada de lado… mmm. Desde donde estoy puedo apreciar lo bien que le sienta ese camisón, pues puede apreciarse que lleva unas braguitas oscuras y nada más… mmm. Os mentiría si os digo que no sentí impulso por ella, cosa que ni yo y menos mi polla pudimos evitar… mmm. Haciendo ruido a propósito y ver que hacía, esta se giró de lado pero continuo dormida al menos eso parecía. Vi cómo se giró de lado y ahora me mostraba su cuerpo por delante… mmm, menudos pechos mostraba… uuummm, volviendo a girarse tras asentar la almohada. No pudiendo aguantar mucho y haciendo la locura de meterme en la cama junto a ella, pegándome tanto a su cuerpo que pego mi miembro a sus nalgas, haciendo que ella que note la tremenda erección que tengo y acabar por soltar…

  • “Joder Antonio, como estas hoy… mmm. No me digas que has estado viendo paginas guarras por internet… mmm”.

  • “Uuummm… uuufff!!!, pégate más a mí cariño… mmm, pégate que quiero sentir más… aaahhh”.

Siento como Marisa se pega mucho más a mí… mmm, presionando sus duras nalgas contra mi ingle… mmm, notando como se encaja mi miembro entre sus glúteos… ooohhh. Claro está, está ignora que no soy su marido, llegando a pasar lo inevitable, pues echa su brazo izquierdo hacia atrás, quizás con la intención de tomar su mano, cosa que coger la mía y notar que tacto no es el suyo, acaba sobresaltándose y se gira. Llevándose la tremenda sorpresa de verme allí en su dormitorio, soltándome…

  • “¿Qué coño haces tú aquí en mi casa?”.

  • “Estas loco o qué. No sabes que mi marido está aquí”.

Trato de explicarle mí presencia en su casa, mientras no puedo evitar apartar mis ojos de sus senos… mmm, ella nota mi erección pues clava sus ojos en mi entrepierna. Acabando por taparse con la colcha al tiempo que aparta la mirada, mostrándose avergonzada y ruborizada. Acabando por explicarle mi presencia allí, continuando por hacerle saber…

  • “Tu marido esta mañana antes de marcharse, me pido que te recordara y fueron otras sus palabras que había quedado, haciéndome saber que volvería en una hora”.

Imaginar la carita que se le puso, no porque le haya dejado sola con otra persona, sino porque se haya ido sin haberle avisado antes. Recuerdo su mirada tras escuchar lo que salió por esa boquita, ignoraba que si esa mirada eran por matar al mensajero u otra cosa, sacándome de dudas cuando me soltó…

  • “Te vas a quedar todo el día hay parado o piensas hacerme algo”.

Nada más decir esto, me fui desvistiendo, pues ya que me la iba a follar y para eso quería hacerlo en condiciones… mmm. Me acerque a ella, me subí a la cama arrodillado hasta ella, comenzando por buscar su boca y comernos la boca con ansias. Mostrándose ella entregada, gimiendo cuando pose mi mano en su entrepierna, comenzando a restregar mis dedos por sus labios vaginales hinchados a no poder más… mmm. Proponiéndole…

  • “Déjame que te coma el coñito… mmm”.

Cosa que ella acepta, no sabiendo bien como ponerse al verme tumbarme, pero cuando vio mis intenciones, rápidamente se colocó sobre mi rostro… mmm. Comenzando a disfrutar de su coñito… mmm, devorando su vulva… uuufff!!!, mientras ella gemía e inclinando su cuerpo hacia atrás, acabo por coger mi miembro y comenzar a masturbarme… uuummm. Levantándose a los pocos minutos, colocándose entre mis piernas y tras coger mi tronco, fue llevándose mi glande a su boca… mmm, comenzando a restregarlo por sus labios e ir chupándomelo, introduciéndoselo en su boca poco a poco, mirándome con maldad y ansia… uuufff!!!. Ahora es ella la que se levanta, colocándose arrodillada sobre el filo de la cama, levantándose el camisón y decirme…

  • “Quiero que me la metas cabrón… ooohhh”.

Tomando mi miembro… mmm, busco su orificio y tras posarlo, presiono poco a poco hasta que fui introduciéndosela… mmm. Ella gime y suspira, moviéndome despacio… uuummm, dejando que ella disfrute de cada centímetro… aaahhh. Deteniéndome hasta escucharla suplicar y de una sola embestida… aaahhh, acabo por metérsela hasta los genitales… uuummm, moviéndose ella cuando me detengo y entre convulsiones hacerme saber de su primer orgasmo… aaahhh. Acabando por argumentar…

  • “No te imaginas lo malita que estaba… uuufff!!!, me vas a acostumbrar mal, pues necesito otro más… uuummm”.

Siendo ahora ella quien se acuesta, separando sus piernas mientras me indica con uno de sus dedos que me acerque… mmm. Acercándome y volviéndosela a introducir, comenzando por coger primera una pierna y colocarla sobre mi hombro, cosa que ella decía…

  • “Con cuidado campeón, recuerdas que no soy una chiquilla de veinte años, ya no tengo tanta agilidad y flexibilidad que tu mujer”.

Tras colocar una, tome la segunda y tras ponerla sobre mi hombro, comencé a acelerar las embestidas… aaahhh, acabando por sujetarme al cabecero de la cama y penetrarla con fuerza, mientras ella gritaba y disfrutaba… aaahhh… mmmm… ooohhh. Disfrutando quizás ella más por los años de sequía como tanto decía, mientras yo disfrutaba de ver ese rostro aaahhh. Fui bajando la intensidad de mis embestidas… mmm, cosa que ella lo noto acabando por decirme…

  • “Porque paras… ooohhh, no pares… aaahhh, ahora no… uuummm”.

Comenzando de nuevo a acelerar, mientras ambos gemíamos y suspirábamos, poniendo ella esa diferencial al no dejar de insultar e increpar que le follara con más fuerza, cosa que daba y que deseaba que no le hiciera daño. Llegue incluso a sacársela de su coñito empapado y hacer como si me hubiera equivocado, pues cogí e intente clavársela en su orificio anal, soltando ella ese oscuro arcón de demonios que llevamos dentro… mmm. No pudiendo aguantar mucho más y notándolo ella, acabado por decirme…

  • “Córrete ya campeón, córrete… mmm, pero no lo hagas dentro de mí… aaahhh”.

Cosa que no pude evitar, pues no estaba para dar marcha atrás, llenándola de toda mi leche… mmm, dejándola llenita e incluso cuando saque mi polla de su orificio, acabo por salirle un hilillo blanquecino de su orificio… uuummm. Cogiendo al final Marisa un berrinche de narices, llegando a decir…

  • “Te aseguro que no vas a repetirlo nunca más, no vuelves a cogerme nunca más”.

Cogiendo y darse la vuelta en la cama, mirando hacia la ventana mientras yo me quedo a su lado admirándola, deslizando mi mano desde su hombro hasta su muslo al tiempo que ella suspira… mmm. Fue en esos momentos o quizás minutos más tarde, cuando sonó mi móvil y tras contestar, pude escuchar la voz de su marido Antonio el cual me dijo…

  • “Hola José muchacho como vas, mira me vas a tener que disculpar otra vez, pero voy a tardar un poco más de lo que te dije”.

  • “Mira, voy a tomarme unas cervecitas aquí con el compañero… vale, díselo a mi mujer no vaya a enfadarse más aún. Bueno chico te dejo y perdona que te deje a la fiera”.

Fiera que escucho toda la conversación y que precisamente no se lo tomo bien. Recuerdo que me levante con la intención de darme una ducha, cosa que hago saber mientras que Marisa comienza a encender un cigarro mientras murmulla. Salgo de la cama y me dirijo al baño, asombrándome del pedazo de cuarto de baño, pues tiene una ducha y una bañera de hidromasaje. Optando por irme al plato de ducha y abrir el grifo, mientras dejo que caiga el agua fría y sale la caliente, aparece Marisa tras de mí y me suelta…

  • “No pensaras ducharte sin mi… mmm. No te imaginas las fantasías que tengo de hacerlo en el baño, fantasías que el cerdo de mi marido no ha querido realizarlas”.

Coge y se arrodilla ante mis pies, viendo como alarga su mano derecha hasta mi miembro, tomándolo y atrayéndolo hasta su boca… mmm. Comenzando a chupármela nuevamente, mientras cojo y le suelto…

  • “No me digas que aun tienes ganas, no decías que no ibas a repetirlo nunca más, asegurándome que no iba a volver a cogerme”.

Alza la vista y sonriente me suelta…

  • “Anda tonto… era broma, como voy yo a decirte eso… mmm”.

Continuando comiéndomela… mmm. Acabando por hacerla levantar y comerle la boca al tiempo que magreo sus senos y cuello… mmm. Apartándome de su boca… mmm, busco su cuello primero, beso y chupo mientras se estremece, viendo como ella se hace un dedo… mmm, dejo su cuello y tras besar su hombro voy descendiendo hasta sus senos, mientras mis manos masajean tanto su vulva como sus nalgas… aaahhh.

Acabando por empujarla hacia los azulejos, aconsejarla que se apoye con ambas manos sobre estos y que eche sus nalgas hacia atrás… mmm. Mientras yo cojo mi miembro con mi mano y lo conduzco hasta su coñito… mmm, introduciéndoselo muy despacio e ir penetrándola poco a poco… aaahhh, hasta que mis huevos golpe sus labios… uuummm… uuufff!!!... aaahhh. Acabando por soltar entre alaridos y gemidos…

  • “Córrete ya… aahhh, córrete dentro… ooohhh, quiero sentirte toda mío… Uuummm”.

Acabando por descargar dentro de ella, quedándome con mi polla dentro de su coñito durante unos minutos hasta sentir ambos como perdía la erección… mmm. Luego tomamos esa ducha que nos dejó hecho polvo y no mejor dicho, mientras Marisa salía primero de la ducha y se secaba, yo me fui duchando. Ella ya vestida bajo abajo a la cocina mientras yo me vestía, luego comí algo que ella me había preparado y no deje de decirle lo mucho que deseaba repetirlo, cosa que ella ruborizada me decía…

  • “Cuando tú quieras lo repetimos, yo estoy muerta e incluso un poco escocida pero por hacer locuras… me apunto”.

Uuufff!!!. No veáis como me pone esta guarroná, comencé a decirle situaciones donde podíamos hacer realidad sus fantasías, proponiéndole que se comprara en el caso que no tenga prendas sexy, cosa que me hace saber que tiene… mmm. Conversando y viéndola de espalda mientras se hacía algo de comer, no pudiendo evitar clavar mis ojos en ese culo que tiene, culo que apenas puede ocultar ese vestido que se puso… mmm. Moviéndose ella, contoneando su cuerpo, inclinándose como si algo cogiera de los muebles inferiores, enseñándome la ropa interior que se ha puesto… mmm. No pudiendo evitar levantarme y dirigirme hacia ella, posar mis manos en su cintura y restregar mi miembro por sus nalgas, ella me mira y sonríe, soltándome…

  • “Te gusta lo mala que soy”.

Y tras sacar mi miembro del interior de mi pantalón con la intención de clavársela de nuevo, escuchamos la puerta cerrarse de golpe y el grito de su marido Antonio… llamándonos. Entra en la cocina y me ve picando algo mientras su mujer le mira con ira, me sonríe y me manda a callar con su dedo en sus labios. Viendo cómo se acerca a su mujer por la espalda y repite aquello que yo, minutos antes le estaba haciendo… mmm. No acabando de picar y les hice saber que me marchaba a casa, pues debía de estar con mi familia. Bueno antes de despedirme os debo mentar que Marisa y yo, no hay día que no nos whatseamos y la muy guarra no hay vez que me mande una foto suya, pues como siempre dice…

  • “Hay que mantener la vela encendida y por mí no será”.

Las dos últimas fotos que me ha mandado, donde en una de ella aparece con un camisón rojo transparente sentada sobre la cama, camisón que muestra todos sus atributos… mmm. Aunque la otra foto para nada tiene desperdicio, pues aparece con medias con medias y ligueros de color negro, mientras sus manos se están pellizcando sus pezones endurecidos… mmm. Bueno os dejo, espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios. Mi email (lógicamente todo junto) es… Jhosua 1974 @ Gmail . com