Nunca imaginé que mi pareja
Nunca imaginé que mi pareja, Julia, fuese capaz de hacer lo que me contó algunas semanas después de haber ocurrido los hechos.
Nunca imaginé que mi pareja
Nunca imaginé que mi pareja, Julia, fuese capaz de hacer lo que me contó algunas semanas después de haber ocurrido los hechos.
Todo comenzó en un día de principios del pasado año.
Esta es una de las extrañas situaciones que conlleva ser autor de relatos eróticos.
Soy una persona muy… afectiva… O sea. Me es fácil encariñarme con personas, situaciones… Pero jamás me había ocurrido con una persona a través del correo. En una relación, como ella definía, “epistolar”.
Estoy inmerso en un mar de dudas… Dos meses atrás recibí un correo, en mi dirección de Pablo, donde me pedían unos datos que llamaron poderosamente mi atención. No tanto por el contenido, como por la forma de pedirlos. Con cortesía, sin errores ortográficos, ni de sintaxis…
De Gema a Pablo:
Hola!!!
He caído por casualidad en tus relatos (no soy habitual de la página), y te escribo para decirte que uno me ha llevado a otro y que he terminado casi adicta... jajajajaja.
Me he divertido de relato en relato...
¿Puedes contarme por qué comenzaste a escribir relatos eróticos? Es pura curiosidad...
No te he comentado en la página porque no estoy inscrita.
¡Felicidades! No todo el mundo tiene la capacidad de hacer disfrutar a otros...
Comentario de Pablo:
Se lo leí a Julia, mi pareja, que me invitó a responder… Y lo hice.
Como consecuencia de mi respuesta se produce una avalancha de correos en ambas direcciones… Misivas que, poco a poco, me iban atrapando en una deliciosa red de emociones, de sentimientos… Algo que no me había ocurrido nunca, en los cinco años que ando metido en estos menesteres, como escritor de relatos eróticos.
Le contesté, respondiendo a sus preguntas:
De Pablo a Gema:
Hola G. Intentaré saciar tu curiosidad.
En el verano de 2013, estando tomando una copa con mi pareja, en una cafetería de la ciudad donde veraneo, escuché una conversación en la mesa cercana. Eran una pareja de mediana edad.
Ella le decía a él, muy sofocada:
—- "¡Es imposible que el marido no supiera que la mujer ejercía como prostituta en pisos burdel desde hacía más de diez años!"—- .
No disponía de internet, pero si de un portátil, cuando llegué al apartamento me senté y de un tirón escribí doce o catorce páginas en una tarde. En los días siguientes completé casi cien páginas A4 de Word. Al volver a casa creé el autor, "Solitario", y subí las primeras páginas.
En 24 horas más de 7000 lecturas y los comentarios me invitaban a seguir escribiendo... y así lo hice... hasta hoy. No conocía esta faceta mía y el primer sorprendido fui yo.
Me ha servido para ahondar en mi personalidad, en mi forma de ser y pensar... Una magnífica terapia. Mejor que la que les recetaba a mis... clientes.
Espero no haberte aburrido con esta parrafada. Me gustaría que me comentaras lo que has leído, qué te gusta, qué no. Dependo de los comentarios como feed-back y si seguimos en contacto podré contarte algunas experiencias curiosas sobre los personajes, las descripciones, los sentimientos y las emociones.
Un saludo afectuoso de Pablo Andrade.
Y a continuación recibí este correo:
De Gema a Pablo:
Hola, Pablo:
Muchas gracias por responder. Me sentía un poco extraña escribiendo a un desconocido (no es mi estilo) y tampoco tengo claro qué me impulsó a hacerlo. He llegado a este mundo hace relativamente poco y tengo muchas preguntas... jajajaja... Por su puesto que no me has aburrido con tu correo, al contrario, has motivado que mi curiosidad aumente.... ¡menudo peligro!
Voy a atreverme a preguntarte, ya que has sido tan amable.... Mi primera curiosidad es sobre si eres una persona "normal", quiero decir, una persona normal con un trabajo normal y una vida normal... es decir, ¿cualquiera (con un mínimo de aptitudes) puede dedicarse a esto como hobby? ¿Lo sabe tu entorno? ¿Afecta en algo?
Quizás te sorprendan mis preguntas pero yo me he acercado al mundo de la literatura erótica y más aun a esta página de forma totalmente clandestina... y no quiero ni pensar qué pensarían de mí... ¿te sorprende esto?
Me llaman mucho la atención estos textos que me atraen en un mundo de fantasía pero que no me imagino en mi vida real... No creo que esto sea tan extraño...
Respecto a tus relatos (no he tenido tiempo de leer todos) me gustan las historias que recreas, el mantener ese interés que hace que quieras continuar... de hecho empecé con "Era noche cerrada" y me sorprendió no encontrar la típica historia "metesaca" que personalmente, no me aporta nada.
Hay algo más para que un relato erótico me guste y creo que es evidente: es necesario que las partes de sexo más explícito me exciten (no puedo creer que te escriba esto...jajaja), que conecten con mis deseos... Supongo que esto es así en la mayoría de las personas.
Si te apetece, me gustaría seguir conociendo más este mundo... podríamos hablar de algún relato concreto... Soy muy aficionada a la literatura en general....
No sé qué pensarás de todo esto. Ah, tengo xx años, no es importante este dato pero así conoces algo más de mí...
Un abrazo.
Mi respuesta fue:
De Pablo a Gema:
Sí, me considero una persona “normal”, aunque no todos estén de acuerdo con mi concepto de normalidad. En este país mis ideas no son muy “normales”. He trabajado en el mundo de la telecomunicación durante muchos años, ahora estoy jubilado y no tengo las aficiones “normales” de los “machotes”. O sea. No me gusta el futbol, ni los deportes en general. Sí, la literatura, la informática, la radio afición, la electrónica… O sea, como veras, muy normal no soy. Si ahora tuviera 15 años sería un “Friky”.
Estoy felizmente casado, con hijos y nietos. Como es lógico no todos están muy de acuerdo con esta actividad que me apasiona. La literatura erótica.
Ha sido tras mi jubilación que me he dedicado a ella y cada vez me alegro más. Con mi pareja discuto los relatos antes de subirlos, a ella la gustan pero mis hijos “dicen” que no los leen, les da vergüenza. Pero a veces se les escapan comentarios que me hacen pensar lo contrario. Sobre todo sabiendo que hoy tengo 2.799.000 lecturas de mis 98 relatos. Además tengo un libro publicado en Free-ebooks. Con los 21 relatos primeros que escribí, los que fueron inspirados en la anécdota que te conté. –16 días cambiaron mi vida-
Si quieres seguir leyéndome te aconsejo que leas “El sueño de Irene”, “El estudiante”, “Clara”, “Armas de mujer”, “Servicio de caballeros” . O sea los más cortos. O si lo prefieres te los puedo enviar en formato DOCx o PDF por este medio.
Respecto a lo que puedan pensar de mí, eso ya hace años que no me preocupa, claro está, dentro de un orden. Como comprenderás utilizo un alias para escribir. Pablo Andrade no es mi nombre real y esta es mi dirección de correo “secundaria”. A mis amig@s más íntimos si les hago partícipes de lo que hago. Y no se rasgan las vestiduras. Ell@s saben que mi modo de pensar ha sido siempre muy liberal.
Las descripciones sobre actos sexuales me garantizan un número alto de lectores. Si lo observas, al menos yo así lo creo, cada historia tiene un fondo, a mi entender, didáctico. No violencia machista. Respeto a las ideas de otros. “Ana, mi hija” es una historia sobre la violencia en la escuela, el buying, por ejemplo. Pero sobre todo, y aquí termino mi parrafada, para mí ha sido una magnífica terapia psicológica. Fui psicólogo no clínico y he descubierto aspectos sobre mi personalidad que desconocía. Y ha sido muy positivo.
Me gustaría que siguiéramos en contacto.
Un abrazo. Pablo.
Siguieron varios correos… En ambas direcciones.
De Gema a Pablo:
Hola, Pablo:
Ya estoy en casa... ¡está nevando! ¿Te lo puedes creer? menos mal que el gorro y los guantes seguían en el bolso... Ahora en casa genial, calentita, sofá y música... Estoy sola ahora...
La consulta médica ha ido genial, no es que tuviera miedo a los resultados, sino que tenía miedo a que me dijeran que mi problema era por estrés... y odio todo lo psicosomático... Yo a algo físico puedo intentar ponerle remedio pero ¿al estrés? ¿qué hago? ¿dejo de vivir? sé que tengo un trabajo con cierto nivel de estrés pero yo me siento bien, creo que lo llevo sin problemas... pero la especialista de digestivo, majísima, me ha mandado unas cápsulas para tomar y me ha tranquilizado un montón...
¿Sabes? Estaba esperando que llegase este momento... escribirte y leerte se está convirtiendo en algo adictivo... casi tanto que empiezo a preocuparme... jajajaja... ¿qué me has dado? No sé cómo hemos llegado a este nivel de confianza... Hace un tiempo leí que la confianza es algo así como una hipótesis sobre lo que alguien hará un día respecto a ti. Es como una apuesta por alguien, de la que crees predecir su comportamiento... Y yo... confío en ti... Y no te he visto nunca... ni te he tocado... solo he oído tu voz y leído tus palabras... Pero sé que estás ahí... Y aunque sé también que Julia es todo lo que necesitas, que tienes amigos y familia que te adoran, que tus lectores te siguen... me gusta imaginar que cuando escribo o escribes, formamos parte de un micromundo donde experimentamos unas conexiones que a veces nos desbordan... o por lo menos, así lo experimento yo...
Ayer leí Servicio de Caballeros; me gusta la historia en general, mantiene la atención, también el final con la hermana... me estoy dando cuenta que en esto del incesto me molesta más la homosexualidad que la heterosexualidad, debe ser porque estoy más acostumbrada... me ha desconcertado Lorena... no me cuadraba el cambio en el personaje pero lo has resuelto bien... También me cuesta esto de las mujeres pidiendo dolor en el sexo... las habrá, no digo que no... Pero a mí me corta el rollo, no sé si me explico...jajajaja Porque estarás conmigo en que una parte muy importante de un relato erótico es la excitación que produce en el lector... Me asombra que seas capaz de describir un acto sexual de tantas maneras... nunca me suena repetitivo contigo (a diferencia de otros)... Me encanta...
¿No has practicado nunca sexo virtual? serías bueno, muy bueno...
Me queda uno de los que me mandaste ayer, hoy lo leo. Y tendrás que mandarme más cosas para que lea... lo voy a echar de menos...
Te dejo de momento, tengo que terminar unas cosillas de trabajo... Molts besets, xic guapo!!!
Los correos se multiplicaron y llegaron a ser para mí. Entramos en una dinámica muy y pasamos a practicar sexo virtual,
Llegados a este punto he de aclarar que mi pareja no prestaba demasiada atención a mis juegos ciber eróticos con Gema, o al menos eso creía yo.
Pero la realidad era que Julia conocía todo lo que sucedía, pero no dijo nada. Simplemente se dedicó a planear una operación que hubiera dejado helados a los agentes de la CIA.
Yo conocí esta acción después de llevada a cabo por ella.
Conocía mis claves de acceso, no se las oculté nunca, pero no podía imaginar lo que planeó.
Comunicó a Gema, suplantándome, que cambiaba de dirección de correo, borrando el e-mail y se dedicó a intercambiar misivas con Gema, desde su nueva dirección, sin mi conocimiento. A mí me extrañó que, Gema, dejara de enviarme correos y supuse que se había cansado del tema y lo había dejado. No insistí.
Pero Julia, reemplazándome, llevó a Gema a pensar que estaba interesada en un contacto físico, no virtual, pero impuso sus condiciones; esto lo supe semanas después de haber ocurrido; cuando Julia me confesó lo que había hecho.
Siguiendo la dinámica de sexo virtual, en que habían entrado, pudo convencer a Gema, suplantándome, de cambiar a sexo real y que nos encontraríamos en una ciudad intermedia entre nuestras residencias, pero que era imprescindible que siguiera escrupulosamente las instrucciones que le daría.
Le informaría del día y la hora del encuentro, así como el hotel y numero de habitación.
En correos posteriores le especificó las condiciones del encuentro.
Que al llegar se encontraría la puerta de la habitación entre abierta, que entrara y cerrara tras ella. No debería abrir ninguna puerta ni acceder al baño. En el más absoluto silencio.
Estaría encendida la luz de la mesilla de noche, donde encontraría un antifaz, unas muñequeras, para las manos, otras para los pies, con mosquetones y una mordaza para la boca.
Debía desnudarse totalmente.
Que se pusiera todos estos aditamentos, abrochando la mordaza en la nuca y las correas en las muñecas y los tobillos. La máscara cubriría los ojos y no le permitiría ver nada.
Apagaría la luz y engancharía, con los mosquetones, las muñequeras a unas correas en la cabecera de la cama con los brazos en cruz y se tendiera boca abajo separando las piernas todo lo que pudiera, formando una cruz de San Andrés.
Gema cumplió las instrucciones recibidas no sin dudas, como supe después.
Julia estaba en el pasillo de la planta, según me dijo no podía arriesgarse a que Gema quisiera hacer pipí y la sorprendiera, si se ocultaba en el baño.
Al entrar en la habitación encontró a Gema tal y como le había ordenado. Julia también llevaba un dispositivo de visión nocturna que le permitía ver y lo primero que hizo fue quitar la tarjeta de la ranura que activaba la luz en la habitación, por si a Gema se le ocurría encender alguna.
La imagen de Gema tendida en la cama la excitó. Se acercó hasta sentarse a su lado y acarició las suaves nalgas de la mujer que, al percibir el roce, sufrió un escalofrío que erizó toda su piel. La idea de disponer del cuerpo de Gema a su antojo la excitaba de forma que ella no comprendía.
Siguió con la caricia subiendo por la espalda hasta la nuca. Los espasmos eran continuos… Temblaba y gemía…
Pasó una mano por la entrepierna de Gema y pudo notar la humedad de su sexo; con la otra la pasó por el suyo y también se mojó. Las dos estaban muy excitadas.
Esto no estaba previsto por Julia, ya que su objetivo era la venganza. Pensaba que las intenciones de Gema eran llevarme a su terreno, seducirme y… apartarme de ella. Claro está que esas ideas no tenían que ver con mi realidad. Mi interés era exclusivamente “epistolar”.
Pero sus planes, los de Julia, tropezaban con un problema y es que al ejecutar las acciones que había planeado también se excitaba, se sentía, según me dijo, poderosa, dueña de la situación, con una mujer sumisa, atada y amordazada, desnuda y tendida en la cama dispuesta a lo que fuera con tal de cautivarme. Este escenario no estaba previsto por Julia.
El contacto de los dedos de Julia en el clítoris de Gema provocó una fuerte contracción y un gemido profundo, gutural, como de ultratumba.
Pocos minutos después, tras acariciar con sus dedos la vulva y el clítoris de Gema, besar su nuca, el cuello, mordisquear los lóbulos de las orejas, respirando fuerte debido a la excitación, un potente orgasmo recorría el cuerpo de la sometida.
Julia, a su vez, se masturbaba frotando su mano en los labios vulvares. Estaba, como su sumisa, totalmente desnuda. Los pechos colgando rozaban los pezones en la ropa de cama, tratando de que Gema no los notara y pudiera descubrir que no era un hombre, sino una mujer quien la poseía.
No pudo evitar llegar al clímax… Ahogando el gemido que podría delatarla.
Se apartó de la cama.
Julia disponía de una serie de artilugios sexuales con los que jugar con Gema. Acarició el sexo impregnándose los dedos de fluidos vaginales de Gema. Lo olió, con la punta de la lengua saboreó y no le disgustó. Después recogió de los suyos y los mezcló.
Con los dedos empapados acarició el esfínter anal, Gema se estremeció. Insertó la primera falange de su dedo medio en el ano de la mujer… comprobó su elasticidad penetrándola con dos dedos.
Seleccionó un pluging de algo así como un centímetro y medio de diámetro; lo fue insertando suavemente en el ano de Gema que se retorcía, pero no pudo evitar quedar ensartada por el artilugio.
Cuando observó que la respiración se había normalizado pasó a la siguiente fase.
Se colocó un arnés con un amenazante falo plástico negro, que oscilaba a ambos lados al moverse.
Puso un almohadón bajo el vientre de Gema para que elevara su trasero, procediendo a continuación a introducir el falso falo en la vagina de la mujer.
Gema dio un respingo al sentirse penetrada. Julia comenzó a moverse lentamente al principio, para ir incrementando la velocidad paulatinamente hasta convertirse en auténtica locura. Arrodillada entre sus piernas se retorcía los pezones violentamente; después recordó cuál era su objetivo y pasó sus manos por los costados de Gema para atrapar sus senos y pellizcárselos con violencia y observó que Gema empujaba hacia atrás, buscando una mayor penetración, gemidos, bufidos y convulsiones llevaron a la mujer a otro orgasmo, coincidiendo con el suyo. Los roces del arnés en su pubis, la excitación de sus pechos y la situación hicieron que también ella se retorciera en un poderoso orgasmo.
Extrajo el artilugio de silicona del sexo para preparar la siguiente acción.
Tuvo la delicadeza de embadurnarlo con un lubricante especial que dejaba un ligero ardor en las paredes del orificio tras la penetración.
Extrajo el plug del ano de la chica y lo sustituyó por el dildo del arnés. Poco a poco, sin forzar excesivamente el receptáculo hasta quedar insertado en el recto en su totalidad.
Pasó una mano bajo su vientre para excitar su bultito del placer en la vulva que estaba empapada, encharcando hasta las sábanas. Pensó en el trabajo de las camareras del hotel.
Moviéndose aumentando la velocidad hasta que las contracciones de su pareja forzada le indicaron que había llegado de nuevo al orgasmo.
Sacó el falo y se marchó al baño. Se duchó, se vistió y al acercarse a la cama no pudo evitar besar en la mejilla a Gema que lloraba. Recogió sus cosas en la bolsa que llevaba al efecto.
Le dejó una nota en la mesilla, de pie apoyada en la lamparita.
Le dijo susurrando en su oído.
Soltó una de las muñequeras y salió.
Sentada en una mesita en la cafetería esperé a que saliera por la puerta del ascensor. La vi. Miró a su alrededor hasta que fijó sus ojos en los míos y… sonrió.
Vino directa a mi encuentro.
—¿Eres Julia no?
—Sí, Gema. ¿Decepcionada?
—¿Esto lo ha preparado Pablo?
—No, él no sabe nada. Lo he suplantado en el correo.
—¿Por qué? ¿Qué pretendías? — Gema puso su mano derecha sobre la mía, acariciándome.
—Es complicado. Al principio me cabreé mucho con vuestra relación. Pensé que buscabas liarlo, apartarlo de mí. Quería acabar con lo vuestro y vengarme. Después, cuando te he tenido tan obediente, tan sumisa, dispuesta a todo… no sé qué me ha pasado. Acariciar tu piel besarte… Me he corrido como una loca contigo… Yo no esperaba esto. Y me ha encantado. ¿Y a ti? ¿Te ha gustado?
—Si te soy sincera, me he corrido como una loca. Muchas veces, no sé cuántas. Pero no había alcanzado el orgasmo más de una vez nunca, con nadie. Has conseguido sacar a la puta que hay en mí y… por lo visto a la bollera. No imaginaba que una mujer pudiera producirme tanto placer. Aunque ahora siento un picorcillo en el culo que me pone... ¡Uff!