Nunca he sido una zorra (Epílogo) Final

Nueva vida para Aina.

Epílogo

Tras la muerte de Ríchar, me quedé desolada y hundida. No me dejaron velarlo, ni despedirme de él. De las que fueron mis amigas, solo Alex me llamó para darme el pésame, las otras dos no han llegado a perdonarme mi maquiavélica venganza. Una rápida incineración fue el único homenaje que recibió Ricardo Lafuente de Zúñiga y Barredo. Tal vez era lo que se merecía por sus desmanes anteriores, pero cambió tanto que  me dolía no poder hacerle un funeral a la altura de su apellido. Su urna funeraria iba a ser depositada al lado de la tumba de su hijo Ricardito en la espera de que pasen 7 años más y puedan exhumar los restos  y descansaran  juntos en el mismo nicho.  Pero me pareció más acertado esparcir sus cenizas en Los Pilares, para que disfrutara con los intercambios, las bacanales y las orgías que se practicaban en esa dichosa casa rural.

A aquella casa, de la que aún hoy, en tiempo de pandemia, sigue reportando beneficios, le sigo guardando recelo por lo que mi marido vivió allí, aunque el amor que me dio los últimos años para mí fue suficiente para sentirme plena e ir olvidando todo el daño que me hizo. Muchas veces me he preguntado por qué aguanté tanto junto a Ríchar. El amor, no tengo otra explicación, ni siquiera mi estricta creencia religiosa puede resistir tanta humillación. ¿Pero ese amor era real o  fruto de una idealización del hombre que me violaba entre los matojos de la alameda? Como me deja entrever mi psicóloga.

Desde la muerte de mi hijo, sigo en tratamiento psicológico; la psicóloga con la que me enfrento en cada terapia, me  asegura que mi Ríchar no me quiso mientras estuvo postrado en la cama, según ella sucumbió a mi Síndrome de Estocolmo . Me niego a creerlo, por mucho que hallamos ido analizado películas desde  la francesa“En sus manos” a la estadounidense“Una vida en tres días, pasando por más clásicas como la propia“Síndrome de Estocolmo”, o las diferentes propuestas con el tema latente, tales como “Buffalo 66”, “Portero de noche” y hasta“La Bella y La Bestia” de Disney, pero en ninguna me he sentido identificada.

Yo ya amaba a Ríchar antes de la violación, seguro que sí, y al final él me quiso a su manera. Aunque tal vez a veces me hubiera gustado ser tan malvada como la enfermera de Misery. Pero para eso hay que ser mala persona y yo nunca lo he sido, como tampoco nunca he sido una zorra, algo que tanto me ofendía cuando el ser que habitaba el cuerpo de mi marido antes del accidente, me lo decía.

La herencia de los Lafuente de Zúñiga fue repartida entre numerosos sobrinos y con la empresa aceitera se formó una cooperativa entre sus trabajadores, que supieron hacerla resurgir después de la mala gestión de Ríchar, que en una sola semana, puso la fábrica al borde de la bancarrota.

Yo insistí a Alex que reclamara lo que le correspondía a sus hijos, de los que no tenía ninguna duda de que Ríchar era el verdadero padre, y para asegurarme guardaba un análisis de ADN por si quería reclamar ese derecho a heredar. Pero ella no quiso saber nada del tema, tampoco le hacía falta, pues con la fortuna de su familia y la de su marido le era suficiente.

Yo tampoco quise pelear por la fortuna de mi suegro y acepté las migajas que la familia me quisieran dejar, con la condición de que no intentaran evitar que la fábrica de envasado de aceite quedara en manos de sus trabajadores, tal como hay dejado dicho en multitud de ocasiones el patriarca de la familia. Aun así, heredé una buena suma de dinero, el chalé de mi marido porque estaba a su nombre y no al de su padre y para sorpresa mía, la casa rural de Los Pilares, ya que ningún familiar tan ultracatólico como la Praelatura Sanctae Crucis et Operis Dei, se quiso hacer cargo de aquel antro de pecado y perversión.

Hice una sugerencia al nuevo director general de Aceites Lafuente, que la donación  mensual a la Obra que incluía en sus estatutos la fábrica, fuera cambiada por unanimidad de sus socios, a una donación a Cáritas, más acorde con la nueva filosofía de la empresa.

A pesar de la tristeza que sentía por la pérdida de mis tres Ricardos, me sentía dichosa conmigo misma. Ahora era capaz de mirar a todos a la cara. Mi paz interior se había estabilizado tras contar unas cuantas mentiras, las mismas que me sirvieron para llevar a cabo mi venganza.

De todas las personas afectadas por la mentira del Virus del Papiloma Humano, la que creí que estaría menos resentida conmigo sería Jose. ¿Si no para qué me enviaba videos de sus hazañas? Aun así, seguía muy enfadada conmigo, cuando en realidad le quité de encima una monstruosidad de persona como es Alejo. Nunca sería capaz de reconocerlo, pero sabe que le hice un favor.

Pau continua con Mario, que se ha vuelto extremadamente celoso y posesivo, no se fía de ella, aunque de tanta penitencia con el silicio, han desarrollado un gusto masoquista en sus relaciones sexuales. Eso no quita que Mario siga vigilando a las mujeres de sus amigos como cuando era un adolescente. Momento en que Pau aprovecha para resarcirse, esta vez con más precaución, aunque creo que alguna vez ha besado a su marido después de tragarse toda la corrida de todo un semental africano.

En cuanto a Alex, hemos comido alguna vez juntas, ella, como hizo mi Ríchar en su día, también me ha pedido perdón por sus irracionales acciones. Vuelve a estar embarazada poco después del parto de las mellizas. Es ella la que me cuenta sobre cómo les va a mis otras dos amigas y me pone al día sobre sus vidas.

A Alex ahora le va muy bien pues con la ayuda de su confesor, el padre Adrián, Pablo y ella han dado nueva vida a su matrimonio. Se sienten liberados y tanto ella como Pablo disfrutan jugando con su micropene, teniendo relaciones sexuales altamente satisfactorias.

Me cuenta que Pablo es un salido total, y lleva con orgullo que ella lo llame pichacorta, mientras folla. También se excita cuando lo llama cornudo recibiendo persistentes embestidas, y se pone como una moto cuando le narra que lo que más le gusta a ella es sentir una descomunal polla como la que le estaba entrando en ese momento en su carnosa vagina, mientras acaricia el cabello rubio de Adrián, su confesor y amante. Solo de verlos follar, Pablo queda infartado y se pajea como loco hasta que su semen chorrea sin fuerza por su mano.

Muchas veces me ha preguntado mi psicóloga si me había sentido alguna vez una consentidora. Yo siempre le respondo con sinceridad que nunca me sentí así. Yo era una mujer libre, podía haber rechazado casarme con Ríchar, podía haberlo denunciado. Cuando propuse casarme con él, también aceptaba inconscientemente que él no iba a renunciar nunca a su vida libertina. Yo no admitiría nunca que él se fuera cada noche a disfrutar con sus amantes, y mi única intención era recuperarlo, aunque fuera de una manera poco ortodoxa.

En cuanto a mí, decidí guardar luto durante 6 meses, no es lo más normal en esta época, pero me apetecía; tampoco es que con el Estado de Alarma se pudiera ir a muchos sitios, del trabajo a casa. El luto me sirvió como excusa para no quedar con las compañeras tras el trabajo cuando se dio paso a las distintas fases de apertura.

En septiembre volví a ponerle color a mi vida, Mamen, una compañera que realmente se preocupaba por mí, me propuso hacerme una cuenta en Tinder, me pareció una locura, pero se pudo tan insistente que acepté, aunque fue ella misma quien configuró mi perfil.

Pronto tuve varias desastrosas citas, tal como preveía, por más que insistiera Mamen, pues con 34 años me sentía vieja. Estaba harta y le di una última oportunidad a la aplicación..

En el Puente del Pilar, en el chat coincidí con Víctor, de mi misma ciudad, empresario electricista. Charlamos, congeniamos y quedamos para tomar unas cervezas.

La cita empezó mal, yo iba de punta en blanco y él apareció con ropa informal, tal vez me precipité en mis expectativas. Al sabor de la Alhambra Especial, nos fuimos relatando nuestras experiencias en Tinder a la par que ambos mostrábamos pinceladas de nuestras vidas. Víctor estuvo casado con una conocida política de izquierdas, llevaban vidas separadas, pues ella estaba muy entregada a su profesión en la Carrera de San Jerónimo. Él supo de algunas de las infidelidades de su mujer, pero siempre las perdonaba, también lo hacía por amor, lo que no pudo perdonarle es que se hiciera una ligadura de trompa sin contar con su opinión, pues en la ambición de aquella mujer no entraban los hijos. Llevaban algo más de un año divorciados. También me contó que trabajaba de electricista junto a su hermano en una empresa familiar que habían creado… y que era de PODEMOS y ateo.

– “Vaya –pensé–, como para que funcione esto… tan de derechas que es una”. Estaba segura de que yo con un rojeras nunca iba a congeniar.

Tras unos cuantos titubeos, yo le hablé de mis inseguridades, de algunos traumas que los psicólogos me habían hecho ver. De mis miedos nocturnos, de mi soledad tras la muerte de mi marido por coronavirus.

–¿Era de esta ciudad? –me preguntó, interesándose por mi marido.

–Claro, se llamaba Ricardo Lafuente de Zúñiga.

–¿El gran empresario?

–No, hombre, su hijo.

–Buff… –le escuché decir.

–¿Y ese bufido?

–Ah, nada, ha sido la sorpresa –dijo intentando esquivar el tema.

-No, dime, no me importa, es más me gustaría saber tu opinión.

–Bueno, me ha sorprendido un poco, pues Ricardo, hijo, tenía alguna fama de mujeriego.

–¡No me digas! –exclamé con sorna– ¡No tenía ni idea, fíjate!

–¿De verdad? –y su cara era un poema. Yo me eché a reír y tras asimilar mi broma, él también me acompañó riendo.

La primera vez me lo pasé bien, a pesar de lo mucho que nos separaba, y quedamos para una segunda vez, y tras esta, para una tercera.

Esa vez comentó que había visto una serie que le recordaba mucho a mí y me recomendó verla. Me animé pero con la condición de que él la viera conmigo. Quedamos en mi casa para según él, hacer una maratón.

Puse algo de picoteo y él aportó una botella de Rioja, y comenzamos a ver “Anne with an E”, la maratón duró varios días. Víctor ya la había visto, pero no le importó verla otra vez junto a mí. Yo recordaba que de pequeña mi abuelo me regaló el libro “Ana de las Tejas Verdes” pero no lo recordaba tan bonito.

Tras Anne, me propuso ver “Gambito de Dama” que estaba de estreno en Netflix.

–¿Te has empeñado en que veamos todas las series de pelirrojas? –Le pregunté risueña cuando ví que la protagonista también era pelirroja.

–De verdad que no sabía que en esta serie salía una pelirroja -respondió más rojo que mi pelo.

Me acerqué a él y por primera vez lo besé, bueno fue un breve piquito, pero era un primer paso que él me agradeció con una gran sonrisa.

Quedábamos casi a diario a tomarnos unas cervezas o a cenar, donde unas veces pagaba él y otras pagaba yo; los fines de semana lo dedicábamos a las series. Víctor no intentó en ningún momento besarme ni propasarse conmigo o insinuarse, ni mucho menos protestar porque no lo invitara a quedarse a dormir a pesar del toque de queda que habían impuesto las autoridades sanitarias. Me sentía segura con él, me respetaba.

El viernes 6 me invitó al teatro en el Infanta Leonor, vimos una obra con estructura moderna que hablaba sobre Lorca, se llamaba “Te quiero Lorquiana. Retrato de mujer”, y quedamos prendados de esa joya teatral y de su mensaje feminista. Yo me identifiqué tanto con las actrices que me veía dentro del escenario. Hubo momentos en que lloré.

De regreso a casa, le propuse tomarnos algo en casa.

–Bueno, pero algo rápido que ahora han adelantado el toque de queda a las 10 de la noche.

–También te puedes quedar esta noche y hacer una maratón –le propuse.

–¿Y en qué serie has pensado?

–No estaba pensando en ver la tele, Víctor –le dije, y acercándome a él, le planté un beso desenfadado en la boca, que él devolvió expectante.

Y disfruté del sexo con Víctor, sí, y lo disfruté tanto que aquella misma noche, tras el orgasmo múltiple que no se había repetido desde la noche de la alameda, supe que me había quedado embarazada.

Clínica Psicológica

Animis Mirum

Expediente 20201123

Paciente:   Valverde  García, Aina.

Paciente víctima de violación .

Relación con el agresor : Esposa.

Diagnóstico : Presenta cuadro de estrés post-traumático y de trastornos emocionales y sexuales, ausencia de estabilidad emocional con percepción de no tener capacidad de reconstruirla.

Hay indicios de haber experimentado Síndrome de Estocolmo ante su violador al que durante años le ha mostrado lealtad con un enamoramiento enfermizo, que la llevó a casarse con su agresor.

La convivencia de agresor y víctima condujo en un vínculo de poder asimétrico de dependencia. La víctima se volvió sumisa y dócil, extremadamente cauta en sus actuaciones y partícipe en algunas de sus numerosas infidelidades.

Se autoinculpa de lo sucedido y nunca se sintió con fuerza para denunciarlo.

Desencadenante: Violación grupal entre su agresor y dos cómplices, y posterior embarazo, con  sensación de pérdida de referentes, tristeza o episodios de tipo depresivo.

Evolución :

Fase de Reorientación : la víctima se halló prácticamente aislada en su entorno ultra religioso, resultando difícil comparar su situación con la de los demás.

Fase de Afrontamiento : la víctima asumió el modelo mental de su pareja, como modo de gestionar la situación de maltrato en la que estaba inmersa, culpabilizándose y ubicándose en un estado de indefensión, quitándole importancia a lo sucedido.

Fase de Adaptación : la víctima acabó identificándose con el agresor, consolidando su relación bajo el Síndrome de Estocolmo y haciéndola extensiva al propio agresor, retroalimentándose mutuamente al quedar este supeditado al cuidado de la paciente.

Ha tenido episodios de desórdenes emocionales, como ansiedad o baja autoestima, Estado anímico cambiante, tendencia a la ira o al llanto incontrolado, ensoñaciones de venganza y fantasias.

Tras la muerte del marido-agresor,  la paciente ha retomado su vida normal de nuevo, en una fase de ajuste carente de habilidades sociales y de regulación emocional que tenían anteriormente.

Fase de Ajuste :

En esta fase  se ha desarrollado 4 estrategias fundamentales:

Minimización

: caracterizada por el “todo está bien”, “no ha pasado nada” y el “podría haber sido peor”.

Supresión

: en la que la paciente se niega a hablar sobre el tema y actúan como si nada hubiera ocurrido

Explicación

: caracterizada por los intentos constantes de racionalizar todo lo que ocurrió después de la violación.

Ruptura

: en la que la paciente ha decidido abandonar su vida anterior y ha iniciado un cambio sustancial.

Reseñas importante de su vida actual:

  • Ha cambiado su look habitual

  • Conoce nuevas amistades.

  • Ha descubierto nuevos hobbies.

  • Ha iniciado una relación de pareja con una persona totalmente opuesta, sentimental y políticamente al agresor.

  • Está embarazada.

  • Afirma encontrarse feliz.

Doctora en Psicología

Tania Barnon

23 de noviembre de 2020

Nota del autor

Al poner mi trabajo a disposición del público en general, como autor me presento a  examen ante la crítica, sabiendo que a todo el mundo no puede gustar, y más un tema tan duro como me ha salido, pero era la idea que tenía, igual no muy acertada, pues pretendía que el lector no se quedara impasible ante esta propuesta que pretendía ir más allá de un relato morboso.

Han sido muchos quienes me habéis felicitado, algo que agradezco sinceramente, como también ha habido críticas negativas aunque constructivas, que me servirán, espero, para mejorar próximos relatos, si los hubiera.

Yo comencé mi andadura como comentarista en Todorelatos, allá sobre el mes de marzo, en un relato de Sidgrid1, perfil de Cristina, que luego borró y que más tarde recuperó como Estrelladelasnieves. Por ella transformé un relato de un solo capítulo en una saga, para darle el toque de esperanza que me llegó con su versión de Espiando a Bea, “Carlos y Beatriz, casualidades”.

En marzo en pleno confinamiento, harto de la avalancha de información que ofrecía todos los días los distintos canales de televisión, quise evadirme y busqué  algunos relatos eróticos para hacer más amena mis horas de encierro, ya que soy de los que denominan grupo de riesgo. Y entré en Todorelatos coincidiendo con las publicaciones de autores que me han dejado enganchado a esta bendita página. Descubrí a Emsibi, y a CVelarde y los dos me llevaron a los universos de Mario y Aina y de Noé y Lorna.

Me encontré con Tanatos12 y su peculiar pareja María y Pablo, que me fascinaron.

Leyendo a Tanatos12 me topé con Lola Barnon, aunque su particular forma de entregar capítulos hizo que mi impaciencia me obligara a suscribirme a Unlimited para leer todas sus novelas del tirón, algo que recomiendo.

También seguí con devoción a autores como bajolassabanas, mogartius, quispian, randor, ant5cont, Gakameda, Mau23, unidentifield, Fran (que se me adelantó con el título inicial “Nada es lo que parece” y que opté por cambiar y modificar contenidos) o Zivpaulo a los que espero llegar a parecerme algún día.

Disfruté como nunca con tremendos comentaristas como Turista, Apasionado2, Heco  (que me recomendó “Las decisiones de Rocío”), Sebastián, Loby65, Argo, GPS74, Marcelccs, Xavierrr, Albert2, tiofredy, Bolarte, por poner algunos de los principales, y mujeres como Gestrudis, Carolina12345 y Casadaliberal, que dan otra dimensión a su visión de los relatos. A todos y a todas tengo mucho que agradecer.

Y como homenaje a autores y a comentaristas, he querido que los personajes que aparecen en este relato lleven nombres de grandes protagonistas de relatos que me han dejado su particular huella e impronta (son solo nombres, aunque en algunos sí hago referencia a su personalidad). Espero que ningún autor se me enfade por ello.

Por todo lo expuesto, hoy os doy las gracias.

Aime