Nunca he sido una zorra (cap. 4)
La venganza es un plato que se sirve frío, Ríchar.
En el capítulo 3 …
“A ti, esto te vino como agua de mayo, el único impedimento a que accedieras a la herencia de tu padre, estaba de cuerpo presente en el tanatorio y el único que impedía tu ansiado divorcio iba camino de la morgue. Por fin eras libre, Ríchar, te costó 15 años, pero al fin lo habías conseguido.
Aunque no te esperabas mi terrible venganza de zorra...”
Capítulo 4
Sí, Ríchar, hoy, como ya te he dicho, me he propuesto pedirte perdón por todo lo que he hecho, el daño que te he ocasionado yo también. Y te preguntarás qué diablo habré hecho yo, para demandar tu perdón, sí hasta el momento solo he censurado tu comportamiento conmigo.
Todo pasó tras la muerte de nuestro hijo y el posterior infarto de tu padre, ya sabes, enterramos a mi querido suegro don Ricardo Lafuente de Zúñiga e Illescas y a mi amadísimo hijo Ricardo Lafuente de Zúñiga y Valverde en el panteón familiar del cementerio de Jaén, el uno al lado del otro; Tu padre se enterró en la tuba donde descansaba tu madre y tu hijo en un nicho nuevo. Hubo una ceremonia preciosa y la homilía fue digna de santos. El obispo acompañado por una multitud de sacerdotes, ofició la misa de difunto con sus cuerpos custodiados por ataúdes de roble. A pesar de que Ricardito murió prácticamente un día antes, el sepelio del abuelo y su nieto también se celebró conjuntamente, pese a las reticencias del obispo que prefería que se hiciera por separado, para realzar la figura de don Ricardo, ilustre prohombre y devoto creyente en Cristo.
Hubo muchas palabras de homenaje hacia tu padre, Ríchar, palabras que seguro reconfortaban a toda la familia, aunque tu aptitud, demostraba que mucha consternación no tenías, pues estaba exultante de dicha, al contrario que yo, que me quedé con un vacío por la ausencia descarnada de lo más querido para mí, nuestro hijo Ricardito.
Tú no tardaste en ir a buscar un abogado para empezar los trámites de tu codiciado divorcio, yo sabía que los papeles no me tardaría en llegar, tras comprobar que la herencia de tu padre se quedó en un limbo legal, tras la muerte de su único nieto, a la sazón, máximo beneficiario del Imperio de los Lafuentes de Zúñiga y donde yo figuraba como albacea.
Te faltó tiempo para apropiarte de la empresa, una multinacional aceitera, que aportaba cuantiosos dividendos, pasando de ser un simple envasador a director general, sin tener ni pajolera idea de su gestión; abandonaste nuestra casa para regresar a la casa de tu padre como el señorito andaluz que siempre fuiste y que tu padre tanto aborrecía. Sus coches y su dinero volvían a ti en esa partida de cartas que siempre ha sido tu vida y en la que hasta tú mismo te dabas por desahuciado, pero la diosa fortuna se postró a tus pies para ponerte al timón de tu destino.
Todo te vino rodado y tenías que festejarlo a lo grande a pesar de que tanto tu hijo como tu padre casi estaban aún de cuerpo presente.
Organizaste una salida a Los Pilares, una finca de vuestra propiedad que se gestionaba como casa rural, en especial para grupos de senderismo, hípica o deportes de aventuras como piragüismo, barranquismo o rafting, aunque en la práctica para lo que más se alquilaba era para discretos intercambios de parejas, fiestas swingers u orgías.
Te dio morbo finiquitar tu matrimonio con las mismas tres mujeres con las que lo empezaste, así que de nuevo entraron en escena tus queridas Alex, Jose y Pau, a las que se unió tu última conquista, y eso que Fanny comenzaba una relación estable y formal con Nico, un muchacho con un alto poder adquisitivo, vamos que tiene parné el chiquillo, mira tú por donde, ella que no es nada interesada. Además Nico tiene su vivienda en esta misma urbanización donde actualmente vivimos.
Ya te dije que lo de Fanny era un error, y que te ibas a arrepentir de haberla incluido en tus muescas en la pistola del artillero corneador. Tu estupidez nos dejó sin la mejor asistenta de toda la ciudad. Amalia no tardó en encontrar otro hogar donde trabajar y nosotros tuvimos que solicitar los servicios de una empresa porque nadie quería trabajar en nuestra casa tras la fama de mujeriego que te habías labrado. Tampoco apareció más por el chalé su hijo Noé, de quien sabía que estaba muy resentido contigo por lo que le hiciste, y mira que el chaval se portó siempre muy bien con nosotros y con Ricardito, que cuando lo necesitaba arreglaba su silla de ruedas o cualquier otro accesorio que precisara, así como también cualquier aparato que hubiera en el chalé, ya fuera el cortacésped o el motor de la piscina.
Y sí, Ríchar, yo fui quien le dijo a Noé dónde ibais a estar ese fin de semana y le pasé la ubicación de Los Pilares por WhatsApp ¿Qué te creías? Tengo 32 años, y estaba casi sin estrenar en el sexo, ¿Piensas que a todos le voy a parecer tan fea como tú me pintabas? ¿Qué no podría atraer a un pobre muchacho dolorido por la pérdida de su primer amor? ¿Qué mi figura le repugnaría tanto como a ti? Él pudo comprobar lo fantástica que estoy, sabe lo guapa que soy, con una belleza resaltada por la contundencia de mi mata de pelo rojiza. Y sucumbió ante mis encantos, le encantaba mi cuerpo escultural, mis tetas este-oeste, firmes y generosas, mi culo prieto; alucinó con mi monte de venus pelirrojo y que lucía sin depilar (¿para qué lo iba a hacer? Si hasta el momento nadie estaba interesado en vérmelo), y descubrió la hermosa flor que se formaba al abrir mis labios vaginales y se perdió en los placeres de su interior.
¿Te crees que con todo lo que yo le ofrecía iba a ser difícil tenerlo comiendo de mi mano? El chaval hizo todo lo que le pedí, pero lo hubiera hecho igual aunque no se lo hubiera pedido por el odio irracional que te tenía, Ríchar.
El sábado partió hacia Los Pilares siguiendo mis indicaciones, no le costó nada dar con el sitio, aunque tuvo que tener cuidado con las estremecedoras curvas que tenía la carretera de acceso. Como me esperaba, no tuvo problema para entrar al recinto y aparcar en un sitio discreto, lejos de la vista de todos.
No tardó en descubrir que os estabais bañando en la piscina climatizada que hay algo más abajo de donde están los pilares que da nombre a la finca y que antiguamente se utilizaban para dar de beber a algunos rebaños de ovejas y cabras. Tanto la piscina como los abrevaderos se nutren de un manantial que fluye allí mismo y que sus aguas tienen fama de curativas, aunque eso para ti y para ellas era lo de menos, la estabais disfrutando completamente desnudos, con una sesión antológica de sexo, donde el protagonista eras tú y solo tú, antes cuatro mujeres de bandera, todas ellas casadas o a punto de hacerlo, que habían escogido el motivo más peregrino para justificar su estancia allí; todas se pusieron de acuerdo para decir que se iban de retiro espiritual a Cornudilla (Burgos) durante todo el fin de semana, con la idea de alcanzar a Dios en la naturaleza entre jornadas de meditación y silenciosa reflexión personal.
A Dios no sé si llegaron a sentirlo, pero sus “dios míos” sí que se sintieron a kilómetros a la redonda.
Tu majestuosa polla hacía las delicias de las adúlteras por todos sus agujeros; según Noé, fue un no parar, de la vagina de Alex, te pasaba a la boca de Pau o al culo de Jose, mientras que Fanny alternaba mamadas con comidas de coños a sus tres nuevas compañeras, así como a su labor de mamporrera servicial en el totum revolutum insaciable que os habíais montado. Todas recibían eufóricas tu tremenda verga y tronaba una algarabía cuando decidías quien de las 4 iba a ser la afortunada en recibirla.
Follasteis hasta reventar, en todas las posturas imaginables y todas las combinaciones posibles, tanto en la piscina como dentro de la casa, ya fuera en el salón principal o en las diferentes estancias.
No me cuesta nada imaginar tu imponente falo entrando y saliendo del coño empapado de Alex mientras que ella se ayudaba con la mano para obtener sus anhelados orgasmos clitorianos a la par del orgasmo vaginal para alcanzar el ansiado summum sexual, algo que como sabes, con su marido no se atreve a experimentar pues la vería como lo que verdaderamente es, una auténtica golfa.
Tampoco me cuesta visualizar a Pau ordeñando tu cipote con sus labios recientemente operados, y dándote gusto mientras te saboreaba el glande a la espera del néctar de tu corrida.
Ni siquiera tengo problema para intuir a Jose a cuatro patas, recibiendo en la oquedad de su ano, el tronco venoso de tu magnífico rabo, y de las acometidas tremendas que vendrían a continuación hasta hacerla estallar de placer.
Noé se quedó asombrado con la capacidad y el aguante que tenías en el sexo, claro que un poco de estimulación con pastillas azules, sirve de gran ayuda ¿no, Ríchar?
Y no me cuesta imaginarlo porque las vi en mi noche de bodas y en alguna otra ocasión en la que os rebajasteis en hacerlo frente a mí con la intención de humillarme una y otra vez.
Sin embargo, a Fanny no la visualizaba como la mamporrera que te ayudaba a penetrar a tus amantes. Ni siquiera eso fuiste capaz de pedírmelo a mí y eso que me pedía cosas despreciables con tal de agraviarme.
Y tan atareados estabais que ni os disteis cuenta de que Noé estaba pululando por la zona, grabando vuestros desmadres con su móvil y escuchando los impresionantes gemidos que soltaba su exnovia y sus tres compañeras infieles.
Tan enfangados os hallabais con la saturnal que ni os enterasteis como alguien levantaba el capó de tu coche y trasteaba en el motor, no sé muy bien si para quitar las pastillas o para vaciar el líquido de los frenos.
Después, para mí fue a quien todo le vino rodado, pero yo a cambio tuve la decencia de no festejarlo.
Tu salida de Los Pilares fue de madrugada por una llamada urgente de un problema preocupante que habías ocasionado en la empresa y que era ineludible tu presencia en las oficinas de la fábrica. Una llamada que yo propicié para hacerla a esa hora. Arrancaste el coche y saliste a toda velocidad en la madrugada, aun estando exhausto de dos noches sin dormir. No te fijaste que frenabas mal, por el cansancio que llevabas encima.
Volabas por la carretera comarcal escasa de asfalto. La velocidad, a todas luces excesiva, el cansancio de dos noches sin dormir por el maratón de sexo y el mal estado en que se encontraba los frenos tras la revisión a fondo que hizo Noé, y que no te faltaron los estimulantes, crearon una mezcla peligrosa que se convirtió en un cóctel mortal en un trayecto tan pendiente y con tantas curvas.
A penas dos kilómetros después de partir de la finca, el coche se salió de la carretera dando vueltas de campana, rodando colina abajo hasta el barranco que separaba las montañas. El accidente en sí, era mortal de necesidad, por fortuna, los elementos de seguridad que se añadieron al coche de alta gama de tu padre, te salvaron la vida, pero no pudieron evitar las múltiples lesiones en brazos y piernas, ni los traumatismos internos, ni la laceración de la espalda y mucho menos el terrible daño en la cabeza.
Las copartícipes en tu última orgía, se despertaron tarde y partieron juntas de regreso en sus respectivos coches, por el camino una de ellas descubrió una vereda entre los matojos y que según recordó, no estaba cuando llegó, pues parecía recién hecha por las ruedas de un coche, paró el coche, las demás hicieron lo mismo. Quisieron comprobar que había pasado allí y descubrieron asustadas que montaña abajo estaba destrozado tu vehículo. Fue Alex la que llamó al 112 y la única que se quedó allí esperando a que llegaran ambulancia y bomberos, las demás ni siquiera se molestaron en preguntar como estabas. Los bomberos descubrieron que a pesar de todo estabas vivo y tardaron varias horas en poder sacarte de la prisión en la que se convirtió el coche. Un helicóptero te trasladó con urgencia al hospital donde yo entraba esa noche de guardia, nadie me había avisado durante todo el día para decirme que habías tenido un horrible accidente y tuvo que ser el director médico quien me llamara a su despacho para contármelo. Me sobresalté al verte tan magullado y con tubos por todos los lados, ya que tenías respiración asistida, oxígeno, suero, calmantes en vena y el monitor de constantes vitales, además de una sonda urinaria y otra rectal.
El doctor que te operó me dio todos los detalles de tus múltiples lesiones. Tenías dañado el hígado y uno de los riñones, te habían tenido que extraer el bazo. Se hallaban rotas las muñecas, también tenías algunos cortes profundos en brazos y piernas que necesitaron puntos de sutura. Pero lo peor de todo es que tenías un traumatismo craneoencefálico severo con afectación del sistema nervioso central, además de un traumatismo en la columna vertebral que te supuso la lesión medular irreversible que tienes, cariño mío. Apenas te daban esperanza de vida, pero yo sabía que tú eras fuerte y que ibas a sobrevivir a esta desgracia.
Y lo has hecho, Ríchar lo has hecho, aunque solo sea para seguir postrado en la cama para siempre, no me alegré, de verdad que no, Ríchar, pero la vida me daba otra oportunidad para demostrarte cuanto te quiero, así que cuando por fin los médicos dijeron que te podía traer a casa, pedí un periodo de excedencia para cuidar de ti.
Por eso hoy, que hace un año de tu funesto accidente, me sincero contigo y te pido perdón por anteponer el amor que yo sentía por ti a tus sentimientos. Sé que no debí casarme en aquel momento contigo, que debería haber esperado ¿quién sabe? quizá con el tiempo te hubieras enamorado de mí al ser la madre de tu hijo, pero me pudo la ilusión de cazar al chico de quien estaba enamorada y con el que soñaba todas las chicas del instituto, además de hacerte pagar el daño que me hiciste en la violación, la primera decepción que tuve contigo, pues te idolatraba entonces, pero tú aprovechaste mi inocencia y mis ganas de agradar para engatusarme y así forzarme junto a otros dos miserables.
Pero si yo me hubiera dejado follar por ti, Ríchar, si me hubieras pedido ir contigo a un lugar aparte me hubiera ido sin pensarlo, pero tú querías compartirme con los canallas de Miguel y Mauricio y a eso no accedí ni por todo el oro del mundo.
Lo que podía haber sido una maravillosa experiencia, donde dos jóvenes se entregaban el uno al otro y hacían el amor, se convirtió en una dolorosa pesadilla, y en el fondo de mi corazón, en un odio infinito hacia mis violadores a pesar del amor que sentía por ti. Y mi venganza a aquella afrenta fue hacer que te casaras conmigo y soportaras la carga de convivir con una mujer a la que habían mancillado tus amigos con sus eyaculaciones sobre mi pecho.
También odié a mis más íntimas amigas por lo que me hicieron en nuestra noche de bodas, mi desprecio esa su premio a su abominable acción, y aunque siempre he querido devolverle la ofensa multiplicada por diez, no se me ocurría nada hasta lo de tu accidente.
Ya sé, Ríchar, que en el Opus valoran mucho lo de poner la otra mejilla… pero es que la he puesto tantas veces que me cansa.
Como te digo, un mes después de tu alta en el hospital fui a recoger una de tus analíticas, de vuelta, me encontré a Fanny del brazo de Nico, su flamante novio nuevo, salían de una imprenta y llevaban en la mano las tarjetas de invitación para su próxima boda. Nico al que conocemos de toda la vida, me saludó y se interesó por ti, pero la mala pécora de la Estefanía hizo como si no me conociera y me volvió la cara. Yo le respondí a Nico que dentro de la gravedad, te mantienes estable aunque me preocupaba el que te hubieran detectado el Virus del Papiloma Humano. Lo dije sin pensar siquiera, y luego me volví hacía Fanny y le solté que sería bueno que ella también se hiciera la prueba y se vacunara, ya que Ríchar me había contado, que ella era una de las que había estado con él en la casa rural de Los Pilares el fin de semana del accidente. Como todos los de nuestra urbanización, sabía que Nico conocía el uso que se le estaba dando a esa casa, pues varios heterodoxos del Opus Dei presentaron una queja a la organización para que esta obligara a tu padre a cerrarla para ese uso.
Tanto la cara de Estafanía como la de Nicolás se descompusieron y me alejé sin despedirme de ellos. Llegué a casa pletórica, y esperé a que fuera la hora del apostolado de la Obra, para presentarme en la sede, donde sabía que estaría mi amiga María José con sus inseparables Alexandra y Paula. Todas estaban allí con sus respectivos maridos.
A la hora prevista me dirigí a las oficinas del Opus Dei. En el trayecto volví a pasar por donde me dejé a Fanny y a Nico, recordando como se me había ocurrido aquella maldad, cuyo fruto estaba ahora en una papelera en forma de tarjetas de bodas. Cogí una como recuerdo.
Ya en hogar de la Obra, me tuve que tragar la soporífera reunión basada en valores sobre la santidad y la virtud, impartida por diversos sacerdotes de sotana y alzacuello. Como excepción por la situación en la que se encontraba mi marido me dejaron hablar primero, algo inaudito a los ojos de san Josemaría. Y allí fue donde solté la bomba del VPH, advirtiendo que miembros muy selectos de nuestra comunidad cristiana, habían dicho a sus maridos que se iban de retiro espiritual a Cornudilla y que en realidad estuvieron todo el fin de semana en Los Pilares, beneficiándose de los pecados de la carne, más concretamente de la carne del pene de mi marido. Y de hecho mostré un video de los que había grabado Noé
Lo de Cornudilla eso sí que no era mentira porque bastantes cuernos les trajeron de recuerdo a sus maridos.
Dejé a la comunidad atónita y estupefacta, y me fui de allí para siempre sin decir ni adiós. El silencio sepulcral fue roto cuando se escuchó un tremendo guantazo, el que Alejo le dio (ahora sí lo puedo decir) a mi ex amiga Jose. Vi a Pau llorar reprendida por Mario y a Alex blanca como la pared, protegida por su confesor de la ira impostada de Pablo.
¡Qué bien me sentó aquello, Ríchar!
Después me enteré de que Jose y Alejo se habían divorciado y que este no tuvo problemas para obtener la nulidad eclesial. Pau y Mario se mantienen juntos entre penitencias a través de la mortificación del cuerpo con cilicios.
En cuanto a Alex, ha sido la única que ha venido a verte, y de paso a pedirme un perdón auspiciado por don Adrián, su nuevo confesor. Le dije que sospechaba que tanto su hija como su hijo, pudieran ser hijos tuyos. Ella lo negó, pero sé que ella sospecha ya de la esterilidad de Pablo.
Y es cierto eso de que la venganza es un plato que se sirve frío, y todavía me queda por finiquitar la última de las vendettas, porque como te vengo diciendo, Ríchar, yo nunca he sido una zorra, pero hay momentos en los que sí puedo ser una auténtica hija de puta.
Y más ahora que al estar postrado en la cama a mi merced, me voy a convertir en tu particular Annie Wilkes, la enfermera de Misery, fíjate.