Nunca he sido una zorra (cap. 3)

Aina se atreve a desvelar el terrible secreto que puso patas arriba su vida.

En el capítulo 2...

“Tú aún estabas carleando como un perro por el tremendo esfuerzo que acababas de realizar para saciar boca, coño y culo. Y pringoso todavía de todos vuestros fluidos interiores, sabedor de que me derretía por probar de nuevo tu hermosa polla, me invitaste a ir junto a ti.

–Aina -me nombraste con la mirada extasiada de deseo –¿Me la quieres chupar, zorra?”

Capitulo 3

Y rompiste aquel momento mágico con un nuevo desprecio. Mostrándome sin reservas tu todavía endurecido falo, querías humillarme de nuevo. Me quedé mirando tu hermosa polla que aún se mantenía enhiesta, lubricada de saliva, de fluidos vaginales y con algunas trazas de heces. ¿De verdad pensabas que así yo me iba a meter tu polla en la boca? ¿Qué clase de zorra te creías que era? Es que vamos, Ríchar, ni por muy anhelante de saborear los placeres de tu sexo que yo estuviera… y te prometo que si en ese momento te metes en la ducha yo te hubiera hecho la más exquisita de las mamadas.

Pero tú nuevamente me llamaste zorra, y esto hizo que mi repugnancia hacia ti volviera de nuevo y provocara que por primera vez en nuestro matrimonio te respondiera con desprecio.

–¡Yo nunca he sido una zorra, pero tú serás siempre un violador! –te escupí a la cara con toda la ira posible, sin importarme que Bea, la chica con la que habíamos estado me mirara asombrada, mientras se vestía y se marchaba sin saber que decir.

Aquella fue la última vez que yo saldría contigo, nunca más se repetiría los tríos, no me masturbaría más viendo como fornicabas con otra, pero tenía claro que nunca me iba a divorciar de ti; era la única forma de resarcirme de tus afrentas.

Y en aquella última salida, te escupí la terrible verdad a la cara, Ríchar, que en realidad tú me repudiabas porque elegí que en lugar a que fueras a la cárcel o a un centro de confinamiento como te correspondía, te obligara a casarte conmigo. Mira que mi padre quería que te pasaras media vida a la sombra, pero mi madre más intuitiva, sabía que no pisarías el talego, que el todopoderoso don Ricardo Lafuente de Zúñiga no permitiría que un hijo suyo durmiera en prisión y más si te faltaba medio años para la mayoría de edad ¡Qué equivocada estaba! Lo vimos todos, el día que nos presentamos ante tu padre para decirle que me habías dejado embarazada en una miserable violación, teníamos la prueba y apareció tu cobardía miserable para enfrentarte a tu progenitor. Desde aquel día le tuviste miedo y eso que solo te agarró del cuello y te obligó a casarte conmigo.

Don Ricardo Lafuente de Zúñiga se convirtió desde entonces en mi protector y el de su futuro nieto. Mi suegro fue mi gran aliado para lograr mantenerte junto a mí.

Incluso me dijo que si yo no quería casarme contigo no habría boda. Me preguntaba ¿pero estás segura que quieres casarte con este cacho de carne con patas? Él jamás quiso obligarme a casarme con mi violador. Pero yo estaba tan enamorada de ti que ni se me pasó por la cabeza que una vez que viviéramos juntos y te entregara mi amor incondicional y sin límite, tú pudieras hacerme tanto daño como me has hecho.

No me mires así, Ríchar, que sabes que es cierto, que me has hecho mucho daño no me lo puedes discutir, pues menuda vida de infidelidades te has pegado, chico ¿eh? Y lo del violador, qué te voy a contar que tú no sepas. Me violaste, ¡sí! ¡sí! no me lo niegues ahora con la cabeza, Ricardo. Tú, y tus amigos Mauricio y Miguel, me violasteis. Bueno lo de Mauricio y Miguel como son tan cobardes a la par que miserables, tan solo se podría llamar abuso, no se atrevieron a llegar más allá de unos cuantos tocamientos mientras se pajeaban, pero tú ya apuntabas maneras de dios polla y sí, completaste la penetración, claro con la inestimable ayuda de esos energúmenos que, realizando una labor propia de mamporreros, me sujetaron las piernas para que me clavaras tu enorme falo en mi inmaculado chochito. Te llevaste mi virginidad de un tremendo pollazo y me desgarraste las paredes vaginales con tu brusquedad. Yo gritaba por el insoportable dolor que sentía en mi interior, pero a ti te dio igual, tú continuaste arremetiendo sin compasión ni miramientos hasta que eyaculaste dentro de mí, con una abundante y soberbia corrida.

Tengo claro que fue por eso por lo que tus colegas no se atrevieron a follar conmigo, sintieron asco al ver mi entrepierna rezumando sangre y escupiendo tu esperma por mi vagina, por lo que decidieron masturbarse mientras me magreaban las tetas y de paso se miraban las pollas unos a otros con deseo, como los dos grandes maricones que son. Ellos fueron y serán malas personas allá donde estén, que seguramente seguirán en manada con sus deleznables fechorías sexuales y no me extrañaría que alguna vez se hayan comido sus patéticas pollitas entre si y hasta se hayan dado por culo el uno al otro, fíjate.

Tras nosotros siempre estaba el otro, el que siempre andaba espiando por las esquinas, el que llevaba en cuenta las entradas y salidas de todo el mundo, el que me vigilaba porque creía que se había enamorado de mí, pero nunca se animaba a decirme nada. Solo me miraba sin atreverse a hablar conmigo y adonde fuera yo, tenía que venir él para quedarse oteando en sus ridículos escondrijos, grabando todo lo que yo hacía. Él se pensaba que no me daba cuenta, pero siempre estaba con la cámara de vídeo en la mano. Estaba obsesionado con mi nombre y en todos los muros, los troncos de los árboles o bancos de los parques, escribía con letra armoniosa mi nombre junto a un corazón que debía de ser de Mario.

Fue Mario quien grabó la violación completa, vosotros ni os disteis cuenta, pues estabais más pendiente a que yo no me pudiera escapar que a lo que estaba pasando a vuestro alrededor. Pero es que el desgraciado de Mario además colgó el video en una conocida página web porno y el cabrón, estoy segura que se hizo varias pajas antes de decidirse en darme la grabación una vez que yo se lo pedí con insistencia, llegando incluso a amenazarlo por difundir imágenes sexuales de una menor. Nunca dije quien lo grabó, fue la condición que puso para entregarme el CD ROM con el video. Me prometió que había borrado la copia y había eliminado el contenido de la página donde estuvo colgado más de un mes y donde obtuvo más de dos millones de visitas.

Dos millones de reproducciones son muchas personas viendo como violabas a una menor, como la penetrabas con ahínco, mientras los esbirros de tus amigos me sujetaban y terminaban corriéndose en mis tetas.

La suerte fue que el video no tenía sonido, no sé si porque Mario se lo quitó al montarlo o porque la cámara era tan mala que no captaba sonido a distancia, si no, más de dos millones de veces hubieran oído como me corría varias veces antes de que tú decidieras descargar tu simiente dentro de mí, Ríchar.

Y es que a pesar del dolor que sentí, de la vergüenza a mi desnudez, de que hubierais denigrado mi alma cándida al mancillar mi virginidad y la deshonra que pensaba que caería sobre mi familia, yo me corrí como una idiota sin poder evitarlo, no quería sentir placer, me retorcía para evitar que me penetraras pero una vez dentro y salvada la frontera del himen, tus embestidas relajó mis entrañas y hubo más gozo que rabia, claro que sí, y más gusto que furia y me dejé llevar por lo que me pedía el cuerpo en ese momento, que no era otra cosa que de disfrutar al sentir tu enorme miembro maculando mi coño virginal. Yo exploté en un orgasmo múltiple que duró todo el proceso de la violación, incluidas las eyaculaciones de tus amigos. Tú me mirabas extrañado, pues era la primera vez que veía que una chica se corría contigo dentro. Y yo sentí mucha vergüenza por haber llegado al clímax durante una ignominiosa vejación. No podía ser yo, tenía que estar resentida contigo por follarme sin mi consentimiento, y con Miguel y Mauricio por sujetarme, sin embargo solamente estaba molesta conmigo misma por disfrutar, y de experimentar orgasmos. Por eso pensé que me iba a quedar embarazada, por sentir regocijo en mi interior durante una vil agresión sexual.

Después de violarme, solo os subisteis los pantalones y os marchasteis sin mirar atrás, tan solo oír a Miguel o a Mauricio exclamar sorprendido lo zorra que yo era, pues hasta me había corrido y todo. Me dejasteis abandonada con la espalda impregnada de yerba, al resguardo que ofrecían los matorrales del parque, desnuda y con parte de la ropa hecha jirones; el panti destrozado, la camisa con varios botones descosidos, la cremallera de mi falda colegial rota, y la braguita desaparecida, aunque después me confesaste que te las había llevado tú, para masturbarte con los recuerdos.

Mis padres me veían rara desde ese día infame, pero no les conté nada hasta que fue patente que estaba embarazada, para entonces ya tenía el video de Mario en mis manos y solo tuve que enseñárselo para que comprendieran que no había sido mi culpa. Ellos miraron las imágenes con rabia y me creyeron cuando dije que habías sido tú quien me forzó y me desvirgó, pues a ninguno se os veía la cara.

Mi padre quiso presentar una denuncia ante la Guardia Civil, pero mi madre le dijo que tú también eras menor, que no se veía la cara ni a ti ni a tus secuaces y que Don Ricardo Lafuente de Zúñiga pondría un batallón de abogados para defender a su retoño; que lo mejor era hablar con él y llegar a un tipo de acuerdo, descartando eso sí, el aborto, pues nuestra moral católica no nos permitía ese abominable crimen. Estoy segura que esta decisión le dolió mucho a mi padre, pues no te perdonaría nunca, siempre tuvo la violación en la cabeza y creo que eso le provocó el Alzheimer que lo dejó sin memoria. Sin embargo mi madre sigue encantada de la vida contigo, por el buen partido que yo había “cazado”, ya ves, Ríchar

Hablar con tu padre fue más fácil de lo que pensamos, vio el video y estalló en cólera, él no tuvo dudas de que eras tú el que me follaba con ímpetu sobre la hierba del parque de la alameda, pues reconoció al momento una mancha de nacimiento en forma de bellota que tienes en el omóplato.

Fue entonces cuando te llamó a su despacho. Te sorprendiste que yo estuviera allí junto a mis padres.

-¿Me puedes explicar que es esto? -requería tu padre señalándote el video.

Tú te echaste a temblar y no soltaste una palabra, entonces fue cuando don Ricardo Lafuente de Zúñiga te agarró por el cuello con una sola mano con la intención de matarte allí mismo.

Como sabes, yo intercedí por ti evitando que te hiciera más daño. Mi madre más calculadora y oportuna vio la coyuntura del momento, conocedora del enamoramiento que yo tenía contigo y propuso una boda discreta y olvidar errores de juventud.

–Son cosas de críos enamorados –dijo.

Tú te negaste a casarte, claro, pero tu padre te dijo que en su familia no habría ningún bastardo. Algo que tú ya te encargaste de no cumplir, ya que estoy convencida de que Sonia y Jorge han sacado el mismo pelo rubio y los mismos ojos azules de su padre, porque vamos Ríchar, cuando Alex se pasea con sus hijos junto a Pablo, da mucho cante.

Aunque eso ya no cuenta como un error de juventud, han sido muchas las meteduras de pata por tu insaciable concupiscencia. Te creías invencible pero no calculaste bien, Ríchar, y menos cuando asaltaste a la muchacha que contratábamos como canguro en la época que salíamos a calmar tus ansias de fornicar.

Estefanía nos venía recomendada por Amalia, nuestra asistenta, pues era la novia de su hijo Noé. Él estaba muy enamorado y bebía los vientos por ella desde pequeño, deseoso de pasar a otra fase más allá que un simple morreo en sus despedidas nocturnas. Ella estaba en el último curso del instituto y Noé ya hacía las prácticas en el taller de su padre, como mecánico.

En aquella época, a tu padre y suegro mío le dio el primer amago de infarto que lo tuvo postrado en una cama del hospital durante varias semanas. Aunque no me correspondía a mí sus cuidados, yo iba a visitarlo varias veces a la UCI y por la noche cambié varias guardias para poder pasarla cuidándolo. Noches que tú aprovechabas para contratar a Fanny nuevamente como canguro de Ricardito. Y estoy convencida de que fue entonces cuando desplegaste todas tus artimañas seductoras de pavo real para encandilar a la inocente muchacha. No tardaste mucho en llevártela a nuestra cama, pues aunque dormíamos en dormitorios distintos, tú siempre te venias a follar a mi cama para dejar la marca de tu lascivia entre mis sábanas. La primera vez que me di cuenta fue cuando vi que estaban las sábanas cambiadas, me extrañó y miré en el canasto de la ropa, hallándome con la sorpresa de ver mis sábanas manchada de sangre, de lo que supuse que fue el desfloramiento de la casta Estefanía. Tuve la esperanza de que aquella noche, Fanny había dado el paso que tanto rogaba Noé, y claro que dio el paso, y bien dado, pero fue contigo, fíjate.

Otra nueva chica que desvirgabas y que como adolescente sin sesera quedó fascinada por tus encantos varoniles y tu sex appeal apabullante. Otra muesca más en tu pistola de artillero corneador. Otro triunfo del que presumir y vanagloriarte ante tus repugnantes amistades de farra. Para colmo, te hartabas de follar con ella y encima le dabas el dinero correspondiente a un trabajo como canguro que no realizaba, vamos lo que podíamos decir que pagabas por sexo, lo contrario de lo que tú siempre presumías, que nunca tendrías sexo pagando. Pero cuando la calentura aprieta no hay muro que te contenga y ella se ganaba así un dinerillo extra follando.

Te dije que aquello era un error y que te llegarías a arrepentir del perjuicio que tus actos nos iban a ocasionar. El hecho de que te follaras a una adolescente aunque tuviera ya la mayoría de edad, me pareció horrendo y mira que has hecho cosas deleznable. Y aunque me sentía representada por esa chica, me preocupaba además si este hecho llegaba a conocerlo la buena de Amalia o incluso su hijo Noé, pues yo no sabría como mirarlos a la cara.

Una noche Noé se quiso pasar por casa a ver a su novia y por mucha insistencia que puso llamando a la puerta, en innumerables llamadas telefónicas o en mensajes de WhatsApp , no hubo señal de que Fanny lo hubiera escuchado. Recorrió el chalé para ver si estaba en alguna de las habitaciones traseras y se encontró a su novia a cuatro patas recibiendo tus atronadoras embestidas. No tuvo fuerza para encarar la traición y se marchó de allí gritando el nombre de su amada y lanzando el móvil con tanto coraje que quebró el cristal de la ventana. Fanny al escuchar la rotura del cristal y que gritaban su nombre, al ver el móvil de su novio junto a los cristales rotos, salió en seguida hacia la casa de Amalia para hablar con su hijo, pero Noé no es como muchos de los maridos de las mujeres que te beneficias. Él no aceptaba compartir a su novia con otro hombre y rompieron definitivamente, quedando además el pobre muchacho destrozado.

Tampoco a su madre le sentó muy bien que su patrón se desvirgara a la novia de su hijo, pues al día siguiente llamó para decir que no volvería más a la casa, pues no estaba cómoda trabajando para nosotros, que lo sentía por mí y por Ricardito, porque éramos muy buenas personas, no obstante, prefirió callarse lo que verdaderamente pensaba de ti.

Fanny continuó viéndote, pero ya fuera de casa, haciendo piña con los tres pilares de tu lujuria y salacidad, mis queridas amigas Alex, Jose y Pau, escapando con ellas cada fin de semana a las bacanales swinger que seguían montando las muy pelanduscas a espaldas de sus maridos.

Tú ibas con ellas, a pesar de que Ricardito tuviera una infección que le causo una inmunodeficiencia que adelantaría su previsto final.

Mi madre, tu padre y yo éramos un mar de lágrimas, tú, no digo que no te doliera, pero te mantuviste distante todo el velatorio e incluso afirmaste que para vivir de esa manera, mejor un final rápido ¿Final rápido? ¿Cómo pudiste pensar en ese terrible pecado? Lo decías porque tú nunca sentiste su sonrisa que daba vida, su amor incondicional y sincero, sus abrazos efusivos y sus maravillosos besos. Por eso tal vez, tu dolor parecía ajeno a los ojos de todo el mundo.

Intentamos que tu padre se tranquilizara con calmantes, pero el dolor que sentía por la muerte de su nieto, fue superior a él y le repitió el infarto, y fue tan fulminante y dañino que los profesionales de la ambulancia de Soporte Vital Avanzado que lo atendió no pudieron hacer nada por salvarle la vida.

A ti, esto te vino como agua de mayo, el único impedimento a que accedieras a la herencia de tu padre, estaba de cuerpo presente en el tanatorio y él único que impedía tu ansiado divorcio iba camino de la morgue. Por fin eras libre, Ríchar, te costó 15 años, pero al fin lo habías conseguido.

Aunque no te esperabas mi terrible venganza de zorra...