Nunca hay que fiarse de un desconocido 2

Continua la historia de como fui a Madrid a conocer a un chico con el que llevaba escribiéndome correos durante dos meses. Sus amigo se unen.

En una de las embestidas me llego la polla tan dentro que no pude evitar una arcada. Me eché hacia atrás tosiendo.

  • ¡Venga guarra!. Que no hemos acabado. -gruño agarrándome del pelo, volviendo a introducirme su polla en la boca.

Después de más de cinco minutos estando así, empezaba a dolerme la mandíbula, pero en cuanto intentaba apartarme, Pablo me lo impedía. Oía a sus amigos detrás de mí riéndose e incitándole a que me follara la boca más duro e incluso dándome un azote de vez en cuando.

De repente sentí una mano acariciando mis muslos. Me tensé, pero poco podía hacer más, así que seguí chupando y lamiendo, intentando ignorar esa mano que cada vez se iba acercando más y más a mi coño.

-              Buuuf…. está pequeña puta está mojada -susurró Sergio acariciando los pliegues de mi coño.

Y así era. Inexplicablemente mi cuerpo reaccionaba excitándose.

Sergio introdujo lentamente un dedo en mi vagina. Si no llega a ser porque la polla de Pablo ocupaba toda la totalidad de mi boca, hubiera sido incapaz de aguantarme un gemido.

-              Dioos… que rico lo tiene. ¡Que apretado! Estoy deseando reventarla…

-              ¡De eso nada, tío! Ya os expliqué cómo iba la cosa. El primero que va a reventar a esta puta voy a ser yo. Que para eso me he currado estar dos putos meses hablando con ella. -gritó Pablo.

Le mire desde abajo. No entendía como podía cambiar tanto una persona con quien había sentido tanta química por mensaje.

-pensó mi subconsciente

Sergio no paraba de mover el dedo dentro de mi, introduciendo otro y yo cada vez me estaba mojando más y más. Intentaba por todos los medios pensar en otra cosa, pero mi cuerpo iba aparte.

-              Yo creo que ya está lista, tío. ¡Venga, déjamela! Que estoy deseando probar esa boquita de fresa.

Pablo hizo caso a su amigo. Me retiro de su polla, pero apenas pude exhalar una bocanada de aire y ya tenía otra polla en mi boca. Esta era un poco más pequeña, pero por el contrario más gorda, por lo que cada vez que me la introducía hasta el fondo tenía que estirar mi mandíbula al máximo.

Pablo se coloco detrás mío agarrándome las caderas. Intente evitarlo apartándole con mis manos, pero enseguida me las agarro poniéndolas detrás de mi espalda.

-              ¡Vamos allá, puta! No sabes la cantidad de pajas que me he hecho imaginando esta situación y ahora…. ¡Ahora eres toda mía! -susurro apoyando su pecho en mi espalda.

Sentí su cuerpo caliente pegándose al mío, se había desnudado sin que me diera cuenta. Arrimo su polla a mi coño y de una sola estocada me la metió.

A pesar de que estaba un poco mojada, era una polla demasiado grande y yo ya no estaba acostumbrada. Me dolió como si de mi primera vez se tratara. Hubiera gritado si no fuera porque tenía otra polla tapándome las cuerdas vocales.

No sabía que estaba haciendo el tal Carlos, pero en mi situación tampoco me importaba.

Empezó Pablo con la penetración de forma rápida, sin esperar a que me acostumbrara. Mi cuerpo se sacudía al ritmo de las embestidas notando como me metía su polla una y otra y otra vez.

-              Buuuf…. ni te imaginas como lo tiene, tío. Se nota que está poco follada. -dijo riéndose.

-              ¡Buah! Pues a mi me esta lavando la polla pero bien. Mmmm…. eso es, nena. Menea esa lengua. -gimió Sergio presionándome más contra su entrepierna, haciendo que casi me atragantara.

Pablo seguía con sus embestidas variando de vez en cuando el ritmo. Le gustaba sacarme la polla casi del todo, dejando únicamente su glande dentro, para luego metérmela de una sola estocada. Repitió esa misma acción varias veces.

Llegó un punto en que ya no me dolía tanto, sentía cierta molestia, pero pequeños calambres de placer se hacían presentes en mi de vez en cuando.

Sergio me saco la polla de la boca, después de no se cuanto tiempo. Me dolía una barbaridad la mandíbula.

Bajo mi cabeza hasta sus pelotas. Alce la cabeza mirándole, me devolvía la mirada con unos ojos llenos de vicio.

-              ¡Venga putita! Saca esa lengua de viciosa y lámeme las pelotas. -le miré con odio. - No querrás que nos enfademos, ¿verdad? -preguntó agarrándome fuertemente del pelo, acercándome a su rostro. Arrugue el rostro de dolor, negando. -Buena chica.

Y con esas volvió a soltarme poniéndome sus pelotas en la boca. Trague saliva y saque mi lengua comenzando a lamerlas.

Ni siquiera me había parado a fijarme en los amigos de Pablo hasta ese momento. Sergio era un palmo más alto que Pablo, moreno y de ojos marrones. Tenía una buena constitución física. Se notaba que iba asiduamente al gimnasio. Por el contrario Carlos, era rubio al igual que Pablo, con ojos azules. Se notaba que había ejercicio, pero estaba mucho más delgado que sus amigos. En el poco tiempo que le vi me pregunté cómo un chico tan guapo había acabado siendo cómplice de algo así. Daba la sensación de  ser un chico que no había roto un plato en su vida.

Está claro que no todo es lo que parece.

-              ¡Por Dios! Esta puta me aprieta la polla como si quisiera arrancármela -jadeo Pablo acompañando su frase con un azote. -Buuuf no creo que aguante mucho más…

-              Pues córrete tío. Estoy deseando probar ese coñito… -gimió a su vez Sergio.

Pablo continuó embistiéndome aumentando la velocidad. Mi cuerpo se movía a su compás haciendo que me introdujera más profundo la polla de Sergio en la boca. Cerraba los ojos por el placer. No quería, pero mi cuerpo estaba llegando a su límite. Me temblaban las piernas y mi coño no paraba de manar fluidos.

Finalmente con una última embestida, que sentí hasta en el estomago, Pablo se corrió provocando a su vez que tuviera el mayor orgasmo que he sentido en la vida. Agradecí enormemente que Sergio no me hubiera sacado la polla de la boca en ningún momento, porque del grito que hubiera pegado se habría enterado el edificio entero.

-              Buuuuf…. ¡joder! ¡Que puta, dios! Me ha exprimido pero bien. ¡Madre mía! -no paraba de jadear Pablo aun con su polla dentro de mi.

-              En ese caso… ya es mi turno, ¿no?

Sergio me soltó, sacándome su polla de golpe. Un hilo de baba unía su polla con mi boca y no pude por menos que quitármelo con cara de asco.

Me gire viendo por primera vez durante todo ese tiempo a Carlos en la puerta de el cuarto, apoyado mirando como retiraba Pablo su polla de mi interior.

Tenía una pequeña sonrisa en su rostro y no pude evitar pensar que había visto como me había corrido segundos antes.

Me ruborice y agache la cabeza.

-              ¿Y bien? Ya he preparado todo. ¡Venga! Que vosotros ya la habéis disfrutado mucho.

-              ¡Joder, tío! Espérate que ni siquiera me he corrido. -se quejó Sergio cogiéndome la cabeza poniéndome su polla a milímetros de mi boca.

-              ¡Eso, tío! Además me tengo que recuperar -coincidido Pablo sentándose al lado de Sergio

-              Me la suda, tíos. Ya habéis estado un huevo con ella y quiero probar ese culito.

-              ¡Habíamos quedado que yo la estrenaba los agujeros!

-              Me la sopla. Tú ya te has corrido, a Sergio se la ha chupado pero bien y a mi que me jodan, ¿no? ¡De eso nada! Ese culo es mío.

Siguieron discutiendo un rato más como si yo no estuviera presente, aunque con el glande de Sergio en la boca poco podía hacer.

Finalmente Pablo le dio el visto bueno a Carlos. Enseguida me separó de Sergio haciendo un sonido gracioso como de descorchar una botella al alejarme de su polla.

Me levantó cogiéndome del pelo, arrimándome a su cuerpo.

-              Ven pequeña. Ahora es mi turno de saborearte. -susurró cerca de mi odio, lamiéndome el cuello.

-              No… por favor… no más… -supliqué con los ojos lagrimosos.

Pablo se levantó de un golpe dándome un guantazo que me hubiera lazando contra el suelo de no ser porque Carlos aún me seguía sujetando.

-              ¿Que te dije antes de no portarte como una buena chica? -gritó acercando su cara a la mía. -¿Es que quieres que me enfade, puta de mierda?

-              No…. no…

-              Pues entonces deja de llorar como una cría. ¿O es que acaso crees que no me di cuenta cuando te corriste como una golfa con mi polla?

No conteste. Baje la cabeza avergonzada.

Carlos sonrió y me empujo hacia el salón.

Abrí la boca impactada.

Mientras estaba siendo follada por Pablo y Sergio, Carlos se había dedicado a poner cuerdas a los extremos de la pata de la mesilla del salón, como transformándolo en una especie de potro de BDSM.

Estaba claro que Carlos no aparentaba la clase de mente pervertida que estaba viendo que tenía.

Le mire con miedo. A pesar de que el BDSM me ponía mucho, estaba siendo forzada y no me hacía ninguna gracia no poder moverme y sentirme indefensa (aun más) con ellos.

-              ¡Venga, nenita! Si te portas bien, esto no tiene porque salir mal. Así que vamos… túmbate en la mesa. -dijo con voz sensual agarrándome del mentón.

Le aparte la cara. Si se pensaba que porque fuera guapo iba a caer rendida a sus pies lo llevaba claro conmigo.

A Carlos pareció no gustarle demasiado mi reacción. Me agarró del pelo y me llevó hasta la mesa entre gritos de dolor. Me empujó obligándome a tumbarme encima de ella.

-              Lo he intentado hacer por las buenas, pero se ve que sólo lo entiendes de este modo…

-              No…. no… por favor… me portaré bien…. por favor….

-              Demasiado tarde.

Pablo y Sergio ayudaron a Carlos a atarme las manos y pies a la mesa y a pesar de que trate de impedirlo revolviéndome, de nada sirvió. Estaba claro que eran mucho más fuertes que yo y además eran tres contra uno. No lo hubiera conseguido.

Comencé a llorar pidiendo perdón, pero de nada me valió. Sentí a Carlos acariciar mi culo acercándose a mi agujero. Intentaba moverme, pero me habían atado muy bien.

-              Mmm…. que cerradito lo tienes… pero no te preocupes, eso va a cambiar ahora mismo.

-              NO… Nooo

Con su otra mano acariciaba mi vagina, aún húmeda por haberme corrido antes. De vez en cuando me daban calambres de placer al sentir como acariciaba una zona tan poco concurrida, pero tenía tal miedo en el cuerpo que no conseguía disfrutar del todo.

Metió un dedo en mi coño recogiendo algunos flujos para posteriormente pasarlos alrededor de mi ano. Poco a poco intentaba meter un dedo dentro, comprobando su flexibilidad.

Después de hacerlo un par de veces, finalmente introdujo todo su dedo en mi interior, un pequeño quejido salió de mi. Si bien es cierto que no me dolía, sentía cierta incomodidad.

-              ¡Joder, tío! Que bien le entra… -suspiro Sergio. -Pues yo no me pienso quedar aquí mirando.

Se colocó delante mía y levantándome la cabeza, volvió a meterme su polla dentro.

Podía ver a Pablo por el rabillo del ojo, sentado en el sofá mirando lo que hacían sus amigos mientras se masturbaba con cara de vicio.

Sergio movía mi cabeza como quería obligándome a introducirme su polla casi en su totalidad, parando solo en alguna ocasión, cuando me daban arcadas muy fuertes.

Carlos no paraba de acariciar mi vagina. Ya había llegado a introducir dos dedos en mi interior, que gracias a mi propio fluido entraban y salían con cierta facilidad.

De repente siento como retira sus dedos sustituyéndolos por su polla. Me revolví como pude, pero no conseguí zafarme de ellos.

Empezó a introducirme su polla entre grandes dolores. Mis ojos no paraban de lagrimear.

-              Buuuf….. dios, como aprieta esta puta…. ¡joder! -gimió Carlos introduciéndome de un golpe media polla.

Ahogue un grito de dolor en la polla de Sergio.

-              Eso es tío. ¡Reviéntala! -ánimo Sergio metiéndome un centímetro más en la boca.

-              Buaah. Ni te imaginas lo estrechito que lo tiene

Otra embestida y sentí sus pelotas golpear mi culo. Me la había metido entera.

Yo no paraba de llorar en silencio. Parecía que me habían metido un hierro ardiente por el culo, pero ahí no se quedó la cosa. Sin esperar a que me acostumbrara Carlos empezó a embestirme como si no hubiera un mañana.

Pablo sacó su polla de mi boca y cogiéndome del pelo, levantó mi cabeza.

-              Lo estás disfrutando, ¿eh puta?

-              No…. no…. parar…. por favor… -grite llorando

-              Mmmm…. me lo voy a pensar. -susurró riéndose, volviendo a metérmela.

Siguieron así no sé cuánto tiempo. Carlos continuaba acariciando mi coño sin parar, hasta que llegó un punto que no se como empecé a moverme con él. El dolor había pasado a un segundo plano y comenzaba a sentir cierto placer.

-              Ya no te quejas, ¿eh? -jadeo Carlos sin parar de moverse, acelerando sus caricias.

No se como, pero en cuanto sentí su corrida en mi interior no pude evitarlo y me corrí junto a él. A los pocos segundos se nos unieron.  Sergio, inundándome la boca y Pablo rociándome la espalda con su corrida. Se ve que fue demasiado para él, ver lo que hacían sus amigos.

Tal y como entró, salió Carlos de mi. Yo estaba agotada. Respiraba agitadamente sintiendo el semen manchar mis muslos.

Pablo se acercó a mí con una navaja y cortó las ataduras.

No me moví del sitio. Temía que si me movía volvieran a violarme, si es que finalmente se podría llamar así.

Sin darme cuenta fui quedándome dormida encima de la mesa.

Desperté de un sobresalto. Aún seguía encima de esa maldita mesa. Me levanté como pude y miré a mi alrededor. No había nadie.

Fui a la habitación. Mis cosas estaban esparcidas por el suelo. Di un pequeño vistazo y cogí mi móvil de una esquina.

Ni me lo pensé. Llame a la policía, cogiendo una manta para cubrirme, ya que toda mi ropa estaba destrozada.

Volví al salón y vi una pequeña nota en el sofá. La cogí.

“Piensa bien en el siguiente paso. Recuerda que lo sé todo sobre ti”

Lloré amargamente.