Nunca fui juguete ni sumisa de nadie
Un recuerdo que por una carta vino a mi memoria
Nunca fui juguete ni sumisa de nadie
Por circunstancias fortuitas llegaron mi viejos recuerdos, que desearía compartir mediante estas líneas.
En mi vida tres veces sufrí de verdad muy intensos dolores físicos, el primero mi parto del único hijo, un bebe bien cabezón que se hacia el remolón para salir a ver el sol, el segundo padecimiento fue el mas duradero por la sesiones de quimio y rayos para disipar un cáncer de esófago y por ultimo un latigazo muy fuerte que me cruzó la espalda en un encuentro sexual desafortunado.
De los tres llevo signos probatorios.
Del primero mi concha no volvió a ser la estrecha e idealizada por mi amor, de lo segundo entre mis tetas la piel lustrosa muestra a cuan intensa temperatura fue expuesta y tercera cruza mi espalda una línea brillosa que difiere de mi semiopaca piel blanca.
La primera me la busqué, la segunda, una desgracia y la tercera una sorpresa.
De esta ultima deseo hacer conocer como se originó.
Luego de unas serie de circunstancias que cambiaron mi vida, una de ella el maldito cáncer, decidí hacer lo que nunca había hecho, y quizás, no lo sé, cumplir un mandamiento al que estamos atadas la mayoría de las mujeres, ser putas y gozar desenfrenados encuentros sexuales, pues los vividos si bien maravillosos no contenían el morbo de lo prohibido, la lujuria que necesitamos conocer cuando nos damos cuenta que pronto todo acabará.
Con una amiga nos embarcamos en un crucero sexual, algo novedoso donde pude acceder a las pijas que solo soñaba o veía en fotos y videos, de allí a no sentir remordimiento por la conducta totalmente opuesta a lo aprendido de mis ancestros, no había nada.
Tuve consecuentemente encuentros con amigos muchos de ellos colegas meddicos, que me cortejaban muchos años atrás sin resultados.
Asisto a la prepaga de seguro social por un dolor de pecho, por suerte sin consecuencias, visito a la guardia de mi ente prestador, allí me atiende un joven medico y me hace un electrocardiograma.
Seria redundante explicar como es eso, pero si que los sensores se aplican en los tobillos y sobre las muñecas para detectar la circulación en las extremidades y otros sobre el pecho rodeando la posición del corazón.
Claro las chicas tenemos tetas y las mias bien desarrolladas con bellos chupetes de las que me siento orgullosa.
Acostada en una camilla, con esos cables conectados al registrador, el medico parado a mi lado y sintiendo las caricias que recibía al colocarme esos sensores previo aplicar un gel muy suave, hacen que al tener la bragueta del pantalón frente a mi boca y ver como su bulto crecía, me atreví a preguntarle si lo excitaba.
El joven no titubeó un instante en contestarme, señora seria poco menos que una falta de respeto no reaccionar a la vista y el tacto de unos pechos tan preciosos.
Me rio y le digo, niño primero hazme el estudio y luego sácala que te la chupo.
Llegado el momento la recibo en mi boca mientras con sus dedos se colaban por debajo de mi pollera y con maestría apartando la bombacha me pajeaba deliciosamente, ambos nos corrimos y allí terminó la consulta, por suerte el estudio no dio ninguna anomalía y me retiré contenta sin antes intercambiar teléfonos para un encuentro mas profundo y reservado.
Asi a los días quedamos en ir a coger a un hotel por horas, y nos disfrutamos ambos al máximo, sobre todos cuando me chirlean el culo y me dejan las nalgas rojas me gusta me la dén por detrás, ya que su aparato era realmente una delicia.
La tercera vez fue en su departamento, voy con mi auto y por suerte había lugar para estacionar frente a su edificio.
Subo y luego de unas copas el amor, pero no fue como yo esperaba pues no bien me calentó, yo lo mamaba, siento un latigazo leve en mi culo hasta mi respalda, dolió pero no mucho y puteándome me pide cómeme las pelotas vieja putona, bajo a sus bolas y me dice asi marrana de ahora en más, serás mi juguete, mi sumisa, acostúmbrate quien es tu macho, tu dueño, seguido de un latigazo muy pero muy fuerte que me sacudió toda y eso que no soy nada esmirriada, dolió intensamente y como venganza le muerdo el escroto con tanta fuerza que un trozo de carne quedó en mi boca y comenzó a sangrar gritando como loco.
Me seco la boca con la sabana, manoteo mi sacón tres cuartos y mi cartera y asi en pelotas me voy a mi auto, lo abro me pongo el sacon, descalza manejo hasta mi casa, nunca había manejado sin calzado era también doloroso pero no tanto como mi espalda que no la podía apoyar en el asiento.
Por suerte no me vio nadie.
Mi cara con sangre y mi espalda también sangrando, me isopé como pude con una solución desinfectante y me apoyé un paño para luego ponerme una remera holgada.
Me acosté boca bajo, de otra forma era terrible.
Lloré, como nunca no solo por el dolor físico sino también por la locura de él para que sea su juguete, su mascota, su sumisa, justamente yo, rebelde romanticona donde nunca pensé ser objeto de nadie en toda mi vida.
Sentí una gran sensación de vacio, y miedo,….
Me habrá denunciado?…. Lo habran salvado? o se fue en sangre?
Para colmo toda mi ropa quedo allá.
Me tendré que ir a entregar, lo habré matado?
Con bastante licor pude conciliar el sueño.
Al otro dia, nada…
Nadie me perseguía, nadie me acosaba, mis nervios me volvían loca.
Decido llamarlo, para saber si esta vivo al menos.
Pero detectará que soy yo, no solo el sino los que estén investigando mi crimen.
Me voy aun teléfono publico distante como seis cuadras de casa, llamo y contesta su voz……. Cuelgo.
Al menos estaba vivo, me siento en un bar y me tomo un café doble con un coñac también doble, no había comido nada, ya eran las cinco de la tarde y ni tenia hambre, lo que es el cagazo…
Por mucho tiempo temi por mi integridad, y tampoco fui a mi sanatorio.
De casualidad a los dos meses en una reunión con amigas y amigos, uno cuenta de una operación que tuvo en su guardia.
Dijo que le había suturado el escroto a Miguel, que llegó una noche bañado en sangre, le habían arrancado un trozo de piel.
Al pobre le salió mal una mamada con una mina….
Y como lo documentaste, no hubo intervención policial? Le preguntaron.
No; no la hubo; argumenté que se la agarro con la cremallera del pantalón.
Un huevo?
Bueno no fui muy claro y pasó.
Lo que si ¡!, quien no se apretó el prepucio con esas putas cremalleras.
Cerró la conversación mi acompañante totalmente ignorante de que la masticadora de pelotas era yo.