Nunca es tarde (8)

Siguen las aventuras de los cuatro

Ana y Juanita estuvieron un rato más en la cama. Desnudas, sintiendo el cuerpo de la una contra la otra. Sus manos acariciando la piel de la otra.

-Ana, quiero mucho a Pedro.

-Lo sé.

-Me refiero...como hombre. Estoy enamorada de...mi sobrino.

-Sí, lo sé

-Pero no puede ser.

-¿Por qué no?

-No es porque sea su tía. Es...es por la diferencia de edad. El está empezando. Yo...yo ya ..ya pasó mi hora. El querrá formar su familia. Querrá tener hijos. Yo no puedo darle eso.

.-Juanita, lo que tenga que ser, será. Ahora no pienses en eso. Disfruta del momento. Él como dices, es joven. Lo podrás disfrutar mucho tiempo. Y si algún día él se va, no estarás sola. Siempre me tendrás a mí. Yo también te quiero.

Se besaron tiernamente.

-¿Me ayudas a preparar la comida? - preguntó Juanita.

-Claro. Vamos, que ya es hora de levantarse.

Fueron a la cocina. Juanita sacó los ingredientes para hacer lasaña. De vez en cuando se besaban. Mientras una picaba la cebolla, la otra la abrazaba por detrás y le besaba el cuello. Mientras una pelaba los ojos, la otra la abrazaba por detrás y le acariciaba las tetas.

-Ana, tráeme la mantequilla para hacer la bechamel.

Una vez que se la dio, se sentó. Juanita le daba la espalda preparando la comida. Con sus movimientos su cuerpo se movía, y bajo el fino camisón que llevaba, su turgente culete se meneaba. Ana lo miraba. Luego vio la mantequilla. Recordó la famosa película.

Se levantó. Se acercó a Juanita y llevó sus manos al culo.

-Así que ayer Pedro se folló este culito..

-Aja.

-Metió su enorme y dura polla dentro de él y te la clavó hasta el fondo, verdad?

-Ummm sí

Ana levantó el camisón y le acarició las nalgas desnudas.

-Anita...déjame, que se va a quemar la comida.

-Te lo llenó de su leche caliente, verdad? Sentiste como te llenaba por dentro, a que sí.

-Ummm, me quemó por dentro. Me llenó toda.

Ana alargó una de sus manos y metió dos dedos en la mantequilla. Los embadurnó bien. Seguidamente, los llevó al ojete de Juanita. Con las yemas esparció parte de la mantequilla. Y después apretó. Los dos dedos entraron sin dificultad, hasta el fondo.

-Agggg, Ana...que haces?

-Te follo el culito. No es una polla...pero te follo el culito.

Juanita retiró la leche del fuego. Ahora no podía cocinar. Sólo podía sentir. Sentir como su hermana, a su espalda, le besaba el cuello mientras movía sus dedos, mientras los metía y sacaba de su culito. Su coño ya estaba mojado.

Sin dejar de meter y sacar sus dedos, Ana llevó su otra mano por delante y buscó el coñito de Juanita. Lo encontró encharcado de jugos.

-Vaya, hermanita..estas muy cachonda.

-Agggg. Es por tu culpa.

Las dos manos de Ana proporcionaban un gran placer a Juanita. Una en su culito. Sentía aquellos dos dedos que tan fácilmente se deslizaban dentro y fuera de ella. A veces, cuando los tenía clavados hasta el fondo, Ana los hacía girar, arrancando gemidos de placer. Y la otra mano en su coñito. También con dos dedos que recorrían su babosita raja, de arriba a abajo, una y otra vez, una y otra vez, entreteniéndose más tiempo en su pepitilla.

El gustito que estaba sintiendo la hacía flaquear las piernas. Su cintura, todo su cuerpo, se movía al compás que los dedos de Ana imprimían

Ana quería hacer correr a su hermana. Quería que estallara en mil pedazos. Y como hacía con Alberto, le fue diciendo cosas para calentarla más, para llevarla al máximo.

-Ya verás cuando Pedro y Alberto de follen a la vez.

-Agggg

-Vas a tener dos duras pollas para ti sola.

-Ummmm

-Una en cada mano. Las dos acariciando tu cara. Las dos en tu boca.

-Ana...Ana...

-Podrás chupar una mientras la otra te folla.

Las cosas que le decía a Juanita no sólo calentaban a Juanita. Ana también estaba muy excitada. Su propio coño era un lago entre sus piernas. Las palabras que decía. Las cosas que describía para Juanita eras las cosas que ella también deseaba para sí. Quería tocarse. Pero no podía. Sus manos estaban ocupadas en Juanita. Sólo podía frotar sus muslos entre sí. Estaba tan excitada que ese suave roce le proporcionaba mucho placer.

-Y luego uno te meterá su polla en el coño, hasta el fondo.

-Aggg

-Y el otro te la meterá en el culito.

-Me van a matar...ahhh

-Sí, de placer. Te empezarán a follar a la vez, mientras una polla entra la otra saldrá. Irán cada vez más rápido, más fuerte

Juanita, con los ojos cerrados, imaginaba en su mente todo lo que Ana le iba relatando. No podía soportar más tanto placer. Sintió que su orgasmo llegaba.

-Te correrás por el coño. Te correrás por el culo. Y luego ellos te llenarán de su caliente y abundante leche caliente. Sentirás como sus pollas empiezan a llenarte mientras se corren dentro de ti. Tu coñito rebosará. Tu culito rebosará.

No pudo más. Su cuerpo fue atravesado de arriba abajo por un rayo de placer. Estiró su cabeza hacia atrás, su cuerpo se tensó y se corrió. Ana sintió como su esfínter se cerraba con fuerza sobre sus dedos. Como los dedos que tenía en su coñito se llenaban de jugos. Como todo su cuerpo temblaba. Y gracias al frotamiento de sus muslos, y gracias también a que en su mente escenificaba lo que relataba, también se corrió. Mordiendo suavemente, para no gritar, el hombro de Juanita.

Juanita tuvo que sentarse en una silla. Sus piernas no la sostenían. Ana la miraba.

-Ana, eres...eres terrible...no me tengo en pie.

-¿Me vas a decir que no te ha gustado?

-No, me ha..encantado...Tendrás tú que terminar la comida..yo no puedo...uf...si todavía estoy temblando.

Ana le dio un besazo y terminó de hacer la comida.

Raúl llamó por teléfono diciendo que no lo esperaran a comer. Que se iban con unos amigos.

-Se van a perder tu rica lasaña.

-De eso nada. Su parte se la guardo para la cena.

A su hora, llegaron Pedro y Alberto. Juanita fue corriendo y abrazó a Pedro. No lo veía desde la noche pasada. Sus labios se juntaron

-Hola mi amor

-Hola Juanita. ¿Cómo estás?

-Ahora que has vuelto, estupendamente. Ven conmigo.

Lo cogió de la mano y se lo llevó al cuarto. Cerró la puerta. Lo volvió a besar.

-Mi vida, lo de anoche...fue...maravilloso. Nos amaste tan tiernamente a tu madre y a mí. No he podido agradecértelo.

-Juanita, no tienes que agradecerme nada.

-Quiero hacerlo..deseo hacerlo.

Lentamente, mirándolo a los ojos, se fue arrodillando delante de él. Sus manos recorrieron sus brazos mientras bajaban.

-Juanita...

-Shhhh calla. Déjame que te devuelva parte del placer que me diste.

Puso sus manos en los muslos de Pedro. Acercó su cara y la rozó por su bragueta. Pudo sentir como la polla de Pedro se iba poniendo dura bajo el pantalón. La recorrió con sus mejillas.

-Ummmm, esto que tienes aquí dentro anoche casi me mata de placer. Ahora yo voy a intentar compensarle.

Manteniendo el contacto visual, lentamente, bajó la cremallera del pantalón. Después metió su mano. Sobre el calzoncillo acarició la polla, todo a lo largo.

-Qué dura se pone...Parece que le gusta que su tía la acaricie.

-Le gusta mucho.

Con dificultad consiguió sacarla. La agarraba con su mano. Palpitaba. Sentía su calor, su dureza. La miró y luego volvió a mirar a Pedro.

-Tienes una polla preciosa.

Llevó también su otra mano a la dura barra. Tiró hacia atrás de la piel, descubriendo la suave cabeza. Acercó sus labios y le dio un tierno beso. Luego otro,  y otro.

Pedro no apartaba los ojos. Su querida tía lo miraba desde el suelo, besando su polla. Sacó la lengua y lamió todo el capullo. Despacito, sin prisas. Mojándolo. Luego su lengua recorrió todo el tronco. Lamía y deba un besito. Lamía más y otro besito.

Se empezó a acariciar la carita con la polla. La pasó lentamente por su frente, por sus mejillas, por su nariz, por sus labios, por su barbilla. Sentía como su cara se mojaba ligeramente por el líquido pre seminal. Pedro estaba tan excitado...

Cuando la polla volvió a pasar por los labios, abrió la boca y la chupó. Metió dentro  sólo la punta. Sus labios estaban apretados alrededor. Y su lengua, dentro de la boca, acariciaba toda la cabeza.

-Ahhhhh...Juanita..

Acercó más a él su cabeza, haciendo que la polla entrara más en su boca. Chupaba y hacía círculos con la lengua alrededor del tronco. Se la metió toda hasta donde pudo sin sentir el reflejo de la garganta. Tres cuartas partes estaban dentro de su boca.

Al estar Juanita arrodillada, la postura hacía que la visión de Pedro no fuese completa. Él deseaba ver la cara de ella. Deseaba ver como su polla entraba y salía de su boca.

-Umm Juanita...quiero...verte..mirarte mientras..lo haces.

Ella comprendió. Si sacar la polla de su boca, se sentó en el suelo. Ahora su cabeza quedaba más baja. Tenía que levantarla para llegar a la polla. Y ahora la visión que tenía Pedro era perfecta. Ella se sacó la polla de la boca.

-¿Así mi amor?

-Oh, sí...así...

Se la volvió a meter. Sus ojos mirando los de Pedro. Veía su cara de placer. Empezó entonces a mover su cabeza, adelante y atrás.. adelante y atrás. La polla entraba y salía de su boca. Estaba brillante hasta donde llegaba la boca.

Pedro llevó sus manos a la cabeza que Juanita, Sosteniéndola. Y entonces fue él el que empezó a moverse, metiendo y sacando su polla cada vez más rápido de aquella caliente boca. Se la estaba follando por la boca.

No iba aguantar mucho más. Era demasiado placer. Demasiada excitación. No era sólo el placer físico que producía aquella boca y aquella lengua. Era además el placer psíquico de la vista. El placer erótico de ver como entraba y salía de la boca. Y sobre todo, su mirada. Sus ojos clavados en los suyos.

-Juanita...tía...me...voy ...a...correr...

Ella se preparó. Sabía que su boca se llenaría y tendría que tragar para no desperdiciar ni una sola gota.

-AGGGGG

La polla empezó a temblar en su boca. Se puso aún más dura y presintió la llegada del primer chorro.

-Ummmmmm - hacía Juanita. La vibración del sonido aumentaba el placer de Pedro.

-Ummmmmm - con el segundo chorro.

Pedro oyó el sonido de su garganta al tragar. Tras el tercer y cuarto chorro volvió a tragar.

Parecía que la vida se le escapaba. El placer que estaba sintiendo era infinito. Quería cerrar los ojos, pero no lo hizo. Esos ojos clavados en los suyos lo hipnotizaban

Cada vez que Juanita sentía la boca llena, tragaba. Sentía el semen bajar por su garganta, espeso, caliente. Sin tocarse tuvo un suave orgasmo que le hizo cerrar un momento los ojos.

Después del placer, se quedaron unos segundos quietos. La polla dentro de la boca. Las respiraciones agitadas. Pedro cayó de rodillas y besó a Juanita.

-Ahora has sido tú la que casi me mata de placer.

-El placer ha sido mío. Ahora tenemos que ir a comer.

Él se levantó y luego la ayudó a ella a levantarse.

Cuando volvieron a la cocina, Ana la miró. Juanita le sonrió. Se llevó la mano a la barriga e hizo círculos, pasando su lengua por los labios. Ana la entendió y le guiño un ojo. Miró a Pedro. Se le notaba relajadito.

-¿Raúl y Carlos no comen? - preguntó Alberto.

-No, han quedado con unos amigos.

-AH. bien. Esta lasaña está buenísima. ¿Quién la hizo, tú o Juanita?

-Entre las dos. ¿Quieres más, Juanita?

-Uf, no, ya estoy llena.

-Es que no se puede tomar nada antes de comer.

-Jajaja -rió Juanita - Fue sólo un poco de leche.

El único que no se rió fue Alberto. Y no entendió el porqué de la risa de los otros tres.

-¿Dónde está el chiste?

-Luego te lo explico, maridito. ¿Tú quieres más?

-Sí, ponme un poco más.

Cuando terminaron de comer les quedaba tiempo antes de volver al trabajo.

-Yo me voy a echar un siestecita, si no os importa - dijo Pedro.

-¿Te puedo acompañar? - preguntó Juanita.

-NO! Pues claro que sí.

Se acostaron en la misma cama. Por supuesto, abrazados. Se dieron un suave beso. Juanita apoyó su cabeza en su hombro. Cerró los ojos.

-Te quiero, Pedro.

-Te quiero, Juanita.

A los 5 minutos, los dos estaban dormidos.

En el salón, Ana y Alberto veían la tele. Pedro sentado y Ana acostada en el sofá. Su cabeza en su regazo.

-¿Y bien? Me cuentas el chisto o no.

-Pero mira que llegas a ser bobo. ¿No te diste cuenta de que Juanita y Pedro se fueron al cuarto antes de comer?

-Ummm, sip

-¿Y qué Pedro volvió relajadito?

-No me digas que..

-Sí.

-Jajaja, ahora lo pillo. Lo del poco de leche.

-Es que si al hombre no se os explican las cosas con gráficos no os enteráis de nada.  Con gráficos o con mujeres en pelotas

-jajaja. Así que mi cuñadita se tomó el postre antes de comer.

-Ajá.

-Tú no has tomado postre.

-No. ¿Qué me ofreces?

-En la nevera hay fruta.

-No quiero fruta.

-¿Qúé quieres?

-Yo también quiero leche caliente.

-Has tenido suerte. De ese sí tengo. Sírvete tu misma.

En un momento Ana había sacado la polla de su marido y le estaba haciendo una estupenda mamada. El seguía sentado. Ella tumbada en el sofá, boca abajo. Su cabeza subía y baja. La polla entraba y salía de su boca.

Alberto llevó su mano al culete de Ana. Estuvo un rato acariciándolo sobre la falda. La subió y lo acarició sobre las braguitas. Le encantaba el culito de su mujer. Bueno, le encantaba todo de ella. Llevó los dedos de la mano que acariciaba el culito a su boca y los mojó. Luego los volvió a llevar al culete. Esta vez metió la mano por debajo de la braguita. Pasó los dedos por la rajita del culo y con uno toco el ojete.

-Ummmmm - hacía Ana con la boca llena de polla al sentir el dedo como entraba en su culito.

Aumentó el ritmo de la mamada cuando Alberto empezó a meter y sacar el dedo.

-Aggg, que boquita tienes mi amor... Y que culito... hace tiempo que no te lo follo bien folladito.

Ana sacó un momento la polla de la boca.

-Sí, lo tienes muy abandonadito.

-Pues esta noche habrá que darle un buen repaso. Ahora...sigue...

Se volvió a meter la polla en la boca. Su cabeza subía y baja. Chupaba fuerte y enroscaba su lengua alrededor del tronco. Alberto gemía de placer. Cuando le introdujo un segundo dedo, sintió en su polla el gemido de Ana.

-¿Te vas a tomar toda la lechita. verdad?

Ana no contestó. No podía. Sólo emitió un sonido gutural que Alberto interpretó por un sí.

Los dedos empezaron a moverse más deprisa. Alberto a gemir más fuerte. Ana supo que el momento se acercaba. Ella estaba más entrenada que Juanita en estas lides. Así que en cuanto Alberto empezó a correrse, ella empezó a tragar. No retenía el semen en la boca. Tras cada chorro, tragaba. Tenía sólo la punta de la polla en la boca, así que el caliente semen le caía en la lengua. Y al tragar podía saborearlo. Su boca se llenó de su sabor... salado , caliente. Cinco, seis, siete chorros fueron engullidos antes de que la polla dejara de manar. Chupó un poco más para que no quedara rastro alguno de aquella rica leche.

-Ummm, que rico, Alberto. Me encanta tu leche.

-Uf, y a mi dártela. Me has dejado vacío.

-Pues será mejor que te vuelvas a llenar, porque esta noche me has prometido una cosita.

-Cumpliré mi promesa.

Al rato, los hombres se despidieron. Las mujeres se volvieron a quedar solas.

-¿Qué tal con Pedro? Os habéis dado otro revolcón.

-Pues no. Sólo hemos dormido la siesta.

-Ummm, ¿Seguro?

-Que sí.

-Vale. Pues yo he quedado con mi maridito para esta noche.

Se pusieron a ver la tele. A media tarde regresaron Raúl y Carlos.

-Hola chicos. ¿Qué tal?

-Muy bien, mamá.

-¿Un cafelito?

-Vale.

-¿Te hecho una mano, Ana? - preguntó Carlos

-Claro. Vamos.

En el salón quedaron Juanita y Raúl. Carlos preparó la cafetera.

-¿Amas a mi hijo?

-Con todo mi corazón.

-Es un gran chico. Y tú no también lo pareces. Me gusta veros bien juntos.

-Ana, te puedo hacer una pregunta?

-Dispara.

-Tú y tu hermana tenéis una relación, verdad?

-Sí.

-Y tu marido y Pedro lo saben, no?

-Sí.

-Me dais envidia. Formáis una familia de mente abierta. La mía no lo es. Al final me han aceptado, pero me costó mucho sufrimiento. En cambio, vosotros me aceptasteis sin objeciones. Gracias.

-No tienes que darnos las gracias. Para nosotros lo primero es la felicidad de Raúl. Con quien se acueste no nos importa.

-Ya está el café.

-Ah, bien, vamos.

-¿Puedo invitaros esta noche a cenar?

-Pues claro. Hace tiempo que no salgo a cenar.

Los seis se pusieron muy guapos y se perfumaron. Fueron a cenar a un buen restaurante y se lo pasaron muy bien. Bebieron con moderación. Lo justo para alegrarse, pero sin perder el control. Había seis manos entrelazadas, de dos en dos. Alberto cogía la mano de Ana. Juanita la de Pedro, y Raúl la de Carlos.

Cuando salían del restaurante, Alberto le tocó el culo con disimulo a Ana. Le susurró al oído.

-¿Recuerdas que tenemos algo pendiente, no?

-Sí que lo recuerdo. Espero que hayas recargado la pistola.

-Está lista.

En el salón de la casa, se despidieron de Carlos y Raúl.

-Carlos, gracias por tan maravillosa velada.

-Es lo menos que podía hacer.

-Hasta mañana.

Alberto esperaba a su mujer acostado en su cama. Ella había ido al baño. Cuando regresó, venía vestida con una bata larga.

-Pero mujer! ¿Qué haces con esa bata? Con el calor que hace.

-Me siento mal. Me duele la cabeza. Debo de haber pillado algo...

-¿QUEEEEEEEEEEEEEEEE?

-jajajaja. Que carita se te ha puesto.

Se abrió la bata y la dejó caer al suelo. La polla de Alberto de se puso dura en el acto.

-Me lo compré para un día especial.

Ana llevaba un conjunto de lencería precioso. De color rojo. Con medias, ligero. Unas braguitas pequeñas, de encaje. Un pequeño sujetador.

-Ana! Estás...Preciosa. Para comerte.

-Ah sí? Me quieres comer?

-TODA.

Se acercó a él contoneándose. Se dio la vuelta y le enseñó el culo. Con aquellas braguitas tipo tanga, las medias y el liguero, estaba irresistible.

-¿Te gusta el culito que te vas a follar?

Alberto llevó sus manos y lo agarró con ellas.

-Ya lo creo que me gusta.

-¿No le das un besito?

Ana puso el culito en pompa hacia Alberto, que acercó sus labios. Le dio un beso a cada nalga. Luego sacó su lengua y las lamió.

-Ummmm, que rico...Mi amor..estoy muy cachonda.

-¿A ver?

Alberto metió la mano entre las piernas de su esposa. Aquel coñito estaba empapado. La rojas braguitas no podían absorber todos los jugos que ella destilaba. Metió los dedos por dentro de la braga y los pasó a lo largo de la rajita.

-Agggggg, que. gustito, mi vida...

Con la mano libre apartó el hilo del tanga. El ojete quedó ante él. Sin más sacó la lengua y lo lamió. Ana gimió de placer. Sentía en su coñito los dedos de el acariciarla. Tocar su sensible clítoris. Y en su culito la lengua lamiéndola. Alberto le quitó las bragas. Tiró de ellas y cayeron a sus pies. Ahora tenía el camino libre.

-Ponte en la cama, mi amor.

Ana se puso en la cama, a cuatro patas. El culito en pompa, ofrecido. Alberto de puso detrás. Abrió las nalgas con las manos y volvió a lamerla y chuparla. Ana llevó una de sus manos a su coñito y se tocaba.

-Alberto, mi vida...ya no puedo más....necesito me que folles...fóllame el culito...ya...

Se arrodilló detrás de ella. Acercó su dura polla y la apoyó contra el esfínter. Empujó hasta que entro la cabeza. Luego Ana empujó hacia atrás y la polla se clavó hasta el fondo.

-AGGGGGGGGGGG que me partes en dos!!

Tenía toda su polla dentro de Ana. Ella estaba como una perrita. Meneaba el culete hacia los lados, sintiendo dentro de ella aquella dura barra. Él le dio una palmadita en las nalgas.

-Ummmmm...más

Otra nalgada. Más que golpes eran como carias fuertes. Él se quedó quieto. Era Ana la que se movía hacia tras, clavándose la polla hasta el fondo, y hacia adelante, sacándola más de la mitad.

-Come te siento dentro mi, mi amor.

-Tienes un culito tan caliente y apretado...me gusta mucho.

-Lo sé. ¿Te gusta follarme el culito, verdad? ¿Te gusta darle por el culito a tu esposa, no? Tenerla sobre la cama como a una perra ensartada por tu enorme polla.

-Si, sí, me encanta.

-Agggg, y a mi...

Se la sacó.

-No la saques, no la saques. Vuelve a follarme.

-Espera, mi amor. Quiero ver tu cara mientras te follo. Acuéstate boca arriba.

Cuando ella lo hizo, Alberto metió una almohada debajo de su cadera, levantándola. Se puso entre sus abiertas piernas arrodilladlo. Puso las piernas Ana sobre sus hombros y le volvió a meter la polla hasta el fondo. Vio como ella cerraba los ojos cuando sintió la nueva invasión.

Ahora el que se movía era Alberto. Empezó con embestida suaves, pero fue aumentando el ritmo.

Sin previo aviso, Ana fue recorrida de arriba a abajo por un fuerte orgasmo. Cerró los ojos y todo su cuerpo se tensó. Por unos segundos no respiró. Luego tragó grandes bocanadas de aire.

-Aggg Alberto....me he ..corrido....agggg y...me sigues...follando.

-Sí, pero no puedo aguantar mucho más.

-No te retengas mi vida. Déjate ir..lléname de ti.

Los dedos de los pies de Alberto se tensaron. Luego las pantorrillas, seguidas por los muslos. Luego, todo su cuerpo Su polla se convulsionó y empezó a soltar su carga en lo más profundo de Ana, que al sentir aquel calor que se irradiaba desde dentro de ella se volvió a correr.

Alberto cayó sobre ella. Se puso mejor y los quedaron tumbados en la cama.

-Ha sido increíble, Ana.

-Uf, ya lo creo, mi amor. Es verdad que habías vuelto a llenar el depósito. Me has llenado.

-Estás preciosa con este conjunto. Quiero que te lo pongas más menudo.

-Claro mi amor...

Ella se puso de lado. El la abrazó desde atrás.

-Alberto, ¿Sabes una cosa?

-Dime.

-Juanita quiere que tú y Pedro os acostéis con ella. Los dos a la vez.

-WOW!!

-Yo también quiero.

CONTINUARÁ