Nunca es tarde (6)

Nuevas relaciones. Ahora comparten a sus hombres.

-Así qué era esto lo que te tenía tan cachonda.

Ana le hizo una seña para que se callara y le indicó que mirara. Alberto se arrodilló y miró. Vio en primer plano los pies de su hijo, que estaba acostado boca arriba en la cama. Sobre él estaba sentada Juanita, de espaldas a Alberto. Veía su culo, acariciado por las manos de Pedro. Juanita subía y bajaba. Oía sus callados gemidos.

Ana llevó su mano a la polla de su marido.

-Ummm, veo que a ti también te pone cachondo verlos.

-Sí que está buena tu hermana. Y parecía una mosquita muerta.

-Sí, sí, una mosquita muerta.

-¿Entramos?

-¿Estás loco?

-Uf, sí, loquito por echarle un buen polvo a tu hermanita.

-Pero mira que eres...

Lo cogió por la polla y lo llevó a su cuarto. Si tiraron en la cama y se empezaron a besar y manosear. La mano de Ana subía y bajaba a lo largo de la polla dura de Alberto. Los dedos de Alberto acariciaban el húmedo coñito de Ana.

-Eres un cabrito. Te quieres follar a mi hermana mayor.

-Sí. Está buena, la jamona.

Ana se sentó sobre Alberto, como estaba Juanita sentada sobre Pedro, clavándose la polla hasta el fondo. Alberto le acarició las tetas.

Cuando Ana y Alberto estaban muy calientes, como ahora, les gustaba decirse cosas mientras follaban

-Aggggg, que dura la tienes...¿Y qué haría yo mientras te la follas? ¿Mirar?

-Podrías participar. Siempre he querido que me hicieran una mamada a dos bocas, y que mejor que dos hermanitas a las que llenarse las lindas caritas de leche.

-Ummmm, seguro que nos dejarías a las dos preciosas.

-Ya lo creo.

Ana se echó sobre su marido y se besaron. Alberto aprovechó para abrazarla y hacerla girar, poniéndose el encima de ella. La polla no se salió en ningún momento del coñito. Empezó un bombeo fuerte y profundo. Ana no paraba de gemir.

-Y mientras me follo a una a la otra le puedo comer el coño.

-Agggg, y ..Si...ummmm mientras te follas a una esa una le como el coño a la otra?

-Mucho mejor. Te pondría a cuatro patas y te follaría el culito mientras le comes el coño a Juanita.

-Ummm. ¿Y a Juanita?¿Le darías por el culo a Juanita?

-Por supuesto. ummmm

La imagen de su hermana siendo follada por su marido la hizo estallar en un fuerte orgasmo. Alberto la siguió penetrando, prolongando su placer.

-Aggggg, mi amor....me corrooo - gritó Ana.

Alberto aún no estaba a punto, así que siguió. El coñito de Ana, tras su orgasmo, se había llenado de sus juguitos, haciendo que su polla resbalara más. Ella lo abrazó con los brazos y con las piernas.

-¿Y qué hacemos con el niño? - le preguntó Alberto.

-Aggg..¿Qué niño?

-¿Cómo que qué niño? El que se está follando a tu hermana.

-No..no lo sé..

-No lo podemos dejar solito..

-Ummm, no, no podemos.

-Mientras yo me follo a Juanita, tú..tú podrías ocuparte de él

-Agggg..¿Quieres que me acuesto con Pedro?

-Ummmmm, ahgggg, ¿Te gustaría?

Ana no respondió. A su mente le llegaron los recuerdos de la ternura con que Pedro trataba a Juanita, la envidia que sintió. Sí, lo deseaba. Y cuando sintió como Alberto empezó a correrse en el fondo de su coño, gritando un SÍ, se corrió con él.

Después abrazados, se daban tiernos besitos. Alberto acariciaba el cabello de su esposa. La amaba con locura. Sabía que lo que se decían mientras hacían el amor era un juego, algo para aumentar su excitación. A lo largo de los años se habían dicho muchas cosas que enseguida se olvidaban. Quedaban sólo para ese momento íntimo. Pero...esta vez...

Esta vez notó que Ana lo deseaba. Se sintió un poco extraño, pero no contrariado. Le idea lo seducía. Además, él también hablaba en serio con lo de hacerlo con Juanita. Siempre le gustó.

Por la mente de Ana se cruzaron pensamientos similares. Sabía que desde siempre a Alberto le ponía Juanita. Pero lo conocía muy bien y también sabía que él jamás intentaría nada sin su consentimiento. Y en cuanto a Pedro...Hasta ahora nunca había tenido esos sentimientos hacia su hijo. Pero haberlo visto como lo hacía con su hermana y luego ella misma hacerlo, despertó en ella deseos. Y cuando le comió el coñito a Juanita rebosante de semen de Pedro...le gustó. Le gustó porque sabía que era la lechita de su hijo.

La primera en hablar fue Ana. Abrazada a Alberto, le preguntó:

-¿Te quieres acostar con Juanita, verdad?

-Mi amor...la verdad que es una fantasía mía desde siempre..Pero sólo si tú estás de acuerdo. Y ella, claro.

-No dejarás de quererme, no?

-Claro que no, tontita. Jamás dejaré de amarte.

-Si ella quiere...tienes mi permiso. Te puedes follar a tu jamona cuñadita.

-¿Y...?

-¿Y?

-Lo otro?

-Te refieres a..Pedro?

-Sí.

-Pues...no sé...¿Te parece mal?

-...No...Ya es mayorcito. Si tú lo deseas y él quiere...

-Sí, lo deseo.

-Seguro que será algo bonito. Ya sabes que él te adora.

-¿Y si me rechaza? ¿Y si le parece algo horrible?

-No lo creo. Siempre existe la posibilidad. Pero no creo que Pedro piense que sea algo horrible ..hacerte el amor. Hacérselo a su tía parece que le gusta.

-No es lo mismo.

-No es lo mismo, lo sé. Quizás para él sea aún mejor.

-¿Tú crees?

-Sí.

-¿Y cómo lo hacemos? No podemos presentarnos en pelotas y ya está.

-jajajaja, ¿ Por qué no?

-No seas bruto.

-Era broma. Tú tienes confianza con Juanita, no?

Alberto no tenía ni idea del grado de confianza al que las dos hermanas habían llegado.

-Sí.

-Pues...se lo planteas...En cuando a Pedro, bueno, esa ya depende de ti. Emplea tus dotes de seducción.

Ana empezó a darle vueltas a la cabeza sobre como conseguir cumplir el deseo de ambos. Se durmió intentando buscar una solución. Y se despertó el domingo temprano. Aún no había amanecido. En su cabeza aún rondaban las ideas de anoche. Se levantó, desnuda,  y fue a buscar a su hermana. Entró con sigilo. Los dos dormían. Con cuidad despertó a Juanita. Con señas logró que la siguiera. Fueron al salón.

-¿Qué pasa, Anita?

-Nada..es que tengo que hablar contigo.

Se sentaron juntas. Ana la besó en los labios. A pesar de estar aún un poco adormilada, Juanita se lo devolvió.

-Anoche os volví a mirar.

-Me lo imaginaba. ¿Sabes? Suponía que nos estarías mirando..y...uf...me excité más.

-¿Sí? ¿Te puso cachonda el pensar que tu hermana pequeña te estaba mirando follar con su hijito?

-Sí.

Ana puso su mano en el muslo de Juanita y lentamente fue subiendo..hasta llegar a su coño. No tenía braguitas. La besó al tiempo que acariciaba la rajita con sus dedos.

-Te mojas enseguida..Tu coño es un lago.

-Aggggg, es que tus dedos..que rico...

-¿Sabes una cosa?

-ummmm, ¿Qué?

-Alberto también les miró.

Juanita se tensó. Abrió los ojos y miró a Ana con cara de miedo

-Dios mío

-No te preocupes..Él también se calentó mucho.

-¿Sí?

-Sí, me folló como hacía tiempo que no me lo hacía. Verte follando con Pedro lo excitó como nunca. Verte, a ti.

Ana siguió masturbando a Juanita. Gemía otra vez.

-Me dijo que le gustas mucho..Me dijo que..quiere follarte.

-Agggg, Ana...

-¿Quieres que mi marido te folle? ¿Te quieres follar a tu cuñadito?

La cabeza de Juanita bullía de pensamientos. Ana le estaba ofreciendo hacerlo con Alberto.

-¿Tú quieres, Ana?

-Si tú lo deseas....sí.

Juanita estaba a punto de correrse.

-Sí..sí quiero...aggggg

Ana dejó de tocarlas antes de que Juanita se corriera. Ella la miró, anhelante.

-Te está esperando.

-¿Cómo?¿Ahora?

-Sí.

-¿Y tú? Nos..mirarás?

-Yo...no..no...

Juanita comprendió.

-Lo harás con Pedro.

-Si él quiere, sí.

Las hermanas se besaron.

-Querrá

Juanita se levantó. Todo su cuerpo temblaba de emoción y de nervios. Iba a estar con el segundo hombre de su vida. Entró en el cuarto de Ana y cerró la puerta.

-Alberto?

-Mmmmmfs...Ana.¿Qué hora es?

-No soy Ana, soy Juanita.

Alberto se despertó de golpe.

Ana estaba mucho más nerviosa que Juanita. Juanita había sido invitada, pero ella no. Cabía la posibilidad de que Pedro la rechazara. De que su relación se resintiera. Pero el deseo de recibir la ternura que vio recibir a Juanita, pudo más que el miedo.

Sin hacer ruido, entró en el cuarto de Pedro. Estaba oscuro. El sol aún no había salido. Con el corazón a mil por hora, se acercó a la cama de su hijo.

Pedro dormía plácidamente, tapado con la sábana, de lado. Ana la apartó y se introdujo en la cama, acostándose junto a él, a su espalda. Pegó su desnudo cuerpo al suyo. Sus pechos se apoyaron en su espalda. Sintió que sus pezones estaban duros. Oyó la suave respiración del muchacho.

Empezó a acariciarlo. Su pelo, su espalda, sus brazos. Pedro también estaba desnudo bajo la sábana. Su mano llegó a su cintura. Siguió bajando..su cadera..su muslo. Lentamente, pasó su mano por delante. Acarició su musculoso pecho. Bajó. Su plano estómago..luego. luego su pubis. Bajó un poco más...buscando.

Y lo encontró. Pero estaba duro. Tenía en su mano la polla dura de su hijo..Casi sin tocarla, sólo con la yema de sus dedos la recorrió. Luego, cerró su mano alrededor. La sintió palpitar. Muy lentamente empezó a mover su mano, iniciando una lenta masturbación.

-Ummmm - gimió Pedro

Ana se quedó petrificada por un momento, sin respiración. El corazón le estallaba en las sienes. Entre sus piernas su coñito destilaba jugos...

Y entonces Pedro se dio la vuelta. Se pegó a ella, haciéndola tumbar de espaldas. Se subió sobre ella y la penetro. Toda aquella dura polla desapareció dentro de ella. Un ahogado gemido se escapó de la garganta de Ana. Su niño..su amado hijo había vuelto a donde había salido.

Pedro apoyó su cara sobre el hombro de ella y empezó a entrar y salir. Ana sentía aquella dura barra en lo más profundo de su ser, y como hiciera Juanita, acarició la nuca y el pelo de él.

-Te quiero, mami.

-Agggggg, Pedro, mi vida...¿Sabías que era yo?

-Sí.

No se veían, sólo se sentían. Sintió los labios de él en su frente, en sus sienes, en sus mejillas,  finalmente, en sus labios. Sus bocas se entreabrieron y sus lenguas, tímidamente al principio, se encontraron.

-Mami, llevaba deseando esto desde hace mucho tiempo.

-Agggggg, mi niño, ummmm ¿Por qué no me dijiste nunca nada?

-No sabía..como.

El sol empezaba a salir. Una tenue luz empezó a iluminar la habitación, pera aún eran sombras el uno para el otro. El placer físico y psíquico que sentía Ana la llevaba poco a poco a la cima del placer.

-Mi vida...que ..placer me das...vas a hacer que..que mami se corra.

-Me correré contigo...aggggg

Pedro aceleró los movimientos. Los gemidos de los dos se hicieron más seguidos.

-Aggggg Pedro!! Pedrooo.

No pudo seguir gritando su nombre porque Pedro cerró su boca con la suya. Su coño se llenó de calor. El calor que el semen con que Pedro la estaba llenando irradiaba dentro de ella. Ese calor, esa presión de aquel pistón que no paraba de entrar y salir de ella la hizo estallar. La tensión del orgasmo la dejó desmadejada sobre la cama. Su adorado hijo dentro de ella. Su caliente lechita bañándola por dentro.

-Que placer, mi amor, que placer.

-Mami, ha sido...maravilloso.

-Ummm, sí...tú eres...maravilloso.

Tiernamente se besaban. Las manos de Ana acariciaban la espalda de Pedro, que llevó una de sus manos a los pechos de su madre y los acarició.

-Mami, si supieras cuanto te he deseado..Cuanto te deseo.

-Agggggggg ...Pe..dro.... - gimió Ana cuando él empezó otra vez a moverse.

Otra vez aquella dura polla volvía a moverse dentro de ella. Ahora tenía respuesta a lo que se preguntó la otra noche, en qué se sentiría cuando la volvieran a penetrar con su coñito rebosante de semen. Y para lo que sentía...no tenía palabras.

-Me..estás ...amando otra vez...Mi Pedro...que...gustitoooo.

Debido a su reciente eyaculación, Pedro estuvo largo rato entrado y saliendo del anegado coño de su madre. Más lento, pero más profundo. Las caricias de ella no cesaban. Los besos de él tampoco.  Ese profundo y largo coito arrancó varios orgasmos a Ana, el último de ellos cuando Pedro volvió a llenarla de caliente semen.

Los dos se quedaron sin fuerzas. Ahora la luz había aumentado y ya se veían las caras. Se miraron a los ojos.

-Te quiero mami.

-Y yo a ti.

Pedro se tumbó a su lado. La abrazó.

-¿Dónde está tía Juanita?

-Está..con tu padre.

-Jejeje, se veía venir

-jaja, sí...Ah, Pedro...gracias.

-¿Por qué?

-Por haberle enseñado a mi hermana los placeres del amor. Está encantada. Y yo.

-El placer fue mío.

TOC-TOC

-¿Se puede? - sonó la voz de Juanita

-Sí, pasa

Juanita entró y los vio a los dos abrazados. Todo parecía haber ido bien.

-Ya veo que todo ha ido bien, no?

-Ummmm, de maravilla. Pedro es un amante...ESTUPENDO.

-A mí me lo vas a decir.

-¿Y qué tal con Alberto?

-Jeje, ya sé a quien sale Pedro. Todavía me tiemblan las piernas.

Juanita se sentó en la cama, junto a ellos. Besó a Pedro en los labios. Después besó a Ana. El beso fue profundo. Pedro las miraba, pero se estaba haciendo pis, así que salió corriendo al baño. Y cuando regresó, las dos mujeres se estaban besando, se estaban acariciando. Gemían. Las manos recorrían los pechos, las barriguitas, y finalmente, se acariciaron mutuamente los coñitos. Ambos mojados...ambos rebosantes.

La visión de su madre y su tía haciendo el amor era preciosa. Pedro se acostó en la otra cama y las observó. Vio como con los ojos cerrados se besaban. Como sus bocas se abrían la una contra la otra, permitiendo a sus lenguas entrelazarse entre sí. Miró como sus dedos recorrían las rajitas de aquellos dos preciosos coñitos. Veía, y oía. Sus gemidos, sus quejidos de placer, como aumentaban en intensidad hasta que claramente el orgasmo las hizo estremecer a las dos. Aquellos dos cuerpos se tensaron. Dejaron de respirar por unos segundos. Sus ojos fuertemente cerrados. Y después, la calma.

Las siguió mirando. Estaban abrazadas, se decían tiernas palabras que apenas oía. Había sido lo más erótico que había visto en su vida. Estaba muy excitado, pero no quiso interrumpirlas. No quiso romper aquel momento tan especial. Y además, estaba agotado.

Al rato ellas lo miraron. Sonreían.

  • Vaya familia que tienes, Pedrito - dijo Juanita - todos juntos y revueltos

-YO NO ME FOLLO A PAPAAAAAAAAAAAAAA!

-jajaja

Los tres rieron con ganas. Por la puerta apareció Alberto.

-Hey! ¿Que se cuece por aquí?

-Le comentaba a tu hijo que formamos una familia muy especial...Ya ves, juntos y revueltos.

Alberto al fijarse bien y ver a las dos mujeres abrazadas y desnudas, comprendió de golpe.

-YO NO ME FOLLO A PEDROOOOOOOOOO!!!

-Ay, papi, con lo cariñosito que soy - contestó Pedro con amaneramiento.

Ahora rieron los cuatro. A las mujeres se le escaparon las lágrimas de la risa. Juanita tuvo que salir corriendo al baño.

-Ay,ay, que me meo.

Cuando pasó al lado de Alberto, éste le dio una sonora palmada en las nalgas.

-Yo no sé ustedes, pero yo me muero de hambre. ¿Qué tal si nos damos un buen desayuno? - sugirió Alberto.

-¿Qué te apetece, mi amor?

-Pues.. siendo domingo y tan temprano, chocolate con churros. ¿Me acompañas, Alberto?

-Claro papá.

La churrería no estaba lejos. Los dos hombre hablaban por el camino.

-Al fin conseguiste a Juanita, eh pillín?

-Sip. La verdad es que es una gran mujer.

-Ya lo creo...Oye..lo de mamá...

-Pedro, tu madre es la mujer más maravillosa del mundo. Sabía de mi deseo por su hermana y me permitió cumplirlo. Así que cuando supe que ella, ya sabes, que quería estar contigo, pues..que quieres que te diga. Me pareció bien. Todo dependía de ti.

-Yo..hace tiempo que lo deseaba.

-No creas que es tan raro. Es más, me parece deber algo más normal de lo que parece. Que los hijos se sientan atraídos por sus padres. Claro que la gran mayoría de las veces sólo queda en eso. Ya sabes, Edipo y esas cosas.

-No lo sé. Lo que sé es que fue maravilloso hacer el amor con mamá.

-Jeje, pues cuando lo haga con las dos va a ser el acabose.

-Papá!! Eres un salido

-jajajaja. ¿Es que tú no lo has pensado?

-Sí.

-SALIDO.

-jajaja

El desayuno fue estupendo. Se pusieron las botas.

-Ana, cariño, hoy habíamos quedado con Paco y Claudia, no?

-Sí.

-Jo, pues no tengo muchas ganas. ¿Por qué no los llamas y quedamos para otro día?

-Pero Alberto. Estaba previsto desde hace tiempo. No se puede suspender así, el mismo día.

-Bueeeeno. Haremos el sacrificio. Bueno, parejita, tendréis la casa entera para vosotros solos. Pórtense bien - les dijo a Juanita y Pedro.

-Algo encontraremos que hacer, cuñadito.

-jajaja, sí, me imagino que sí.

Cuando Ana y Alberto se fueron a pasar el día con sus amigos, Pedro y Juanita se quedaron en el salón.

-Bueno, tía. ¿Qué te apetece hacer?

-Follar todo el día.

-JUANITA!!

-jajaja, es broma hombre. Me gustaría dar un paseo contigo. Que me enseñes la ciudad. Y te invito a comer.

-Hecho.

Se ducharon y se pusieron guapos. Juanita estrenó uno de sus nuevos vestidos. Iba preciosa.

-Wow Juanita. Voy a ser la envidia de todos.

-Calla, calla, exagerado

Pero el piropo le sentó estupendamente.

La mañana la dedicaron a recorrer la ciudad. Pedro le enseño los principales monumentos. Dieron un paseo por el parque mayor. Juanita estaba encantada de pasear con un chico tan apuesto a su lado. Le cogió la mano. Se sentía maravillosamente. Se sentía mujer. Agarrado por su mano, tenía a su hombre.

Al medio día, Pedro le preguntó si le gustaba la comida china.

-Nunca la he probado.

-Bueno, pues hoy la vas a probar. Seguro que te gusta.

Los nombre de los platos eran raros, pero la comida le gustó. Más le gustó comer con él. Se pasaron la comida riendo de las gracias de Pedro.

-¿Qué quieres de postre, Juanita? El helado con nueces es muy rico.

-De postre te quiero a ti  - le dijo, mirándolo a los ojos. Los suyos brillaban. Apretó sus manos con las de él.

-Camarero, la cuenta.

Durante el camino de regreso a casa, Juanita apoyó su cabeza en el hombro de Pedro.

-Te deseo.

-Y yo a ti, Juanita.

En el ascensor se besaron. Las manos de él en su gran culete. Ella sentía en su contra su barriga la dura polla. Esa polla que tanto placer le daba. La acarició con su mano, recorriéndola toda.

Entraron en la casa besándose. Llegaron al dormitorio, besándose y desnudos. Se acostaron. Pedro miró el cuerpo rollizo de Juanita. Ella miró el cuerpo musculoso de él. Su mano aferró la dura barra. Empezó una lenta paja. Pedro lamió sus duros pezones, y llevó sus dedos al coño de Juanita.

-Ummm, me encanta que estés así de mojadita.

-Es por ti, mi amor...es por ti.

Pedro se acomodó entras las piernas de Juanita, que las abrió bien. Le pidió que se pusiera una almohada debajo. Así su coño quedó más elevado,  tendría mejor acceso a su culito. Acercó su cara.

-Ummmm, Juanita...que rico huele tu coño.

¿Te gusta como huele mi coñito?

-Me encanta.

-Y...¿Su sabor?

Le dio un lametón, abarcando toda aquella mojada raja.

-Su sabor me vuelve loco.

-Agggg

-Ábrelo para mi. Enséñamelo.

Juanita llevó sus dedos a su coño y lo abrió, separando los labios. Pedro pudo ver todo el interior..la entrada de la vagina..el capuchón del clítoris. Estaba brillante, sonrosado. Con la punta de su lengua lamió la pepitilla. Juanita se contorsionaba de placer.

Gracias a la almohada, el coño quedaba mas elevado, de más fácil acceso. Empezó a bajar su lengua..el clítoris..los labios...la vagina..Metió la lengua lo más que pudo. La sacó y siguió bajando..y lamió el ojete.

-Agggggggg pero..Pedro..que...haces..ahhh

No contestó. Siguió lamiendo y ensalivando el culito de Juanita. Ella sentía un gran placer. Nunca se imaginó algo así. Su sobrino siempre la hacía descubrir nuevos placeres. Pedro apretaba su lengua, intentando vencer la resistencia del esfínter. Cuando lo tuvo bien lubrificado, llevó su boca al clítoris, y mientras lo chupaba entre sus labios, apoyó el pulgar en el culito y apretó. Cuando Juanita sintió aquella invasión tan placentera, cerró los ojos.

-Ahhhhh, Pedrooooo que ricoooo

Pedro empezó a follarle el culito con su dedo, despacito. Su lengua lamía y sus labios chupaban su coñito. En pocos minutos los gemidos de Juanita se tornaron en gritos de placer cuando un fuerte orgasmo le atravesó el cuerpo. Sintió placer en todo el cuerpo, concentrado en su coño y también en su culo. Había sido un placer doble.

Desde entre sus piernas, Pedro la miraba.

-¿Te ha gustado?

-Ummm, Pedrito...Eres..eres...que placer.

-Cuando tu dormías y yo te miraba, me masturbaba mirándote. Y cuando me dabas la espalda y veía ese precioso culito tuyo..se me ocurrían cositas..

-¿Qué cositas?

-Comértelo como he hecho. Follártelo con mi dedo, como he hecho...Y..follártelo con mi polla.

-Pero...es tan grande...

Su dedo le había dado mucho gustito..pero...la polla...Sin embargo..él sólo le había dado placer desde que llegó a la casa.

-Pedro, desde que vine a vivir aquí sólo me has dada placer, cariño y..amor..No te puedo negar nada..sé que no me harás daño.

-Jamás

-¿Deseas follarme el culito?

-Si Juanita. Lo deseo mucho.

-Pues...Pedro...fóllame el culito.

La carita de Pedro se iluminó. Se arrodilló y se puso entre las piernas de ella. Acercó su polla, dura como nunca, a aquella empapada rajita. Pasó la punta a lo largo de la rajita, y apretó el clítoris con ella. Luego bajó un poco y la metió en la chorreante vagina. Su polla se baño de flujos.

-Ummmmm, como me gusta tenerte dentro.

Sacó la polla y bajó un poco. La apoyó contra la entrada del culito.

-¿Estás lista?

-Sí..ummmm hazlo...

Empezó a empujar. El esfínter cedió y dio paso a la poderosa cabeza de la polla. Pedro se detuvo.

-Aggggggggggg

-¿Paro?

-Ummm, no no...sigue..me da..gustito..métela más, despacito...

Empujó un poco más. Entró unos centímetros. La sacó un poco..Y la volvió a meter, más que antes. Siguió así. Metía un poco, sacaba y volvía a meter más. Al poco tiempo, toda su polla había desaparecido dentro del apretado culito de Juanita.

.-Aggggg, tía....ya la tienes toda dentro..que...rico..

-Uf, Pedrito..como te siento. Parece que se me vaya a salir por la boca..Fóllame..fóllame despacito.

Pedro empezó lentamente. Sacando la polla hasta la mitad y volviendo a meterla hasta el fondo. Los dos sentían un gran placer. Juanita no sentía dolor, solo..solo un gran placer. Se llevó los dedos al coño y se frotó con ellos mientras sentía como la polla de su sobrino entraba y salía, cada vez más deprisa, de su culito.

-Ummm que cosa más rica, Pedro...me vas a hacer correr por el culitoooo

La penetración se hizo más y más rápida, hasta que ninguno de los dos pudo aguantar más. Pedro había deseado tanto ese precioso culito que se estaba follando que no pudo resistirlo más, y con un grito y una ultima embestida, se empezó a correr en lo más profundo.

El orgasmo de Juanita, que ya había empezado, lentamente, estalló con toda su fuerza cuando empezó a sentir aquella lava ardiente que la llenaba por dentro. Sentía los espasmos de su culito, los espasmos de la polla de Pedro, y los chorros hirvientes que el le lanzaba.

Pedro, agotado y con el cuerpo flojo de placer, cayó sobre ella. Apoyó su cabeza sobre sus pechos. Ella le acarició su cabello.

-¿Te ha gustado, mi vida?¿Te ha gustado follarme el culito?

-Juanita...ha sido...increíble...Eres tan apretadita...Todavía estoy temblando.

-Me has llenado de tu lechita. La siento dentro de mi. A mi también me ha gustado. Mucho.Uf...ya lo creo...

Oyeron la puerta de la calle.

-Mira, parece que ya han vuelto tus padres.

-Qué temprano.

No eran sus padres