Nunca es tarde (5)

Las hermanas comparten a sus hombres...en cierta manera

-¿Esta noche lo harás con Pedro?

-Sí. No te importa ¿ Verdad ?

-Claro que no, tonta. Disfruta cuanto puedas.

-Tengo mucho tiempo que recuperar.

-jajaja. Además me imagino que él estará encantado. Mira, ya están aquí.

Pedro y Alberto entraron en la cocina. Saludaron a las mujeres. Alberto le dio una palmada en el culete a su mujer.

-¿Cómo está mi niña linda?

-Muy bien.

Y, sorprendiendo a todos, le dio otra palmada en el culete a Juanita.

-¿Y mi cuñadita?

-Papá!

-Alberto !!!

-Jajaja. ¿Pero que paisha? es para que no se ponga celosa.

-Eres un salido.

-Hey, hey, hey...que soy un caballero.

-Pues caballerete, te tocó servir la cena.

Era viernes. Así que mañana no trabajaban. Además la peli de la tele era buena y los cuatro la vieron entera. Aunque Juanita deseaba que terminara para irse a 'dormir'. Cuando al fin terminó, se levantó.

-Buenas noches. Ya es hora de irse a dormir. Hasta mañana.

-Yo no tardaré, tía, también estoy cansado.

Cuando salía por la puerta miró Ana. Ésta le guiño un ojo.

Al rato, cuando Pedro se despidió y se fue también a su cuarto, tras cerrar la puerta, se encontró a Juanita acostada en su cama. Estaba tapada hasta la nariz.

-¿Tienes sueño? - le preguntó Pedro

-Ummmm...pues..NO!

Al decir el NO, tiró de la sábana y se destapó. Estaba completamente desnuda.

-Wow Juanita. Qué buena estás!

-¿Cómo para comerme?

-De arriba a abajo.

-Pues..cómeme.

Abrió sus piernas en una clara invitación. Pedro miró aquel precioso coñito. Brillaba bajo la luz del techo. Se arrodilló a los pies de la cama. Cogió uno de los pies de Juanita y le empezó a dar un suave masaje en la planta.

-Ummmm, que agradable.

Llevó el pie a la cara y lo besó. Le hacía cosquillas. Ella reía. Sacó la lengua y lamió la planta. Las cosquillas se transformaron en un agradable placer.

-Pedro..que...rico.

Él la miraba a los ojos. Metió su lengua por entre los dedos. Luego se metió el pulgar en la boca y lo chupó.

-Aggggg...Uf... Pedritoooo.

Estaba demasiado excitada. Mientras su sobrino seguía chupándole los dedos de los pies se llevó una mano al coñito.

-No..No te toques...

-Pero... estoy muy excitada...

-Lo sé..pero no te toques.

Retiró, de mala gana la mano.

-Malo, eres malo - le dijo poniendo cara de niña buena.

Pedro pasó al otro pie y repitió la operación. Lo lamió, lamió todos los dedos y chupó el dedo gordo. Con la lengua acariciaba la yema del dedo. El placer recorría el cuerpo de Juanita.

Lentamente, fue dando besitos. En el tobillo, en la pantorrilla. Su lengua dejaba un rastro brillante a su paso. El coño de Juanita se mojaba cada vez más..gotitas de flujo caían por su rajita..

-Pedro..mi amor..no puedo más...cómeme..cómeme ya...

No le hizo caso. Lamió y besó una rodilla. Luego la otra. Se tumbó entre las piernas. Su cabeza quedó a la altura de las rodillas. Besó la cara interior de un muslo.

-Aggggg

La del otro

-Ummm

Fue bajando muy lentamente. Besando y pasando de un muslo a otro. A mitad de camino su nariz se llenó del olor a sexo. La excitación de Juanita era máxima. Su sobrino le estaba dando un placer increíble pero sin dejarla acabar. Su respiración era agitada. Abrió las piernas al máximo. Estaba ya tan cerca.

Besó una de las ingles.

-Aggggg. Pe..dro...

Besó la otra. Su cara se mojó.

Cuando su lengua dio un lametón desde la entrada de la vagina hasta el clítoris, Juanita no aguantó más. Se corrió. Bastó un solo toque de aquella lengua en su coñito para que su cuerpo se tensara y fuese atravesada por un fuerte orgasmo, que mojó aún más la cara de Alberto. Durante varios segundos espasmos recorrían su cuerpo.

Quedó tumbada, mirando al joven que tanto placer le había dado. Un sólo toque de aquella maravillosa lengua había bastado para hacerle ver las estrellas.

Pedro empezó a desnudarse. Los dos se miraban. No había palabras. Sólo miradas. Juanita seguía con las piernas abiertas. Pedro se tumbó sobre ella y la penetró. Su polla entró hasta el fondo, despacio, pero sin pausa. Juanita cerró los ojos y gimió de placer.

-Ahhhh, Pedro..como te siento dentro de mí.

Pedro entrelazó sus dedos con los de ella. En su pecho sentía los pechos de ella. La besó. Sus bocas abiertas dejaron paso a las lenguas. Pedro no se movía, pero el placer que sentía Juanita con aquella polla dentro de ella era especial. La llenaba. La colmaba. Le puso sus piernas alrededor de la cintura de él, y apretó, como queriendo que entrara más en ella. Pedro hizo que girara la cabeza y la basó en el cuello y en la orejita.

Se la estaba follando sin follarla. Y si seguía así la haría correr otra vez. Juanita acarició con sus manos la nuca de su sobrino.

-Fóllame mi amor...agggg por..favor...fóllame...

Esta vez Pedro no la hizo esperar. Empezó a moverse lentamente. Entrando y saliendo que aquel caliente coño, tan apretadito...

Ana y Alberto se habían acostado. En poco tiempo Alberto estaba dormido. Había sido un día cansado. Ana, a su lado, no podía dormir. Sabía lo que estaría ocurriendo en la otra habitación. Sintió curiosidad. Con cuidado de no despertar a su marido, salió del cuarto.

Las luces estaban apagadas, pero por debajo de la puerta del cuarto de Alberto se veía luz. Apoyó la oreja contra la puerta y oyó gemidos. No lo pudo resistir. Se arrodilló y miró por la cerradura. Cuando sus ojos se acostumbraron, empezó a distinguir lo que pasaba. Por suerte, el ojo de la cerradura daba justo a la cama de Juanita.

Lo que vio era hermoso. Vio en primer plano el culete de Pedro. Estaba sobre su hermana. Sus piernas abiertas estaban a cada lado, abrazando la cintura de Pedro. No podía ver sus caras. Sólo las manos de Juanita acariciando la cabeza de él, su espalda.

Se movían lentamente. El blanco culito de su niño subía y baja, penetrando sin duda a su hermana, a su amada hermana. Se sintió mojada. Lo que veía estaba lleno de erotismo. Llevó sus manos a su coñito y se empezó a masturbar. Pasó su dedo a lo largo de su caliente coñito. Reprimió sus gemidos. Estaba muy mojada.

Vio como el movimiento de Pedro se hizo un poco más profundo, pero seguía siendo lento, pausado. Oyó claramente los gemidos ahogados de Juanita. Y vio como Pedro empujaba hasta el fondo. Paraba unos segundos, y volvía a empujar. Sus nalgas se tensaban. Comprendió que se estaba corriendo. Que estaba llenando la vagina de su hermana con su caliente semen. Se corrió con ellos. De rodillas, mirando como su hijo le hacía tan tiernamente el amor a Juanita, se corrió. Cuando volvió a mirar, los dos amantes no habían cambiado de postura. Hasta ella llegaron sonidos de besos. Seguían las caricias. Sintió...una sana envidia.

Y entonces observó que Pedro comenzó a moverse otra vez, lentamente como antes. Volvieron los gemidos. Siguieron las caricias. La estaba amando otra vez. Se imaginó como el coño de Juanita estaría rebosante de semen y como iría poco a poco rezumando, saliendo... cayendo hasta mojar las sábanas. Se mordió el labio. Deseó sentir su propio coñito lleno a rebosar. Se levantó y volvió a su cuarto. Sabía en donde había lechita para ella.

Juanita gemía. Su adorado sobrino le había llenado el coño de abundante leche..y la estaba volviendo a follar. Después de correrse su polla siguió dura, y sin sacarla, la estaba amando otra vez. Sentía como sus muslos se estaban mojando del caliente líquido que rezumaba de su vagina.

-Agggg, Pedro..Ummm, eres maravilloso...Que placer, mi amor...Me vas a matar de gusto.

No pudo seguir hablando. La boca de Pedro se lo impidió. Sus lenguas se volvieron a enroscar.

La segunda descarga fue igual de abundante que la primera. El orgasmo de Juanita igual de fuerte. Cuando Pedro al fin salió de ella y miró entre las piernas de Juanita, vio como su semen salía del sexo de su tía. Mojado, abierto, rojo, hinchado. Sintió un deseo irrefrenable. Enterró su cara entre las piernas y se la volvió a comer.

-Pedro..no..no...no puedo más....y...estoy llena de ti...agghhh, para, para...

No le hizo caso. No le importó probar su propio semen. Además, ella decía que no pero sus manos apretando su cabeza contra su coño decían que sí. No le costó arrancarle el último orgasmo de la noche. Su boca se llenó de una mezcla de jugos vaginales y su lechita. Se lo tragó todo. Juanita tenía los ojos cerrados. No se movía. Su cara reflejaba una inmensa paz. Sólo se oía su respiración. Él la abrazó y se durmieron.

Ana estaba abrazada a su marido, que le daba la espalda. Él roncaba ligeramente. Empezó a acariciarlo. Frotó su coño contra el culete de Alberto.

-Cariño..¿Estás dormido?

-Mfsssmss....ya no

Alberto se dio la vuelta. Los ojos de Ana brillaban. Su respiración era agitada. Sintió como Ana llevaba una mano a su polla. Estaba floja.

-Mi amor...necesito que me folles.

Todo hombre que ama y desea a su mujer no puede nunca negarse a una petición como esa.  Se empezaron a besar apasionadamente. Llevó sus manos a sus tetas y las acarició. La mamo de ella estaba dando forma a la polla. Cuando Alberto llevó su mano al coñito de su esposa se sorprendió de lo mojada que estaba.

-Mi vida...estas muy excitada. ¿Qué te pasa?

-Que te deseo, mi amor. Házmelo ya..Lléname de ti.

Mientras Juanita y Pedro, abrazados se dormían, Ana consiguió lo que deseaba. Su marido y amante le proporcionó dos placenteros orgasmos antes de llenarla, como ella tanto anhelaba, de abundante y caliente semen. Y como hiciera antes Pedro, se mantuvo un rato sobre ella, besándola. Ella lo acariciaba. Luego ella se puso de lado. Él la abrazó por detrás.

-Has estado muy bien. Me puedes despertar así siempre que quieras.

-Sí que ha estado rico, sí.

-Estabas muy cachonda. ¿Por?

-¿Cómo que por? Porque tenía ganas, tontito

-Ummmm

No le dijo la razón. Que estaba así porque había visto a Pedro y Juanita hacer el amor. Y al igual que la otra pareja, se durmieron abrazados.

Por la mañana, temprano, Juanita se despertó. Tenía muchas ganas de hacer pis. Se levantó con cuidado para no despertar a Pedro y fue corriendo al baño. Estaba ocupado. Tocó suavemente.

-Que me meo...

-Pasa, soy yo - dijo la voz de Ana.

Juanita entró y rápidamente se sentó. Se oyó el sonido del chorro.

-Agggg, casi me meo encima.

Ana se acercó y la besó. La besó en los labios.

-¿Qué tal anoche?

-Anita, yo no tengo experiencia con hombres más que con Pedro, pero creo que es excepcional. Casi me mata de gusto.

-Por lo que vi te puedo decirte que es un gran amante.

-¿Por lo que viste?

-Os miré por la cerradura.

-Ana!

-Uf, fue muy bonito. Te lo hizo dos veces, verdad?

-Ummm, me llenó a tope...Que placer.

-No pude terminar de verlo. Me fui a buscar la mía.

-¿Y?

-Ummm, también tuve mi ración! jajaja

-jajaja. Ese chico tuyo...Es maravilloso. No..no le da repugnancia nada de mí.

-¿Qué quieres decir?

-Pues...que...me lame toda. Ayer me chupó los pies. Uf,, fue..muy especial..Y también...ya sabes..mi coñito.

-En eso sale al padre. Alberto es muy bueno con su lengüita.

Juanita se puso un poco roja.

-Ummm, ¿Qué más te hizo ese pillín?

-Pues...después de..ya sabes, llenarme...me volvió a...lamer.

-WOW!!! Eso si que es nuevo para mí.

-Estaba toda mojada, toda..pringosita..pero él...me hizo volver a correr con su boca.

Ana se acercó a la puerta del baño y le puso el cerrojo. Juanita la miraba. Aún seguía sentada en la taza.

-Anoche, cuando les miraba me toqué...Estaba muy cachonda. Me corrí con vds...

-Ana...

Se acercó a su hermana. Cogió una de las manos de Juanita y la llevó a su coño.

-Mira lo mojada que estoy otra vez.

-Sí...estás...mojadita - dijo Juanita pasando sus dedos a lo largo.

El baño era pequeño, así que tenían mucho espacio para maniobrar. Juanita se secó con papel. No sólo era orín lo que secó. Ella también se estaba excitando. Se levantó y las dos hermanas se besaron. Sus pechos se apretaron. Ana llevó su mano al coño de Juanita.

-Tú también estás húmeda.

TOC-TOC

-¿Ana? ¿Eres tú? - era la voz de Alberto.

-Sí, Sí...espera  "mierda".

-Casi nos pilla

-Ya salimos. Estoy con Juanita.

-Me meo.

-Ya vaaaaa

Se compusieron un poco. Juanita abrió la puerta y se fue.

-Buenos días, Alberto.

-Hola

Alberto empezó a orinar.

-¿Qué hacíais las dos encerradas?

-Nada. Hablando de cosas de mujeres.

-Tengo unas cosas que hacer en la oficina. Me llevo a Pedro.

-Pero hoy es sábado.

-Sólo será un momento.

-¿Me vas a dejar solita?

-No estarás sola. Está Juanita.

-Sí, pero ella no me puede dar lo que necesito ahora.

-¿Y qué necesitas?

-Esto - le dijo poniendo su mano sobre la polla.

-Ana! ¿Qué te pasa últimamente?

-¿Es que una esposa no puede desear a su esposo?

Se abrazó a él y se lo comió a besos.

-Vamos a la bañera.

Era el sitio más amplio del baño. Además, el ruido de aguar amortiguaría los ruidos que iban a hacer. Se desnudaron y entraron. Echaron la cortina y abrieron el agua caliente. Ana pajeó un poco a Alberto. En cuanto la polla estuvo dura, de dio la espalda. Agachó el cuerpo hacia adelante, apoyando las manos en la pared. Puso su culito en pompa.

-Fóllame, mi vida. Fóllate a la calentorra de tu mujer.

Alberto apuntó y le enterró la polla hasta el fondo.

-Aggggggggggg, umm, así mi amor. Métemela hasta el fondo.

-Como estás mi amor. No recuerdo que hayas estado tan mojada.

La agarró por las caderas y empezó a follarla fuerte, como a ella le gustaba. Ella usó ese lenguaje que tanto le gustaba a él, que tanto le calentaba.

-¿Te gusta follarme, verdad? Te gusta meter tu polla dura hasta el fondo de mi coño

-Sí, sí, me encanta.

-Aggggggg y a mi...Dame más fuerte...

-¿Quieres un dedo en el culito?

-Síiiiiii

Sin dejar de meter y sacar su polla, acercó su pulgar al ojete. Lo acarició un poco y presionó. Entró hasta el fondo.

-Albertooo Agggggg

Cuando metía la polla, sacaba el dedo. Y cuando metía el dedo, sacaba la polla. El placer que ambos sentían era estupendo.

-Mi amor..me ..voy a correr..

-Y yo mi vida. Lléname de leche otra vez..

Le penetración se aceleró hasta que Alberto sintió el orgasmo de su mujer. Su vagina se contraía alrededor de su polla. Fue un largo orgasmo. Y cuando terminada, él empezó a llenarla, redoblando el placer que Ana estaba sintiendo.

Luego, entre besos y caricias se enjabonaron y se ducharon.

-Bueno, mi amor. Voy a buscar al chico y nos vamos. No tardaremos.

-Alberto, ¿Estás listo?

-Sí papá . dijo Alberto saliendo del cuarto y terminándose de poner la camisa.

Una vez que se fueron, Ana salió desnuda del baño y se fue a la habitación de Juanita. Estaba tumbada en la cama, con una sonrisa en la cara y un tenue rubor en las mejillas.

-¿No me digas que tú y Pedro...?

-Jiji, sip.

-Jajaja. Alberto yo.. también .¿Qué te hizo?

-Bueno, pues como se dice ahora, me echó un buen polvo.

Ana miró el coño de su hermana. Tenía las piernas cerradas, así que se las abrió. Aquel lindo coñito estaba aún mojado.

-¿Se corrió dentro?

-Sí.

Ana la miró a los ojos y de relamió.

-Ana!! No estarás pensando en...Es el semen de tu hijo.

-Lo sé.

Acercó su boca a aquel rezumante coño y se lo empezó a comer. El sabor de la mezcla de semen y los jugos de Juanita le encantó. Se tumbó cómodamente entras las piernas de su hermana y comenzó una lenta y muy placentera comida de coño. Placentera para ambas. Ana no sólo estaba lamiendo y chupando el coñito de su propia hermana, sino que se estaba tragando el semen que su hijo había depositado en él hacía poco. Su propio coñito echaba fuego. Notó como la lechita de Alberto empezaba también a salir. No se podía desperdiciar.

-Hagamos el 69, Juanita.

-Agggg, sí

Cuando Ana puso su coño al alcance de la boca de Juanita, ésta se lanzó a chaparlo y lamerlo. Estaba muy mojado. Y...su sabor..era distinto al ayer... Entonces cayó en la cuenta. Era por el semen de Alberto.

Juanita no sintió asco. Se sintió...más excitada. Las dos estuvieron largo rato chupándose la una a la otra, hasta que estallaron en dos fuertes y compartidos orgasmos. Después estuvieron un rato acariciándose tiernamente.

-Estabas muy rica, Juanita.

-Ummm, y tú, Ana. Te has..tomado todo el...

-El semen de Pedro. Lo sé...Me...me excitó. Saber que era el de él me dio mucho morbillo. Y tú que? Te tomaste el de Alberto.

-Vaya dos!!!

El resto del día fue tranquilo. Comieron, fueron por la tarde de paseo y por la noche, como siempre, a ver la tele.

Alberto, sin embargo, tenía la mosca detrás de la oreja. Ana estaba rara. No es que no le gustase. Al contrario. Siempre había sido una mujer muy caliente, y eso a él le encantaba. Pero últimamente estaba más salida que de costumbre.

Así, que por la noche, cuando Ana se levantó con cuidado, esperó un poco y la siguió. La encontró mirando por la cerradura de la habitación de Pedro y Juanita. Enseguida se imaginó que es lo Ana miraba. Sin hacer ruido, se acercó a ella.

-Así que es esto lo que te tenía tan cachonda.

CONTINUARÁ