Nunca es tarde (2)

La relación entre los dos se afianza.

-¿Quieres verla?

La pregunta resonaba en su mente. No se atrevía a hablar. Por una parte lo deseaba. Quería descubrir lo que allí se escondía. Pero sentía vergüenza. Pedro notó su lucha interna. Él no sentía vergüenza. Lo que sentía era una gran excitación y morbo. Su tía, aquella mujer madurita que acababa de correrse sólo con mirarlo lo atraía como a un imán. Sin esperar respuesta, se bajó el pantalón del pijama.

Los ojos de Juanita se clavaron en lo que su sobrino le mostraba. Ante ella apareció el sexo de Pedro. Le pareció inmenso. Se preguntó como los hombres podían guardar eso entre las piernas sin que se notase. Aquel...aquel .. pene estaba apoyado contra el estómago de su sobrino. Juanita vio como lo cogía con su mano y lo ponía en vertical. No podía apartar sus ojos de aquello. En la tenue luz de la mañana, amortiguada por las cortinas, sólo distinguía la forma. Eso fue suficiente para que empezara a frotarse sus muslos otra vez. La humedad entre sus piernas no cesaba. Su respiración se agitó.

Entonces Pedro encendió la lamparita de la mesilla de noche que separaba ambas camas. Ahora Juanita podía ver con toda claridad lo que Pedro tenía en la mano. Vio el largo tronco. Vio la punta amoratada. Y vio como Pedro empezó a mover su mano, despacito, arriba y abajo. Le recordó cuando ella limpiaba los candelabros. Pero ella no se sentía así cuando limpiaba lo candelabros.

-¿Te gusta mi polla?

Polla. Había oído esa palabra algunas veces. Nunca había sido para ella más que eso, una palabra. Ahora esa palabra tomaba cuerpo.

-Sí - dijo tímidamente

-¿Sí qué?

-Que..sí ...me gusta.

-¿El qué?

¿Por qué la torturaba así? Ella no podía decir esas cosas. Ella no sabía decir esas cosas.

-Dime qué es lo que te gusta, Juanita.

-Me gusta...tu ...polla

Lo dijo. La palabra le quemó entre las piernas. Polla. Una simple palabra...

Pedro se dio cuenta de que su tía había empezado a mover sus piernas otra vez. Su mirada fija en como movía su mano a lo largo de su polla. Esa mirada era una mirada llena de deseo. Se preguntó por qué no se tocaba. Por qué sólo se frotaba.

-Tócate

Ella lo miró. No entendía que quería decir.

-Tócate entre las piernas..con tu mano, con tus dedos.

-Oh..Pedro...yo..no...no sé... nunca lo he hecho.

-¿Nunca te has masturbado? ¿No te tocas con los dedos?

-No...

Pedro comprendió que aquella mujer no tenía ninguna experiencia. Comprendió que su vida había sido como la de una monja de clausura, en aquel pueblucho. Una joven viuda dedicada sólo a cuidar a sus padres. Sintió pena por ella. Pena y a la vez una gran excitación. Si ella no sabía nada el podría enseñarla. Haría que descubriera, con su ayuda, el placer. Y no es que él mismo fuera lo que se dice un experto. Tenía experiencia con chicas, claro. Pero esto era diferente. Era una situación muy morbosa.

-¿Estás mojada?

Aquel mozalbete le hacía sentir mucha vergüenza. Sentía la cara roja. Pero al mismo tiempo la hacía sentir...viva.

-Sí.

-Ummm, así que tienes el coñito todo mojadito.

Coñito. Otra palabra que la hizo estremecer. Para ella su sexo era algo que simplemente tenía entre las piernas. Algo que tener aseado y con lo que hacer pis. Y ahora lo sentía mojado. Se daba placer frotándolo con sus muslos. Y él lo llamó coñito. Tenía el coñito muy mojado.

-Lleva una de tus manos a tu coñito.

-Me da vergüenza que me mires.

-No tiene que darte vergüenza. Tú me estás mirando cómo me toco la polla. De todas maneras, tápate si quieres con la sábana.

Ella lo hizo. Se tapó con la sábana. No dejó de mirar a su sobrino. Miraba sus ojos, y miraba su ... polla. Como la mano subía y bajaba a lo largo. Y sus dos testículos al final. Seguro que él usaría otra palabra.

-Ahora lleva tu mano entre las piernas.

Pedro vio el movimiento bajo la sábana.

-Ya está.

-¿Llevas bragas?

-Claro.

-Mete la mano por debajo.

Juanita, lentamente, metió su mano. Entre sus dedos notó su vello púbico. Siguió bajando hasta que llegó a su rajita. Notó placer...

-Ummmm

-¿Ya?

-Umm, sí. Tengo los dedos en mi sexo.

-¿En tu sexo? Tienes los dedos en tu coñito. Pásalos a lo largo de tu rajita.

Aquella rajita estaba babosita. Las yemas de sus dedos le proporcionaban un gran placer. Era un placer más fuerte que cuando se frotaba con los muslos.

-Aggggg

-¿Te gusta tocarte el coñito?

-Ummm, sí, sí.

-Busca tu clítoris

-No sé lo que es...

-Busca con tus dedos. Está al principio. Es como un saliente. En cuanto lo toques sabrás lo que es.

Juanita exploró. Cuando lo rozó con los dedos supo que lo había encontrado. Sintió como un latigazo de placer.

-AGGGGGGGG

-Ahí lo tienes. Ahora frótalo con cuidado, con las yemas de tus dedos. Haz circulitos a su alrededor.

-Ummm, que rico..que placer....

Aquella situación tan morbosa, el estar enseñando a su tía a masturbarse, estaba llevando a Pedro al máximo de la excitación. Su paja se aceleró. Ella miraba como su mano iba cada vez más deprisa y el miraba la cara de placer de ella. Se mordía el labio inferior. El movimiento de la sábana delataba como su mano se movía entre sus piernas.

-Ahhhh, Juanita...me voy a correr..

Ella no lo entendió, pero de repente vio como el cuerpo de su sobrino se tensaba y como de su ..polla... empezaron a salir chorros y chorros semen, que caían sobre su pecho, sobre su barriga. Él gemía. Debía de estar sintiendo mucho placer. Los últimos chorros, que salían con menos fuerza, resbalaban por su mano. Y entonces su propio cuerpo empezó a temblar. Algo muy fuerte fue naciendo dentro de ella, concentrándose en su coñito, hasta que estalló en un fortísimo orgasmo. No tenían nada que ver con los que obtenía cuando se frotaba. Este fue devastador, magnífico. Quiso gritar pero no tenía aire en los pulmones. Sólo cerró los ojos mientras todo su cuerpo era recorrido por el placer.

Cuando se repuso de tanto placer y pudo volver a mirar a Pedro, éste la miraba, con una leve sonrisa.

-Parece que te ha gustado.

-Pedro, no se lo dirás a nadie, verdad?

-Claro que no, tía. Será nuestro secreto.

-Te has puesto perdido de ...esperma.

-jaja, sí. Estaba muy cachondo y me he corrido mucho.

El lenguaje de su sobrino era tan....caliente.

-Tú también te has corrido, no?

-Creo que sí.

-jeje, por como gemías y por como tu cuerpo temblaba yo creo que sí.

-Nunca había sentido un placer así...fue muy rico.

Pedro cogió un paquete de pañuelos que tenía para estas ocasiones y se limpió. Juanita lo miraba. Aquel chiquillo le estaba haciendo descubrir cosas que no sabía que existieran.

-Bueno, tía. Me voy a trabajar. Hasta luego.

Cuando su sobrino se fue, Juanita se quedó en la cama pensando en todo lo que había pasado. Recordaba ese pene..esa polla. Como expulsaba aquella catarata de líquido. Se volvió a sentir excitada. Y sin nadie que la mirara, con tranquilidad, se empezó a tocar el coñito otra vez. Esta vez explorando. Buscando las zonas en donde más placer se daba. Descubrió que aquella pepitilla que tenía era la zona más sensible, la más placentera, pero que toda su rajita le daba placer. Incluso metió un dedo en su vagina. Tenía los dedos mojados. Se los llevó a la nariz y se olió. Era un olor extraño, pero...excitante. Volvió a tocarse hasta que volvió a estallar. Volvió a, como su sobrino había dicho, correrse. En su mente la polla de su sobrino se corría otra vez.

Durante el almuerzo se comportaban como si nada hubiese pasado entre ellos. Pero la relación ahora era más agradable. Ya no había las caras largas del principio. Ana, la madre de Pedro, se sintió bien. Su hijo ya no estaba enfadado. Ahora las cosas irían mejor.

Por la noche, mientras estaban todos en el salón viendo la tele, Juanita estaba nerviosa. Dentro de poco estaría otra vez a solas con Pedrito. La vergüenza se mezclaba con la excitación.

-Buehhhhhno, me voy a dormir - dijo el padre de Pedro.

-Yo también, papá. Hoy ha sido un día ajetreado.

Juanita se quedó un rato hablando con su hermana. Deseaba ir a la habitación, pero al mismo tiempo lo temía. Cuando Ana también se fue a dormir, no tuvo más remedio que irse también ella. Esperaba que Pedro estuviera ya dormido.

Pero no lo estaba. Estaba despierto. Estaba esperándola. Ella se metió entre las sábanas y se tapó hasta las mejillas. La luz de la mesilla estaba encendida. Pedro también estaba tapado hasta el pecho. Se miraban a los ojos, pero ninguno se decidía a dar el primer paso, aunque los dos lo deseaban.

Pedro fue el primero en actuar. Metió su mano bajo la sábana y lentamente la fue llevando hacia su polla. Juanita miraba el movimiento que la mano hacía en la sábana.

-Juanita, tengo la polla dura. Llevo todo el día pensando en este momento.

Ella no dijo nada, pero Pedro vio como su mano se dirigía hacia sus piernas por debajo de la sábana.

-¿Estás mojada, verdad?

-Umm, sí. Mucho.

-¿Qué vas a hacer?

-Me ...voy a ...tocar..el.....coñito.

-¿Quieres verme otra vez la polla?¿Quieres ver cómo me hago una paja para ti?

-Sí, por favor...enséñame tu...polla.

-Por las noches, mientras dormías, te miraba y me tocaba. Te miraba las tetas, y el culo. Tus tetas se adivinan preciosas. ¿Me las enseñas?

-Pedro..yo...no..no puedo..

-¿Quieres ver mi polla, no?

No contestó. Sus dedos ya estaban recorriendo su rajita. El placer ya la había invadido. Si quería volver a ver aquella polla tendría que hacer lo que él dijera. Ese muchachito iba a hacer con ella lo que quisiera.

Con la mano libre fue bajando la sábana hasta tenerla sobre su barriga. Sus tetas estaban bajo el camisón. Esperaba que son eso él se conformase.

-Ummm, que preciosidades, Tía...Pero las quiero ver desnudas.

El corazón de Juanita latía, desbocado. Sentía mucha vergüenza, pero la excitación era mayor. Se quitó los tirantes de los hombros y bajó lentamente el camisón, hasta que sus dos grandes tetas quedaron a la vista de Pedro. Eran de piel blanca, con dos aureolas oscuras coronándolas. Ahora quería que él cumpliera su parte.

-Ya está. Ahora te toca a ti.

-Vaya par de tetas que tienes, Juanita. Son preciosas.

Pedro también bajó la sábana hasta dejar completamente a la vista su dura polla. Empezó una lenta paja mirando aquellas dos montañas de carne.

-Mientras te tocas el coñito acaricia tus tetas con otra mano. ¿Cómo tienes los pezones?

-Umm, afgggg, están duros, Pedro

-Pellízcatelos

-Ummmmm

Sus dedos entraban y salían de su coñito y acariciaban su hinchado clítoris, llenando su cuerpo de placer. Y sus ojos no se apartaban que aquella polla que la hipnotizaba.

-Juanita, estoy muy cachondo...

-Uf, y yo...mi coñito está muy mojado.

-¿Te vas a correr?

-Agggggg, sí...me siento...afggggg... tan bien....¿Y tú..?

-También. Hagámoslo los dos a la vez...Avísame cuando te vayas a correr...

Pedro se levantó, agarrando su polla con la mano y se puso de pie junto a la cama de Juanita, sin dejar de tocarse. Ella se sobresaltó al verlo levantarse, pero siguió tocando su coñito y sus tetas. Ahora aquella grande y dura polla estaba mucho más cerca. Si hubiese estirado una mano la podría haber tocado. Por supuesto, no se atrevió. Su orgasmo empezó a formarse. Lenta pero inexorablemente el placer fue creciendo y creciendo, irradiándose por todo su cuerpo.

-Agggggggggg Pedro...ya...yaaaaaaaaaaa

-Ummmmm Y yo tía..agggggggg

Como a cámara lenta Juanita vio como Pedro se agachaba un poco y acercaba su polla a sus tetas. Justo cuando su orgasmo estallaba la polla de Pedro empezó a lanzar su blanca carga sobre sus pechos. Aquel líquido era caliente y le quemaba la piel. Pese al fuerte orgasmo que atravesaba su cuerpo no pudo cerrar los ojos, clavados en aquel surtidor de semen que le llenaba las tetas. Sus dos montañas quedaron cubiertas de esperma. Hasta su nariz le llegó su olor. Su cuerpo se llenó de fuertes espasmos. Los dos gemían tratando de no hacer ruido.

Pedro soltó su polla. Quedó dando leves saltitos, como si tuviese vida propia. De la punta un hilillo de semen caía. La visión de su tía, tumbada en la cama con aquellas dos preciosas tetas cubiertas con su leche era algo sublime. Ella lo miró a él y luego a sus tetas. Le sonrió.

Pedro fue a buscar los pañuelos de papel y luego se volvió a poner junto a su tía. Cogió un pañuelo y empezó a limpiarla. Lo hacía lentamente, disfrutando. Pasó el papel por los pezones. Los notó duros. Ella no decía nada. Sólo se dejaba hacer...pero sonreía.

Cuando la dejó limpita, le dio un suave beso en los labios, cogiéndola desprevenida.

-Buenas noches, Juanita.

-Buenas noches, Pedro.

Cuando la luz se apagó, Juanita no pudo dormir en un buen rato. Estaba sintiendo cosas nuevas. Aún sentía en sus labios los labios de él. Aún sentía en sus pechos el calor de su semen y de sus dedos al limpiarla. Había tenido la polla tan cerca de ella. Y se había corrido en sus tetas. No podía ser...estaba otra vez excitada. Trató de dormir, pero no podía. El calor que tenía entre las piernas no la dejaba. Así que hizo lo que su sobrino le había enseñado. Se acarició el coñito con una mano y las tetas con la otra. Con los ojos cerrados recordaba sus tetas llenas de semen. Recordaba aquella polla corriéndose sobre ellas. El nuevo orgasmo la dejó más relajada y al fin pudo conciliar el sueño.

Por la mañana se despertó sudada. Hacía calor. Sin hacer ruido se fue al baño para darse una ducha.

Pedro se despertó y miró a la cama de su tía. No estaba. Vio luz por debajo de la puerta del baño. Sus padres aún dormían, así que se dirigió sin hacer ruido al baño. La puerta no tenía llave, así que entró. Su tía estaba en la bañera, tapada con por la cortina.

-Buenos día, tía.

-Pedro!!! ¿Qué haces aquí?

-Me estoy meando.

Oyó el chorro de orina en el wáter.

-Tía.

-Dime...

-¿Puedo mirarte?

-Pero Pedro. Estoy gorda, y soy una vieja. Me da mucha vergüenza.

-No eres vieja, tía. Eres una madurita muy... sexy. Y tampoco estás gorda. Sólo rolliza. Venga, plis. Déjame verte.

En verdad Juanita se sentía vieja y gorda. Eso nunca le había importado lo más mínimo. Pero ahora ese muchacho tan joven y guapo la quería mirar.

La cortina se fue abriendo. Pedro la estaba abriendo.

-Pedro, no, por favor

Pero no le hizo caso. La cortina se terminó de abrir y Juanita se cubrió al cuerpo con las manos como pudo. Pedro le cogió las manos, y con cuidado pero con firmeza, las apartó. Ella no se atrevió a mirarle. Bajó su mirada a la bañera. Nunca se había sentido tan expuesta como ahora.

Pedro la miró. Estaba gordita, sí, pero no tanto. Sus tetas eran magníficas, aunque eso ya lo sabía. Su coño era poblado y negro. En conjunto su tía era una mujer sexy. Para él era muy atractiva.

Le puso la mano en la barbilla y le levantó la cara.

-Juanita, eres preciosa.

-No me mientas.

-No te miento. Estas muy buena. Me gustas mucho.

-¿Lo dices en serio?

-Muy en serio.

Acercó su boca y la besó. Notó como ella temblaba. La besó tiernamente, entreabriendo un poco los labios. Ella había cerrado los ojos.

Se quitó las zapatillas y entró en la bañera con ella. La abrazó y la besó más intensamente. Ella notó en su barriga la dura polla d su sobrino, y en su culo las manos de él.

-Vaya culazo que tienes, Juanita.

La besó en el cuello mientras sus manos se llenaban con aquellas nalgas rellenitas. Llevó una de sus manos a sus tetas y las acarició. Juanita gemía de placer. Luego lentamente fue bajando su mano hasta el pubis. Juanita se estremeció...Le iba a tocar..su coñito...

-Ahhhh Pedrito.. Gimió Juanita al sentir como él le pasaba un dedo a lo largo de la rajita se su coño.

-Ummmm tía, estás muy mojada aquí..¿Es por el agua?

-Aggg, no...aún no me he duchado.

-¿No? ¿Entonces por qué estás tan mojadita?

-Es por ti...Me excitas mucho.

-Y tú a mí. Mira.

Le cogió una mano y la llevó hacia su polla. Cuando la tocó le pareció que le daba corriente. La aferró con su mano. Era la primera polla que tocaba en su vida. Caliente y dura. Él dirigió su mano y le enseño como tocarla.

-Que rico, tía...¿Te gusta tocarme la polla?

-Oh, sí...esta tan grande y tan dura.

-Está así porque me has puesto muy cachondo.

Pero empezó a masturbarla. Metía un dedo en la vagina y luego lo sacaba y lo llevaba hasta el clítoris. El placer que Juanita sentía hacia que apretara su polla.

-Agggg, Pedro, Pedro....qué m haces?

-Sólo darte placer.

Y placer fue lo que sintió. Aquellos dedos en su coñito, aquella mano en su culito, y aquellos labios en los suyos la hicieron terminar con un fuerte a. Tanto fue el placer que sus piernas le flaquearon y tuvo que sentarse en la bañera. Pedro la sujetó para que no cayera de golpe. Cuando miró hacia arriba, la polla de Pedro apuntaba hacia ella.

-Sigue, Juanita, por favor...

Ella llevó su mano a su polla y la volvió a agarrar. Empezó a mover la mano como le indicó Pedro. Él la miraba. Sus gemidos animaban a Juanita a seguir. La visión de aquella mujer, sentada en la bañera tocando y meneando su polla era demasiado estímulo. Pedro sintió como su semen se disponía para salir..

-Aggggg, tía...me voy a correr...Me voy a correr sobre ti...Ahhhhhhhh

Instintivamente Juanita cerró los ojos. La polla de su sobrino tembló en su mano y sintió el primer corro caliente cruzándole la mejilla derecha. El resto de los hirvientes chorros se estrellaban contra toda su cara. Su frente, su nariz, su cuello, sus mejillas. Parte del semen goteaba sobre sus tetas

-Ahhhhhhhhh, agggg, Tía...que.... ricoooo

Cuando tomó resuello, y miró la carita de su tía, admiró su obra. Estaba cubierta de semen. Goteaba sobre sus tetas. Y una sonrisa se dibujaba en su rostro.

-Te has corrido en mi cara.

-Uf, sí...lo siento, no..no pude evitarlo.

-Me... ha gustado que te corrieras en mi cara

CONTINUARÁ.