Nunca es tarde (2)

Despues de probar por primera vez con una chica, los acontecimientos se precipitan.

Nunca es tarde 2

Tardamos segundos en llegar a la habitación. Ya Raquel había tomado el mando de las operaciones. Se la notaba muy a gusto con la situación. Yo tampoco puedo negar que la estaba disfrutando. Mis últimos prejuicios habían caído y en mi cabeza sólo cabía el pensamiento de disfrutar el momento.

Estaba pensando que... tanto animarte a probar a que una chica te lo coma y todavía no lo has probado... me parece que todavía no te voy a enseñar mis juguetes. Tiéndete y disfruta.

A mi no me quedaba otro remedio que obedecer. Hay que reconocer que Raquel era toda una maestra a al hora de preparar las situaciones..

Levanta el culito, que te voy a poner una almohada debajo y relájate.

Estoy muy relajada,... sólo un poco impaciente...

Entonces, nos olvidaremos de prolegómenos.

Dicho esto, atacó sin piedad mi coñito, como ella había avisado, sin más preámbulos. Volvió a sorprenderme su forma de actuar en la cama, muy distinta a lo que yo había imaginado con una mujer. Su lengua tibia alternaba entre mi clítoris y mis labios alternando violencia con ternura. Me mantuvo un larguísimo tiempo al borde del orgasmo, como sólo yo sabia hacerlo. Estaba a punto de rogarle que me dejara correrme de una vez cuando un violentísimo orgasmo me asaltó. No había acabado de disfrutarlo cuando estaba al borde de correrme de nuevo. Bastó un nuevo ataque a mi clítoris para volverme a correr. Aquello sí que era nuevo para mí. Encadenar los orgasmos en cuestión de segundos. Abrí los ojos y me encontré con los de Raquel, que parecía muy contenta con su trabajo. No tuvo que preguntarme si había disfrutado. Simplemente, se dio la vuelta y me ofreció su coño. Estaba chorreando.

Mi instinto me llevó a intentar repetir imitar su técnica. Mientras ella, en posición de 69 iniciaba un nuevo y delicioso trabajo en mi conejito. De nuevo me tenía en el punto en que a ella le gustaba tanto: al borde del punto sin retorno. Decidí olvidarme de técnicas e intentar que ella disfrutara tanto como yo lo estaba haciendo. Ataqué sin piedad su clítoris. Mientras, ella seguía a lo suyo. Me daba la impresión de que no iba a dejar que me corriera hasta que ella lo hiciese. También noté que ella estaba a punto y decidí hacerla sufrir un ratito. Refregaba su coño contra mi lengua, rogando por un orgasmo y yo paraba en el momento oportuno. En el juego yo ya había encadenado dos nuevos orgasmos, disfrutando, más que de su juego en mi coño, del notar el placer que sabía que le estaba proporcionando.

Cuando quise, hice que estallara de placer. Hacía un rato que ella había parado con sus caricias en mi coño, pero me corrí de nuevo con sólo ver a Raquel correrse de aquella manera.

-¿Tú estas segura que es tu primera vez con una chica?. Eres toda una maestra. ¡joder, vaya corrida!.

Dicho lo cual , me plantó un beso en la boca. El beso me supo a mi propio coño.

El sonido de mi móvil me sacó del dulce letargo post orgasmo.. Era el móvil de la empresa, un número que sólo tenía mi secretaria y mi jefe. Ambos sabían a la perfección que sólo era para las emergencias durante las vacaciones, así que fui a cogerlo rápidamente.

Efectivamente había problemas: nuestro mejor cliente quería hacer unas modificaciones en una campàña de publicidad que tenía que salir en dos días y quería discutirlo conmigo en persona. Era típico en él, más por darse importancia que por otra cosa, pero.. era nuestro mejor cliente..

-Voy a tener que ir a la empresa. Una emergencia. Con un poco de suerte estaré de regreso a media tarde.

-Que pena... y yo que iba a presentarse a Juan- dijo mientras me enseñaba un vibrador- lo llamo así porque me recuerda a un buen amigo: nervioso y pequeño...pero muy efectivo. Creo que me quedaré un ratito aquí con él. Yo llamaré a los chicos.

Me metí en el coche con una mezcla de relax y cabreo en el cuerpo. Decidí no vestirme muy formal para que el cliente se diera cuanta de que había interrumpido mis vacaciones por el. En una hora estaba en la oficina. Me recibió mi secretaria, con los nervios de punta.

-Tranquila, esto es muy típico en el. Nos vamos a comer con el y luego los detalles, los dejo de tu mano. No es la primera vez que pasa lo mismo.

-Estás muy morena...se nota que has aprovechado el tiempo.

No lo sabes tu bien....

Eso también se nota....

No sé por qué, pero ese comentario me hizo sentir cierto cosquilleo. Por primera vez en los dos años que llevaba trabajando con Desi, la miré como una mujer. No era ninguna belleza, pero se sabía sacar partido y tenía un cuerpo muy proporcionado.

Siento que te hayas tenido que quedar en la oficina en este puente, pero ya sabes lo importante que es esa cuenta.

No te preocupes, tampoco tenía ningún plan.

Llama a Don Antonio y busca un sitio caro para comer. Nos vamos las dos, que tengo prisa por volver a la playa. Ponte guapa.

Durante el almuerzo, los problemas, tal como yo esperaba, quedaron resueltos. En cuanto pude, dejé al cliente tomando una copa con Desi, para ultimar los detalles y volví a toda velocidad a la playa.

Llamé por el móvil a Pedro. Quedé en verlos directamente en una pequeña cala a la que se podía llegar con la bici. Era la preferida de Pedro, ya que era muy apartada. Casi siempre nuestras excursiones en esa playa acababan en un buen polvo playero. Pasé por la casa. y cogí la bicicleta. La cala no estaba lejos, pero había que dejar la bicicleta en lo alto y caminar un ratito. El día estaba precioso y daba gusto caminar por la vereda con el mar al fondo. Cuando llegué a la cala, el espectáculo era aún mejor: mi marido cabalgaba a Raquel, que a cuatro patas, a su vez, chupaba la polla de su marido. Reprimí un grito. Pensándolo bien, no eran celos lo que estaba sintiendo, más bien todo lo contrario. El espectáculo me estaba poniendo a cien. Me quité la ropa despacio, sin hacer ruido ni perder un detalle. En ese mismo instante vi como Pedro estallaba de placer, mientras cruzaba sus ojos con los míos. Mientras, Raquel daba el toque final a su excelente trabajo oral. Su marido respondió con una tremenda corrida en su cara.

-Umm, Ana. Llegas en el momento justo. ¿Tú puedes creer que entre estos dos señores no han sido capaces de hacer correrse a una señora como es debido?. Vamos al agua. Me han puesto perdida.

Ya en el agua, Raquel se puso enseguida muy cariñosa conmigo. Como en la piscina me atacó sin piedad desde atrás, su lengua en mi cuello, sus pezones clavados en mi espalda y su mano en mi coño empapado, y no precisamente por el agua salada. Me encantaba ver la cara de nuestros maridos en la orilla mientras imaginaban, más que veían nuestro juego.

Mejor acabamos en la toalla. Es hora de que estos chicos aprendan cómo disfruta una mujer.

Al vernos llegar a la orilla, las pollas de nuestros maridos daban signos de estar muy contentas de volver a vernos. De nuevo, Raquel tomó el mando.

-Quietos... es el momento de las chicas.

En la toalla, me tendió y me ofreció rápidamente la posición de 69, que yo acepté encantada. De nuevo, se aplicó con su mezcla tan efectiva de violencia y dulzura. Yo disfrutaba de su comida mientras comía su conejo, con total parsimonia. Raquel gemía más de la cuenta, cosa que a los chicos mantenía al borde del infarto. Mientras disfrutaba del conejito de Raquel, me fijé en lo dilatado que tenía su culito. Entonces me di cuenta: el cabrito de Pedro había probado el agujerito pequeño de nuestra amiga. Tantos años que yo se lo había negado y, mira por donde, su primer culito no iba a ser el mío. Yo tenía pensado ofrecérselo como regalo en alguno de nuestros aniversarios. Por lo visto, ya era tarde. Mis pensamientos y las maniobras de Raquel me llevaron a un nuevo orgasmo. Aceleré el ritmo sobre su clítoris y paré en el momento justo. Repetí el juego hasta que me cansé. Sus gemidos de placer se debían oir desde el pueblo. Yo oía poco, atrapada entre sus muslos.

-¿y ahora qué hacemos con estos dos?- dijo Raquel mientras señalaba a nuestras parejas. Sus pollas apuntaban a cielo. Miguel se la meneaba sin ningún reparo. Pedro no se cortó lo más mínimo.

-Si no le molesta, me gustaría disfrutar otro poco de ese culito

Por favor – Raquel se puso teatralmente a cuatro patas y Pedro no dudó un instante.

Yo no podía ser menos, así que empecé a ayudar a Miguel con su trabajo manual. Rápidamente, cambié de opinión,, le pedí que se tumbará y me empalé en su polla sin más contemplaciones. Después de todo un día comiendo coño, agradecí mucho tener una buena polla entre la piernas. Miguel se dejaba hacer encantado de la vida y mientras, yo lo cabalgaba al galope, mientras disfrutaba del espectáculo de la enculada que mi marido le proporcionaba a Raquel. Alcancé rápidamente el orgasmo y Miguel no parecía que fuera a correrse muy pronto así que seguí cabalgando , viendo como mi marido se corría mientras Raquel seguía masturbandose. No podía más y le pedí el relevo a Raquel, que cabalgó a su marido un buen rato mientras Pedro y yo los observábamos, exhaustos. Como broche final, acabó chupándosela hasta el orgasmo de su marido, mientras me miraba fijamente a los ojos.

El sol ya caía y todavía nos quedaba una noche y un día de vacaciones....

Me encanta leer tus comentarios en lunacanaria2003@yahoo.com