Nunca es tarde

Despues de los 30 descubrí una nueva dimensión del sexo.

Nunca es tarde.

Aunque estés muy satisfecha de tu vida sexual, nunca sabes si puede llegar el momento en que ésta cambie radicalmente a mejor. Afortunadamente, ese fue mi caso.

Soy Ana y llevo casada con Pedro 6 años: Nuestra posición económica es desahogada pues trabajamos los dos y no tenemos hijos. Esto nos permite tener una buena casa con jardín, cerca de la playa y hacer un par de viajes al año. Yo tengo 31 años soy rubia natural, ojos marrones, mido uno setenta y mantengo, a juicio de los demás, un buen cuerpo que conservo sin demasiado esfuerzo, aunque me gusta cuidarme y hacer algo de deporte. Pedro mide 182, es moreno y tampoco está mal; se mantiene en forma por su afición a la bicicleta de montaña.

Todo empezó el día que Miguel, el compañero de escapadas en bicicleta de Pedro, nos invitó a cenar para presentarnos a su novia, con la que llevaba un año conviviendo. También Miguel es un tío muy atractivo, alto y con una pequeña barriguilla cervecera, que le queda muy graciosa; además es muy inteligente y de conversación muy amena. Su novia, Raquel, hay que reconocerlo, es un pedazo de mujer, de esas que no dejan indiferente a ningún tío que pase a su lado. Se presentó toda de blanco, con pantalón apretadísimo, con un top que marcaba unos pedazos de tetas que inmediatamente hipnotizaron a mi marido; evidentemente no llevaba sujetador, pero no evidenciaba para nada los efectos de la gravedad. Aparentaba unos veinticinco años, muy morena de piel y el pelo negro ensortijado. Debe andar por el metro ochenta. Llevaba el maquillaje justo, aunque ante tal espectáculo de mujer, yo me sentía un poquillo sosa. Por mucho que lo intenté, no le ví ni una marca de tanga bajo el apretado pantalón, por lo que acabé convencida de que tampoco llevaba nada debajo. La cena fue realmente agradable: ambos eran encantadores y pasaban de un tema de conversación a otro a toda velocidad. Pedro propuso continuar la noche en nuestro bar preferido, donde la música, muy agradable siempre, no te impide tener un rato de buena conversación sin gritar.

Seguimos con la conversación mientras bebíamos caipirinhas las chicas y ron los chicos. A la tercera ronda, como suele pasar, empezaron a caer las inhibiciones y casi todos hablábamos de naturalidad de lo de siempre, o sea, sexo. Lo que te gustaba, lo que no, lo que no les permitirías a ellos hacer nunca... Pero, lo que realmente me impactó fue cuando Raquel, sin ningún tipo de tapujos, reconoció que Miguel era muy bueno en la cama, menos en un detalle, no sabía comerle bien el coñito. Después de las carcajadas de rigor concluyó:-

Nuca un tío será capaz de comermelo como una chica, es imposible; sólo una chica sabe lo que quiere otra en cada momento...

No me digas, que tú....-su sonrisa no dejó lugar a dudas-....Bueno, yo no tengo quejas. Pedro es todo un maestro con la lengua...

Entre risas, se había hecho tardísimo, las cuatro de la mañana, y los chicos tenían excursión en bici a la mañana siguiente, como todos los sábados. Cogimos un taxi a casa – nunca llevamos el coche si pensamos tomar algo-. Durante el camino, Pedro empezó a ponerse muy cariñoso, como era de esperar, y al ratito ya tenía su mano bien metidita entre mis piernas.

Te gustó la chica, no?

Para qué te lo voy a negar... está de buena.... y qué cachonda...

Si no fuera por las ganas de follar que tengo, te la ibas a tener que menear a su salud, le espeté entre risas. Nunca los celos han sido parte de nuestra relación. ¿ te diste cuenta que no llevaba nada debajo la tía?.

Pagamos el taxi a toda prisa. Pedro no me dejó ni llegar a la habitación. En un sillón del salón me puso a cuatro patas, me levantó la falda, apartó el tanga, y sin más miramientos, me penetró sin la menor dificultad. Su trabajo manual en el taxi había conseguido que estuviese perfectamente lubricada y deseosa de un buen polvete. Aunque sabía que con su mente follaba con Raquel, su polla era absolutamente real y me proporcionaba un placer inmenso que acompañé yo acariciando mí clítoris mientras recibía sus embates. Fue un polvo salvaje y tremendo, rápido y escandaloso, que acabó en un orgasmo simultáneo.

Nos fuimos a la cama y dormí como una bendita hasta las once de la mañana. Pedro se había tenido que levantar a las siete para su excursión en bici de todos los sábados.

Los sábados por la mañana los dedica Pedro a la bici y yo a cuidar un buen rato de mi misma. Ese día no iba a ser una excepción. Aún después de casada, siempre es bueno tener una buena sesión de sexo con una misma y las excursiones en bici de mi marido de los sábados me proporcionan unas horas perfectas para ello. No es por insatisfacción, ni mucho menos; es una forma muy distinta de sexo de la que disfruto tanto como estando con Pedro. Nunca se lo cuento, pero si no es tonto, se lo imagina. Tenía un buen rato por delante y no era cuestión de andar con prisas. Me metí en la bañera y puse el tapón. El agua estaba deliciosamente tibia. Jugué con la ducha, poniendo el agua a presión sobre mis pezones que respondieron de inmediato; estaba realmente cachonda y mi conejito necesitó atención inmediata; la ducha y el dedo hicieron un perfecto trabajo que me llevó al borde del orgasmo; dejé la ducha y me tendí en la bañera, concentrada ya en proporcionar a mi conejito el tratamiento que merece. Ante la inminencia del orgasmo aceleré el ritmo y me sorprendí a mi misma teniendo la fantasía de que era otra chica la que comía mi coño. Nunca he tenido tendencias lésbicas pero la fantasía y el dedito me llevaron a un orgasmo explosivo. En pleno orgasmo descubrí que la que comía mi coño ya no podía ser otra que ...Raquel..

Disfruté largo rato, metida en la bañera de la post corrida y del agua tibia. Mi segunda labor del sábado casi siempre consiste en el depilado integral: empecé por axilas, seguí por las piernas mientras pensaba en el modelito de peluquería íntima con el que esta noche iba a sorprender a Pedro. La semana pasada, me había sólo repasado la línea del bikini y había dejado lo demás muy cortito. Estaba bastante bonito así, pero me decidí por depilarlo por completo, menos una pequeña rayita, ya sabes como. Al final, tras repasar con mucho cuidado las partes bajas, decidí que mejor dejarlo completamente depilado, que es como más le gusta a Pedro; además, hacia tiempo que no lo lucía así. La maniobra de rasurado y la expectativa de ver lo que se alegraría mi marido al ver el resultado había conseguido ponerme a cien otra vez. Aquello no formaba parte de la rutina habitual, pero hoy iba a tener doble sesión de dedo. Me acaricié con calma, pero sin pausa, una mano en los pezones y otra en mis labios menores y mi clítoris. Realmente estaba disfrutando del dedo cuando apareció de nuevo la fantasía con Raquel. Tenía que quitármela de la cabeza. Lo que mi consciente necesitaba era una buena polla, no que una tía me pusiera tan cachonda. Encontré rápidamente el remedio: mi bote preferido de crema para el pelo; nunca he tenido valor para ir a un sex shop para comprar un consolador y este bote que encontré en un supermercado de oferta tiene la forma y el tamaño perfecto. No me costó nada introducírmelo casi todo mientras con la otra mano seguía acariciando el clítoris de forma frenética. Sabía que el orgasmo llamaba a mi puerta e intenté prolongar el momento lo máximo posible. Paré un poco y volví a acelerar para llegar a un orgasmo perfecto. Era una forma perfecta de empezar el día.

A los 12 ó 13 años descubrí el placer de la masturbación y creo que no ha habido semana desde esa época en la que no haya tenido una buena sesión de sexo conmigo misma. Tuviera pareja o no en ese momento, siempre ha sido para mí una forma diferente, complementaria y muy placentera de sexo. De vez en cuando le doy una sesión especial para Pedro, lo que lo vuelve loco.

Salí de la bañera y busqué la crema hidratante; me di una buena dosis en el conejito, para evitar los picores tras el depilado; el masajito con la hidratante volvió a despertar el deseo y me acaricié distraídamente; decidí no seguir con el juego, pero también decidí que tras la comida le iba a enseñar a mi marido el resultado del afeitado, a ver que le parecía.

Tras la comida, se acostó en el sofá a ver la tele. Me acosté a su lado y le comenté lo bonito que me había quedado el depilado. Deslizó la mano por debajo de mi pantalón y comprobó la perfecta suavidad.. No hacían falta más preámbulos. Me quité el pantalón y le ofrecí su postre preferido, que comió con glotonería. Ya he comentado que es todo un maestro. Yo, echada en el sillón, con un cojín bajo el culo, no tenía otra cosa que hacer que disfrutar del maravilloso lavado de bajos que me estaba proporcionando. No necesitó esforzarse demasiado para llevarme a mi tercer orgasmo del día. Mientras me recuperaba, acabó de desnudarse y pidió lo suyo. Yo tampoco me hice de rogar y empecé con una lenta felación. Al contrario que a muchas mujeres, me encanta chuparsela y disfruto mucho haciéndolo. Al rato, Pedro me dio la vuelta y se colocó en posición de 69. Era lo único que me faltaba. Aceleré el ritmo de la mamada y el hizo lo propio con su lengua. Se corrió de forma brutal en mi boca mientras yo llegaba a un orgasmo, mejor si cabe que el anterior. No cabe duda e que el fin de semana estaba resultando muy placentero.

Oye, que el próximo fin de semana hay un puente de cuatro días. Deberíamos hacer algo- me dijo Pedro al despertar de la siesta- ¿ qué tal si alquilamos aquel chalecito cerca de la playa en el que estuvimos en verano?

No estaría mal, pero es una pena tener una casa tan grande para nosotros sólos.

Había pensado proponérselo a Miguel y Raquel. Así podremos practicar en una pista de media montaña que está cerca.

Y de paso, ver las tetazas de Raquel en la piscina- dije, no se si pensando en él o en mí-

Desde luego, que no me las pienso perder. Miguel también tendrá un buen paisaje que admirar...

Gracias... mejor que los llames ya.

Estuvieron encantados con la idea y quedamos en la casa para el viernes siguiente por la tarde noche.

La perspectiva de las mini vacaciones o la de pasarlas con esa pareja hizo que durante esa semana nuestra vida sexual fuera como en plena luna de miel. Salíamos a polvo por noche y , en algunas, incluso hubo doble sesión. El viernes cargamos lo necesario y nos dirigimos al chalecito. Era una especie de duplex, con jardincito y pequeña piscina privada. Miguel y Raquel nos llamaron para decir que se retrasarían y que llegarían por lo menos a media noche, que no los esperaremos despiertos. Aprovechamos el ratito que quedaba de sol para darnos un baño en la piscina y, cómo no, para echar un buen polvo acuático, que hacía unos meses que no practicábamos. Me encanta ese chalet porque te permite bañarte en pelotas o follar en la piscina o el jardín sin que ningún vecino vea lo que estás haciendo.

Cenamos y nos acostamos muy temprano. Ni oímos cuando llegaron Raquel y Miguel. Me despertó por la mañana el sonido de unos gemidos que no dejaban lugar a duda: Miguel y Raquel estaban echando el primer polvete de las vacaciones y, según parecía por los sonidos, lo estaban disfrutando, y mucho. Instintivamente, busqué la polla de Pedro, que a esas horas, aunque el estaba dormido, solía estar en estado semi erecto. Efectivamente era así. Jugueteé un rato con ella hasta tenerla en perfecto estado de revista. Empecé una muy lenta masturbación mientras los grititos de Raquel iban en aumento.

-Que forma más estupenda de despertarme, dijo Pedro medio dormido, ¿es que quieres lo mismo que la vecina de habitación?.

No exactamente, creo que voy a seguir con lo que estoy haciendo

Estupendo, susurró Pedro, hace mucho tiempo que no me haces una buena paja, como tu sabes.

Me refería a hacerme un dedito, pero puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo.

Genial. Sabes que me encanta verte masturbarte. Mejor te lo haces y luego seguimos con la paja... o con una buena mamadita.

Seguí tocándome el conejito que el día anterior había vuelto a rasurar. La banda sonora de la habitación contigua y mis tocamientos me llevaron rápidamente al borde del orgasmo, La cara de Pedro era todo un poema cuando estallé de placer. El pobre necesitaba rápida atención. Se acercó hacia mí con intenciones aviesas. Ya sabía lo que quería y no lo hice esperar. Aprisioné su nabo entre las tetas y no necesité demasiado esfuerzo para que una tremenda corrida inundara mi boca, cara y pelo.

Mira como me has puesto so cochino

Me encanta verte así, vamos a la ducha.

La puerta del baño estaba cerrada. Toqué y respondió Raquel. Me estoy duchando, pero pasa. El pobre Pedro volvió a la habitación. Cuando entré ya ella salía de la ducha.

-Ya veo que tú también has tenido tiempo de ducharte, me dijo con la sonrisa de oreja a oreja, Joder, eso si que es una buena ducha y no la que me he dado yo.

No te quejes que tu también has tenido lo tuyo.

Desde luego. Hoy Miguel me ha dado un despertar estupendo. Estás muy guapa después de follar. Te sienta muy bien en la piel. ¡ qué bonito el depilado!. Ahora mismo me lo rasuro también yo, que quiero tenerlo bien morenito al final de las vacaciones

Su naturalidad no dejaba de abrumarme. Entré en la ducha mientras ella se secaba el pelo. Cuando salí, ella ya volvía a la bañera con la maquinilla de afeitar y en la mano. Mientras usaba el secador, no podía apartar los ojos de aquella chica que afeitaba su coño delante de mí con total tranquilidad. A estas alturas ya no podía negar que Raquel conseguía ponerme muy cachonda.

Ana, tráeme el espejito para ver si queda algún pelillo por ahí debajo.

Y allí estaba yo a menos de 20 centímetros de aquel precioso conejito, mientras ella apuraba el afeitado. Pensé que iba a notar que estaba chorreando de humedad, y no precisamente por la ducha.

Perfecto. Ni un pelillo. Parece que tengo 10 años!.¿Me dejas un poco de tu aceite hidratante?. Se lo extendió con toda parsimonia por todo el conejito.

Umm, que bien!. Voy a enseñárselo a Miguel a ver si tiene ganas de estrenarlo.

Yo también salí hacia nuestra habitación con la esperanza de que Pedro también apagara el fuego que me quemaba hacía rato. Pero no hubo suerte. Ya los chicos estaban en el jardín. Y no habían perdido el tiempo. Tenían ya preparado el desayuno y servido al borde de la piscina. Aunque en ese momento yo hubiera preferido que fueran un poco menos amables, atacamos el desayuno con un hambre atroz

Decidimos pasar la mañana en la piscina y salir por la tarde con las bicis hacia una pequeña cala que conocíamos de anteriores ocasiones. La idea fue de Pedro, que seguramente tendría muchas ganas de ver a su amiga en pelotas. La sorpresa fue que no tuvo que esperar: para el primer baño en la piscina, allí estaba Raquel como su madre la trajo al mundo. Yo había preparado un tanguita muy apropiado para la ocasión, pero en vista de los hechos, decidí también desnudarme. Los chicos estaban encantadísimos con la situación, sobre todo Pedro. No se decidían a despelotarse. Yo sabía que Pedro no se atrevía para no enseñar su nabo, que se adivinaba casi erecto a través de sus bermudas. Aproveché una ocasión para comprobarlo, metiendole mano disimuladamente. No estaba casi erecto. La tenía como una piedra.

¡Cómo te pone tu amiga!, le dije mientras se la meneaba sin piedad

Y tu también cariño, umm, y tú también. Venga vamos a la habitación a follar.

De eso nada. Cada pecado tiene su penitencia y te vas a pasar la mañana empalmado o te la meneas tú sólo. Mira esos dos.

En la piscina, Miguel entre juegos, se estaba dando un buen festín con las tetas de su novia. No veía las manos de ella, pero supuse dónde estaban.

Tras la comida, Raquel y Miguel volvieron a la piscina, mientras nosotros volvimos a nuestra habitación para dormir una siestita en las horas en que el sol pega más. Con el calor no podíamos dormir. Me acerqué a abrir la ventana y allí me quedé atónita por el espectáculo. Miguel estaba echado en la tumbona y Raquel le estaba proporcionando una mamada digna de la mejor película porno. Notaba a la perfección cómo gozaba Miguel por el espectacular trabajo que estaba haciendo Raquel y, lo que es mejor, cómo ella disfrutaba con la labor.

¿Qué pasa?, dijo Pedro medio amodorrado.

Ven, corre!. Mira!- La cara y la polla de Pedro respondieron en décimas de segundo- Joder, vaya mamada. Mi mano acarició su rabo erecto.

  • Me parece que te voy a echar un buen polvo, a la salud de estos dos, si no es molestia.

Por favor...

Apoyé los brazos en el poyete de la ventana para disfrutar bien de la visión, mientras Pedro me apartaba el tanga y me la metía desde atrás. No era esta mi postura preferida y casi siempre necesitaba caricias en el clítoris para llegar al orgasmo en esta posición: pero en estas vacaciones todo era excepcional. Los embates de Pedro, cada vez a una velocidad más alocada y el maravilloso espectáculo que estaba presenciando me llevaron a encadenar dos orgasmos casi seguidos, sin necesidad de más tocamientos. Poco después, Pedro descargó toda la excitación de la mañana y del momento en un tremendo orgasmo. No pudo evitar el grito, lo que hizo a Raquel mirar hacia nosotros, justo en el momento que tragaba la corrida de Miguel. Fue un momento perfecto. La cara de Raquel y mi coñito chorreando y los chicos tan contentos.

Al momento, vi entrar a Raquel con cara de pocos amigos y meterse en su habitación.

Joder, Raquel está cabreada con nosotros, por espiarla.

Bueno, voy a esperar que se le pase un poco y ahora le pido disculpas.

Al ratito toqué en su puerta.

Se puede?

Pasa, Ana- dijo con una voz que no parecía muy enfadada.

Lo siento, perdona...

¿Qué perdone qué?

Por haberte visto...

Quien lo hace al aire libre se expone a eso. No me ha molestado en absoluto. Es más, me encantó ver como follabas. Joder, como saltaban esas tetas!

Es que como entraste tan cabreada..

Si, pero era con Miguel. Después del trabajito tan bonito que le hice, no fue capaz de hacerme aunque sea un dedito... Tuve que venir a la habitación para completar el trabajo yo sóla.-mientras acariciaba su conejito sin ningún pudor- ummm!. Ya estoy mucho más relajada.

Es que ya te lo he dicho. Nunca cometas el error de hacerle a un tío una mamada sin que antes te haya echado un buen polvo o, por lo menos, una buena comida de coño. Pedro lo sabe perfectamente. Si no me corro antes, no hay chupadita. Me lo explicó una amiga sexóloga. Los hombres pasan por un periodo refractario tras correrse. En esos momentos, pasan totalmente de sexo.

Pues yo sigo con mi opinión. Nunca sabrás lo que es quedar completamente satisfecha con el sexo hasta que no lo haces con otra chica... Deberás probar.

Siendo muy cría tenía una amiga...

Si?

Venía muchas veces a casa a estudiar y más de una vez acabamos masturbándonos juntas, pero nunca nos atrevimos a hacerlo una con la otra. Después de eso nunca he tenido ni siquiera fantasías lésbicas, pero, ya que me lo recomiendas tanto, voy a tener que planteármelo...

El resto de la tarde decidimos pasarlo en la calita que estaba cerca. Bajamos en bicicleta y llegamos rápidamente. Teníamos toda la cala para nosotros. Los chicos, curiosamente, fueron los primeros en despelotarse. Después del ratito de sexo del mediodía se les notaba más relajados y con poco que esconder. El día estaba espléndido y el sol de la tarde invitaba al relax. Al ratito; Miguel y Raquel se fueron al agua. Se les veía muy acaramelados

¿Qué hacen esos dos?

Ni que no lo supieras. Raquel le está haciendo una buena paja.-Con el agua llegándoles al pecho, Raquel atacaba a Miguel desde atrás, abrazada a él. La cara de Miguel era todo un poema.

Al rato, Raquel salió del agua, dejando a Miguel dentro, lo que aprovechó Pedro para ir a bañarse.

Miguel no sale?

Cuando se le baje el empalme que tiene.

Mira que eres mala, empezar el trabajo y no acabarlo...

Es mi venganza por lo de esta tarde, ya se lo he dicho.

Lo malo es que me he quedado con las ganas de echar un buen polvete acuático. El agua está genial para eso. Me tendré que conformar con intentar poner este conejito un poco moreno; está un poco irritado entre el depilado y el sol.. Me pasas el bronceador del 30?.

Se lo extendió con total parsimonia, disfrutando del momento. Aquello se estaba pareciendo mucho a una masturbación en toda regla.

Ummm..... con todo mi gusto me hacía un dedito ahora mismo.

Por mí no te cortes

Mejor lo dejo, que los chicos ya vienen y esto puede terminar mal. Mejor nos vamos al agua a ver si se me pasa la calentura.

Entre baños, ratos de tomar el sol y algún paseo por la cala, prácticamente se nos hizo de noche. Aprovechamos para cenar y tomar una copa en el pueblo. El día había sido agotador y regresamos temprano. Nosotros nos fuimos directamente a la cama mientras Miguel y Raquel se quedaban viendo la tele. Pedro se quedó dormido en menos de cinco minutos. Yo también estaba muy agotada, pero no conseguía dormirme. Al rato, me llegaron al oído unos gemidos procedentes del salón, pero no me parecieron de Raquel. Salí de la habitación sigilosamente a ver que pasaba. Desde lo alto de la escalera lo averigüé rápidamente: la parejita estaba viendo una porno en la tele. Bueno, realmente sólo la veía Raquel, porque Miguel estaba encerrado entre los muslos de su chica, que se retorcía de placer tendida de espaldas en el sofá. Por la expresión de su cara, no parece que Miguel fuera tan torpe con la lengua como ella decía. Era evidente que el pobre tenía que pagar la penitencia por lo de la tarde y se estaba aplicando con todas sus fuerzas. Después de un buen rato, Raquel se apiadó de el, lo tendió cuan largo era en el sofá y lo cabalgó salvajemente. No necesitó más de tres minutos para correrse. En ese momento, decidí volver a la habitación, por si acaso. Estaba chorreando. Mi lado voyeur había gozado muchísimo con el espectáculo y ahora necesitaba pasar a la acción. Pensé en despertar a Pedro, pero estaba el pobre durmiendo como un bendito y me dio pena; además, me apetecía mucho hacerme un buen dedo. Mientras gozaba conmigo misma en la cama, evitaba gemir o hacer movimientos bruscos. Eso me recordó a mis primeras masturbaciones, cuando dormía en la misma habitación que mi hermana, tocandome muy callada para evitar ser descubierta. Ella era dos años mayor que yo y, de vez en cuando también se hacía algún dedo en la cama, pensando que yo dormía. Eso me excitaba muchísimo y, al ratito, mientras ella dormía, yo repetía el juego. Estuve largo rato disfrutando. Me encantaba la sensación de mis dedos sobre el chochito rasurado. Cuando estaba la borde del orgasmo, paraba y empezaba de nuevo despacio, intentando que aquel rato de placer un tuviera fin. Después de un buen rato de lujuria, decidí que era hora de correrme. Aceleré el ritmo sobre mi clítoris y estallé de placer sin soltar un solo gemido. Al minuto, dormía con total relajación.

Hoy va a ser el día de la excursión en bici hacia la montaña, ¿qué opinan las chicas?, nos propuso Miguel durante el desayuno.

Lo siento, dijo Raquel rápidamente. MI conejo está demasiado blanco todavía y sólo me quedan dos días.

¿ Tu no dirás lo mismo, Ana?. Lo tienes más que moreno...no te queda ni marca de bikini, me soltó Miguel con cara de coña.

Mis sudores me ha costado. Mejor las chicas nos quedamos en la piscina, que no tengo demasiadas ganas de pedalear.

La verdad es que me apetecía ir con ellos. Por otro lado, me daba la sensación de que quedarme toda la mañana desnuda en la piscina con Raquel iba a tener alguna consecuencia y , la verdad sea dicha, no pensaba poner ningún impedimento para que lo que tuviese que pasar, ocurriera.

Después de un rato de baños y de tomar el sol, la tensión en el ambiente se mascaba. Creo que ninguna de las dos se atrevía a dar ningún paso en falso. Decidí optar por la solución mas obvia.

Raquel ,cariño. Ya que Pedro no está, te va a tocar ponerme crema en la espalda.

Claro.

Sabía que me acercaba al punto sin retorno. Raquel extendía la crema con una parsimonia enervante:. No olvidó ni un rincón de la espalda, incluyendo los laterales de mis tetas. Yo gozaba del masaje, muy relajada.

Tienes un culo precioso. Muy duro. Casi no se te nota la marca del bikini. Me encanta ese vello tan fino y dorado.

Como se pueden imaginar, mientras decía esto, lo acariciaba descaradamente. Su mano bajaba peligrosamente hacia donde yo deseaba que bajara, pero antes se entretuvo largo rato entre mis nalgas. Instintivamente, levanté un poco el culo. Ella no perdió el tiempo; rápidamente deslizó su mano hasta llegar a mi conejito, que llevaba ya bastante tiempo empapado. NO sabía que hacer, así que dejé que ella actuara. Su masturbación era suave, pero firme a la vez, aumentando el ritmo de una manera casi imperceptible, pero sin dejar un momento a la indecisión. Me encantaba como lo hacía, pero si seguí así iba a ser uno de los orgasmos más rápidos de mi vida. Así fue. Le bastó acelerar un poco más para hacer que me corriera. Yo había imaginado que hacerlo con otra chica iba a ser algo largo, lento y lleno de sensualidad, pero aquello fue una de las corridas más salvajes que había experimentado.

Veo que has disfrutado...pero esto no ha hecho nada más que empezar. Vamos a la piscina.

Ya en el agua, volvió a atacarme sin piedad. Desde detrás de mi, sus manos se apoderaron de mis tetas mientras su lengua recorría mi cuello. Sentía sus tetas aplastándose contra mi espalda. Sentí la necesidad imperiosa de que su mano volviera a mi clítoris. Volvió a actuar con enorme pericia, con ese ritmo, al principio lento, pero progresivo que me volvía loca. Casi no había empezado a tocármelo y ya estaba otra vez al borde del orgasmo. Me mantuvo en ese punto con maestría, como sólo yo sabía hacerlo, hasta que tuve que pedirle que necesitaba correrme. No se hizo de rogar y me llevó a toda velocidad al segundo orgasmo lésbico de mi vida.

-Veo que sabes disfrutar de un buen dedo...

Sabía que llegaba mi turno, pero no sabía por donde empezar. Ella, como casi siempre se adelantó a mis pensamientos. Se sentó al borde de la piscina y me ofreció su depilado conejito.

Venga, cómemelo, no seas tímida...Sólo tienes que hacerme lo que te gustaría que te hiciera yo a ti.

Me acerqué lentamente y empecé a lamer lentamente la cara interior de sus muslos. Me sentía muy torpe así que intenté acabar por la vía rápida. Toqué por primera vez el coño de otra chica y lo encontré empapado de flujos. Abrí un poco sus labios mayores para encontrarme con un clítoris que me desafiaba. Me sorprendió el sabor de su coño, muy distinto al de mis flujos. Poco a poco empecé a disfrutar del momento, animada por los gemidos de mi amiga, que me indicaban que no lo hacía mal del todo. Con mi mano libre, me masturbaba dulcemente. Sentí a Raquel al borde del orgasmo y aumenté el ritmo. Se corrió inmediatamente.

Umm.. y eso que es tu primera vez. Eres genial.

Vió como yo seguía con la mano en mi coñito, disfrutando del dedo que había comenzado mientras comía el suyo.

¿Todavía te quedan ganas?. Vamos a mi habitación. Te tengo que enseñar alguno de los juguetes que he traido....

Si te ha gustado y me animas a escribir la segunda parte, escríbeme a

lunacanaria2003@yahoo.es

Me gustaría leer tus comentarios, sobre todo si eres chica bi o con ganas de una experiencia con otra chica. Prometo responder.