NUNCA ES DEMASIADO TARDE (cuarto capítulo)

Si no te he entendido mal, chupapollas, es que te gusta que cuando te estés follando a algún maricón, te gustaría que otro te la clavara a ti también.

Tras tomar un café y volver a darme una ducha, estuve imprimiendo y corrigiendo dos copias de la justificación del Centro de Salud, una para mi padre y otra para mí, pues ya era tarde para asistir a algunas de las clases y, además, no tenía ganas.

Me despedí de mi padre hasta la hora de la cena, le dije que comería algo por ahí antes de ir al entrenamiento de balonmano y que luego daría una vuelta con los amigos. Lo primero que hice fue dirigirme al taller donde él trabajaba pues ya era cerca de la una y creo que cerraban a la una y media.

Al llegar solo divisé unas piernas con un mono azul de trabajo debajo de un coche. Iba a hablarle cuando me fijé en que tenía un buen paquete, intuí su polla pegada a la tela del mono que se movía levemente mientras el operario movía sus piernas. Al poco rato siento unas ruedas que se desplazan con el operario al alcance de mi vista. Era una especie de camilla baja y le evitaba tumbarse en el suelo y moverse mas fácilmente bajo el coche. El chico se quedó un poco extrañado, era joven, pelirrojo, cejas mas bien rubias y con bastantes pecas en su cara y en el pecho, el cual ví porque tenía el mono desabrochado hasta el vientre, y tenía un poco de sobrepeso, lo que hacía que se le abriera el mono al estar desabrochado.

-¿Quería usted algo? –preguntó.

-Soy Miguel, el hijo de Miguel Santos, “el parrilla” – contesté.

-Ah, sí. Yo soy Ramiro. Hablé contigo esta mañana. ¿Qué tal está tu padre? –preguntó.

-Bien, dentro de lo que cabe, no tiene nada roto, pero si muchas contusiones, el doctor le ha mandado un tratamiento y tres días de reposo, aquí traigo el justificante. –mentí de la forma mas convincente que pude.

-Ven, pasa conmigo a la oficina, aunque creo que el jefe se habrá marchado ya, siempre cerramos a mediodía tu padre o yo, Rosendo se va antes – dijo mientras se dirigía a una puerta lateral situada al fondo del taller.

En efecto, Rosendo no estaba. Mejor, no quería encontrármelo. Ramiro no paraba de hablarme, supongo que por educación, que si no recordaba haberme visto antes por aquí, que qué estaba estudiando, en fin, yo le contestaba lo mas escueto que podía. En un momento me pregunta que cómo he venido, cuando le digo que andando, me dice que él tiene una moto y que ya se va, que me deja donde quiera. No, ya me busco la vida, le contesto, pero insiste que no es molestia, en fin, que accedo para no ser mas descortés y porque este chico me agrada.

-¿Eres muy joven, estás de práctica aquí? –Pregunto, no porque me interese, sino para seguir la conversación.

-No creas, voy a cumplir 24, no quise seguir estudiando e hice un módulo de automoción. Ya llevo aquí dos años. Estoy contento, es lo que me gusta – dice mientras coge la justificación de mis manos y la deja encima de la mesa del jefe.

-Siéntate, no tardo nada – y pasa a un cuarto de baño pequeñito donde se lava las manos sin cerrar la puerta. Luego se saca las mangas del mono y se las ata a la cintura mientras se lava la cara y los brazos. Tiene un cuerpo muy blanco con abundantes pecas, y un suave pelo castaño claro recorre su pecho y sus antebrazos. Observo que es zurdo, la izquierda es su mano dominante en todo cuanto hace para asearse.

Ahora se da la vuelta y se pone a mear en el inodoro. El mono lo tiene muy flojo y casi le veo la raja del culo, pues creo que no lleva calzoncillos. También en la espalda tiene un suave vello castaño.

Cuando termina vuelve a entrar en la oficina, se dirige a una taquilla y saca una percha con su ropa, se quita las botas de seguridad y también el mono, con lo que se queda totalmente desnudo mientras rebusca donde tiene los calzoncillos. Con un bóxer naranja en la mano se fija en que tengo clavada la vista en él. Me doy cuenta.

-Disculpa, es que nunca había visto desnudo a un pelirrojo. –me disculpo.

-Tranquilo, no pasa nada. Yo también tengo curiosidad con los morenos. Me llama la atención verle a un hombre el cuerpo todo cubierto de pelo negro, algunos parecen osos – responde sonriendo.

Ramiro tiene el vello púbico de un color rojo encendido, mas rizado que el mio, y tiene una buena polla circuncidada, gruesa y cabezona, con el reborde del glande bastante grueso. Los huevos no se los aprecié. Aparto la mirada de él por pudor a seguir mirando, pero la verdad es que me gusta.

Cuando vuelvo a mirarlo se ata sus zapatos deportivos, lleva vaqueros y una sudadera amarilla. Listo, dice y me invita a seguirlo mientras coge dos cascos.

-¿Dónde te dejo? -preguntó

-Cerca del polideportivo estaría bien. Tomaré un bocado en cualquier bar, a las cuatro tengo entrenamiento de balonmano. –contesté.

-Conozco cerca un italiano que está muy bien de precio. Si quieres tomamos algo juntos. Yo tengo que volverme a las tres y media. -dijo

-Vale, muy bien, así seguimos hablando. – Y me tendió el casco y me sugirió que me agarrara fuerte a su cuerpo si no había montado antes en moto.

Y vaya que si me agarré, primero por miedo, bueno, digamos seguridad, y luego porque me gustó apretarme a él. Me empalmé sin poderlo evitar. Él lo tuvo que notar. Mi polla dura se refregaba sobre su trasero. Pégate mas y agárrate bien, me dijo, y levantó un poco su culo y se dobló sobre el manillar. Ahora sí que mi polla, a través del pantalón, se clavaba en su culo a pesar del vaquero. Ya no hablamos mas. Creo que dio mas vueltas de las necesarias.

Aparcamos frente a la “Trattoría Napoli”, yo me bajé procurando que no se me notara el empalme, él no dijo nada. Durante el almuerzo (raviolis al roquerfort para mí, berenjenas gratinadas y pizza prosciutto para él) hablamos bastante. Dijo que le caía muy bien mi padre, y me preguntó si después de entrenar tenía algo que hacer y a qué hora terminaba.

-Estupendo, yo salgo a las 6 y media. A las siete estaré en el poli para recogerte y damos una vuelta por ahí –dijo antes de marcharse y dejar dinero para pagar el almuerzo.

Eran cerca de las siete cuando el entrenador nos mandó a las duchas. El mister nos pidió a Enrique y a mí que nos quedáramos un rato tirándole penalties a Fran, el portero, para entrenarlo.

-20 tiros cada uno y luego os podéis ir. Yo voy con el resto del equipo –dijo el mister.

Cuando nosotros tres llegamos a las duchas, los demás salían. Al rato veo entrar a Ramiro.

-Hola, como no salías le he preguntado a un compañero tuyo y me ha dicho que estabas todavía aquí. Supongo que no importa que entre en los vestuarios. –dijo Ramiro

-No, claro que no. Es que el entrenador nos ha puesto deberes a alguno de nosotros. Me ducho y salgo enseguida. -Contesté.

-Oye Miguel. ¿Yo puedo ducharme aquí? Es que en el taller no hay duchas, aunque me he lavado un poco, creo que una ducha me sentaría bien –dijo Ramiro,

- No creo que haya ningún problema, eso sí, solo tengo una toalla, tendremos que compartirla . –le dije.

-Sin problema. Me pongo a tu lado para que me pases el jabón. Y empezó a denudarse mientras yo me dirigía a las duchas. Fran ya estaba saliendo y Enrique ocupaba la primera ducha.

Nada mas caerme el primer chorro de agua caliente observo que Ramiro ocupa la ducha de enfrente, no cierra la cortina y abre el frifo. Yo tampoco cierro la cortina de la mia. Empiezo a lavarme la cabeza. Ramiro está de espalda y se ducha con el agua muy caliente porque sale abundante vapor de su ducha. Yo me sigo enjabonando, cuando noto que empiezo a empalmarme y es que no paro de fijarme en el cuerpo de Ramiro, desnudo bajo la ducha que, aunque algo gordito, está para meterle mano.

Ramiro me mira y me pide el bote de gel. Me fijo en que él si que tiene un buen empalme, y no se tapa para nada. La polla tiesa hacia arriba, dejando ver dos huevecitos redondos a los que el vello rojo les sienta bien. Le tiro el bote. Se echa un buen chorro en su pecho y lo refriega por todo el torso, baja hasta los huevos y utiliza el jabón como excusa para menearse bien la polla, se echa otro chorro, ahora directamente sobre sus genitales y vuelve a menearse descaradamente la polla. Yo estoy haciendo lo mismo. Cuando me tira el gel echo un poco en mis manos y me las llevo a mi polla para lavarla bien, vamos para meneármela bien.

Ramiro ya apenas tiene jabón, el agua caliente ha barrido los restos de gel sobre su cuerpo, aún así sigue meneándose su polla. Ahora mas rápido. Se dobla. Con la boca abierta, pero sin emitir sonido alguno se pajea compulsivamente. De pronto saltan dos chorros de esperma de su glande, otros dos mas y alguno más que queda sobre su mano. Oigo la voz de Enrique que se despide en voz alta.

Ramiro me pide el gel y se lo echa nuevamente sobre los genitales. Luego vuelve a enjuagarse. Yo sigo empalmado, con mi mano sobándome la polla, aunque no creo que llegue a correrme.

-Disculpa tio, es que hacía mucho que no descargaba y con el agua caliente, pues… imagínate. –dijo y se quedó frente a mi ducha con el nabo todavía bien erguido, aunque ya empezaba a bajar.

No le dije nada. Terminé de enjuagarme, me sequé y le pasé la toalla mientras me dirigía a mi taquilla. Él llegó con la toalla en la cintura (a buenas horas) y me dijo.

-Espero que no te haya molestado. Ha sido mas fuerte las ganas de descargar que lo que pudieras pensar. –comentó.

-No es algo normal, pero no me ha molestado. –le dije.

-Tú también estabas empalmado. Eso también me animó. Además, que tienes un buen nabo con esos pelitos rizados y negros. Me recordaste a tu padre. –dijo.

-¿Qué quieres decir? ¿Qué te pajeas con mi padre? –pregunté curioso.

-No hombre, es que nos cambiamos de ropa juntos y nos vemos desnudos casi todos los dias. Alguna vez también se le ha puesto contenta la polla, sobre todo cuando me cuenta como se tira a las putas del Bahía. Eso sí, que no esté el jefe delante, pero como Rosendo se va antes, pues al final de la mañana muchas veces sacamos el tema sexual cuando nos estamos lavando en ese cuartucho. Tu padre me cae bien. –siguió diciendo Ramiro.

-¿Tanto como para correros juntos? – pregunté incisivamente.

-No hombre, no pienses nada raro. Bueno, yo sí me he corrido un par de veces a su lado, pero es que tu padre cuenta sus relaciones con unos detalles que…. no tienes mas remedio que empalmarte y dos o tres veces me he corrido casi sin darme cuenta.

- ¿Y a mi padre le ha parecido bien? –pregunté

-Ya sabes como es. ¡Buena lefada maricón! -me dice. ¡ Deberías trabajar en la central lechera en vez de en el taller del chupapollas del imbécil!

-¿Y mi padre no se ha corrido nunca?

-No, nunca, alguna vez ha estado a punto, porque no para de tocársela mientras cuenta sus aventuras con una o con otra, pero nunca ha llegado a soltar leche, tan solo se le ha puesto un poco dura, pero creo que no tanto como para correrse. Yo una vez le pregunté si no necesitaba acabar también, pero me mandó a tomar por culo, me dijo que si se la quería chupar entonces me daba un biberón de leche, pero que solo con su mano no desperdiciaba una descarga, que se la guardaba para regarle el coño o el culo a alguna puta.

Salimos del poli y volví a montarme en la moto. Nuevamente me empalmé y nuevamente Ramiro adecuó su culo a sentir mi polla en su raja. Paramos por el centro y caminamos y entramos en un par de pubs. En el segundo de ellos volvió a sonar Van Morrison.

-Hey, tu padre siempre tararea esa canción mientras trabaja – comentó Ramiro.

-Cabroncete, ¿me piensas dejar solo con la cena? –dijo mi padre.

-Papá estoy tomando algo por ahí con Ramiro, tu compañero de trabajo. Cena tú, llegaré algo tarde.

-Vaya, con el lameculos de Ramiro, ten cuidado con ese chulo, seguro que te quiere llevar de putas para verte el cipote. – comentario de mi querido padre.

-En cuanto me lo pida se lo enseño, aunque sea en la puerta de la iglesia. –le comenté irónicamente.

-Ja, ja, ten cuidado Niño, ese cabrón me cae bien, pero es un golfo. –apostilló mi padre.

Eran poco mas de las once cuando Ramiro me dejó en la puerta de casa. Le invité a tomar algo dentro, pero dijo que se tenía que levantar temprano para trabajar, que mejor un sábado. Quise darle la mano, pero él me abrazó y me soltó un beso en mi mejilla izquierda.

Todas las luces de casa estaban apagadas, pero yo sabía que mi padre no dormía, que esperaba a que yo llegara. Después de mear me asomé a su habitación, estaba en la cama, todo oscuro, me fui a mi cama, me acosté en calzoncillos. No habían pasado ni cinco minutos cuando siento que alguien (mi padre, claro) baja la sábana y se mete dentro al tiempo que se pega a mí.

-Todavía no estarás dormido… ¿verdad chupanabo? –Fue su primer comentario.

-¿Qué pasa ahora? ¿no podías dormir? ¿o es que ya no sabes dormir solo? –fue mi respuesta.

-Mamonazo, si vengo a calentarte un poquito, y a que me cuentes qué tal con mi compa Ramiro. –venga, canta.

Y su mano empezó a frotar mi pecho y vientre al tiempo que juntaba sus pies con los mios.

-¿A calentarme dices? ¡Tienes los pies helados! –alcé la voz.

-Ya, ya, es que he venido descalzo. Pégate a mí, no seas cabrón – y levantó su brazo y lo pasó por mis hombros para que yo apoyara mi cabeza en su pecho. Así estamos mejor, anda, cuéntame por qué has estado de copas con ese eyaculador precoz.

-Pues lo conocí cuando dejé tu justificante, me agradó y nos fuimos juntos a comer. Luego se presentó en el poli cuando terminé mi entrenamiento para salir por ahí a tomar algo. Ya está no hay nada más. – resumí mi encuentro con Ramiro.

-Es buen tío el cabrón ese. ¿A ti te gusta mariposón? – siguiente pregunta de mi padre que ahora sobaba mi vientre y metía algún dedo en mi ombligo. Yo lo tengo hundido como él.

-Me cayó bien, me llamó la atención porque es pelirrojo, pero hablamos y congeniamos.

-¿Y te gustaría como marido? Quiero decir, que ya que eres gay, tienes que buscar una pareja que sea macho.- fue su siguiente comentario.

-Papá aunque sea gay no significa que me gusta que me la metan por el culo. Mira los gays pueden ser activos, pasivos o ambas cosas a la vez. Yo creo que soy del último caso –le expliqué.

-Si no te he entendido mal, chupapollas, es que te gusta que cuando te estés follando a algún maricón, te gustaría que otro te la clavara a ti también. – Y bajó un poco mas la mano y se rozó con el elástico del calzoncillo . -¿Qué pasa? ¿Ahora te da vergüenza estar desnudo con tu padre?

-Qué va, papá. Me he acostado así, eso es todo. ¿Tú estás desnudo? Y me cogió la mano y la llevó hasta su polla. Volví a tocarle su polla larga y floja, ahora sin querer. Rápidamente retiré la mano.

-Que no muerde, ¿y tú eres el maricón? Deberías estar loco por chupármela. –comentó al ver mi actitud anterior.

-¿Pero qué idiotez estás diciendo? ¡eres mi padre! –le dije

-Y tú mi puto hijo, por eso quiero ayudarte. Y volvió a cogerme la mano y nuevamente la llevó hasta sus genitales, ahora no me atreví a retirarla, le tocaba el glande y los huevos, pero no la cerré en torno a su miembro.

- ¿A ver si de una vez te aclaras de lo que sientes cuando estás con un hombre! –siguió diciendo y bajó su mano hasta mis genitales. La introdujo bajo el elástico del slip y me agarró la polla, me apretó varias veces y sentí como crecía en cada apretón que me daba.

Yo mismo me bajé los calzoncillos para que le fuera mas fácil la tarea. Estaba empalmado, como había estado varias veces en el día de hoy. Mi padre se movió para agarrarla mejor al tiempo que apretaba mi mano para que yo le apretara el tronco de la suya.

-Para ser maricón la tienes bien grande – decía medio susurrando y me pajeaba despacio, descapullando mi glande y volviéndolo a tapar con el pellejo a medida que su mano subía y bajaba por el tronco de mi polla. De vez en cuando me cubría y masajeaba el glande y lo mismo hacía con los huevos.

- Niño ¿tú sabes hacer una paja? Anda, entrénate con mi rabo, a ver si lo logras levantar. Y seguía pajeándome suavemente mientras yo empezada a jadear. También empecé a mover mi mano en torno a su polla, seguía floja como cuando se la meneé estando borracho, ni siquiera lograba descapullarla. Bajé a los huevos y se los magreé. Nuevamente a su polla, ahora parece que empezaba a reaccionar.

-Papá, yo ya aguanto poco.

-No te cortes cabrón, A ver si sales a mí y riegas toda la cama –me animó.

Con una mano retiré del todo la sábana, mientras mi padre aceleraba el ritmo. La otra la tenía bien apretada contra su nabo que cada vez estaba mas duro.

- Dale a la luz, que quiero ver cómo le sale la leche al maricón de mi niño .

Y mientras pulsaba la luz de la mesilla sentí como entraba en esa fase en que no hay vuelta atrás.

FIN del cuarto capítulo