Nunca es demasiado tarde.
No pensaba que me daría por publicar hoy, la verdad no me encontraba muy bien y estoy algo malita. Os dejo la primera parte de esta historia nueva.
Hola me llamo Samantha, tengo 25 años, el pelo largo y moreno, super liso, ojos marrones, labios carnosos, mido 1.75cm soy alta, delgada pero no mucho, con un buen trasero y mis tetas pequeñas a lo que suelo llevar relleno. Suelo vestir con ropa ajustada, casi siempre tanga para que se me note el buen culo que tengo y camisetas ajustadas, eso si los sujetadores con un poco de relleno. Cuando no me apetece ni vestirme ni nada salgo a la calle en chándal o con lo primero que pille. Soy un poco friki, me gustan los videojuegos y todo lo que tenga que ver en ese mundillo, también me encanta el fútbol, aunque jugando soy muy mala. Ahora mismo estoy sin trabajo, soy administrativa, soy hija única e intento ayudar a mis padres con lo que pueda. Con respecto a mis preferencias sexuales me considero lesbiana, me gustan las mujeres mayores que yo, pero no mucho, me gustan maduras y con las ideas claras. El físico no me importa mucho, la verdad es que no tengo preferencia, lo que busco es una chica que me haga sentirme cómoda y que me haga sentir bien.
Eran las 11 de la mañana, me acababa de despertar, pero no tenía ganas de levantarme, no tenía ni ánimos. Después de pasar un tiempo más en cama bajé a hablar con mi madre y ya me notó que no estaba bien. Preparamos la comida y por la tarde decidí irme a la playa a pasear. Me vestí, me puse un tanga rosa, para que se me note mi precioso trasero. Puse una camiseta ajustada y unas deportivas y me dispuse a salir. Hacia sol y muy buen día, caminé un poco por la orilla de la playa y decidí sentarme. Me senté en la arena, mirando a la nada, sin pensar, totalmente tranquila cuando de repente alguien me tira al suelo, era un perro que vino corriendo hacia mí. Vaya susto me llevé, por fin pude levantarme y pude ver a una chica que corría directa hacia mí (Supuse que sería la dueña del perro).
-Desconocida: Chucky ven aquí ahora mismo.
El perro obedeció, le puso la correa y ella vino a hablarme. Por suerte el perro era de tamaño mediano, muy bonito y cariñoso y no me había hecho daño.
-Desconocida: lo siento muchísimo, perdona, ¿estás bien? ¿Te ha hecho algo?
-Samantha: no tranquila, estoy bien, menos mal que es cariñoso.
-Desconocida: si lo es, la verdad es que no suele acercarse así a la gente. No sé qué le pasa hoy que está muy raro.
-Samantha: es precioso, será que le atrajo algo o vio a algún otro perro.
-Desconocida: no lo sé, la verdad te pido mil disculpas. Me llamo Ania.
-Samantha: yo Samantha (le di dos besos).
-Ania: oye me tengo que ir es tarde, ¿seguro que no te ha hecho nada Chucky?
-Samantha: ahora que lo dices sí.
-Ania: ¿el que? ¿Qué pasó? ¿Qué te ha hecho?
-Samantha: presentarme a una chica tan preciosa como tú.
-Ania (toda sonrojada): gracias, pero no lo soy, me considero una chica normal. Tu sí que eres guapa.
-Samantha: y tu más.
-Ania: me tengo que ir, tengo cosas que hacer y es tarde.
Estaba al lado mío y cuando se quería ir la cogí del brazo y le dije.
Samantha: Espera no te vayas, si te vas dime que te volveré a ver o dame tu teléfono.
Ania: si el destino quiere nos volveremos a ver, te lo daré cuando nos encontremos por segunda vez.
Me fui a casa estaba desconcertada, ¿el destino? Que mierda pinta el destino, yo no creo en esas cosas. Solo pensaba en Ania debía tener 28 años el pelo era rubio ondulado, ojos verdes, labios carnosos, carita preciosa, buenas tetas, gordita, debía medir 1.70cm más o menos. Un culo que daban ganas de tocar y agarrar, se me caía la baba al pensar en ella.
Estaba acostada en mi habitación esperando a que fuera ya mañana a ver si me la encontraba otra vez. Quería saber de ella, ¿dónde vivía? ¿Qué le gustaba?, pero tendría que esperar.
Al día siguiente fui al mismo sitio. Me vestí más provocativa, puse un pantalón muy corto que dejaba ver mis nalgas y una camiseta que enseñaba la barriga con un sujetador de relleno. Cogí mis zapatillas de deporte y me puse a correr hasta que llegué a la playa y fui corriendo a dar una vuelta a ver si la veía. Me senté en la arena, no vi a Ania por ningún sitio, esperé un poco a ver si aparecía, pero nada. Me iba a ir cuando de repente vi a dos chicas a lo lejos, una era ella, me acerqué en su dirección, vi esos ojos verdes, esa cara preciosa que era inconfundible, la pena fue que no venia sola. La otra chica parecía un poco menor que ella, pero no era tan guapa, aunque no estaba mal. Cada vez nos acercábamos más y nos quedamos mirando fijamente, la chica con la que iba se dio cuenta y le dio un codazo que me hizo reír, se notaba que estaba nerviosa. Le hablé cuando me fui acercando.
Samantha: hola parece que nos volvemos a encontrar.
Ania: pues sí que casualidad.
Samantha: ¿y esta chica tan guapa que tienes a tu lado?
Desconocida: soy su novia Miri.
Samantha: (con las lágrimas a punto de caer y mi corazón roto) que suerte tienes de tener una novia tan guapa Ania.
Ania se quedó mirándome fijamente sin decir ni una sola palabra.
Yo lo único que hice fue correr, irme a casa, mis ojos no pudieron aguantar mis lágrimas, mi respiración se entrecortaba, tuve que parar que me faltaba el aire. Como podía decirme eso el otro día y ahora venir con la novia. La verdad es que no aprendo nunca, debí haberme quedado en casa y no salir. Me levanté como pude y me fui a casa, cuando llegué mi madre preguntaba que me pasaba y lo primero que se me ocurrió decirle que me caí y me hice daño pero que estaba bien. Fui a la habitación y me tumbé en la cama, me quedé dormida con lagrimas en los ojos pensando en Ania.
Mamá: Samantha está aquí una amiga tuya
Yo estaba dormida cuando de repente escucho la puerta abrirse y alguien se sienta al lado mío y se acerca para darme un beso. Abro los ojos y me quede en shock.