Nunca digas nunca, yo lo dije y...

Otra aventura de Brenda, ella quiere aprender a ser pervertida y esta es su segunda experiencia.

NUNCA DIGAS NUNCA, YO LO DIJE Y…

Hola, me llamo Brenda, soy mexicana, tengo 18 años, estoy casada, pero por circunstancias que no mencionaré, mi esposo está imposibilitado de cogerme. Tuve una amiga que me inició en esto de los tríos, compartiéndome con su amante, quizá hayan leído: ME EMBORRACHARON Y PERDI EL PUDOR, esa soy yo, pero luego me entró un sentimiento de culpa horrible; primero, era la primera vez que estaba en un trío y segundo, nunca había estado con otra mujer, las dos cosas me encantaron, pero no estaba dispuesta a repetir esa experiencia, tenía pesadillas, me daba vergüenza ver a los ojos a mi esposo, me sentía sucia, perversa, puta, ya ni me masturbaba del arrepentimiento que tenía, yo me dije que nunca lo volvería a hacer, pero nunca digas: Nunca.

En una ocasión me encontré en un supermercado a una amiga de mi mamá, me preguntó por ella, yo le dije que toda mi familia se había peleado conmigo desde que quedé embarazada a los catorce años, me pregunto si estaba feliz y le conté la situación de mi esposo y que encima ahora yo tenía que trabajar y mantener el hogar. Nos intercambiamos números de teléfono y me dijo que iba a hablar con su esposo, que era posible que él me diera un mejor trabajo que el que yo tenía. Y así fue, ganaba mejor, pero aún no conocía al esposo de la amiga de mi mamá porque yo trabajaba en una agencia. Lucía me llamaba frecuentemente para saber cómo estaba, incluso me invitó a tomar café a su casa, ahí empieza mí “nunca.”

Me asombré de lo linda que era su casa, la mía es muy humilde. Luego de refaccionar, me dijo que estaba muy bonita, que le gustaban mucho mis ojos, mi cabello y mi boca, yo algo chiveada le agradecí el piropo, luego me preguntó cómo seguía mi marido, yo le dije que estaba mejor, pero que aún no podía hacer una vida normal. Me sorprendió su pregunta:

  • ¿Entonces no te coge?

-No, Lucía.

-Pobrecita, has de estar que arañas las paredes.

-No es para tanto.

  • ¿Cómo puede desperdiciar ese cuerpecito tan bonito que tienes?

-Gracias.

-Y aquí en confianza, dime, ¿no tienes un amante?

-No, ¿cómo cree?

  • ¿Hace cuánto que no te coge?

-Me da pena hablar de eso con usted.

-Vamos niña, si yo te vi crecer, vamos cuéntame, ¿Hace cuánto que no te coge?

-Algunos meses.

  • ¿Meses? ¿A tu edad? Si yo a la mía, paso una semana sin coger y me da el soponcio.

-Tan exagerada.

-Te lo digo de verdad. No lo vas a creer, pero gracias a ti, hemos mejorado nuestras relaciones sexuales.

  • ¿Gracias a mí? ¿Cómo? -No debí preguntar eso-

-Pues yo le he hablado mucho a mi marido de ti, incluso hemos fantaseado contigo, espero que no te moleste.

-Pues, aunque me molestara, no lo puedo evitar.

-Pero, ¿te molesta?

-No sé qué decirle.

  • ¿Sí o no?

-Por un lado, es un poco incómodo que me cuente esas cosas, pero por otro… cualquier mujer se sentiría halagada por servirles de inspiración a dos personas tan distinguidas como ustedes.

-Fíjate que te imaginamos en medio de nosotros…

-Yo pensaba: ¿Por qué me persiguen a mí las viejas calientes?

-Él te imagina mamándole su verga…

  • ¡Lucía!

-Déjame terminar… y yo, chupándote tu rica panochita, ¿la tienes depiladita o tienes pelitos?

-No pienso seguir hablando de eso con usted.

-No te preocupes, yo soy bisexual y me gustas mucho.

¿Otra vieja lesbiana a mi repertorio? ¡No! ¡Qué mala suerte la mía! De repente, sin hacer ningún mérito, me ascendieron y me doblaron el sueldo. Lucía me llamaba todos los días, pero una tarde, me mandó una foto de la verga de su marido, ¡Wow! Yo no tenía con que compararla, solo había visto tres o cuatro en toda mi vida, pero esa paloma me fascinó, era blanca recta y muy larga. Los cafés y las pláticas sexuales se hicieron más frecuentes. Yo sabía que iba a llegar el día: me propuso hacer un trío con su esposo. Yo no entendía por qué me proponían esas cosas a mí, era como si se me leyera en la frente, ya hice un trío y estoy dispuesta a probar otro.

Al principio le dije que no, pero me volvieron a doblar el sueldo, y ahí solo tenía dos caminos, renunciar y regresar a la pobreza o aceptar y tratar de pasármela bien. Acepté, pero para no sonar tan puta, le dije que solo tenía una condición, no quería tener nada que ver con ella, ella protestó, pero me dijo que estaba bien. Una semana más tarde arreglamos el encuentro y me llevó a su casa. Ahí vi por primera vez al señor, de joven ha de haber sido muy guapo, las canas, sus ojos verdes y su cuerpo esbelto, le daba un aire muy distinguido, era un viejo muy mango.

-Hola, mi amor, ella es Brenda, la chica que trabaja para ti, pero que aún no conocías.

-Muchas gracias por todo, no creo merecerme todos esos ascensos, pero se lo agradezco.

-Hola, Brenda, pasa adelante, eres mucho más linda de lo que imaginé, vamos, siéntate.

-Nosotros nos estamos tomando una cerveza, con este calor cae de maravillas, ¿quieres una?

-Gracias, sí Lucía, muy amable.

-Ya te dijo mi mujer las intenciones que tenemos contigo, espero estés de acuerdo.

-Mire señor…

-No me digas señor, me llamo Andrés y trátame de tú.

-Está bien, Andrés, pero no lo puedo tratar de tú… miré, yo no tengo experiencia en estas cosas…

-Pero nosotros te vamos a enseñar, no seas tímida, si ya hasta le viste la verga a mi marido.

  • ¡Lucía! ¿Cómo le cuenta esas cosas a su esposo?

-Fue idea mía. No tengas pena. Brenda, no sabes lo feliz que hiciste a este viejo, Lucía me contó que te gustó mucho mi verga ¿Es cierto?

-Qué vergüenza, Lucía, esa confesión era solo para usted, no para que se la contara a su esposo.

-Tú ya sabes cómo somos y tú te nos antojaste, así que aprovecha y disfruta de esa verga que tanto te gustó. Enséñasela, amor.

-No, si Brenda quiere mi verga, que me la pida ella misma.

-No, qué horror, no puedo.

-Sí puedes, Brenda, ¿Te recuerdas que me dijiste que te encantaba porque era bien larga y recta?, vamos pídele que te la enseñe.

-No, si la quieres ver, me la vas a tener que sacar tu misma.

-No, no me atrevo, me da pena. Esto es mucho para mí.

-A ver, yo te ayudo desabrochándole el cincho y el pantalón… ya está, ahora solo tienes que meter tu manita dentro del bóxer y sacarle la verga.

-Huy, se ve más grande que en la foto.

-Y eso que no se la has visto a flor de piel, es inmensa y deliciosa, vamos, sácasela. A ver, dame la mano… viste, si no muerde… ahora sácasela… eso ¿qué te parece?

-Qué caliente la tiene… como me palpitan sus venas en mi mano…

  • ¿Te gusta?

-Sí, está bien rica.

-Y espera a que se le termine de parar.

  • ¿Se pone más grande?

-Claro, dale una mamada y vas a sentir un placer exquisito, de cómo va creciendo la verga dentro de tu boca…

Se la vi: arrobada, me mordía los labios, casi babeaba. Como no me atreví a mamársela, Lucía sacó la lengua y empezó a lamerle la cabeza, con mi mano agarrando el tronco de esa verga majestuosa, luego, viéndome a los ojos, se la metió a la boca y empezó su mamada, Lucía me tomó la otra mano y la puso en sus huevos, tímidamente empecé a acariciárselos, Lucía se sacó la verga de la boca y me dijo que cambiáramos, ella empezó a lamerle los huevos y como no me atrevía, me jaló de la nuca y me la puso en la boca, por instinto la abrí y su marido aprovechó para enterrármela hasta el fondo de mi garganta, tosí y me la saqué, Lucía se burló de mí, pero yo le iba a demostrar que, no por ser una niña de diez y ocho años, no sabía mamar, así que le volví a agarrar la verga por el tronco y se la volví a mamar, pero ahora con mi mano, puse límite hasta donde me cabía, Lucía se desnudó y me empezó a quitar la blusa.

-No, Lucía, no me toque, ya sabe que yo acepté siempre y cuando no tuviera nada que ver con usted. Yo no soy lesbiana.

-Yo tampoco, soy hetero flexible.

Y sonrió, a mí también me dio risa, pero se la oculté.

-Estoy hablando en serio, si a usted le gustan las mujeres, es su problema, no mío.

-Ok, no te preocupes, no volverá a suceder.

Andrés se acomodó al centro de la cama y yo me hinqué para mamársela mejor, Lucía estaba atrás de mí, tenía una vista panorámica de todo mi culo, en eso sentí como me lo lamió, sentí su lengua en todo mi asterisco, la volteé a ver con cara de asesinarla, pero la verdad, sentí delicioso; pero no pude decir nada porque Andrés me agarró de la cara y me impidió que me sacara la verga de la boca, me violó la jeta sin compasión, yo lloraba y salivaba; fue entonces, que violentamente, me puso de perrito y Lucía se acercó a ver cómo me  iba a coger, dijo:

-Este momento me encanta, cuando veo lo que siente la puta de turno cuando mi marido las taladra por primera vez.

Él apuntó su verga a mi chorreante panocha y me la fue metiendo poco a poco, yo abría los ojos y la boca al sentir como esa pija iba abriendo las paredes de mi sapito, yo pegué un grito cuando me sentí totalmente llena.

  • ¿Te gusta cómo te coge?

-Es como me lo había imaginado, siento toda la verga en el útero, me duele, pero es un dolor sabroso. Nunca había probado una verga que me llegara tan adentro. Oírme decir eso, lo enloqueció y empezó a cogerme más fuete, yo estaba enfebrecida, entonces, me empecé a mover como si estuviera poseída, sentía una descarga eléctrica recorriendo mi espalda y explotando en mi papaya.

-Estás teniendo un orgasmo, que rico mueves el culo.

Andrés me sacó la verga y nos pidió que se la mamáramos las dos juntas.

-No, Andrés, o se la mama ella o yo, pero las dos juntas, no, no quiero sentir su boca cerca de la mía.

-Ok, entonces tú le mamas la verga y yo los huevos, así no me tienes tan cerca.

  • ¿Me lo promete?

  • ¿Por qué tanta desconfianza? Sí, Brenda, te lo prometo.

  • ¿Cómo que por qué tanta desconfianza? Si hasta me lamió el trasero.

-Fue una travesurita.

-Pues no me gustan las travesuras.

  • ¡Bueno, me van a mamar la verga! ¿O me voy a pajear al baño? A ver, vengan, así no corres peligro de que Lucía ni siquiera te roce.

Andrés se puso de lado en la cama, yo me acosté poniendo mi boca frente a su verga y Lucía se acostó atrás de él colocándose cerca de sus huevos, y empezamos a darle placer, yo le mamaba la verga, me encantaba oír ese sonido que produce mi boca cuando mamó verga, ¡Y qué verga! Lucía le lamía los huevos, primero se metía uno a la boca, después el otro y luego le pasaba su lengua desde las pelotas hasta el culo, él pegó un brinquito y le pregunté si lo había lastimado con los dientes, él me dijo que no, que siguiera, que mamaba muy rico. Vi que Lucía le estaba chupando el culo, abrí los ojos asombrada y  le dije que yo nunca haría esa cosa tan asquerosa, Andrés me dijo que siguiera mamando, vi que Lucía quería martirizarlo, se chupó un dedo y se lo hundió en el culo, lo metía y lo sacaba, entendí por los gestos que hacía Andrés, que le estaba acariciando la próstata y entre la mamada, la lamida de huevos y el dedo hurgándole el culo, se vino en mi boca, como no me dejó sacármela, yo no quería tragarme su semen, empecé a hacer gárgaras, tratando de respirar, pero me tuve que tragar la leche y luego me puse a toser, Lucía se encargó de limpiar los restos de semen con sus labios.

Nos dijo que iba a descansar un poco, pero que no nos vistiéramos, porque no podía pasar esa noche sin que me reventara el culo y entró al baño.

-No sabía que su esposo fuera tan violento.

  • ¿Por qué lo dices?

  • ¿Cómo que por qué? ¿No vio cómo me metió su cosa hasta el fondo de la garganta? Y luego cuando usted me lamió el culo, ¡Perra!... Vio cómo me agarró de la cabeza y me violó la boca, si hasta llorar me hizo el muy pendejo. Y después me cargó como si fuera una muñeca de trapo y me puso en cuatro a puro chingadazo, y para terminar de fregarla, me cogió como si me la quisiera sacar por la garganta. Y todavía me pregunta ¿Por qué le digo que es violento?

-No mamita, se comportó así porque estaba muy caliente. No quieres verlo cuando de verdad se pone violento.

  • ¿Es peor? ¡Qué horror!... Y ahora me quiere coger por el culo. Eso no Lucía, por favor, dígale que eso no me gusta.

  • ¿Ya los has probado?

-No, pero mis amigas dicen que duele mucho. ¡No quiero!

-Está bien, Brenda, pero no llores.

-Es que usted me prometió que no me iba a tocar y hasta me lamió el trasero.

-Está bien, perdóname, tú sabes que soy tu amiga y que no te vamos a hacer nada que tú no quieras.

-Ja, si vi cómo me mira, parece hombre.

  • ¿Qué? Entonces ¿No te puedo ni mirar?

-Me incomoda, ¿qué quiere?

-Un trío es para pasarla bien los tres, sino mejor me hubieras dicho que te querías coger a mi marido y los dejo solos.

  • ¿Sabe qué? Mejor me voy.

  • ¡Pues vete a la mierda!

Yo salí, haciéndome la indignada, pero la verdad, había disfrutado mucho esa verga blanca, recta y larga, hasta la lamida de culo de Lucía me había encantado, me gusta tanto que pueden pasar lamiéndome el culo toda la tarde si así les parece, que rico. Pero no podía mostrarme tan puta… Ahora estaba preocupada, ¿me despedirían? ¿tendría que volver a mi pobreza? No sabía qué hacer. Me presenté al día siguiente a mis labores y pasó la mañana sin ninguna novedad, por la tarde llegó Andrés, estaba segura que se iba a dar el gusto de despedirme personalmente, pero pasó todo lo contrario, me pidió disculpas en nombre de su mujer y me dijo que ella estaba frustrada porque yo le gustaba mucho, pero que me entendía si no quería volver a estar con ellos, tuve que mentirle, le dije que a mí no me gustan las mujeres, que no lo podía evitar.

Luego me hizo unas preguntas terribles, me dijo que Lucía le había contado que no me gustaba que me cogieran por el culo, yo le dije que estaba en lo correcto, que nunca lo haría, continuó diciéndome que si había probado un poco de sadomasoquismo, no sabía qué era eso, me explicó y con cara de asombro le dije que a quién le podía gustar la violencia en el sexo, él solo sonreía al verme tan asustada; me dijo que si me gustaba la lluvia dorada, tampoco sabía qué era eso, cuando me explicó, le dije que me parecías asqueroso y que jamás haría semejante cochinada. Al despedirse dijo que ese fin de semana iban a ir a su casa de campo, que me invitaba, por supuesto yo quería ir, pero le dije que Lucía seguramente estaba enojada conmigo, me respondió: -déjame a mí resolver eso con mi mujer-, entonces acepté, él me dijo que me esperaba el sábado en su casa, a las a las ocho de la mañana, pero antes de irse, regresó y me dijo algo que me perturbó:

-Si decides ir, nos vas a rogar que te hagamos todas esas cosas que ahora dices que no te gustan.

Yo me quedé con la boca abierta, si era cierto que meterme con Lucía, para mí no iba a ser ningún problema, es más, hasta estaba buena la vieja… pero de eso ¿a hacer todo lo demás?… Tomé la firme decisión de no ir, nunca haría semejantes porquerías, pero sentí como si su advertencia era un reto y a mí los retos me enloquecen, igual, no me pueden obligar a hacer lo que yo no quiera, ¿Cómo era eso de que yo misma les iba a rogar? Ja, no saben con quién se están metiendo, yo seré muy joven, pero tengo mis convicciones muy definidas. Estaba decidido, iría y les iba a demostrar que su dinero no compraba mi dignidad. Eso NUNCA.

Llegó el bendito sábado y ahí estaba yo a la hora en punto, tocando a su puerta, Lucía me recibió como si nada, me abrazó y me dijo que estaba muy contenta de que me fuera con ellos el fin de semana, me miraba con deseo y diría que hasta con amor. Andrés también me abrazó y me dio una nalgada, yo en respuesta le di un apretón de verga encima de su short. Partimos hacia la casa de campo, al llegar me asombré de lo linda que era, una cabaña aparentemente rústica, pero con todas las comodidades, atrás había un bosque hermoso y enfrente de la cabaña: una laguna con agua cristalina. Bajamos las cosas, me llevaron a su habitación, había una cama enorme, nunca había visto una tan grande en toda mi vida, cuando empecé a acomodar mis cosas me dijeron que luego lo haríamos, al voltear a verlos ya estaban desnudos, me invitaron a tomar el sol sobre unas sillas-cama muy confortables.

Yo salí vestida, como iba, ellos me dijeron que me desnudara, se notaba que eran aficionados al nudismo, ¡pero yo no!, así que me agarraron entre los dos y haciéndome cosquillas, me dejaron en pelota, luego se fueron a sus tumbonas, yo me sentía como una idiota, ahí en medio de la naturaleza, desnuda y con dos viejos degenerados, me acerqué a ellos, nos untamos bloqueador para el sol y luego me dieron un spray contra los mosquitos. Lo extraño es que se acostaron adormitados y yo no sabía qué hacer, creí que al no más llegar me iba a usar como su juguete sexual, debo reconocer que me sentí un poco decepcionada y hasta poco deseada.

Pasó lo mañana, almorzamos delicioso y a media tarde sacaron vino y quesos para ver el atardecer, todo esto desnudos, ya me iba acostumbrando a estar así, ellos ni me volteaban a ver. De ponto vi a Lucía mamándole la verga a su esposo.

  • ¿Ven, acompáñame a darle una rica mamada?

-Tengo una mejor idea, denme un show lésbico, las quiero ver juntas.

-Pero ustedes saben que…

-No digas más. Si no quieres, lo respeto. Pero tampoco te daré verga, solo nos mirarás.

Lo dudé por unos instantes y en un impulso me lancé a besarle la boca a Lucía, nos chupamos las lenguas, nos dábamos pequeñas mordiditas en los labios, ella me abrazó y me sobó las nalgas, sentí los pelos de su panocha en la mía, luego me sobijeó las tetas, se me pararon los pezones, ella me besaba el cuello y de pronto, sentí su dedo hundirse en mi rajita, sentía que me llegaba hasta el punto “G”. Yo hice lo mismo, le metí un dedo y nuestros cuerpos se empezaron a mover estimulados por las caricias mutas que nos estábamos regalando. Elle bajó a mi cuello, yo le acaricié las tetas. Ella bajó y se turnaba mis pezones con su lengua, Andrés se pajeaba la verga, disfrutando del espectáculo.

Luego me acostó en una tumbona y me puso su culo en mi cara, quería un 69, yo feliz, la agarré de las nalgas, cuando sentí su lengua caliente lamer mi panocha, yo la imité y nos dimos lengua por mucho rato, pero lo más rico fue cuando ella me metió dos dedos en la panocha y uno en el culo, se prendió de mi clítoris y con la lengua me lo estimulaba, yo hice exactamente lo mismo, y nuestros cuerpos se movían como si tuviéramos calambres. Nuestros dedos parecían pistones, salían y entraban a una velocidad tremenda, las dos empezamos a gritar y sentí como me bañaba la boca con sus jugos, ella, con los dedos adentro de mis hoyos, trataba de tocárselos, solo divididos por mi telita, eso hizo que yo también explotara en su boca.

Lo tremendo fue ver que Andrés se había venido en su mano, al ver esto, Lucía corrió a limpiarle la verga con su lengua, luego ella se metió los dedos llenos de semen a la boca hasta dejárselos nítidos, sin un solo grumo de leche, luego Lucía se hincó a mear, que cosa más repugnante, Lucía orinaba frente a nosotros como si fuera la cosa más natural del mundo, pero lo peor fue ver a Andrés acercarse a ella y la meó, apuntaba su chorro a su cabeza y todos los meados escurrían por todo el cuerpo de Lucía, lo increíblemente asqueroso, era ver la enorme sonrisa de satisfacción que se dibujaba en el rostro de ella. Y yo que me sentía sucia, este par de viejos eran unos verdaderos cerdos. Después de ese acto deplorable, él entró a la cabaña y Lucía se dio un chapuzón en la laguna.

-Ven, metete conmigo, el agua está deliciosa. Me encantas, niña, para ser tu primera vez con una mujer me lo hiciste delicioso.

-Gracias…

-No te sonrojes, esto es un juego de adultos, yo te deseo y por todo lo que me hiciste sentir, veo que no te soy indiferente.

-Claro que no Lucía, usted tiene un cuerpo muy bonito, ya quisiera yo llegar a su edad con ese cuerpazo.

-Te quiero hacer una confesión, mira, nosotros hemos hecho algunos tríos con otras chicas, pero nunca con una tan linda como tú, me tienes cautivada de lo linda que eres, te deseo con locura y no quisiera asustarte, pero siento una especie de enamoramiento por ti.

-Gracias, Lucía, pero usted sabe que soy casada.

-Si no quiero que te cases con nosotros, solo deseo disfrutarte de vez en cuando, ¿Sabes que sería lindo? Que me regales una foto desnuda, así como estás ahora, para consolarme en mis momentos de soledad.

-No sé, déjeme pensarlo…

-Ven, dame un beso… que rico.

-Yo nunca había fantaseado con otra mujer… pero con usted, no sé qué me pasa.

-Pasa que yo desperté en ti el placer de sentirte deseada por otra mujer.

-Sí, a veces hasta me toco pensando en todas esas cosas que me dice…

  • ¿Qué pasa, querida? ¿Por qué te quedas callada?

-Es que lo que acaban de hacer me dejó perturbada, traumada… no sé cómo decirlo.

  • ¿Vernos mear? Ay, Brendita, eso solo es una pequeña perversidad, ya le irás encontrando los diferentes placeres al sexo, coger es tan solo uno de ellos.

-Eso que acaban de hacer, yo nunca lo haría, de eso estoy segura.

Después de una hora, Andrés regresó bañadito y con la verga bien parada,

yo me asombré al ver su potencia, Lucía me dijo que era su truquito, que fue a tomar Viagra y esperó a que le hiciera efecto, que ahora venía lo bueno, ¿qué sería eso tan bueno que se me venía encima? Andrés venía con un azafate lleno de platillos deliciosos y tres vasos con bebidas exóticas, el de color verde se lo dio a su esposa, a mí me dio uno color fresa y él eligió uno color rojo. Lo extraño es que venía un pichel adicional, pero solo con el color de mi bebida. Comimos y bebimos, pero ellos saboreaban sus bebidas, la mía estaba tan rica que me acabé el vaso en varios sorbos, Andrés me lo volvió a llenar y yo empecé a sentir mi cuerpo caliente, eufórico, lleno de sensaciones nuevas.

Lucía me dijo algo que me sorprendió, dijo que iba a escribir un relato sobre mi experiencia con ellos y que, a partir de ahora, dejara de pensar, que ella iba a tomar la batuta y empezaría a narrar todas las cosas que nos sucedían a los tres; y efectivamente, yo sentí que se me nublaba la razón, me pusieron sobre una tumbona en cuatro, yo me reía por cualquier cosa, un extraño calor me envolvía desde el cuerpo hasta mi voluntad y entendí que yo no podría seguir este relato en primera persona, entonces Lucía pensaba, decía y narraba:

Yo acababa de descubrir que te encantaba como te chupé el culo, pero mi marido me ganó la posición y te metió la lengua, yo no quería quedarme atrás, así que me coloqué abajo de tu cuerpo y te chupe la cuca, tú estabas acalambrada de tanto placer, nunca te habían chupado el culo y la panocha al mismo tiempo y gritabas que querías verga, pero mi marido que es un amante conocedor, solo te pasaba la verga por el culo y luego la frotaba en tu panocha, tú te hacías para atrás buscando que te metiera la verga, él esquivaba tus hoyos y tú suplicabas que te cogiera.

Entonces hizo eso que tantas veces lo vi hacer con otras mujeres, te atravesó la verga en la panocha y tú te quejaste, aún no te conocía tanto, no sabía si estabas disfrutando, o la verga te lastimaba el útero, pero yo fui y me coloqué de perrito frente a tu cara, me abriste las nalgas y me empezaste a mamar el culo, yo gritaba de placer y te pedía más lengua, tú me metiste dos dedos en la panocha, me chupabas el culo y me acariciabas el clítoris... de pronto pegaste un grito, yo sabía, el muy cabrón te habías sacado la verga de la panocha y ahora te reventaba el culo sin previo aviso, acostumbraba meter su verga y dejarla hasta el fondo del culo, sin moverse para que, su amante de turno, se acostumbrara a su tamaño. Yo te reclamé , te dije que me hicieras terminar, te aplicaste, me succionaste el clítoris, mientras me puyabas con los dedos mi culo y mi panocha, entonces yo me acalambré toda y me hiciste acabar por segunda vez.

Me fui a ver como ibas a reaccionar a esa manera de coger que solo había visto en mi marido, empezó a moverse muy despacio, tú te quejabas, pero echabas el culo para atrás, por fin empezó a cogerte despacio, primero te sacaba un poquito de verga y luego te la volvía a meter, luego te la sacaba un poco más y va pa dentro, así, hasta que casi sacó la cabeza y te la dejó ir sin compasión, tu seguías gritando, yo aproveché y empecé a darte nalgadas mientras te jalaba del cabello, tu pedías más fuerte, más duro, no sabíamos a quién de los dos nos hablabas, así que mi marido te cogía más fuerte y yo te nalgueaba más duro, empecé a decirte que eras una puta y nos contestabas que te encantaba ser nuestra puta, que nunca habías sentido tanto placer. Yo te pegué una bofetada y tú te asustaste, nadie te había pegado y menos una mujer, pero tú, sin entenderlo, me pediste que te diera más duro, entonces te agarré de las greñas y te solté una catarata de bofetadas, mientras mi marido te reventaba el culo.

Había llegado el momento tan esperado por mí y que tú estabas a punto de experimentar, te empezó a coger muy rápido por la panocha y cuando tú no lo esperabas, te la metió en el culo, ahí si pegaste un alarido tremendo, pero luego empezó su juego perverso, te cogía por la panocha y luego por el culo, cambiaba de hoyo a una velocidad asombrosa y tú llorabas de placer, decías que te estaba reventando toda, pero que sentías que te ibas a morir de tanto orgasmo, yo fui frente a ti y besándote te dije que disfrutaras porque una cogida como esa no se vive todos los días, yo miraba tu rostro lleno de lágrimas pero aderezado con una enorme sonrisa de placer, en cada cambio de hoyo, tu gritabas, hasta que dijiste que estabas a punto de terminar, entonces mi marido te preguntó dónde quería la leche y tú le suplicaste que en el culo, vi cómo te hundió su verga por última vez en la panocha y luego te taladró el culo hasta que los dos gritaron al mismo tiempo en señal de que se vinieron juntos.

Al día siguiente te levantaste tarde, nosotros ya habíamos terminado de desayunar, cuando te vimos venir a la mesa caminando como pato… te veías tan divertida, yo te serví desayuno y me pediste que querías tomar esa bebida tan rica que bebiste anoche, pero te dije que era más saludable que tomaras un simple jugo de naranja, que no era bueno tomar alcohol tan temprano. Te lo devoraste todo, comiste como si fueras una pinche refugiada. Mi marido te tomó la mano tiernamente y te dijo:

- ¿Ves lo que te dije? Que, si aceptabas venir con nosotros, nos ibas a rogar que te hiciéramos todas esas cosas que habías prometido que nunca harías.

- ¿Pero porque lloras, Brendita? Un poco de dolor bien vale la pena después de haber disfrutado la experiencia más caliente de tu vida. A mí me encantó iniciarte en los placeres de Lesbos.

-Es que ni yo me entiendo, de verdad, yo no soy así, antes de conocerlos yo era una mujer normal, pero ahora me siento como una cualquiera, sucia, como si fuera una puta barata de esas que se paran en las esquinas.

-Deja de hacer pucheros, Brendita, tú me dijiste que no te gustaba que te dieran verga por el culo y anoche me pedías más, ¿No te gustó?

-No es eso, es que no sé por qué anoche me gustó, si antes ya lo había probado y odiaba el dolor que sentía.

-Y luego me dijiste que no te gustaba la violencia, pero mira tus tetas todas chupeteadas, te dejé las nalgas rojas…

-Y yo tus mejías calientes, ¿Te gustó que te abofeteara?

-Es que no sé qué me pasó, sentía como si fuera otra, pero…  me encantó, y a mí no me gusta el dolor, odio hasta cuando me ponen inyecciones, pero ayer disfrutaba como me tiraba del cabello, como me abofeteaba, como Andrés me nalgueaba y me violaba, quería que me reventaran toda, es como si estuviera poseída.

-Pero ¿te gustó la experiencia? ¿volverías a estar con nosotros?

-La verdad, creo que no. Sí disfruté y mucho, pero me duele todo el cuerpo y tengo un sentimiento de culpa, espantoso, esto nunca jamás lo volveré a hacer.

-A ti te encanta esa palabra: NUNCA, dije yo.

Nos metimos a la laguna desnudos y pasamos toda la mañana chapoteando el agua y jugando con nuestros cuerpos, era delicioso ver como los tres nos metíamos mano sin ningún recato, y tú cada vez más ibas recobrando la alegría, al medio día almorzamos camarones a la plancha y tú le pediste a Andrés, más de esa bebida exótica, él te sirvió un vaso y nos dijo que preparáramos nuestras cosas porque salíamos a las 3 de la tarde porque no le gusta manejar de noche. Pero tú te transformaste en la misma niña loca de anoche, empezaste a bailar sobre la mesa, cantabas, te reías como desquiciada, nos ponían las nalgas en la cara, nos besabas en la boca, le lamías la verga a mi marido y luego me pasabas la lengua por la panocha, yo estaba admirada como ibas de la culpa al placer con tanta facilidad.

Entonces tomaste la manguera con que regamos el jardín, abriste el chorro y lo dirigiste a tus tetitas, los pezoncitos rápidamente se te pararon, luego dirigiste el chorro a tu culo y por último te estimulabas la panocha con el agua a presión, estabas tan loca, que te metiste la manguera y luego expulsabas toda el agua, estabas tan caliente que te fuiste directo a la verga de mi marido y se la empezaste a mamar.

- ¿Ya te enloqueciste de nuevo, putita?

-Sí, así me siento, como toda una puta, estoy insaciable, me duele todo el cuerpo, pero necesito que me dé verga, mucha verga, amo su verga, por favor, deme verga.

- ¿Qué te pasa, Brenda? Hace unos minutos estabas llorando por la forma en que te comportaste anoche y ahora pareces puta, para pendeja, que le vas a arrancar la verga a mi marido.

-Soy una puta pendeja ¿y qué? Vieja culera. Zorra mama vergas. Perra chupa panochas. Bruja de mierda.

- ¡Qué pares, cabrona! ¡Brenda! ¡Qué te pasa hija de tu chingada madre! ¡Para!

-Déjala, no puede parar, aunque quisiera.

-Yo nunca me he puesto así.

-Porque nunca te he dado a beber yohimbina.

- ¡¿Qué es eso?!

-Tú cállate y sigue mamando, es una sustancia que se usa para estimular el deseo sexual en las hembras, es como una droga, solo que natural, tomada en pequeñas dosis, hace que la mujer, como Brenda, sea capaz de hacer cualquier cosa, aunque ella no quiera.

-Hijo de puta, ¿así que me volvió ninfómana solo para darse gusto conmigo?

-No te preocupes, Brenda, una vez pase el efecto, volverás a ser la misma chica de antes.

- ¿Estás seguro? Eres un cabrón, con qué razón yo no entendía su proceder.

-Ni yo tampoco, sabía que algo extraño me pasaba, pero no sabía qué, entonces, cuando me pase el efecto, ¿volveré a ser como antes?

-Ya te dije que sí, pero ahora vas a hacer algo que dijiste que no querías, a ver Lucía, pongámonos en cuatro para que nos chupe el culo a los dos.

-Qué asco, pero tiene razón, en estos momentos soy capaz de cualquier cosa. Solo drogada puedo llegar a ser tan puta.

Y nos chupó el culo, incluso nos metió un dedo a cada uno dentro de nuestros culos y nos decía que éramos unos viejos degenerados, hijos de puta, a mí me decía que era una perra de mierda, a mí marido que era un puto reprimido; que nos amaba y odiaba al mismo tiempo, en fin, parecía que todas las obscenidades salían de su boca como culebras venenosas, pero para nosotros sonaban como cantos celestiales llenos de excitación.

En eso mi marido se tiró sobre una tumbona, le dijo a Brenda que lo cabalgara y ella enloquecida se tragó toda la verga por su panocha, yo aproveché para mamarle el culo a ella y los huevos a mi marido, los dos se quejaban como fieras heridas, en eso escuché como mi marido le cruzaba la cara de una bofetada, Brenda gritó de placer y le dijo que le diera más fuerte, yo solo miraba como su cabeza se hacía de un lado a otro con cada golpe, a mí también me entraron ganas de golpearla, le metí tres dedos en el culo, la nalgueaba, y la zangoloteaba del pelo, mi marido le abofeteaba las chiches y ella pedía que le diéramos más fuerte, en eso pego un grito como de dragonia prehistórico y se vino en un larguísimo orgasmo.

Mi marido le ordenó que se acostara sobre la grama y le baño la cara de semen, ella como si fuera el mejor de los manjares, se tomaba la poca leche que a mi marido le quedaba, luego me volteó a ver y yo entendí su perversión, yo me senté en la cara de Brenda y le dije que abriera la boca, pujé y empecé a mearla, mientras mi marido nos meaba a las dos, Brenda tomaba nuestra lluvia dorada como si fuera la bebida más exquisita, ella hacía gárgaras, cuando terminamos de mearla, ella me acostó y se meó en mi cara, que cosa más rica, jamás pensé que se atrevería a hacerlo, estaba claro, Brenda se había graduado de puta, ese fin de semana. Salimos a las cinco de la tarde, a mí se me cerraba los ojos, apoyé la cabeza en el sillón y me dormí.

Espero no despertar de nuevo a la par de mi esposo, ojalá todo esto que viví no sea solo una fantasía, me acomodé en el asiento de atrás de la camioneta y me quedé dormida.

Si les gustó mi experiencia, me pueden escribir a mi correo: brenza.dragoniaarrobagmail.com

O también me pueden buscar en la página como: Princesita de Barrio.

O escribirle a Olga directamente.