Nunca digas de esta agua no beberé.

Ya en el recibidor, con él vestido y yo completamente desnuda nos comimos la boca como los amantes enfebrecidos que éramos. Sus manos recorrían mi cuerpo y amasaban mi culo con lascivia. Cuando abrí la puerta y él salió le dije un sentido —Te quiero,— él solo me sonrió y acarició mi cara.

Eva.

Hola, mi nombre es Eva, tengo 28 años y estaba casada con Daniel, un hombre amable, trabajador, buena persona, muy buen amante y que me amaba con toda su alma, era el hombre de mi vida. Una decisión equivocada hizo que mi perfecta vida de casada terminase de forma trágica, sobre todo para mí. Pero antes de continuar quiero contaros un poco de mi vida para que me conozcáis y poneros en situación.

Soy hija única, me crié en una familia normal, donde se demostraba mucho amor. Mis padres se querían mucho y no dudaban en demostrarlo delante de mí, crecí viendo como un hombre y una mujer se respetaban y amaban, eso era lo normal para mí, otra cosa seria algo fuera de lugar en mi corta vida.

Pero algo cambió cuando tenía trece años. Es algo que entonces no supe explicar, pero ahora siendo adulta lo entendía. La relación entre mis padres había cambiado, era diferente, ya no había tantas muestras de cariño y notaba cierta frialdad de mi madre hacia mi padre, que el pobre se desvivía por agradar a su pareja.

Pero lejos de mejorar la relación fue a peor. Cuando tenía catorce años mi madre se comportaba de una manera muy extraña, se iba de casa pronto por las tardes dejándome sola hasta que llegaba mi padre que se molestaba mucho al ver que su mujer no estaba en casa. Mi madre llegaba siempre pasada medianoche incluso de madrugada. Se pasaba al teléfono hablando mucho tiempo y aunque mi padre le preguntaba, siempre le respondía con desprecio y de forma despótica.

Mi padre se enfadaba mucho con ella, le decía que no era normal que una mujer casada llegase a esas horas y que sabía que algo muy grave pasaba, que sus hábitos, sus costumbres habían cambiado mucho. Mi madre siempre le decía que era un exagerado, que estaba haciendo una montaña de un grano de arena, que lo único que hacía era divertirse con sus amigas y terminaba diciendo «la vida es muy corta y hay que aprovecharla».

Y pasó lo que tenía que pasar. Una noche estaba en la cama y oí a mis padres discutir. Con cuidado salí de mi habitación y me quedé cerca del salón, mi padre lloraba mientras mi madre orgullosa, carente de algún tipo de sentimiento se lo confesaba a mi padre:

—Si, joder siiiiiii. Llevo más de año y medio follándome a otro tío y me he enamorado de él. Tú ya no me das nada, no significas nada para mí y de verdad me has quitado un peso de encima al haberme descubierto esta noche besándome con mi amante y por si lo quieres saber, si, hemos pasado la tarde follando y llego llenita de su semen.

No me puedo quitar de la cabeza la mirada de desprecio de mi madre mientras mi padre lloraba derrotado sentado en el sofá. Nunca había visto a un hombre llorar de esa manera y menos a mi padre que era uno de los hombres más fuertes que conocía.

Mi madre lo dejó en el salón, cuando me descubrió me miró enfadada pero no me dijo nada. Vi cómo se metía en su habitación y salía al cabo del rato con dos maletas. Cuando pasó a nuestro lado, yo me había sentado con mi padre intentando consolarle, ni nos miró, salió por la puerta y ya no la volvimos a ver más durante los siguientes años.

No, no fueron buenos años, yo intentaba que mi padre saliese de casa, se divirtiese y conociese a otras mujeres, tenía que rehacer su vida. Le vi llorar de impotencia el día que fue a firmar los papeles del divorcio y mi madre sin ningún tipo de tacto ni pudor y de manera cruel, se mostraba ante el que fue su marido, besándose con su amante, mientras se metían mano sin importarles quien estaba delante de ellos. Por primera vez miré a mi madre con un odio visceral mientras de mi boca salía un «PUTA» que estoy segura que oyó, aunque le dio exactamente igual.

Lo malo de esto es que mi padre seguía muy enamorado de la que fue su mujer. No conseguía quitársela de la cabeza, ni los maravillosos años vividos con ella, ni por supuesto, los malos momentos vividos en ese poco más de año y medio que decidió hacerle la liana a mi padre.

En ese momento podría ser una gilipollez, pero me prometí a mí misma, no hacer nunca lo que le hizo mi madre a mi padre. No se podía denigrar de esa manera a un hombre que te amaba con cada fibra de su ser y por supuesto antes de llegar a ese extremo, antes, mucho antes, arreglar la situación con tu pareja, intentar solucionar una situación dada que puede cambiar de orientación hablando, cediendo y reinventando esa relación.

No hay mal que cien años dure. Mi padre conoció a una mujer más joven que él. Era una preciosidad de mujer en todos los aspectos. Era guapa, simpática, cariñosa, femenina, muy hogareña y quería mi padre con locura. Fueron años felices en los que mi padre volvió a recuperar la sonrisa y su ilusión.

Mi madre apareció de nuevo años más tarde. No le fue bien en su nueva vida de putón desorejado y quiso probar suerte de nuevo con mi padre, pero ya era tarde. Cuando abrí la puerta y la vi cambió mi cara; preguntó por mi padre directamente, a mi ni me saludó ni se interesó por mí, yo solo me limité a entornar la puerta y avisar a mi padre con cara de preocupación.

Mi padre, mi querido padre, la persona más integra que he conocido, salió a hablar con la que fue su mujer y la conversación duró muy poco. Venía a pedir una segunda oportunidad. Mi madre le dijo lo mucho que se había equivocado y que se acordaba de él a todas horas, que seguía muy enamorada, pero mi padre la despachó rápidamente diciéndole «eres una mujer muy usada. Ya no mereces la pena». Quizás fue denigrante para ella, pero creo que se lo merecía después de lo que le hizo pasar a mi padre.

Mi despertar sexual fue a los dieciséis años, consciente de mis prioridades y mis principios inamovibles. Por suerte o por desgracia, heredé la genética de mi madre. Era muy guapa y no me faltaban pretendientes, los chicos y los que no son tan chicos babeaban por mí.

Desde los dieciséis hasta los diecinueve tuve unas siete relaciones, todas fueron un desastre y aunque apliqué mi pensamiento de arreglar como fuese esos idilios, nunca conseguí llevarlas a buen puerto, mis parejas temían a mi belleza y pensaban que les seria infiel a la primera de cambio, con lo que cuando conseguían lo que deseaban, follarme, desaparecían de mi vida por mucho que intentase arreglarlo y les asegurase que nada de lo que pensaban de mí podría ocurrir.

Con diecinueve años conocí al que sería mi marido, Daniel. Cuando me lo presentaron quedé embriagada. Era un chico muy alto, musculado, simpático, detallista, cariñoso, buen conversador y muy varonil. Era dos años mayor que yo y supe enseguida que ese chico sería el que fuese el hombre de mi vida.

En ello puse todo mi empeño, era consciente del cuerpo que tenía, muy voluptuoso, con unas buenas tetas y un culo esculpido por los dioses; vientre plano, piernas largas y bien torneadas y una estatura que rozaba el 1.70; mi carita redonda, armoniosa, de labios carnosos, nariz pequeña y respingona, mis ojos azules y mi melena castaña con mechas rubias a media espalda, hacían que los hombres se rompiesen el cuello cuando pasaba a su lado.

En la facultad no me faltaban pretendientes, hacia un grado de diseño de interiores, y aunque en mi curso había mucho gay, en la cafetería de la universidad los de otras carreras se arrimaban a mí. Además, y para que os voy a engañar, siempre vestía muy "ajustadita" con ropas que marcaban cada curva de mi cuerpo o con minifaldas que dejaban mis piernas a la vista, si, sabía que los hombres babeaban por mí y no sería problema que Daniel cayese en mis redes.

Pero hubo un problema, Felisa, Feli para los amigos. También bebía los vientos por Dani y he de reconocer que era una morena guapísima, con un cuerpo menudo pero muy proporcionado, bajita, no llegaría a 1.55 y contrastaba con la altura de Dani que llegaba a 1.88. Fue una lucha encubierta entre ella y yo en la que llevé a Dani a la locura con mis modelitos, mis provocaciones y mis indirectas. Sabía que estaba como loco por follar conmigo, pero no quería ser un polvo de una noche y si te he visto no me acuerdo, lo quería para mí, solo para mí y para toda la vida.

Al final me lo follé, no me pude aguantar. Una tarde que quedamos él y yo solos acabamos haciéndolo en el asiento trasero de su Opel Astra. Aluciné cuando vi el pollón que calzaba, la más grande que había visto hasta entonces. Mediría unos veinte centímetros, gorda, cabezona y llena de venas, nunca me había metido algo tan gordo y largo en el coño, pero el muy capullo sabia como utilizarla y me llevó a ver el universo, nunca en toda mi vida sexual había tenido tantos orgasmos en tan corto espacio de tiempo. Esa primera vez no dejé que se corriese en mi interior, pero sería necio negar que deseaba sentir como me llenaba el coñito con su corrida.

Feli no dejó de acosar y revolotear alrededor de mi Dani, que sintiéndose un machito, un semental, disfrutaba de tantas atenciones por dos bellezas como éramos Feli y yo, pero llegó un momento en que me harté de ese juego por su parte y se lo dejé muy claro:

—Dani, te quiero, me gustas un montón y pienso que tú y yo vamos a llegar muy lejos con esta relación. Pero el juego que te traes con Feli no me gusta nada y creo que va siendo hora que pongas fin a alguna de tus relaciones, no quiero llegar a este punto, pero para ser más clara…o Feli o yo, elige.

—Eva, no me gusta que me pongas en esa tesitura. Feli y yo solo somos buenos amigos.

—Quizás tú no lo veas, o no quieras verlo. Pero en el momento menos pensado Feli va a atacarte con todo lo que tenga a su alcance y te va a llevar a la cama si es que no lo ha hecho ya. Como te he dicho, te quiero, pero no pienso compartirte con nadie, esto no es una relación abierta.

—Bien Eva, te confieso que yo estoy loco por ti, me gustas muchísimo y contigo me lo paso de película, pero ya que voy a renunciar a una de mis mejores amigas, a la cual quiero mucho también, quiero algo a cambio.

—¿Algo a cambio? ¿Qué quieres? —Pregunté extrañada.

—Quiero todo de ti. Quiero tu culo. —Me dijo con picardía.

—Cuando constate que Feli ha dejado de ser una amenaza, tendrás todo lo que desees de mí, te lo aseguro. —Dije convencida, sin ser consciente donde me metía.

Para desesperarle más y presionarle, le tuve a pan y agua durante quince días. Pero la calentura pudo más que ese veto y volvimos a follar como animales. Noté como la relación entre Feli y Dani se había enfriado, ya prácticamente ni hablaban entre ellos y ni se saludaban. Aun así no me fiaba, durante unas cuantas noches me dedique a seguirle (sí, soy una enferma, lo sé) incluso una vez le comenté que me había bajado la regla, que no me encontraba bien y que no saldría esa tarde. Me dediqué a seguirle, a ver a donde iba y con quien se juntaba y ¡¡BINGO!! Por la noche se fue a un bar con unos amigos y allí se encontraba Feli con un grupo de gente…pero ni se miraron. Cerca de las cuatro de la mañana se fue a su casa y yo a la mía, con una especie de satisfacción, al saber que Dani había cumplido su palabra.

Al día siguiente le llamé más enamorada que nunca, pero lo que me terminó de convencer y de saber que me podía fiar, es que fue él mismo quien me confesó que estando en ese bar con sus colegas también se encontraba Feli.

—Te aseguro mi vida que ni nos miramos, y si te lo cuento es para que confíes en mí. No quiero que te venga nadie con el cuento de que Feli y yo estuvimos juntos en el mismo bar.

—Te creo mi vida, te aseguro que te creo. Eres libre de tomar de mi lo que desees, cuando desees. —Dije convencida.

Sonaba excitante. Los dos sabíamos lo que eso significaba, iba a dar la virginidad de mi culito al hombre que amaba, pero la inexperiencia, sobre todo por mi parte, hizo que esa tarde fuese un completo desastre.

Yo me preparé muy bien, me fui a depilar mi coñito y mi culo, no quería que hubiese ni un solo pelito. Fui a la farmacia y compre un tarrito de vaselina para que su enorme polla no me lastimase al entrar. No nos engañemos, todo lo que vemos en las pelis porno cuando enculan a una mujer, está más que preparado, es excitante pero no es la realidad. El ano es un orificio de salida que sirve para lo que sirve. Si se le quiere dar otra utilidad, y ya me entendéis lo que quiero decir, hay que prepararlo pero que muy bien, cosa que yo no hice.

El día que Dani me intentó follar el culo, fue el peor de mi vida. Yo no me preparé, pero Dani tampoco hizo nada por dilatar ese agujerito tan pequeño. Nunca he sufrido tanto dolor, pero se lo había prometido y mi palabra estaba en juego. Cuando por fin consiguió meter la mitad dentro de mi culo, lagrimones como puños bajaban por mis mejillas, pero lo peor, ¿cómo olía la habitación tanto a mierda? La respuesta me la dio el propio Dani:

—Cariño lo siento pero no puedo seguir, voy a vomitar, cuando saco la polla de tu culo está llena de mierda y el olor me está mareando.

Cuando la sacó, se me quedó el culo abierto y no pude trincar, con lo que defequé encima de la cama. Nunca me he sentido tan humillada y sucia, me eché a llorar mientras veía como Dani me dejaba sola y se iba a limpiar al baño. Pensé que ese había sido nuestro último encuentro y que una vez nos vistiésemos daríamos por terminada nuestra relación, estaba tan frustrada que pensé eso como si fuese lo último que nos iba a pasar.

Pero me equivoqué. Dani me demostró su amor, su cariño y su respeto. Solo fue al cuarto de baño a preparar la bañera para mí. Cuando la tuvo lista fue a la cama donde yacía llorando a moco y baba y tomándome en brazos me llevó al cuarto de baño y me depositó en la bañera mientras me acariciaba y me miraba con cariño.

—Mi vida no llores, aunque ha sido toda una experiencia…¡¡Ehhh!! —Dijo echándose a reír.

—¿No estas enfadado conmigo? —Pregunté hipando asustada.

—Pero que dices, —dijo asombrado Dani— estoy avergonzado por haberte echo sufrir, he sido muy egoísta.

—No, no has sido egoísta, pero algo hemos hecho mal. —Dije afligida.

Lo mismo que esa primera experiencia anal fue un desastre, ese baño que luego nos dimos estuvo lleno de cariño y mucho amor. Me sentí mimada y muy querida por él, pero mi culo me dolía horrores y me daba unos pinchazos que casi me hacían llorar. Dani me revisó y me dijo que teníamos que ir a urgencias, tenía un desgarro importante en el ano.

Con toda la vergüenza del mundo, fuimos a urgencias y ya en un box una medico muy amable nos atendió y le explicamos lo ocurrido. Fue muy profesional y no hizo ningún tipo de comentario, me llevó a un quirófano, donde me dio un par de puntos y me recetó unos calmantes. Antes de irme me dio unos cuantos consejos por si quería repetir y en confidencia me lo dijo:

—Si lo haces como te he dicho, vas a disfrutar mucho…Yo lo practico muy a menudo con mi pareja y te aseguro que si se hace bien, vas a querer repetir siempre.

Durante las semanas en las que me estuve recuperando, Dani y yo nos estuvimos documentando de cómo hacerlo correctamente. Compramos todo lo necesario, una pera de lavado intestinal, gel lubricante y dilatadores anales. La siguiente vez que lo intentamos fue mucho, muchísimo mejor y más satisfactorio. Fue la primera vez que Dani me hizo alcanzar un orgasmo devastador con su polla descargando su corrida en mis intestinos y supe que no sería la última vez que me enculase.

Nuestra relación se consolidó mucho. Según nuestros amigos éramos la pareja perfecta y no dudábamos en demostrar nuestro amor en público. Durante los siguientes años Dani terminó su carrera de ingeniería informática y montó una empresa con un compañero de carrera. Cuando yo terminé mi carrera, Dani ya había dado la entrada para un piso y al año nos casamos por todo lo alto. Todo fue perfecto, la ceremonia, el convite y la luna de miel. Al poco de regresar de nuestro viaje, una empresa de interiorismo me contrató y Dani y yo empezamos una vida juntos que era increíble.

Daniel.

He de reconocer que hasta que conocí a Eva, mi relación con las mujeres, si, lo digo en plural, era puro vicio. Desde muy temprana edad supe que mi polla me abriría muchos coños y ya con trece años me follé a la mejor amiga de mi hermana que era tres años mayor que yo y fue la que se llevó mi virginidad. Pero ese hecho y el boca a boca hizo que algunas de sus amigas me buscasen y les demostré poco a poco que sería un buen amante.

Cuando pegué el estirón, supe que sería muy alto y me cuidé mucho para no ser un delgaducho desgarbado, eso unido a que era guapete, iba al gimnasio y encima me apunté a clases de salsa y bailar se me daba muy bien, desembocó en que mi éxito con las mujeres subiese como la espuma.

Ya con dieciocho años hasta me follé a amigas de mi madre. Incluso algunas me pagaban por follarlas cuando sus maridos estaban trabajando o fuera de casa en viajes de negocios o por que se tenían que desplazar por asistir a congresos.

Si, fue una buena época, tenía dinero y chicas, muchas chicas, tenía mi pequeño harén que se incrementó cuando ingresé en la universidad. Eso fue la locura, pero tuve que ponerle freno por que más de una vez me tuve que enfrentar a novios celosos y fuera de si porque me había follado a las putas de sus novias y ellas me aseguraban que eran libres y no tenían ningún compromiso, sin embargo, siendo sinceros, aunque me hubiesen dicho que estaban comprometidas, igualmente me las hubiese follado, lo siento, pero la jodienda no tiene enmienda.

Digamos que entre mi fama de Don Juan, algunas palizas que me llevé y mi carrera de ingeniería informática que había dejado algo apartada debido a mis correrías con las mujeres, hizo que mis padres me pusieran en la tesitura de, o sacas tu carrera adelante que nos cuesta mucho dinero, o te pones a trabajar. No me lo pensé, opté por mi carrera y me centré mucho en mis estudios dando resultados inmediatos, sacando mis asignaturas adelante y aprobando los años sin problema.

Ya más tranquilo con mis conquistas y no haciendo tanto el tonto, con algo más de veinte años conocí a Felisa, Feli, una morena impresionante, guapísima, pequeñita pero con un cuerpecito muy tentador. Quise follármela enseguida, pero Feli no era de esas chicas que follaban y ya, no. Feli era de las de maratón, quería resultados pero a la larga, no un aquí te pillo, aquí te mato y si te he visto no me acuerdo, quería una pareja estable y si esas condiciones se daban el regalo era su cariño, su amor y su cuerpo.

Durante casi un año estuve prácticamente acosándola, ella se hacia la dura conociendo mi fama y yo me desesperaba porque me calentaba como un horno sin resultados. Nunca me había ocurrido eso, Feli era una calienta pollas y creo que solo buscaba mi sometimiento, el que renunciase a todo por ella, pero lo siento mucho, sin probar el producto no iba a renunciar a nada.

Creo que eso me frustró de alguna manera y aunque siempre había alguna que follaba sin importarle nada y hacía que se me quitase la calentura, empezaba a buscar algo más, pero por alguna razón pensaba, casi aseguraba que Feli no me lo daría.

Un día estábamos nuestro grupo de gente en un bar tomándonos algo. Mi cara era de hastío, era evidente, y es que no había estímulos. Todos hablaban entre sí, Feli zorreando con otro, mis otros colegas liándose un porro de maría…lo mismo de siempre y entonces lo pregunté:

—¿Por qué no nos vamos a otro sitio? Esto empieza a ser muy aburrido.

—Vamos a esperar un poco, —dijo una amiga,— estamos esperando a una chica que conozco que me dijo que vendría con nosotros.

—Pues solo espero que merezca la pena la espera. —Dije mascullando entre dientes y ya medio enfadado.

Y al poco apareció. Eva, una rubia espectacular, guapísima, alta, con un cuerpazo que quitaba el aliento, y una minifalda que dejaba a la vista unas piernas largas, infinitas y torneadas. Creo que todos los varones de ese bar nos quedamos boquiabiertos al ver a esa preciosidad, nuestra amiga se levantó y nos presentó. La presentación no fue gran cosa, fue una presentación general, sin besos ni nada parecido, pero no pude dejar de observar en cómo me buscaba con la mirada aunque estaba sentada en el otro extremo de la mesa.

Algo curioso, nos movíamos en dos coches, el de una amiga y el mío y aunque su amiga iba en el otro coche, Eva me buscó y eligió mi coche. Se sentó a mi lado, en el asiento del copiloto y durante todo el trayecto no dejamos de hablar, como si fuésemos ella y yo solos, aunque dos de mis colegas se fumaban un porro en el asiento trasero.

Cuando llegamos a donde íbamos dejamos a mis colegas en la puerta y Eva y yo nos fuimos a aparcar el coche, si lo reconozco, esa chica me atraía un montón y creo que yo a ella también. Cuando llegamos al local donde habíamos quedado, vi que Feli me miraba con inquietud, le había salido una rival muy fuerte y creo que eso no le hacia ninguna gracia. Esa noche cuando nos despedimos Eva y yo nos dimos nuestros números de móvil, me besó muy sensualmente y cerca de mi oído me lo dijo:

—Espero que no sea la última vez que nos vemos. —Me dijo susurrando.

Se me pusieron los pelos de punta con ese susurro y en mi pituitaria se quedó grabado su olor, su maravilloso aroma de mujer. Esa noche no lo pude evitar y ya empecé a mandarle wasap. Estuvimos casi dos horas conectados, me gustaba esa chica, con ella se podía hablar de todo y me sentía muy a gusto.

Por supuesto hubo más quedadas y sin ser nada pactado Eva y yo no nos separábamos y eso a Feli le empezó a fastidiar. Ya no era el centro de mi atención y empezó a darse cuenta que quizás me estaba perdiendo, con lo que pasó al ataque e intentó meterse entre Eva y yo, pero creo que ya era tarde. Eva tenía una manera de ser hipnótica, era muy femenina y sensual. Su forma de vestir me gustaba muchísimo, tenía un cuerpazo que sabía lucir y tenía un culo…por Dios que culo más perfecto, alguna vez que vino con pantalones hiperajustados o minifaldas muy cortas fue motivo de imágenes oníricas en las que mi polla entraba en su perfecto culo y me lo follaba, hasta que me corría en su interior.

Por supuesto Eva y yo tuvimos nuestros momentos, algún piquito en los labios, abrazos, pasear agarrados de la mano…Sin ser tácito, nos gustábamos, éramos casi pareja, aunque Feli intentase por todos los medios a su alcance el separarnos. Cada vez la notaba más molesta por la situación y sus indirectas hacia mi o hacia Eva empezaban a molestarme. Lo siento, la quería mucho, pero los meses que me hizo pasar babeando detrás de ella sin conseguir ni un misero abrazo, le estaban pasando factura, aunque yo no hacía nada por evitar que viese lo bien que nos llevábamos Eva y yo, que sufriese.

Pero ocurrió algo. Eva empezaba a hartarse de la estupidez de Feli y un sábado me llamó por la mañana y me propuso quedar ella y yo solos, sin nadie que nos molestase. Ni me lo pensé, accedí de inmediato y quedé en pasar a recogerla por su casa. Cuando la vi salir, estaba exultante, joder, me enamoré de ella aún más y cuando entró en el coche nos dimos nuestro primer beso en serio. Nuestras lenguas lucharon y se conocieron y nos costó separarnos.

Fuimos al cine, luego nos fuimos a cenar, nos prodigamos en muestras de cariño y mi teléfono no paraba de sonar así que lo puse en silencio. Todos eran mensajes y llamadas perdidas de Feli, imagino preguntando donde nos encontrábamos. Cuando salimos del restaurante y nos metimos en el coche nos volvimos a enganchar, nos devorábamos y Eva me pidió que nos fuésemos a un sitio más discreto.

Según oí eso mi polla iba a reventar los pantalones. Inicie la marcha y mi mano se posó en el muslo de Eva, que esa tarde llevaba una minifalda cortísima. Mi mano subió por el interior de sus piernas y ella las abrió ligeramente invitándome a seguir. Noté su humedad y su calor abrasador mientras gemía y su mano buscaba mi erección. Cuando llegamos al "picadero" que yo conocía nos pasamos al asiento trasero. Eva me bajó los pantalones con prisa y cuando me bajó el bóxer mi polla saltó durísima, pegándose a mi abdomen.

—Joder Dani, la tienes enorme. —Exclamó asombrada, mientras la agarraba y empezaba a pajearme.

Mi mano buscó su coñito, que acaricié por encima de su braguita, Eva abrió mucho más sus piernas y me dio acceso a su entrepierna. Literalmente estaba chorreando y nos comíamos la boca con desesperación, dándonos placer.

—Espera mi amor, espera. —Me pidió Eva.

Se remangó su minifalda, dejándola en su cintura y se quitó su tanga. Se puso a horcajadas sobre mí, mientras su coñito lubricaba mi polla. Los dos resoplábamos excitados y entonces ella me lo preguntó.

—¿Tienes condones?

—Joder, no. —Respondí pensando que se jodia el polvo.

—¡¡Mierda!! —Exclamó Eva.— Da igual, fóllame, pero no te corras dentro.

Eso fueron palabras mágicas para mí. Agarré mi polla y la dejé a la entrada de su coñito. Estaba tan lubricada que entró como un cuchillo caliente en mantequilla. Noté como la abría, su boca abierta cogiendo aire mientras sus caderas oscilaban lentamente acoplándose a mi polla.

—Diooooos como te siento cariño…me voy a correeeer.

Sin haberla metido totalmente ya se estaba corriendo, notaba las contracciones de su vagina sobre mi polla. Me consideraba un buen amante y tenía mucho aguante, pero Eva me estaba llevando al límite antes de tiempo.

—Jodeeer mi amor…¿Ya está toda dentro?

—No cielo, todavía queda un poquito más.

—Todaaaa, la quiero toda dentro de miiiiii.

Agarré su cinturita y con un ligero golpe de caderas se la metí hasta que solo los huevos quedaron afuera y la muy cabrona volvía a correrse como una gata en celo.

—Jodeeeer…siiiiiii, estas llegando a sitios donde nunca nadie había llegado.

Mi aguante estaba llegando a su límite máximo y se lo hice saber esperando que con la pasión me dejase correrme dentro de ella. Aun así aguanté un poco más, lo suficiente para que volviese a correrse y ya en el limite la saqué y dejándola apoyada en su anito me corrí como un animal. Ella hizo algo de fuerza, pero no entró. Pensé que hubiese sido el no va más el haberla follado también el culo, pero no fue así.

Aunque nos prodigamos en besos y caricias, Eva me pidió que nos fuésemos de allí ya que no se encontraba a gusto. Aunque me quejé un poco, ella me dijo que ya lo haríamos en un sitio más cómodo y con más tiempo. Cuando la dejé en su casa me dijo que la llamase al día siguiente cuando me levantase, fuese la hora que fuese. Nos despedimos con un tórrido beso y aunque no comentamos nada ese fue el punto de partida de nuestra relación.

Todo iba perfecto entre Eva y yo, pero fue Feli quien se volvió a meter entre nosotros y aunque me parecía divertido que dos pibones como esos se pelearan por mí, creo que a Eva no le gustó nada y terminó de hartarse. El día que la gota colmó el vaso fue un día que nos fuimos a un chalet que tienen mis padres en El Escorial. Nos fuimos el viernes por la tarde, pensábamos pasar el fin de semana follando como condenados, pero el sábado antes de comer, Feli y dos colegas míos aparecieron por allí chafándonos todo el plan.

Según terminamos de comer y viendo la cara de cabreo que tenía Eva y la de satisfacción que tenía Feli, pensé que lo mejor era bajarnos a Madrid, si no, estos eran capaces de quedarse a dormir y yo solo quería estar con Eva. Cuando por fin nos pudimos quedar solos en casa de Eva, sé que estaba cabreada pero fue muy diplomática y no me montó ninguna bronca. Ahora, eso sí, me dio a elegir, o Feli o ella. Tenía que terminar con ese acoso por parte de Feli que no me llevaría a ningún lado.

Yo sabía la respuesta, hasta Eva la sabía, pero ya que iba a renunciar a la amistad de una amiga, muy pesada, pero amiga al fin y al cabo, le pedí a cambio follarle el culo. Aceptó sin dudarlo, solo me dijo que cuando constatase que Feli pertenecía al pasado me daría mi premio.

No fue fácil para mi hablar con Feli. Sabía el disgusto que se iba a llevar al decirla que me tenía, nos tenía que dejar en paz, que tenía que desaparecer de mi vida y dejar en paz a Eva:

—Me…me estás diciendo que no quieres volver a verme, ¿es eso lo que me quieres decir?

—Joder Feli, sí. Si no eres capaz de dejarnos en paz, es eso lo que te quiero decir. —Dije molesto.

—¿Vas…vas…a…a…romper nuestra amistad por…por una puta que hace poco más de un mes que conoces y ya te estás tirando? —Dijo Feli gimoteando.

—A ver Feli, ya me has cabreado. Primero, no te consiento que llames puta a Eva, porque no lo es. Segundo, me tuviste detrás de ti, babeando, arrastrándome como un idiota para que pudiésemos estar juntos y tú me ignoraste de mil maneras mientras tonteabas con otros viendo como yo me retorcía. Dime, ¿quién es más puta? ¿Eva que llegó me vio y se ha enamorado de mí? o tú, ¿que eres una picaflor y tonteas con todos dejándoles con un calentón de tres pares de huevos?

—Yo solo quería estar segura, quería…quería…

—¿Segura de qué? Feli, ni sabías lo que querías hasta que llegó Eva y me viste con ella. Lo siento, tuviste tu tiempo, ese tiempo en el que hubiese sido tuyo sin pensarlo porque me gustabas mucho. Pero estiraste tanto la cuerda, la pusiste tan tensa, que al final se rompió. Ahora te pido que te eches a un lado y nos dejes en paz.

—Acuérdate de lo que te digo, esa chica te va a hacer sufrir. Vas a cambiar una bonita amistad por una relación que a la larga te destrozará. —Decía Feli llorando con amargura.

—Cualquier chica me puede hacer sufrir, tú misma me has hecho sufrir. Pero seré yo quien lo decida, no tú. Esto se ha acabado Feli, no te voy a aguantar ni una injerencia más.

Enjuagándose las lágrimas, Feli se levantó de donde estábamos sentados y dándome un beso en la frente la vi desaparecer por la puerta del bar donde quedamos para hablar. Esa fue una de las ultimas veces que la vi. Dejó de venir con nuestro grupo de gente y Eva y yo pudimos relajarnos en nuestra relación sin estar pendientes de Feli en todo momento.

Al final, Eva cumplió su palabra. En una tarde tan memorable como catastrófica, Eva me dio su culo y valga la redundancia todo fue como el culo. Eva sufriendo un dolor desgarrador y yo empecinado en follar ese anito. Todo terminó en urgencias con el esfínter de Eva muy dañado y yo avergonzado por haber hecho sufrir a mi amor. En nuestra segunda vez, más documentados y habiendo preparado bien el culo de Eva, fue una experiencia maravillosa ver como ese culito se comía toda mi polla y Eva gemía de gusto pidiendo más.

Sabía que Eva era la mujer de mi vida. Me llenaba en todos los aspectos y nos complementábamos muy bien. Me comentó lo ocurrido con sus padres, lo que había vivido y su juramento y sus principios respecto a su pareja:

—Solo te pido que si ocurre algo, si conoces a alguien, me lo digas a la cara y no me hagas sufrir. —Me pidió Eva.

—¿Y si es al contrario? —Pregunté yo.

—Después de lo que viví con mis padres te aseguro que eso no ocurrirá. En todas mis relaciones siempre ha sido a mí a quien han dejado, yo siempre intentaba salvar la relación.

Confiaba en Eva con los ojos cerrados, sabia su manera de ser y empezaba a ser imprescindible en mi vida. Cuando terminamos nuestras carreras y ya con un piso que yo había comprado, nos casamos y Eva y yo empezábamos una vida maravillosa.

Eva.

La verdad es que estaba exultante con mi vida. Tenía un trabajo que me gustaba a rabiar, un marido que era un amor y me tenía llena de detalles y una vida llena de fiestas y oportunidades. Con Dani tenía tanta confianza que me dejaba salir a fiestas y sola, bueno, y con Luisa una buena amiga y compañera de trabajo.

Antes de que pongáis el grito en el cielo, a las fiestas que me refiero son eventos, fiestas de empresa. Por suerte mi empresa de interiorismo era una de las primeras en el sector y siempre había que ir a sitios donde nos reclamaban.

Digamos que el que hubiese una buena representación de nuestra empresa, subía el status de esa reunión de gente que intentaba vender sus productos. Todas las semanas siempre teníamos una o dos de esas fiestas aunque podíamos llevar a nuestras parejas sin problema. Dani asistió a dos y ya no volvió a venir, se aburria soberanamente, principalmente porque había mucho estilista amanerado, el ambiente era muy gay y en eso le doy la razón aunque me ría…fueron varios los que le tiraron la caña, a ver si picaba y es que es cierto, había mucha pluma en esas reuniones.

Aunque no era de llegar tarde, he de reconocer que alguna vez había llegado de madrugada, al juntarnos con algunos compañeros y compañeras y haber seguido la fiesta. Nunca di pie a nada con nadie. Podía ser una amiga o una buena compañera de trabajo pero ahí quedaba la cosa, no permitía que se traspasasen ciertas líneas rojas.

Siempre que llegaba a casa, ya fuese pronto o de madrugada, me duchaba para quitarme el sudor de los sitios cerrados, porque me relajaba y por qué no decirlo, para que mi maridito me follase bien follada. Era algo que me tenía fascinada, que mi marido siempre estaba dispuesto a follarme a comerme el coño y a regalarme unos orgasmos barbaros, fuese la hora que fuese. Hasta un día me metí desnuda en la cama a las cuatro de la mañana y me dejó reventada a base de pollazos. Esa noche nos dormimos a las siete de la mañana, por suerte como el teletrabajaba y yo cuando teníamos estas fiestas podía tomarme la mañana libre, nos la pasamos durmiendo o retozando como adolescentes salidos.

En un coctel que nos invitaron en un conocido hotel, mi amiga Luisa apareció con un tipo que aunque en un principio no llamaba la atención, una vez lo conocías y hablabas con él, era divertido, ocurrente, adulador y algo pícaro, pero había algo en el que me gustaba mucho y eso no era otra cosa que iba tatuado, me encantan los tíos tatuados y tenía ese punto canalla que tanto nos pone a la mayoría de mujeres.

Esa velada lo pasé genial, no paré de reírme con sus ocurrencias y sus chistes y como mujer, no pude dejar de observar cómo me comía con la mirada. Realmente no me importó, yo estaba muy segura de mí misma y bueno, ¿a qué mujer no le gusta sentirse deseada? Llegué de madrugada a mi casa y como siempre me duché y cuando me metí en la cama completamente desnuda, mi marido me folló hasta dejarme agotada. Además ese día cuando llegué a mi casa iba especialmente excitada, sin querer reconocerlo las miradas de Rubén me habían puesto cachonda. Me lavé bien mi culito, los dos primeros orgasmos fueron vaginales, el resto hasta caer agotada notaba la polla de mi marido rompiéndome mi culito y llenándome los intestinos de su rica leche.

Al día siguiente no pude dejar de hablar de Rubén, que así se llamaba el amigo de Luisa, con mi compañera de trabajo.

—¿Dónde tenías escondido a este hombre? Creo que nunca me lo he pasado tan bien, como ayer por la noche. —Le comenté a Luisa.

—Bueno, es un amigo de hace muchos años, viene y va, no es que tengamos una relación de amigos inseparables.

—¿Solo amigos? —Pregunté con intención.

—Siiii solo amigos. —Respondió Luisa con paciencia.

A ver, conocía a mi amiga, era una pelirroja despampanante, algo más alta que yo y con un cuerpazo increíble. Cuando íbamos las dos juntas, nos decían auténticas burradas que a mí me molestaban algo pero a mi amiga le gustaban. Era una mujer muy ardiente y todos los fines de semana se follaba a dos o tres tíos. Sé el tipo de hombres que le gustaban, y Rubén era de ese tipo de hombres que no dudaría en llevarse a la cama.

La miré dudando en creer lo que me decía y a modo de tercer grado, enfoqué su cara con mi lampara:

—Y voy yo y me lo creo. Vamos bonita desembucha. —Dije acercando mi cara a la suya.

—Valeeee…hubo mucho tonteo al principio, mucho beso, mucha metida de mano, pero de ahí no quise pasar.

—¿Por qué? —Pregunté por curiosidad.

—¡¡Ay Eva!! No te sabría decir, pero hay algo en él que no me termina de convencer, no te puedo decir lo que es porque no lo sabría describir, pero me hizo desconfiar.

—¿Desconfiar? Pues yo ayer vi a un hombre de lo más normal…¿No será que te estas volviendo una "tiquismiquis"?

—Ya, porque ayer estaba muy ocurrente y simpático, pero si intentase seducirte verías que algo rechina en su comportamiento. Pero claro, eso no lo podrás averiguar, ni se te ocurra, va en serio y en contra de tus principios.

—Lo que si me fije ayer es como me desnudaba con la mirada, resultaba perturbador.

—Cariño, Rubén desnuda con la mirada a cada mujer que conoce y le gusta. ¿Sabes lo que me dijo cuando me fue a recoger con su todoterreno?

—¿Qué te dijo?

«Cariño, por qué no pasamos de esa fiesta y nos vamos a follar a un sitio que conozco»

—Le dije que como se pusiese pesado llamaba un taxi y le dejaba colgado.

—Hija, que siesa eres, yo no me lo hubiese pensado. Antes de esas fiestas tan aburridas, es mejor dar una alegría al cuerpo.

—Eva. ¿No estarás pensando en…?

—Noooo, no por Dios, dije poniéndome seria. Era solo una comparación entre…entre eso y la fiesta, nada más.

Pero si lo había pensado. Me había imaginado a mí en el lugar de Luisa, y me veía follando con Rubén. Fue un pensamiento efímero que ni llegó a excitarme pero que si me produjo cierto desasosiego.

Como ese pensamiento, mi recuerdo de Rubén se diluyó en mi mente y ya no volví a pensar en él. De hecho si me lo hubiese cruzado por la calle ni le habría conocido, mi prosopagnosia era tan eficaz que ni me acordaba de su cara ni de sus rasgos faciales.

Mi amiga Luisa me miró con cara de escepticismo y eso me hizo sentir incomoda. No quería que pensase que me quería follar a ese tío porque no, era de todo punto imposible, aunque me atrajese. En el fondo quería saber todo de él, pero por no levantar sospechas y evitar preguntas incomodas opté por callarme y dejar correr el asunto.

Mi vida como tal ni se vio afectada. Seguía siendo la misma, con mi trabajo, mi vida y esas fiestas o eventos de empresa, como lo queráis llamar, a las que debía de asistir como responsable de la sección de arquitectura interior. No puedo precisar cuánto tiempo había pasado, calculo que un mes o algo más. Estaba en la barra del local donde se celebraba otro evento, cuando alguien me abrazó por detrás y me dio un beso en mi mejilla. Enseguida me revolví y deshice ese abrazo mientras asesinaba con la mirada a ese sobón que ni conocía:

—¡¡RUBIA!! Como me alegro de verte. —Dijo sonriente.

—¿Rubia? ¿Nos conocemos de algo? —Pregunté enfadada.

—Eva, no me digas que no me recuerdas que me hundes. —Dijo ese hombre poniendo cara de preocupación.

Me había llamado por mi nombre, así que me conocía. Podía ser uno de los muchos clientes que teníamos, o algún proveedor de los muchos que conocía, pero ninguno de ellos tenía ese trato de confianza, de eso estaba segura.

—Eva, soy Rubén, el amigo de Luisa y pensé que también el tuyo, pero veo que no te cause buena impresión, ni me recuerdas. —Dijo Rubén con disgusto.

—¡¡RUBÉN!! Perdóname cielo, —dije dándole un abrazo y un beso,— perdóname, pero soy una pésima fisonomista, claro que me acuerdo de ti, ahora sí. —Dije con alegría al volvernos a encontrar.

Lo mismo que la vez anterior, lo pasamos de película. Cuando Luisa nos encontró y Rubén le explicó lo sucedido, mi amiga se echó a reír comentándole que por eso siempre iba con ella, para recordarle quien era alguien que nos saludaba y no pusiese cara de asombro. Esa noche terminamos muy tarde, demasiado, tanto que cuando llegué a casa ni me duche y me metí en la cama con todo cuidado. Una cosa es que llegue a las tres y media o cuatro de la mañana, pero llegar a las siete, cuando casi el despertador de mi marido empezaba a sonar y encima muy perjudicada por el alcohol, era motivo de bronca y lo que no quería es que Dani se enfadase conmigo.

Me desperté muy tarde, tardísimo, serían las tres de la tarde. Dani no estaba en casa, me dejó una nota donde me decía que tenía que salir a hacer unos recados, pero tuvo el detalle de dejarme la comida preparada, era un cielo. Me metí en la ducha y empecé a recordar lo bien que me lo había pasado esa noche, pero sobre todo lo atento y cariñoso que Rubén era conmigo. Recordé varios momentos de la noche en que sé que le calenté, en que me agarró por la cintura y me arrimó a su cuerpo, mientras besaba mi mejilla muy cerca de la comisura de mi boca.

Cerré mis ojos y mis dedos fueron a buscar mi clítoris que a estas alturas estaba ya hinchado. Recordé como bajó su vista cuando intencionadamente dejé mis piernas ligeramente abiertas y se veía mi braguita tapando mi coño ligeramente. Intuí su erección y disfrute para mis adentros sabiéndome muy deseada. Imaginé como Rubén me tomaba y me follaba hasta hacerme explotar en un orgasmo devastador con su enorme polla…Dios…solo pensarlo y exploté bajo el agua de la ducha en un gran orgasmo mientras mis dedos chapoteaban dentro de mi coñito.

Creo que todavía me duraba la borrachera de esa noche. Cuando fui consciente de que me había masturbado pensando en otro hombre, me avergoncé de mí misma y me sentí muy mal. De alguna forma, aunque solo hubiese sido de pensamiento, había sido infiel a mi marido. No pasé un buen día, primero por la resaca, y luego por el cargo de conciencia al haber tenido ese momento de debilidad en la ducha.

Cuando llegó Dani a casa esa tarde, se comportó como el marido amoroso que era. Se interesó por mí, por la hora a la que había llegado. Le mentí, por primera vez desde que nos conocíamos le mentí. Le comenté que llegué agotada, que los zapatos me habían matado y cuando me fui a meter en la cama me tomé un calmante. Mentiras, todo mentiras. Esa noche, como si quisiese lavar mi culpa, me follé a mi marido hasta que me dijo que no podía más. Yo solo le pedía besos, muchos besos y que me abrazase fuerte contra su cuerpo, quería sentirme querida por él.

Cuando al día siguiente me encontré frente a mi amiga Luisa, su cara no era de las mejores. Estaba muy seria y me miraba acusándome con sus ojos.

—Te lo pasaste muy bien en la fiesta con Rubén, ¿no? Fuisteis bastante desconsiderados, me dejasteis olvidada mientras vosotros os lo pasabais en grande.

—Cielo, iba bastante borracha, te aseguro que recuerdo muy poco de esa noche.

—Eso no es excusa para lo que vi. Este consejo es gratis. Eva, Rubén no es trigo limpio, no juegues con él porque puedes salir muy perjudicada.

—¿Estas celosa Luisa?…venga yaaaaaa. —Rei burlona.

—¿Celosa, yo? Cielo, te recuerdo que yo me puedo follar a ese cuando y como quiera, pero mi intuición me dice que me aleje de él.

—Quizás sea eso, que no te lo has follado, tenéis una tensión sexual no resuelta por tus "intuiciones" y te jode que yo tontee con él, que obtenga su atención.

—Tú no eres la Eva que yo conozco, con sus principios férreos y sus ideas muy claras. No te dejes deslumbrar por un resplandor momentáneo, quizás cuando consigas abrir los ojos no te guste lo que vas a ver.

—Créeme Luisa, ya soy bastante mayorcita para tomar mis decisiones y poder leer entre líneas.

—Muy bien Eva, será como tú deseas, como siempre. Luego no me digas que no te he avisado.

A partir de ese día Luisa y yo enfriamos mucho nuestra amistad. Sabía que ese distanciamiento me pondría las cosas muy difíciles para poder seguir viendo a Rubén, y aunque eso hubiese sido lo lógico, lo correcto, el camino a seguir, sin querer reconocerlo me moría por volver a verle.

Hice una estupidez enorme, una de las veces en que Luisa se fue al baño, tomé su móvil, busqué el teléfono de Rubén y lo guardé en la agenda de mi móvil. Con eso me aseguraba el poder verle sin que Luisa se enterase, sonreí para mis adentros, disfrutaba de esta situación y tenía claro que no llegaría más allá.

Que ingenua fui. Aunque en las siguientes fiestas no acudimos las habituales, Luisa y yo, estaba deseando que llegase el día para poder verle de nuevo. Estaba segura que Rubén estaría en la misma situación que yo y aunque de vez en cuando me volvía la cordura y pensaba en la gilipollez que estaba pensando hacer con ese "chulo" y hacia autocrítica pero enseguida mis pensamientos más obscenos ocupaban mi mente y solo pensaba en volver a verle.

Pasaron unas tres semanas y otro evento significativo se celebraba en un importante hotel de la capital. Luisa y yo acudimos como siempre y aunque exteriormente parecía que entre nosotras no había pasado nada, por dentro nuestra amistad era gélida y no había ningún tipo de empatía.

Según entramos, Luisa se fue con un grupo de gente y yo me quede sola, expectante, viendo el panorama y buscándole con la mirada. Algo me decía que se encontraba allí, parecía que notaba su presencia hasta que vi por el rabillo del ojo como alguien se ponía a mi lado. Cuando miré hacia mi derecha allí estaba Rubén sonriéndome. Vi a Luisa mirándonos muy seria, con una mirada de desaprobación por su parte y una mirada de victoria por la mía.

Esa noche volvimos a pasarlo de fábula. Ese hombre era un crack haciéndome reír, divirtiéndonos. Era muy detallista aunque sacaba esa vena canalla que tanto me ponía y hacía que mis braguitas se humedeciesen. A ese encuentro le siguieron muchos más. Yo ya no contaba con Luisa para nada y no eran necesarias esas fiestas o eventos para vernos, solo quedábamos Rubén y yo y cada vez que nos veíamos era mejor que la vez anterior.

Ya le dejaba que sus manos llegaran a sitios prohibidos, bailando, mientras mi culo se rozaba bien con su polla y sus manos abrazaban mi cintura y dejaba que me tocase las tetas por la parte inferior o que estando sentados sus dedos trepasen por el interior de mis muslos hasta rozar mis labios mayores.

Una noche con tanto juego previo, y yo chorreando por mi coñito litros de fluidos, Rubén me agarró de la mano y nos escabullimos por las sombras hasta llegar a los baños de hombres. Era tarde, los baños estaban alejados y no había nadie, me metió en una cabina y nos besamos como desesperados. Sus manos no perdieron tiempo y me desabrochó el vestido dejando mi sujetador a la vista. Yo terminé de quitarme el sujetador ofreciéndole mis tetas para que las saborease.

Me volví loca de placer, sus manos habían subido mi vestido hasta la cintura y amasaba mi culo con gula, metiendo sus dedos por mis orificios, estaba poseída por el placer y entonces se arrodilló, me bajó el tanga, me lo quitó y apoyando un pie en la cisterna, me abrí de piernas y me hizo una comida de coño como pocas veces me lo habían hecho. Exploté en un orgasmo como hacia días que no tenía. Me dio la vuelta y le puse el culo en pompa. Abrió mis cachetes y el muy guarro lamió mi anito, follándome con su lengua mientras yo me acariciaba mi clítoris hasta que alcancé un nuevo orgasmo.

En ese momento, noté como Rubén se ponía en pie y oía como se bajaba los pantalones. En ese momento recobré la poquísima cordura que me quedaba y bajando mi vestido le dije que no, que no quería follar. Se que se molestó mucho, lo entiendo, pero joder, iba consumar la infidelidad hacia mi marido y eso no se lo merecía. Me pidió que se la chupase, pero también me negué, al final le hice una paja y cuando se corrió sobre mi tripa y mi vestido me puso perdida con su corrida, que manera de soltar leche. Nos vestimos, pero el cabrón de Rubén se quedó con mi tanga como recuerdo.

Esa noche cuando llegué a mi casa, avergonzada por lo que había hecho y sin bragas, me encontré a mi marido sentado en un sillón, esperándome mientras me acusaba con la mirada. Me quede pálida y no supe decir nada, ni saludé, solo aligeré el paso hacia nuestra habitación y entrando, me desvestí, agarré el primer camisón que vi y me metí en la ducha intentando lavar mi culpa. Temía salir, enfrentarme a sus preguntas porque no podía decirle la verdad estaba, asustada, hecha un lio y enfadada conmigo misma por haberme permitido llegar a ese punto.

Cuando salí del baño, Dani ya estaba metido en la cama. Me miraba, sí, pero no era una mirada acusadora, era una mirada de angustia, de sentirse perdido y no saber que hacer. Ignoré su mirada y me metí en la cama dándole la espalda, mi cabeza iba a estallar, por una parte maldecía a Rubén y a mí misma por haberme dejado liar y por otra me arrepentía por no haberme dejado follar por él, es lo que deseaba, pero joder estaba Dani. Mis sentimientos hacia mi marido eran claros, o eso creía, lo amaba, lo amaba con locura, pero el deseo del morbo de lo prohibido que sentía en esos momentos por Rubén lo eclipsaba. Estaba tan abstraída con mis pensamientos, que noté como una mano me tocaba mi hombro izquierdo. Rápidamente hice un brusco movimiento para evitar ese roce:

—¡¡NO ME TOQUES!! —Grité enérgicamente.

—Cariño…¿Qué…que te ocurre? —Oí a mi marido gimotear a mi espalda.

Me avergonzaba de mí misma, había rechazado a mi marido y un nudo agarrotó mi garganta ahogando un llanto al acordarme de mi madre y de cómo trató a mi padre, me estaba comportando igual que ella y me prometí a mí misma en su momento que yo nunca sería así. Dani me había dado la espalda y lloraba, lo sentía y me estaba rompiendo por dentro, me abracé a él y besé su espalda intentando tranquilizarle.

—Tranquilo mi amor, estoy pasando por un mal momento, pero pronto pasará.

No me dijo nada, yo me fui quedando dormida, sintiéndome como una mierda, notando como en silencio, mi marido lloraba por mí.

No sé cuánto tiempo pasó, si fueron horas o minutos. Me desperté sobresaltada y palpé la cama, no había nadie, y entonces pregunté en un susurro somnoliento, —¿ Rubén?— Cuando fui consciente de donde me encontraba y quien debería estar a mi lado, me hubiese dado de bofetadas. Me incorporé y palpé de nuevo donde debería estar mi marido. Las sábanas estaban frías, al igual que su almohada, síntoma de que hacía rato que Dani se había levantado, miré la hora eran las ocho y cuarto, había dormido dos horas mal contadas, me levanté, pasé al baño a lavarme la cara y peinarme y me vestí de estar por casa, sabía que se avecinaba tormenta.

Cuando entré al salón, vi a mi marido frente a su ordenador trabajando. Me acerqué y le abracé por atrás, pero cuando fui a darle un beso de buenos días, me retiro la cara y deshizo mi abrazo muy bruscamente.

—¿Qué…que pasa? —Pregunté asustada.

—Eso quiero saber yo Eva, ¿qué pasa? Llevas dos semanas en las que prácticamente no te reconozco. No hablas conmigo, cuando estas en casa estas más pendiente de tu teléfono móvil que de mí, cuando vas al baño te llevas tu móvil, cosa que nunca has hecho y te puedes tirar hasta una hora; pero lo peor, lo más grave, es que hace más de tres semanas que no me dejas tocarte y ni follamos y bueno,  no hablemos ya de hacer el amor y encima el rechazo de esta noche, ¿me lo puedes explicar?

No lo puedo explicar, claro que no lo puedo explicar, pero me sentí descubierta. Dani tenía razón en todo lo que había dicho, yo pensaba que no se notaría, pero era tan estúpida que cambié mi rutina de la noche a la mañana, hasta yo me hubiese mosqueado si hubiese sido al contrario y mucho tardó mi marido en llamarme la atención al respecto.

—Pues cariño, quizás sea porque estoy estresada con el trabajo, estoy pasando un mal momento y encima me he peleado con Luisa, no sé, ¿te parece poco? —Contesté intentando defenderme.

—Eva si hay algo que me jode sobremanera es que me tomes por idiota. Te voy a hacer una pregunta y espero que seas sincera…¿Hay otro hombre en tu vida?

—¿QUEEEE? ¿TE HAS VUELTO LOCO? ¿ME ESTAS ACUSANDO DE INFIDELIDAD? DANIEL, TEN CUIDADO CON LO QUE DICES, NO TE CONSIENTO QUE ME HAGAS ESAS PREGUNTAS. —Respondí falsamente indignada alzando mi voz. Pero, ¿a quién quería engañar?, mentiras, mentiras y más mentiras.

—¿Sabes Eva? No te creo, pienso que mientes, estoy seguro de ello. Solo quiero que sepas que ya no apruebo tu conducta, no confío en ti, basta ya de tanta fiesta y llegar a esas horas tan intempestivas, creo que deberías de poner orden en tu vida y respetar lo nuestro, te estás jugando tu matrimonio.

Si, me llevé un rapapolvo y lo peor es que Dani dio por zanjada esa reprimenda, no quiso seguir ni me dejo defenderme de algo indefendible y ese "no confío en ti" no me gustó nada. Pero lo más vergonzoso, lo realmente reprochable, es que en el transcurso de esa bronca no dejé de pensar en Rubén. Antes de irme a trabajar recibí un mensaje, era un video de Rubén haciéndose una paja, su polla aparecía enorme, grande y gorda y a los pocos segundos corriéndose. Mojé mis braguitas y un texto «Desde ayer por la noche estoy así por ti, necesito follarte».

Me fui a trabajar, y después de darle muchas vueltas, lo decidí, a quien quería engañar, sabía que al final follaría con Rubén, joder, si lo estaba deseando, porque alargarlo más. Me fui al baño, me quité mi tanga y abrí exageradamente mis piernas mostrando mi coño abierto y jugoso, me saqué un selfie de mi sexo babeando y un texto, «mi coñito te espera ansioso»

Los siguientes días fueron muy duros para mí. Toda la complicidad que teníamos Dani y yo había desaparecido. Éramos como dos extraños viviendo juntos; su trato frio, glacial hacia mí y su falta de cariño y esos detalles que me hacían sentirme muy especial habían desaparecido y eso me entristeció mucho. Enseguida noté que su rutina había cambiado hasta el punto en el que encontrarle en casa era complicado, casi ni coincidíamos.

Mis encuentros con Rubén no terminaron, pero sí que los limité y sobre todo, no llegaba a altas horas de la madrugada. Todavía no había follado con él, buscaba el mejor momento, quería saborearle con tranquilidad, sin prisas, pero eso no impedía que nos metiésemos mano y nos masturbásemos o tuviésemos sexo oral, a estas alturas dejaba que sus corridas inundasen mi boca. Pero había algo que me alarmaba cuando abría la puerta de mi casa y eso no era otra cosa que constatar que Dani no se encontraba en ella como era su costumbre. Una de esas noches me desperté cuando llegó, eran las cinco de la mañana y una duda asaltó mi cabeza, ¿dónde habría estado? Pero lo más importante ¿Con quién?

Un sábado lo planifiqué todo y quedé con Rubén después de comer. Le dije que follaríamos toda la tarde y le dejaría hacerme de todo, se puso como loco y yo estaba que me subía por las paredes de calentura, ya que Dani no me tocaba ni un pelo y no le culpo, después de la frialdad que le demostraba, ¿qué podía esperar? . Me preparé muy bien, y salí de casa casi vestida como una buscona y sin ropa interior. Por suerte Dani ese día no estaba en casa, no había comido conmigo, si no, creo que no me hubiese dejado salir a la calle vestida así.

Lo de esa tarde con Rubén fue para olvidar. Mi pensamiento era que me llevaría a un hotel y nos pasaríamos la tarde follando como condenados en la comodidad de una habitación, pero me quedé a cuadros cuando el tío apareció con una auto caravana. Cuando entendí que sería allí donde consumaría mi infidelidad, me sentí decepcionada y engañada y empecé a entender a Luisa cuando me decía que Rubén no era trigo limpio, que era un charlatán y que no me dejase deslumbrar por él. En ese momento tendría que haber parado esta locura que iba a cometer y haber mandado a la mierda a Rubén, pero no lo hice.

Ya puestos, por lo menos follaría, me quitaría la calentura con su pollón follándome por todos mis agujeros. Que decepción. Cuando le tuve desnudo, no niego que su cuerpo me gustó, muy musculado y tatuado, pero su polla, su polla era una caricatura de la que me envió por wasap pajeándose y por supuesto era una miniatura en comparación con la de mi marido. Se lo recriminé, le dije que me había engañado, pero eso no fue motivo para que no me dejase follar y probase todo de mí, estaba tan absorta, tan ciega con ese hombre, que no fui capaz de poner fin a esa locura..

Esa noche llegué pronto a casa, asqueada, usada, sucia y engañada. Dani no estaba en casa y no había signos de que hubiese estado en todo el día y una angustia como nunca había sentido se apoderó de mí y rompí a llorar maldiciéndome por haber puesto en peligro mi matrimonio por un ser tan deleznable como Rubén.

Me metí en la ducha y me lavé bien, intentando quitarme la culpa que me estaba aplastando. Me prometí a mí misma que se había acabado, que iba a sacar a Rubén de mi vida y me iba a dedicar única y exclusivamente a mi marido. Si, sé que suena egoísta y lo es, y todos los adjetivos que uséis me los merezco, pero fue el engaño de Rubén y como me manipuló lo que me hizo abrir los ojos después del resplandor. Como pude ser tan estúpida e ingenua.

Daniel.

Me pregunto si yo he sido el culpable de haber llegado a esta situación. A ver, la culpable es Eva, ella es la que ha sembrado la duda en nuestro matrimonio; a lo que me refiero es en haberle dado esa libertad de acudir a tanta fiesta y llegar de madrugada a casa.

Sabía cómo era Eva, desde el día que la conocí y me enamoré de ella sabía que le gustaba provocar, vestir siempre al límite de lo prohibido pero con gusto. Era y es una mujer muy bella que no deja indiferente a nadie cuando entra en algún local o pasea agarrada de mi mano. Su cuerpo voluptuoso y su manera de ser levantan pasiones y alguna vez, con la mayor desfachatez que se pueda echar, un tío se ha metido entre nosotros para ligar con Eva delante de mis narices.

Si, sabía la tentación que representaba Eva, pero confiaba en ella con los ojos cerrados incluso en el día que me comentó que debía de asistir a un evento organizado por una empresa para dar a conocer sus productos. Sería después del trabajo en una conocida discoteca, que únicamente se abriría para ese acontecimiento, pero para mí tranquilidad Eva me comentó que le acompañase que no habría problema. Por supuesto ni me lo pensé, no iba a dejar a Eva sola entre tanto depredador, confiaba en ella, pero no en los pulpos que habría acechándola.

Fue toda una decepción, me aburrí soberanamente, pero lo peor, había solo seis mujeres, las más guapas Eva y nuestra amiga Luisa, el resto bueno, estaban bien, pero no era para tirar cohetes. Lo más sangrante, el resto todo hombres, pero el 90% eran homosexuales, metidos entre telas, cenefas, cojines multicolor, muestrarios de muebles y decoraciones de baños e interiores, el otro 10% eran hombres ya entrados en años con sobrepeso y medio calvos, vamos los típicos padres de familia o divorciados. En ese momento supe, que Eva no corría peligro en ese ambiente y mi miedo no tenía base viendo lo que había metido allí.

Fui una segunda vez aunque no me apetecía nada de nada y supe que ya no volvería a ir de nuevo a un evento de esos. Mi mujer no podía estar conmigo, en el fondo estaba trabajando para su empresa con lo que yo no me podía meter en esas conversaciones que no me aportaban nada y ni sabía de lo que hablaban. Solía sentarme y esperar a que terminase para llevarla a casa, pero en esa ocasión se sentaron dos tíos uno a cada lado, con más pluma que un avestruz, e intentaron ligar conmigo para hacer un trio.

Aunque les insistí que era hetero y que a mí los tíos no me iban, ellos insistieron hasta ponerme en una situación muy incómoda, ya que sus manos se paseaban por mis muslos hasta casi rozar mi paquete. Me iba a levantar cabreado y darles un grito, cuando apareció Eva a mi rescate.

—Chicas, chicas, dejad en paz a mi marido, ya está pillado. —Dijo Eva con una mueca sarcástica.

Dieron un gritito los dos y pusieron los cinco dedos de su mano derecha en su pecho como si se tapasen su escote mientras me miraban lascivamente y mordían su labio inferior a modo de deseo.

—Perdónanos cielo, —me dijo uno de ellos a modo de disculpa,— pensábamos que te estabas haciendo la estrecha con nosotras. No pretendíamos incomodarte.

Se levantaron los dos, con su culo muy prieto, perfectamente vestidos, peinados y perfumados y se dirigieron a mi mujer:

—Ay Eva cielo, espero que nos perdones por atacar a tu hombre, pero es que está muy bueno, ahora me explico la cara de bien follada que tienes siempre y no me extraña…Ummm…como me gustaría que me dieses un poco de esa medicina a mí también…hombretón. —Dijo uno de ellos mirándome y lanzándome un besito.

Miré a esos dos con un gesto que no creo poder describir. Eva me abrazó riéndose, aunque yo no le veía la gracia por ningún lado.

—Lo siento cariño, perdona que me ría pero nunca me imaginé viéndote en esta situación.

—Cariño, te quiero mucho, pero creo que voy a dejar de venir a estos eventos. No van conmigo. —Dije convencido.

Eva lo entendió perfectamente y no insistió en que fuese con ella y yo porque negarlo, me quedé mucho más tranquilo al ver en los ambientes que se movía.

Nunca en los tres años de casados que llevábamos y desde que entró a trabajar en esa empresa tuve una sola queja. De acuerdo que iba a esas fiestas o eventos y que algunas veces llegaba muy de madrugada, pero nada me hacía sospechar que algo fuese mal en nuestro matrimonio.

Yo no era una persona controladora, y desde luego que a mi mujer le daba la libertad que me pedía, nunca tuve una sola queja ni una miserable sospecha de que algo fallase, nuestra confianza llegaba a tal punto que nuestros teléfonos móviles carecían de contraseña y tanto ella como yo podíamos acceder al teléfono del otro sin problema, no había nada que esconder.

Nuestra vida sexual era muy activa. Una costumbre que tenía Eva es que cuando llegaba a casa después de esas fiestas, se duchaba, se metía desnuda en la cama y me pedía que la follase. Eva era muy ardiente y casi todos los días follábamos, hacíamos el amor o nos metíamos mano como adolescentes salidos.

En alguna ocasión, con gente muy cercana a mí, comentaba la vida que llevábamos Eva y yo. Mi socio en la empresa que habíamos montado era una de esas personas. Lo conocía desde la universidad y nunca me defraudó, siempre fue un buen amigo, fiel, leal y muy cauteloso. El día que le comenté lo de esas fiestas no puso buena cara.

—Amigo, tienes que confiar mucho en Eva para dejarla salir a esas fiestas. Creo que no eres consciente de la mujer que tienes, si fuese mía, no la dejaría sola ni un momento.

—Se a lo que te refieres, pero no puedo ahogarla prohibiéndole hacer su trabajo. Si supieses en el ambiente que se mueve en esas fiestas, hasta dejarías ir a tu novia.

Cuando le expliqué a qué me refería con ese ambiente y lo que me ocurrió, no pudo menos que partirse de la risa imaginando la situación. Aun así, y de manera muy solapada me dejo entrever que quizás en alguna de esas reuniones, un alguien, quizás fuese hetero y se fijase mucho en mi mujer ya que llamaba mucho la atención.

Sinceramente no le presté mucho interés, confiaba en mi mujer, sabia de sus principios y lo ocurrido con sus padres y eso me aseguraba de alguna manera que nunca pondría en peligro su matrimonio…que estúpido fui.

No puedo asegurar cuando empezó todo a desmoronarse. Quizás fuese ese día que Eva llegó amaneciendo y se metió en la cama sin ducharse como era su costumbre, no lo puedo asegurar. Yo ese día tenía una reunión, estuve trabajando toda la mañana hasta que me fui. Deje la comida hecha y una nota a Eva. Confieso que me hubiese gustado estar con ella, pero no quise molestarla. Por la tarde cuando llegué, la Eva de toda la vida me esperaba amorosa y me prodigué en cariños hacia ella, esa noche follamos como dementes y nos dormimos muy de madrugada.

No fue de la noche al día, pero si ocurrió paulatinamente. Nuestra relación como marido y mujer se fue enfriando y no sabía achacarlo a nada o estaba tan ciego que ni se me pasaba por la cabeza que hubiese alguien más en su vida. Muchas veces dejó de venir a comer a casa como hacía normalmente. Cuando llegaba por la tarde se sentaba en el sofá y ya no hablaba conmigo, estaba como ausente y solo estaba pendiente de su móvil. Cuando le preguntaba me respondía con monosílabos y no se interesaba por mí, ni preguntaba por mi día. Cambió sus hábitos, su conducta era extraña y ya alguna vez vi que se iba al baño con su móvil y tardaba una eternidad en salir. No quería pensar mal, pero todo era tan evidente que empecé a asustarme.

Pero realmente el día que supe que algo muy grave ocurría fue cuando tomé su móvil para mirar algo y vi que había puesto pin de desbloqueo, algo escondía que no quería que viese y me lo terminó de confirmar la cantidad de salidas a esas fiestas que ella decía que tenía.

Una noche la espere despierto, sentado en el sillón del salón. Llegó a las cinco de la mañana y cuando me vio se quedó pálida y no supo ni saludar, solo pasó a toda prisa por mi lado directo a nuestra habitación. Cuando entré, ella estaba en la ducha, sobre el banco a pie de cama estaba su abrigo su bolso y su vestido, no vi su ropa interior, imagino que se la habría quitado en el baño y la habría metido en la cesta de la ropa sucia. Se que tomé su abrigo y lo miré, por delante y por detrás no encontrando nada, pero cuando miré su vestido una mancha en su parte delantera me llamó la atención, estaba algo húmeda y la tela como acartonada, me temí lo peor y cuando acerqué mi nariz a ella el olor inconfundible a semen inundó mis fosas nasales.

En ese momento me derrumbé, quise mirar en su bolso pero escuché como dejaba de caer el agua de la ducha y me metí en la cama. Cuando Eva salió la miraba derrotado, podía haberla montado una bronca con la mancha del vestido, pero preferí callarme y asegurarme de lo que pasaba, pero para lo que no estaba preparado es para lo que ocurrió después.

Eva se metió en la cama dándome la espalda, ni me dijo buenas noches ni lógicamente me dio un beso. Estaba con un nudo en la garganta, sabía que Eva me había engañado con otro hombre, debía de estar furioso, iracundo, pero lo único que deseaba es que me mirase a los ojos y me dijese lo que estaba ocurriendo. Fui a acariciar su hombro desnudo y al sentir mi contacto se separó violentamente mientras gritaba «NO ME TOQUES». Me quedé helado, solo me di la vuelta dando también la espalda a mi mujer y empecé a llorar en silencio sintiéndome engañado y rechazado.

Al poco, Eva se pegó a mí y besando mi espalda se disculpó alegando que pasaba un mal momento y que pronto pasaría. Mis sentidos percibían falsedad en sus palabras y no la creí, continúe dándole la espalda mientras intentaba tranquilizarme y no venirme más abajo de lo que estaba.

Cuando sonó mi despertador ya estaba despierto, casi no había dormido esa noche, no así Eva que dormía a pierna suelta. Me levanté muy cabreado, me hervía la sangre y no me apetecía estar al lado de Eva. Fui al baño a ducharme y cuando fui a dejar mi ropa interior en la cesta de la ropa sucia, me fijé que estaba su sujetador, pero no su tanga, eso hizo que mi enfado subiese más enteros y no lo pude evitar lo susurré para mi

—¡¡Hija de la gran puta!! Ha venido sin bragas la muy zorra.

Me duché y cuando salí del baño, Eva seguía durmiendo con una cara de no haber roto un plato en su vida, algo que me puso de los nervios.

Me preparé el desayuno y cuando fui a preparar el de Eva me frené en seco y me lo pregunté, —¿qué estás haciendo? Deja de ser su perrito faldero.— Terminé de hacerme mi desayuno y me senté frente a mi ordenador y me puse a trabajar. Al poco escuché que Eva se había levantado y sinceramente no sabía cómo afrontar de nuevo ese día después de lo pasado en la noche. Eva me abrazó desde atrás y quiso besar mi mejilla pero me revolví y deshice ese abrazo. Se que Eva se asustó y no aceptó que la rechazase.

Esa mañana fue el principio del fin. Eva y yo tuvimos una discusión muy fuerte y la acusé veladamente de infidelidad. Pero lo peor fue cuando le pregunté si había otro hombre en su vida y se ofendió muchísimo. Noté la falsedad en sus palabras y que no era capaz de mirarme a los ojos, mentía flagrantemente y no quise discutir más con ella. Me prometí a mí mismo que hasta que no supiese toda la verdad sobre lo que estaba sucediendo, me iba a comportar con Eva con la misma frialdad que ella me demostraba día a día.

Creo que esa fue una de las peores decisiones que tomé. En ese momento tenía que haberla arrinconado, haberla acusado directamente y seguro que al final se hubiese derrumbado y me lo habría confesado. Mi dignidad estaba en juego, pero preferí buscar al culpable para partirle la cara, en vez de pensar en mi matrimonio y parar todo aquello.

Se qué eso la espoleó, acostumbrada a que yo me desviviese por ella y la llenase de detalles pequeños, pero diarios, de pronto se encontró que su marido pasaba de ella como de comer nieve. No pasaron ni 24 horas cuando ya me increpó por no haberle hecho el desayuno como hacía todos los días.

Joder Dani, ¿tanto te cuesta dejarme el desayuno hecho? Sabes que siempre ando con la hora pegada y no me gusta salir de casa sin desayunar.

—Pues eso tiene fácil solución. Te levantas una hora antes y así te da tiempo a preparártelo…Eva,  te voy a tratar con la misma delicadeza, indiferencia y frialdad con la que tú me tratas a mí. —Dije con ironía.

—Eres un cabrón, si supieses cuanto te odio… —Respondió furiosa.

—El sentimiento es mutuo cariño, me hago cargo, no sufras. —Volví a responder con ironía.

Eva se puso su abrigo, cogió su bolso y salió sin ni siquiera decir adiós. Los siguientes días no fueron mucho mejores, Eva me ignoraba hasta ser hiriente, pero yo no me quedaba a la zaga. Sabía que si había alguien se seguía viendo con él y seguramente la tendría atendida sexualmente, además, lejos de pensar que las cosas mejorarían, fueron a peor con lo que pensar en follar con Eva, sumando las dos situaciones, era de todo punto imposible y yo ya llevaba más de mes y medio sin echar un polvo y me subía por las paredes. Encima, para echar más leña al fuego, la cabrona de mi mujer se ponía unos modelitos que…uffff…me estaban dando ganas de violarla aunque terminase en comisaría.

La verdad, pasaban los días y no encontraba nada que pudiese confirmarme que Eva me era infiel. Solo tenía como prueba su modo de comportarse que era evidentemente obvio y esa mancha en su vestido, que por cierto, ya había lavado con lo que la única prueba la había borrado, era su palabra contra la mía y sé que siempre lo negaría. Fueron varios días en los que fui a donde se encontraba su empresa para ver que hacía y donde iba.

Poco averigüé. El primer día salieron Luisa y ella y se encontraron con un hombre que las esperaba en la puerta. Se saludaron y se fueron a comer, no hubo nada reseñable. Una segunda vez salieron Eva y unos compañeros y se fueron a tomar algo, estuve esperando cerca de dos horas hasta que salieron y Eva tomó un taxi y ya no pude seguirla. Para cuando logré parar yo uno, ya era tarde, fui a casa y vi que Eva no estaba allí, llegó a las dos de la madrugada, ¿dónde había estado todo este tiempo? Creo que la respuesta era evidente.

Esa noche me volví a hundir en la miseria hasta pensar en hacer alguna locura, pero ocurrió algo, algo increíble y mágico que me devolvió a la vida. Estando en casa, solo, mucho antes de que llegase Eva, sonó mi móvil, en la pantalla aparecía el nombre de Feli. No creo poder plasmar con palabras lo que sentí en esos momentos, pero mis ojos se llenaron de lágrimas y acepté la llamada.

—¿Feli?

—Hola Dani, ¿qué tal estas? —Respondió Feli nerviosamente.

—Bueno, bien, —dije intentando contener el llanto,— sorprendido de recibir tu llamada.

—Se que no terminamos bien, siempre me he arrepentido de mi comportamiento, pero llevo muchos días en los que no te puedo sacar de mi cabeza y…

La tensión que acumulaba explotó y lloré como un niño. Era incapaz de articular palabra, intentaba hablar pero lo único que salía de mi boca era un —lo siento— mientras Feli me escuchaba llorar e intentaba consolarme. Cuando conseguí tranquilizarme, le expliqué un poco por encima lo que me ocurría y enseguida se hizo cargo de mi situación:

—Cielo, ¿estás en casa? Espérame que ahora voy a verte y hablamos.

—¡¡NO!! Feli, no jodas —exclamé— si estás aquí y aparece Eva se puede armar la mundial.

Feli entendió perfectamente mi estado de ánimo y la situación que estaba viviendo. Estuvimos hablando por horas, hasta que nos despedimos y quedamos para vernos al día siguiente para desayunar juntos y poder vernos. No pude dejar de pensar ya en ella y en lo caprichoso que es el destino al haberla puesto de nuevo en mi camino. Deseaba tanto verla que no me pude resistir y le mande un wasap:

—¿Estas despierta?

—Si, ¿ocurre algo? —mandando un emoji de preocupación.

—No ocurre nada, pero no puedo aguantar hasta mañana para verte. Se que es muy tarde y es una locura pero... ¿Puedes salir de tu casa ahora? ¿Podemos quedar en algún sitio?

—Si, no hay problema, —contestó sin dudar,— Podemos quedar ahora.

Quedamos en un pub donde nos solíamos encontrar en los viejos tiempos. Agarré las llaves de mi Hummer y me dispuse a irme cuando escuché el ascensor. Cerré la puerta y esperé agazapado en el rellano entre los dos pisos, cuando se abrió la puerta, vi salir a Eva, encendió la luz del descansillo y cuando vio que estaban echadas todas las llaves murmuró un — Joder.— Cuando abrió la puerta y vio todas las luces apagadas, se quedó en el umbral de la puerta mirando el suelo, mientras jugaba con sus llaves. No tengo ni idea de lo que pasaría por su cabeza, pero no me importó, pasó adentro, encendió las luces y cerró la puerta miré la hora y eran las dos de la madrugada. Para que no oyese el ascensor, bajé andando.

Cuando llegué al sitio donde había quedado con Feli, ella ya me estaba esperando. Cuando me bajé del coche y vino a mi encuentro vi a una mujer preciosa, guapísima que había cambiado mucho con los años pero para mejor. Nos dimos un abrazo larguísimo que para mí fue un bálsamo, mientras sus labios llenaban de besos mi mejilla. Mis ojos se inundaron de nuevo, no lo pude evitar y empecé a sollozar, en ese momento Feli deshizo el abrazo y me miró con cariño:

—Ey…venga grandullón, sé que estas jodido pero ahora hay que ser fuerte y no venirse abajo.

—Lo…lo siento Feli.

—Deja de decir lo siento y espabila, no puedes dejar que esto te someta.

Por desgracia el sitio a donde íbamos estaba cerrado, normal, era entre semana y de madrugada, pocos sitios había abiertos a esas horas. Feli fue resolutiva y no se lo pensó:

—Podemos hacer tres cosas, o buscar otro sitio y dar vueltas hasta encontrarlo, o meternos en tu coche o en el mío y hablar o mejor, que te vengas a mi casa y allí estaremos cómodos y calentitos.

—Prefiero la tercera opción, es más atractiva. —Dije con una sonrisa.

Tardamos muy poco en llegar a su casa. Ella lo metió en su garaje, yo aparqué mi coche y enseguida apareció en su portal invitándome a entrar. Cuando entramos en su piso, vi una vivienda muy acogedora, no era muy grande pero para ella sola bastaba. Cuando me senté en su sofá fue a preparar dos infusiones y de paso me dijo que se iba a cambiar. Cuando regresó se había puesto unas mallas muy ajustadas y una camiseta tres tallas menor que le hacían unas tetas muy apetitosas. Se mostró sin pudor ante mí, enseñándome como esas mallas marcaban cada parte de su anatomía y se metían por cada recoveco, mi polla iba a reventar dentro de mis pantalones.

Cuando terminó, se sentó muy junto a mí, agarró mi mano y me lo dijo:

—Soy toda oídos. Desahógate.

Durante casi hora y media le expliqué de nuevo con pelos y señales todo, absolutamente todo lo de mi matrimonio, sus fiestas, su trabajo y como en poco tiempo se había degradado nuestra relación. Feli escuchó atentamente sin interrumpirme hasta que terminé:

—Ufff, vaya movida tienes en tu casa. Desde luego todo apunta a una infidelidad de manual, tú mujer no ha sabido ocultar lo que ocurría en su vida extramarital. Y bien, ¿qué quieres hacer?

—Como te he dicho, he intentado esperarla a la salida de su trabajo, pero no he logrado descubrir nada. Lo de esta tarde ha sido de traca, sale a las cinco de trabajar, esta dos horas con compañeros tomando algo, a las siete se monta en un taxi, y no aparece hasta las dos de la mañana. Su teléfono lo tiene bloqueado con pin, cosa que nunca ha hecho con lo que tampoco puedo saber nada por ahí.

—Ya…¿Y una agencia de detectives? —Preguntó Feli.

—También lo he pensado, pero cuesta dinero y Eva es una obsesa de las cuentas, como vea movimientos extraños en la cuenta del banco van a empezar las preguntas incomodas y las acusaciones.

—Bueno Dani, yo te puedo prestar el dinero y ya me lo devolverás cuando puedas.

—A ver Feli, que antes de pedírtelo a ti que te hace más falta, lo tomaría de mi empresa, pero volvemos a lo mismo. Habría que devolverlo y eso generaría movimientos anormales en nuestra cuenta del banco.

—De verdad Dani, siendo empresario no sé cómo no tienes una cuenta corriente única y exclusivamente para ti y tus gastos. —Me increpó Feli.

—Si, tienes razón, tenía que haberlo hecho, pero nunca lo hice, me iba bien así. —Me lamenté.

—Bueno Dani, ya es tarde y es hora de irse a dormir. Ya verás cómo se nos ocurre algo y tranquilízate. Mañana cuando me levante te llamo.

Nos despedimos con otro abrazo interminable, pero esta vez Feli lo terminó acariciando mi cara y dándome un pico en los labios.

—Dani, no te haces una idea de la alegría que siento al verte de nuevo. Te he echado mucho de menos.

—Yo también Feli, más de lo que piensas.

Feli no faltó a su palabra y al día siguiente recibí una llamada suya sobre las diez de la mañana. Estaba en el trabajo y me comentó que se había pedido unos días para poder estar conmigo y buscar soluciones. Aun así esa tarde quedamos, me comentó que ya había pensado algo y que lo hablaría conmigo. Desde ese día, Feli y yo, ya no volvimos a separarnos.

Eva.

Esa noche después de ducharme estaba tan asqueada que ni me tome algo de cenar. Solamente deseaba que llegase mi marido para abrazarme a él y decirle lo mucho que le quería y lo que le había echado de menos, aunque también consideraba que Dani me pediría explicaciones sobre mi comportamiento en las últimas semanas.

Estaba tan enfrascada en mis pensamientos, que ni puse la televisión, estaba sola, sentada en el sofá, con un camisón puesto y llorando. No puedo decir en qué momento me quedé dormida, pero me desperté al cabo de las horas y seguía sola, muy sola. Miré el reloj eran las tres de la madrugada.

Me fui a mi dormitorio y me lavé los dientes. Me miraba en el espejo, preguntándome como había llegado al punto que siempre prometí que no iba a llegar. Para agravar más mi arrepentimiento, es que encima lo que había hecho no era necesario en mi vida, Daniel me tenía perfectamente atendida y era un amante excepcional. En ese momento me acordé de una amiga a la que no veía hace mucho tiempo, y que cuando le conté mis principios me lo dijo bien claro:

—"Nunca digas de este agua no beberé y este cura no es mi padre" Eva, te puede ocurrir en cualquier momento, que no se ponga el hombre adecuado delante de ti que te aseguro que caerás. —Y qué razón que tenía mi amiga.

Lavándome los dientes y viendo mi reflejo, me fije en unas marcas rojas que tenía en mi cuello. Solté el cepillo de dientes y me enjuagué la boca y acercándome más al espejo pude observar los chupetones que el cabrón de Rubén, me había hecho. Asustada me quité el camisón quedándome desnuda y pude observar que por mis pechos, cuerpo, nalgas e interior de mis muslos tenía muchos de esos chupetones y marcas de sus dedazos. El muy desgraciado me había dejado bien marcada y así no me podía presentar ante mi marido.

En vez del camisón, me puse un pijama de pantalón largo y camiseta y me metí en la cama. Seguía dándole vueltas a la cabeza a todo lo pasado y como me había dejado llevar por la lujuria y entonces una pregunta se hizo enorme en mi cabeza. ¿Qué hubiese ocurrido si Rubén hubiese tenido el pollón que me hizo creer que tenía? ¿Habría dejado a mi marido por ese malnacido?

Creo que después de meditarlo durante mucho rato, la respuesta me asustó. Si, creo que lo habría dejado todo por ese desgraciado que me atraía como las polillas a la luz. Habría sido capaz de renunciar a una persona que amo con locura y que tiene una vida increíble conmigo si ese ser me lo hubiese pedido, y aunque él no me lo pidiese, yo se lo habría insinuado. Volvía a llorar, no merecía estar al lado de mi marido, era una zorra, una puta en la cual ya no se podía confiar. Había roto todos mis principios y no tenía ningún tipo de moral.

Estando con mis pensamientos escuché como se abría la puerta de la calle, era Dani que había llegado a casa, gracias a Dios, porque la espera y mis pensamientos me estaban matando. Miré la hora eran casi las cinco de la mañana y me hacia las mismas preguntas, ¿dónde había estado? ¿y con quién? Seguro que eran las mismas preguntas que él se hacía cuando yo llegaba muy tarde en las últimas salidas casi sin justificación, con lo que solo me quedaba confiar en su buen hacer y en su conducta, siempre intachable.

Tardó un rato en meterse en la cama, algo estuvo haciendo en el salón, pero cuando se metió en la cama, escuché como si su respiración estuviese agitada, como si sollozase. Quise preguntarle, me intranquilizó, pero mi sentido común me aconsejó que ni me moviese aunque sufría por él. Al final se tranquilizó y creo que hasta se durmió, pero yo no pegué ojo en toda la noche. No durmió ni hora y media, se levantó, se fue a la ducha y le escuché trastear en la cocina, imagino haciendo su desayuno.

Como era domingo me quede algo más de tiempo en la cama. No me dormí, pero si estuve reflexionando sobre lo que hacer, en como poder comportarme con Dani para conseguir que confiase de nuevo en mí. Iba a ser una tarea titánica ya que con mi indiferencia, frialdad, mentiras y engaños, había embarrado tanto mi matrimonio, que me iba a costar una barbaridad recuperar la normalidad. Quise ser optimista, me levanté y sería dulce y cercana con él, que poco a poco viese que empezaba a ser la misma Eva de la que se enamoró, sin saber en ese momento, que mi marido antes de acostarse ya conocía mucho sobre mis andanzas con Rubén.

Cuando entré en el salón, lo vi delante de su ordenador, escribiendo un correo de los muchos que escribía a diario. Me senté cerca de él, pero lo suficientemente alejada para que no se sintiese incómodo. Miré su perfil, pensé que tenía un marido guapísimo y le saludé.

—Buenos días cielo. Ayer llegaste un poco tarde, ¿no?

Creo que nunca se me olvidará la cara que tenía en ese momento cuando me miró, estaba furibundo, los ojos rojos, inyectados en sangre y se estaba poniendo rojo, se le estaba hinchando una vena de la frente que parecía que iba a reventar y su cara parecía una bomba de relojería que explotaría en cualquier momento. Me levanté de mi asiento y se lo pregunté asustada:

—Dani, ¿qué te ocurre? No me asustes.

—Solo…solo quiero que me dejes tranquilo, no quiero oírte ni verte, solo quiero trabajar sin escucharte, me has entendido.

No es lo que me dijo, que podía ser hiriente. Fue como lo dijo, escupiendo cada palabra con desprecio. Me fui a la cocina a desayunar con un sentimiento de angustia increíble, pensando que quizás sería mucho más difícil de lo que yo creía recuperar esa convivencia con mi marido que tenía antes de mi aventura con Rubén.

Cuando terminé de desayunar, me fui a nuestra habitación y me puse la televisión. Creí oportuno dejarle más tiempo y que se calmase, a partir de ese momento me prometí a mí misma que sería una mujer ejemplar para con mi marido, sabía que lo podía conseguir y así olvidar este episodio tan desagradable que yo inicié.

Que inocente fui, ¿se podía ser más estúpida? Parece mentira que no conociese a mi marido y sabía que no pararía hasta conocer toda la verdad, pero estaba tranquila pensando que no había dejado huellas de mi infidelidad. Estando en mi habitación escuché la puerta de la calle cerrarse. Me levanté enseguida y vi que mi marido se había ido sin ni siquiera decir adiós, solo un pósit en su teclado me informaba de sus planes.

«No me esperes a comer y esta noche no me esperes despierta»

No me lo podía creer, pero en que pensaba este imbécil. Ese pósit me enfado muchísimo, yo queriendo arreglar lo nuestro,  y él desaparece un domingo todo el día. Pues que no piense que me voy a quedar en casita esperándole.

Me faltó tiempo para marcar el número de Rubén. Si él se iba con…con vaya usted a saber quién, yo me iba com mi amigo a pasármelo bien. El teléfono sonó y sonó pero no recibí respuesta, bueno quizás fuese demasiado temprano para él, seguro que cuando se despertase me llamaría al ver una perdida mía.

Esperé y esperé, y sobre la una y media de la tarde le volví a llamar y me saltó el buzón de voz. Le dejé un mensaje, que me llamase lo antes posible, pero el teléfono permaneció mudo todo el día. Ese domingo fue muy largo y me hizo replantearme muchas cosas. Pero lo que si quería, lo que necesitaba y lo que estaba dispuesta a conseguir, es que mi marido me volviese a querer de nuevo.

Esa noche mi marido volvió a llegar muy tarde. Oí como trasteaba en el salón, haciendo algo en su ordenador, le esperé, pero vi que no venía, quise levantarme para ver qué es lo que hacía, pero me abstuve al oír que se movía por el salón. Al final me quedé dormida por puro agotamiento al haber estado todo el día en tensión.

Al día siguiente cuando sonó mi despertador, vi que el lado de mi marido estaba desecho, pero las sábanas estaban frías. Bueno, por lo menos había descansado conmigo. Me duché y me arreglé y caí en la cuenta que Dani no me habría hecho el desayuno. Quise ser optimista, pero cuando llegué a la cocina solo me tomé un café bebido que me hice yo porque si no, no llegaba a trabajar. Cuando me iba a ir se lo comenté:

—Me voy a trabajar, que tengas una buena mañana. —Dije conciliadora, con una voz suave.

—Lo intentaré. —Me respondió con frialdad.

—¿Vas a estar en casa a medio día? Lo digo por no comer sola.

—No, seguro que no estaré aquí. —Dijo sin ni siquiera mirarme.

—Bueno…entonces te veré por la tarde…Adiós.

Dani no me respondió. Esa no era manera de empezar un lunes, con la tristeza que llevaba encima al notar la frialdad, la indiferencia con la que me trataba mi marido. Quizás no lo quería reconocer, o me costase asumir que mi marido me estaba dando el mismo trato que yo le hice tragar durante semanas.

El lunes y el martes prácticamente no vi a mi marido. Me evitaba a toda costa, pero lo peor es que le llamaba y nunca aceptaba mi llamada. Tenía que hablar con él porque me estaba angustiando y no sabía cómo afrontar esta indiferencia.

El miércoles por la tarde apareció Rubén por mi trabajo. Me alegré tanto al verle, me sentía tan sola y despreciada que me eché a llorar según me monté en su todoterreno. El muy capullo me dejó desahogarme para después llevarme a un sitio horrible, una especie de aparcamiento subterráneo medio abandonado donde me hizo una comida de coño magistral y yo le hice una mamada, hasta que su corrida llenó mi boca. Me hubiese gustado continuar y follármelo, lo necesitaba, pero la luz del interior de su coche y el sitio donde nos encontrábamos me hacía sentir muy incómoda y le pedí que nos fuésemos.

Esa noche cenamos juntos y pude sentir algo de calor humano, lo necesitaba, pero mi cabeza no dejaba de pensar en Dani, en que había faltado a mi promesa y había caído otra vez en la tentación de estar con Rubén. Esa noche cuando llegué como era habitual, mi marido no estaba, pero extrañamente notaba cierta euforia al haber tenido algo de sexo con Rubén.

La tónica de la semana fue esa, yo hacia mi vida y mi marido hacia la suya, prácticamente ni nos mirábamos ni nos hablábamos. No entendía que habiendo iniciado un acercamiento palpable hacia Dani, él no me aceptase. El jueves mi marido me informó que ese fin de semana tendría que pasarlo fuera por motivos de trabajo, que se iría el viernes a medio día y vendría el domingo por la tarde si no había problema con el cliente.

Entonces ese viernes cometí la mayor estupidez de mi vida. Estaba muy excitada, muy cachonda y necesitaba follar, mi cuerpo me lo pedía. Por la noche llamé a Rubén y quede con él. Me vestí lo más provocativa que pude para que me desease y a las tres de la mañana entrábamos por la puerta de mi casa, besándonos como desesperados.

Nos desnudamos en el salón y ya en un sillón con mis muslos apoyados en la parte alta del respaldo y Rubén sentado hicimos un extraño y morboso 69. En el sofá me folló con dureza y llenó mi útero con su corrida. Cuando terminamos fuimos a la cocina a tomar algo de beber y en la encimera me folló el culo. Esa primera noche terminamos tarde. No había estado del todo mal, me había corrido como una guarra muchas veces, aunque había echado de menos la polla de mi marido, grande, larga, gorda y venosa, pero a falta de pan…

Durante ese más de día y medio que Rubén estuvo en mi casa me folló como quiso, cuando quiso y donde quiso. No le puse pegas ni peros. Nuestra cama de matrimonio fue testigo de las mayores guarradas, por primera vez sentí una doble penetración. Mientras Rubén follaba mi coño con saña, un pepino me follaba el culo, creo que nunca me he corrido de la manera que lo hice experimentando eso.

El sábado nos despertamos tarde, pero antes de levantarnos, Rubén me volvió a comer el coño de manera soberbia aunque a esas alturas debía de saber a un compendio de fluidos, semen y sudor que no quiero imaginármelo, pero le dio igual, él disfrutaba entre mis piernas y yo lo gozaba. Cuando alcancé mi orgasmo y estando los dos muy excitados nos fuimos a duchar y dentro de la ducha me folló el culo hasta que se corrió en mis intestinos.

Pasamos todo en día en casa, desnudos, metiéndonos mano continuamente. Yo me dedicaba a excitar en todo momento a Rubén, le tenía con la polla siempre arriba. Se había corrido en mi coñito, mi culo, ahora quería que se corriese en mi boca. Le senté en el sofá y me metí entre sus piernas comenzando una mamada muy tranquila y sensual. No sé en qué momento vi que me estaba grabando con el móvil y me enfadé con él.

—¿Pero te has vuelto loco? —dije enfadada.— Borra ahora mismo eso.

—No mi amor, déjame grabarte para tenerte siempre cerca de mí. Así cuando no te tenga y te recuerde, por lo menos me hare una paja viendo cómo me la chupas.

Mi estupidez no me dejaba ver con claridad. En esos momentos fue lo más romántico que me había dicho. Solo le puse como condición que cuando terminase me lo pasase a mí también. Rubén me llenó la boca con su corrida y todo quedó grabado. Por la tarde volvimos a follar, creo que este tío se tomó un Cialis porque no entendía como siempre estaba tan dispuesto, era una máquina de follar. Volvió a grabarme y yo tonta de mi le ofrecí mis mejores poses para que el objetivo recogiese como su polla me percutía sin descanso.

En la madrugada del domingo, agotada por los orgasmos me dormí abrazada a Rubén. Estaba tan a gusto, me sentía tan bien que enseguida me quedé dormida, hasta el día siguiente, que Rubén me despertó excitándome hasta que volvimos a hacer el amor. Antes de irse volvimos a follar y poco antes de comer y aunque Dani me había dicho que llegaría por la tarde, no quise tentar a la suerte y nos despedimos.

Ya en el recibidor, con él vestido y yo completamente desnuda nos comimos la boca como los amantes enfebrecidos que éramos. Sus manos recorrían mi cuerpo y amasaban mi culo con lascivia. Cuando abrí la puerta y él salió le dije un sentido — Te quiero,— él solo me sonrió y acarició mi cara. Toda la tarde del domingo la pasé como en una nube arreglando mi casa y cambiando las sábanas de la cama que estaban llenas de lamparones de nuestros fluidos; no me acordé en todo el fin de semana de mi marido hasta el momento en que cerca de media noche escuché como metían la llave en la cerradura de la puerta.

Cuando entró me miró indolente y nos saludamos como dos extraños. Intercambiamos tres palabras, se metió en nuestra habitación y cuando salió se sentó frente al ordenador y ya no me hizo caso, me daba igual, mañana era lunes y estoy segura que volvería a ver a Rubén.

Esa noche me dormí plácidamente pensando en mi fin de semana. No era consciente de lo que había desencadenado y que desembocaría en la destrucción de mi vida y mi matrimonio.

Daniel.

Desde que hablé con Feli por la mañana estaba contando los minutos para poder volverla a ver. Pensaba que quedaríamos por la tarde, pero mi alegría fue enorme cuando me llamó a medio día y me dijo que si me apetecía comer con ella a lo que yo le contesté enseguida que sí. Los dos teletrabajábamos con lo que me dijo que me llevase mi ordenador portátil y lo hiciésemos juntos desde su casa.

Realmente desde que llegué a su casa trabajamos más bien poco. Terminamos de hacer lo que teníamos entre manos y dejamos abiertos los programas por si alguien de nuestra organización se comunicaba con nosotros por Teams. El resto del tiempo nos lo dedicamos a nosotros.

No pude evitar fijarme en cómo iba vestida Feli, no iba espectacular, iba de andar por casa, pero sería que yo la miraba con ojos golositos o que ella era una mujer que no dejaba indiferente a nadie, creo que no lo he comentado pero Feli tenía un gran parecido con Megan Fox. Cuando llegué a su casa solo llevaba una camiseta larga a medio muslo pegada a su cuerpo y las zapatillas que se utilizan cuando estas en tu casa, las de toda la vida. Se apreciaba su ropa interior sin problema, su sujetador y su tanga que le hacia un culo precioso, la caída de la camiseta marcaba la raja de su culo y daban unas ganas enormes de amasar ese par de nalgas.

Mientras terminábamos nuestros respectivos trabajos, me estuvo preguntando, interesándose por mí:

—Ayer cuando te fuiste me dejaste muy preocupada. ¿Hay alguna novedad? ¿Has dormido bien?

—No, no hay nada reseñable. Nos seguimos ignorando mutuamente y la indiferencia entre los dos es muy palpable.

—Dani, ¿cómo ves tu relación con Eva en estos momentos?

—Muy, muy dañada. Me estoy haciendo a la idea de cómo va a ser el final de esta historia y terminará en divorcio con toda seguridad.

—¿Estás seguro que tu mujer te está engañando con otro?

—Muy seguro Feli, pero es que no lo puedo probar con hechos. Lo único que podía aportar es una mancha de semen en un vestido suyo y te aseguro que no era mía, pero ya está lavado y esa prueba borrada. En estos momentos es su palabra contra la mía

—¿Seguro que era de semen?

—Aunque ya estaba algo seca, se notaba muy reciente, casi te podía asegurar que era de esa noche y el olor era muy intenso.

—Bueno cielo, yo solo quiero asegurarme que haces lo correcto y no es ninguna paranoia tuya.

—Feli, ¿cómo puedes decir eso? Tú me conoces. —Respondí molesto.

—No te enfades, sabes que estoy contigo y no pienso dejarte solo, entre los dos descubriremos que es lo que ocurre. Por lo pronto, he contactado con un comercial de una empresa que se dedica a sistemas de video y que nos debe un par de favores. Ya que no es posible una agencia de detectives, vamos a llenar tu casa de cámaras de video, para ver qué es lo que hace tu mujer. Es una técnica que empieza a ser muy usual para probar una infidelidad.

—¿Tú crees que mi mujer va a llevar a su amante a nuestra casa?

—Te aseguro que sí. Así me enteré yo de que mi pareja me ponía los cuernos.

Es cierto, yo no sabía nada de ella desde que nos separamos. Me contó por encima que tuvo varias relaciones pero solo una llego a salir bien. Feli pensó que era la definitiva hasta que las cosas empezaron a ir mal entre ellos y al final le pilló follando con otra en su cama.

—¿Y qué ocurrió para que tu ex te hiciese eso?

—Eso es muy personal y no creo que te lo cuente nunca. —Respondió Feli algo molesta.

—Vengaaa Feli, ¿a estas alturas de la vida me dices eso?

Me miró dubitativa. Si hay algo que nos caracterizaba a Feli y a mí, es la confianza que nos teníamos desde que nos conocimos aunque me "putease".

—Buscó fuera de casa lo que no quería darle yo. Eso es lo que hizo ese desgraciado. —Respondió enfadada y poniéndose colorada.

—¿Y que no querías darle? —Pregunté con maldad.

Feli me miró enfadada, molesta, incómoda, enfurruñada y colorada como un tomate. Sabía que me lo quería decir, pero no era capaz de soltarlo por su boca, así que le ayudé.

—Ya me lo has dicho sin palabras. Tu ex te quiso follar el culo y tú te negaste en redondo.

—Pues sí,—dijo enfadada.— Es que los tíos estáis obsesionados con follaros los culos de las tías, y eso es una guarrada, duele un montón y es contranatural.

—Eso es lo que te han contado, pero no es tu experiencia. Te aseguro que bien hecho y preparando bien el terreno, es de lo más placentero, tanto para la mujer, como para el hombre.

—Vaya, parece que tienes mucha experiencia en el tema. —Dijo con ironía y muy molesta— ¿Acaso te has follado muchos? Seguro que sí, hasta el de Eva, que debe estar más abierto que un 24 horas.

—¿Por qué te enfadas tanto? Esto ha empezado por que te comentado si Eva sería capaz de llevar a ese mamón a nuestra casa y tú lo has afirmado con rotundidad.

—No sé, quizás me veo a mi misma el día que lo descubrí, le preparé una trampa. Le dije que me marcharía un fin de semana y esperé pacientemente a que llegase con su amante. Los pillé a los dos desnudos cuando ese cabrón ya la estaba enculando.

—Pues mira, me acabas de dar la idea para llevar a cabo.

—Dani, tenemos mucho que hacer y mucho tiempo que recuperar, —me dijo Feli con una sonrisa traviesa.

A las tres de la tarde dimos por concluida nuestra jornada de trabajo y Feli y yo nos fuimos a la cocina a preparar la comida. Estuvimos charlando de nuestras vidas, de lo mal que lo pasó cuando nos separamos y de la sensación de angustia que le acompañó durante días al enterarse que Eva y yo nos casábamos.

—Tú no me viste, bueno el caso es que no quería que me vieses, pero estuve en tu boda, vi la ceremonia y cuando os disteis el sí quiero, salí de la iglesia llorando. Lo pasé muy mal.

—Feli, no sé qué decir, yo…

—No digas nada, tú no eres el culpable, aquí la única culpable fui yo. Jugué contigo, sé que te hice sufrir, que jugué con tus sentimientos. Tuviste razón al decirme que solo me di cuenta de que te quería más que a mi vida cuando vi que solo tenías ojos para Eva. Quise recuperarte, pero ya era tarde. Me sentí como si tuviese el boleto de lotería premiado y jugando con él, se lo llevase el viento sin posibilidad de recuperarlo.

Noté el estremecimiento de Feli. Ese último comentario hizo temblar su voz, estaba de espaldas a mí pero sabía que estaba llorando. Me acerqué y la abracé desde atrás pegando mi cuerpo al suyo, quería que me sintiese, que supiese que estaba con ella.

—Pues mi amor, el destino te ha devuelto tu boleto de lotería, no vuelvas a perderlo. —Susurré en su oído.

Feli se dio la vuelta y me miró con sus ojos llenos de lágrimas. La abracé por la cintura y levantándola la puse a mi altura, acaricio mi cara con cariño y por primera vez desde que nos conocimos nos besamos como poseídos, en un beso lleno de amor, cariño y deseo.

Comimos como dos enamorados, yo me encontraba muy a gusto hasta el punto de no acordarme de mi mujer. En esos momentos solo tenía ojos para Feli y yo la veía feliz. Cuando terminamos de comer, Feli quito los respaldos del sofá para que nos tumbásemos y cupiésemos los dos y así poder ver la televisión.

—Abrázame y no me sueltes, quiero sentirte. —Me pidió Feli.

La abracé contra mí, mi brazo derecho por debajo de su cuerpo y por encima de sus tetas y el izquierdo abrazándola contra mi mientras una mano acariciaba la parte baja de sus tetas. Ella pego su cuerpo al mío, su culito en contacto directo con mi entrepierna y nuestras piernas intentando enredarse para sentirnos más. Ella empezó a mover sus caderas, a frotarse contra mí ya crecida polla. Me estaba poniendo malo, llevaba entre unas cosas y otras más de dos meses sin follar, ni tan siquiera cascarme una maldita paja debido al bajón que arrastraba.

Se separó un poco de mí y echando sus manos detrás de su cuerpo buscaron mi polla a través del pantalón y acarició mi excitación.

—Uffff, Feli, no te lo vas a creer pero estoy a punto de correrme.

Feli se dio la vuelta y se quedó frente a mí, mirándome a los ojos. Su pierna derecha pasó por encima de mi cuerpo quedándose abierta de piernas. Agarró mi mano izquierda y la llevó hacia su coñito, cuando lo toqué por encima de su braguita, cuando mi mano abarcó su entrepierna y lo amasé con lujuria, Feli soltó el aire de sus pulmones en un gemido muy sensual.

—Dioooos como deseaba estoooo. —Gimió Feli.— Pensé que esto no ocurriría tan pronto, pero lo soñaba desde que te vi ayer por la noche.

Feli me llevó a la ducha y nos desnudamos mutuamente. Cuando vio el pollón que la iba a follar me miró con deseo y se llevó las manos a la boca.

—Joder Dani, siempre escuché bulos de que la tenías enorme, pero la realidad supera con mucho los comentarios.

Dentro de la ducha me hizo una mamada que hizo que me corriese en nada de tiempo. Yo le comí el coño hasta que su orgasmo inundó mi boca, creo que los dos lo necesitábamos para rebajar la excitación que teníamos. Cuando nos secamos y entramos en la habitación de Feli, ella muy sensualmente entro a gatas mostrándome su retaguardia, joder, no me extraña que su ex quisiese follarle el culo.

No lo pude evitar, me lancé a ese manjar que Feli me ofrecía. Lamí su coñito y su anito hasta que la hice explotar en otro orgasmo devastador. La follé con saña, con dureza. Mi polla barrenaba su coñito mientras mi dedo pulgar jugaba con su anito. Empezó a correrse una y otra vez hasta que yo, a punto de alcanzar mi orgasmo hundí mi dedo pulgar en su culo y los dos explotamos en un orgasmo que nos dejó destrozados y fatigados, con el coño de Feli anegado con mi corrida.

Sobra decir que nos pasamos la tarde entera follando como animales, recuperando el tiempo perdido y saciando nuestro apetito sexual. Feli me folló de todas las maneras posibles. Me corrí en su coño y en su boca. Me comí sus tetas, perfectas y me pidió que no dejara de follarle su anito con mi lengua y con mi dedo pulgar mientras mi polla le rompía el coño. Por primera vez de forma velada, me dejó caer que quizás, en un futuro, pudiese follarle su culito con mi polla.

En ningún momento tuve arrepentimiento de haber hecho lo que había hecho con Feli. Dice el refrán que la mancha de una mora con una verde se quita y las semanas de indiferencia, la frialdad y el desapego que demostraba Eva hacia mí, habían hecho que mi amor por ella, esa pasión y la complicidad que había entre nosotros, prácticamente desapareciese. Cuestionaba hasta que Eva notase que mi rutina había cambiado y prácticamente coincidíamos muy de vez en cuando. El que Feli entrase de nuevo en mi vida con esa fuerza y ese cariño me hizo mirar todo con otros ojos.

Durante los siguientes días, aparte de follar como condenados, estuvimos viendo diferentes estrategias a seguir para averiguar qué ocurría con mi mujer. Mi principal obsesión era averiguar quién era su amante, quería cerciorarme que estaba en lo cierto y no eran imaginaciones mías. Todo apuntaba a que sí, que había una tercera persona, solo había que confirmarlo.

La primera respuesta afirmativa fue demoledora. Se le ocurrió a Feli un sábado que estábamos en su casa descansando del ultimo polvo. Entonces se le ocurrió:

—Oye Dani, me has dicho que tu mujer utiliza mucho el ordenador portátil y su teléfono, ¿no?

—Bueno si, algunas veces se pone con su ordenador y su móvil al lado, ¿por?

—Estoy pensando…Quizás tu mujer utilice la página web de wasap en su ordenador. Me explico, si tiene ese programa y lo utiliza habitualmente, tú puedes entrar en el wasap de su teléfono móvil a través de su ordenador portátil sin problema ya que está vinculado, claro está, siempre y cuando su ordenador no tenga contraseña. ¿No lo sabías?

—Realmente, no se me había ocurrido. Creo que si tiene contraseña, pero si no la ha cambiado, me la sé. —Respondí pensativo.

—Pues aunque no sea muy ético y sabes que estás invadiendo su intimidad, creo que es la única manera de que saques algo en claro, siempre y cuando tu mujer no haya borrado ese posible contacto, si es que existe.

La madrugada del domingo llegué cerca de las cinco de la mañana a mi casa. Supe que mi mujer estaba allí nada más entrar al ver su bolso y sus llaves, aunque todo estaba apagado y entendí que estaba durmiendo. Miré hacia la mesa donde se encontraba su ordenador portátil, a su lado estaba su teléfono cargando. Con miedo, levanté la pantalla y apareció la contraseña, la introduje y ante mi apareció el escritorio de Windows 10. Abrí el navegador y en favoritos apareció el acceso que me comentaba Feli, cliqué sobre él y entré en el wasap de Eva sin problema.

Fue el primer contacto de la lista, un tal Rubén. Según abrí el chat, se me hizo un nudo en la garganta y me dio una punzada de traición y celos en el estómago. Había de todo, la muy gilipollas no había borrado nada, fotos de ella desnuda, videos, fotos de un primer plano de su sexo, videos de una polla enorme corriéndose…había de todo, incluso chats de ese sábado quedando para follar. No quise ver mucho más, estaba devastado, destrozado. Me limité a seleccionar todo y enviarlo a un pendrive, ahora no me pillaría si se le ocurría borrarlo.

Me eché a llorar desconsolado. En esos momentos quise tener a Feli a mi lado. Aunque yo también había traicionado a mi mujer, me sentía agraviado por los casi dos meses de maltrato psicológico de mi mujer que me hicieron perder parte de mi autoestima. No sé cómo pude ir a nuestra habitación y acostarme a su lado, no podía dejar de llorar, hasta que el cansancio me venció y me quedé dormido.

Dormí poquísimo, creo que no llegó ni a noventa minutos. Me levanté, me duché, desayuné algo y me puse frente al ordenador para decirle a Feli que yo tenía razón, había una tercera persona y para confirmarlo le envíe alguna foto y los últimos chats quedando para follar.

Solo recuerdo, estar en el salón, terminando algo que dejé pendiente de mi trabajo y mi mujer muy conciliadora, preguntándome algo con una voz que me sacó de mis casillas. Solo sé que le respondí muy mal, no quería verla, no quería escuchar a esa puta que me había engañado. Algo recuerdo de su cara de disgusto, y Feli escribiéndome que me fuese de esa casa por si se me ocurría hacer un disparate, estaba desolado.

El domingo lo pasé fatal, estuve en casa de Feli pero me pasé llorando casi todo el día. Feli no me dijo nada, creo que me entendía, o eso esperaba, porque ahora fríamente me estaba comportando como una nenaza. Solo se limitó a darme cariño, mucho cariño y apoyo. La madrugada del lunes no me quedó más remedio que irme a mi casa de nuevo. No me apetecía, pero Feli me dijo que si no aparecía por unos días sin motivo, la zorra de mi mujer me podía denunciar por abandono del hogar.

Decidí hacer mi vida sin contar con ella. Aunque ya sabía que me engañaba, quería saber quién era ese tal Rubén por el que mi mujer me había cambiado. Feli intentó disuadirme, si ya tenía respuestas, ¿para que seguir? Pero lo siento era muy cabezota. Ese lunes por la mañana, noté a mi mujer muy receptiva pero ya era tarde. Según salió por la puerta me puse en contacto con los abogados de mi empresa y les pedí que fuesen preparando los papeles de mi divorcio, esto ya era imparable

El miércoles le pedí a Feli que nos fuésemos por la tarde al trabajo de mi mujer. Quería intentar hablar con Luisa, la mejor amiga de Eva. Quiso el destino que saliese mi mujer y nada más salir llego un todoterreno conducido por un tipo que me era muy familiar…Siiii, era ese hombre que vi una vez con Luisa y Eva yéndose a comer. Fue revelador ver como mi mujer se abrazaba a ese desgraciado y le besaba, ya conocía al tal Rubén.

Al poco vi salir a Luisa que miró con cara de pocos amigos la escena. Los dos ocupantes del todoterreno ni repararon en ella, enseguida iniciaron la marcha y se lo pedí a Feli.

—Hazme el favor Feli, sigue a esos dos a ver dónde van y que es lo que hacen. Yo necesito hablar con Luisa antes de que la pierda de vista.

Me baje del coche, y vi salir a toda prisa a Feli. Yo a la carrera, conseguí alcanzar a Luisa que con paso ligero se dirigía al metro para irse a su casa, me imagino. Cuando llegué a su altura toqué su hombro y la llamé por su nombre, cuando me vio se quedó pálida.

—Da…Dani, ¿qué haces aquí? ¿a qué has venido?

—Creo que ya sabes por qué estoy aquí. Tu eres la mejor amiga de mi mujer y creo que tienes las respuestas que necesito. Luisa, ya no puedo seguir así, espero que lo entiendas.

—Anda, vamos a tomar algo. —Dijo Luisa.

Me contó que el tal Rubén era amigo suyo y que era el tipo del todoterreno. Que un día lo llevó a una de las fiestas de la empresa y fue donde conoció a Eva.

—Te aseguro que cuando me fijé en como ese capullo miraba a tu mujer pensé para mí, —date por follada.— Rubén me pidió ir a la siguiente fiesta y allí me di cuenta que ya sobraba, se olvidaron de mí y ellos dos se lo pasaron en grande, no ocurrió nada grave pero tu mujer ya le daba ciertas libertades y eso no me gustó nada. Al día siguiente se lo recriminé, le advertí que Rubén no es trigo limpio, es un sinvergüenza y podía salir mal parada, pero no me hizo caso, incluso me acusó de celosa. Desde ese día nuestra amistad se ha enfriado mucho. A partir de ese momento ellos quedaban por su cuenta, ya no contaban conmigo.

Poco más me conto de ese mamón, solo me dio su Facebook y su Instagram, por si quería saber más de él. Me pidió perdón llorando porque por su culpa estaba pasando esto.

—No Luisa, tú no eres culpable de nada. Fue Eva la que tomó la decisión, nadie la obligó a hacer lo que ha hecho.

Nos despedimos y le mandé un wasap a Feli diciendo que iba hacia su casa y que la esperaría allí. Estuve esperando como una hora y media, estaba que me subía por las paredes, la ira dentro de mi crecía como la espuma. Cuando llegó Feli me monté en su coche mientras se abría el portón del garaje. Vi su cara de circunstancias, sabía que algo malo había visto y se lo pregunté:

—¿Has visto algo, verdad?

Feli solo asintió con la cabeza, mientras aparcaba el coche en su plaza de garaje. Cuando terminó, paró el motor y me miró muy intensamente.

—La prueba de que tu mujer te es infiel la tengo en mi teléfono móvil. Los he grabado, no han follado, pero si han tenido sexo oral y te aseguro que ese hombre se ha corrido en la boca de Eva y ella no ha hecho nada por evitarlo. Y por cierto, ¿en qué pensaba tu mujer cuando se lio con ese tío? Tiene una pollita de mierda y ya sé que el tamaño no importa…¡¡VENGA YA!!, —exclamó Feli sonriendo,— ni yo me creo lo que he dicho, el tamaño si importa, doy fe de ello.

Le tuve que insistir mucho, para que me enseñase lo que había grabado, Feli no quería que sufriese, pero al final lo vi. Se me revolvió el estómago viendo a Eva espatarrada en el asiento trasero de ese todoterreno y la cabeza de ese desgraciado entre las piernas de mi mujer comiéndole el coño. No pude dejar de fijarme en su cara de placer, sus gestos que yo conocía, y su explosión cuando alcanzó su orgasmo. Vi como mi mujer se recuperaba de su éxtasis y como ese hijo de puta se sentaba y mi mujer empezaba una felación lenta hasta que ese desgraciado llenaba su boca con su corrida. Son imágenes que creo que nunca olvidaré, así pasen cien años.

—Feli, ¿tienes ya ese kit de cámaras del que me hablaste?

—Bueno, sí, pero teniendo lo que he grabado, ¿para qué quieres más?

—Quiero saber hasta donde es capaz de llegar la golfa de mi mujer. Quiero saber si es capaz de llevar a ese mamón a nuestra casa y follárselo en nuestra cama.

—¿Pero por qué te quieres hacer eso? Ya tienes la prueba que querías, ahora haz lo que tengas que hacer y deja de castigarte, asúmelo de una vez, tu mujer te engaña. —Contestó Feli enfadada.

—Descuida, lo tengo muy asumido.

—¡¡¿ENTONCES POR QUE QUIERES SEGUIR?!! —Pregunto Feli, alzando la voz.

—¡¡PORQUE QUIERO HUMILLARLA, VALE, QUIERO QUE…QUIERO…!! —No llegué a terminar, apreté mis puños, mientras mis lagrimas empezaban a caer.

—Bien, tranquilízate, lo haremos como tú quieras, estoy contigo hasta el final, solo, que no quiero verte sufrir y esto te está destrozando. —Terminó diciendo Feli.

Subimos a su casa y estuvimos mirando los perfiles de Facebook e Instagram del tipo ese. Desde luego el tal Rubén era una "joyita" con infinidad de historias y fotos en su muro de sus conquistas. Hasta hacía referencia a Eva en uno de sus comentarios con una foto que hasta a mí me dio vergüenza, vestida con un top sin sujetador y una minifalda tan mini que dejaba poco a la imaginación, no se le veía la cara, pero yo conocía el cuerpo de mi mujer. Los pocos comentarios que leí se referían a ella como "esa puta" y es que esa es la imagen que daba.

Quedé con Feli al día siguiente jueves en mi casa para preparar todo. Cuando lo tuvimos listo con todas las cámaras en salón, dormitorio, baño y cocina hicimos la prueba y todo funcionaba perfectamente, las cámaras tenían sensor de movimiento y se activarían solo cuando algo o alguien se moviese. Todo funcionaba a través de wifi con lo que las grabaciones subirían directamente a la nube. Todo estaba listo, ahora solo había que activar la trampa.

Si le hizo gracia o no a Eva el que yo me fuese el fin de semana no lo puedo asegurar, me miró con ese atisbo de indiferencia que llevaba utilizando desde hacía muchas semanas. Cuando me fui activé las cámaras y me fui a casa de Feli que me tenía preparada una sorpresa. Según llegué, ella tenía también preparada una bolsa de viaje y sin dejarme entrar en su casa me lo dijo.

—Cualquier sitio es bueno para pasar un fin de semana contigo. Pero pasarlo fuera de mi casa es mejor. He alquilado una casita rural en la sierra de Madrid, creo que nos vendrá bien un cambio de aires.

No lo niego, fue algo que me sorprendió y que hizo en parte, quitarme esa pesadez que arrastraba en mi cabeza desde que todo esto empezó. Fueron dos días y medio muy buenos, que siempre los recordaré con mucha tristeza y cariño, por lo que significaron en mi vida.

Eva.

Cuando mi despertador sonó ese lunes por la mañana, me estire en la cama feliz como hacía tiempo que no estaba y mi primer pensamiento fue para Rubén. Empecé a recordar algunos momentos de nuestra follada en esa cama y me excité, de acuerdo, la tenía pequeña, pero el muy cabrón sabia como utilizarla.

Me incorporé, la habitación estaba extrañamente a oscuras, encendí la lámpara de mi mesilla y supe que algo andaba mal, Daniel no había dormido en la cama y su lado estaba sin deshacer. Subí la persiana de nuestro cuarto y vi el cielo muy gris y encapotado, se avecinaba una buena tormenta…una muy buena tormenta.

Sin vestirme y prácticamente desnuda, mi camisón tapaba más bien poco, salí al salón preocupada y allí vi a Dani, sentado en una silla, mirándome derrotado, sus ojos muy rojos de haber llorado y la piel de su cara húmeda de sus lágrimas.

—¿Dani que te ocurre? ¿Qué pasa? —Pregunté asustada.

El solo se levantó de la silla, me pidió que viese la pantalla de su ordenador y le dio al reproductor mientras me decía que se iba a duchar.

Me quedé sin respiración, blanca como la nieve y con una sensación de angustia en mi estómago. En esa pantalla empezaban a reproducirse todas las fotos y videos que nos habíamos mandado Rubén y yo, conversaciones que habíamos tenido y hasta cuando estuvimos en ese parking subterráneo horrible y tuvimos sexo oral.

Pero lo peor, lo más vergonzoso fue ver las imágenes de mi fin de semana follando con Rubén en todos los lugares de la casa, salón, cocina, baño y dormitorio. Ahora entendía por qué mi marido estaba en ese estado y me eché a llorar desconsolada al haberle infringido ese dolor.

Mi cabeza no era capaz de asimilar lo que estaba viendo sabiendo las consecuencias que eso traería a nuestra vida y nuestro matrimonio. Pensaba que excusa podía ponerle para que me perdonase y pasase por alto esta "pequeña" travesura y me aterraba que saliese por la puerta de nuestro dormitorio por que llegaría el momento de las acusaciones y mis explicaciones

Cuando Dani salió de nuestra habitación me miró con resentimiento, me pidió que me levantase de esa silla y me invitó a que me sentase en el sofá, donde algunas horas antes Rubén me había follado. Él se sentó en una silla frente a mí y esbozó una sonrisa burlona.

—¿Quieres un café? —Me preguntó.

—Si, la verdad es que sí, me vendría muy bien. —Respondí algo aliviada.

—Pues ve a la cocina y prepara dos, ¡Ah! Y tráeme un paracetamol, la cabeza me va a estallar.

No me esperaba esa respuesta por su parte, pensé que el café lo prepararía él, mejor, porque era tan cobarde que en total de no hacer frente a lo que estaba "cantado" iba a ocurrir, todo lo que fuese estar lejos en ese momento de mi marido me valía.

Mientras preparaba los cafés, intentaba tranquilizarme y pensar, pensar en que podía decirle para suavizar ese golpe devastador. Amaba a mi marido aunque Rubén me volviese loca. No quería perderle, desde que le conocí supe que era el amor de mi vida, pero por estúpida, por un capricho, por algo que no necesitaba había destrozado, hecho añicos una relación increíble y sería muy complicado el volver a unirla. Los cafés estaban hechos y me tenía que enfrentar a la realidad.

Cuando llegué al salón y deje su café en la mesa de centro, me fijé que mi marido había vuelto a llorar. Imaginaba el dolor que tenía que estar pasando al haber visto esas imágenes de su mujer comportándose como una puta y dejándose follar por un auténtico desgraciado. En esos momentos odié a Rubén con toda mi alma y deseé no haberle conocido, pero ya era tarde para eso.

Dani se tomó su pastilla, y me miró. Yo me había sentado de manera que mis piernas quedaban lo suficientemente abiertas para que mi coño se viese sin problema, como dije, mi camisón tapaba más bien poco y debajo iba totalmente desnuda. Vi la mirada de mi marido fijándose en mi coñito y esperanzada abrí mis piernas un poco más, pensando que quizás con una mañana de sexo intenso con mi marido suavizaría las cosas…seguía siendo una estúpida que pensaba que con un polvo se solucionarían las cosas, que equivocada estaba.

—Hazme el favor, vete a vestir, no quiero verte así. —Me dijo mi marido de forma tajante.

Me sentí muy rechazada, era una estupidez pensar en excitarle o que Dani se conformaría con un polvo. Me puse un chándal que no me favorecía nada y al poco me volvía a sentar en ese maldito sofá. Dani me lo dijo muy serio:

—Lo que tú decías que eran imaginaciones mías y que estaba haciendo una montaña de un grano de arena, ha resultado ser una buena aventura para ti. Se ve que has disfrutado mucho con ese tal Rubén. Ahora, quiero saber ¿por qué? ¿desde cuándo? y ¿si ha habido alguno más desde que nos conocemos?

Intenté disculparme con él, decirle lo mucho que sentía haber hecho lo que hice con Rubén, sin ser necesario ya que yo le amaba a él. Le dije toda la verdad, como fue, como le conocí, mis gustos por los tíos musculados y tatuados, algo que él no conocía de mí. Le expliqué como me fue liando, más bien como me deje liar, la primera noche en la que me hizo sexo oral y yo le hice una paja.

—Esa fue la noche que te esperé despierto en el salón, ¿verdad? En la que llegaste y te quedaste pálida viéndome sentado esperándote, te fuiste a nuestra habitación y te metiste en la ducha y pude observar una mancha de semen en tu vestido y además venias sin bragas, ¿cierto?

—Si, así es. ¿Cómo supiste que venía sin ropa interior? —Preguntó avergonzada.

—Fácil, al día siguiente cuando fui a ducharme y dejar mi ropa interior en el cesto, vi tu sujetador, pero el tanga a juego no aparecía y tú en eso eres muy cuidadosa.

Pillada. En ese momento fui muy consciente de que no era tan lista como yo pensaba y que mi marido no era tan gilipollas como yo imaginaba. Me quedé mirándole, pensando en todo lo pasado y como lo podía haber evitado y me eché a llorar con amargura. Dani no me dijo nada, ni me consoló, de hecho no movió ni un musculo, fui yo la que me levanté a por la caja de pañuelos de papel, aunque estaba al lado de mi marido.

Se levantó a por mi teléfono móvil y me lo entregó. Yo le miré confundida, no entendía por qué me lo daba hasta que me lo dijo.

—Esta mañana va a ser muy larga. Llama a tu empresa y di que te ha surgido un problema familiar grave y que no iras a trabajar.

Obedecí sin rechistar, lo que menos quería es que mi marido se enfadase conmigo, aunque bien pensado, después de lo visto el cabreo que debía tener era monumental.

Ya llevaba más de una hora hablando, diciéndole todo lo que quería saber, no me pensaba guardar nada si con eso conseguía retener a mi marido a mi lado. A todo lo que me preguntó respondí sin vacilación y contándole la verdad y en esas estábamos cuando sonó su teléfono móvil. Contestó y vi que se ponía pálido y me miraba muy fijamente, se despidió con un «gracias por la información. Ya te llamaré».

Inmediatamente se levantó y se puso frente a su ordenador. Miro algo en su móvil, un mensaje que acababa de entrar y vi que se echaba las manos a la cabeza y me miraba desolado.

—Por Dios Eva, ¿Qué has hecho?

Me levanté rápidamente y cuando vi lo que estaba mostrando la pantalla del ordenador me llevé las manos a la boca para acallar mi grito y me eche a llorar. Esa pantalla estaba destapando una de las maneras de cómo se ganaba la vida el hijo de puta de Rubén. En la pantalla aparecía el video de cuando follamos en la autocaravana, con toda nitidez y mostrando mi cara, ni fue capaz de pixelarla o difuminarla para que no se me reconociera. La calidad de imagen era muy buena y ahora me explico la cantidad de luz que había en esa caravana y en su todoterreno. Y por supuesto muchas fotos y videos privados en situaciones muy comprometidas y como plato fuerte todo lo que el grabó cuando estuvo en mi casa.

El muy desgraciado se liaba con mujeres y las grababa con o sin su consentimiento para luego vender todo ese material a una web pornográfica de pago donde se exponía a todo el mundo que quisiese pagar. Había diez carpetas de diez mujeres, entre ellas también estaba Luisa. A ella también la grabó y utilizo también la autocaravana y la casa de mi amiga, a las otras mujeres no las conocía de nada.

Dani marcó un número de teléfono de su agenda y estuvo hablando con alguien. Solo sé que estaba llorando otra vez por mi culpa y mi mala cabeza. En ese momento no era consciente de lo que se me venía encima.

—La persona con la que he hablado, es la que me ha ayudado a destapar tu infidelidad. Pero también es muy observadora y logramos entrar en el Facebook y en el Instagram del tal Rubén. Es tan presumido y egocéntrico que es incapaz de no alardear de sus conquistas y en uno de los comentarios había un post comentando que haber cuando subía otro de sus famosos videos. Por suerte esta persona tiene un conocido en la U.C.O. (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) y lo comentó con él. Le pidió algo de material para buscar por internet con un programa que tienen ellos y que busca coincidencias de la foto mostrada con las fotos de miles de páginas web y te encontró a los pocos minutos, no solo en esta página, si no en miles de servidores privados.

No me lo podía creer. De la noche a la mañana me había convertido en actriz porno sin yo saberlo y una sensación de vergüenza, de mucha vergüenza invadió todo mi cuerpo. Mi marido, me dijo que llamase a Luisa y que le explicase lo ocurrido, que teníamos que interponer una denuncia contra el tal Rubén por subir imágenes y videos de nosotras sin nuestro consentimiento.

Cuando Luisa se enteró de lo que había pasado tuvo un ataque de ansiedad y mis compañeros tuvieron que atenderla. No queríamos que se supiese nada de todo esto, aunque tarde o temprano la prensa sensacionalista lo sacaría a la luz. Dani y yo nos vestimos y fuimos a mi empresa donde me llevé a Luisa que seguía en estado de shock. Pasamos casi toda la mañana en el cuartel de la Guardia Civil, poniendo la denuncia contra ese desgraciado. El teniente de la Guardia Civil y conocido de mi marido fue el que nos atendió y el que nos llevó de la mano en todo el proceso.

Y le alabo y reconozco su profesionalidad. Después de haberme visto desnuda y follando con otro que no era mi marido, no hubo ni una sola mirada obscena, ni comentarios subido de tono, ni ningún papel con su número de móvil dejado muy cerca de mi mano y sin que mi marido se diese cuenta. Fue correcto y amable en todo momento.

Cuando salimos casi era la hora de comer. Dani nos invitó a Luisa y a mí, yo no hacía más que mirar a mi marido y me moría por saber qué es lo que pasaría por su cabeza. Era consciente de que esto no había terminado aun, pero viendo cómo se comportaba, tenía la esperanza de que me perdonase y volviésemos a empezar.

Cuando terminamos de comer, llevamos a Luisa a su casa y en el camino de vuelta el silencio se instaló entre nosotros y yo me estaba muriendo, por que por momentos intuía que lo nuestro iba a acabar mal.

Cuando llegamos a nuestra casa, Dani me pidió que llamase a Rubén. Me extrañó pero lo hice y mi marido puso el altavoz para que yo también escuchase todo. Después de los tonos de llamada la voz de ese mamón retumbó por todo el salón.

—¡¡Que pasa rubia!! ¿No has tenido suficiente con el fin de semana? ¿Quieres más? Porque si quieres más voy a buscarte esta tarde. —Respondió con chulería ese desgraciado.

—Óyeme bien hijo de la gran puta, soy el marido de Eva. Hemos descubierto lo que te traes entre manos con los videos que grabas y vendes a esa página porno sin el consentimiento de esas mujeres. Ya tienes puestas dos denuncias y las que te quedan.

De fondo se escuchó a una mujer que le decía a ese desgraciado, «hijo, en la puerta hay dos señores que dicen ser de la Guardia Civil y preguntan por ti» Y en ese preciso momento cortó la llamada.

Mi marido me devolvió el teléfono y se fue a nuestro cuarto. Yo me senté en el sofá, mirando a la nada y empezando a entender como había destrozado la vida maravillosa que llevaba con mi marido. Mis ojos se anegaron de lágrimas, pero lo peor quedaba por llegar.

Cuando salí de mi sopor, caí en la cuenta, aprecié que mi marido tardaba mucho en salir de nuestro cuarto. Me levanté y me dirigí hacia allí. Cuando entré me fallaron las fuerzas y el suelo casi desapareció bajo mis pies. Mi marido, mi amor, el amor de mi vida a quien había traicionado, estaba vaciando los armarios con su ropa y lo estaba metiendo en dos bolsones grandes.

—Ca…ca…cariño, ¿qué se supone que estás haciendo? —Pregunté temblorosa temiendo la respuesta.

—Eva, lo nuestro se ha acabado. No quiero seguir a tu lado, estoy recogiendo mi ropa; a por el resto vendré otro día, cuando sepa que tú no estás en casa. —Respondió Dani sin mirarme.

—No mi amor, —dije echándome a llorar con desesperación,— tú no lo entiendes, yo te amo con locura, si me dejas, si desapareces de mi vida, me muero, no soy capaz de vivir sin ti.

—Creo que eso lo tenías que haber pensado antes de liarte con ese desgraciado y tratarme como siempre prometiste que no me tratarías. Veras Eva, soy una persona que ni perdono, ni olvido. No soy como una calculadora que apretando la tecla C, borras toda la memoria, no, soy humano y no puedo olvidar. Incluso si llegara a perdonarte, nunca podría olvidar lo que he vivido estos dos últimos meses y lo que he visto en estas últimas horas, siempre estaría ahí, acompañándome, haciéndome desconfiar de ti, porque creo que no eres consciente de que ya no confiaré en tí jamás.

—Mi vida, se lo que te he hecho, pero te ruego que me perdones, he aprendido la lección, solo quiero que me des una oportunidad…Mira, estoy dispuesta a dejarte un fin de semana la casa para ti y que te traigas a una amiga para que te la folles…o mejor, sé que a Luisa le gustas, estoy segura que si se lo propongo estaría encantada de follar contigo, o si lo prefieres a las dos, un trio con nosotras, ¿qué te parece? —Dije a la desesperada.

—Eva, ¿estas escuchando la cantidad de barbaridades que estás diciendo? Creo que no eres consciente de la magnitud de lo que has provocado y lo que me estas proponiendo no es la solución, sabes que yo nunca haría eso. Aparte de lo que te he dicho, es tu falta de respeto, hacia mí, hacia nuestro matrimonio y hacia nuestra casa. Has roto todas tus promesas y luego queda esta casa, testigo directo de tu infidelidad. Cada rincón, cada mueble, cada estancia será la encargada de no dejarnos que olvidemos tu traición.

—Pues la vendemos mi amor, vendemos todo y volvemos a empezar. Te aseguro que no te arrepentirás, iniciaríamos nuestra nueva vida en otro sitio, el que tú quieras. —Llore ya desesperada, quemando mis últimos cartuchos.

—Ya, y que hacemos con nuestra memoria, siempre nos acompañará allá donde vayamos, eso va a ser inevitable, eso y esos videos que dentro de poco van a estar en millones de servidores y de ordenadores personales. Eva, mis abogados se pondrán en contacto contigo para que firmemos los papeles del divorcio.

Creo que en ese momento fui plenamente consciente de cómo había arruinado mi vida y mi matrimonio. Daniel huía de mi lado, espantado por la barbaridad que había cometido. No solo era mi infidelidad, era que cientos, miles, millones de personas se masturbarían viendo como un indeseable me follaba, las descargas de ese video se contarían por cientos de miles y luego lo compartirían con amigos o conocidos, llegando a millones de personas en todo el mundo. Raro seria que algún conocido no me identificase y compartiese llegando incluso a familiares, mi cara se reconocía perfectamente. Daniel solo se estaba protegiendo de mí, separando su vida de la mía por estúpida y promiscua.

Lloré, lloré mucho y me humille ante él, no quería perderle pero eso ya era inevitable, hice todo lo posible por retenerlo a mi lado pero eso era imposible. Mi vida se terminó cuando le vi salir por la puerta sabiendo que lo nuestro había acabado, que nuestra vida en común había finalizado y no había nada que se pudiese hacer, solo retroceder en el tiempo, cosa algo imposible.

Ese día llamé a Luisa y le pedí que me acogiese en su casa, no podía quedarme sola sabiendo que ya no vería más a mi marido. A las dos semanas sus abogados se pusieron en contacto conmigo y me informaron que salvo la casa que era de Daniel, el resto estaba en régimen de gananciales, lo que es el contenido de la casa y el dinero que había en la cuenta corriente y me correspondía la mitad, más o menos unos doce mil euros y me conminaban a abandonar el que fue nuestro domicilio antes de finalizar el mes.

Daniel.

Mi fin de semana con Feli fue fantástico aunque de vez en cuando pensaba que estaría haciendo Eva. La verdad es que estar con esta mujer me hacía olvidar todo lo malo que estaba ocurriendo en mi vida en estos momentos. Pero todo lo bueno llega a su fin y aunque no me apetecía separarme de Feli, no me quedó más remedio que regresar a mi casa.

En lo primero que me fije es en el olor a limpio que había por toda la casa, eso ya me empezó a preocupar. Teníamos contratada a una señora que venía todos los jueves a limpiar la casa y a planchar, sabia el olor que quedaba y ese olor no correspondía al domingo. Eva y yo intercambiamos un frio saludo pero no pude evitar fijarme en la cara de felicidad que tenía, estaba radiante. Me fui a nuestra habitación a deshacer la bolsa de viaje. Ahí me fijé en algo que ya prácticamente me confirmaba que en esa cama había ocurrido algo. Las sabanas estaban cambiadas. Se cambiaban cada semana y el jueves fue la última vez, ¿por qué el domingo ya estaban cambiadas nuevamente? Me cambié de ropa y el resto lo metí dentro del cesto de la ropa sucia, no me quise entretener en rebuscar pruebas, aunque seguro que las habría encontrado.

Una vez en el salón, Eva tardó nada y menos en despedirse e irse a dormir. Estaba muy nervioso por el contenido de las grabaciones de las cámaras. Cuando pasó un tiempo prudencial y pude ver lo que las cámaras habían grabado me derrumbé totalmente. Horas y horas de mi mujer follando de todas las maneras posibles en todos los lugares de la casa con ese hijo de puta de Rubén y haciendo las mayores guarradas que uno pueda imaginar.

Como un estúpido me pasé toda la noche viendo como mi mujer se entregaba a otro hombre y dejaba que se corriese en todos sus orificios. Edite ciertos momentos, los más impactantes y los almacené en un pendrive, junto con fotos de mi mujer desnuda, abierta de piernas y enseñando su coño o videos de ella masturbándose.

Fue humillante para mi ver todo aquello y entender que esa cara de felicidad que tenía Eva era por lo bien follada que estaba y que se había comportado como una verdadera puta en nuestra casa. No paraba de llorar, me hervía la sangre de rabia y hubo en algún momento que quise entrar en nuestra habitación y gritarle a la cara lo puta, lo zorra que era. Me tenía que controlar, tranquilizarme, sabía que esto iba a ocurrir, pero verlo es hiriente. Lloré, llore por horas hasta que amaneció y escuché el despertador de Eva.

Cuando salió al salón y me vio se asustó, que cara no tendría. Vi como se había levantado y me repugnó, un camisón muy corto y debajo iba desnuda. Estaba muy deseable pero el acordarme de lo visto hacía unos minutos me hizo rechazarla. La invité a sentarse en la silla donde estaba yo y le día reproducir el video.

—Me voy a duchar. —Dije dejando sola en el salón a Eva.

En la ducha me eche a llorar de nuevo recordando las imágenes de como ese desgraciado se follaba a mi mujer en el mismo sitio en el que me encontraba yo. No quería permanecer por más tiempo en esa casa. Necesitaba salir de allí.

Cuando regrese al salón mi mujer lloraba, pálida, sin atreverse a mirarme a la cara. La invite a sentarse en el sofá y le dije que empezase a contarme toda la verdad. Intentó seducirme con ese camisón tan corto y abriendo sus piernas para que la viese el coño pero la mandé a vestir, no quería verla, mi cabeza empezaba a rechazarla.

Pero fue una llamada de Feli la que puso el punto fuerte a esta historia. Estando hablando con Eva me llamó y me dijo que había descubierto algo.

—Cariño, siento decirte esto pero hay más. Entre un conocido que tengo y está en la U.C.O. y yo que descubrí un comentario en el muro de su Facebook, hemos descubierto que ese desgraciado ha subido contenido de tu mujer a una página porno de pago. Te mando la dirección un nombre de usuario y una contraseña.

Cuando entré, vi fotos que ya conocía, videos de mi mujer dejándose grabar mientras era follada o le hacia una mamada a ese cabrón. Cuando ella vio lo que había hecho su amante se echó a llorar desesperada. También había videos de su amiga Luisa y más videos de mujeres que no conocíamos. Eran las conquistas de ese desgraciado que no dudaba en grabar y vender luego esos videos sin que sus víctimas lo supiesen.

Volví a llamar a Feli y le confirmé lo que había visto. Ella me dijo que su conocido nos esperaba en la comandancia de la Guardia Civil, para que hablásemos con él y tomásemos las medidas oportunas, se había cometido un delito y se debía detener al culpable. Entre ir a recoger a Luisa al trabajo, irnos los tres a ver al conocido de Feli e ir a los juzgados a interponer la correspondiente denuncia, se nos pasó toda la mañana.

Invité a las chicas a comer, sabía que ahora quedaba la peor parte, el que cuando nos quedásemos solos Eva y yo, le comunicaría que quería el divorcio, es algo que había decidido cuando Feli me mostró lo grabado en ese parking. Se que eso no lo esperaba, veía su cara de esperanza, pidiéndome perdón con su mirada, esperando que solo fuese un mal momento en nuestro matrimonio. Pero no, no podría vivir con la mujer que me infringió tanto dolor y tanta humillación, con lo que he pasado y lo que he visto, es de todo punto contrario a la convivencia entre un hombre y una mujer unidos por un vínculo sentimental.

Feli. En ningún momento quise hablar de Feli ante Eva. Sabía lo que eso suscitaría y no venía a cuento, pero gracias a ella, a su cariño, su paciencia y su imaginación, pude volver a respirar viviendo en una casa cuya atmósfera, era irrespirable.

Quiero pensar que el destino, la providencia o como lo queráis llamar, puso a Feli de nuevo en mi vida con esa llamada, justo en un momento en el que mi cabeza empezaba a pensar cosas incompatibles con mi vida. Quizás el comportamiento de Feli parezca maquiavélico, pero ella me ha demostrado que me quiere, que una vez me perdió y que no está dispuesta a dejar que ocurra de nuevo. Feli y yo ya lo hemos hablado. Me ha hecho hueco en su armario para mi ropa y en su baño para que yo deje mis cosas. El resto ya lo iremos viendo. Creo que esta tarde cuando llegue a su casa con mi equipaje, será el principio de nuestra vida juntos.

Como me esperaba, cuando llegamos a casa, fue un momento muy tenso y dramático. A mí me hubiese gustado encontrarme cara a cara con el desgraciado del Rubén y haberle partido la cara a golpes. De hecho le dije a Eva que lo llamase. Solo por como contestó, con esa chulería y esa vehemencia ya me encendió. Le insulté y le dije que sabíamos lo que hacía, quería picarle, que saltase, pero no dio tiempo, una mujer de fondo decía que dos guardias civiles le esperaban. Él cortó la comunicación, pero sentí satisfacción al saber que ese desgraciado ya no tendría libertad para hacer lo que hacía.

Yo me fui a nuestra habitación y vacié el armario y los cajones donde estaba mi ropa colocándola en bolsas de viaje. Era primeros de mes y dejaría a mi próxima exmujer hasta fin de mes para que se organizase y se llevase sus cosas a donde fuese a vivir.

Cuando entró en la habitación, vio lo que estaba haciendo y le confirme que quería el divorcio, terminó de derrumbarse y lloró como nunca la he visto llorar. Me pidió perdón de mil formas, se humilló ante mí, me pidió una segunda oportunidad, hasta me propuso un trio con su amiga Luisa, desesperada porque no me fuese de su lado. Reconozco que a eso ultimo y en otras circunstancias, no le hubiese dicho que no…uffff, no quiero ni imaginármelo. Pero todo fue inútil, ya tenía mi decisión tomada y nada me haría cambiar de opinión.

Deje a Eva arrodillada en el suelo del salón, rogándome que no me fuera, que no la abandonara, gritando cada lloro, cada lagrima. Pero no quise mirar atrás, porque si lo hubiese hecho no se si me hubiese llegado a ir, aunque me hizo lo que me hizo, seguía queriendo a Eva.

Solo cuando se cerró la puerta de la que fue mi casa tras de mí, cerré mis ojos y cuando los abrí supe que una nueva vida empezaba para mí. Sería difícil cerrar la herida que me dejó Eva, pero dicen que el tiempo todo lo cura.

Epílogo.

Eva.

Ya han pasado más de diecisiete años desde que Dani, mi Dani, saliese por la puerta de la que fue nuestra casa y terminase con nuestro matrimonio. No lo digo con rencor ya que yo soy consciente de que provoqué eso. Recuerdo ese día y todo lo que ocurrió después nítidamente, como si estuviese en un cine y yo fuese la espectadora de excepción.

Cuando logré tranquilizarme, recuerdo que tomé el teléfono y llame a Luisa, no era capaz de permanecer en esa casa sabiendo que Dani ya no volvería. Le pedí que me dejase pasar unos días en su casa hasta que tomase consciencia de lo que hacer. Me recibió con los brazos abiertos, lloramos las dos, pero me lo dijo enfadada:

—Te dije que Rubén no era trigo limpio, que saldrías perjudicada, ¡¡¿por qué no me hiciste caso?!!

—Porque soy estúpida y mi ego me pudo. —Respondí derrotada.

Sabía que Luisa nunca me diría que me fuese, pero yo sabía que eso solo era una solución temporal. Al día siguiente, fui a mi empresa y tuve que esquivar ciertas preguntas muy personales e incomodas. Pedí un adelanto de una semana de mis vacaciones y empecé a buscar un sitio donde poder empezar mi vida sin Dani.

A la semana se pusieron en contacto conmigo los abogados de mi marido para comunicarme que tenía hasta final de mes para abandonar el domicilio conyugal, que llegando esa fecha nos juntaríamos las dos partes, se presentarían los papeles del divorcio y se harían las particiones del régimen de gananciales. Como me dijo ese abogado:

—Al no existir hijos en común, será algo civilizado, rápido y eficaz. Se lo aseguro.

Conseguí encontrar un apartamento que para mí era más que suficiente, cerca de mi trabajo y bien comunicado. A los diez días ese teniente de la Guardia Civil, se puso en contacto conmigo para informarme que los videos donde aparecíamos Luisa y yo habían sido borrados de esa página web. ¡¡Por fin!! Buenas noticias hasta cierto punto. Gracias a que esa página web estaba alojada en un país de la UE, esos videos pudieron ser borrados, pero durante todo ese tiempo cientos de miles de descargas fueron efectuadas. También me informó que el acusado había dado nombres y direcciones y ya eran ocho las denuncias presentadas. Ahora solo quedaba que se celebrase el juicio contra ese desgraciado.

Fue deprimente, el tener que ir a la que fue nuestra casa y recoger mis cosas. Lo hice en varios días y diferentes semanas y era doloroso el ver cómo semana a semana esa casa donde fui muy feliz con Dani se iba quedando vacía, desmontando poco a poco la que fue mi felicidad. Poco antes de finalizar el mes y sabiendo que en dos días ya no podría entrar más, me pasé para ver que todas las estancias estaban vacías, solo algunos papeles por el suelo de facturas antiguas eran testigos de que allí vivimos nosotros.

Al mes y medio, en un despacho de abogados, nos juntamos todas las partes y llorando, frente a Dani que permanecía impasible, firmé nuestro divorcio. Se repartió todo equitativamente, menos el piso, que al haberlo comprado Dani antes de casarnos no entraba dentro del reparto. Sabía que esa ya no era mi casa, nuestra casa, pero aun así por una extraña fuerza algunas veces al salir de trabajar y como si fuese algo mecánico, paseaba por la que fue mi calle y miraba hacia la que fue mi terraza. Uno de esos días vi colgado un cartel enorme de una inmobiliaria con un "SE VENDE" y el número de teléfono de contacto. Solo deseé que quien lo ocupase fuese todo lo feliz que quisiese y no cometiera ninguna estupidez como la que cometí yo.

La vida no dejo de golpearme. Aunque en mi familia todos sabían que Dani y yo nos habíamos divorciado, no sabían la causa real, pero como ya me advirtieron, aunque todo fue borrado de esa página web, los videos descargados a ordenadores personales seguían ahí y seguían compartiéndose y debió de llegar a algún familiar que le faltó tiempo para correr la voz de que yo era una golfa y una puta. Me repudiaron y ya no quisieron saber nada mas de mi…bueno, menos algún primo o algún tío que me propusieron follar, pero les mandé a la mierda de forma contundente, asustándoles y diciéndoles que como me molestasen más lo iba a denunciar ante la Guardia Civil. Eso fue más que suficiente para que me dejasen en paz.

Pero lo realmente doloroso es cuando me enteré que Dani y Feli eran pareja. En principio quise llamarle y decirle lo cabrón que era, la ira me cegaba, hasta que me di cuenta que no le podía reprochar nada.

Al año se celebró el juicio contra Rubén, ese mal nacido que, con mi ayuda, me arruinó la vida y mi matrimonio. No sé por qué motivo allí aparecieron también Dani y Feli, no me esperaba verlos y mi curiosidad pudo más y me acerque a saludarles. Se que Feli se puso muy nerviosa según vio que me acercaba, si por mi hubiese sido le hubiese sacado los ojos:

—Y vosotros que hacéis aquí, si se puede saber. —Pregunté molesta.

—Somos testigos de la acusación. Nos han llamado para testificar, tenemos información relevante.

—¿Información relevante? ¿Y qué pinta Feli en esto, que tiene que testificar?

—Ella fue la persona que me ayudó a descubrir tu infidelidad, la que intuyó las andanzas de Rubén y la que me apoyó en todo momento. —Me confesó Dani.

—Claro, claro, ahora lo entiendo todo, las salidas de Dani, el llegar tarde a casa. No perdiste el tiempo en robarme a mi marido, ¿verdad zorra? —Dije enfadada, fuera de mis casillas.

—Mira Eva, —dijo Feli con tranquilidad,— yo no te he robado nada, tu solita lo has perdido. Yo solo me limité a sacar del agujero donde tú habías metido a Dani y asegurarme después de lo visto que nunca más volviese a sufrir lo que pasó contigo. Y sinceramente después de lo que vi, no entiendo como pudiste cambiar a Dani por ese estúpido.

En ese momento mi abogado, me alejó de esos dos. Se enfadó conmigo, me dijo que no hablase con nadie, que me mantuviese alejada, pero las palabras de Feli retumbaban en mi cabeza y no le faltaba razón. Seguía queriendo con locura al que fue mi marido y el verlo con otra mujer me había puesto muy celosa.

Ese juicio levantó mucha atención mediática y fue a puerta cerrada. Duró más de dos semanas y aunque el abogado defensor de ese desgraciado quiso desmontar los testimonios de las ocho demandantes y los testigos, su defensa no se sostenía. La sentencia para ese mamon fue de cuarenta años de prisión permanente revisable y una indemnización de 250.000€ para cada una de las demandantes. Yo sabía que no iba a cobrar ni un euro, no de ese muerto de hambre. Me conformaba con que pasase el resto de su vida en prisión y no hiciese más daño a mujeres que como yo se dejaban liar.

No sé cómo ocurrió pero alguien filtró fotos de las mujeres que habían sido grabadas. Incluso en un tabloide digital y por unas horas hasta que alguien lo denunció y la Guardia Civil obligo a quitarlos, aparecieron los videos de todas nosotras incluida yo, follando en esa autocaravana. Eso propició otro revés más en mi vida.

Es de lógica que alguien en mi trabajo lo viese, es que encima era de dominio público. A mí no me dijeron nada, pero notaba como día a día, semana a semana, mes a mes, nos hacían el vacío a Luisa y a mí. Ya no teníamos el beneplácito de la gerencia y todos los beneficios de los que gozábamos, fiestas, comisiones, días libres, viajes, nos fueron retirados.

Luisa no aguantó el siguiente mes y llegando a un acuerdo con la empresa se fue muerta de vergüenza. Yo aguanté un mes más y hablando con el dueño, sé que le hice chantaje, pero le dije que como no me despidiese y me indemnizase como correspondía, iría a la prensa, a programas de televisión o radio o a donde fuera a denunciar el motivo por el que no nos querían en la empresa. Le recordé que yo era la víctima, no la acusada y que esos videos se grabaron y difundieron sin mi consentimiento.

Saqué una jugosa cantidad de dinero en mi despido improcedente, pero empecé a pensar que mi vida no podía continuar así. Me volví a mudar y encontré una casa muy agradable en Las Rozas, un municipio de la comunidad de Madrid. Dejé a la Eva sexi, descarada, provocativa, osada y vehemente en el piso que habité durante algo más de una año y cuando entre en mi nuevo piso una Eva muy diferente empezaba otra vida. Cambié mi aspecto totalmente, me teñí el pelo de negro y engorde algo más, mi forma de vestir tentadora e insinuante fue sustituida por una vestimenta más formal y poco atractiva que me hacía tener aspecto de mujer sensata y poco accesible.

Encontré trabajo en un estudio de arquitectura y cuando me contrataron ofrecían a sus clientes una decoración a medida. Fue un éxito, y me di cuenta que mis compañeros me aceptaban pero me miraban con indiferencia, no les atraía, no llamaba la atención. Eso es lo que quería, que nadie me molestase.

Y esa fue mi vida hasta ahora. Tengo cuarenta y cinco años, tres gatos y vivo sola y en paz conmigo misma dentro de mi desgracia. No he vuelto a salir con ningún hombre y sigo muy enamorada del que fue mi marido. Nunca he llegado a superar esa ruptura y lo que supuso para mi vida y ahora mi única ilusión es ver a través de las redes sociales, como va de bien su vida con Feli, que si ha sabido hacerle muy feliz y le ha dado dos hijos maravillosos. Siempre, por su cumpleaños y por navidad felicito a Dani y le deseo lo mejor, nunca me responde, pero es algo que entiendo y no me importa.

El tema de los videos se fue diluyendo en el tiempo. Lo que otrora fue noticia sensacionalista, hoy es un archivo de video olvidado en algún rincón de algún disco duro al que ya no se le presta atención, tuvo su momento pero ya pasó y eso de alguna manera me hizo la vida más fácil.

Los años y la gravedad ya se empiezan a manifestar en mi cuerpo. Aun así cuando me miro en el espejo desnuda veo a una madurita muy voluptuosa, a la que de vez en cuando le doy una alegría.

Para los morbosos que se pregunten como es mi vida sexual, tengo un buen sueldo y mucho dinero ahorrado. Me puedo permitir el lujo de pagar a una agencia y un buen hotel y que me mande jovencitos, limpios, educados y con una polla de no menos de veinte centímetros, con un analítica que yo también me hago, para que podamos follar a pelo y me rellene como a un pavo en navidad con sus corridas. Les dejo que se queden toda la noche si quieren y a la mañana siguiente los echo de la habitación del hotel, no quiero enamoramientos, no a estas alturas.

En algunas ocasiones y según cobraba la paga extra, me he permitido el lujo de contratar a dos jovencitos para que me follasen a la vez. Por alguna extraña razón, en mi recuerdo perdura una sensación muy placentera de cuando Rubén me folló en cuatro, en mi cama, con embestidas fuertes mientras me metía un pepino por el culo. Esa sensación me cautivó.

La vez que lo probé por primera vez con dos vergas enormes, follándome el coño y el culo a la vez, creo que hasta me desmayé de placer y de los orgasmos que me proporcionaron ese par de empotradores que me dejaron más abierta que un compás y con mi coño y mi culo chorreando semen, fue sublime.

Y así es mi vida ahora, mi trabajo, mis gatos, mi casa y poco más. Alguna salida com mi amiga Luisa que al final si pudo superar el mal trago que pasó y ahora ya está casada y con un niño. Se que es un imposible pero es lo que me mantiene ilusionada. Espero que un día suene mi móvil y escuchar la voz de mi amor preguntándome como estoy y proponiéndome tomar un café y charlar. Encontrarnos y que de nuevo salte esa chispa y obre su magia en nosotros volviéndonos a juntar. Como he dicho es imposible, pero es lo que me mantiene esperanzada mientras la vida va pasando.

Daniel.

Algunas veces me paro a pensar. Pienso en Eva, en lo que me hizo y en lo que desencadenó toda esa movida y ya han pasado diecisiete años, y aun así, cuando lo recuerdo no puedo evitar ponerme triste sintiendo que de nuevo algo se rompe dentro de mí.

Soy muy feliz con Feli, la quiero con locura y estoy muy enamorado de ella, eso es algo que quiero dejar muy claro. El que piense en Eva es algo que yo sabía que ocurriría porque está grabado en mi memoria, es parte de mi vida y por consiguiente seguirá ahí hasta el final de mis días. Muchas veces que me quedo pensativo sé que Feli sabe en lo que estoy pensando, pero asume que es algo mío y no puedo evitarlo.

Recuerdo como Feli me acogió en su casa según me marche de la mía. Y también recuerdo la desolación al entender que nunca más volveríamos a estar juntos Eva y yo, como dije, la seguía queriendo. Las siguientes semanas fueron muy duras para mí. Recibí todo el apoyo y el cariño de Feli que entendiendo como me encontraba no me atosigó y me dejó que fuese aceptando poco a poco la situación. Pasadas esas semanas todo fue mejorando, no cabía otra, había que ir hacia adelante. Feli me propuso nuevas metas, algo en lo que trabajar para nosotros, para nuestra felicidad y el proyecto de futuro, que sabía, teníamos juntos.

Creo que en ningún momento Eva supo de la existencia de Feli, hasta el día del juicio en el que nuestro abogado nos pidió que contásemos ante el tribunal como descubrimos lo que hacía Rubén. Íbamos los dos nerviosos sabiendo que nos encontraríamos con Eva, no nos apetecía estar allí, pero por condenar a ese malnacido se hacía lo que fuese. No fue un momento agradable, no. Cuando Eva nos vio, vino directa hacia nosotros. Yo sabía que estaba enfadada, y así lo demostró cuando increpó a Feli, acusándola que ella le había quitado a su marido. Pero Feli supo defenderse y la acusó a ella de dejarme metido en un agujero y que ella no había quitado nada a nadie, había sido ella sola quien lo había perdido. Cumplimos con lo que nos habían pedido y desde ese día no he vuelto a ver a Eva.

Mas o menos a los dos años, nos cambiamos de casa. Feli me confesó que le encantaría ser madre y la casa en la que vivíamos era muy pequeña. Yo había vendido la casa que compré antes de casarme con Eva, con lo que tenía un buen dinero ahorrado. Al final nos compramos un ático muy espacioso con una terraza enorme en una zona residencial de nueva construcción en el extrarradio de Madrid y allí empezamos a construir el futuro que tenemos ahora mismo. Estamos casados tenemos una niña de diez años y un niño de ocho y nuestra relación, con los pequeños altibajos de una pareja va muy bien y Feli ha sabido darme todo lo que le he pedido.

Algo que siempre recordaré con mucho cariño y excitación, fue el día que Feli decidió regalarme por mi cumpleaños un regalo muy especial, su culito. Ya notaba desde hacía semanas que cada vez me preguntaba mucho más por ese asunto, quería información y yo ilusionado me ofrecí a enseñarla. Como aquella vez con Eva, le enseñé tutoriales, videos de cómo hacerlo sin dolor, hasta estuvimos viendo por internet lo que necesitábamos y bueno, alguna película porno viendo como esas actrices se metían enormes pollones en su culo. Siempre que las veíamos terminábamos follando como dementes.

Ese día, el día de mi cumpleaños, Feli me dijo que tenía una fiesta preparada para mí. Yo debía de salir y cuando llegué, me dijo que esperase en el salón. Cuando salió solo vestía un triangulito mínimo que tapaba su pubis y una tira de tela fina que se metía entre los labios de su coño. Cuando llegó a mi altura se abrió de piernas y se sentó sobre una pierna mía frotándose lascivamente contra ella, mientras me miraba como una gata salida:

—Yo soy tú fiesta de cumpleaños mi amor. Ahora quiero que te desnudes y me acompañes a nuestra cama.

Sobra decir que me desnudé a la velocidad de la luz con mi polla como una barra de acero, mirando como mi mujer se contoneaba delante de mí como una vulgar puta frente a un cliente.

Cuando me tuvo desnudo se arrodilló frente a mí, y me hizo una buena mamada dejándome la polla llena de sus babas. Se puso en pie se quitó esa especie de mini tanga y entro a gatas en nuestra cama. Me fije que llevaba un plug en su culo y me miraba, para ver mi reacción.

—Cariño…que llevas en…en tu culito…es…¿es lo que pienso?

—Dime mi amor, ¿Cuántas veces has deseado romperme el culito y correrte dentro?

—Uffff, cariño, incontables veces. —Le decía babeando, viendo esa golosina.

—Pues cielo mío, este es tu regalo de cumpleaños, tómalo y ábrelo bien. —Me dijo Feli provocativa.

Cuando le quité el plug, vi que tenía su anito abierto y bien lubricado. Pensé en meterla en ese agujerito tentador, pero pensé que no duraría ni un minuto por la excitación, así que se la metí en el coño hasta los huevos y me la follé hasta que inundé su útero y nos corríamos los dos a la vez.

Sin dejar que se tumbase y con mi polla aun dura como un ariete, puse mi glande sobre su anito. Feli hundió sus riñones apoyando su pecho en el colchón y ofreciéndome la virginidad de su culo. Hice algo de fuerza y vi como una parte de mi polla desaparecía dentro de ese ansiado culo:

—¡¡Ahhhh!!…mi amoooor…que ricoooooooh…—Gimió mi mujer.—

Vi como meneaba sus caderas y su anito engullía centímetro a centímetro mi polla.

—Cariñooo…¿Te duele? ¿Quieres que pare?

—Noooooooo, hasta los huevos…rompemeloooo… —Gimió mi mujer como una gata en celo.

Ni me lo pensé, me agarré a su cinturita y se la metí hasta que mis huevos golpearon su clítoris. Feli gimió, grito, se corrió muchas veces y me pidió más, más hondo y más fuerte. Aunque yo me había corrido hacia bien poco, su excitación me arrastró con ella y agarrándome a sus tetas y excitando sus pezones, me corrí como un animal en sus intestinos. Caímos rendidos los dos, y cuando se la saqué de su culito, vi como lo había dejado de abierto, era una bestialidad, me tumbé boca arriba y cuando nos tranquilizamos me lo dijo:

—Si me preguntan, siempre negaré que esto me ha fascinado, pero mi amor, ¡¡HA SIDO UNA PASADA!! Lo que me he estado perdiendo. —Me confesó Feli.

Nos fuimos a la ducha y después de lavarnos bien seguimos con nuestra fiesta sorpresa y volví a disfrutar de nuevo de mi regalo de cumpleaños. A partir de ese día rara era la vez que cuando follábamos no disfrutaba de ese culo maravilloso que tenía Feli.

Ciertamente no hay mucho más que contar. La llegada de nuestros niños fue un cambio radical de 180° en nuestras vidas. De hacer lo que nos daba la gana, a ceñirnos a los tiempos de una criaturita que solo hacía que dormir, comer y cagar, pero que nos llenaba de felicidad. Nos convertimos en la típica familia de clase media, sin problemas económicos que nos volcábamos con nuestros hijos.

Aunque si quiero confesar algo. Eva me felicita por mi cumpleaños y por navidades. Siempre un mensaje cariñoso y deseándome lo mejor. Nunca, nunca la he contestado, al principio por el rencor que le tenía, más tarde por no saber muy bien que contestarle sin que se notase mi enfado, y ahora, porque si la contesto…no sé cómo se lo tomaría.

Feli lo sabe, no tengo secretos con ella. Se que no le hace gracia, pero respeta el que Eva fue mi mujer y aunque la ruptura fue traumática, sabe que la tengo mucho cariño. Se que no es excusa, pero Feli cada vez se vuelca más con los niños, los deberes, su educación y sus problemas, que absorben todo su tiempo libre y sus energías.

La empresa que montamos mi socio y yo ha crecido mucho en estos más de veinte años y es como una esponja, absorbe todo mi tiempo. Cuando llego a mi casa, siempre tarde, solo quiero estar con mi familia el mayor tiempo posible, jugar con mis hijos y cuando llega la noche meterme en la cama con mi mujer y hacer el amor con ella, pero está agotada y solo quiere dormir, necesita descansar.

No es que me sienta abandonado, ni mucho menos, pero si echo de menos a mi mujer, su necesidad de sexo, y que siempre que podíamos, y era muy a menudo, follábamos como desesperados. Todo eso ha pasado a un segundo plano doloroso. Es un tema que tendremos que afrontar.

Hay veces que me quedo pensando en Eva, en lo que ocurrió y como ocurrió. Pienso en ocasiones en como estará, y me pregunto si se habrá casado, si tendrá hijos, si será feliz. No sé por qué lo pienso, me tendría que dar igual y me tendría que sentir mal por pensarlo. Pero hay veces que me encuentro con mi móvil en la mano y en la pantalla aparece el nombre de Eva. Solo tendría que apretar el símbolo verde de llamada, escuchar su voz y preguntarla, ¿cómo estás? ¿nos tomamos un café?

FIN

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