Nunca dejes a tu novia sola en una discoteca
Cristina es una mujer muy especial. A sus 23 años se considera una persona con valores firmes e inquebrantables.
Cristina es una mujer muy especial. A sus 23 años se considera una persona con valores firmes e inquebrantables. Su novio, Rubén, la idolatra desde que hace 8 años comenzaran su relación. Desde entonces todo ha transcurrido con normalidad, hasta el punto de que tienen toda su vida juntos. Viven juntos, estudian juntos e incluso salen de fiesta juntos.
A Rubén le encanta que Cristina levante pasiones allí a donde va: en la biblioteca, las discotecas, el supermercado e incluso por la calle consigue partir algún que otro cuello ajeno. Es morena, el pelo le llega un poco por encima de los hombros y sus ojos verdes culminan una cara angelical de niña buena, como si nunca hubiese roto un plato. El físico le acompaña, 1,65m, se machaca en el gimnasio para tener una buena pompa y sus pechos son enormes para lo delgadita que es. Pero como ya os he dicho, ella es muy especial. Es feliz con Rubén y jamás le ha engañado con nadie, pues es el hombre de su vida. Esta noche salen de fiesta junto a otros amigos a una conocida discoteca de Madrid.
—Hola a todos—dice Laura, su amiga.—¡Criiiis! Estás preciosa. Me encanta ese top…vaya tetazas nena…ya me gustaría a mí llenar esa talla, ja ja.
—¡Ah! Muchas gracias tía, tu también vas muy guapa.
—Os presento a mi amigo Darío.—El tal Darío es un maromo de 1,9m, rubio y que parece una escultura griega. Rubén a su lado parece playmobil .
Más allá de presentaciones, conversaciones, copas y bailes la noche se desarrolla con normalidad. Darío y Laura bailan. Rubén y Cris hacen lo propio. La discoteca cada vez está más llena de gente y bailar en la pista de abajo es muy agobiante para ellos, así que deciden subir a la planta superior.
—Parece que estos se han perdido…—dice Cris.
—Sí…no sé donde están…son las cuatro de la mañana…—responde Rubén.
Un par de manos en sus hombros les hacen girarse y ver a Darío.
—¡Ey! Que pasa chavales...Laura se ha quedado con un amigo por ahí…me quedo con vosotros un rato ¿vale?—mientras le guiña un ojo a Cris.
—¡Claro tío!—responde Rubén, mientras Cris sigue bailando.
Durante un tiempo el baile es su único medio de comunicación. Darío y Cris mantienen una buena sintonía en la pista, hecho que no pasa desapercibido por Rubén, el cual siente algo de celos.
—Creo que me voy a sentar un rato…—dice Rubén.
—¿Te encuentras bien cariño?—dice Cris.
—Sí, es solo que se me ha subido un poco el alcohol…
—Sí, es mejor que descansemos un poco…—añade ella.
—Nono…vosotros seguid bailando…yo voy a sentarme por ahí—dice él. Cris percibe sus celos, pero no dice nada.
Desde la lejanía puede ver como Darío y Cris se dirigen a la barra y piden unos chupitos, paga él, como no. En ese momento aparecen Laura y otro chico para entablar conversación con todos los demás, entonces Rubén decide acercarse.
—¿Bueno, quién se viene a la sala de techno?—dice Laura.
—Pues a mí me apetece…—dice Rubén. Está enfadado por dentro y solo quiere llamar la atención. Laura se muestra un poco sorprendida.
—Guay. Nosotros hemos pedido unas copas, en seguida vamos para allá.—responde Cris. Los demás inician la marcha y se pierden entre la muchedumbre.
—Tu novio es un poco rarito ¿no?
—mm…no…solo es que a veces es aburre en las discotecas…
—mm…ya veo…no le va la marcha eh…aunque algo me dice que a ti sí…—dice, mientras la mira directo a los ojos. Cris aparta la mirada avergonzada.
—Para lo poco que salgo…no me voy a quedar sentada jaja
—Exacto…—dice, mientras les ponen los cubatas.
—¿Vamos a la sala esa?—dice ella.
—Mejor vamos a la reggaetón primero ¿no? Que no hemos ido…así te enseño mis pasos estrella, luego se lo cuentas a Rubén.
—ja ja, está bien, pero luego volvemos.
Se dirigen al piso de música latina en la discoteca. Allí bailan y se beben los cubatas con complicidad, aunque Cris conoce bien los límites. Durante este tiempo Darío intenta girarla y bailar pegados de forma constante, sus insinuaciones son cada vez mayores. Además, después de otra tanda de chupitos y con lo delgada que es ella, empieza a notar el efecto del alcohol en su cuerpo.
Sus miradas se mueven más despacio que antes, sus mentes han perdido la noción del tiempo y sus caderas se juntan cada vez más. Darío intenta cogerla por la cintura y bailar de espaldas.
—Si que sabes bailar eh…—dice él.
—ja ja, tu también te mueves bien…—dice ella, mientras intenta alejarse un poco.
Él vuelve a girarla y acercar el bulto de su pantalón a su falda. Nota como Cris se tensa. Su mano baja hasta su vientre, mientras le dice:
—Eres un poco traviesa eh…—una sonrisa se dibuja en la cara de Cris, pero recuerda donde está y para.
—Quizá deberíamos volver…—en ningún momento se despega de él, ha notado el bulto que roza contra su marcado culo y eso ha hecho que cierre los ojos.
—Estamos pasándolo bien…—dice mientras aprieta su cadera contra el culo de Cris.
—Rubén…—es lo único que sale de su boca.
—Olvídate de eso…se ha ido, eres libre…—le dice al oído. El bulto de su pantalón ha crecido, mientras empuja su cadera para hacer más presión.
Cris solo se muerde el labio y suspira, su espalda se curva permitiendo que su culo salga un poco más hacia atrás. Ahora tiene todo ese bulto entre sus nalgas.
—Madre mía…no puedo—susurra, sin que nadie la pueda oír, por la música.
Durante un momento duda, pero la mano de Darío recorre su vientre para rozar uno de sus enormes pechos con el dorso de la mano.
—Joder…tienes las mejores tetas que he visto en mi vida…—le susurra en el oído para sumirla en un nuevo trance. Ella solo puede tragar saliva, mientras sus ojos siguen cerrados.
Darío comienza a besarla por el cuello, sabe que está cerca de hacerla perder el control. Pero ella intenta resistirse otra vez, apartándose.
—Esto…esto no esta bien Darío…yo tengo novio…—dice mientras le mira de frente.
—Tranquila…ven aquí…—mientras la coge por la cintura.—No tienes que hacer nada que no quieras, solo estamos bailando. Le da una vuelta para sacarle una sonrisa y la vuelve a colocar a su espalda. Hay tanta gente en la sala que nadie se fija en ellos.
—Uff…eres el diablo eh…jaja.
Continua el magreo, Darío sabe que Cris esta en la delgada línea roja y por eso se encarga de que pueda sentir su polla en el culo con claridad.
—¿No me has dicho antes que sabes hacer twerk?...Pues es el momento de demostrarlo…—dice él. Ella se ríe y le mira con una leve sonrisa llena de morbo, como si algo se hubiese despertado en ella.
Cris se inclina un poco y comienza a hacer twerking delante de él. Con cada movimiento sus cuerpos se van juntando. Darío siente como su polla va a explotar mientras ella restriega su culito respingón contra ella. Cris no se achanta, sube y baja frotándose con él con descaro, su excitación va subiendo, se gira para mirarle, la lascivia se ve en sus ojos, poco a poco ese movimiento se va decelerando a medida que sus cuerpos empujan el uno al otro…hasta que se besan.
El beso es desenfrenado, se devoran en uno al otro. La oscuridad es su reinado y los que les rodean sus súbditos. A nadie le importa, la sala está tan llena que el choque de sus cuerpos con otras personas no les molesta lo más mínimo. Darío aprieta en sus manos el culo de Cris. En los suspiros de ella se refleja el efecto que generan aquellos movimientos. Su otra mano aprieta uno de sus enormes pechos, mientras que su polla se enfrenta a su falda en un intento de rasgar la tela y penetrar hasta el fondo. En ese mismo instante se separan, ambos jadeantes y excitados, necesitan un descanso. Es el momento de la vergüenza y las miradas huidizas.
—Me tengo que ir…—dice ella mirándole a los ojos.
—¿Seguro que te quieres ir?—dice él. Ella se muerde el labio sin responder.
—Tengo que buscar a Rubén…mierda, mi móvil está sin batería…
—Él ya se ha ido…yo te llevo a casa….no le vas a encontrar aquí.
—Bueno…vale…—Salen de la discoteca y se dirigen al coche.
—No deberías conducir así…—dice ella.
—Podemos hacer tiempo en el coche…—dice él con picardía. Ella no responde.
Darío aún no ha abierto el coche, cuando ella dice:
—Oye…mira…yo no hago estas cosas…soy una chica especial…yo que sé…no soy de poner cuernos…
—Ya…—dice mientras se le acerca. Cris tiene la espalda apoyada en el lateral del coche y a Darío encima susurrándole al oído, su corazón late muy rápido.—Él no se va a enterar…mira…estas buenísima sabes…pero…tu te lo pierdes…dice justo antes de abrir el coche y entrar por la otra puerta. Cris se mete en el asiento del copiloto y Darío arranca.
Conduce un par de minutos para salir del parking y justo cuando atraviesan un camino de tierra se sale del camino y para detrás de unos árboles. La poca luz de las farolas a lo lejos genera un ambiente muy sensual.
—mmm…qué haces…—dice ella.
—Necesito descansar un poco antes de conducir…hemos bebido mucho…—dice. Cris traga saliva y frunce el ceño.
Darío se quita el cinturón y comienza a tocar el pelo de Cris. Ella no dice nada, sólo le mira. Cuando su mano baja ella se la aparta con desgana. Él se acerca a su oído.
—Ahí dentro estábamos muy cachondos…—dice él. Ella no dice nada.
—Casi me corro con el twerk…—añade, mientras se desabrocha el pantalón. Ella resopla al ver lo que sale de ahí.
La polla que aparece es de al menos 20 o 23 cm, gruesa como la muñeca de Cris y perfectamente depilada. Ella le mira con miedo, no es miedo por la polla, sino miedo a perder el control. Darío sale del coche y se sienta en el asiento trasero. Desde ahí se pajea mirando a Cris.
—Si esto es lo que quieres vas a tener que venir a por ello…—dice. Ella le mira en silencio, pasan los segundos, hasta que abre la puerta y se sienta en el asiento trasero. Ha perdido el control.
Él la besa, mientras aprieta sus pechos con las manos. Ella ha ido directa a agarrar esa polla que la lleva volviendo loca desde hace un par de horas. Darío se desviste al completo, y retira el top de Cris. Sus pechos perfectos le vuelven loco, son grandes, bronceados y redondos como cocos. Cuando ella se quita el sujetador, éstos apenas se caen un par de centímetros.
—Madre mía…que buena estás.—dice Darío.
Comienza a chuparle los diminutos pezones y a estrujarlos con las dos manos mientras ella acelera el ritmo de su muñeca. Sin decir nada Cris se arrodilla y delante de él y contempla la barra de carne que tiene ante sí.
—Como me vas a meter esto…—una sonrisa se dibuja en la cara de Darío.
Ella le mira a los ojos y se la mete en la boca. Él no puede evitar echar la cabeza hacia atrás de manera constante. Ella chupa desde los huevos, pasando por todo el tronco hasta el glande. Escupe. Pasa la lengua. Se la mete todo lo que puede. La bate y rebate. Repite el proceso una y otra vez.
—Te gusta eh…a todas os gusta…—dice. Ella le mira con deseo, es como si en sus ojos se reflejara a la bestia que se había despertado.
—Es el doble que la de Rubén…—dice jadenado.—Ufff...joder…no te corres eh, que aguante.
—¿Ah si?...Ahora verás cuando te parta el coño…putilla…—ella se incorpora como un rayo y le besa. Él la coge por el cuello e introduce sus dedos en la vagina y dice:
—Te pone que te llame putilla eh…—ella jadea a de excitación.
—Si…—dice muy suave.
—Pues ahora te vas a enterar, zorrón.
Darío aumenta el ritmo de la masturbación y ella gime de placer. Ahora lleva su polla a la entrada de la vagina y la mete lentamente. Cris se derrite a cada milímetro.
—Ahhhhhhhh…suave, por favor…—él comienza el metesaca cada vez más rápido, por la cara de Cristina sabe que la está matando.
Consigue meterla entera pese a los continuos arañazos de ella. Una vez dentro comienza a dar pequeños golpecitos que suenan entres sus pelvis.
—Ah, ah, ah, ah…por Dios…Dios…me matas…
Cuando el placer se refleja en su cara comienza a embestir con más fuerza, los golpes se escuchan fuertes y las uñas de Cris se le clavan por todo su pecho.
—Ahhhhh…ahhhhh…ahhhh…hijo de puta…
—Eres una puta…eso te gusta eh…puta, zorra…—su excitación va en aumento.
Las embestidas de Darío ahora son muy fuertes, fija sus manos en la cadera de Cris para embestirla con más fuerza. Cris bota y rebota sobre su polla haciendo que esta desaparezca en su pequeña vagina. Sus enormes pechos bambolean de un lado a otro a un ritmo frenético.
—Aaaahhhhhhhhhh…joder…jodeeeer…ahhhh…jodeeeeeeeerrr…
—Así no te folla tu novio eh…así no te folla…—dice mientras la embiste con todas sus fuerzas. Ella casi se golpea en la cabeza con el techo del coche.
—Fóllame…ahhhh…fuerte…más…fuerte…hazme…daño…mátame…jodeeeeeerrrrrrr…—Cris está desatada, sus ojos están en blanco y su cuerpo muerto mientras bota encima de Darío.
La imagen de la chica delgadita con las tetas enormes siendo partida en dos por un mamotreco de gimnasio es, dantesca. Los cristales del coche se han empañado, el sudor riega los esculturales cuerpos de ambos y los gritos son ensordecedores. Darío la empotra con todas sus fuerzas, los golpeteos son brutales, pero ella no quiere parar.
—Me corrooooooooo…Aaaahhhhhhh…—el cuerpo de Cris convulsiona con fiereza mientras los abdominales de Darío se inundan de sus fluidos. Poco a poco las embestidas disminuyen y ella se abraza sobre él con temblores durante varios minutos.
Ella, todavía conmocionada por el asalto logra decir:
—¿…te has corrido?…—él la mira a los ojos.—No.
Ella se arrodilla y se lleva la polla a la boca como si fuese un trofeo. Su pelo esta mojado por le sudor, al igual que sus pechos. La subida y bajada de muñeca por aquella polla monumental es frenética. Ella la chupa y le mira, como si fuese una película porno.
—¿Te gusta?—dice ella.—Si…sigue así…zorra.
—Esto nunca se lo he hecho a Rubén.—Ella coloca la polla entre sus pechos y comienza a masturbarle. La imagen vuelve loco a Darío, no puede aguantar mucho, aquellas tetas son una maravilla.
—Me corro…ahhhh…—el fluido sale disparado e impregna todos los pechos de Cris. Su mirada fija en Darío es hasta perturbadora, se nota que lo está disfrutando al máximo.
Cris pasa su mano por sus pechos recogiendo el semen, para luego chuparse los dedos. Darío sonríe y dice:
—Joder con la niña buena…a ti hay que darte candela todos los días.—ella asiente con la mirada mientras se muerde el labio.
—No soy ninguna niña buena…
Después de esto se visten y vuelven a sus casas. Cris se mete en la cama con Rubén después de ducharse. Él duerme. En estos momentos no puede conciliar el sueño, coge su móvil y llama a Darío.
—Eres un hijo de puta…y quiero que me mates a polvos todos los días.