Nunca confíes en la mejor amiga de tu novio

Lo que empezó como un juego tonto, siguió en un trío y acabó en ruptura.

Esta historia comienza un mes después de instalarme con mi novio en nuestro nuevo piso, nos habíamos conocido hacía poco más de un año cuando una compañera de trabajo me lo presentó. Al principio había tenido mis reparos pues notaba que entre ellos había una relación muy estrecha aunque Raúl- mi novio – siempre lo negó, decía que era amigos desde pequeños pero que nunca había querido salir con ella y Elena – mi compañera de trabajo – siempre contaba la misma versión. Con el tiempo, me había hecho amiga de Elena, era de las pocas pues salía caer mal a las chicas. Elena siempre vestía de forma muy provocativa, era guapa y tenía buen tipo, eso unido a que todos los tíos babeaban por ella provocaba que la mayoría de las mujeres la tacharan de putón y se negaran a relacionarse con ella.

Para celebrar el mes de convivencia, dimos una fiesta a la que invitamos a Elena y varios amigos; bebimos y bailamos hasta que los vecinos se quejaron y tuvimos que dar por finalizada la fiesta, todos los invitados se fueron menos Elena que se quedaba a dormir para no tener que irse sola a casa. Yo ya pensaba irme a la cama cuando vi que mi novio y ella estaban sentados en la terraza con una copa en la mano cada uno.

-          ¿aún os quedan ganas de más? – pregunté sentándome en la silla que quedaba libre.

-          Estábamos pensando en jugar al póker – dijo Elena – pero para hacerlo más picante, quien pierda debe quitarse una prenda.

-          No sé por qué, no me extraña que hayas tenido esa idea tan tonta.

Esperaba que Raúl se riera de la ocurrencia de su amiga, pero más bien parecía decepcionado.

-          ¿por qué no? ¿temes que te robe al chico?

Los tres nos reímos aunque mi risa fue algo forzada.

-          Vamos, no seas sosa. Unas partiditas hasta que alguien se quede en bolas, después todos a la cama.

-          ¿quieres? – le pregunté a Raúl que aun no había dicho nada.

Asintió la cabeza algo temeroso, como temiendo mi respuesta a su conformidad.

-          En ese caso, por mí que no quede.

Elena aplaudió demasiado efusivamente, se notaba que había bebido más de la cuenta.

-          Así me gusta, empiezo a barajar.

El alcohol siguió rulando mientras jugábamos, perdimos una partida cada uno. Elena se quitó el top que llevaba quedándose en sujetador, Raúl se quitó la camiseta y yo los shorts que llevaba. No pude evitar darme cuenta que Raúl miraba cada dos por tres a Elena y más concretamente sus pechos.

La siguiente partida la perdió Raúl y se quitó los pantalones, las dos nos fijamos en que estaba empalmado, Elena se rio y me miró.

-          Laura, esta noche tienes tema.

-          Depende de como se porte.

Mi novio no pareció molesto ni avergonzado por verle en tal situación, es más, tardó en sentarse para que pudiéramos seguir viéndole en todo su esplendor.

La siguiente partida la perdí y me quité la camiseta con la esperanza de que mi novio dejara de mirar a Elena pero tuve un éxito regular porque ahora repartía la mirada entre las dos. Raúl volvió a perder y se quitó los calzones, Elena me felicitó por el tamaño y bromeó un poco sobre el tema.

Cuando Elena perdió no se quitó la falda como esperaba sino que se quitó el sujetador y el pene de mi novio cobró aun más vida, ella lo notó y se acarició un pezón de forma descarada, le hubiera dicho algo de no haberme quedado tan sorprendida.

-          Quizás debiéramos subir la apuesta.- sugirió Elena mientras pasaba a manosearse las tetas sin ningún pudor – quizás el que pierda debiera hacerle otra cosa al que gane.

-          Creo que te estás pasando – le dije algo enfadada.

Elena me miró sorprendida.

-          Vamos, no me digas que no estás cachonda.

Sin responder, retiré las copas de la mesa, en realidad me notaba un poco húmeda. Ver a mi novio desnudo y empalmado y los perfectos pechos de Elena me habían puesto a tono, aunque no iba a reconocerlo.

-          Voy a por refrescos, creo que hemos bebido bastante.

-          Pero vuelve, aun quiero verte desnuda – me dijo Elena con una expresión traviesa.

Cuando regresé retomamos la partida, pensé que el asunto de subir la apuesta se había quedado en nada hasta que perdí y Raúl ganó.

-          Quiero que Elena te desnude.

-          ¿estás tonto?

-          Una apuesta es una apuesta – dijo Elena levantándose muy contenta y rodeando la mesa.

-          Pero que no, Raúl, deja de decir tonterías.

-          Vamos, estamos jugando.

-          Pero hay límites – objeté. A esas alturas Elena estaba detrás de mí preparada para quitarme el sujetador, ahora rozaba las yemas de sus dedos por mi espalda

-          Si en el fondo te va a gustar – susurró Elena en mi oído – Raúl, deberías ayudar.

-          No, yo solo miro.

-          Levántate – me pidió Elena con voz sensual.

Aparté la mirada de Raúl y me levanté, solo tenía que quitarme la ropa, no era para tanto.

Elena acarició mis hombros y después descendió los tirantes por ello, bajó la copa de mi sujetador hasta que el pezón estuvo fuera y los besó, iba a negarme pero me salió un gemido, miré a Raúl que ahora se estaba masturbando mientras nos miraba.

-          ¿te gusta? – preguntó ella mientras pasaba a la otra teta, no le respondí así que bajó su mano hasta mi entrepierna y notó la  humedad – parece que sí.

Desabrochó el sujetador con delicadeza y se lo tiró a Raúl, éste lo cogió y empezó a masturbarse con él.

Elena pasó su lengua por mi estómago hasta llegar al borde mi tanga, lo apartó un poco para rozar mi clítoris y yo no pude evitar gemir, pero esta vez más fuerte. Sentí después su lengua, como entraba y salía de mi vagina, se turnaba con sus dedos hasta que me corrí en un orgasmo, en ese momento también gruñó Raúl, le miré y vi su estómago cubierto de semen.

-          ¿contento? – preguntó Elena limpiándose la boca de restos de mis fluidos.

-          Sumamente.

No había llegado a quitarme el tanga así que me lo dejé, Elena pidió jugar de nuevo con total tranquilidad aunque a mí todavía me temblaban las piernas.

-          Creo que vamos a jugar a esto más a menudo – dijo Raúl de pronto – nunca me habías puesto tan cachondo.

-          Creo que no he sido la causa de tu excitación.

-          Oh, vamos, tú estás muy buena – dijo Elena – me he dado algún que otro homenaje pensando en ti.

No supe que decirle, ella vio mi cara y empezó a reírse.

-          Venga, no finjas que no te gusto. La de veces que me has mirado el trasero.

-          Pero no… - intenté defenderme pero eso solo sirvió para que se riera más.

-          Que no pasa nada, es mejor ser deseada por todos que por nadie. Además te has corrido un montón, ni Raúl suelta tanto- se tapó la boca de inmediato, sabiendo la imprudencia que había cometido –ups, se me escapó.

-          Fue hace tiempo – explicó Raúl- aun no te conocía y solo fueron un par de veces. Elena me ponía cachondo cada vez que salíamos así que le di lo que estaba deseando.

-          Era frustrante no gustarle – dijo ella entre risas – así que me refregaba con todo para ponerle, después le cogía el paquete o le ponía las tetas en la cara, en una de las ocasiones no llegamos ni al coche, lo hicimos detrás de unas cajas en el aparcamiento. Pero sigamos.

Raúl volvió a ganar y Elena perdió, me dio la sensación de que lo hizo aposta, miró a Raúl de forma lasciva y preguntó.

-          ¿qué quieres que te haga?

Mi novio alzó la pelvis para que viera su pene erecto, Elena se puso de rodillas y empezó a lamerle la cabeza lentamente, noté que el calor me subía mientras los miraba. Raúl gemía débilmente, mientras Elena cada vez se tragaba un poco más. Casi sin darme cuenta, mis dedos bajaron hasta mi clítoris y empecé masturbarme.

Elena subió la intensidad, ya se la metía por completo en la boca y mi novio parecía que iba a correrse en cualquier momento de lo que gemía, me corrí antes que ellos pero no se dieron cuenta. Raúl se corrió por fin, Elena volvió a lamerle los huevos mientras subía y bajaba su mano sobre el pene de él, del cual aun salía semen.

-          Estoy muy cachonda para seguir jugando – dijo Elena  mientras se levantaba. – vamos a un sitio más cómodo.

Él ni respondió, refregó su mano por las bragas de ella y olió sus dedos, después la cogió de la mano y la llevó dentro. Les seguí hasta la habitación, con la sensación de que se habían olvidado de mí por completo.

Al entrar, Elena me miró y me hizo un gesto para que me acercara.

-          Tiéndete – me pidió – Raúl me la meterá primero a mí y después a ti. ¿vale?

Hice lo que me pidió, me tendí, Elena se colocó a cuatro patas sobre la cama con la cabeza sobre mis entrepiernas y empezó a lamerme. Raúl la penetró poco a poco, Elena empezó a gemir primero poco a poco, pero después casi gritaba, metió sus dedos en mi vagina y empezó a masturbarme casi con violencia hasta que me corrí, en ese momento Raúl ya no estaba dentro de ella, sino que nos miraba mientras se masturbaba.

-          Que bien folla tu novio, ha hecho que me corriera muy pronto. ¿por qué no dejas que me coma el coño?  Me muero porque esos labios me recorran.

-          Vale – dijo él – que te lo coma, pero no tardéis mucho. También quiero comértelo yo.

-          Machácatela de mientras yo te miro, así me voy antes.

-          Déjame tus bragas.

Ella le tiró las bragas, se tendió en la cama y me hizo un gesto para que comenzara. Nunca había hecho eso antes, así que comencé por besarle el coño, después acaricié con mi lengua sus labios inferiores y noté como salía jugo de ellos. Elena empezó a gemir así que iba por buen camino. Sentí los dedos de mi novio dentro de mi ano, le miré un segundo y vi que seguía masturbándose con la otra mano, Elena lo miraba mientras se acariciaba los pezones. Empecé a meter un dedo dentro de su vagina, pero este prácticamente nadaba así que metí tres y empecé a sacarlos y meterlos rápidamente. Elena pareció volverse loca cuando empecé a lamerle el clítoris.

Raúl me apartó con brusquedad antes de que Elena se corriera y me colocó de rodillas frente a su pene.

-          Cométela.

Le quedaba poco para correrse porque el líquido preseminal cubría su cabeza, le lamí primero los huevos y tracé una línea desde la base hasta la punta con la lengua, Raúl tembló y me la metió en la boca con brusquedad. Fueron un par de minutos hasta que noté el semen en mi boca.

-          Ahora me tiendo yo – dijo mientras me ponía en pie. Besó mis pezones y metió los dedos durante un segundo en mi vagina.

Raúl se tendió en la cama,  Elena se sentó de rodillas encima de la cabeza de él, yo me senté sobre su entrepierna y me penetró rápidamente. Elena se inclinó para besarme y yo hice lo mismo. Sentía las embestidas de Raúl dentro de mí que me partían por dentro, prometía ser un orgasmo de los buenos, Elena se agachó un poco para que Raúl pudiera lamerle el clítoris mientras que Elena y yo nos besábamos y manoseábamos las tetas. Vi que Raúl le metía la lengua en la vagina así que mis dedos empezaron a acariciarle el clítoris, con la otra mano acariciaba los huevos de él.

Los movimientos se volvieron más intensos hasta que Raúl estalló dentro de mí, después me corrí sobre él y por ultimo lo hizo Elena en un grito de placer.

Estábamos los tres exhaustos así que decidí ir por algo para comer, cuando volví me los encontré besándose, pero no de forma lasciva  sino como dos enamorados. Estaban abrazados, y se acariciaban de forma tierna. Cerré la puerta y dormí en el sofá, nadie me echó en falta y media hora después volví a escuchar gemidos.

Al día siguiente recogí mis cosas y me despedí de los dos, no hacía falta las explicaciones. Poco después me enteré que había sido parte de su juego, Elena elegía una chica para Raúl y este la conquistaba, salía con ella hasta que conseguía hacer un trio y después vuelta a empezar. Yo había sido especialmente dura de pelar.

A pesar de todo, había sido la mejor experiencia de mi vida.