Número equivocado
Siempre es un fastidio llamar al número equivocado . . . o no. Depende de quien esté al otro lado de la línea.
Número equivocado
Javier se sentó en el sillón de su escritorio, tomó el teléfono y comenzó a marcar los números que tenía apuntados en su libreta. Eran casi las ocho de la noche, y esperaba poder hablar con su cliente antes de la cena.
Esperó unos segundos, y entonces una voz masculina sonó al otro lado del auricular. Javier no reconoció a quien hablaba, y después de chequear el número comprobó que estaba equivocado. " Perdón ", dijo amablemente, y cortó. Esperó un instante, disco otra vez, y para su sorpresa volvió a atenderlo la misma voz de antes. Se disculpó nuevamente, y su interlocutor le dijo que no era nada. Trató por tercera vez, y cuando escuchó de nuevo la misma voz se sintió estúpido y fastidiado consigo mismo y con la empresa telefónica.
" Perdón otra vez, no se que pasa " dijo Javier, sintiendo como se ruborizaba por el minúsculo contratiempo. Esta vez, su desconocido escucha fue más cortante, y sólo masculló un " Sí, está bien " en medio de un bufido.
Contrariado, marcó nuevamente. Esperó anhelante unos segundos, y para su desesperación volvió a atender el ignoto receptor de sus anteriores llamadas fallidas. Algo nervioso, Javier pensó en dar una disculpa un poco más explicativa, pero cuando estaba a punto de decir algo el desconocido le dijo rudamente:
" ¿No tienes otro lugar donde meter el dedo? ".
La pregunta fuera de lugar sorprendió a Javier, y a su fastidio por el contratiempo del que no era responsable se sumó la bronca por la agresión gratuita. Entonces se indignó, y sin detenerse a pensar escupió lo primero que se le vino a la mente:
" Sí, en tu culo. ¿Qué te parece? ".
Un segundo después tomó conciencia de lo que había dicho, y cuando estaba por cortar para no escuchar la réplica del desconocido lo oyó decir:
" No estaría mal ".
Javier no estaba seguro de haber entendido bien. Su curiosidad pudo más que su intención de poner fin al escabroso diálogo, y sin poder evitarlo deslizó la pregunta.
" ¿Cómo dijo? ".
" Que no estaría mal. Bueno, eso dependiendo del tamaño de tus dedos. ¿Tienes dedos grandes? ".
" ¿¿Qué?? "
" Si tienes dedos grandes ".
Mecánicamente Javier se miró la mano después de oír la pregunta, y aunque se sentía completamente estúpido respondió : " Más o menos ".
" Ajá. Bueno, en ese caso deberías usar más de un dedo, para que la sensación sea más placentera. Y me pregunto . . . ¿qué más tienes para mí, eh? ".
Javier tomó conciencia de lo absurdo de la situación, y dio por seguro que el tipo debía estar burlándose de él. Probablemente estuviese prolongando la conversación para pescarlo desprevenido, y así mandarle vaya a saber que rosario de insultos.
" Voy a cortar " dijo entonces. Aunque esa era su intención, no dejó de sorprenderle el hecho de advertírselo antes al lunático que le hacía esas preguntas.
" No! Espera! No me dejes así, a medio empalmar! Anda, dime ¿Qué más tienes para mí? ".
" No sé a que se refiere, yo . . ."
" Sí que lo sabes " dijo el hombre en un tono bajo, casi voluptuoso. " Anda, respóndeme ¿O vas a dejar a mi culo con las ganas de saber qué se está perdiendo? ".
Javier tragó duro. A pesar de darse cuenta de lo disparatado del asunto, notó con inquietud que su respiración se había acelerado, y que su verga se había endurecido azuzada por el juego morboso que le proponía el desconocido. Llevó el dedo a la horquilla del teléfono para cortar esa delirante conversación, pero en vez de eso respondió con voz ronca:
" Mi verga ".
" Ah!! Muy bien! Claro que me gustaría saber cómo es! ".
"No respondas, no respondas ¡Corta ya!" pensaba Javier. En lugar de eso, oyó su voz decir:
" Larga . . . un poco gruesa . . . y cabezona ".
" ¿De veras? " dijo el desconocido, mostrando un gran interés por lo que había escuchado. " Y dime" agregó "¿Está dura ahora? ".
" Psi . . ." respondió Javier apenado.
" Qué bien! Como la mía. Sabes, tengo mi verga en la mano, y mientras hablo contigo me estoy pajeando pensando en tu polla ¿Te gustaría saber lo que le haría a tu tranca? ".
" . . . yo . . . ."
" La recorrería despacio con mi labios, de arriba abajo, hasta dejarla bien babosa. Después chuparía la cabeza, introduciendo mi lengua en el ojete muy despacio, una y otra vez. Mordisquearía la piel del prepucio, y apretaría suavemente el glande con mis dientes mientras degusto los jugos que va dejando escapar. Todo esto lo haría de rodillas frente a ti, mirándote a los ojos para ver tu cara de gozo ".
Javier sentía como si su mente se hubiese bloqueado. Inconscientemente, con su mano derecha había comenzado a acariciar su polla a través del pantalón. Después bajó el cierre de la bragueta y sacó su agarrotada reata del interior del boxer. Entonces comenzó a masturbarse lentamente, sintiendo en sus dedos las pegajosas gotas que rezumaban de la latiente cabeza de su miembro.
" ¿Y . . . qué más . . .? " preguntó con la voz entrecortada.
" Después engulliría tu tranca completa hasta sentir que la cabeza toca mi garganta, y con la punta de la lengua rozaría tus bolas, acariciándolas para sentir lo cargadas que están de leche, ese leche calentita que vas a darme ¿Verdad? Luego las metería en mi boca, primero una, después la otra, y si puedo las dos juntas, hasta dejarte los pelos completamente ensalivados. Entonces volvería a tu tronco, para sobarlo otra vez muy suavemente con mi boca, chupándolo para hacer que crezca más y más y lograr que se ponga tan duro que te duela ".
Javier gimió, sumergido en una excitación que jamás pensó que alcanzaría con esa clase de estímulo.
" Te la estás meneando ¿verdad? " preguntó el desconocido.
" . . . sí . . ." respondió Javier, un tanto avergonzado.
" ¡Así me gusta! ¿Y estás listo para acabar? ".
". . . casi . . ."
" Entonces, hazlo en mi boca, por favor! No sabes cuanto deseo sentir en mi lengua tu verga descargando un trallazo tras otro, llenándome las fauces de tu afrecho viscoso y caliente! Yo voy a apretar mis labios sobre el tronco para que no escape ni una gota de tu lefa y así bebérmela toda! Anda, por favor, córrete en mi boca! ¿Lo harás? ".
" . . . yo . . ."
" ¡¡Por favor, dame tu leche!! ¿No te gustaría acabarme en la boca ahora? "
" ¡¡Sí . . . sí . .. !! ".
Sintiendo la inminencia de la corrida, Javier se mordió los labios y ahogó un grito, emitiendo sólo un ronco quejido. Su mano cubrió la punta de su polla, y retenida en la palma y entre los dedos quedaron las violentas escupidas de ardiente guasca. Muchos años habían pasado desde su última masturbación de adolescente, y casi había olvidado el placer de la autosatisfacción.
A través del auricular escuchó un gemido sordo y prolongado, y supo que su extraño interlocutor también se había corrido. Pasaron unos segundos en silencio, y después oyó la voz del desconocido nuevamente.
" ¿Estás bien? ".
" Sí " respondió Javier, todavía agitado.
" Que bueno. Sabes, realmente me agradaría mucho charlar contigo, pero ahora tengo que cortar. Mi esposa acaba de regresar ".
"¿¿Tu esposa?? Yo . . . no, no cortes!" suplicó Javier, demasiado confundido como para pensar en nada. " ¿Cuál es tu nombre? ".
" Carlos ¿Y el tuyo? ".
" Javier ".
" Bien Javier, ha sido un auténtico placer tener sexo contigo. Adiós amigo ". Y cortó.
Javier se sentía como si hubiera despertado de un sueño absurdo. Todavía sostenía el auricular en la mano cuando su esposa entró en la habitación, sobresaltándolo hasta casi hacerlo gritar.
" ¿Cariño, no me escuchabas? " le preguntó dulcemente. " La cena está lista. Llevo quince minutos llamándote ".
" Yo . . . eh . . . lo siento. No, no te escuché ".
" Sí, ya me di cuenta " dijo ella sonriendo. Y mientras miraba el auricular que su marido aún sostenía en la mano izquierda, agregó: " ¿Y con quien hablabas? ".
Javier recordó en su segundo toda su bizarra conversación telefónica. Su corazón todavía latía apresurado, y en la mano que ocultaba debajo del escritorio se pegoteaba su abundante acabada. Abrió la boca, tratando de elaborar una respuesta creíble, pero con una expresión de niño pescado en falta sólo atinó a decir:
" Número equivocado ".