Nuevos vecinos y cámara espía (6)

Mi vecina cabalga sobre su marido pero me lo dedica a mi.

Del relato anterior…

Ines gira la cabeza hacia su marido para comprobar que sigue por allá, rápido vuelve la mirada hacia mí, se encara y empieza a darse un masaje fuerte e intenso. Veo como se corre, como tiene que hacer esfuerzos sobrehumanos para no delatarse con gemidos que no encontrarían explicación.

Ufff, vaya corrida que se ha marcado mi vecina…y en apariencia me lo ha dado para mi?. Estoy hecho un lio ¿sabe mi vecina que la espío y me ha dedicado esta sesión? Tengo el cerebro hecho un lio, lo que no puedo parar es mi mano que ya va lanzada a conseguir mi segunda corrida.

Plácidamente, Ines deja el libro sobre la mesita, se acurruca poniéndose de costado mirando a su esposo, como diciendo me duermo junto a ti que me das tu amor. Para mi deja al otro lado unas nalgas preciosas que encuadran una vulva maravillosa que ahora busca su sosiego.

Mañana, cuando la vea irse al trabajo por la mañana, bien arreglada y perfumada no imagino lo que le podre decir. Si ha sido casualidad lo que he visto, soy el tipo mas afortunado del edificio, y si lo ha hecho sabiendo de mi espionaje…no se…ya veremos.

… ella lo sabe!!!

—           Buenos días vecino…¿Dónde vas tan temprano? ¿no has dormido bien?. Se te nota extraño— me dice interesándose por mí—

Se repite la escena y se repite la pregunta de ayer, aunque hoy le cuesta esconder su sonrisa que evidencia que quiere ponerme en un aprieto. Presumo que algo sospecha o sabe, por lo que trato de disimular, no es conveniente que me exponga a ser descubierto. Pongo mi mejor cara  y me hago el desentendido.

—           Yo he dormido como una bebe, tranquila y completamente satisfecha, como si hubiese mamado hasta hartarme y luego he cogido un sueño entre las piernas riquísimo que no he dejado escapar—

—           Me tendrías que haber visto… como un ángel…me quede dormidita sobre una nube—añade para dar un cuarto de vuelta a la situación

—           Me encantaría verte, ¿te metes el dedo… en la boca como hacen los bebes? — le pregunto liberándome de mi timidez y tratando de contrarrestar su embate.

—           Aunque… hay un problema ¿Qué pensaría Ramón si me sorprendiera mirando a su “nena”, mientras esta duerme plácidamente, tu ¿qué crees? —

—           No debes preocuparte, últimamente anda muy distraído con el campeonato que hacen en la TV. Puedes venir a verme, figuradamente, siempre que quieras… serás bienvenido— me dice esbozando una sonrisa llena de malicia.

A continuación, sin esperar mi respuesta se da la vuelta, se aleja escaleras abajo, con paso alegre que hace que sus caderas se muevan de forma endiablada poniendo en aprietos a la faldilla corta que viste hoy para cubrir su culito firme.

Al llegar al primer rellano, gira la cabeza y con mucha intención me lanza un beso por el aire. Sin duda le gusta sentirse observada, es coqueta y en mi ha encontrado la pareja ideal para este morboso juego.

—      ¿Sabes que esta noche se juega la semifinal? No te lo pierdas, mi marido dice que va a ser muy emocionante pues nuestro equipo tiene muchas posibilidades de llegar a la final.

¿Es eso una invitación? Tengo claro que ella sospecha algo o quizás ya ha encontrado la cámara, y me está diciendo que esta noche volveremos a estar los tres juntos. Uno viendo la TV, Inés jugando con su coñito y enseñándome cómo lo hace, y yo disfrutando de mi afición a mirar, peleando con el morbo y dejando que la adrenalina recorra todo mi cuerpo como un reguero de pólvora.

En la TV anuncian el partido para las 21:00 p.m. Media hora antes me pongo delante del monitor para “hacer estiramientos y el consabido calentamiento” antes de un partido importante.

Ramón llega puntual, se coloca en su postura favorita, dos cojines entre el cabecero y su espalda, las piernas estiradas sobre la cama y en la mano un bote de cerveza y un cuenco repleto de palomitas. No entiendo como para algunos la cama también es sitio para comer.

Inés llega un cuarto de hora más tarde, cuando su marido ya está completamente sumergido en la dinámica del partido. Hoy luce un camisón blanco de tirantes y generoso escote. Inés tiene unos pechos tirando a pequeños, cabrían en la palma de mi mano, pero tienen una forma exquisita. Parecen dos peritas de las que sobresalen los pezones puntiagudos y de un color marrón intenso.

Parecen gritar: “dame una chupadita, recógenos con los labios y sorbe que queremos darte nuestra lechecita”. Por supuesto que quedan perfectamente dibujados en la fina tela del camisón sin dejar dudas sobre su posición y sobre que están especialmente erizados.

Me parece que ella es consciente de mi presencia y hoy ya viene con la lección aprendida por lo que no puede disimular su excitación. Hablan entre ellos, Inés parece preguntar sobre cómo va el partido, Ramón le responde sin apartar su vista del TV. A continuación, se hace el silencio entre ambos, por lo que Inés ya puede estar por mí.

Se coloca en la misma posición que ayer, recostada sobre el respaldo, las piernas en puente, separadas y encarando toda la entrepierna hacia la cámara. Ufff como está… que bonita… puedo ver las braguitas tipo culote y sueño con ver de nuevo como se toca delante de mí.

Toma su libro y se pone a leer. No sé qué puede estar leyendo, lo que si se, es que parece que le agrada y la motiva a tocarse la rajita por encima de la braga. Tras unos minutos de lectura y de caricias, separa un poco más las piernas para mayor comodidad. Puedo ver con claridad cómo va pasando sus dedos de abajo a arriba cada ver con más intensidad y presión. Tanto es así que puedo ver como la tela se ha fundido con la piel de su vulva y que se dibuja una bonita línea vertical.

Deja de leer, por un instante trata de captar la atención de su marido poniéndole la mano sobre el muslo. Ante la nula respuesta de él lo deja estar. Ella está caliente y el solo tiene ojos para ver el partido de la tele.

Con cierta desgana, Inés se incorpora busca las zapatillas y rodea la cama en dirección al baño. Pasa tan cerca de la cámara que por un instante tengo la sensación de haber olido el aroma de su coño desatendido.

A los pocos minutos vuelve, se sienta a los pies de la cama, pone un pie sobre el borde y se dispone a pintarse las uñas de los pies. Está a menos de un metro de la cámara, de frente despatarrada ante mí y distraída pasando el pequeño pincel por cada una de las uñas.

La visión de su entrepierna es perfecta… y mas ahora que ha vuelto sin bragas. Ufff, me encanta verle la poderosa vulva tan cerca, tan apetitosa…se ha puesto en la mejor posición para mi observación furtiva. De vez en cuando se pasa la mano, mete el dedo y lo desliza suavemente hacia arriba. Parece que le “pica” y no puede estar sin tocársela…y a mí me hace cómplice de sus tocamientos.

Me la meneo continuamente, con furia…pero sin llegar a correrme, no quiero perderme detalle y mantener este estado de excitación tan morboso que tengo.

En el partido llega el tiempo de descanso, Ramón es ahora quien quiere aprovechar el tiempo con su mujer y liberar la tensión acumulada en los cuarenta y cinco primeros minutos. Su propuesta es rápidamente aceptada por su mujer, quien toma la iniciativa por ser ella la que está más adelantada.

Se sienta a horcajadas sobre las piernas de Ramón y lo empieza a cabalgar con intensidad creciente. Me gusta mucho ver como la polla de él entra y sale de su coño, como sus nalgas se aplastan contra los muslos de él, como se ondula, como se balancea… ufff Inés es una excelente amazona. Está en muy buena forma y los saltitos que sigue dando hacen que su coño engulla cada vez toda la polla.

Estoy casi a punto, en cualquier momento me voy a correr, solo tengo que esperar a que tras uno de esos botes tan intensos, mi querida vecina se corra y me acompañe en este desenfreno.

No es así…Inés se detiene…yo paro con ella…no me quiero precipitar….

Se recoge el pelo con ambas manos, lo echa hacia atrás sobre los hombros para dejar su cara completamente despejada.

Con parsimonia muy medida, descabalga, se lleva la mano a la entrepierna como si tratase de comprobar su estado… se da la vuelta y se coloca de espaldas a su marido. Vuelve a montar sobre él, ahora mirando hacia mi. Ufff que imagen…quedará para siempre en mi retina. Se coge el pelo con ambas manos, lo echa sobre los hombros para dejar su cara bien a la vista.

Tiene una expresión de vicio encantadora, mira hacia la cámara mientras se agarra con fuerza sus peritas, para comenzar un suave trote.

La veo disfrutar por el contacto físico y por las emociones que la situación le provoca. Está cabalgando fuerte a su marido, sabiendo que yo estoy ahí, justo delante. Eso le debe provocar una estimulación extra, la veo desencajada…motivada…en pocos momentos va a explotar…yo quiero verlo…será un placer inmenso hacer coincidir su orgasmo con el mío.

Tengo que esperar…Inés sigue, y sigue cabalgado, como si le pareciera poco, buscando una corrida intensa…se ayuda con las manos apoyadas sobre las rodillas de Ramón para dar mas amplitud a sus movimientos. De vez en cuando se yergue para poder darse palmaditas sobre el clítoris y así aumentar la intensidad de sus estímulos. También se coge de los pezones y se da pequeños tironcitos que le hacen abrir la boca para gemir bien a gusto.

Quien iba a decir que mi vecina, tan comedida, tan discreta, tan educada iba a ser una folladora tan buena. Estoy tan alucinado que ya no soy consciente del estado en que me hallo. Me froto, me quedo pendiente de la pantalla y mi cerebro hierve de excitación.

Tras unos brincos intensos según su apoteosis…la veo resoplar…como abre la boca de par en par para coger aire hasta que al fin cambia su cara… de la rigidez de la excitación máxima pasa a la relajación, a disfrutar de la dulce sensación que inunda todo su cuerpo… se ha corrido.

Desde hace unos instantes, yo me froto descontrolado sacando varias bocanadas de leche que no dejan de salir desde lo más profundo de mis huevos hasta la punta enardecida de mi capullo.

La segunda parte del partido va a comenzar, Ramón se re acomoda para seguir viéndola en la TV. Inés se tumba de lado dándole la espalda y yo trato de recuperar el aliento sin poder apartar la vista de la pantalla. A escondidas y de una forma muy sutil, agita la mano dirigiéndose hacia mi a modo de saludo.

Mi vecina me va a volver loco…cuando mañana nos volvamos a encontrar en la escalera…¿qué nos diremos?, quiero atravesar la pantalla y aparecer en su lecho.

Deverano.