Nuevo Puesto

Ascienden a mi esposo y yo soy una pieza importante para ello.

Hola queridos amigos (as) y contactos.

Siempre para mí es un gusto y placer saludarlos y al mismo tiempo agradecerles tantos y tantos correos que he recibido. Muchos de ellos aún no los contesto por la falta de tiempo, solo les pido que me tengan un poco de paciencia y que no se desesperen; conforme vaya yo pudiendo, trataré de irles contestando en el orden en que me han escrito.

Hoy día quiero narrarles lo sucedido el día lunes 24 de octubre. Hubo una comida con toda la gente de la empresa incluyendo los altos ejecutivos de la misma. En ésta comida se dio a conocer el balance anual de la empresa, los logros obtenidos y los problemas que se suscitaron durante su año administrativo (el año administrativo de ésta empresa, claro está). También se dio a conocer la apertura de dos nuevas sucursales en provincia y los nombres de los gerentes temporales.

A José Luis ya le habían prometido desde hace ya mucho tiempo uno de estos dos puesto, así es que solo necesitábamos escuchar la ratificación, y aunque se presentaron algunas inconformidades (como siempre suele suceder), finalmente mi esposo fue elegido como uno de los gerentes interinos para estar al frente de una de esas sucursales, que por cierto, una de ellas se abre en Tampico y la otra al sureste del país. Por obvias razones no daré el nombre, ni de la empresa ni del lugar ya que en menos de un año tenemos que estar allá.

Fue decisión y petición de mi esposo que para esa comida procurara vestirme lo mejor posible (sin imaginarme que yo sería el postre), se trataba de dar la mejor de las impresiones y él quería que lo vieran como el mejor de los candidatos. Así que hice lo mejor que pude para verme lo mejor posible. Así es que me fui al Liverpool que queda en galerías coapa y me compré un vestido súper lindo, era negro con escote, tirantes en triángulo por detrás, me llegaba a la mitad de mis muslos y tenía un vuelo espectacular, por supuesto que las copas del vestido hacían lucir más mi pequeño busto, use tanguita de hilo dental del color del vestido y zapatillas cerradas y altas 10 cm. Use doble pantimedia, la primera era completamente opaca pero de color natural, la segunda también del mismo color pero satinada y muy delgadita. Esta combinación de pantimedias hacía lucir mucho mis piernas, se veían espectaculares y por supuesto que a más de dos les quité el aliento mientras me observaban. Mi pelo fue en media base hacia arriba, en un estilo muy europeo de los ’80, en fin, modestia aparte pero me veía y me sentía bien, muy bien. Unos aretes de oro a los que se le llaman violadores y 3 anillos, uno de ellos con un zafiro.

La mesa en la que nos ubicaron también estaban sentados los otros candidatos con sus respectivas esposas (8 personas en total 4 empleados y nosotras 4) y muy cerca de la mesa de los ejecutivos, casi frente al podium.

Todas las esposas (incluyéndome yo, claro) en cierta forma fuimos en centro de muchas miradas, íbamos muy guapas y como es costumbre, sonriendo y saludando a todo mundo y aunque de los cuatro candidatos solo salieron dos como gerentes, los otros dos quedaron como adjuntos o segundos, así es que desde ese punto de vista nadie salió perdiendo.

La comida fue en uno de los salones de la Ex – hacienda de los Morales, muy adoc para la ocasión.

La comida transcurrió de manera normal y cerca de las 7 de la noche ya la gente se comenzaba a retirar, todos los presentes se acercaban a nuestra mesa para felicitar, tanto a los elegidos como a nosotras (las esposas). A la salida de todos, los únicos que quedamos fuimos los cuatro elegidos, nosotras y los ejecutivos o socios de la TN, 2 de ellos son americanos y venían también con sus respectivas esposas, los otros dos, uno canadiense y el otro mexicano, ellos no son casados, pero venían con acompañantes.

Éramos 16 personas en total así es que lo que seguía era celebrar de manera conjunta los nombramientos respectivos y mi esposo y Javier, (Javier es el otro nuevo gerente) tuvieron que pagar la siguiente cuenta, pero ahora fue en el restaurante del mismo lugar.

Pidieron de entrada dos botellas de champagne y bocadillos. Poco a poco los demás invitados se fueron retirando hasta quedar solo Javier con su esposa, uno de los socios con su acompañante, José Luis y yo.

Llegó la hora de retirarnos y José Luis me llevó hasta una de las entradas del restaurante, donde nadie nos pudiera escuchar; quería que ahora yo me portara bien con el socio que quedaba ya que lo habían tratado bien y él tenía que corresponder. Supe hasta entonces cual sería mi trabajo, pero lejos de sentirme molesta u ofendida, me encantó la idea y traté de hacer lo mejor posible para que nuestro acompañante quedara satisfecho, finalmente es parte de los accionistas y dueños de la empresa, teníamos que quedar bien.

El tipo quería dar una vuelta por la ciudad de México, la ciudad es muy bonita de noche y quería dar una vuelta en la limosina que tenía contratada, y aunque él se alojaba en el M. I. S., nunca mencionó nada de ir para allá. Subimos los seis que estábamos ahí, en la parte delantera de la limosina se fue su guardaespaldas. Cuando dieron las once de la noche Mr. T. le habló muy discretamente a mi esposo para decirle que estaba todo listo, su guardaespaldas se encargaría de llevar a Javier y a su esposa a casa y que la chica (su acompañante, muy linda por cierto) terminaba su contrato hasta las doce.

Dando las 11:30 bajamos en un bar de la zona rosa para esperar ahí la limosina y al guardaespaldas que llegaron casi una hora después. Mientras tanto él se hacía cada vez más el interesante, mi esposo también comenzaba a hacerse el borracho y yo cada vez enseñaba más. Lógicamente al principio las miradas del tipo hacia mi cuerpo (especialmente las piernas y el culo) las hacía con más cuidado, pero en cada copa y cada momento que pasaba, eran más y más evidentes hasta comenzar con pláticas acerca de sexo y de cómo le excitan las mexicanas.

Mi esposo reaccionaba tan lento como podía y solo cuando el tipo se levantaba de su silla para ir al baño o a hacer otra cosa Pepe me abordaba para decirme que iba bastante bien, que procurara mostrarle lo mejor de mí. Mi esposo sabe que soy una caliente de primera y que todo ese ambiente me prende, me excita. No solo por saber que alguien con quien estaba platicando me observaba ya de manera descarada y hasta en medio de alguna platica o algún chistecillo me llegaba a rozar las piernas o se acercaba demasiado a mis pechos; sino que al mismo tiempo, la gente que nos rodeaba en ese bar debió darse cuenta de la forma en que platicábamos, hacíamos y nos veíamos.

Cuando llegó el guardaespaldas, Mr. T. pago la cuenta y salimos del bar. Subimos a la limosina, primero José Luis que casi lo subió cargando el guarura, después y muy caballerosamente él me ayudó a subir, apoyando sus manos en mi cintura y después él.

El guarura se fue nuevamente adelante y al momento de arrancar subió el cristal oscuro que da a donde está el chofer y el guardaespaldas. Abrió su quema cocos y abrió una botella más de champagne para celebrar el puesto de mi esposo, habló por teléfono con el chofer para indicarle que fuera nuevamente hacia el centro histórico y que diera vueltas hasta que él le indicara lo contrario.

Mientras en uno de los sillones de la limosina dormía mi esposo y yo sentado a su lado, él me observaba desde el sillón de enfrente. Alzábamos las copas y celebrábamos mientras las ventanillas venían abajo, observábamos el camino, reíamos por cualquier cosa y escuchábamos música pop. Cuando llegamos al ángel de la independencia él salió por el quema cocos y decía muchas cosas en inglés que no alcanzaba yo a entender por la rapidez de su lengua. Se metió nuevamente y me pidió que observara por el quema cocos, le dije que me daba miedo caerme, me dijo que no había problema, que él me ayudaría a sostenerme. Dejé mi copa en el porta vasos y me paré con mucho cuidado, él cerró las ventanillas de la limosina y cuando me sostuve de la parte superior de la camioneta, sentí sus manos en mis piernas, sabía que lo haría.

Me pegó un poco el aire en el rostro y sentí que me subió la champagne a la cabeza, me daba vueltas todo pero podía sostenerme, mientras él comenzaba a manosearme y a besarme las rodillas, sentía su aliento en mis piernas y poco a poco me fue bajando las primeras pantimedias que traía puestas, las satinadas. Me levanto con mucho cuidado y delicadeza primero un pie para retirarme la zapatilla y después la pantimedia, hizo lo mismo con el otro pie hasta volverme a colocar las zapatillas en su lugar.

Mientras yo seguía parada, él subía mi falda hasta donde quería y nuevamente besaba mi cuerpo, bueno mis piernas, que todavía traía puestas las pantimedias opacas. Besaba mi sexo y trataba de mordisquear algo entre mis piernas, se puso detrás de mí y olfateaba mi culo, sacaba su lengua y trataba de meterla entre mis nalgas peleándose con las pantimedias hasta dejarme el calzón de las pantimedias todo mojado, yo también comenzaba a mojarme.

Me senté nuevamente en el sillón, cerca de mi esposo; me tomó de las manos y me dijo muchas cosas hermosas, que estaba muy linda, que era un dulce y que quería que tomáramos un trago con nuestros brazos entre cruzados.

Me sirvió más champagne y él hizo lo mismo en su copa, entre cruzamos nuestros brazos y dijimos salud, terminé la mitad de la copa, me la quitó de las manos y me besó como desesperado. Su lengua trataba de metérmela hasta donde podía.

Me pidió que me levantara de ese sillón y fuera hasta donde estaba él sentado, nuevamente me tomó entre sus brazos y me recostó en el sillón, me besó con lujuria y deseo, sus manos recorrían mis piernas y jugaba con mis pantimedias, bajó mi escote y mamó mis pechos, mientras mordisqueaba uno, con sus manos me apretaba el otro y cambiaba constantemente de niña. Para ese entonces ya tenía otro orgasmo encima y me sentís súper mojada. Me pidió que me pusiera de perrita viendo hacia mi esposo, lo hice y abrí más las piernas; se inclinó y nuevamente me besó el culo. Era precisamente el culo, no le hacía tanto caso a mi panocha, le encanta el olor de mi culito.

Me pidió que me levantara, se bajó el pantalón y se la mamé, trataba de meterme toda su verga en mi boca pero era imposible, no solo porque la tiene muy larga, sino porque su grosor era mayor al de mi esposo y me molestaban las mandíbulas al tratar de abrirlas más de lo normal, así es que se la mamaba hasta donde podía.

Después de un rato de estar mamándole la verga, me pidió que me sentara encima de él pero de frente, rompió mis pantimedias y la tanguita la hizo a un lado. No fue difícil entrar debido a que estaba muy lubricada, pero al irme sentando, mi panocha se abría con una ligera dificultad, y es que hasta donde recuerdo, nunca había probado una igual, ummmmmmmmm delicioso.

Hasta que estuvo totalmente adentro de mí, comencé a moverme de manera cadenciosa mientras él mordía mis niñas que, aunque son pequeñitas, reaccionan bien a cualquier tipo de mordisco o caricia. Estuve un ratito moviéndome hacia arriba y hacia abajo. Sentía delicioso pero no quería gritar, solo me acercaba a sus orejas y le decía que me tenía súper prendida. Y es que era la verdad, estaba bien ensartada por esa enorme verga que hasta en momentos sentía que me hacía falta la respiración.

Otra vez me pidió la posición de perrita; jaló más mis pantimedias, pero no para quitármelas, sino para dejar libre el paso hacia la entrada de mi ano. Sacó un lubricante y lo embarró en uno de sus dedos. Comenzó metiéndome ese dedo para así, dilatar mi ano. Yo sentía rico, y entonces comencé a gemir. Tenía de frente a mi esposo y no dudo que él me haya estado viendo de reojo, pero no hacía nada más; yo gemía y permitía que entraran dos dedos junto en mi ano. Cuando sintió que era tiempo, escupió un poco en mi ano, se lubricó la verga y ……. Adentro.

Me dolió como no se pueden dar ustedes una idea e inevitablemente tuve que gritar, la fue metiendo poco a poco a la señal que yo misma le daba. Tardó un rato para que entrara todo ese pedazo de carne, pero finalmente y con mi ayuda lo logro. Y aunque no terminó dentro de mi culo, lo dejó más mojado que nada.

Después me volvió a pedirme que me sentara frente a él, fue más fácil para mí. Estaba tan caliente que quería tragármela toda hasta que hubo un momento dado en que me grito y me dijo que no me moviera más, me mordió fuertemente un pezón y yo seguía moviéndome, se quedó quieto y duro hasta que sentí un torrente hirviendo dentro de mí. Se había venido dentro de mí y me había inundado toda.

Me salí y le dije que observara, y para que no me saliera el semen de mi, me recosté un poco en el sillón junto a mi esposo, lo jalé hacia mi entrepierna y obligué a que me mamara mi panocha, su lengua recorrió toda mi raja hasta buscar la lechita de Mr. T. y tragársela toda.

Me arreglé el vestido y le pedí que me devolviera las pantimedias que me había quitado, pero él no quiso devolvérmelas, que era un bonito recuerdo.

Volvimos a tomar una copa mientras me acariciaba las piernas y metía sus dedos en mí, habló por teléfono con el chofer y le pidió que nos llevara a casa.

Llegando a casa nos despedimos con un candente beso, le pidió al guardaespaldas que ayudara a mi esposo hasta llegar al departamento. Llegando al departamento recostó a mi esposo en el sillón principal, acompañé al guarura hasta la puerta y al despedirse de mí me sonrió y metió su mano en mi entrepierna, reaccioné rápidamente y cerré las piernas, pero si logró acariciarme algo de mi.

Regresé con Pepe y me dio las gracias, ni siquiera me bañé, iba súper agotada y así me acosté, solo me quite el vestido y quedé con las pantimedias puestas y manchadas de semen.

Aunque ya muchos han visto ésta fotografía mía, quisiera adornar éste relato con una fotografía muy especial para mí, me llena de recuerdos y es que algún día les platicaré todas las hermosas experiencias que he vivido con ella.

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Artemia Pineda