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Un nuevo mundo se ha abierto para mi ahora que sé que la otra mitad del género humano, es igual de bueno para el sexo...
Ante todo, les agradezco los comentarios sobre mis relatos anteriores, les aseguro que vivirlos fue mejor aún.
Aunque no me decidía por seguir contándoles sobre mi nueva y ampliada visión sobre el sexo, me han llegado varios correos preguntándome si mis aventuras continuaron, a lo que les debo confesar que así fue... y aquí les va...
Al pasar los días y calmarse un poco la explosiva lujuria de aquellos magníficos días de experiencia de intercambio de parejas que tuvimos, mi esposo Nico y yo, continuamos durante un buen tiempo disfrutando de las ricas imágenes y sensaciones que nos quedaron. Él me confiesa, que aun hoy día cuando cogemos, le viene el sabor de Carla mezclado junto al el mío en su boca, por lo que asumo, que su mayor gustó fue comernos a las dos a la vez. En mi caso en particular quiero contarles (y aquí viene el conflicto de intereses), que aparte de la excitante sensación de ser compartida frente a él y penetrada por dos huevos a la vez, mi mayor gusto fue aprender la rica sensación de tener sexo con otra mujer y descubrir lo suave que nos lo hacemos, descubrir lo rico que nos lo hacemos y justo donde queremos, descubrir que la otra mitad de género humano (hasta hace poco ignorada por mi) es igual de buena para el sexo como lo son los hombres, en pocas palabras, descubrir quizás, mi bisexualidad.
Al principio me llamó la atención que en varias oportunidades, me descubría buceándome a otras mujeres, inclusive esforzándome por verles la entrepierna y si era posible, más adentro; otras veces, rozando "sin querer" sus tetas, y hasta alguna caricia indiscreta en las piernas, para decirles "lo tersas que las tienen", mientras algún tipo de electricidad recorría por mi espalda desde la nuca hasta la cuca al hacerlo. Luego, los temas de conversación, que sostenía con amigas y compañeras eran más "profundos" y me dejaba llevar usando lenguaje sexual mucho más abierto y explícito, que a veces, hasta les sorprendía a ellas escucharme. Pero segura de que esa sorpresa que expresaban, respondía a los tabúes que nos inculcan desde que somos apenas una niñas, sobre la sexualidad femenina, decidí continuar, pues yo los había roto y estaba en la búsqueda de alguien que como yo, disimuladamente o no, también lo hubiese hecho. Quizás por ello, es que me descubrí tan explicita, para darme a conocer, para encontrar con quién; porque eso sí, cuando nos lo proponemos, a nosotras las mujeres no nos deducen nada y por mucho que nos gusten los hombres, al temer ser llamadas, putas y/o lesbianas, ocultamos lo que deseamos y lo que sentimos.
No se si es un asunto hormonal o qué, pero desde entonces, hay días que amanece en mi y con mucha fuerza, la puta interna que llevamos todas dentro y desde el momento que me levanto, me siento con deseos de exhibirme, de ser buceada, manoseada, cogida y polveada, por Nico o por otro u otros. Son días en que quiero mis tetas, mi boca, mi cuca y mi culo, todos llenos de leche; son los días en los que despierto a Nico dándole los buenos días con una rica mamada de huevo; pero también son los días que quiero comerme una cuca, acariciar y mamar unas tetas, sentir los fluidos que brotar de una cuca y bajan entre mis dedos para lamérmelos, de sentir de nuevo mi cuca frotar contra otra y que ella me corresponda igual. Por suerte, Nico comprende que esos días serán de sexo al máximo y nos ayudamos mutuamente para asegurarnos de pasarlo de lo mejor. Son los días de mallas y mini faldas ceñiditas, de franelillas trasparentes, de hilito dental bien metidito, de pezones punzantes; también son los días que me exhibo en el trabajo, en reuniones y hasta frente a sus amigos, cruzando y desdoblando las piernas, agachándome, frente a ellos o ellas, no importa. Me siento rica y él disfruta viéndome hacerlo, tanto como yo; también son los días, si estoy sola, en los que me siento frente a la computadora a leer relatos eróticos y a esperar a ver si alguna de las ricas personas (no todas), que he conocido por aquí, está on-line para "chatear" y quizás si la conversación se pone "buena", pajearme hasta acabar toda.
En Marzo pasado y en plena época de fiebre por el famoso mundial de béisbol, Nico y yo nos fuimos a la cama a dormir, pero ya en mi interior por algún motivo, empecé a presentir esas sensaciones que me anuncian fuego al amanecer. Excitada por lo que vendría al día siguiente, me abalancé sobre Nico para cogérmelo y al poco rato, mientras él estaba ocupado dándome una de sus ricas mamadas, arremolinando su lengua dentro de mi cuca y clavándome el dedo en mi culo, logré decirle entre mis jadeos:
-Nico,...
y él intentando adivinar, me interrumpió preguntando:
-¿Quieres que te la mame con el vibrador metido?
Aproveché la oferta y le dije:
-SI!. Pero no es eso...
Y mientras yo chillaba de gusto al sentir los 20 cm. del juguete que me metía y su lengua siguiendo el contorno de mi cuca dilatada, le dije:
-Nico, quiero volverlo a hacer...
Y esta vez, debí interrumpirme yo misma:
-Ahhhhhh. Así! mételo todo! bombéalo duro! Ahhhhhhj.
Con la rica acabada que me estaba dando, no pude terminar de decirle y luego no pude seguir, pues empecé corresponderle con una mamada, hasta tragarme todo su polvazo.
Quedamos abrazados en la cama, pero él, que no pierde detalle me preguntó:
-¿Qué es lo que me decías hace rato, que querías volver a hacer?
A lo que le respondí:
-Todo! Quiero que nos volvamos a compartir, quiero otra vez dos huevos, quiero volverte a ver con otra y que me veas con otro, pero más, quiero volver a cogerme y que me coja otra mujer...
Y me dijo, entre sientas sonrisitas:
-Ok, no te preocupes que ya tengo tiempo yo también queriéndolo repetir y he estado buscando... Además, me traes loco de gusto, cada vez que amaneces con ganas y te pone super buenota seduciendo a todo el mundo. No sabes cuánto disfruto verte. Te pones como perrita en celo...
Al día siguiente, efectivamente desperté con esa rica sensación que me da cuando la cuca me palpita. Siendo Viernes, Nico se había ido temprano llevándose a los niños al colegio. Sin nadie con quién calmar mis palpitaciones, decidí meterme a la ducha antes de irme al trabajo y con el agua correr, decidí que debía rasurarme un poco mis pelitos, para mostrarle en la noche a Nico, una cuquita adornada con alguna figurita, pero, con el suave deslizar del jabón, aproveché de acariciar todo mi cuerpo y eso causó que mi cuca volviera a latir, pero esta vez más fuerte. Era como si me pidiera que la acariciara, que jugara con ella. La complací. Hice espuma en mi vientre y con ella, dejé que mis dedos corrieran al rededor de mi pepa. Se veía espectacular, el jabón enjuagándose entre mis dedos, mientras estiraban y abrían los labios que despejaban la entrada a mi rico y rojo canilito. Con una mano, acaricié y pellizqué mis pezones, con la otra, mis dedos corrían libres dentro de mi. Mi espalda se arqueaba de placer y mis gemidos eran cada vez más largos. Alcé la mirada y me encontré de frente con ese rico envase de shampoo, que creo que compro por su rica forma y tamaño y no por su marca. Lo tomé en mis manos y lo acariciaba como si del huevo de Nico se tratara. Lo coloqué en el piso y en posición de cuclillas, me fui agachando y sintiendo lo rico que me abría; bajé más y más, hasta el punto de ponerme de rodillas para poder insertarlo todo. Lo sujeté con una mano y mi cuerpo solito empezó a subir a y bajar con un ritmo cada vez más loco, hasta dejarme caer toda sobre el y sentir como el final del divino envase rozaba ya mi cuca en los bordes donde queda metido todo. Con el estremecimiento y el grito que me causó, semejante acabada, lo saqué y lo puse nuevamente en mi boca; impregnado de mis jugos interiores, el sabor estaba riquísimo. Quería comer más, quería cuca.
Con las manos temblorosas, me fue imposible siquiera intentar darme la rasurada, por lo que salí del baño y me fui a clóset a buscarme algo sexi, provocativo y vistoso, (vistoso, es que me vean...) que ponerme y me fui al trabajo donde pasé el día como me gusta hacerlo, coqueteando y exhibiéndome un poco aquí y allá.
Al terminar la tarde, regresé a casa y volví a la ducha para refrescarme y concluir el trabajo de decoración que no pude terminar en la mañana y para darle el uso correcto para el que fue hecho al shampoo. Al salir de la ducha, oí que Nico llegaba, pero al oír una conversación difusa, comprendí que no había llegado solo. Rapidito, para ver de quién se trataba, me puse solo un camisón (franela larga a la rodilla) sin más nada debajo y salí para confirmar... Se trataba del amigo de la infancia de Nico, Roger y su esposa Graciela (no son sus nombres reales) y a decir verdad me desilusioné un poco... por aquello de que a pesar de haber tratado de involucrarlos en nuestras fantasías, la idea nunca nos había calado del todo, por los viejos y estrechos vínculos de amistad que nos unen, pero que sin embargo, eso no me había limitado en mis "jueguitos" en especial con él, a quien discretamente, en varias oportunidades, le he mostrado todo lo que tengo para ofrecer, haciendo que sus ojitos se me claven donde me gusta que los tengan firmemente clavados, pero sin que nunca la cosa haya pasado de algún recíproco roce o a lo más alguna sensual caricia.
Tal vez para seguir un poco en lo mío, al saludar de primero a Roger, me estiré un poco y con ambos brazos lo envolví sobre sus hombros, no dejándole más opción que apoyar sus manos sobre mis caderas, al momento de darle el beso, del que me aseguré que rozara el borde de mis labios húmedos con los suyos, a la vez que al apretarlo un poco, sintiera en su pecho, mis duritas tetas aplastadas contra él y como cuando ando caliente mi mente viaja a triple de su velocidad, se me ocurrió al instante, saludar de idéntica y erótica manera a Graciela, solo que esta vez, el gusto me lo llevé yo al sentir sus tetas contra las mías. Dejé para saludar de último a Nico, a quien luego de soltar las bolsas llenas de cerveza que traía en las manos, si le besé de lleno la boca, jugando un rato con su lengua,. Sin embargo, por la cantidad de botellitas, la visita no parecía para una noche de tragos y conversación amena, mucho menos para calmar mis sensaciones.
La reunión, me anunció Nico, era para ver un juego de béisbol que estaba por comenzar, agregando, que de un momento a otro llegaría un grupo de amigos de Roger, a quienes él había invitado. No había terminado de decirlo, cuando sonó el timbre y al abrir la puerta, me encontré con cuatro personas, varones todos y ninguno conocido. Traían mucho ánimo, o mejor dicho, venían ya algo "alegres"; se les notaba que desde más temprano, ya habían empezado a disfrutar, por lo menos de alguna cervezas. Allí parada yo, con mis pezones despuntando debajo del camisón, los cuatro se calmaron al verme y Roger intervino inmediatamente para presentármelos... De los nombres ni me acuerdo, pero como soy poco fanática del béisbol y tampoco es que en mi casa me iba a depravar frente a desconocidos, me di vuelta y un tanto frustrada, regresé para quedarme viendo cualquier otra cosa en la TV de la habitación.
Recostada en la cama y luego de pasar todo el día pensando solo en sexo, me permití fantasear con la escena que acababa de vivir al abrir la puerta. Me ideaba como sería ser tomada (a la fuerza o no) y hacerlo con un grupo completo de hombres desconocidos, me imaginaba lo que sería sentir estar rodeada de huevos, la leche de uno tras otro derramándose dentro de mi, mezclando sus polvazos y haciéndome acabar una y otra y otra vez.
Me disponía a continuar desarrollando en mi cabeza la idea y empezar a sentir ricas sensaciones, cuando fui interrumpida por el toc-toc a mi puerta. Abrí y era Graciela, que al invitarla a pasar, me dijo:
-Tu si eres... me dejaste sola y en medio de esos cavernícolas... ¿puedo estarme aquí contigo?
Y mientras cerraba la puerta con ella adentro, le respondí:
-Claro que puedes...Es que me vine porque a mi casi no me gusta el béisbol y prefiero estarme aquí. Si quieres recuéstate del lado de Nico y vamos a ver que conseguimos en la TV.
Ella se acostó boca abajo, viendo hacia el televisor que tenemos frente a la cama y yo, me quedé sentada de mi lado, contemplando la linda panorámica de su dorso y su trasero apretadito con los blue jeans que traía puesto. Mientras ella miraba la TV, comencé a imaginarla desnuda y pude notar el contorno marcado de su ropa interior, lo cual me recordó, junto a lo mojada que empezaba a estar, que yo no llevaba nada puesto y lo que me brindó una excelente idea que llevé a cabo.
Me puse de pié y mientras iba en camino a mi gaveta de ropita interior y le comenté:
-Cuando llegaste, apenas salía de baño y ni siquiera tuve tiempo de...
Abrí la gaveta, saque uno de mis "hilitos" y para asegurarme de tener sus ojos sobre mi, me paré frente a la tele, le di la espalda, me subí el camisón por encima de la cintura develándole completamente mis nalgas y entonces me las puse con toda calma, levantando bastante las rodillas para que despuntara mi bollito y al subirlas, me daba bomba con movimientos sensuales de mis caderas, para tratar de notar su reacción. Cuando terminé de subirlas, me giré para quedar de frente a ella y continué ajustándome los lados que dan a la entrepierna y tensando un poco la telita del frente, me aseguré de que los labios y mi pepa brotaran marcados debajo. Volví a bajarme el camisón y como si nada, retorné a mi lugar en la cama a esperar algún tipo de comentario que me diera algún tipo de pista.
La excitación que me había provocado era intensa. Mi cuca volvía a latir y esta vez muy humedecida. Mis ojos, una vez más, se centraron sobre ella que seguía allí tendida a lo largo, dándome la espalda. Pasaron unos pocos minutos y yo buscaba idearme alguna otra estrategia, cuando al momento de comenzar los comerciales en la TV, ella se volteó hacia mi y me comento:
- Que bien se te ve el hilito que te pusiste...! me gustó...!
Y añadió:
-Que buenas que se te ven...! yo tengo una parecidas, pero no se me ven así...
En ese momento, mi cuca destiló en fluidos pero, sin estar segura aun, por los tabú de la gente que comentaba anteriormente, de cual era el alcance de esas palabras, solo le dije:
- Ven que tengo otras para mostrarte...
Así que me puse de nuevo de pié y volví a la gaveta para mostrarle, casi como si fuese vendedora, todos los modelitos de los que dispongo. Popo a poco, primero uno, luego otro, iba mostrándoselos, a la vez que le hacía comentarios sobre las telas y encajes del frente y luego, las finas tiritas de la parte de atrás, de como las sentía y de cómo me gustaban... se las entregaba una a una y ella con ojos saltones los examinaba una y otra vez, quizás, pensaba yo por dentro, como queriendo imaginarme con cada modelo puesto.
Le dije:
- Esperate que pongo estas otras, para que veas como me quedan...
Y en medio de mi excitación, lo único que deseaba era volver a desnudarme frente a ella, así que me quité las que hacía minutos atrás, pero a esta altura ya bastante humedecidas, recién me había puesto y al terminar de quitármelas, me aseguré de llamar su atención, colocándoselas sobre la cama donde se mantenía acostada boca abajo, justo frente a su rostro. Dejé mi camisón por encima de la cintura y mientras metía la mano nuevamente en la gaveta para sacar otro par, pude ver de reojo, como ella cerrándose de hombros y apretando las nalgas, tomaba y frotaba en sus manos las otras que le había dejado en frente y acariciándose el rostro con ellas, inspiraba profundamente, queriendo captar el olor de mi sexo. Con eso me desbaraté. Al notar ella, que yo la había visto en tan espléndida acción, solo me preguntó:
-Me las puedo probar?
Y aunque a nosotras las mujeres, no nos gusta tanto eso de intercambiar nuestra ropa interior, me insinué diciéndole:
-Claro amor, puedes probar todo lo mío.
Inmediatamente se puso de pié y empezó a desabrochar su pantalón. Yo me disponía a darme el gusto de verla desnudarse y para distraerla, mientras seguía dándole vueltas a la gaveta, le pregunté:
-Cual prefieres que me ponga?
Y sin vacilar ni por un instante, cuando llevaba sus pantalones más o menor por las rodillas, me respondió:
- Ponte unas que tienes, que a pesar de ser así como blanquitas, son más bien transparentes y se te nota todo de todo.
Sabiendo exactamente a cuales se refería, me di vuelta para buscarlas y en ese instante me di cuenta de algo: ¿Cómo sabía ella que tengo ese par? y así mismo se lo pregunté... lo que nunca me esperé, fue la respuesta que me dio, al decirme:
- Es que acaso tú crees que solo Roger y los muchachos te bucean cuando reunidos aquí, o en mi casa, te luces abriéndote toda y mostrando todo lo que tienes? No chama... yo en más de una oportunidad me he quedado derretida de bucearte toda y en una oportunidad, hasta me hice la loca por un rato y fui a pajearme al baño para calmármela...
Con eso casi ya se me iban las piernas... me apuré a buscar las transparentes y en ponérmelas, asegurándome que me quedaran como me gusta mostrarlas, con los labios lo más abiertos que pudiera... y mientras, ella ya toda desnuda frente a mi, con su cuquita a la vista, comenzaba a ponerse el hilito prestado, copiando idénticamente, los ricos movimientos e insinuantes posiciones que yo le había brindado momentos antes. Se me hizo agua la boca al notar en su desnudez, los lindos vellitos que le recubrían el entorno de su hermoso y rellenito bollito. Creí que la situación era inmejorable, pero mejoró, cuando al terminar de subírselas, sentándose muy en el borde de la cama y juntando apretadamente los muslos, gimió un poco, exclamando:
- Ahhhh, siento lo mojadas que están, siento tu humedad en mi cuca.
Sentí el recorrer de sus ojos a lo largo de todo mi cuerpo, sentía que me comían viva y entonces, bajé mis manos y empecé a sobarme la pepa y el vientre frente a ella, que tomó de la cama las que se había quitado y al entregármelas dijo:
-Prueba la mías. Deben estar igual de mojadas...
Me acerque, las tomé y usando mi rodilla para separar las de ella que permanecía sentada, abrí sus piernas. Para devolverle el gesto, acaricié mi rostro con su humedad, y al olerlas, no me conformé, busque el punto más húmedo, las lamí e inclinándome sobre ella, las puse en medio de nuestras bocas al besarnos. Nuestras lenguas jugaban juntas y absorbían de la tela, aquella minúscula porción de su elixir divino, como preámbulo de la fuente de la que beberíamos las dos. Las retiré para poder seguir deleitándome con su lengua, acaricié su hombro y de allí recorrí a lo largo de su brazo hasta alcanzar su mano, que llevé acompañada de la mía hasta mi vientre. Al sentir su dedo adentrarse entre mis piernas, me erguí y terminé de quitarme el camisón.
Volví a agacharme, esta vez un poco más, lo cual sirvió para abrirle más espacio a sus dedos, a la vez que sentí en mis tetas, sus ricos labios besándomelas divinamente. La presión era perfecta, el roce provocador, jugaba con mi duro pezón, como si fuese una pequeña y delicada uva en su boca, a la que quería chuparle el jugo mordisqueándola sin querer romperla... Ufff sentía yo, cuando concentrada en las ricas sensaciones de mi pecho, vino lo mejor, pues con el filo de la uña de su dedo medio, raspaba lenta y suavemente la textura de mi telita transparente (rrrsrrrrsrrrsrrrsrrr), a los largo de toda mi rajita, parando por momentos para rascar dos o tres veces seguidas, solo en mi pepa y volver desde atrás a recorrérmela toda, causándome gemidos tan largos como el recorrido de sus dedo.
Llevé mis dedos a su cuca y al palpar, de verdad que entre su humedad y la mía juntas, aquello era un deleite de fluidos. No aguanté más, me quité la transparentes y volví a ella sentándome sobre su muslo y mientras volvíamos a entrelazar nuestras lenguas y jugando con nuestros cabellos, yo me movía continuamente de adelante hacia atrás, pues con mis fluidos, empapaba su pierna y me deslizaba, provocándome un gusto enorme sentir mis labios presionados y toda mi cuca y culo frotándose sobre ella..me hinqué en el piso para poner mi cabeza entre sus piernas. Besé su entrepierna, acercándome y abriéndolas poco a poco, llegué a poner mi boca y mi lengua para besar y lamer esa cálida cuca que latía poderosamente para mi. Nos detuvimos y nos pusimos de pié por un momento para desabotonarle su camisa y quitarle lo poco que le quedaba encima.
Volvimos a la cama y me pidió que me recostara y de inmediato nos pusimos para hacernos un 69 con ella sobre mi. Comenzó dándome lamidas formidables, similares a las que ya había recibido en mis tetas. Mientras yo, hacía lo posible por estirar mi cuello al máximo y así poder lamer su pepa, sus labios, su cuca hasta el redondel de su rico culo, que disfrutaba con placer, pues oía sus gemidos más seguidos e intensos.
Sin parar nunca la de arremolinar su lengua en mi, siguió acariciándome con sus dedos, los metía uno a uno. Mi excitación llegaba al máximo, cuando, como solo una mujer lo logra hacer, introdujo bien adentro uno de sus dedos y seguro, al oír mi fuerte gemido, supo que había encontrado al instante mi punto G; se concentró en este y me presionaba fuerte y repetidamente a manera de pulsos por unos pocos segundos y luego, mantenía la presión por cuatro o cinco segundos más, para entonces liberarlo y volver a comenzar. Bastó con que me repitiera ese proceso una pocas veces más, para sentir desde mi interior un calambre de fuego que me recorrió toda, un estremecimiento total. Sentí como mi cuerpo se arqueaba todo, tensándome al máximo y apretando con toda mis fuerzas los músculos de la cuca. Al gemir, o mejor dicho, gritar de placer, recordé que afuera, estaban Nico, Roger y los otros y que quizás me oirían... pero no me importó, estaba teniendo uno de los orgasmos más intensos de mi vida y si no me deshogaba con mis chillidos, no quedaría completo.
Reventada de placer, quise corresponderle a Graciela, por lo que le pedí que se diera vuelta y me dejara a mi estar arriba. Me puse sobre ella y empecé a usar mis hábiles dedos... de a ratos, entreabriéndole el culo y de a ratos insertándole de a dos en la cuca, todo mientras mi lengua jugaba con sus labios y su rica pepa. Deseaba continuar haciéndoselo lentamente, pero ella me tomó de la muñeca y guiaba mi mano a un ritmo cada vez más intenso más rápido y más profundo, deteniéndose, un par de veces, para pedirme que le metiese otro dedo antes de volver a tomarme y reiniciar el intenso bombeo de su cuca. Se detuvo una vez más, y levantando su espalda, se apoyó sobre sus codos, como para ver lo que allá abajo ocurría. Y en ese momento me dijo:
-Ven que te ayudo a empujármela... métemela toda...
Tomó los dedos y la parte alta de mi mano, los apretó juntándolos y entonces, al empujar, sentí como su cuca dilatada recibía toda mi mano dentro de ella.
-Métela y sácala toda, al mismo ritmo de antes, dale...
Me insistía.
Se estaba gozando de una acabada fenomenal, acompaña de intensos espasmos y gemidos que debieron ser aun más fuertes que los míos, pues cuando aun la tenía allí insertada sintiendo sus contracciones en mi mano, la puerta se abrió. No eran otros que Nico y roger, entrando a preguntar alarmadamente:
¿Qué ocurre, les pasa algo...?
En esas condiciones en las que nos pillaron, qué podíamos decir...
Pero eso y lo bueno que estuvo, se los cuento en otra entrega.
Por ahora chaito y besos ricos a todos, donde los quieran.