Nuevo comienzo. Capítulo 2: Encuentro.

Rouse pensaba que había perdido el amor de su vida. Pero se equivocaba. El destino tenía preparado algo para ella. Algo bueno. Algo nuevo. Algo que la hiciera sentir, como nunca nadie lo había hecho antes.

Abrí los ojos bien entrada la mañana. Los rayos de sol entraban por la pequeña ventana de la habitación, dándome justo en la cara, molestándome de una manera infinita. Me levanté pesadamente, frotándome los ojos y acostumbrándome a tanta luz que había. Mi cabeza comenzó recopilar toda la información de la tarde anterior. Una tarde que hubiera preferido olvidar completamente.

¿Qué haría ahora? ¿Le perdonaría? Claro que no. Jamás. Ni aunque suplicará. ¿Quién la decía a ella que no se repetiría? Además, él ni siquiera había contestado a su pregunta. ¿Cuántas veces habían sido? Aunque seguramente habían sido muchísimas.

Cuando me quise dar cuenta mis ojos ya estaban empañados de lágrimas de nuevo. Me las limpié rápidamente, y me levanté de la cama. No pensaría más en eso, debía organizar mi vida de nuevo, debía coger las riendas. Por mucho que me doliera, debía de ser fuerte y afrontar la situación. Me dirigí a al cuarto de baño para darme una buena ducha y quitarme el cansancio del cuerpo. Anduve despacio por el pasillo hasta llegar, y fijé la mirada en gran espejo que había. Dios, estaba espantosa. Tenía los ojos hinchados y rojos, con sus rizos negros enmarañados y los labios cortados.

Me desnudé rápidamente y me detuve a mirar mi reflejo. No estaba tan mal, o al menos eso pensaba ella. No era delgada, pero tampoco gorda, tenía sus curvas, y el vientre casi plano. Tenía unos pechos bonitos, puestos en su lugar, no muy grandes, pero que podía abarcar con una mano suya perfectamente. Lo que menos le gustaba de ella era su trasero, algo grande para su gusto, pero igualmente tampoco me importaba mucho. Era morena, con unos grandes ojos negros y pelo rizado del mismo color, que llegaba hasta sus pechos. A lo mejor necesitaba un cambio. Un nuevo aire. Tal vez cortarse el pelo por la barbilla, hacerse un tatuaje, o ese pircing que tanto la gustaba pero que Jorge tanto odiaba.

Encendí la radio y me metí a la ducha. Olvidar. Solo necesitaba eso, tener tiempo para ella. Se centraría en su trabajo y la pintura, una de las cosas que más la gustaba en el mundo. Y la emisora dió paso a otra canción. Una triste. Un que jamás había escuchado. Pero que reflejaba tan bien ese momento que me dejé llevar, sintiendo cada estrofa en mi alma, sin poder evitar derramar las lagrimas de nuevo.

Salí después de estar un buen rato en la bañera. Acurrucada bajo del chorro del agua caliente, cuando sentí que tenía la piel tan arrugaba como una pasa. Me puse el albornoz y me encaminé al salón. Necesitaba desahogarme, hablar con alguien y decir todo lo que se me pasaba por la cabeza, contar todo aquello que me había pasado. Cogí el teléfono de casa y marqué.

  • ¿Sí?. -Dijo una voz masculina al otro lado de la línea.

  • Diego, soy Rouse, ¿está Marta?.- Dije con un hilo de voz, aguantándome las ganas de llorar.

  • Si claro, ahora te la paso.- Contestó.

Escuché como dejaba el teléfono en la mesa e iba a buscarla. ¿Cómo se lo contaría? Comencé a ponerme nerviosa, y jugaba con mis rizos mojados, enrollándolos en los dedos. Era su mejor amiga y siempre se contaban todo, tanto las cosas buenas como las malas, y en estos momentos la necesitaba muchísimo. Escuché como alguien cogía el teléfono en la otra línea.

  • Rouse ¿estás bien?, Diego me ha dicho que te ha notado rara.- Dijo preocupada, con una voz nerviosa.

  • No.- Dije temblorosa.- He cortado con Jorge. Se ha acostado con otra.- Terminé diciéndola, apoyando la cabeza sobre la mano y llorando como una niña pequeña.

*

Ya habían pasado dos semanas desde que lo había dejado con Jorge. Había escuchado todos los mensajes de voz que me había dejado. Terminé por llamarle y hablar con él, aunque todavía no le hubiese perdonado. Por que tampoco se lo merecía. Todavía estaba todo demasiado reciente pero, le había escuchado. La había pedido volver con ella, quería arreglarlo. La había dicho que podía cambiar por ella, por aquello tan bonito que tenían, por ellos, porque no quería perderla. Pero no había cedido. Había pasado 14 días sin él, y seguramente podría hacerlo durante más tiempo. Aprovecharía su soltería por muchísimo tiempo.

Era sábado y aquella noche tenía una gran fiesta. Todavía no había salido en ese tiempo, me había centrado en el trabajo, por que además tampoco tenía el cuerpo para muchos trotes. Pero, al final Cristina había terminado por convencerme para ir, ya que era Marta quien organizaba la fiesta.

Cristina y Marta eran sus dos mejores amigas, aquellas con las que siempre podía contar; así que ambas tenían constancia de su recién soltería. Pero no eran las únicas que irían, por que también iba a ir su demás grupo de amigos y amigas. Lo malo era que casi todas y todos estaban con novios. Cristina posiblemente, fuera una de las pocas personas que disfrutaba de su soltería, y la independencia que esto le suponía. Por lo que había decidido estar con ella esa noche, no le apetecía estar entre tanta pareja junta.

Había quedado con ella a eso de las 10 de la noche ya que vendría a recogerme. Me había exigido ir preciosa esa noche, así que por primera vez en mucho tiempo la haría caso. Aunque también lo hacía por mi, necesitaba sentirme atractiva y guapa, aunque fuera solo ante mis ojos. Me arreglé a conciencia, después de una reconfortante ducha y una sesión de depilación, me alisé mi larga melena. No es que no me gustaran mis rizos, pero el pelo liso siempre me había favorecido. Me maquillé, realzando mis grandes ojos negros, y pintándome los labios con un color rosa. Después de rebuscar en el armario encontré un vestido turquesa el cual no había estrenado. Llegaba hasta la mitad del muslo y tenía un escote generoso, así que realzaba mucho más sus atributos femeninos. Junto con unos tacones negros de gran tacón y un bolso negro a juego, rematé el vestuario. Después de mirarme y re-mirarme ante el espejo de la entrada, le envié una foto a Cristina para que me diera su veredicto.

Al rato recibí un whatsapp de contestación. "Estás preciosa, me vas a quitar los ligues, perra. En 10 minutos estoy ahí. Nos vemos ahora mismo." Estaba majara, esa noche no pensaba ligar. Ni esa, ni en unas cuantas. Pero una sonrisa asomó de mis labios, era halagador que alguien la dijera que iba guapa. Cogí la americana negra y guardé un par de cosas en el bolso antes de bajar.

Cuando lo hice Cris ya estaba esperando al frente, en su flamante Chevrolet 4x4  negro que me fascinaba, y que ella tanto odiaba. Me encaminé a la puerta del copiloto y entré en el coche.

  • Gracias por venir a recogerme.- La dije mientras me  acercaba a darla dos besos en la mejilla. Me acomodé en el asiento y me puse el cinturón.- Sería una vergüenza ir con mi chatarra de coche.- Añadí riéndome y sonriéndola.

  • No te preocupes, es un placer llevar a una preciosidad como tú.- Contestó graciosa, mientras apretaba el botón de la música y arrancaba el coche.- Además, ya sabes que esté será tuyo en cuanto consiga mi preciado Lamborgini.- Terminó por decir con un brillo en los ojos.

  • ¿Todavía con esas?.- Dije sin poder aguantar la risa, era una chica muy terca.

  • Por supuesto. Me ofende que lo dudes.- Dijo lanzándome una mirada asesina.- He visto unos modelos que me chiflan, además no sabría que hacer con este monstruo, y sé lo mucho que te encanta.

  • Eres un sol, pero no podría pagártelo, ya sabes que no cobro mucho.- Dije mirando pasar las calles por la ventana.

  • No aceptaría tu dinero, ya lo sabes, sino no sería un regalo.- Se paró en un semáforo y me miró.-  Por eso hay confianza ¿no?

  • Eso sería abusar y lo sabes.- Contesté.- Además ni siquiera aceptaba las cosas de ...

  • No hablemos de ese.- Dijo cortándome. Sabiendo lo poquísimo que me gustaba que lo hicieran. Me fijé en que apretaba las mandíbulas con fuerza, fijando su mirada en volver a circular.- Esta noche es de nosotras, estaremos todas contigo.- Dijo suavizando el tono de voz y echándome una mirada dulce.

  • Muchas gracias Cristina, de verdad. Eres un amor.- Terminé diciéndola con ternura.

Al rato me centré en la canción que estaba puesta en el reproductor, una de Bruno Mars, así que empecé a bailar en mi asiento, de un lado a otro de forma graciosa mientras Cris se reía un poco de mi. La canción terminó y empezó a sonar Irremplazable de Beyonce, sabía de qué iba y Cristina también. Ella movía sus dedos al son de la música mientras se centraba en conducir, mientras que yo me quedé rígida escuchando los versos. Hacía mucho que no la oía, y nunca hubiera pensado que podría ser una experiencia propia. Me giré de nuevo y la miré.

  • ¿De verdad hace falta esto Cristina? .- Dije levantando la ceja y señalando el reproductor de música.

  • Sí, así vas con ánimos a la fiesta.- Dijo ella sonriéndome mientras seguía conduciendo y subía el volumen.

"¿Qué sabes tú de mi? No me hagas reír,

Me verás con otro hombre a mi lado,

Ya verás traidor voy a sustituirte, a olvidar tu amor.

Ya me curé del dolor, ya te saqué de mi corazón

Vete con ella solo los dos. Pobre de ti, lárgate me das asco... "

  • Así no me animas eh, solo haces que recuerde más veces que me fue infiel.- Dije girándome, mirando por la ventana. Todavía dolía.

  • Tendrás que superarlo, esta es la primera noche que sales como soltera.- Dijo más alegre, cogiendo la avenida central yendo de camino a la discoteca.

  • ¿Qué estáis planeando?.- Dije girándome rápidamente, por su tono de voz.

  • Nada.- Contesto encogiéndose de hombros y mordiéndose un labio.

Dios. Que peligro tenían, pero sobre todo ella. Las demás eran más recatadas y pudorosas, no creo que se atreverían a hacerme alguna locura. Pero Cristina ... Cristina era otro cantar. La más alocada del grupo, la que menos vergüenza tenía, y a la que más le gustaba salir y ligar por ahí. También era la que más había experimentado, siempre contaba sus anécdotas sexuales; con hombres, mujeres, tríos, orgías. Sí, esta mujer era todo un peligro andante. Podría decirse que le echaba trastos a todo lo buenorro  o buenorra que se movía. Porque era muy guapa, guapísima, y siempre había elegido bien sus ligues. Era rubia con un pelo liso hasta la cintura, bastante delgadita, y con unos buenos pechos, aunque estos si eran operados. Pero, lo que más destacaban eran sus ojos, unos impresionantes ojazos grises que llamaban la atención de todo el mundo. Muchas veces la habíamos visto en pleno ataque, aleteando las pestañas con mirada de angelito mientras se mordía el labio. Era un as de la seducción, pocos se la resistían, y menos cuando encontraba un corderito para hincarle el diente. Llevaba un vestido rojo pasión a juego con sus potentes labios, con poco rimel ya que no le hacían falta nada para resaltarlos.

Llegamos poco después de internarme en mis pensamientos, y por suerte conseguimos aparcar cerca de la discoteca a la que íbamos. Marta había quedado con nosotras dentro y había entregado a Cristina las entradas VIP del lugar. Ni siquiera tuvimos que esperar cola. Les dimos las entradas al segurata de la puerta. Un tipo grande. Un rubio de ojos miel, tenía un aspecto duro, y eso hizo que me pareciera más atractivo aún. Cristina entró rápido, pero él se me quedó mirado unos instantes de arriba a bajo, guiñándome un ojo antes de entrar.

  • Qué, ¿te gusta alguno?.- Dijo Cristina dándome un codazo nada más entrar en esa discoteca.- Por que el segurata estaba bien bueno y te ha echado una buena pasada ... Además seguro que la tiene grande.- Añadió después de una pausa, lanzándome una mirada pícara.

  • ¡Cris!.- Dije ruborizándome.- ¿Acaso crees que voy a ir como una perra en celo?.- Contesté un poco molesta, quitándola una de las pulseras VIP rojas y ajustándola a mi muñeca.

Cristina solo se rió, y me imitó poniéndose la pulsera. Había muchísima gente en la discoteca, así que me agarró la mano y comenzamos a vagar hasta nuestra zona reservada, donde ya se encontraba bastante gente. Después de enseñar la pulsera al segurata que estaba plantado en la entrada, pude ver a Marta entre tanta gente haciendo señas para que nos acercáramos.

  • Pensé que no llegabais.- Dijo Marta abrazándonos a ambas a la vez.- Estáis guapísimas eh.- Dijo cuando nos soltó, dando un par de pasos hacia atrás para vernos mejor.

  • Anda que tú no te quedas corta. - Dijo Cristina riéndose, y colocándose bien el vestido.- ¿Dónde está la barra? Que tengo que emborrachar ya a Rouse.- Dijo dándome una nalgada y dirigiéndose a donde había señalado Marta entre risas.

  • Esta chica no cambiará nunca.- Susurro Marta agarrándome del brazo y llevándome a otra zona. Cogió mi americana y se lo dió a un camarero para que lo guardara con los demás, y nos sentamos en unos grandes sillones.- ¿Qué tal estás?.- Dijo mirándome a los ojos

Me puse a hablar con ella, pero sin extenderme demasiado en contarle como estaba. Me había llamado durante las dos últimas semanas bastantes veces, preocupándose mucho por mi, hasta demasiado, pero agradecía su interés. Me miraba fijamente, escuchándome, haciendo pequeñas intervenciones de vez en cuando, preguntándome que haría con sus cosas, o si iría a recoger todas mis pertenencias que todavía estaban en su chalet. No lo había pensado, pero sería bueno darle todo aquello que me recordara a él. Seguí contándola algunas cosas hasta que vimos aparecer a Cristina.

  • ¿Qué hacéis?.- Dijo Cris cuando llego hasta donde estábamos, con dos cubatas en la mano.- Dios, ¿qué cojones la has hecho? En el coche estaba más contenta.- Espetó Cristina a Marta.- Más te vale que te animes o  te animo yo ... y sabes lo buena que soy.- Termino de decir. El rubor volvió a alojarse en mis mejillas. Nunca me acostumbraría a las sinceridades de Cristina.

  • Cristina, que la asustas.- Volvió a decir Marta, riéndose a más no poder, por la cara que había puesto.

  • Es la verdad. No me costaría mucho hacer gozar a esta morena. Además, sé que disfrutaríamos ambas.- Dijo encogiéndose de hombros, dando una pasada a mi anatomía mientras se mordía el labio.

  • ¡CRISTINA!.- Dije abriendo los ojos como platos. Alcancé mi copa de sus manos y le di un buen sorbo. Joder, demasiado cargado. Pero es lo que necesitaba después de lo nerviosa que me había puesto.

Sabía perfectamente que Cristina era bisexual, pero yo no llegaba a acostumbrarme a que fuera tan sincera conmigo. Solía ser muy pudorosa en contar cosas sexuales, y más aún si alguien insinuaba que quería acostarse conmigo. Pero ella lo decía sin pensárselo dos veces, y con más frecuencia de la que a mi me gustaría. No la tomaba en serio, ya que sabía que a mi no me iban las mujeres sino, posiblemente, Cristina hubiera sido una buena amante, porque ninguno o ninguna que pasaba por sus manos se iba insatisfecho a casa.

Las dos se rieron de mi. De mi pudor e ingenuidad. Pero era así. Era la que menos había experimentado, ya que Jorge había sido el único chico en el tema sexual. Tampoco me iban los rollos de cambio de parejas, ni tríos, ya que no me gusta tener que compartir a mi pareja. Puede sonar muy egoísta, pero así es como yo lo veo. Y a parte de unos cuantos lugares concretos y algunas posturas que había practicado, no era ninguna entendida en ese tema. A mis 22 años sabía que todavía necesitaba aprender muchísimas cosas sobre el sexo, y estaría encantada de aprenderlas en mi nueva etapa de soltera. Marta, por ejemplo, había experimentado aunque menos que Cris, ya que ella se llevaba la palma. Había tenido su época lesbica, teniendo algún affaire con Cristina en alguna ocasión, pero se había dando cuenta que prefería una buena polla. Así que al final había terminado encontrando a Diego, con el que ya llevaba 2 años muy buenos.

  • ¿Nos vamos a bailar? - Me susurró Cristina al oído. Ni siquiera la había sentido acercarse. Me giré a mirarla y tenía con una sonrisa de oreja a oreja.

  • Sin cosas raras ¿eh?.- La dije dando un buen sorbo de la copa mientras me levantaba. Ella asintió con la cabeza.- ¿Prometido?.- La repetí sonriéndola.

  • Prometido.- Me contesto con la mano en el pecho, sobre el corazón, de forma muy graciosa mientras me ponía ojitos.

Me terminé la copa de un trago. El alcohol bajó rápido, quemándome la garganta a su paso. Marta vitoreó, y yo cerré los ojos calmando el calor que me había entrado de golpe. Dejé la copa vacía en una mesa mientras seguía a Cristina y Marta que iban en cabeza. Salimos de la zona VIP, yendo directamente a la pista de baile. El baile era una de mis pasiones, conseguía trasladarme a otra dimensión, haciéndome olvidar todos los problemas. Me arreglé el vestido mientras llegábamos, Marta me agarro del brazo y comenzó a bailar conmigo. Comencé a bailar al son de la música, sintiendo las notas fluir por mi cuerpo, riéndome, moviendo las caderas de un lado a otro y dando vueltas en los brazos de Marta. Cristina se acercó por detrás, poniéndose entre ambas y me agarró de las caderas. Comencé a moverme más lento, restregándome a más no poder contra ella, como lo hubiera hecho para poner bien cachondo a algún tío. Bailé unas cuantas canciones más así, con Cristina siguiéndome el ritmo mientras dábamos vueltas o intentábamos coordinar nuestros pasos. Estuvimos así casi todo el tiempo, pasando de la pista de baile a la barra y viceversa. Tomaba las copas como si fuera agua. Sentía el alcohol correr por mis venas, sintiéndome más desinhibida a cada trago que tomaba. Bailaba tanto con mis amigas, como con los amigos que se habían animado por fin a bajar a la pista de baile.

Después de un buen rato bailando volví a la barra y me tomé otro tequila. Ya iba bastante perjudicada, pero en ese momento no me importaba lo más mínimo. Y además al ser VIP podía consumir todas las bebidas que quisiera. Así que me pedí otro y me senté en el taburete, contemplando a Cristina. Estaba hablando con un chico mientras bailaba en la pista. Movía las caderas al son de la música y él la susurraba algo al oído, ella solo se reía mordiéndose el labio, mientras el bajaba sus manos hasta llegar a su culo y agarrárselo, para acercarla más a su cuerpo. Ya había ligado. No había duda de aquello, y me alegraba por ella. Me miró, yo alcé el chupito mientras la sonreía. Seguramente se iría con el chico, así que tendría que pedirme un taxi para volver, aunque con la borrachera que estaba cogiendo tampoco era un problema. Sentí que necesitaba moverme de nuevo, volver a la pista y seguir bailando, por que sino empezaría a dolerme los pies por los taconazos que llevaba puestos.

Dejé el vaso de chupito sobre la mesa y me di cuenta de que un hombre me miraba fijamente. Estaba a unos cuantos pasos de mi, era un hombre bastante más mayor que yo, tal vez de unos 35 años o más. Era un señor bajito con entradas, con una barba bastante descuidada, y una barriguita cervecera que se notaba debajo de la camisa a cuadros que llevaba. Cuando se fijó que le miraba me guiñó el ojo y se acercó. Le correspondí con una mueca, y giré la cabeza cuando vi sus intenciones.

  • ¿Qué tal estás preciosa?.- Dijo nada más venir, mostrándome una sonrisa con unos dientes algo amarillos.

-Bien, bien ...- Contesté intentando no darle importancia.

Él se acercó más y comenzó a mirarme sin pudor alguno. Después de unos minutos me cabree de que siguiera mirándome como un trozo de carne, lamiendo sus labios y poniendo los ojos en blanco a cada rato. Le daría una ostia como no se fuera ya.

  • ¿Quieres algo?- Le espeté, haciendo que levantara la vista de mis pechos.

  • Que vengas a mi casa.- Soltó, volviendo a repasar mis piernas con su mirada.

  • Eso no pasará ni en tus mejores sueños, chato.- Dije forzando una sonrisa, y levantándome del taburete. Ya estaba demasiado incomoda.

Solamente pude dar unos pasos, ya que sentí sus pequeñas manos agarrándome del brazo y tirando de mi. Tenía bastante fuerza para lo pequeño que era. Me tiró con fuerza hacia él, chocando uno de mis muslos con su entrepierna.

  • No puedes dejarme así.- Comenzó a decir, restregandome con su paquete.- No sabes lo duro que me tienes preciosa.

En un momento me entraron nauseas y cerré los ojos. ¿Qué pretendía? ¿Qué follara con él? ¿Acaso se atrevería a forzarla si me negaba? ¿O se referiría a una simple mamada? No me dió tiempo a seguir haciendo teorías, ni a girarme para encarar a ese jodido pervertido y darle una buena bofetada, ya que sentí un brazo en mi cintura que me tiraba con fuerza alejándome de aquel tipo.

  • Ha dicho que te larges.- Dijo una voz masculina detrás de mi.- Y hazlo rápido si no quieres que te parta la cara por tocarla.- Volvió a decir mientras me pegaba a su cuerpo de un movimiento rápido.

Sentí su cuerpo duro en mi espalda. No podía verle, pero estaba segura de que era bastante fuerte. No abrí la boca, solo acerqué mi mano a su antebrazo, intentando protegerme de aquel tipo que estaba en frente. Este sólo me miro y se dió la vuelta, murmurando algo bajito sin que yo pudiera enterarme que había dicho.

Cuando estuvo bastante lejos me di la vuelta. Me encontré con un chico joven más alto que yo, aún estando en tacones. Era  muy guapo. Moreno con unos ojos verdes que me miraron después de unos segundos. Sonrió, mostrandome una sonrisa preciosa.

  • No tenías por qué hacerlo, sé defenderme solita.- Dije soltándome de su fornido brazo.

  • Valla ... y yo que pensaba oír un "gracias".- Dijo alzando una ceja y dejandome marchar.

  • Soy mayorcita, sé cuidarme sola- Le contesté alzando la barbilla.

  • Pues no parecía eso cuando se restregaba contigo.- Murmuro encogiéndose de hombros.

  • ¿Quién te dice a ti que no me gustara?.- Contesté intentando parecer segura sin conseguirlo.

  • Lo dudo, no tienes pinta de que te gusten los hombres así.- Dijo gracioso, sentándose en el taburete en frente mia, mientras me sonreía.- Además, no has dudado en agarrarme el brazo cuando te he cogido.

  • Y tú que sabes como me gustan a mi los hombres.- Me sentía con la necesidad de no parecer la chica ingenua que era, sacando mi lado duro y borde que tenía muy muy en el fondo.- No me conoces de nada.- Dije terminando la frase.

  • Uh, así que la gatita tiene garras.- Contestó mirándome fijamente, mordiéndose el labio al terminar la frase.

Dios. Esa voz me había puesto un montón. Era una voz grave y varonil, que había conseguido ponerme la piel de gallina. Me quedé mirándole fijamente, pasando por toda su anatomía. Iba sin barba, lo que hacía que pareciera más pequeño pero con un punto sexy que me ponía a cien. Tenía una complexión media tirando a fuerte, sin ser de los que van a matarse al gimnasio. Me gustaba su forma de vestir, nada extravagante, ni tampoco demasiado pijo, una camisa a blanca con unos vaqueros azules muy oscuros. Me fijé en sus manos, eran grandes, y en su muñeca izquierda también llevaba una pulsera VIP roja. ¿De qué zona sería?

Me volvía a fijar en sus ojos. Desprendían sensualidad y picardía, con un toque dulce que me encantó. Me mordí el labio pensando en qué decirle.

  • Gracias.- Terminé susurrando, bajando mi mirada hacia sus labios. No me había fijado en ellos hasta ahora, pero eran carnosos, y se veían apetecibles. Unas ganas de probarlos inundaron todo mi cuerpo de golpe.

Me sonrió de nuevo y, joder que sonrisa, era sumamente bonita. Se levantó del taburete y se acercó a mi, inclinándose a mi oreja, mientras apoyaba el brazo en el filo de mi espalda.

  • No tienes que darme las gracias, ha sido todo un placer, gatita.- Contestó contra mi oído. Sentí su tibio aliento chocar contra mi oreja, consiguiendo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Definitivamente, había conseguido ponerme muy cachonda ese chico.

  • ¿Como te llamas?.- Dije girando la cara, casi rozando mi nariz con la suya. Le miré a esos ojos verdes que me volvían loca, mientras intentaba no bajar la mirada mucho a sus labios, ya que sino terminaría por comérmelos.

  • Jack.- Contestó después de unos segundos. Se mordió los labios, y bajó la mirada a los míos, sintiendo como se los comía con la mirada.

BUEEEEEEEEEEEEENAS LECTORES;

Ya ha pasado una semanita y aquí os traigo el siguiente capítulo de la serie. Creo que voy a hacerlo así. Voy a ir mandando un capítulo cada semana, así no parezco demasiado pesada.

Por favor no me matéis por no meter sexo en este capítulo. De verdad que quería meterlo, ya que hasta a mi me apetece, pero es que sino me parecía que el capítulo era algo largo y podría ser pesado al leerlo, así que espero introducirlo en el siguiente.

He de dar las gracias de corazón a todos aquellos que habéis leído el anterior capítulo, y más a aquellos que perdieron unos minutos más en comentar y votar. Sois un amor.

Y bueno, no quiero daros más la vara, espero que os haya gustado este capítulo, que comentéis y votéis si queréis, que de verdad tendré muy en cuenta vuestros comentarios y sugerencias.

Espero que tengáis un maravilloso día, y no dejéis de leer. Nos vemos en los próximos capítulos.

Besos enormes.