Nuevas sensaciones

David se muda de ciudad, en ella descubrirá nuevos amigos y nuevas sensaciones.

Capitulo I

El sol se asomaba tímidamente en el cuarto de aquel joven que se encuentra dormido. Los rayos calientan el cuerpo de David, acostumbrado a dormir en boxer y una franelilla fina, aun no se adapta al cambio, mientras tanto el sol sigue tostando su blanca piel. Hace pocas semanas llegó a esta hostil ciudad junto a sus padres y su hermano menor al que le lleva un año de edad. Nada se parece a su viejo hogar, extraña la tranquilidad y sus amistades las cuales abandonó por el cambio de trabajo de sus padres. Ahora tiene que empezar desde cero y hacer nuevos amigos, nada fácil para él que es tan introvertido.

Las primeras semanas en el colegio no pudieron ser peores, primera vez que estudiaba con 35 personas y solo había conversado con Manuel, un chico moreno, que estaba en la misma situación que él, eran nuevos en el instituto, nadie se les acercaba ni por error. David sabía que tenía que integrarse para hacer más llevadero esta nueva vida. Así que empezó a observar a todos y se encontró con que Alejandro era el líder del salón, todos lo seguían, era el de las ideas y además era atractivo: catire, ojos verdes, cuerpo bien formado y labios finos. David tenía que ser su amigo para ser aceptado dentro del grupo, por lo que en la salida se acercó a él y se le presentó. Alejandro lo vio, se sonrió pícaramente y le dijo: disculpa que no te había hablado antes, ya me había dado cuenta de tu presencia, pero no sé porque no me había presentado. Espero que no tengas una mala imagen de mí. Si quieres ven esta tarde a mi casa, allá van a estar casi todos los muchachos.

David sabía que esta era la oportunidad para integrarse al grupo, así que apenas pasó por su casa, comió y aun con el uniforme del colegio fue para la dirección que le dio Alejandro. Tocó la puerta y le abrió Miguel, un muchacho flaco, alto que se la pasaba con Alejandro para todos lados. Entró y vio que estaban Alejandro, Luís, Gustavo, Eduardo y Manuel, todos compañeros de salón. Apenas lo vio, Alejandro dijo:

-Muchachos él es David, el amigo del que le hable ahora, él es nuevo en el instituto así que vamos a darle una buena bienvenida.

David se asustó un poco, pensaba que le iban a hacer alguna travesura por ser nuevo en el grupo, pero por el contrario todos se portaron muy cordiales con él. Así pasó la primera hora, entre chistes y cuentos fue conociendo a cada uno, aunque apenas había cruzado palabra con Alejandro y Manuel quienes estaban apartados del grupo y hablando muy bajito. Sin darse cuenta, ellos desaparecieron de escena, él se preocupó y le preguntó por ellos a Gustavo.

Gustavo: Tranquilo, ellos fueron un momento a la habitación, Alejandro le va a dar la bienvenida al morenito.

David: ¿bienvenida, a mi no era a quien me iban a dar la bienvenida?

Eduardo: jeje, Manuel tenia ya unos días esperando la bienvenida, a ti te tocará pronto. No desesperes.

David: un momento, ¿qué es la bienvenida, que no entiendo?

Gustavo: ven acá, siéntate que nosotros te contamos.

David se sentó en el mueble y a cada lado se sentaron Gustavo y Eduardo.

Gustavo: todos nosotros pasamos por esta bienvenida, Alejandro es el encargado de darla, puesto que él inicio con esto.

David: pero, ¿de qué se trata?

Gustavo: no te lo imaginas.

Gustavo posó su mano sobre la rodilla de David y empezó a acariciarla. Por el otro lado, Eduardo empezó a jugar con los rizos de David, quien un poco incomodo y asustado dijo:

  • No se, no me imagino lo que pueda ser.

Gustavo: nosotros no podemos enseñarte, eso es trabajo de Alejandro, pero lo que te puedo decir es que la pasaremos muy bien.

Eduardo: además eres muy lindo, me fascinas, no puedo esperar a estar contigo.

Al escuchar esto, David se paró bruscamente y dijo:

  • Me disculpan, pero no soy gay, a mi no me gustan esas cosas.

Gustavo se levantó y le tomo la cara. ¿Cómo sabes que no te gusta si no lo has hecho?, le preguntó y se acercó a David para darle un beso en la boca. Sin embargo, David se apartó y salió rápido de la casa, no sin antes escuchar: tranquilo, sabemos que volverás, todos lo hacen

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En el cuarto, Alejandro acostó a Manuel en la cama, y con su lengua empezó a lamerle el cuello. Suavemente su mano empezó a desabotonar la camisa a la vez que su lengua empezaba a subir hasta llegar a los labios carnosos de Manuel que rápidamente abrió su boca en espera de recibir un apasionado beso que no tardó en suceder. Las lenguas jugaban tan apasionadamente que Manuel se sentía en otro mundo, nunca había sentido tanto placer. No quería despegarse de aquella boca tan dulce. Sin embargo, sabía que aun faltaba placer y cuando Alejandro se separó de sus labios él no opuso mayor resistencia.

Alejandro, vio los ojos deseosos de Manuel, luego bajo la mirada a un pecho desnudo que pedía a gritos ser tocado, acariciado, quería ser recorrido en su totalidad y Alejandro no defraudó cuando con sus manos empezó a acariciar todo ese tronco moreno que se retorcía de placer. Su lengua comenzó a juguetear con las tetillas, unos leves mordisquitos y Manuel estaba que explotaba, debajo de su pantalón tenía su pené erecto, apunto de estallar. Alejandro lo sabía, pero como un maestro lo hacia sufrir, cada toque de su mano en el pecho de Manuel era una descarga de placer que lo calentaba cada vez más y más.

Manuel no soportó más y dijo: por favor desnúdame ya, no soporto más tus besos aquí arriba quiero que bajes más, antes de que me corra. Alejandro sonrió, sin embargo duró un rato más acariciando y besando lentamente el abdomen, antes de desabotonar el pantalón, Manuel sonrió de placer, por fin venia lo mejor. De un solo jalón Alejandro descubrió el pené grande y erecto de Manuel, era negro, como de 18 cm., lo tomó por su tronco y empezó a masajear el glande. El corazón de Manuel estaba acelerado, latía más rápido cada vez que los dedos de Alejandro acariciaban su pene. Sintió como se deslizó la mano de Alejandro dos veces a lo largo de su pene erecto para luego bajar hasta la entrada de su ano. Manuel comprendió que su pene no era el objetivo de Alejandro, sino que su culo era lo mas deseado por su amante así que abrió sus piernas lo mas posible dejando descubierto todo su ano. Alejandro sonrió y empezó a quitarse la ropa lentamente, dejando al descubierto su pecho blanco con tetillas rosaditas, un abdomen plano y provocativo, brazos fuertes, axilas sin vellos, una cintura esquicita, unas piernas fuertes y depiladas; y por ultimo lo mas deseado un pene erecto, la cabecita rosada, grueso y como de 16cm, dos hermosas bolas redonditas complementaban el ansiado manjar.

Alejandro se tomó su tiempo, masajeó lentamente el ano de Manuel con sus dedos, cuando sintió que ya estaba listo, introdujo un primer dedo que tímidamente entraba y salía del culo de Manuel, quien gemía de placer, luego vino un segundo dedo y repeticiones más aceleradas que llevaron una satisfacción enorme. Sin embargo, lo mejor estaba por venir, abriendo lo mas posible las piernas, Manuel recibió la cabeza del pene de Alejandro, lentamente se abría paso por el recto, centímetro a centímetro iba entrando todo el miembro, Manuel apretaba los dientes para no soltar un grito de dolor y placer, hasta que finalmente un ultimo empujón hizo que entrara todo finalmente y el grito no se hizo esperar en toda la casa.

Un rato esperó Alejandro para que aquel culo virgen se adaptara al tamaño y a la textura de su pene, luego empezó lentamente a moverse hacia atrás y hacia delante, procurando ser piadoso con Manuel quien con los ojos cerrados aun aguantaba un poco el ardor de la primera vez. Cuando sintió que el trasero empezó a moverse, y el ano tragaba su pene sin que él lo intentara, Alejandro supo que Manuel ya estaba listo para recibir sus embestidas salvajes, las cuales no tardaron en llegar, a velocidad cada vez más rápida, el ano de Manuel era perforado cada vez mas fuerte, con mas furia, con mas pasión. Manuel solo se aferraba a las sabanas de aquella cama mientras gemía cada vez mas y mas, nunca antes había sentido esa sensación de placer, Alejandro no lo decepcionaba y le daba mas descargas de furia, hasta que un flujo caliente lo invadió por dentro, las embestidas cesaron y Alejandro sacó su arma del ano de Manuel.

Un chorro de semen bajo por el abdomen y manchó la cama, David abrió los ojos y vio su cuarto oscuro, en la soledad, sus ojos aun desorbitados no caían en cuenta de la situación.