Nuevas sensaciones (4)
La caida de un nuevo virgo.
Capitulo IV
La sonrisa aun permanece radiante en el rostro de aquel joven que ha descubierto el placer. Sus manos recorren su cuerpo palpando sobre su piel todo el deseo fogoso que de él se desprendía el día anterior. Se muerde los labios para contener sus gemidos, su felicidad es enorme mas no quiere que mas nadie se entere en la casa, ese sentimiento es suyo y de nadie mas. Su respiración se acelera a la vez que su pene apunta hacia el blanco techo de su cuarto donde empieza a dibujarse las escenas que permanecen imborrables en su mente.
Alejandro abre la puerta, era Miguel, venía a realizar un trabajo asignado en el instituto, era urgente reunirse con su pareja de estudios, tenían que entregar la asignación al día siguiente y no habían avanzado en nada, por eso estaba ahí. Alejandro lo invita a pasar, al cruzar a un lado suyo, Alejandro le da un vistazo a su presa, a pesar de tener clases hasta hace dos horas, Miguel se había cambiado y venia con una franela blanca, un poco holgada, zapatos deportivos, unas medias que le llegaban hasta los tobillos y un apetitoso short blanco que resaltaba un buen trasero y dejaba al descubierto unas torneadas piernas morenas, sin ningún vello. Era muy tentador como para desaprovechar la oportunidad de darle la iniciación a ese moreno de incipiente bigote.
Se sientan los dos en el mueble, uno al lado del otro. Miguel hablaba sobre el trabajo, que si tenían que redactar un informe y otras cosas. Alejandro no le prestaba atención, solo apreciaba esas piernas que al estar sentado mostraban un poco mas arriba de las rodillas y realzaban los músculos que se han ido forjando partido tras partido de futbolito, quizás por esa pasión al deporte venia con ese atuendo ligero. Alejandro ya lo tenía decidido, ese era el día en que lo poseyera. Por su parte, Miguel se encontraba nervioso, ya se había percatado de las miradas de su compañero y conocedor de la realidad homosexual en el salón le hacían pensar que esto podía terminar mal, sin embargo no quiso detener el momento, tal vez por nervios o porque quería ver hasta donde lo llevaba el miedo que tenia y que hacia que su corazón latiera mas rápido.
Alejandro: ¿practicas algún deporte, verdad?
Miguel: si, juego futbolito desde pequeño, no soy tan bueno como mis primos que si están en una escuela de fútbol, pero juego como cuatro veces por semana. ¿Por qué?
Alejandro: lo pregunto porque tienes unas piernas muy bien formadas, quisiera yo tener unas piernas así, las mías son débiles mira, tócalas.
Alejandro se subió el pantalón hasta las rodillas, mostrando unas piernas blancas y suaves, completamente opuestas a las de Miguel, quien dudó un instante antes de tocar con las puntas de sus dedos aquella piel.
Miguel: no son tan frágiles, tienes que hacer un poco de ejercicio nada más, trota un poco todos los días
Alejandro: lo haré, pero ya tocaste mis piernas, ¿yo puedo tocar la tuya para ver como se sienten?
Miguel solo asintió un poco temeroso por cómo podría terminar todo ese juego. Aquellas manos pálidas empezaron tocando la pierna derecha, desde el tobillo, e iban subiendo despacio por toda la extremidad, masajeando la piel suave pero sintiendo la tonificación de la misma. Hubo un momento de silencio, las manos llegaron hasta el short, Miguel se estremeció al sentir como los dedos de Alejandro se escurrían por debajo de su ropa buscando un trofeo erguido. De repente se levantó, un impulso lo hizo reaccionar.
Alejandro: discúlpame, me deje llevar, es que se sienten muy bien tus piernas.
Miguel: está bien, no hay problema.
Alejandro: ¿te puedo pedir el favor de que te quites la franela?, quiero ver si también tienes marcados esos otros músculos.
Miguel titubeó, mas el placer que sintió al ser tocado por esa forma merecía un premio, por lo que se quitó lentamente la franela dejando al descubierto unos abdominales que se comenzaban a marcar al igual que los pectorales. Alejandro se deleitaba ante este espectáculo a la vez que Miguel se sentía cada vez mas excitado por la situación, se encontraba semi desnudo ante un hombre que lo deseaba.
Alejandro: me vas a disculpar, pero no puedo aguantar más mis deseos de poseerte.
Alejandro se levantó, se colocó frente a Miguel y ante la incredulidad de este, lo tomó entre sus brazos, apretando con sus manos la espalda a la vez que le daba un beso en la boca. Al principio hubo resistencia, pero luego su lengua penetró en las profundidades de aquella boca virgen. El beso se sentía bien, pero a Miguel le excitaba mas sentir como las manos de Alejandro descendían por su espalda hasta perderse dentro de su short, esas manos jugueteaban con sus nalgas, duras y redondas, nadie las había tocado antes, pero ahora que esas manos blancas han llegado hasta ahí, permitiría que las tocarán todo lo que quisieran. El beso duró unos minutos más, había que darle su tiempo a que esas lenguas se conocieran. Al separarse, Alejandro vio los ojos brillosos de Miguel, eran de confusión y de felicidad.
Alejandro: besas muy bien, además me fascinan tus nalgas, no puedo separar mis manos de ellas.
Miguel: bueno, no se que decir, tu también besas bien, pero esto no puede estar pasando.
Alejandro: pues esta pasando, y además lo estas disfrutando y lo seguirás haciendo.
Miguel: ¿disfrutando?, pues no sé, esto es nuevo para mí
Alejandro: escúchame, vamos a hacer algo, yo no puedo forzarte a hacer nada. Yo me voy a cambiar al cuarto, este uniforme me tiene harto, ahí sobre la mesa están las llaves, si te quieres ir tómalas y vete, pero si cuando regrese aun estas aquí asumiré que compartes mis deseos.
Alejandro se marchó para la habitación. Miguel caminó hasta la mesa y tomó las llaves, se quedó pensando sobre la situación y lo que deseaba. Diez minutos más tarde apareció Alejandro, solo traía una toalla alrededor de su cintura, vio hacia la mesa y no encontró las llaves, sin embargo al levantar la mirada encontró a Miguel sentado en el mueble solo con el short puesto y con la cabeza gacha. Alejandro se acercó y con una mano tomó el rostro de Miguel y con la otra le puso su pene frente a la boca.
Alejandro: mamamela.
Miguel sabía las consecuencias que traía el haberse quedado. Apreció la magnitud de aquel miembro de 16 o 18 cm., abrió lentamente su boca y fue introduciendo en ella poco a poco todo aquel pedazo de carne, centímetro a centímetro fue desapareciendo el pene de Alejandro hasta que llegó al tope, Miguel no podía meterse más carne en su boca. Alejandro entendió la situación, así que tomó los cabellos de Miguel y lo fue guiando con movimientos hacia delante y hacia atrás hasta que este tomó el ritmo y lo hacia por si solo. Alejandro disfrutó de la mamada que le estaban dando, duró hasta que se sentía próxima la eyaculación. Allí Alejandro sacó su miembro duro y mojado de la boca de Miguel.
Alejandro: ya me has dado suficiente placer, ahora me toca a mi proporcionártelo. Acuéstate boca abajo en el mueble que yo haré el resto.
Miguel obedeció. Al tener a disposición ese cuerpo moreno, suave y fuerte a la vez, Alejandro lo quiso disfrutar al máximo: recorrió con sus manos toda la espalda, desde el cuello hasta la base de la columna, en donde aquel short permanecía como único obstáculo entre los dedos juguetones de Alejandro y el ano de Miguel. Lentamente, tanto el short como la ropa interior fueron descendiendo por las piernas hasta que fueron expulsados hacia una mesa cercana. Ya no había impedimentos, frente a sí, Alejandro tenia un trasero grande abandonado por su dueño a la disposición de cualquiera. Miguel ya se encontraba indefenso en espera del dolor que abriera paso al goce.
Un frío se sintió en la entrada del ano de Miguel, era una lengua juguetona que lamía y lamía esa zona virgen, fueron minutos de placer, era una sensación increíble sentir a aquel intruso enjugando todo su ano de saliva. De repente todo cesó, solo por un instante puesto que empezó a punzar un dedo que quería entrar hasta el fondo de su ser. Al comienzo la entrada se le negó, pero con un poco de fuerza se fue introduciendo poco a poco, hasta que estuvo adentro completamente, allí decidió entrar y salir en repetidas ocasiones, sumándose a este proceso un segundo dedo para continuar la faena. Miguel lo disfrutaba, eran minutos de infinito goce, sin embargo lo mejor estaba por llegar. Los inquietos dedos se marcharon dejando dilatado el ano. Alejandro tomó la cintura de Miguel y la alzó un tanto, lo suficiente para que su pene, ya trajeado para la ocasión, consiguiera el ángulo ideal para irse introduciendo lentamente en aquel ser que soltó un grito de dolor y placer, a la vez que se aferraba con sus manos a los cojines del mueble.
Era estrecho aquel recto, se dificultaba el andar de su pene por ese camino, sin embargo con sus manos trataba de separar lo mas posible esas nalgas duritas para que su miembro tuviera un poco mas de espacio para dar las arremetidas salvajes que acostumbra a hacer y que ya el culito de Miguel estaba empezando a recibir. Era un constante mete y saca lo que estaba disfrutando Miguel a través de su trasero, cada vez mas rápido y mas fuerte. Se detuvo un momento la actividad, Alejandro volteó a Miguel para quedar de frente a él y apreciar como en su rostro se dibujaba el placer. Ya en esa posición inició de nuevo la penetración a la vez que chupaba el cuello de Miguel que deliraba ante tanto disfrute en su cuerpo.
Esas manos oscuras contrastaban con aquellas nalgas blanquecinas a las cuales se aferraba ante cada embestida. Las manos de Alejandro tampoco estaban quietas, ellas se regodeaban con los pezones duros de Miguel. Ambos se daban placer, porque a Alejandro le fascinaba como le tomaban con fuerza sus nalgas suaves, además le agradaba como las puntas de aquellos dedos rozaban levemente la entrada de su ano, esto le daba mas ímpetu para arremeter con mayor fuerza a Miguel, hasta que no soportó mas, besó en la boca a Miguel mientras su semen llenaba el condón. Había culminado la sesión, Miguel ya había recibido la iniciación, muy placentera para él puesto que quería más y más.
Alejandro: me agrada que te haya gustado, a mi me encantó romper tu culito, estas divino, mas no puedo seguir teniendo sexo contigo. Si quieres mas tendrás que esperar que alguno de los muchachos te llame, y ahí si podrás hacer todo lo que quieras cuantas veces lo desees, sin limitaciones. Eso ya es decisión de ustedes.
Aquella masturbación fenomenal que se estaba haciendo ese joven recordando todo el placer que había tenido el día anterior fue interrumpido por una llamada al celular; era Gustavo, lo estaba esperando para calmar su ansiedad de seguir teniendo sexo.