Nuevas experiencias inesperadas

Si me hubiesen contado como acabaría el día, nunca me lo hubiese creído ni muchos menos pensado o imaginado.

Si me hubiesen contado como acabaría el día, nunca me lo hubiese creído ni muchos menos pensado o imaginado.

Aquel día que empezaba como otro cualquiera, iba a terminar de la manera menos pensada. Me presento, soy un chico recién entrado en la tercera década de su vida, de estatura media y con un cuerpo normal, ojos oscuros y aunque de orientación heterosexual, siempre me he definido como una persona abierta y que no cierra la puerta a ninguna posibilidad que se pueda dar.

El día que aconteció todo, empezó como cualquier otro, sonó el despertador temprano, me dio una ducha rápida con agua fría para activarme y baje a desayunar. Allí estaba él, su nombre era Luis, un chico en torno a unos 40 años, un poco mas alto que yo, en torno a 1,80, con un cuerpo cuidado y definido, moreno con ojos verdes, y siempre con una sonrisa en la cara.

-          Buenos días- comente cuando nos cruzamos, a lo que él respondió de la igual forma.

Al cruzarme con él antes de marcharme del hotel, me dijo que por la noche si lo pillaba aún allí podíamos echar una cerveza, dado que me encontraba solo y un poco de compañía no me vendría mal.

La verdad es que fue algo que en un principio me sorprendió pues dudo mucho que fuese la única persona que hubiese ido a ese hotel solo, el caso es que tampoco le di mucha más importancia. Paso el día y regrese al hotel, pero en él ya no estaba Luis, o al menos eso pensaba yo…

Me metí a la ducha, había sido un día caluroso y la verdad es que es algo que me apetecía mucho, a mitad de la ducha llamaron a la puerta. Cogí la toalla para taparme un poco y salí a abrir la puerta. Allí se encontraba Luis con un par de cervezas.

-          Espero no molestar, pero aquí tengo las cervezas prometidas de esta mañana- dijo Luis.

-          Bueno me pillas a medias de la ducha, si no te importa esperarme abajo, en cuanto acabe puedo bajar y tomarnos las cervezas.

-          No te preocupes, te espero aquí sentado. Termina sin prisa y ahora nos vemos.

Luis se quedo esperando sentado en un pequeño sillón que había en la habitación. Volví al baño a terminar de ducharme. No tarde mucho, pues tampoco quería hacer esperar a Luis, además había sido un día largo y estaba algo cansado. Me puse un bóxer, un pantalón corto y una camiseta y salí del baño.

Estuvimos charlando tranquilamente y en un ambiente cordial, como si nos conociésemos de toda la vida. Hablamos un poco de todo, deporte, naturaleza, la vida en general, pero una parte de la conversación fue, un tanto curiosa:

-          ¿Perdóname la indiscreción, pero como te consideras sexualmente? ¿Eres más de mujeres o de hombres? Yo la verdad es que me quede un poco pillado, pues no esperaba un tipo de pregunta así de alguien que no conocía apenas.

-          Pues… (puse una cara un tanto rara) siempre que he tenido pareja han sido mujeres, pero he defendido que estoy abierto a cualquier cosa que pueda pasar, pues en el amor no hay géneros, simplemente son personas demostrándose su amor- sin duda mi respuesta le hizo gracia y Luis hizo de nuevo otra pregunta “especial”.

-          Entonces no te importaría tener una aventura con un hombre, ¿no?

-          La verdad es que no, si en algún momento llegará, pues quizás aprovecharía la oportunidad- conteste.

Acabamos las cervezas y le comenté a Luis que estaba cansado, que me apetecía irme a descansar, él se levantó y se dirigió a la puerta, se paro un momento y cuando esperaba que simplemente hubiera un adiós o como mucho un apretón de manos, Luis me beso, la verdad es que no supe reaccionar, algo que Luis noto de inmediato, pidiéndome disculpa y marchándose de la habitación.

No me dio tiempo a darle muchas vueltas a lo que acababa de pasar, pues fue caer en la cama y coger un sueño, seguramente debido al cansancio acumulado. Al día siguiente encontré una nota debajo de la puerta, era de Luis, en ella se podía leer “Disculpa por lo de anoche, no quería incomodarte” y su número de teléfono por si necesitaba algo.

Ese día no baje a desayunar, me fui directamente. Estuve todo el día dándole vueltas al beso de la otra noche y a la nota de Luis, con su número y su ofrecimiento para lo que necesitara. En un arrebato de locura o de no dejarse cosas, decidí escribirle el siguiente mensaje: “Ayer no supe reaccionar, la verdad es que es algo que no esperaba. Nunca he estado con un hombre, la verdad es que no sabría que hacer. Te espero esta noche a las 21 en la habitación, si aún quieres.” Luis no tardo en contestarme: “Allí estaré, estate tranquilo, se que es algo que buscar probar, yo te ayudare en todo, pasaremos un momento que no podrás olvidar.”

Pase el resto del día muy nervioso, de verdad iba a tener un encuentro sexual con un hombre, esa era la pregunta que más veces sonaba en mi cabeza. Cuando llegue al hotel, estaba ya Luis esperándome en la puerta de la habitación, recibiéndome con un hola. Entramos los dos en la habitación, yo estaba muy nervioso, no sabia ni que hacer ni cómo comportarme.

-          Estate tranquilo, no vamos a hacer nada que no quieras o nada que no te haga sentirte a gusto-me dijo Luis muy amablemente.

Acto seguido comenzó a besarme, esta vez me deje llevar, sentía su lengua jugar con la mía, la verdad es que estaba comenzando a excitarme, a ponerme muy caliente. Sentía la mano de Luis recorriendo mi cuerpo, desde la cabeza, la espalda, bajo la mano hasta mi culo apretándolo con fuerza y juntando nuestros cuerpos. Luis noto la excitación que tenia ya, pues era francamente notable debajo del pantalón de deporte. Acerco su mano por encima del pantalón y empezó a acariciar mi pene erecto, cuando me quise dar cuenta mis pantalones y mi bóxer la estaban a la altura de mis tobillos y Luis se había puesto de rodillas delante de mí, quedando mi pene a la altura de su boca. Luis comenzó a jugar con su lengua y mi glande, poco a poco lo iba recorriendo cubriendo de saliva y lubricándolo, acto seguido empezó a metérsela entera en la boca. Poco a poco iba subiendo el ritmo y yo cada vez estaba más a gusto, empezando a compenetrarme con él, agarré su cabeza y empecé a follarme su boca, metiéndosela hasta el fondo, su saliva rebosaba por los lados de su boca y yo cada vez estaba más y más caliente. Luis noto mi excitación y paró, me dijo que aún no quería que acabase.

Luis empezó a quitarse la ropa, quedándose desnudo ante mí, se tumbo en la cama y me invito a que fuese a la cama con él. Empezamos a besarnos y fui dejando caer mi mano por su cuerpo hasta llegar a su pene, que ya estaba duro y erecto, sin duda mediría algo mas de 18cm y de un buen grosor, la verdad es que me dio un poco de miedo pensar en que podría pasar. Empecé a masajear su pene, con movimientos lentos y suaves, para ir poco a poco subiendo el ritmo, mientras seguía besándolo. Baje mis besos recorriendo su cuerpo y comencé a jugar con su pene, no sabía muy bien cómo hacerlo, pues era la primera polla que me estaba comiendo, empecé a recorrer con la punta de la lengua todo su miembro, desde la punta del glande hasta sus testículos, subía y bajaba, hasta que empecé a centrarme en el glande, para acto seguido meterme la dentro, la verdad es que apenas me cabía dentro de la boca, pero me esforzaba por tenerla dentro. Era una sensación extraña, pero la verdad es que cada vez estaba más caliente y disfrutaba más, y a raíz de la cara de Luis, él también estaba disfrutando.

Luis me dijo que me pusiera encima de él, que así ambos podríamos disfrutar a la vez. Mientras yo seguía trabajándome aquel enorme falo, el comenzó a jugar con mi ano, lo acariciaba con los dedos, jugando por fuera, poco a poco lo fue humedeciendo con su lengua hasta que metió un dedo dentro, la verdad es que esa sensación no era nueva, pues yo en alguna ocasión ya había jugado con mi ano, por tanto me sentía cómodo, a la vez que la excitación iba en aumento, también mi relación pues ya estaba entregado y esperaba el momento de tener el pene de Luis dentro de mí. Cada uno seguía a lo suyo, y Luis ya había metido tres dedos dentro de mi ano, ese último ya empecé a notarlo y tenía una pequeña sensación de dolor.

Me levante de la cama y mirando a Luis le dije que era el momento de que un hombre me penetrase por primera vez, me puse a cuatro patas, mientras que Luis se colocaba un condón y cogía el lubricante. Puso una cantidad generosa en mi ano y otra sobre su pene. Se coloco detrás de mí, colocando la punta del pene pegada a mi ano, poco a poco intentaba abrirse paso y el dolor empezaba a ser mayor, llegando a su punto máximo cuando la totalidad de la polla de Luis entro en mí. Luis la dejo allí un rato, mientras acariciaba mi espalda, eso me iba relajando y poco a poco comenzó a moverse, primero iba muy despacio, yo la verdad es que estaba muy caliente, mi excitación era tal que pensaba que se iba a partir en dos. Con el paso del tiempo y el aumento de las embestidas de Luis, estaba a punto de correrme, cada vez la notaba mas dentro, sus embestidas eran cada vez mas salvajes, estaba aumentando el ritmo y estaba cerca de acabar. Yo ya no podía mas y sin ni si quiera tocarme, empecé a derramar sobre la cama chorros de semen. Acto seguido Luis empezó a gemir y note como sus impulsos daban paso a su corrida. Ambos nos quedamos en la cama, rendidos por el esfuerzo, pero con el gusto y el placer de lo que acababa de pasar.

Después de un rato de descanso, notaba como mi pene volvía a tener ganas de marcha, Luis seguía allí tumbado, exhausto por el esfuerzo, bajé hasta su ano y comencé a recorrerlo con mi lengua, a jugar con él, introduciendo mis dedos para comenzar a dilatarlo. Luis simplemente acompaño abriendo las piernas y dejándose hacer. Cuando consideré que ya estaba bien dilatado, empecé a introducir mi pene dentro de él, y comencé poco a poco a penetrarlo, el pene de Luis comenzaba a reaccionar y comencé a jugar con él, quería verlo como se volvía a correr. Mi masturbación iba subiendo de ritmo a la vez que subía el ritmo de las penetraciones, cuando ya estaba a punto de correrme, Luis me dijo que quería sentir mi semen en su cuerpo y que él estaba también a punto. Saqué mi pene y comencé a masturbarme, mientras el hacia lo mismo, empecé a lanzar mi semen sobre sus pectorales, pese a que era la segunda vez, fue una gran corrida. En cuanto acabe, Luis hizo lo propio y termino corriéndose.

Terminamos ambos en la ducha, pues después de todo aquello, nos hacia falta una buena limpieza.

La verdad es que nunca espere que iba a tener una relación así algún día, pero mis pensamientos de que siempre hay que estar dispuesto a probar cosas nuevas, fue un gran acierto esa noche.

Espero que os guste y si queréis seguir sabiendo de mis historias, no dudéis en comentar.