Nuevas experiencias 8

A Nuria le cuesta cada vez más resistirse a las tentaciones que se le presentan.

Carlos contemplaba como su mujer dormía plácidamente, era increíble que momentos antes estuviera tan agitada y ahora su dulce cara estuviera tan relajada e incluso, dibujando una ligera sonrisa, no se cansaba de mirarla, se sentía muy afortunado de haberla conocido y de poder vivir juntos, no se podía imaginar una vida sin ella.

No podía dormir, su cabeza parecía un hervidero de emociones, por un lado, sentía malestar, debido a la bebida del día anterior y por otro, inquietud y desasosiego por su comportamiento en casa del vecino, ahora ya un poco más despierto, empezaba a recordar pasajes de su mujer con los viejos y ya no le parecía tan gracioso lo ocurrido, pero no le echaba la culpa a Nuria, él es quien había fallado al proponerle semejante tontería, sabía que no había pasado nada pero ahora le daba vergüenza encontrarse con su vecino, que ya de por sí, no le caía muy bien, precisamente por estar siempre al acecho con su mujer.

Para dejar de pensar, se puso la ropa deportiva y salió, como de costumbre, a recorrer el circuito diario, aunque para despejarse no le iba a funcionar mucho, ya que la cabeza, aunque hagas ejercicio físico, sigue maquinando.

Por su parte, Nuria se despertó unas horas más tarde, miró a su lado y no encontró a nadie, decidió levantarse y se acercó a la cocina, comprobó que su marido no había desayunado, ella tampoco tenía ganas, así que se preparó un café para aclararse un poco, se lo estaba tomando tranquilamente, cuando apareció su marido ya duchado.

-Hola cariño, se acercó y le dio un beso en la mejilla.

-Hace mucho que te levantaste?

-Un rato, ya salí a correr y me acabo de duchar.

-Tenemos que hablar de lo ocurrido ayer, le comentó la mujer, creo que hicimos una tontería y nos portamos muy mal con nuestros anfitriones.

-Ta mal no creo que se lo pasaran, no creo que tengan muchas mujeres como tú casi a su disposición, le dijo riéndose.

-Déjate de bobadas, acaso no eres consciente de lo que les hicimos.

Nuria quería ahora disimular su comportamiento, al saber que su marido no se había enterado de lo que realmente había ocurrido.

-Lo mejor será que olvidemos todo, le contestó Carlos, y prosiguió,

-No estoy nada orgulloso de mi comportamiento de ayer, pero dado que no ocurrió nada grave, será mejor olvidarnos, como si fuese un mal sueño.

-Carlos, es que a mí me da vergüenza encontrarme con el sr. Germán, casi me vio desnuda.

-Olvidémoslo, es lo mejor, dijo Carlos abrazándola cariñosamente.

Él también estaba preocupado, pero creía que lo mejor era no darle importancia, como si todo se hubiese ido con el despertar.

Ese mismo sábado quedaron con sus amigos Jesús y Elisa para cenar, después fueron a la discoteca hasta altas horas.

El domingo lo pasaron en casa de los padres de él y así llegaron a una nueva semana de trabajo.

Pasarían unos quince días cuando Nuria al salir del ascensor, se encontró de frente con su vecino,

-Hola vecina, cuanto tiempo sin vernos, ¿no le parece?

Ella aun sin reponerse de la impresión de casi chocar con él, le contestó, con un ligero temblor en su voz,

-Sí, parece mentira que siendo vecinos nos veamos tan poco.

-Pues eso tiene fácil remedio, je je je, pase un momento y charlamos como viejos conocidos, la invito a tomar algo.

-Ahora no puedo, llego de trabajar y tengo cosas que hacer.

-Pues entonces en otro momento, me gustaría estar con Vd. para hablar de lo bien que lo pasamos la otra noche.

Nuria totalmente colorada, metió la llave en su puerta diciéndole,

-Pues ya nos veremos, hasta luego.

Ya dentro de casa se sentó y respiró hondo, había pasado un mal trago, pero estaba claro que tendría que hablar con él y dejarle claro que lo ocurrido aquella noche, no volverá a ocurrir.

Por la noche, en cuanto llegó su marido le comentó lo sucedido y éste exclamó.

-Será cabrón el puto viejo, éste se cree que todo es liso y llano, voy a tener que decirle un par de cositas.

-Será mejor que lo olvides, piensa que los dos nos comportamos mal y le dimos falsas esperanzas.

Nuria dijo eso, pero pensando que, de falsas nada, había faltado muy poco para acostarse con él.

-Nunca me cayó bien, y no quise meterme para no enojarte, pero esto se acabó, nos saludaremos y ninguna confianza más, ¿de acuerdo?

-Como tú digas, contestó ella. Pero en su interior le daba pena, el sr. Germán se encontraba muy solo y buscaba su compañía, aunque ahora sabía que quería algo más que amistad.

A Carlos su trabajo le apasionaba mucho, cada vez más, y además estaba teniendo mucho éxito con sus investigaciones, por eso mismo le habían ofrecido irse a la central española de Madrid unos meses antes, y él lo había pospuesto porque a su mujer no le hacía mucha gracia dejar la ciudad donde había vivido más años y donde tenía sus amistades y su trabajo; entonces consiguió evitar el traslado y enviaron a Roberto, un compañero más veterano que él y con el que no tenía muy buena relación; desde que él llegó a la empresa, a éste no le parecía bien que un chico recién llegado y tan joven pudiese pasar por encima suyo.

Pero ahora habían vuelto con más insistencia, pues el proyecto no avanzaba como tenían previsto y pensaron que con él todo iría mejor.

La oferta que le hicieron tanto económica como de posición en la empresa era prácticamente irrechazable y así se lo comunicó a su esposa.

-Nuria, a principios de Julio tengo que irme para Madrid, ahora no puedo negarme, es mi gran oportunidad en esta empresa, económica y socialmente es una mejora impresionante.

-Pero ya volvemos con lo mismo, no me fastidies, aquí estamos bien, tú tienes a tus padres al lado y yo conseguí un cómodo trabajo en el Centro de Salud, ¿no estamos bien así?

-Sí cariño, pero es mi gran oportunidad y a ti no te faltará de nada, podrás prepararte las oposiciones, tendrás tiempo libre, ya verás que cómodos estaremos.

Nuria veía a su marido tan entusiasmado con este avance en su carrera que no pudo contrariarle; él había trabajado mucho y ella no era nadie para cortarle las alas, sabía lo bien valorado que estaba y de lo que era capaz de hacer, así que abrazándole le dijo,

-Enhorabuena cariño, te mereces eso y mucho más, perdona mi egoísmo, haremos lo que sea mejor, te quiero.

-Yo también te quiero mucho, sin ti a mi lado no habría conseguido nada, lo eres todo para mí.

Y así los dos abrazados, se dejaron caer en el sofá donde siguieron besándose.

Al final Carlos tuvo que adelantar el viaje a Madrid unos días, porque el director general D. Pedro tenía que viajar a la sede central de Alemania para dar explicaciones del retraso en el proyecto y deseaba dejar todo en marcha con la llegada de Carlos.

En cuanto llegó fue presentado al equipo que iba a dirigir, éste se componía de ocho personas, seis hombres y dos mujeres, todos mayores de cuarenta años, entre ellos estaba Roberto, a quien conocía de Galicia y al que iba a sustituir como director del proyecto; el saludo entre ellos fue muy frio, al contrario de los demás que lo acogieron muy bien, al menos aparentemente.

-Bueno, ya conoces a todos, ahora Roberto te enseñará las oficinas y te presentará al resto del personal antes de ponerte al día de todo. Estoy encantado de tenerte aquí, así se despidió el director y se quedó a solas con Roberto.

-Al fin conseguiste pasar por encima de mí, ya sabía que no pararías hasta conseguirlo, ahora que se prepare D. Pedro, esas fueron las primeras palabras de Roberto.

A Carlos no le preocupaba la dificultad del trabajo a que se enfrentaba, pero estaba seguro de que la convivencia con Roberto sería difícil.

-Quiero que te quede clara una cosa, solo vengo a trabajar e intentar que esto funcione lo mejor que se pueda, lo demás no me importa.

Carlos sabía que Roberto era muy competente, sus conocimientos eran notables, pero delegaba mucho en los demás y por eso a veces no era lo eficaz que debería, además le gustaba demasiado la juerga.

Le presentó a las dos oficinistas y a la que haría también de su secretaria, Natalia, una chica cercana a la treintena, muy guapa y de muy buena presencia. Después se desplazaron hasta la fábrica del laboratorio y pudo ver todas las instalaciones, que eran impresionantes, hicieron el recorrido prácticamente sin dirigirse la palabra, solo las presentaciones de los diversos jefes de sección.

Nuria, mientras, solicitó las vacaciones para Julio, era con muy poca antelación, pero comentó la causa del traslado de su marido y estaba a la espera; de momento no dijo nada de renunciar al trabajo, ya lo haría más adelante.

El matrimonio hablaba todas las noches, él le decía que todo iba bien y que la casa que la empresa había dispuesto para ellos era preciosa, Natalia estaba ayudándole con los últimos retoques para que cuando llegara ella todo estuviera perfecto.

-Quien es esa Natalia, preguntó ella.

-Es mi secretaria, además de muy competente es encantadora, ya la conocerás.

-Y encima será guapa, siguió Nuria.

-No tanto como tú, os llevaréis bien, además yo no tengo más ojos que para ti, y cambiando de tema, ¿el vecino no seguirá molestándote?

-Que tonto eres, todavía estoy esperando que me confirmen las vacaciones, a ver si ya nos vemos la semana que viene.

-Si no te las dan, es igual, renuncias al trabajo y te vienes ya, te necesito conmigo.

-Quiero hacer las cosas bien, te echo mucho de menos y también estoy deseando estar contigo, pero prefiero dejar este asunto claro antes de irme, un beso.

Nuria recordó lo que le dijo del Sr. Germán, sintiendo al momento un ligero cosquilleo en su estómago; el día anterior la abordó en el portal, preguntándole de inmediato por su marido; que pronto se había percatado de la ausencia de éste.

-Ya me he enterado de que su marido está en Madrid, ¿fue solo de viaje o se va a quedar?

-Su trabajo ahora está en Madrid, así que nos iremos a vivir a esa ciudad.

Germán se quedó callado, se ve que la noticia lo pilló desprevenido.

-Me deja Vd. muy triste, no sabe lo que los voy a echar de menos, sobre todo a usted, ahora que empezábamos a tenernos confianza.

-Madrid tampoco está tan lejos, seguro que en cuanto podamos, haremos alguna escapadita.

Germán al escuchar decirle esto, se acercó y la tomó por la cintura con sus grandes manazas,

-Estaré deseando verla todos los días, no creo que pueda olvidarla nunca.

Según hablaba la iba acercando hasta tenerla totalmente pegada a él, una mano la bajó hasta su redondo trasero y la otra la subió a su espalda y continuó hablándole al oído,

-Eres la mujer más guapa que he conocido en mi vida, antes de que se vaya tendremos que hacer una despedida.

Nuria estaba completamente apretada contra él, y sentía como el pene del viejo se había endurecido y chocaba contra su bajo vientre, a pesar de la prominente barriga; intentó separarse, pero el viejo estaba muy emocionado y solo susurraba a su oído frases que ella no acababa de entender; a pesar de la opresión que sentía, en su interior se estaba despertando una sensación placentera que ya conocía y que la estaba poniendo muy nerviosa, pero en esta ocasión su cabeza pudo más que su lívido, percatándose de que cualquier vecino podría entrar y verlos en esa situación, así que intentó separarse poniendo los brazos en el pecho de Gerardo, al mismo tiempo que le decía,

-Vamos Sr. Germán, tenemos que separarnos que pueden vernos y van a pensar mal.

El viejo la soltó, en su cara se veía la tristeza que le suponía que ella se fuera ahora que tanto había avanzado en su deseo de poder follarla, se mordió el labio pensando en que aún podría quedarle una oportunidad antes de separarse,

-Antes de que se vaya, podríamos cenar juntos en mi casa o en la suya, ¿Qué le parece?

Nuria se quedó pensativa, esa propuesta la tomó por sorpresa, ella no quería desagradar a su vecino, pero tenía miedo de estar a solas con él y con un vino por medio, menos, así que salió del paso diciéndole,

-Ya veremos Sr. Germán, tengo muchos preparativos que hacer, a ver si encuentro un momento y tomamos algo juntos.

Al viejo le encantó escuchar eso y con una sonrisa se despidió de ella.

Por fin le comunicaron la concesión de las vacaciones, trabajó el último día y por la tarde aprovechó para despedirse de sus compañeros y amigos, después fue a la casa de sus suegros, por si querían algo para su hijo y comenzó con los preparativos para su marcha. Llamó a su marido, pero quien le contestó fue Natalia, su secretaria, para decirle que estaba en los laboratorios y no podía molestarle,

-Soy Nuria, su mujer, dígale que mañana llegaré por la tarde y que me llame en cuanto pueda.

-No se preocupe que ya se lo digo, buen viaje.

-Gracias.

Con las maletas hechas y todo recogido, antes de cenar y acostarse temprano para salir al día siguiente por la mañana, decidió despedirse de su vecino, así que se encaminó hasta su puerta y al ir a llamar, se percató de que la puerta no estaba cerrada de todo, eso le pareció raro y tocó con los nudillos en la puerta y lo llamó,

-Sr. Gerardo, ¿está Vd. ahí?

No obtuvo ninguna respuesta, por lo tanto, decidió mirar que estaba ocurriendo, entró con algo de miedo, no sabía lo que podría encontrarse dentro, fue adentrándose y comenzó a oír, primero, ligeros sonidos y conforme se iba acercando a una de las habitaciones, éstos ya eran más fuertes, parecía quejidos y pensó que al Sr. Germán le había podido dar un ataque, así que empujó un poco la puerta para comprobar lo que ocurría, y lo que se encontró la dejó paralizada, en un primer momento se volvió atrás y pensó en marcharse, pero la curiosidad pudo y volvió a mirar lo que pasaba en aquel cuarto, La señora Rosa, la mujer que le hacía la limpieza, estaba acostada en la cama, boca arriba, con los pechos al aire y la falda subida hasta la cintura y el Sr. Germán encima de ella con  los pantalones completamente bajados, cabalgándola despacio,  metía su polla hasta el fondo de la vagina, la sacaba lentamente y volvía introducirla de nuevo; estos movimientos eran acompasados con los fuertes gemido de ella.

Nuria se quedó embobada sin perder detalle de los movimientos de la pareja y sobre todo sorprendida de que aquel trozo de carne tan gordo pudiese entrar sin dificultad en la peluda vagina de la mujer. El viejo se gastaba un buen pene, sobre todo muy grueso y con muchas venas a su alrededor, ella lo comparaba con el de su marido que era más largo, pero no tan grueso y sobre todo completamente liso, mucho más estético que el del vecino, pero ella no podía retirar su vista de aquella tranca.

Era incapaz de apartarse de aquella puerta, los calores empezaron a adueñarse de su cuerpo mientras ahora ya oía el chapoteo que se producía con el mete-saca cada vez más intenso, así como los gritos de ella y los gruñidos de él. Comenzó a apretarse las piernas una contra otra, como si tuviese ganas de orinar.

-Ahora sabes cómo folla un hombre y no el maricón de tu marido. Comentó el viejo.

.SSSSSSSSSSS, cállate y sigue.

-No te preocupes que vas a llevar lo tuyo, y eso que no querías.

Nuria escuchaba y seguía mirando el espectáculo, en un momento los movimientos y los gritos se hicieron más intensos hasta que el vecino, entre fuertes gruñidos, se corrió dentro de ella, provocándole un tremendo orgasmo secundado por varios gritos de placer seguidos.

Había terminado todo y Nuria seguía sin poder moverse, incluso cuanto él se salió de encima, vio como el esperma salía de la vagina de Rosa, y resbalaba por sus muslos hasta caer en la sábana; solo entonces reaccionó y salió corriendo hacia su casa.

El apetito le había desaparecido, se tomó un vaso de agua y se metió en la cama, pero las imágenes que había estado viendo, se le aparecían una y otra vez, haciendo inútil el esfuerzo por querer dormir; no paró de dar vueltas en la cama hasta que a altas horas pudo dormirse.

Por la mañana se levantó más tarde de lo que tenía pensado porque no había descansado bien, cómo tenía todo preparado, después de desayunar, bajó las maletas al coche y así teniendo todo a punto, dio un repaso en su casa, por si se olvidaba de algo, tomó su pequeño bolso, cerró la puerta de su casa y al mirar enfrente dudó si despedirse o no de su vecino, al momento las imágenes de la noche anterior volvieron  a su cabeza y un ligero escalofrío recorrió su cuerpo, pensó que no sería buena idea llamar, pero también no despedirse le parecía muy feo, así que entre dudas tocó el timbre.

Su vecino tardó un rato en aparecer y cuando lo hizo, apareció ante ella vestido con un pijama de pantalón corto, con abertura por delante y con la chaquetilla solo abrochada con un botón, dejando ver su peludo pecho y parte de su gran barriga, desde luego su presencia no era muy estética y desde luego nada erótica, pero Nuria estaba muy influenciada por lo visto la noche anterior y al verlo se quedó paralizada.

-Hola hermosa vecina, casi me pilla en la cama, ayer me acosté un poco tarde.

Nuria al escucharlo se puso colorada, sabía de sobra la causa por la que estaba recién levantado.

-Siento venir a esta hora, pero ya me voy, no quiero molestarle más, me despido y ya nos veremos.

-Pero no puede irse así, pase y toma algo conmigo.

-No, se me hace tarde, ya será en otro momento.

Pero el viejo la tomó por un brazo y la pasó adentro sin que ella pudiera poner oposición, y la condujo hasta el salón, al pasar al lado de la habitación donde estuviera con Rosa a noche, no pudo evitar lanzar una mirada de curiosidad.

-A ver, ¿qué quiere tomar?

-Ya le dije que no tomo nada, ya desayuné y tengo prisa, así que me voy.

Estaba dando la vuelta cuando el viejo la tomó por la cintura y la atrajo contra él.

-No se puede despedir así de mí, al fin y al cabo, ya nos tenemos confianza.

Al mismo tiempo que hablaba, la tenía agarrada por la cintura y aunque ella le puso las manos en el pecho, él la apretó contra su entrepierna, haciéndole notar al instante la dureza de su miembro, que, al ir endureciéndose con el contacto con la chica, asomó por la abertura del pijama.

Nuria estaba sofocada por la presión que el viejo ejercía sobre ella, además sentía ya el contacto del miembro del viejo en su bajo vientre.

-Por favor Sr. Germán, suélteme que me tengo que ir, mi marido me está esperando.

-Tranquila, no se preocupe que lo va a pasar bien, ¿no se acuerda de la noche que cenamos juntos? Lo estábamos pasando estupendamente hasta que apareció su marido y nos fastidió la noche.

-Aquel día pasó y ahora tengo que marcharme, suélteme por favor.

-Le voy hacer una pregunta y le ruego me conteste sinceramente: ¿Si su marido permaneciese dormido aquel día, usted se hubiese acostado conmigo y con Tomás?

Esa pregunta la descolocó por completo, nunca hubiera esperado que su vecino se la hiciese, la respuesta era obvia, claro que estaba dispuesta a acostarse con ellos, no tenía ninguna duda, pero ahora no sabía que contestar, después de darle vueltas a la pregunta y en medio de su ofuscación provocada por el contacto continuo con su vecino,

-Ahora es otro día y como ya le dije, tengo prisa.

-Solo le pido que me conteste a la pregunta, sí o no.

Nuria no encontraba salida a esa situación y en medio del caos en que se hallaba no midió las consecuencias y contestó un sí, casi imperceptible.

-No se le ha entendido nada, conteste más alto.

-Sí, me habría acostado con ustedes. ¿Está satisfecho?, pues ahora suélteme, gritó toda enfadada y fuera de sí.

-Ya lo sabía yo, pues no se preocupe que aún estamos a tiempo de remediar aquella situación.

-Le digo que me suelte, no me puede hacer eso, sabe que estoy casada y que quiero a mi marido.

-Ya lo sé, ja ja ja, pero también estoy seguro de que estás deseando ser follada por alguien más macho que tu marido.

Él intentaba besarla en la boca sin poder conseguirlo, ella se retorcía y no le permitía encontrar sus labios, pero no podía evitar que le babase todo el cuello y la cara, lo iba manteniendo a raya, aunque la presión sobre ella era enorme y sus fuerzas empezaban a flaquear, sobre todo, cuando notó que mientras la tenía aprisionada contra la pared, con una mano comenzó a bajar la cremallera del pantalón, consiguiéndolo sin dificultad, por más que ella intentó impedirlo, ni siquiera cuando le soltó el botón de cierre, dejando a la vista su bonita braga blanca.

El viejo tenía muy claro lo que debía hacer y lo antes posible, sabía que ella estaba algo aturdida con la situación y sin pérdida de tiempo cogió una mano de ella y la llevó a su pene, que como dijimos antes, asomaba por la abertura del pijama, aunque ella aún no lo había visto.

Nuria, al notar el contacto de su mano con el pene del vecino, quiso retirarla, pero él no se lo permitió.

-Cógelo y mira lo que te vas a comer, ya verás cómo te va gustar. Al tiempo que le decía esto, se apartó un poco para que lo pudiese contemplar.

Nuria al dejar de sentirse aplastada, respiró profundamente y al bajar la mirada vio lo que tenía en su mano y que casi no daba abarcado, al instante recordó donde estaba metido ayer ese trozo de carne y comenzó a sentir unas corrientes por su cuerpo que la estremecieron de arriba abajo y sin que le dijera nada, comenzó a mover la mano, pajeándolo suavemente, se encontraba como en trance y por eso cuando el viejo sintiéndose en la gloria con esas caricias, adelantó su mano y apartando a un lado la braga, metió un dedo recorriendo la vulva de la muchacha hasta tocar el clítoris, en ese punto notó como ella se estremecía y se le escapaba un leve gemido.

-Te gusta zorrita, ya sabía yo que estabas muy necesitada.

Nuria estaba perdida, ya no era dueña de sus actos, cada vez pajeaba con más intensidad al viejo, que ahora había dejado de jugar con el clítoris y había metido varios dedos en la vagina de la muchacha y estaba realizando un mete saca lo más profundo que la situación se lo permitía; los gemidos de Nuria eran ya muy notorios.

-Estás toda mojada, creo que ya estás preparada para irnos a la cama, aunque antes quiero que me la chupes un poco.

El viejo la veía totalmente entregada y ahora lo que deseaba era humillarla y emputecerla con el fin de que ya no hubiese vuelta atrás y así poder quedarse con ella un par de días, antes de que se fuese a reunir con su esposo.

Nuria en esos momentos ni se acordaba de Carlos ni de nada que no fuese el placer que estaba sintiendo, por eso cuando notó como las manazas del viejo se posaron en sus hombros y empezaron a presionarla hacia abajo, no opuso resistencia alguna y así se encontró de pronto con la polla del Sr. Germán, que aún mantenía en su mano, justo en su cara.

-Métela en la boca, preciosa.

Ahí Nuria abrió los ojos como platos y apartando su cara, le dijo.

-No Sr. Germán, eso no lo voy hacer.

-Claro que lo harás, te la meterás hasta el fondo, ya puedes abrir bien la boca.

Acto seguido tomó la cabeza de la chica con una mano y con la otra su polla, la acercó hasta chocar contra sus labios, que ella mantuvo cerrados, presionó todo lo que pudo, pero no consiguió introducirla, estaba con ese forcejeo cuando sonó un teléfono, el viejo miró de donde venía el sonido y vio que era del bolso de la chica que había quedado en el suelo. Ella al darse cuenta que era su móvil, dijo,

-Es mi marido, deje que le con…

Aún no había terminado de hablar, cuando el viejo aprovechó que tenía la boca abierta y de un empujón se la metió de golpe hasta el fondo, provocando una tremenda sensación de ahogo y nauseas al mismo tiempo.

-Por fin te la tengo dentro, ahora te la voy a retira un poco y comienzas a chuparla, si no lo haces, te la vuelvo a meter hasta el fondo, aunque te ahogues.

Ella al verse en esa situación tan incómoda, asintió con la cabeza que estaba de acuerdo, por lo que aflojó y se la retiró hasta dejarle en la boca solo la punta que la chica comenzó a chupar, aunque le daba algo de asco, porque una cosa era que esa polla la había impresionado mucho y otra era meterse en la boca algo tan feo, cuando hasta ese día solo una vez había chupado la de su marido.

El viejo ahora estaba disfrutando de verdad y poco a poco también movía su pelvis para hacer un ligero mete saca, cerró sus ojos y echó un poco la cabeza para atrás, saboreando el placer que estaba sintiendo.

Mientras, el sonido del teléfono había vuelto a sonar y eso sacó a Nuria del trance en que estaba metida, pensó en su marido y al momento se dio cuenta que ya no estaba presionada, que era dueña de sus actos, sin pensarlo demasiado le dio un mordisco en el pene y al momento el viejo se dobló chillando de dolor, lo que aprovechó ella para salir corriendo de la casa y dejando a su vecino aullando y maldiciéndola.

Nuria ya en el coche, habló de nuevo con Natalia y quedaron en ponerse en contacto en cuanto llegase.

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