Nuevas experiencias 7

Ell peligro sigue acechando a este joven matrimonio

En cuanto los tres llegaron a la habitación, Gerardo empujó a Nuria para que se sentara en la cama, la notaba tan caliente y confundida que intentaría que se sintiese lo más sucia posible, con el fin de que se soltase definitivamente y poder follarla los dos sin problemas, no solo hoy, sino en días venideros, así que, al tenerla sentada en la cama, se bajó la cremallera de su pantalón, echó mano de su polla, sacándola y  ya se la iba a meter en la boca cuando ella le dice:

-Espere un poco, tengo que ir al baño, vuelvo enseguida.

Gerardo se paró preocupado, pero enseguida se dio cuenta de que ella no se echaba atrás, así que,

-Ahí al fondo, no tardes mucho.

-No tardaré, vuelvo ahora.

En el baño, Nuria hizo un pis, se limpió y cuando se iba a levantar se vio reflejada en el espejo de la mampara de la ducha, el vestido lo tenía bajado hasta la cintura; se quedó pensativa, lo que estaba haciendo era terrible, se iba a costar, por primera vez, con otro que no era su marido, ni se daba cuenta de que eran dos los hombres que la estaban esperando para follársela. Si no estuviera tan confusa y tan excitada por los tocamientos de los viejos, se daría cuenta de que aún estaba a tiempo de largarse a su casa, pero no, la calentura que había acumulado en otras veces que había pasado por unas circunstancias parecidas, no la dejaban pensar, deseaba sentir ya otra polla dentro de ella, no había vuelta atrás, de todas formas, levantó los tirantes del vestido y llevó este a su sitio, iba aparecer delante de sus ya seguros amantes vestida correctamente y con la cabeza levantada, eso sí, controlando a duras penas todo el nerviosismo que la oprimía.

Abrió la puerta del baño, pensando en cómo la recibirían Gerardo y Tomás, seguramente desnudos, se estaba excitando solo de pensar cómo serían sus pollas, mil pensamientos vinieron a su cabeza, pero lo que no se esperaba era oír a Gerardo,

-Ahí la tiene D. Carlos, ya ve que está sana y salva, je je je.

Nuria se quedó muda, su cara se puso como la cera, no era capaz de reaccionar, enfrente tenía a su marido sonriente y totalmente despejado y los viejos como avergonzados y con la mirada perdida.

-Bueno, despídete de nuestros maravillosos anfitriones, que ya es tarde.

Nuria era incapaz de articular palabra, no entendía nada, como podía estar su marido radiante, cuando apenas cinco minutos antes estaba dormido y parecía borracho,

-Sr. Gerardo, encantado de pasar esta velada con ustedes, Dijo Carlos, extendiendo su mano para chocarla con la de su vecino, otro día les invitaremos nosotros, vamos cariño.

Nuria pasó delante de los tres sin articular palabra, esperó a que su marido abriera la puerta de su piso y entró directa a su habitación.

-Bueno, espero que lo hayas disfrutado, yo lo pasé estupendamente.

Esas primeras palabras que pronunció su marido nada más entrar en la habitación, la dejaron totalmente descolocada. Pero que estaba pasando, como dice que lo pasó estupendamente si lo había visto casi siempre con los ojos cerrados, menos los momentos en que bebía, su cabeza no reaccionaba, que habría pasado en aquella casa sin que ella se enterara.

-Pero qué dices, de que estás hablando si estabas borracho y con los ojos cerrados.

Nuria miraba sorprendida a su marido que permanecía con una gran sonrisa en los labios, y entonces empezó a sospechar algo que la podría dejar en muy mal lugar; muy nerviosa, le dijo,

-Voy al baño a desmaquillarme.

Ya dentro, se sentó en la taza y con la cabeza entre sus manos, no pudo contenerse y unas lágrimas bajaron por su mejilla, ahora era consciente de lo que había estado a punto de hacer, y su marido, aún no sabía cómo, pero lo había visto y oído todo, pero entonces porque estaba tan sonriente; debería estar muy enfadado con ella por haber permitido a los viejos que la tocaran y lo que es peor, se había ido con ellos a la habitación; era imposible que no se hubiese dado cuenta, ¿estaría disimulando a ver lo que ella contaba?, su cabeza no paraba de dar vueltas, estaba totalmente confundida y sobre todo muy preocupada por las consecuencias que podían acarrear aquel momento de locura suya.

Debía volver a la habitación con su marido, ya llevaba demasiado tiempo en el baño, pero no sabía cómo sería recibida ni cómo debería encarar esa situación tan inquietante para ella, aun así, decidió volver ya, no le quedaba otra, lo que fuera ya se vería.

-Ven cariño, estoy muy orgulloso de ti, lo hiciste de maravilla, tal y como habíamos planeado mientras ellos estaban en la cocina preparando las bebidas.

Nuria no acababa de entender lo que su marido decía, es verdad que le había comentado de calentar a los viejos, pero que él estaría atento para que no se pasasen ni lo más mínimo, y lo que ella había visto era que se dedicó a beber y a quedarse dormido.

-Hubo un momento en que empecé a preocuparme, estuve a punto de intervenir, pero mi curiosidad me lo impidió, quería saber hasta dónde eras capaz de llegar y no me defraudaste; cuando dijeron que querían follarte delante de mí y tú les rogaste de ir a la habitación, pensé que al levantarme te vería en problemas y resulta que los dejaste súper calientes esperándote como dos lobos a punto de lanzarse sobre su presa, para meterte en el baño y volver a salir como si tal cosa, ja ja ja.

Nuria estaba flipando, pero qué le estaba contando Carlos, que estuvo todo el rato perfectamente, disimulando, y si era así como dejó avanzar todo de esa manera, qué le metieron mano todo lo que quisieron, casi la desnudan, manosearon su entrepierna, y ¿no se dio cuenta de que ella estaba ya entregada?

-¿Tú no estuviste todo el rato bebiendo?

-La que bebió media botella de Wiski fue la planta que tenía a mi derecha, ja ja ja.

-Pero ¿tú en ningún momento estuviste borracho?

-Para nada, yo disfrutando, me pasé un fin de fiesta estupendo.

Nuria al escucharlo, en principio, se calmó, pues al fin él no era consciente de lo que realmente había pasado en aquel salón, y podía estar tranquila, no se había enterado de nada, pero entonces los nervios y la tensión que había soportado la hizo saltar como una fiera,

-Eres un cabrón, no tienes ni idea de lo que me hiciste pasar, para tú estar divirtiéndote.

-Ja ja ja, pero también comprobé que me puedo fiar de ti, estoy completamente seguro.

El enfado de Nuria iba en aumento, la había estado probando, pero como se atrevía, se lanzó sobre él gritando.

-Esto no te lo perdono, me las vas a pagar, y mientras esto decía le soltó una bofetada, que solo los buenos reflejos  de los que él hizo gala, le evitó serios problemas en su cara, además al parar el golpe con el antebrazo, ella se hizo daño, lo que acarreó un mayor enfado y se lanzó directamente contra él, cayendo los dos en la cama: Carlos no paraba de reírse, lo que aumentaba el enfado de Nuria, que intentaba, por todos los medios, golpearle, pero él era mucho más fuerte, con facilidad se colocó encima de ella, maniatándola y dejándola a su merced.

-Te vas a tranquilizar o tendré que darte unos azotes.

-No te atreverás a aprovecharte de tu fuerza, no serás capaz.

-Como lo sabes, claro que me voy aprovechar.

Carlos estaba encima de ella no permitiendo que moviese las piernas, y los brazos se los tenía colocados encima de la cabeza y sujetos con una mano, mientras con la otra comenzó a acariciar sus pechos.

-Eres un cabrón, suéltame, rugió ella.

-Ni de coña, ahora vas a pagar por intentar golpearme.

Siguió acariciándola mientras intentaba besarla, pero ella ladeaba la cara y no había forma de apoderase de sus labios, siguió intentándolo hasta que agotada dejó de resistirse, entonces él aprovechó para besarla con intensidad, ella no se opuso, pero tampoco colaboró.

Al tenerla totalmente entregada, dejó de hacer presión y le dijo,

-Voy a soltarte para que veas que no quiero abusar de ti.

Se apartó de ella dejándose caer panza arriba, Nuria se giró despacito, acercó su cara a la de su marido y comenzó a besarlo suavemente, él totalmente confiado la abrazó y en ese momento ella le sujetó con firmeza las pelotas, haciendo que él se encogiese,

-Pero que haces, me vas a lastimar.

-Pues yo sí que voy abusar de ti, ¿vas a estarte quieto?

-Qué remedio, no me queda otra.

Nuria, en este forcejeo, pasó del enfado a la excitación, ya más tranquila, al fin y al cabo no había pasado nada y su marido estaba encantado, aun así estaba fastidiada por haberse lastimado en la mano en vez de darle una merecida bofetada, y ahora al tener a su marido allí tumbado, se sintió tremendamente atraída por su cuerpo, comenzó a desabrocharle el pantalón hasta poder meter la mano y sacar su polla, se quedó contemplándola maravillada y, ante el asombro de su marido, se la llevó a la boca; nunca se la había chupado, pero en esos momentos no dudó en hacerlo, enseguida comprobó cómo aumentaba su tamaño hasta ponerse dura como una piedra, estaba encendida, todos sus nervios se habían transformado en excitación, a pesar de ser una total inexperta, comenzó a succionarla mientras acariciaba sus testículos; los gemidos de su marido le indicaban que le gustaba y aumentó el ritmo hasta que su marido la frenó,

-Para un poco que me voy a correr.

  • ¿No te está gustando?

-Sí, mucho, pero es mejor que pares que ya no aguanto más.

Carlos le dio la vuelta y volvió a ponerse encima de ella, le bajó el vestido hasta la cintura, soltó el cierre del sujetador liberando sus hermosos pechos que se quedaron balanceando, comenzó a besarla en la barriga y fue subiendo hasta llegar a sus pechos, allí se detuvo un rato chupando y mordisqueando sus pezones hasta hacer que Nuria, entre gemidos, soltó un pequeño grito de placer,

-Métemela ya, no aguanto más.

Carlos se colocó entre sus piernas, levantó el vestido, apartó la braga y tomando su pene con la mano lo pasaba por la vagina, pero sin introducírselo, ella se movía como si ya lo tuviese dentro, hasta que en un movimiento de esos se introdujo hasta el fondo.

Ahora comenzó un bombeo seguido produciendo el clásico chapoteo que quedaba apagado por los fuertes gemidos de los dos amantes, hasta que Carlos, en medio de rugidos, se corrió dentro de ella, que al sentir la descarga tuvo el mejor orgasmo de su vida; mientras él se apartaba, agotado, ella continuó buen rato con su respiración convulsiva, hasta que se fue tranquilizando.

Carlos estaba muy satisfecho del polvo que había echado y quiso saber si Nuria también lo había disfrutado, pero ella lo único que contestó fue,

-Vamos a dormir, ya hablaremos mañana.

Nuria lo había pasado estupendamente, su marido nunca había sido tan fogoso, pero no estaba totalmente satisfecha, la excitación que sintió cuando el sr. Germán la manoseó y le dijo que la iba follar era muy superior al placer que acababa de sentir al hacer el amor con su marido.

Estaba preocupada, tenía miedo a lo que podía pasar si se dejaba llevar por sus emociones, quería a su marido y éste no se merecía, ni siquiera, los pensamientos que bullían en su mente, y lo más angustioso era cómo podía sentirse atraída por personas totalmente distintas a Carlos, físicamente no le llegaban ni a la suela de los zapatos y en calidad humana, menos aún.

Al final después de pasarse un buen rato entre divagaciones, por fin se quedó dormida.

Estaba Nuria en casa, extrañamente, no sabía que día era, pero no había ido al trabajo, su marido se encontraba en su despachito, tampoco había ido a trabajar, cuando aparece tras ella el Sr. Germán,

-Hola guapísima, estás radiante, parece imposible que pudieras estar más guapa que a noche, pero es así.

Nuria, asombrada por la presencia de su vecino, solo atinó a contestar,

-Pero que hace Vd. aquí.

-Vine para terminar lo que empezamos ayer, o ya no te acuerdas, contestó el viejo.

-Pero…… está mi marido en casa, como se atreve.

-No te preocupes que a tu marido no le importa, ya viste que ayer lo vio todo y no dijo nada, así que vamos a lo nuestro.

Aún no había terminado de decir eso cuando la tomó por la cintura e intentó besarla, ella hizo intentos para separarse, pero fueron inútiles, él era más fuerte y no la soltó, echó una carcajada y le dijo,

-No te resistas, lo estás deseando tanto como yo, hace ya tiempo que noté que eras una putita que no paras de calentarnos, así que ahora vamos a follar de una vez.

Nuria, por una parte, estaba aterrada con la presencia del Sr. Gerardo, estando su marido en casa, pero las palabras del viejo sobre el comportamiento de Carlos, la noche anterior, no paraban de repetirse en su cabeza, y además era verdad, él había consentido que la tocaran.

Mientras estaba con estos pensamientos, el Sr. Gerardo, que la tenía entre sus brazos, la fue acercando a la mesa de la cocina y levantándola, la sentó en ella, volvió intentar besarla de nuevo y esta vez no encontró resistencia, ella parecía entregada, tenía puesta una bata de casa abotonada todo el frente, así que el viejo comenzó a soltarle los botones, empezando por abajo, ella al darse cuenta intentó evitarlo pero sin mucha resistencia, así que no fue un problema para que él terminara de desabrocharlos hasta la cintura, dejando las bragas a la vista.

-Qué buena está mi niña, cómo nos vamos a divertir, por fin vas a follar con hombres de verdad y no con el finolis de tu marido.

-Por favor no lo haga, yo quiero mucho a mi marido.

Nuria suplicaba sin convicción alguna y el viejo aprovechó su pasividad para acostarla sobre la mesa, dejándola totalmente expuesta a sus deseos.

Terminó de desabrochar la bata, quedando ella solo con las bragas puestas, temblaba como un animalito acorralado, pero no decía nada. Gerardo comenzó a besar sus muslos de manera ascendente hasta llegar a su vagina, cubierta por la braga, la mordisqueó y después continuó por su vientre hasta llegar a los hermosos pechos, los abarcó con sus grandes manos, los sobó y se los llevó a la boca; ella continuaba totalmente parada, seguía temblando, pero ya comenzaba a mover su pelvis en señal de que comenzaban a excitarla los tocamientos del viejo.

Pasados unos momentos, que a ella le parecieron una eternidad, notó como el viejo le bajaba sus bragas, ahí intentó protestar, pero sin convicción, así que esas bragas terminaron en el suelo.

-Ahora viene lo bueno, es el momento que tanto tú como yo llevamos esperando, jejeje.

El viejo se bajó los pantalones dejando al descubierto una polla, no muy grande pero sí gorda y llena de venas, tiró de las piernas de la muchacha para colocarse entre ellas, acercó su herramienta hasta rozar la entrada de la vagina y, sin más preámbulos se la metió entera de un solo golpe, lo que hizo que Nuria lanzase un pequeño grito y luego un gran suspiro; al mismo tiempo que él la bombeaba, ella comenzó a sentir un placer muy intenso, como nunca había sentido, gemía entrecortadamente y cada vez más fuerte; cuando más estaba disfrutando, sintió como por detrás de ella le sujetaban los brazos e  intentaban meterle en la boca otra polla, giró la cabeza muy asustada y se encontró con la sonrisa de Tomás, el otro viejo amigo del sr. Gerardo, no se explicaba cómo había podido aparecer allí el viejo, pero empezó a protestar y retorcerse para soltarse de las garras del intruso.

-Tranquila que lo vas a disfrutar, oyó como le hablaba el sr. Gerardo, pero ella ya no se tranquilizaba, había dejado de sentir placer, sus nervios estaban a flor de piel, y lo peor fue cuando al abrir los ojos se encuentra con su marido mirándola sonriente, le sujeta los brazos diciéndole, primero muy amigablemente,

-Venga, tranquilízate, no pasa nada cariño, e intentó abrazarla.

Pero ella cada vez braceaba más, no se podía creer que su marido estuviese de acuerdo con los viejos y encima les ayudase, así que empezó a chillar presa del pánico, hasta que su marido, ahora ya enfadado, le dio una bofetada y le dijo,

-Ya está bien, aún me vas a lastimar, párate quieta ya y tranquilízate de una vez, estoy aquí contigo y no te va a pasar nada, ahí Nuria abre los ojos y ve a su marido casi encima de ella, con cara seria, gira la cabeza para ver a los viejos y no los encuentra, está en cama sola con su marido, ¡dios mío! Todo había sido un sueño, pero había sido tan real que no puede aguantar más y rompe a llorar.

Carlos la abraza con cariño y trata de calmarla,

-Vamos cariño, solo fue una pesadilla, ya pasó todo, y la besa en la cara y en la frente.

Nuria, por fin, se va calmando y se acurruca contra su marido, aun entre sollozos.

Carlos siente curiosidad por el sueño de su esposa, pero no le pregunta nada, solo la abraza cariñosamente.

-