Nuevas experiencias
Los congresos dan muchas satisfacciones...
A la mañana siguiente, me desperté por la luz del sol que entraba por la ventana. Veía mucha claridad, por lo cual supuse que ya era tarde. Me levanté de un salto y miré la hora. Eran la 8.30 de la mañana. El desayuno lo empezaban a dar a las 8 y las primeras ponencias empezaban a las 9, por lo que tenía que darme prisa para no perderme ninguna.
Juan y Carlos seguían durmiendo. Estaban desnudos sobre la cama. Traté de despertarles para decirles que era tarde. Ambos me dijeron que enseguida se levantaban, pero cuando salí de la ducha, seguían durmiendo. Les comenté que me iba al congreso y que volvería en uno de los descansos para recoger mi equipaje y dejar la habitación, ya que el congreso terminaba a la hora de comer.
Me metí en una de las conferencias y entre el sueño y que mi cabeza no paraba de pensar lo que había pasado la noche anterior, no presté demasiada atención. Eso era un riesgo, ya que mi jefe suele pedir algún resumen de las ponencias, e incluso realizar alguna presentación al resto del departamento. Afortunadamente, nos habían entregado una memoria USB con las presentaciones y algunos informes del congreso y eso me podría salvar.
En uno de los descansos subí a la habitación para recoger mis cosas. Juan y Carlos ya no estaban, aunque no los había visto por el congreso. Hice la maleta y di una vuelta por la habitación por si había dejado alguna cosa.
Salí de la habitación y me dirigí a la recepción para hacer el check-out y pedirles que guardaran mi maleta. Al lado estaba Carlos, tan serio como el día anterior y se dirigió a mi:
- Buenos días, Maribel.
- Buenos días, Carlos. ¿No habéis asistido a ninguna conferencia?
- No, no nos ha dado tiempo. Nos hemos levantado tarde y como ya poco podíamos hacer, hemos ido a desayunar en condiciones y a recoger nuestras cosas.
- ¡Qué suerte! Yo no he desayunado nada y tengo el estómago vacío.
- Si quieres te invito a un café. Todavía quedan unos minutos para que empiecen nuevamente las charlas.
Nos fuimos al bar del hotel a tomar un café. Pregunté por Juan y me dijo que había tenido que atender un tema del trabajo y que se uniría a nosotros en breve.
La conversación fue amena y no se hizo referencia a lo ocurrido la noche anterior. Carlos era muy educado y mantuvo la distancia correcta en todo momento. Me comentó que Juan le había comentado dónde trabajaba yo y me habló de mi jefe. Resulta que se conocían de empresas anteriores y tenían buena relación.
Resulta que Carlos lideraba un grupo de trabajo, del cual había oído hablar, a nivel internacional que se dedicaba a estandarizar determinados procesos relacionados con mi empleo. De hecho, la mayoría de los ponentes del congreso habían participado en dicho grupo y me enteré de que Carlos iba a hacer la charla de cierre del congreso. Mi propuso comentarle a mi jefe que me uniera a su grupo de trabajo. Se tratarían de colaboraciones puntuales y hacer alguna que otra ponencia.
La verdad es que, la oferta, era bastante tentadora. Podría suponer un avance significativo en mi carrera profesional y darme a conocer en otras empresas del sector. Le comenté que lo hablaríamos a la vuelta del congreso.
Una vez que Carlos clausuró el congreso, nos ofrecieron una comida. Nos sentamos en la misma mesa Carlos, Juan y yo, junto con otros participantes del congreso. Nuestra mesa era muy frecuentada por asistentes que se acercaban a Carlos a saludar.
Juan me dijo que ellos se quedarían ese día en el hotel, porque querían aprovechar el viaje para algunos temas comerciales. Yo le dije que tenía que coger el tren esa misma tarde ya que, al día siguiente, tenía que trabajar. Nos despedimos en la recepción del hotel.
Cuando llegué a casa mi marido me había preparado una cena romántica. No sabía muy bien a cuento de qué, ya que no solía tener esos detalles. Me agasajaba con cumplidos y me daba la sensación de que algo quería pedirme.
Esa misma noche me folló como pocas veces solía hacerlo. La verdad es que yo, aunque estaba agotada del día anterior, todavía estaba bastante caliente y traté de satisfacerle en todo lo que podía.
Empezó lamiendo todo mi cuerpo, parándose en mi coño donde me hizo una de las mejores comidas que me había hecho él. Me corrí sobre su boca, cosa que él pareció agradecer. Luego se me metió su polla despacio, haciéndome disfrutar. Yo sentía como entraba y salía cada centímetro de su miembro, arqueando mi espalda de los espasmos de placer que me producía. Me pidió que me diera la vuelta, de rodillas, y volvió a follarme el coño, alcanzando un segundo orgasmo. Luego apuntó hacia mi culo, donde empezó a metérmela despacio, hasta el fondo, sin ninguna dificultad. Cuando estaba a punto de correrse, me pidió que me diera la vuelta y puso su polla cerca de mi boca. Yo me la metí le estuve chupando hasta que se corrió en mi boca.
Se tumbó a mi lado, exhausto por el polvo que me acababa de echar. Me abrazó, me dijo que me quería y se quedó dormido.
No entendía muy bien a cuento de qué venía eso, pero me dejó bastante satisfecha. No tardé mucho en quedarme dormida.
A la mañana siguiente, me fui a la oficina. Nada más llegar, mi jefe me llamó a su despacho. Me dijo que Carlos le había llamado y le había pedido colaboración con su grupo de trabajo y quería saber mi opinión. Le dije que me apetecía mucho y que podía ser un gran avance en mi carrera. A él tampoco le pareció mal, con lo cual me dijo que me facilitaría la asistencia a los eventos que se organizaran, siempre que se diera publicidad a la empresa y los avances fueran de provecho para la compañía.
Una semana más tarde, recibí una invitación para una reunión del grupo internacional en París. Junto con la invitación venía la agenda de las sesiones, la reserva del vuelo y de tres noches de hotel. Se lo comenté a mi jefe y me dijo que tenía constancia de esa invitación y que no había problemas por su parte.
El vuelo de ida estaba programado para una tarde, con el fin de hacer noche allí y empezar las sesiones por la mañana temprano. Sabía que me estaría esperando un coche en el aeropuerto y en seguida identifiqué al chofer. Me trató con mucha amabilidad, me cogió la maleta y me indicó que se siguiera hasta el aparcamiento. Llegamos ante un Audi negro donde me monté y nos dirigimos al hotel.
Cuando llegué me registré y fui a mi habitación. Tenía una nota indicándome que cuando estuviera instalada, bajase a uno de los salones donde me estarían esperando. No tenía muy claro el tipo de atuendo que tenía que llevar, por lo que decidí ir cómoda, con un traje de chaqueta y pantalón y blusa.
Me dirigí al salón indicado y ahí estaba Carlos, sentado en un sofá, acompañado de varios hombres y mujeres que procedió a presentarme. La mayoría eran de países distintos a España, salvo una de las mujeres, que se llamaba Elena y que era la secretaria de Carlos. La mayoría de las conversaciones se llevaron a cabo en inglés. Era un grupo muy ameno.
Después de la cena estuvimos en el mismo salón tomando unas copas. Poco a poco fueron retirándose todos y nos quedamos Carlos, Elena y yo. Ella se levantó y se dirigió a uno de los camareros, quien se acercó con unas copas más para nosotros y acto seguido salió del salón cerrando la puerta.
Elena comentó que le había dicho que sería la última y que nos podíamos quedar tranquilamente a tomarla, ya que nadie nos molestaría.
Elena estaba sentada junto a Carlos. En un momento de la conversación, Carlos le puso una pierna en la rodilla a Elena y dijo:
- Por cierto, Elena. Esta es la putita de la que te he hablado. No ves lo bien que lo pasamos Juan y yo en el último congreso con ella.
Al principio me sentó mal el comentario. Era algo completamente secreto y no me gustaba nada que lo hubiera hablado con nadie. Elena sonrió y dijo:
- Bueno, habrá que comprobar si de verdad folla tan bien.
Me quedé un poco sorprendida y sonreí tímidamente. Por un lado no quería ser tan franca y directa con el tema del sexo, pero por otro, me estaba provocando unos temblores de excitación, que apenas podía sujetar el vaso en mi mano.
Elena se levantó y se sentó a mi lado. Yo me aparté un poco. Casi sin darme tiempo, estaba dándome un morreo.
Nunca había estado con una mujer, aunque en alguna ocasión había fantaseado con alguna, incluso había tenido alguna que otra conversación caliente por las salas de chat.
Me quedé petrificada. Ella se separó un poco y me miró sonriendo. Volvió a besarme, esta vez metiendo su lengua en mi boca. Cuando quise ser consciente de la situación, me di cuenta que la estaba correspondiendo y el beso me estaba excitando.
Carlos se levantó, me quitó la copa de la mano y se sentó en el brazo del sofá, al otro lado de Elena. Mientras ella seguía besándome, el acariciaba mi pelo como tranquilizándome. Mis manos estaban paralizadas, sin saber qué hacer. Sentí que tocaban mi pecho, por encima de la blusa. Por la posición, debía ser la mano de Elena la que lo hacía. Mi excitación era evidente ya que mis pezones estaban duros como piedras, lo cual notó Elena, quién empezó a desabrochar los botones de mi blusa y metió una mano dentro de mi sujetador.
Pellizcaba mis pezones suavemente, lo que los ponía cada vez más duros. Miré de reojo a Carlos y vi que se había sacado la polla y estaba masturbándose. La tenía cerca de mi cara, por lo que, con una leve inclinación, conseguí metérmela en la boca y empecé a chupársela.
Mientras tanto Elena seguía con mis tetas. Me desabrochó la camisa y apartó mi sujetador. Sentía sus caricias, lametones, chupetones, pellizcos y mordiscos en mis pechos, lo que me hacía estar más y más excitada.
Notaba en mi boca la polla de Carlos cada vez más dura. Elena empezó a bajar por mi vientre lamiendo mi ombligo y acariciando todo mi cuerpo. Empezó a desabrochar el pantalón y lo bajó un poco, lo suficiente para que quedaran mis braguitas al aire. Me empezó a besar por encima. Mi cuerpo se retorcía de placer y ganas de que metiera su lengua en mi coño.
Ella remoloneaba con la lengua por la zona, sin llegar a chupármelo. MI nivel de excitación iba en aumento. En un momento dado, me saqué la polla del Carlos de la boca y le dije a ella:
- ‘¡joder, chúpame el coño!
Ella sonrió y empezó a bajarme mis braguitas y a meter su lengua entre mis labios. Con los pantalones puestos era difícil que alcanzara todo, por lo que me incorporé un poco y me quité los pantalones y mis braguitas, abrí mis piernas y puse mi coño enfrente de su cara. Ella estaba sorprendida de mi reacción y empezó a hacerme una comida de coño como nunca me habían hecho antes.
Estaba muy excitada, con la polla de Carlos en la boca y una mujer comiéndome el coño y dándome un placer indescriptible.
Empezó a meterme también varios dedos dentro del coño, lo cual aumentaba mi excitación. Cuando estaba a punto de correrme, sentí como mi boca se llenaba del semen de Carlos, que tenía los ojos en blanco. Eso me hizo tener un orgasmo todavía mucho mayor y correrme en la boca de Elena.
Me quedé limpiando la polla de Carlos. Elena se acercó y se puso sobre mí. Empezó también a lamerle la polla y a besarme, intercambiando el semen de Carlos entre las dos. Mientras tanto, Elena iba frotando su coño con mi pierna, cada vez a mayor ritmo, hasta que terminó con un gran orgasmo.
En ese momento me di cuenta que estaba prácticamente desnuda en un salón de un hotel, donde podría entrar cualquiera, por lo que me incorporé y me vestí rápidamente. Mientras lo hacía, Elena y Carlos me miraban y hablaban de mi:
- Tienes razón, Carlos, es una buena putita, aunque todavía no he visto sus capacidades.
- Dale tiempo. Todavía tenemos varios días por delante…
Una vez todos recompuestos, Carlos se levantó y dijo:
- Y ahora, todos a dormir que nos quedan unos días de duro trabajo.