Nuevas experiencias 3
La joven casada sigue adentrándose en un mundo de sensaciones nuevas para ella, aunque no sea consciente de ello.
Dos días después de haber estado las tres parejas juntas, quedaron para cenar en un restaurante cerca del Oasis, así aparcaban los coches y ya no tenían que moverlos hasta marcharse para casa.
Por la tarde estaban Nuria y Carlos preparándose para juntarse con sus amigos y ella no sabía que ropa llevar.
-Cariño no sé que ponerme, crees que debo llevar vestido o voy en vaqueros.
-Ponte lo que quieras, vas a estar impresionante de cualquier manera, así que no te agobies, le contestó sin darle importancia.
A Nuria no le preocupaba el atuendo que podría llevar, su cabeza estaba en si aparecería o no Raúl por el Oasis, no sabía como sería el encuentro; ahora empezaba a ser consciente de lo ocurrido el último día de vacaciones en casa de Luisa, seguía sin poder explicarse como llegó a esa situación en la que Raúl prácticamente la desnudó y no solo eso sino que se dejó tocar todo lo que quiso; ella, una mujer con unos principios no solo cristianos sino de mujer fiel a su novio, que ahora es su marido y que hasta ese momento era el único que la había tenido; a lo largo de los años, desde que su cuerpo empezó a desarrollarse, nunca le faltaron piropos ni insinuaciones, antes y después de conocer a Carlos, y nunca tuvo la mínima debilidad al respecto, ella quería a su esposo desde el primer día que lo vio; además Raúl no se podía comparar en nada a su marido, Carlos era más inteligente, mejor persona, con clase y con un físico espectacular, era alto, delgado y guapo, Raúl también era alto, pero su físico era muy bruto y sus modales muy mejorables.
No comprendía nada, ella estaba totalmente enamorada de su marido, los demás no le importaban, e intentaba convencerse de que ahora, que estaba con Carlos, podría olvidar esa triste experiencia. Todo falso, se arrepentía sinceramente de lo sucedido pero el placer que sintió al ser casi desnudada y manoseada, aún la hacían estremecer.
-Pero cariño aún estás así?, vamos a llegar tarde; su marido la sacó de sus divagaciones
-Ya voy, me pondré un vaquero, así estaré más cómoda.
Cuando llegaron al restaurante ya estaban las otras dos parejas tomando algo en la barra, al verlos entrar, Pepe lanzó un pequeño silbido de admiración.
-Vaya par de dos.
Y es que la pareja era de revista, los dos muy altos, delgados y buen tipo, no se sabía si causaba más admiración ella entre los hombres o él entre las mujeres.
Saludaron y se dirigieron a su mesa, cenaron entre risas y anécdotas y luego se dirigieron a pie al Pub. Los seis encajaron bien, mejor dicho, Carlos encajó bien porque los otros ya se conocían. Por suerte para Nuria, Raúl no apareció y pasaron una noche estupenda, quedando en verse durante el mes de agosto, y eso que Carlos dijo que dentro del Pub no aguantaba mucho, había demasiado ruido,
-No te preocupes que Ramón y yo salimos contigo que tampoco nos hace mucha gracia estar dentro, dijo Pepe.
Ya en casa hablaron de lo bien que lo habían pasado, Nuria encantada de no ver a Raúl y Carlos satisfecho con los nuevos amigos; se acostaron e hicieron el amor, quedándose dormidos al momento.
La segunda vez que estuvieron juntos, apareció Raúl que en cuanto vio a Nuria, se dirigió a ella y le dio dos besos a modo de saludo.
-Que guapa estás, tenía muchas ganas de verte.
-Hola Raúl, también te veo estupendamente, ya ves, aquí bailando con las amigas, le contestó con toda la normalidad que pudo, aunque muy nerviosa.
-Y tu marido, no me digas que ya lo abandonaste, le dijo riendo.
-Está fuera con Pepe y Ramón, no es mucho de ruidos y bailes.
-Entonces ya vendré yo para atenderte, que dejamos algo pendiente ¿te acuerdas? hoy no puedo quedarme que vine con una chica, pero ahora que sé que estás tú ya no me comprometo más.
Raúl sabía que Nuria estaba allí, pero tenía una estrategia preparada para terminar con sus defensas y una era intentar darle celos.
-Pues no te entretengas más, comentó ella con su eterna sonrisa, aunque era todo fachada, estaba muy nerviosa y dio gracias de que no estuviese su marido.
Luisa se acercó para preguntarle que tal con Raúl y le contestó que normal, que se saludaron y punto.
Dos días después volvieron a salir y el lugar de encuentro cuando se veían los seis siempre era el mismo sitio, pero esta vez Pepe el marido de Luisa había salido de viaje, por lo que solo Carlos y Ramón estaban en la terraza, mientras ellas bailaban dentro. Pasadas un par de horas entraron a pedir otra consumición y ver si las chicas querían marcharse ya; estando en la barra, se acercaron ellas y de paso presentaron a Raúl a Carlos; este lo miró con recelo y eso que ya se le había pasado la angustia que le ocasionara su nombre.
-Encantado de conocer al hombre que se llevó a esta mujer tan hermosa, pero creo que deberías estar más pendiente de ella, sino te la pueden levantar, es muy guapa, dijo Raúl.
-Como es mi mujer ya lo sé yo y también que confío plenamente en ella, así que no debes preocuparte, puedes seguir tranquilo.
-Yo te avisé, después no te lleves a engaño.
Iba a contestar Carlos ya de mal humor, pero se adelantó Nuria,
-Ya está bien Raúl, que tonterías estás diciendo, ¿bebiste o qué?
Ahí intervinieron Paula y Luisa, desviaron la conversación y se acabó el tema.
Camino de casa, Carlos le dijo a su mujer,
-Ese tío es un estúpido, ¿no te lo parece?, con la edad que tiene debería ya saber comportarse.
-No le hagas caso, según su prima Luisa, desde que su mujer lo dejó por gamberro e informal, dice muchas tonterías.
-Tú ya lo conocías del año pasado?
A Nuria le dio un vuelco el corazón, como iba a contarle de que lo conocía, y además le preocupaba que en otra conversación pudiera salir el tema, así que salió del paso lo mejor que pudo.
-Si, lo vi unas cuantas veces con su prima y los demás.
En los siguientes días no se vieron, dado que estuvieron visitando a unos familiares, pero el sábado llamó Luisa a ver si salían y Nuria le dijo que seguramente, ya la avisaría después de hablar con su marido.
En cuanto se lo comunicó a Carlos, este le comentó que no estaba Pepe y que Ramón le había dicho que iría unos días con sus hijos a ver a sus padres, ya que su mujer aun no tenía vacaciones. así que era mejor que fuera ella sola, la llevaba él sin problema.
Nuria intentó convencerle, pero comprendía sus razones, así que llamó a Luisa y le dijo que hoy no saldría, que Carlos no se encontraba del todo bien.
Ella le comentó que pasaría a buscarla y se iban solas, que tampoco tenía a su marido, pero Nuria no cedió y se quedaron en casa.
Carlos incluso intentó convencerla de que fuera, pero ni por esas, prefirió quedarse en casa.
Raúl, como dijimos tenía un plan para intentar doblegar a Nuria, esta vez no se le escapaba, se había informado bien del uso de las pastillas y lo mejor era darle una cada día, así se acostumbraría poco a poco y no le sentarían mal como la vez anterior, además iría cogiendo adicción a ellas, siempre se las administraría en el Pub, así cuando no la tomase sentiría la necesidad imperiosa de ir a ese local a divertirse, como si con ir allí ya calmase su ansiedad, y así sucedería por la dosis diaria.
Para administrársela, Raúl ya había acordado con Jorge, un camarero amigo suyo, que estuviese atento y en cuanto entrase y pidiese su consumición, se la pusiera todos los días al llegar.
Jorge tenía unos treinta años, era un tipo casi tan alto como Raúl, pero un poco más gordo, de cara era vulgar y modales parecidos a su amigo, pero con el uniforme de camarero, disimulaba un poco mejor su aspecto, tampoco tenía escrúpulos, lo que le importaba era conseguir su objetivo, la chica le gustaba y sabía que, si Raúl se la tiraba, él también lo haría, así que no dudó en ningún momento en ayudar a su amigo.
Como pudimos comprobar anteriormente, la calidad moral de Raúl no existía, no se iba a detener ante nada con tal de conseguir su propósito, incluso no le había comentado nada a su prima y eso que como vimos, ésta le había ayudado en lo que pudo; pero sabía que ella no aprobaría que la drogara para conseguir llevarla a la cama, pues en su fuero interno estaba seguro de que Luisa nunca toleraría que pusiese a Nuria en problemas, una cosa es que se la follara para liberarla en cuestiones de sexo y otra muy distinta que la hiciera sufrir. Raúl se había informado de los efectos que produciría el consumo seguido de éxtasis, calor interno, desinhibición y relajación entre otros, pero no se había parado a pensar en las consecuencias malignas de su consumo, como sabemos, no le importaba para nada la salud de la chica, él iba a lo que iba sin preocuparse de lo que pudiera ocurrirle, no era su problema lo que pudiera suceder, como si destruía su matrimonio, uno más no importaba.
Carlos no le había caído nada bien, el que fuera un tío muy atractivo, la seguridad que aparentaba y su posición en la vida, hacía que se sintiera muy inferior a él, por lo que ahora no solo deseaba follarse a su mujer sino también tratar de humillarlo lo más que pudiese, y no repararía en esfuerzos para conseguir su fin; porque a pesar de parecerle un tío muy preparado y seguro de sí mismo también le parecía un blando y que no se atrevería a nada en cuanto lo amenazase.
Durante unos ocho días seguidos Nuria fue al Oasis, unas con Carlos y otras con Luisa, ya que a él le aburría estar tanto tiempo allí y no le importaba que ella se divirtiera, estaba más cómodo en casa; así que durante ocho días estuvo tomando la droga, notándosele como cada vez estaba más desinhibida, no importándole bailar con quien se lo pidiera e incluso abrazarla con cualquier pretexto.
El cambio obrado en ella no pasó desapercibido a nadie y Laura se lo comentó a Luisa,
-No te parece que Nuria este año anda muy suelta, y eso que está con su marido.
-Ya lo veo, no se parece en nada a la del verano pasado.
Luisa, al hacer ese comentario, se quedó pensativa recordando el susto que se había llevado; pero esta vez su primo no tenía nada que ver, se lo había prometido, aun así, no las tenía todas consigo y se lo preguntó:
-A Nuria no le estarás dando nada que la pueda perjudicar.
-No prima, puedes estar tranquila, además ni vengo todos los días y con ella hablé muy poco.
Eso era verdad, no parecía mostrar mucho interés en ella, así que se tranquilizó.
Con el paso de los días, los efectos de la droga se empezaban a notar en Nuria que, ya un poco antes de la cena comenzaba a llamar a cualquiera de sus amigas para quedar, pero además lo hacía con ansiedad, con miedo a que le fallaran, tanto que Carlos ya empezaba a molestarse con esa actitud.
-Pero que te pasa, solo piensas en ir a ese maldito pub, ya sé que te gusta bailar, pero es que últimamente parece que para ti ya no existe nadie más, ni siquiera piensas en si me apetece ir, o si lo estoy pasando bien, no te das cuenta de que muchas noches me quedo solo, podías preguntarte si estoy cómodo con esta situación.
Nuria se quedó sorprendida de los comentarios de su marido, estaba segura de que él estaba contento, bueno la verdad, de unos días a esta parte, ni siquiera pensaba en ello, solo tenía en mente ir a bailar.
-No sé porque me dices eso, tú sabes que a mi me encanta que vengas conmigo, pero como decides quedarte en casa yo creí que eso es lo que deseas.
-Claro que me gusta ir contigo, a mí no me hace falta nadie más para pasarlo bien, pero reconocerás que, en estos últimos días, en cuanto te juntas con tus amigos o no tan amigos, a mí ya no me ves; casi voy a ir y liarme con alguna de las que se acercan, que, aunque no te lo creas, son bastantes.
En efecto en el Pub había chicos que revoloteaban alrededor de Nuria, pero no era menos cierto de que bastantes chicas hacían lo propio con Carlos, lo que ocurre es que éste salía para fuera y no les hacía caso.
Cuando Nuria oyó eso le dijo muy seriamente:
-Ni se te ocurra, tú estás conmigo y con nadie más, tu sabes lo que me gusta bailar y charlar, pero tú te apartas y no te integras.
-Pero piensa un poco, nos conocemos desde hace bastante tiempo y siempre fuimos así, a ti te gusta bailar y a mi no y sin embargo nunca tuvimos conflictos, estando juntos lo pasábamos bien, pero ahora tú solo vives para ti, no sé que te está pasando.
-Vale cariño, puede que te haya abandonado un poco, pero te quiero y lo que más me gusta es que vengas conmigo, ¿vale? Y deja de pensar en otras.
Él dio por zanjado el tema con un beso, pero estaba preocupado con el comportamiento de su mujer.
Ella se quedó pensativa y tuvo que reconocer que su marido tenía razón, había cambiado, no solo era el baile, es que, por primera vez, le gustaba sentirse admirada y deseada por otros. Cuando salieron de vacaciones ella lo hizo con ilusión y segura de que ahora con su querido Carlos a su lado ya no tendría aquellas sensaciones del año anterior, pero se daba cuenta que no era así, cada poco le venían a la mente vivencias muy placenteras que había sentido y lo peor, que deseaba volver a tener y ahí no tenía cabida su marido; eso la entristeció, porque él era lo más importante para ella; algo malo le debía estar pasando para encontrarse en esa situación de desasosiego.
Los siguientes días todo se complicó más para el matrimonio, ella seguía con la obsesión de ir todas las noches y, además, por su belleza, era la más deseada del local y su marido se daba cuenta de que no pintaba nada hasta que ella decidía marcharse, por otro lado, Raúl que no perdía detalle de lo que ocurría, estando siempre al acecho, se acercó a Carlos y le dijo:
-Ya te dije que como no cuidaras de tu mujer, te la iban a levantar, y da la impresión de que la tienes muy desatendida.
-Déjame en paz, que sabrás tú.
Él estaba enfadado y no tenía ganas charlas y menos con ese.
-Pero no te preocupes, que antes de que vaya con otro, ya me ocuparé yo.
Dijo esto último con chulería; a Carlos no le hizo ninguna gracia, pero se mordió la lengua y no contestó, lo que envalentonó a Raúl y mirándolo con desprecio le dijo:
-La verdad es que no eres el hombre que ella necesita.
Carlos para evitar líos, se dio la vuelta y acercándose a su mujer le dijo que ya era hora de irse, ella negó con la cabeza y le mandó esperar un rato más, él le dijo que solo 15 minutos y se iba. Pasado un poco más de ese tiempo, Nuria se acercó y de mal humor le comunicó que se iban.
Si las cosas estaban mal, lo peor fue cuando los padres de Nuria les dijeron que tenían que ir a ver un familiar que había tenido un accidente y que deberían acompañarles.
Era martes cuando salieron a unos 90 km. de distancia y estando allí la tía de Nuria que llevaba sin verla un año, se abrazó a ella con cariño y les dijo que su marido estaba fuera de peligro pero que estaría una semana más ingresado, tenía una pierna magullada de una caída en el monte. Lo visitaron y cuando volvieron a casa, la tía les dijo que tenían que quedarse unos días, no se iban a marchar ya, para una vez que estaban juntos después de tanto tiempo; los padres dijeron que no les importaba y Carlos dijo lo mismo, era un pueblo muy bonito y prefería estar allí que, en la ciudad, pero a Nuria esa idea de quedarse la alteró sobremanera.
-Yo no me quedo, esto es un aburrimiento, papá, quedaros vosotros y ya volveremos a buscaros cuando digáis.
-Pero niña, le dijo su tía, quédate, tengo muchas ganas de charlar contigo y con tu marido.
-No tía, lo siento mucho, pero tengo que irme.
Carlos no se lo podía creer, pero qué le estaba pasando, no la reconocía, ni su actitud ni su carácter tenían nada que ver con la Nuria de siempre.
-Ya está bien Nuria, pero qué te pasa, tu tía portándose de maravilla y tú una desagradecida.
Nuria estaba muy nerviosa, ni ella se reconocía, pero sentía una necesidad imperiosa de volver a la ciudad, no aguantó más los nervios y comenzó a llorar desconsoladamente.
Sus padres intervinieron y convencieron a Carlos para que se marchasen y ya pasarían a recogerlos en unos días.
En el trayecto de vuelta, Nuria trató inútilmente de disculparse, pero Carlos no le dirigió la palabra.
Esa noche ella tenía pensado quedarse en casa, después de lo sucedido no quería tener más problemas con su marido, pero llegó una hora en que los nervios la torturaban de tal manera que era incapaz de estarse quieta, deseaba salir a toda costa, se duchó a ver si así se le pasaba la tensión, pero ni por esas, entonces le pidió a su marido que, por favor, saliesen a tomar algo y volvían:
-Vamos Carlos, acompáñame, tomamos algo y nos volvemos, te lo prometo.
-No me apetece nada salir, es mejor quedarnos en casa y si quieres, hablaremos sobre lo que está ocurriendo.
-No ocurre nada, estamos de vacaciones y solo quiero divertirme, si tú te animas un poco no me hace falta nadie más.
-No entiendo como no te das cuenta del tremendo cambio que has dado; ¿acaso te ha pasado algo el año pasado que no me has contado?
Al oír estas palabras, Nuria se quedó parada, como podía decirle eso, ¿sabría algo de lo ocurrido?, la dejó desconcertada, pero salió adelante atacando.
-Déjate de tonterías y acompáñame, sino saldré sola.
Se fue a vestir, se puso una ropa interior blanca, el sujetador sin las tiras, solo sujeto por detrás para que no se viese, ya que el vestido era de tirantes, ceñido hasta la cintura y terminaba con una falda con algo de vuelo hasta medio muslo y cerrado por detrás con una cremallera, se colocó unos tacones altos y se presentó delante de su marido.
El resultado era impresionante, una alta y guapísima mujer embutida en un corto vestido que se ceñía a su cuerpo como una segunda piel. Se dirigió a su marido y le dijo:
-Carlos, por favor, sal conmigo, necesito que me acompañes.
-No pienso salir, haz lo que te de la gana, total ya lo llevas haciendo estos últimos días, además para que me quieres si al llegar me dejas de lado.
-Pero yo quiero estar contigo, por favor, no me dejes ir sola, sabes que te necesito.
-Te importa algo si a mi me apetece?
-¿No sé qué me pasa, pero tengo que salir, no lo entiendes?
-No, no lo entiendo, adiós y pásalo bien, ahí tienes las llaves del coche.
Carlos, en cuanto su mujer salió, se quedó hundido, nunca se habían despedido de esa manera; en cuestiones de salir a divertirse, siempre llegaban a un consenso sin problemas, pero desde hacía unos días, la cabezonería de Nuria por ir a ese dichoso local resultaba enfermiza, no sabía qué hacer, algo muy extraño tenía que estarle pasando, sino no se lo explicaba, además su conducta en el local no era la que acostumbraba, no encajaba para nada con su manera de ser; tenía un miedo terrible a perderla, no sabría vivir sin ella, pero tampoco podía permitir ese comportamiento.
Mientras, Nuria entraba en el local y se dirigió hasta sus amigas Luisa y Laura a las que dejó asombradas, tanto por su elegancia como por lo nerviosa que llegó y con cara de haber llorado; aún no se había sentado y llegó Jorge el camarero, con su bebida de siempre, del primer trago casi vacía el vaso.
Sus amigas le preguntaron qué había pasado y ella sin poder contenerse, se puso a llorar.
Cuando se fue recuperando les comentó que había discutido con su marido, pero no les dijo la causa, solo que era un estúpido.
-Vamos a bailar, que hoy tengo ganas de marcha, les dijo a las dos, y al momento daba la impresión que no le pasaba nada, ya estaba contenta.
Salieron a la pista juntándose con los demás de la pandilla que solían estar todos los días en el local y se pusieron a bailar; al poco se presentó Raúl, que después de hablar con Jorge se unió al grupo, pegándose de inmediato a Nuria.
-Hoy estás increíble, nunca pensé que podrías ponerte más guapa, pero hoy lo petaste.
-He venido a bailar, como siempre.
-Como siempre no, hoy estás espectacular, y yo estoy aquí para ayudarte a pasarlo mejor.
Nuria no le contestó y continuó a lo suyo.
Cuando Raúl llegó, se paró con Jorge para confirmar que todo iba bien, y éste incluso le contó como la vio llegar, así que dedujeron que venía enfadada y estaría más vulnerable, por lo que Raúl le pidió a Jorge que le dejase abierta la oficina que estaba en el piso de arriba, para llevarla allí, éste asintió con la condición de que él también se la quería follar, a lo que Raúl le dijo que sin problemas. La verdad es que no pensaba en otra cosa que en follarla y cuantos más lo hiciesen, mejor y además deseaba que su marido pudiera presenciarlo, aunque, si eso no sucedía, ya se encargaría de contárselo con pelos y señales, la cuestión era humillarlo.
Raúl al volver a la pista, se le acercó su prima diciéndole:
-Que bien tú por aquí, creo que hoy Nuria está más alegre de lo normal, lo tienes más fácil que nunca, solo espero que no le hagas daño.
-No te preocupes, trataré de divertirnos los dos, ya te contaré.
Se acercó de nuevo a Nuria, se colocó tras ella, la tomó por la cintura y siguió bailando acompañándola en sus movimientos, ella estaba muy alegre y se dejaba llevar por el ritmo que él imponía, que no era otro que puntearla con su paquete en el trasero.
Laura se estaba dando cuenta de la situación, miró a Luisa y ésta le hizo una seña de aprobación, se acercó a ella y le dijo:
-Déjalos que se diviertan, si el marido hubiese venido seguro que esto no pasaría, así que no te preocupes, son mayorcitos.
Laura no comprendía a Nuria que, teniendo un marido como el que tenía, estuviese tonteando con aquel bruto, pero no era asunto suyo, a pesar de que le daba algo de pena Carlos, seguramente no se merecía eso.
En un momento dado Laura vio como Raúl hablaba al oído de Nuria y aunque esta negaba con la cabeza, poco a poco debió convencerla de lo que le proponía porque captó una señal de Raúl a Jorge y éste subió hacia el piso de arriba y luego Raúl y Nuria le siguieron; eso le llamó poderosamente la atención y pensó que no estaban jugando limpio con la chica y se lo dijo a Luisa:
-Oye, creo que entre Raúl y Jorge se traen algo raro con Nuria.
-Pero que dices, ella sabrá lo que hace, déjalos tranquilos.
Laura estaba muy preocupada, no tanto por Nuria, que al fin y al cabo se lo había buscado, sino por Carlos, ella creía que no se merecía eso, además sentía una gran debilidad por él, le gustaba mucho; no pudo seguir en la pista y salió fuera para airearse, estaba muy sofocada.
Mientras en el piso de arriba Raúl bailaba muy apretadito con Nuria, ella descansaba la cabeza en su pecho y él tenía sus labios rozándole el cuello; la noche parecía darse bien, ella estaba más colaboradora que nunca, así que siguiendo el ritmo del baile fue llevándola lentamente hasta detrás de una columna, allí bajó las manos de la cintura a sus nalgas y muy despacito comenzó un movimiento de rotación; a pesar de su experiencia, estaba nervioso, nunca había estado con una mujer como esa, ni en sus mejores sueños se lo pudo imaginar, además casada con un tipo con clase y atractivo, así que tenía que obrar con mucho cuidado, tendría que ir excitándola para que se fuera abandonando y cediese a sus deseos, sabía que la droga le ayudaría, pero debería ir con cuidado para no asustarla, tenía que hacerle sentir la necesidad de disfrutar con él sin alarmarla demasiado, al fin y al cabo esa chica nunca había estado con otro que no fuera su marido.
Al sentir que las manos descendieron de la cintura a su trasero, pensó que había sido casualidad, pero al notar como la acariciaba suavemente, comprendió que lo hacía a sabiendas, pero no le importó, si su marido hubiese estado con ella, eso no sucedería.
Ella estaba muy a gusto, lo que estaba haciendo no le parecía correcto, pero con lo enfadada que estaba con Carlos, no le importó. Le había pedido varias veces que la acompañase porque sabía lo que podía ocurrir si iba sola y se había negado; Con ese razonamiento se liberaba de responsabilidad y hacía a él culpable de lo que ocurriese.
Raúl, ajeno a los pensamientos de ella, creyó notar cierta sumisión y comenzó a subir y bajar sus manos por toda la espalda, a la chica se le escapó un leve gemido que le confirmó que estaba en el buen camino,
Ella guardaba silencio, estaba muy relajada y cómoda con las caricias de Raúl; empezaba a disfrutar de sentirse deseada, ya no pensaba en su marido, estaba como aislada de todo lo que no fuera gozar; los momentos placenteros que había sentido en otras ocasiones siempre habían sido con Carlos, y si ahora estuviese no dudaría un instante en dejarse llevar hasta hacer una locura, pero él no había querido venir y ella necesitaba disfrutar, por lo que se iba abandonando cada vez más, sin calibrar las consecuencias.
Raúl le tomó la cabeza e intentó besarla, pero ella apartó la cara y la volvió a colocar en su pecho, así que desistió por el momento y volvió a las caricias por toda la espalda e incluso por sus redondas nalgas, sin que ella lo rechazase; su intención era dejar que ella misma se fuese entregando, volvió a intentar besarla en la boca y esta vez no le rechazó, incluso abrió su boca para que las lenguas se entrelazasen; mientras le comía la boca, sacó los brazos de ella de su cuello y los colocó a lo largo del cuerpo para tranquilamente bajar los tirantes del vestido y descubrir el blanco sujetador de encaje; lentamente a continuación bajó la cremallera del vestido hasta la cintura y ahora acariciaba su espalda directamente sobre la piel.
Nuria estaba muy excitada, aún así era consciente de lo que estaba ocurriendo, pero no deseaba pararlo, es más, al estar tan apretada contra Raúl, notaba en su entrepierna la dureza de su miembro por lo que saltando todas sus normas y buenas costumbres llevó su mano hasta la bragueta, comprobando el tamaño y la dureza del miembro viril de su acompañante.
Raúl al sentir la mano en su pene, rápidamente se bajó la cremallera y sacándolo, lo puso en la mano de ella que automáticamente comenzó a masturbarlo suavemente.
Nuria no se reconocía, estaba en un local público siendo manoseada por alguien que no era su marido y con su pene en la mano; ya no le importaba, su deseo era más grande que su conciencia, pero al notar como Raúl intentó sacarle el vestido, pareció recobrar algo de sensatez y le dijo:
-Aquí no, vamos a otro lado, nos están mirando.
-Entonces por fin vas a ser mía, ¿estás convencida de que quieres follar?
-Vámonos por favor.
Raúl ya sonriente la tomó de la cintura y con el vestido abierto por detrás, la llevó hacia la oficina, donde la acercó a una mesa amplia de reuniones y allí comenzó a besarla, al mismo tiempo que le iba bajando el vestido hasta sacárselo, quedando solo en sujetador y braga; después de besarla un rato la tomó por la cintura, la subió a la mesa, la recostó en ella y comenzó a besarla, comenzando en sus potentes muslos y siguiendo para detenerse en la entrada de su cueva, de momento con la braga puesta.
Las sensaciones para Nuria eran difusas, por un lado pensaba que su marido se merecía este extraño castigo, por otro, su mente le decía que estaba mal, pero lo más raro de todo era que al estar debatiéndose entre lo correcto y lo inmoral, dejándose tocar por un hombre que no era su marido, le causaba una extraña emoción que le ordenaba que siguiera experimentando, su cuerpo comenzó a sentir unas extrañas cosquillas que nunca en su vida había sentido y estas iban bajando desde su estómago , pasando por su bajo vientre y se instalaron en la entrada de su vagina, su cuerpo empezó a temblar; estas sensaciones eran nuevas para ella, ni siquiera en su tiempo de noviazgo con su marido, había experimentado algo parecido. Cuando sintió los dedos de Raúl apartar la braguita para luego comenzar a introducirle la lengua, tuvo la instintiva reacción de protegerse intentado que su más preciada posesión no fuera profanada por otro que no era su marido, pero el trabajo que le hacía con la lengua en su vagina le hicieron ver las estrellas casi al instante, por lo que no tuvo fuerzas para negarse ante tan exquisito placer.
Raúl después de lamer y chupar el coño de Nuria, pasó a los pechos, retiró el sujetador dejándolos libres y comenzó a chuparlos y a mordisquearlos produciendo en Nuria un intenso placer que exteriorizaba con fuertes gemidos. Raúl se desnudó e iba proceder a bajarle la braga cuando entró Jorge diciendo:
-Ya veo que la tienes a punto, venga métesela de una vez que luego voy yo.
Nuria que solo estaba esperando a que Raúl empezase a follarla, en cuanto oyó a Jorge, intentó levantarse, siendo sujetada por Raúl, ella le dijo:
-Déjame Raúl, no quiero que me toque este tipo, vámonos de aquí.
-No seas mojigata, te vamos a follar los dos y cuando terminemos quedarás tan satisfecha que desearás seguir.
-Por favor, no me hagas esto, yo vine contigo y con nadie más.- seguía pidiendo ella mientras intentaba bajarse de la mesa.
Pero Raúl dirigiéndose a su amigo le dijo:
-Jorge, sujétale las manos y si hace falta métele la poya en la boca para que se calle.
Esa frase fue lo que oyeron Carlos y Laura cuando entraron por la puerta, quedando los dos atónitos con lo que estaban viendo, Carlos no podía creer que su mujer estuviese prácticamente desnuda y tirada en una mesa como una vulgar puta a punto de ser follada por dos tíos, quedó paralizado, no podía pensar, sus ojos no se apartaban de esa mesa, la voz de Raúl le sonó como un eco:
En cuanto vio a Carlos con Laura, en su cara dibujó una sonrisa, y aunque Laura era amiga de su prima y también suya, no se lo pensó:
-Mira que bien, el maridito nos trae a otra putita, Jorge suelta a ésta que me basto yo solo y tu coge a esa que también le tengo muchas ganas.
-No me digas que no te avisé, sabía que tarde o temprano esta putita acabaría follada por alguien, la suerte es que va a ser por nosotros, porque tú vas a colaborar para que tu mujer disfrute como se merece.
Al mismo tiempo, Laura estaba tan asombrada como Carlos y no reaccionó hasta ser tomada por la cintura y levantada en peso por Jorge, que la sentó en la mesa junto a Nuria, allí trató de resistirse, pero una fuerte bofetada la dejó atontada.
-Estate quieta o te sigo dando, no te esperábamos, pero ahora que estás aquí, vamos a disfrutarte también.
Laura muy asustada se dejó hacer y fue acostada también en la mesa al lado de Nuria, mirando al techo y permaneció sin moverse, temblando como un junco.
-Muy bien Jorge, así se trata a una puta, ahora el maridito me va ayudar a follarme a su mujer.
-Vamos Carlitos, ayúdanos a tranquilizar a tu mujercita, ya verás cómo está deseando ser follada de verdad y no por un flojito como tú.
Carlos, para asombro de Jorge y Laura, se acercó y cogiendo un brazo de su mujer le preguntó.
-Al final esto es lo que querías, ¿verdad? Todo tu nerviosismo por venir aquí se debía a esto, no me lo puedo creer.
Ella al verlo empezó a llorar y a suplicarle:
-Carlos sácame de aquí, por favor no me dejes con estos.
Pero Carlos se quedó inmóvil, no podía reaccionar, no es que pensase en llevársela o dejar que la follaran, lo que sucedía es que estaba paralizado.
-Mira Chavalín, esta putita es mucha mujer para ti y lleva tiempo con ganas, porque no le estás dando lo que necesita, ya el año pasado estuvo a punto de caramelo, pero un infortunio impidió lo que va suceder ahora. Te voy a enseñar cómo tratarla, porque estás muy equivocado con ella, crees que tienes una mujer modosita, pero este cuerpo necesita mucha caña y nunca vas a ser capaz de satisfacerla tú solo, fíjate bien el cuerpazo que se gasta y lo sensible que es a mis caricias.
Carlos se encontraba como anestesiado, estaba totalmente paralizado con lo que estaba viendo y oyendo, no era consciente de la situación que allí estaba sucediendo, no le parecía real
-Vamos Carlitos, levántale el culo para que yo le quite la braguita.
Carlos como un autómata se acercó y la levantó, permitiendo que Raúl la despojase de su braga, descubriendo un coño peludo, aunque arregladito, seguramente para el bikini, dejándola completamente desnuda.
Nuria ya no protestaba, gruesas lágrimas caían por sus mejillas, estaba muy apenada por el comportamiento de su marido, pero éste seguía sin reaccionar mirando a su esposa totalmente desnuda encima de una mesa y viendo como Raúl con comentarios obscenos, le acariciaba todo el cuerpo.
Al mismo tiempo Jorge también había bajado las bragas de Laura y estaba comiéndole el coño con plena dedicación, haciendo que ella, a pesar de sus esfuerzos por no exteriorizar el placer que empezaba a sentir, no pudo reprimir fuertes gemidos.
Carlos no podía apartar los ojos de su mujer, tumbada y desnuda encima de una mesa de un local, nunca la había visto en aquella perspectiva, él siempre la había tratado con mucha delicadeza y amor y lo que ahora veía era como un impresionante cuerpo de mujer servía para disfrute de cualquier hombre, fuese su esposo o no lo fuese. Raúl con una mano seguía sobando sus pechos, mientras con la otra continuaba en su rajita trabajando el clítoris de manera que la fue excitando de tal modo que sus gemidos ya eran intensos y los movimientos de cadera muy notorios y más cuando introdujo un dedo dentro de ella.
-Fíjate como está disfrutando y eso que aún no la he cabalgado, pues en cuanto se la clave los gritos se van a oír desde la calle.
Estos comentarios junto con lo que estaba viendo, le parecía irreal y en su confundido interior, estaba totalmente de acuerdo con Raúl, Nuria estaba necesitando todo lo que él decía, era muy evidente.
-Ahora maridito cornudo, creo que llegó la hora de rematar la faena y eso tengo que hacerlo yo, pero para que veas lo respetuoso que soy contigo, necesito tu aprobación y la mejor forma de estar de acuerdo es que, en cuanto me suba encima de ella, agarres mi poya y tú mismo la introduzcas en su coño, yo ya me encargo de empujarla hasta el fondo las veces que sea necesario, y tú pasas a acariciar su cabello y darle seguridad y tranquilidad para que se sienta a gusto, mientras hago la faena.
Nuria estaba muy nerviosa, sobre todo cuando Raúl se puso encima de ella y se colocó entre sus piernas, rozándole el coño con su pene, inconscientemente empezó a moverse, su calentura estaba en grado máximo, y visto la actitud y complacencia de su marido, ya le daba todo igual, solo esperaba que se la metiese de una vez.
-Vamos imbécil, a qué esperas, cógemela y clávasela.
Jorge había dejado de lado a Laura y los dos estaban atentos a lo que iba a suceder.
Por su parte Carlos seguía impasible, como hipnotizado, pero en ese momento escuchó la voz de Laura:
-No lo hagas, que se la meta él, no le sigas el juego a ese idiota, es mejor que te marches y nos esperes fuera a que terminen, solo nos van a follar, así que no es necesario que sufras mirando.
Esto lo dijo Laura gritando con rabia, ya no le importaba que la follasen, pero no quería que humillasen más a Carlos.
-Tú te callas zorra, quiero que lo haga él para que vaya tomando nota y al mismo tiempo entienda que me gusta follar a su mujer con su complacencia. ¿Verdad Cornudo?.
Nuria estaba llorando y no reaccionaba ante la extraña situación, pero Laura no se pudo contener y a pesar de estar debajo de Jorge y a punto de ser penetrada, chilló:
-Reacciona Carlos por dios, despierta y espéranos abajo, no le sigas el juego a este cabrón.
Carlos con la misma expresión de extraviado, pero con un brillo especial en los ojos, se acercó, estiró su mano hacia el miembro de Raúl, que lo miraba con una sonrisa de total satisfacción y sintiéndose triunfador, se lo agarró y en cuanto lo tuvo bien cogido se lo acarició suavemente, lo acercó a la vagina de su mujer colocándolo justo en la entrada, incluso rozando ya los labios, ahí Raúl sintió la humedad de ella y con un impulso de cadera fue a introducirlo hasta el fondo; Nuria también colaboró alzando su pelvis para recibirlo, pero en ese momento Carlos dejó ir su mano hasta cogerlo por los testículos, apretándoselos fuertemente le dijo, con un tono de voz muy bajo y tranquilo:
-Quiero oír como sigues insultándome y faltándome al respeto, hijo de puta.
Raúl muy sorprendido y dolorido no era capaz de articular palabra, por lo que:
-Donde está esa chulería que tenías hace un instante, la lengua no te la tengo cogida, puedes hablar.
Jorge al ver la situación en que estaba su amigo, salió en su defensa, pero en cuanto se acercó, Carlos apretó su presa, haciendo que Raúl chillase y le dijo:
-Si te mueves, lo capo.
-Ahora te voy a soltar y tranquilamente te levantas, te vistes y junto con tu amigo os largáis a toda pastilla, y voy hacer como que aquí no ha pasado nada, ¿de acuerdo?
Raúl asintió con su cara roja de dolor.
En cuanto lo dejó libre, se levantó, primero se acarició sus doloridas partes y después lleno de rabia se dirigió a Jorge:
-Vamos acabar con este maricón antes de follarnos a las dos putas.
Aún no terminó de hablar cuando se lanzó contra Carlos y lo que se encontró fue un puñetazo en la cara que lo tiró al suelo y cuando se quiso levantar recibió una patada en el estómago dejándolo sin respiración y retorciéndose en la moqueta del despacho y sangrando por la nariz, como un cerdo, Jorge aprovechó para intentar golpearlo por detrás, pero chocó su cara contra un codo de Carlos que lo remató con una patada en el pecho, lanzándolo contra la pared. La pelea había durado 10 segundos.
Carlos, con una tranquilidad pasmosa y como si no hubiese pasado nada, se dirigió a las chicas, les dijo que se vistieran y bajó las escaleras hacia la calle.
Su aparente frialdad no era real, en su cabeza persistía la imagen de su mujer desnuda y manoseada y algunas frases de Raúl, sin precisar el contenido. Lo que lo despertó, por decirlo así, fue el grito de rabia de Laura, le vinieron a la cabeza todas las groserías que los últimos días había escuchado de Raúl, entonces toda la tensión acumulada se desató y el resultado quedó a la vista. Llevaba mucho tiempo practicando artes marciales, pero nunca con el fin de pegar a nadie, de todas formas, consideró muy buena ocasión para probar.
Cuando bajaron las chicas, Nuria se fue abrazar a él, pero la rechazó y le dijo:
-Vete para casa, por favor, ahora no estoy en condiciones de razonar nada, mañana más tranquilamente hablamos.
Ella no contestó, agachó la cabeza y con una gran tristeza se fue para casa, iba conduciendo con los ojos en lágrimas, aún estaba viendo como su marido ayudaba a desnudarla para que otro la follara; su mente era un hervidero de sensaciones, algunas placenteras pero las más eran de culpa, su matrimonio estaba a punto de irse al garete, y ahora iba sola para casa mientras su marido quedaba con Laura; una duda vino a su cabeza, si su marido no quiso salir con ella, como apareció con su amiga después, cómo se habían encontrado. Estaba demasiado nerviosa para pensar, sí que siguió conduciendo tranquilamente
La explicación que ella pedía era muy sencilla, Laura salió del Pub toda acalorada y después de estar pensando, al fin decidió llamar a Carlos, que por lo menos supiese lo que ocurría con su mujer; le costó convencerlo porque él opinaba que lo que le ocurriese se lo habría buscado, pero fue recogerlo con su coche y llegaron justo en el momento que vimos.
Nuria estaba a punto de llegar a casa, cuando en una rotonda la paró la Guardia Civil de Tráfico.
-Por favor, estamos haciendo un control de alcoholemia y drogas.
-Está bien agente, no hay problema, contestó ella.
Procedieron con el primer control y dio negativo, pero el segundo ………..