Nuevamente sometida por Roberto

Roberto continúa ejerciendo de amo- amante con María, siendo plenamente consentidor.

Roberto sigue queriendo entrar en nuestras vidas y lo está consiguiendo, ya es oficialmente el amante de mi mujer a la que se folla a menudo aprovechando las oportunidades que le ofrece su trabajo.

El otro día estaba en casa teletrabajando y me entró una vídeo llamada de Whatsapp, era María.

Ella siempre sale muy arreglada por trabajar como comercial, ese día yo no la había visto salir porque cuando se fue me estaba duchando, cuando la vi babeé.

Un maquillaje muy bien hecho y una ropa de lo más sugerente, como está entrando el verano y hace calor, una blusa escotada pero no demasiado, algo transparente, que dejaba ver un sujetador blanco más bien escueto y una falda por encima de las rodillas, en los pies unas sandalias con algo de tacón, las bragas, pequeñas y semi transparentes.

El móvil lo había dejado apoyado en una estantería del salón de un piso que, supuse, tenía que enseñar, frente a ella, Roberto y un hombre desconocido para mí, de unos 50 años, canoso, trajeado impecablemente.

Roberto le dijo: “en pelotas guarra” y ella se fue desnudando poco a poco, excitándolos, primero se quitó la blusa, después la falda la abrió y la dejó caer sobre sus pies, en ese momento, Roberto y el desconocido se arrojaron sobre ella como fieras hambrientas, Roberto la sujetó por los brazos mientras el desconocido la besaba y la mordisqueaba, lamía su cuello y agarraba fuertemente sus pechos, ella comenzó a gemir, en un momento dado, su sujetador salió volando y sus bragas siguieron el camino de la falda, Roberto la obligó a agacharse y el desconocido le tiró del pelo obligándola a abrir la boca, inmediatamente un pene normalito la penetró y empezó a follar su garganta mientras el desconocido se movía con brusquedad, se notaba que estaba disfrutando de aquella violación en toda regla.

Mientras, Roberto sacó su pene y cogió la mano de María, obligándola a acariciarlo, el pene iba creciendo mientras ella se quejaba de los molestos tirones de pelo.

El desconocido extrajo su pene, manchado de líquido y babas, y comenzó a pasearlo por la cara de María, después se apartó y Roberto le penetró la boca hasta la misma garganta, María se atragantaba y tosía ante el tamaño del pene, mientras el desconocido empezó a frotar su melena sobre su miembro.

Cuando ya Roberto la tenía enorme, salió y empujó a María hacia adelante, tomando sus manos y atándoselas a la espalda con una cuerda que traía, ella quedó de rodillas, maniatada y la echó hacia adelante exponiendo su trasero, mientras el desconocido la sujetaba por la espalda, Roberto se puso de rodillas tras ella y la penetró vaginalmente, iniciando una follada salvaje, se notaba que, más que darle placer, quería hacer daño a María que inició una protesta, rápidamente callada por un fuerte tirón de pelo, ¡calla guarra!, le gritó mientras continuaba su salvaje mete saca, Roberto tenía mucho aguante y la postura forzada y la salvaje penetración estaban, a la vez, excitando al desconocido y dejando a María hecha polvo, el desconocido empezó a meter prisa a Roberto diciendo que no podía aguantar más y que respetara lo pactado.

Roberto la extrajo bruscamente del interior de María, que tenía los labios vaginales irritados, y le preguntó al desconocido si por fin iba a comprar el piso, éste dijo que si y Roberto, dejando a María atada y sudorosa, medio desnudo, fue a por su maletín, saco la documentación y recogió el cheque que le entregó el desconocido, tras firmar éste la documentación, sin pantalones ninguno de los dos, se puso detrás de María y penetró su ano sin siquiera lubricarla, aunque era más bien normalito, María se quejó, recibiendo a cambio un golpe del pene de Roberto en su cara.

Mientras el desconocido la follaba bruscamente, como buscando no dar placer sino dolor, le golpeaba en su bonito trasero, así hasta que, pasados más de diez minutos, se corrió entre gemidos de placer, saliendo de su interior del que chorreaba el semen, entonces Roberto, que estaba totalmente empalmado con el espectáculo, sin dejarla moverse, la penetró nuevamente por la vagina y empezó una nueva follada, dispuesto esta vez a terminar lo que antes dejó a medias.

Cuando estaba a punto, la sacó, se puso delante de María, la cogió por los pelos y eyaculó largamente sobre su pelo y cara, introduciéndola después, ya fláccida en su boca y obligándola a lamerla hasta dejarla limpia.

El desconocido se estaba vistiendo y, cuando terminó, se guardó las bragas de María diciendo que eran su trofeo y que bien las había pagado, marchándose posteriormente.

Roberto también se subió los pantalones y le soltó las manos, ella estaba echa una pena, con semen en el trasero, la cara y el pelo y las rodillas enrojecidas de tanto tiempo en esa posición, Roberto le dijo que tenía cinco minutos para adecentarse que tenían que ir a otra visita, aunque la consoló con que los nuevos clientes eran una pareja mayor y no habría que hacer nada con ellos.