Nueva vida (Triste despertar)
Amara despierta en una casa totalmente desconocida. Su vida va a cambiar por completo y no para bien...
Me desperté a las tantas de la mañana con un dolor de cabeza terrible y con ganas de vomitar en una cama que ni siquiera conocía. Una mujer a la que llamaban Rosario se me acerco y me echó un cubo de agua por encima que acabó de animarme. No me acordaba de absolutamente nada de la noche anterior.
Rosario me pidió que me desnudara, no lo hice, entonces me pego con la hebilla de un cinturón, y me volvió a pedir que me desnudara, Obedecí con mucho miedo. Y entonces me metió en la ducha, me enjabonó por todas partes y al terminar me ofreció un tanguita rojo y un liguero haciendo juego. Ya había salido un poco del “shock” de la situación y me atreví a preguntar.
-¿Quién eres? ¿Por qué no estoy en casa con mis padres?-
Rosario se echó a reír.
-Soy Rosario, tú probablemente no me conozcas, pero yo llevo mucho tiempo oyendo sobre ti. Tus padres han renunciado a tu custodia después de que te escaparas por última vez de tu casa. Por lo visto has sido una chica mala, has tenido suerte de que te haya encontrado y te de alojamiento y trabajo.-
-Trabaja, ¿Qué trabajo?-
Otra vez Rosario se puso a reír, y me obligó a ponerme el tanga y el liguero bajo la amenaza de volverme a azotar. Me puso un abrigo y abrió la puerta de la calle. Ante mi un letrero luminoso “Hot Club”.
-Aquí tienes tu nuevo trabajo, bonita.-
No daba crédito y me puse a correr, pero enseguida me alcanzó y me azotó hasta que accedí a trabajar para ella.
Una vez dentro del club Rosario me pidió que me quitara el abrigo para quedarme tan solo con el tanga y el liguero, estaba muerta de miedo. Una vez más obedecí.
Mi trabajo consistía en servir copas y en acompañar a algún que otro cliente a una habitación siempre que este lo deseara. El primer cliente no tardo en llegar. Previamente le había servido un cubata, pero ahora eso ya no le bastaba, quería jugar.
Le acompañe a una habitación, sin saber muy bien lo que debía hacer, estaba temblando de pánico. Él se empezó a desnudar. Tenía unos 40 años, y en comparación con otros clientes del garito, era bastante apuesto.
Yo seguía inmóvil en una esquina de la habitación, entonces él totalmente desnudo se acercó a mí y agarro mi cabeza hasta ponerla a la altura de su verga. Empecé a mamársela al ritmo que marcaba su mano en mi nuca mientras él no paraba de pellizcarme los pezones, se corrió en mi boca y yo me tragué toda su leche, aunque me estaban viniendo unas arcadas terribles.
Entonces él no satisfecho me exigió que me pusiera a cuatro patas y empezó a follarme, no puedo negar que entonces empecé a disfrutar, y no paraba de gemir. Finalmente él bastante satisfecho, se fue de la habitación y pude ver cómo le entregaba dinero a Rosario.