Nueva Vida, Mismas Personas DESARROLLO (2)

-Perfecto. –Dije y me comí con la mirada. –Soy una puta deseosa de sexo. No lleno de coger. Soy una adicta al sexo. –Me di varios besos en el espejo y salí a buscar a alguien con quien coger.

-¿Vas a estar bien sin mí? –Me dijo Rebecca mientras anunciaban la salida del autobús.

-No te preocupes, yo puedo arreglármelas sola. –Le dije y me dio un abrazo.

-En una semana regreso. –Me dijo.

-Que no se te olvide entregar el sobre, a nadie más solo a esa persona. –Le dije.

-Con el dinero que me diste y hacer el viaje, son como vacaciones pagadas. Claro que no haré nada mal. –Me dijo.

Nos despedimos y subió al autobús. Salió rumbo a mi ciudad natal. Y de nueva cuenta, me quedé sola.

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Me sentía un poco mejor. Llegué a mi casa y me vi en el espejo y tenía mi rostro con algunos moretones. “Te odio Eduardo”, pensé. Había decidido tomarme un respiro de mi trabajo. Y si querían correrme, que lo hicieran. Pero iba a evitar todo contacto con el Lic.

Me senté a comer y ver tele. Para eso de medio día tocaron la puerta y al instante supe que era el Lic. Mi corazón latió de prisa. Corrí a encerrarme a mi cuarto y guardé silencio total. Fueron cerca de 10 minutos hasta que se escuchó como encendieron un auto. Me asomé y el Lic. se estaba yendo.

Necesitaba unas vacaciones de todo esto. Agarré un par de prendas, las puse en una mochila y salí de mi casa. Fui a la central de autobuses y pedí un boleto hacia la otra ciudad, a la que días antes, había ido con el Lic.

Llegué, pedí un taxi y me llevó a un hotel que estaba cerca de la dirección donde había visto a aquellas personas. Pedí una habitación para toda la semana. Me quedé un rato acostada. Luego salí y agarré otro taxi.

Pedí que me llevara a la dirección que le di pero que se mantuviera alejado. Llegamos rápido y nos detuvimos.

-No puedo quedarme aquí. –Me dijo. -¿Se baja?

-No, discúlpeme. –Y luego pensé en voz alta. –No puedo acercarme a ellos con esto.

-¿Disculpe?

-Lléveme a un salón de belleza. –Asintió.

Llegamos, bajé. Entré. Tenía algo de gente, afortunadamente tenían trabajadores disponibles.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes. Quiero un cambio. –Le dije.

-¿Que desea? –Y en ese momento dudé un poco. Amaba mi cabello largo.

-Quiero un tinte, ¿tiene rubio ceniza? –Pregunté. No cortaría mi cabello. Todavía no.

-Sí y aquí mismo le hacemos el trabajo. –Y después de casi una hora, terminaron. Me vi en el espejo y me veía muy diferente. Siempre había tenido mi cabello de tono natural.

Y con los golpes en mi rostro y el tono que adoptó mi cabello, era otra persona.

Fui a un restaurante bar.

Pedí algo de cenar y un par de cervezas. Pusieron algo de música tranquila. No había mucha gente. Cerca de las 9pm decidí irme a mi cuarto de hotel. No me había atrevido a dar el paso que quería dar.

Dormí algo tranquila. Mi teléfono celular había estado timbrando y todo el día. Llamadas del Lic. y de Cesar.

Al siguiente día me desperté y lo primero que hice fue hablar con Rebecca.

-¿Cómo estás? –Le pregunté.

-Viaje muy pesado, pero ya llegué y ya estoy en un hotel. Me voy a bañar y a almorzar. –Dijo.

-Bien. ¿Iras hoy?

-No, creo que me tomaré el día para conocer la ciudad. Por cierto, muy fea la ciudad, nada comparada con la ciudad donde estas.

-Parece un rancho, ¿no? –Pregunté y sonreímos.

Hablamos un poco más y luego colgamos.

Me metí a bañar. Cuando salí, vi mis golpes y los toqué. Me dolían. Me sentía un poco humillada. Me sentía sucia, débil. No me gustaba. Pero necesitaba levantarme, no caerme. Agarré aire y me vestí lista para salir. Ese era el día que daría un paso importante en mi vida.

Eran las 10am y salí a almorzar. Luego fui a la famosa dirección. Caminé y estaba vacía. “Claro que no están, trabajan”, pensé. Vi a unas personas, vecinos.

-Buenos días, casi tardes. –Saludé.

-Buenas tardes. –Me saludó un niño de algunos 15 años.

-La familia que vive en esta casa, ¿Sabes a qué hora regresa? –Pregunté.

-La señora y su hija como a las 3pm y el señor en la noche. –Me dijo. Me quedé pensando.

-¿Sabes dónde trabajan? –Y me dio la dirección de los dos trabajos y la escuela de la niña. –Muchas gracias.

-Y ¿Quién eres? –Preguntó.

-Soy una Lic. Vengo por unos asuntos sobre un seguro. –Mentí. El niño quedó conformé.

Pedí un taxi y fui al trabajo del señor. Era una tipo fabrica-empresa. A eso de la 1pm salieron a comer. Y vi al señor mezclado entre la gente. Me puse muy nerviosa. A los 10 minutos, me animé a dar el paso.

Fui con el guardia.

-Disculpe. –Le dije. – ¿Me puede hacer un favor? –Usé un tono coqueto, bajo y una mirada sexi.

-Dígame señorita. –Me dijo sonriendo.

-¿Puede decirle a ese señor…? -Le señalé. - ¿…Si puede venir?

-Lo siento, no pueden acercarse para acá hasta su salida. –Me dijo.

-Es una persona que conozco, vengo de viaje y ahorita ya me voy. No lo he visto y solo quería saludarlo. –Dudó el guardia.

-Está bien, solo porque es la muchacha más bonita que ha venido a esta caseta.

-Gracias. –Le dije y puse una cara como que me chiveaba.

Vi que el guardia le habló y vi al señor acercarse y viéndome, como que tratando de reconocerme.

Cuando se puso a dos metros, le sonreí y me sonrió.

-¿Julia? –Me dijo sorprendido.

-Hola, tío. ¿Cómo estás? –Nos abrazamos.

-Hija, ¿Qué te trae por acá? –Me dijo. –Espera, la última vez que hablé con tú papá me dijo que habías desaparecido…

-Tío. –Interrumpí. –Es una historia larga. Pero deberíamos ponernos al día. Usted también ha sufrido mucho.

-Hija, como no tienes una idea. Tú prima… -Se escuchó la chicharra que anunciaba que se había acabado el descanso. –Tengo que irme.

-Lo invito a cenar a la hora que salga. –Le dije. Asintió y me dijo de un lugar. A las 7pm nos miraríamos ahí.

Cuando decidí irme del lugar donde vivía, compré un boleto para irme a una ciudad lejos de todo el mundo. Al final, la llamada de mi mamá donde me dijo que mi prima había fallecido, me hizo cambiar de destino y elegí una ciudad que estuviera cerca de donde vivían mis tíos. Me sentía culpable por ellos y debía hacer algo. Hablarle a mí tío, era el primer pasó de lo que quería hacer.

Fui a mi cuarto de hotel y descansé hasta la hora esperada. A las 6 me arreglé un poco y a las 7pm salí rumbo al restaurante que me dijo. Llegué y ahí lo vi sentado. Me hizo señas y caminé. Me senté.

-¿Ya ordenó? Tío. –Le pregunté.

-Te estaba esperando. –Y ordenamos. –Cuéntame, ¿Vives aquí? –Me preguntó.

-Ando por aquí, por allá. –Mentí, sabía que su pregunta era con maña para sacarme la ubicación de mi estancia.

-Tú papá anda muy preocupado y créeme, ahorita entiendo su preocupación y el dolor que debe estar sintiendo por no saber de ti. –Me dijo.

-Tío, pasaron muchas cosas en mi vida. Cosas que si le platico, se asustaría.

-Hay hija, ¿Qué me podría asustar más? No entiendes el dolor de un padre por perder a su hija. –Me dijo.

“No, pero entiendo que yo fui la culpable de que usted haya perdida a su hija”, pensé.

-Lo sé, pero tío, las personas pasamos por mucho dolor en nuestras vidas. –Le dije y me vio como ofendido. –Tranquilo, no le quiero decir que usted esté exagerando solo le digo que yo también estoy pasando por algo similar.

Se hizo el silencio. La comida llegó. Habló.

-Yo no puedo hacer como que no te vi, Julia. –Me dijo. Me incliné sobre la mesa y le di un pico.

-Tío, usted está en lo correcto. Pero hoy solo quiero que pasemos una cena agradable. Solos usted y yo. –Le guiñé un ojo. –Hemos sufrido mucho y merecemos distraernos.

Empezamos a comer y le pregunté sobre su trabajo. Terminamos.

-Bueno Julia, debo ir a mi casa. –Me dijo. –Sabes que debo llamarle a tu papá, ¿No?

-Lo sé, tío. –Le dije en tono triste. Me abrazó para despedirse. –Tío, pero no quiero que la noche acabe aún, le invito un trago. –Le dije.

-Tengo que irme. –Me dijo.

-Es solo un trago, estoy pasando una noche como hace mucho no la tenía. –Dudó.

-Le voy a hablar a tu tía que llegaré un poco tarde. –Me dijo.

-Tío, por favor no le diga que estoy aquí. –Le supliqué. –Si quiere hablar con mi papá, hágalo pero no le comente a mi tía. –Asintió.

Luego de unos minutos, regresó.

-¿Nos vamos? –Me preguntó.

-Claro, ¿A dónde me llevará? –Pregunté. Subimos a su auto. Llegamos a un bar.

-Es un bar sencillo pero muy bueno. –Me dijo. Entramos. En el centro estaba el bar y alrededor mesas. Las luces apuntaban cada lugar de las mesas y la música estaba en tono calmado. Nos sentamos en la barra. – ¿Qué tomas?

-Hoy, seré toda suya. –Le dije en doble sentido. Me sonrió. –Lo que me des, me tomo.

-Dame dos cervezas de tal, y dame 4 shots de tequila de tal. –Asintió el trabajador. Al instante nos sirvió. –Y dame limón y sal. –Ordenó. Luego me vio. -Por esta noche. –Me dijo levantando un shot de tequila y dándome el otro que levanté enseguida.

-Por esta noche. –Y bebimos. Me caló el tequila en la garganta. Agarramos las cervezas.

-No pude evitar ver que traes golpes en tu rostro. ¿Qué te pasó? –Me preguntó y bebimos cerveza.

-Tuve un accidente de auto, no estuvo tan feo como parece pero me quedaron algunas marcas. –Le dije.

-¿Andabas tomada?

-No, bueno el amigo con el que andaba si, un poco. Pero el culpable fue el auto que nos pegó. Se pasó una luz roja. –Bebimos el otro tequila y pidió dos más.

-Hay que tener cuidado. –Me dijo. Y escuchamos un poco de música. Pidió una caja de cigarros.

-¿Me invitas uno? –Le pedí. Sorprendido me dio uno.

-Me sorprende esta parte de mi sobrina, no la conocía. –Me dijo.

-Bueno, ya conoces unas partes de mí que son las más importantes, ¿No? –Sin dejar de verlo, bebí de golpe mi cerveza y agarré un shot de tequila y lo bebí también. Fue mucho para mí. Agarré aire y luego hablé acercándome a su oído. –Por ejemplo, no necesitas ponerme ebria para cogerme esta noche. –Pasé una mano por su pierna, de abajo hacia arriba.

Me separé y me vio. Luego bebió su cerveza de golpe y se tomó sus dos shots de tequila. Se acercó a mi oído.

-Sabiendo eso, igual nos vamos a poner muy borrachos para después irnos a coger. –Me dijo. Besó mi cuello y fue subiendo a mi barbilla y luego a mi boca y nos besamos. El beso duró cerca de 15 segundos, luego nos separamos. Bebí el otro shot de tequila.

Pidió más cerveza y dos shots más de tequila para cada uno.

-¿Cómo me veo con este nuevo cambio de look? –Le pregunté agarrando mi cabello.

-Muy bien. De hecho, así como andas vestida te ves increíble. –Puso una mano en mi pierna.

-Ando muy simple. –Dije en tono triste. –Es una playera pegada y este pantalón de mezclilla, súmale mis tennis. Aquí hay mujeres más arregladas de yo. –Nos volvimos a besar.

-Ninguna te llega a ti. –Me dijo. El alcohol hacía su juego. Tomamos tequila. –Ahorita que estamos aquí, me acuerdo mucho de ti cuando estabas chiquita.

-¿De qué te acuerdas? –Le dije. Más tequila y cerveza.

-Cuando te conocí, tendrías algunos 7 años. –Me dijo. –Hace como 10 años.

-Pero mira, ya crecí, ¿No? O ¿Crees que esto se me mira bien así de grande? –Le dije poniéndome derecha para que mis tetas me saltaran. Me sorprendí al ver que mis tetas no detenían su crecimiento.

Sin quitarle la mirada a mis tetas, mi tío bebió cerveza.

-Se ven increíbles. Las tetas más ricas que he probado. –Dijo y levantó una mano para agarrarlas.

-¿Qué haces? –Le dije al ver que llevaba una mano a mis tetas y yo me quité para cubrirme. Vi que unos muchachos de al lado no me quitaban la mirada.

-¿Se miraría mal si ahorita mismo te doy una faje? –Me dijo.

-¿Aquí? –Dije. Estaba caliente y lo quería.

-Vamos a una mesa de una esquina. –Me dijo. Sacó dinero y pagó.

Me agarró de la cintura y caminamos. En cuanto llegamos, pusimos las bebidas en la mesa y rápido me empezó a besar poniendo sus manos en mis tetas. Yo rodeé su cuello con mis manos y nos perdimos.

Estábamos teniendo un faje riquísimo. Bajó sus manos a mis nalgas y las apretó. En cualquier momento, perdería la cordura y el alcohol haría su movimiento final.

-Tranquilo, tío. –Le dije y nos separamos echándonos aire para limpiarnos el sudor. La música había cambiado de ritmo y había subido de tono. –Siéntate, te voy a bailar un rato.

La mesa tenía en una esquina un sillón que abarcaba gran parte de la mesa. Mi tío se sentó en la orilla y yo, poniéndome de espaldas empecé a mover mi cuerpo de un lado a otro. Pasé mis manos desde mis pechos hasta mis caderas, detuve mis movimientos y me empiné frente a su cara, di tirón a mi cabello y me di una nalgada. Me volteé y vi a mi tío que no perdía detalle de nada y bebía su cerveza.

De frente a él, empecé a bailar y a jugar con mi cabello. Agarré un shot de tequila y lo bebí. Luego agarré su mano y la pasé por un pecho, luego por mi otro pecho y la bajé por todo mi vientre y luego se la solté y me alejé moviéndome de forma sexy. Regresé y me senté en sus piernas, quedando nuestras caras frente a frente. Nos volvimos a besar, puso sus manos en mi espalda y yo hice lo mismo. Sentí su bulto en mis piernas. Nos perdimos un rato unidos en ese beso.

Me levanté muy aturdida. Había pasado más de media hora desde que llegamos y empezamos a tomar, y yo me sentía mareada y desinhibida. Noté que ya no había alcohol.

-Yo pago esta ronda. –Le dije y caminé directo a la barra. Iba excitadísima. –Dame lo mismo. –Le dije al trabajador y le di el dinero.

-Oye, deben ser más cuidadosos con lo que están haciendo. –Me dijo el trabajador acercándose y me dio las dos cervezas. –Vienen algunas personas que no lo ven bien.

-Deja al señor que disfrute de su noche. –Le dije y le sonreí.

-Soné celoso, ¿Verdad? –Me dijo. Noté coqueteo en su voz.

-Envidioso. –Le dije.

-Me pregunto que pudo hacer ese señor para estar con una mujer como tú.

-Bueno…

-No tiene dinero. –Me interrumpió. –Guapo no es. Solo me queda una cosa por pensar.

-Quizá es eso, que es un hombre que me hace sentir mujer de verdad. –Le dije y mi calentura subió al máximo.

-Y ¿tú crees que yo no podría? –Su mirada se llenó de lujuria.

-Tendría que averiguarlo. –Respondí y fijamos nuestras miradas.

-Pero estas ocupada. –Señaló con la cabeza a mi tío.

-Esta noche soy de él, mañana puedo ser tuya. –Le dije señalando una pluma, que me dio. Escribí mi teléfono en su mano.

-¿Cuánto me costará esto? –Le dije. Le arrebaté el billete que le había dado.

-Estas cervezas y un buen sexo mañana. –Y sin más, me alejé de él caminando media incomoda por lo mojada que me puse con esa platica.

Llegué y le di un shot a mi tío y yo agarré otro y bebimos. Luego agarré los otros dos tequilas y volvimos a beber. Le hice una seña para que se moviera y poderme sentar a su lado. Nuevamente nuestros labios se unieron. Sus manos jugaron con mi vientre, queriendo tocar mis tetas. Mis manos estaban en sus piernas, buscando ese bulto que estaba explotando.

Tocó la parte de abajo de mis pechos y apretó despacio. Lo hacía muy rico, despacio y fuerte. La música la escuché muy lejos, las luces se encendían y apagan rápidamente. Todo transcurría muy lento.

Mi tío bajó a mi cuello, mordió despacio. Luego subió a mi barbilla y de nuevo se comió mi boca.

-Baja a mis tetas. –Le dije cuando nos separamos a agarrar aire. Bebió cerveza y las miró con lujuria. Luego volteó a todo el bar. Lo hice yo también. Había gente pero en su mundo, y entre las luces que se apagaban y encendían, nadie prestaba atención a nuestro espectáculo.

Bajó su boca, y por encima de la playera, se comió mis tetas. Empezó comiéndose mi pezón que ya se marcaba por encima de mi brassier. Primero una teta y luego la otra. Apretaba la teta que dejaba libre. Subió y besó el pecho de cada teta. Tomé mi cerveza y bebí. Mi mareó se iba marcando más

Llevé mis manos a mi espalda y me quité el brassier. Hice a un lado a mi tío y se sorprendió. Luego le enseñé el brassier que puse en la mesa y le sonreí. Le lanzó nuevamente sobre mi boca. Metió una mano por debajo de mi playera. Levanté mi playera y mis tetas quedaron libres frente a su cara. Sin pensarlo, se lanzó sobre mis tetas. En ese momento, los dos habíamos perdido la razón.

Levanté mi cabeza al techo. La música sonaba al fondo, el techo giraba despacio, las luces hacía todo lento, y yo comencé a bailar. Sentía los dientes de mi tío en mis pezones, la lengua subir y bajar por mi pecho, las manos queriendo abarcar cada centímetro de mis tetas.

Vacié cerveza en mi teta, le cayó un poco en la cara a mi tío que recibió con gusto. Vacié un poco más en la cabeza de mi tío.

-¡WOW! –Gritó. Limpió cada rastro de alcohol que tenía en mi cuerpo con su lengua. Subió a besarme. Bajé mi playera.

-TE NECESITO AHORA MISMO. –Le grité. Mi tío asintió. Salió por el otro extremo de la mesa y yo lo seguí. Cuando me paré, mi cuerpo ya no respondió al cien y me andaba cayendo. Mi tío me agarró de la cintura.

-Cuidado, bebé. –Me dijo.

Empezamos a caminar. El piso se movía de un lado a otro y mi tío, al igual que yo, lo sentía porque también se movía. En cuanto pasamos por el bar, volteé a ver al muchacho y le hice una seña con la mano.

-Llámame. –Le dije. Con la música no me escuchó.

-¿Qué pasó? –Me preguntó mi tío.

-Nada, papi. –Le dije y salimos del bar.

No serían ni las 10pm cuando salimos. Todavía había muchos autos en la carretera y muchas personas caminando por la acera. Mi tío y yo caminábamos de un lado a otro riendo de todo y de nada. Caminamos al estacionamiento. Estaba lleno de autos. Como si fuéramos un imán, un auto nos llevó hasta él. Chocamos.

Caminamos entre los autos. El auto de mi tío lo miraba tan lejos. Pasamos por detrás de un auto y mi tío me empujó directo a la cajuela y se aventó sobre mí. Nos besamos. Sus manos, desesperadas, intentaron abrir mi pantalón. Y yo, aún más desesperada, busqué abrir su cinto.

Mi tío no batalló y lo abrió rápido, me dio la vuelta quedando de espaldas a él. Escuché el sonido de su cinto abrirse, luego su zipper y cuando bajaba su pantalón. Yo bajé el mío a mis rodillas.

Me empiné un poco y sentí las manos de mi tío abrir mis nalgas. Mi panocha estaba muy húmeda y su verga ya estaba babosa y de un golpe me la clavó. Me tomó de las caderas y comenzó a darme. Y ahí, en medio del estacionamiento, al aire libre, empezó a darme a un ritmo despacio.

Levantó mi playera y mis tetas quedaron al aire, se movían a nuestro ritmo. Pasado un minuto, tuve el primer orgasmo. Mi cuerpo se aflojó. Mi tío lo sintió y subió sus manos a mis tetas. Las agarró con fuerza y empezó a darme más rápido y más duro.

-Dame más, tío. Dame más. –Gemí. Aguantó cerca de 30 segundos ese ritmo. Soltó mis tetas y pasó sus manos y su boca por mi espalda. Luego me estiró del cabello, sentí un dolor riquísimo. Levanté mi cabeza instintivamente.

Se movía de una manera sexi, lenta y rica. Yo ya estaba llena, satisfecha. Pero mi tío aun no terminaba.

Mordió uno de mis hombros con mucha fuerza y cuando sentía que ya no podía más, su verga empezó a hincharse dentro de mí y gimió. Empujó una vez, luego otra y una última vez. A los 10 segundos se separó y el sentí el semen escurrir por mis piernas. Me dio una nalgada.

Yo no podía con mi cuerpo y el piso no ayudaba porque se movía mucho. Me senté en la defensa del auto agotada. Sonreí.

-Hoy me cogiste mejor que la primera vez. –Le dije.

-Hoy me calentaste más que aquella vez. –Levanté la vista, mi mirada ya casi no distinguía bien porque mis ojos se me cerraban. Lo vi levantando su pantalón.

Me levanté y como pude subí mi pantalón. La tanga se me enredo en mis piernas y nalgas. Nos acomodamos un poco.

-¿En qué hotel estas hospedada? –Me preguntó. Le di las señales del hotel y lo ubicó rápido. Casi llegando al auto, sentí la necesidad de vomitar. Me separé de mi tío, caí de rodillas y salió de mi boca lo que había comido horas antes. Fue horrible. –Sácalo todo. –Escuché a mi tío.

Como a los 5 minutos, me vi subiendo al auto con la ayuda de mi tío. Cerré mis ojos. Los abrí y escuché decir algo a mi tío. Asentí a lo que me dijo.

Mi tío abrió la puerta de su auto y le di las manos para que me ayudara a bajar… íbamos subiendo las escaleras…

-Sí tío, claro que sí. –Dije.

Entramos a un cuarto y me llevó hasta la cama... Caí con los ojos cerrados... Sentí como alguien estiró mis manos para levantarme... Abrí mis ojos y vi a mi tío… levanté mis manos y quitaron mi playera, le di un pico a mi tío… caía agua en mi cabeza y recorría mi cuerpo… me vi frente al espejo lavando mis dientes, noté que iba desnuda de arriba, bajé mi vista e iba desnuda completa.

Estaba boca arriba en mi cama y mi tío a mi lado desnudo completamente. Estiré mi mano.

-Ven… tío. –Le dije y acercó su verga a mi boca, empecé a mamar. Cerré mis ojos… sentí que la verga llegaba hasta mi garganta y tosí.

El movimiento de mi cuerpo hizo que abriera mis ojos, sentí como su verga entraba y salía de mi panocha, vi a mi tío encima de mí y lo besé.

-Dame más, tío. –Le dije entre susurros. Me moví como pude.

Mi tío seguía moviéndose y yo no podía hacer ningún movimiento… estiraron mi cabello y me despertó.

-¡HAY! –Grité.

Me sostenía como podía de perrito y mi tío se movía muy rápido. No pude más y caí en la cama.

-Voltéate. –Escuché a mi tío. Lo hice.

Medio abrí mis ojos y vi cómo se masturbaba apuntando su verga a mis tetas.

-Dame la lechita, papi. –Le dije.

Cerré mis ojos y sentí algo calientito en mis tetas. El sonido de la alarma de mi teléfono me despertó. Abrí mis ojos y todo me dio vueltas, me dolía demasiado la cabeza. Me levanté y no encontraba el celular.

-Pinche celular. –Dije.

Lo encontré y apagué la alarma. Fui al baño y devolví de nuevo lo poco que traía en el estómago. Sin muchas fuerzas, me quedé acostada en el baño.

Abrí mis ojos. Estaba algo oscuro el baño. Seguía teniendo un dolor terrible de cabeza. Me levanté como pude y caminé a encender la luz. Me vi en el espejo y traía una cara terrible. Caminé fuera del baño y noté que estaba sola en el cuarto. No aguantaba el dolor de cabeza.

Caminé a la cama y vi la hora en el celular. Eran las 11am. Me subí la sabana hasta la cabeza y cerré mis ojos. Los volví a abrir y la hora había avanzado, eran las 2pm. El dolor era menos.

Me quedé un rato acostada. Pensé en la noche con mi tío. Se había portado a la altura. Recordé que se había vaciado en mis tetas, vi y ahí tenía. Sonreí.

Era la primera vez que un hombre me había calentado muchísimo antes de coger. Lo quería de nuevo dentro de mí, ese día, y mañana y todos los días siguientes.

Cerca de la hora timbró mi teléfono. Vi y era Rebecca.

-Hola, Rebe. –Le dije.

-Hola, nena. –Me dijo. -¿Cómo estás?

-Increíble, ¿Y tú? –Pregunté.

-Agotada. –Me dijo. –Cualquiera que te escuchara pensaría que tuviste mucho sexo en la noche.

-Sí… -Y me detuve. Rebecca no me tenía en ese concepto. –Lo que pasa es que no ha venido el Lic. no me ha buscado para nada y eso me tiene muy tranquila. Por eso estoy bien.

-Qué bueno, apenas te iba a preguntar por él.

-Sí, el idiota no se ha parado por aquí. –Dije en tono enojada.

-Me alegro, como quiera dentro de poco me regreso. –Me dijo.

-¿Qué pasó? ¿Ya encontraste a la persona?

-Sí. No me recibió con mucho gusto, fueron muchas preguntas pero leyó tu carta y quedó convencido de que tú me habías mandado.

-Y ¿Qué dijo? –Pregunté ansiosa.

-Que mañana fuera a verlo. Mañana me resolvía. –Dijo Rebecca y se hizo el silencio. -¿Qué decía la carta?

-¿No la leíste? –Pregunté asombrada.

-Somos amigas y primero debe haber confianza. Si me quieres contar, adelante. Sino lo respeto, todo sea por tu bien este viaje. –Y sentí un poco de felicidad, paz, y tranquilidad con Rebecca allá. Era una excelente amiga.

-La carta explicaba un poco de mi vida, vida que esa persona sabe. De esa manera, al leer la carta él se daría cuenta de que te había mandado. –Expliqué.

-Está bien. –Me dijo. –Y ¿Qué quieres pedirle?

-Dinero.

-¿Es tu papá? –Me preguntó.

-No… -Dudé. –Él es el que maneja mis finanzas.

-Hay hay. –Dijo Rebecca en tono de burla. –Ahora resulta que tienes mucho dinero.

Mi teléfono dio la alarma de que se le acabaría la pila y se apagó. No terminé la plática. Me levanté y conecté mi teléfono. Me fui a lavar un poco, y desnuda nuevamente me metí en la cama.

A los 20 minutos agarré mi teléfono y lo encendí. Vi que me había llegado un mensaje.

-Hola, soy el trabajador del bar, ¿Me recuerdas?

Respondí.

-Claro que me acuerdo de ti.

Respondió.

-Qué onda, ¿Si nos vamos a ver?

-Y ¿Cómo para que quieres que nos veamos?

-Me quedé con las ganas de lo que vi anoche.

-¿A poco quieres hacerme esas cosas?

-No.

-¿Entonces?

-Quiero hacerte mejores cosas.

-No creo que puedas superar lo que me hizo el señor.

-Podría tratar

Pensé un rato mi respuesta.

Le mandé la dirección del hotel y el cuarto donde me hospedaba, le dije que trajera condones y le pedí comida. Solté mi teléfono y seguí acostada. Me puse a ver tele.

Tenía ganas de sexo pero no se me antojaba hacer esfuerzo. A los 30 minutos tocaron la puerta del hotel. Me levanté y me puse una sábana, abrí. Ahí estaba el chavo que trabajaba en el bar, traía una bolsa en una mano.

-Comida. –Me dijo levantándola. La tomé con las manos.

-Pasa. –Le dije dándole la espalda y metiéndome a la cama. -¿Trajiste lo otro? –Le pregunté. Levantó una bolsa y sacó una caja de condones. –Bien. –Le dije sonriendo y levantándome quedando desnuda frente a él. Me empiné y quedé con mi cabeza frente a su paquete. Lo jalé del pantalón y quedó cerca de mí.

Empecé a desabrochar su pantalón, lo bajé. Saltó su verga flácida. Tenía una pequeña mata de bello. Abrí mi boca y empecé a mamar. El chavo me tomó de mi cabeza, hizo a un lado mi cabello y empezó a penetrar mi boca despacio. Su verga tomaba tamaño despacio.

Casi a los dos minutos, su verga se paró completamente y con más fuerza, penetró mi boca.

-Espérate, amor. –Le dije cuando me saqué la verga de la boca y empecé a masturbarlo. Corrí a acostarme y le abrí la piernas, con un dedo le dije que vinera. Se quitó su pantalón y se puso un condón. Se puso encima de mí

-Estas bien peludita, chiquita. –Dijo y su verga buscaba la entrada a mi cuevita. Rodeé su cuello con mis manos y me acerqué a besarlo. Recorrí toda su boca con mi lengua.

Sentí como su verga trataba de entrar a mi panocha pero con dificultad, aun no estaba mojada. El muchacho se bajó a mamar mi panocha. Empezó abriendo mis labios y metiendo su lengua directamente a mi hoyito mientras. Levanté mis piernas y las puse en su espalda.

Luego subió a donde empezaba mi rajita y metió un dedo, luego dos, en mi panocha. Entraban y salían rápido. Había olvidado lo rico que era que te hicieran sexo oral. Y con ese pensamiento, me excité mucho. Empujé su cabeza contra mi panocha con mucha fuerza y cerca de los dos minutos, tuve un orgasmo.

-No te levantes. –Dije entre gemidos mientras soltaba chorros de líquido en su cara. Solté el último chorro y sonreí. –Te has ganado el cielo, hace mucho que nadie me hacía sexo oral.

-Ya me imagino porque. No le das mantenimiento a tu entrepierna. –Dijo.

-Después de lo que te voy hacer, se te olvidará si tengo o no bello en mi entrepierna. –Me levanté. –Acuéstate. –Lo hizo y rápido, me subí y me clavé en su verga. Me quedé quieta un rato disfrutando de su palo dentro de mí. Luego moví mi cuerpo despacio atrás y adelante sin levantarme. Agarré sus manos y las puse en mis tetas. Las apreté. –Hazlo despacio, y… si, así, que rico. –Gemí. Me incliné y mis tetas cayeron en su rostro. Abrió su boca y las empezó a comer. Se movió. –Tranquilo, papi. Déjame hacer el trabajo, tú disfruta de mis tetas. –Le dije. –Espero aguantes.

-Vamos a averiguarlo. –Dijo. Abrió su boca y se comió uno de mis pezones. Y yo, con mi experiencia en vergas y en sexo, moví mis caderas lo más rápido que pude. Arriba, abajo, mis nalgas caían y se levantaban con el rebote. -¡WOW! –Gimió.

Este era un movimiento que tenía muy bien practicado y a los hombres les encantaba. El muchacho se olvidó de mis tetas y me apretó contra él rodeando sus manos en mi espalda.

Nuevamente mi cuerpo se preparó para un nuevo orgasmo.

-No te muevas, no me agarres, espera. –Le dije al sentir sus manos en mis nalgas. Cerré mis ojos y me concentré en mis movimientos.

-No voy a aguantar. –Dijo gimiendo.

-Cállate entonces. –Le dije. Al minuto sentí como su verga se hinchaba dentro de mí y su respiración se hizo más intensa. Yo seguí con mis movimientos sin hacerle caso.

Y 30 segundos después, me llegó el segundo orgasmo. Me detuve, aflojé mi cuerpo y me puse a un lado del muchacho.

Los dos terminamos agotados, nos volvimos a acercar y nos besamos. Agarró mis nalgas y mis tetas con delicadeza. De nuevo nos separamos. Se levantó y agarró su pantalón. Sacó un cigarro y me ofreció uno que agarré con gusto.

Empezamos a fumar.

-¿De dónde eres? –Me preguntó. –Por tu acento, no eres de aquí.

-Soy de tal estado. –Respondí. Tosí. Aun no estaba acostumbrada al fumar.

-¿Qué andas haciendo por acá?

-Ando de vacaciones. –Dije.

-¿con tu familia? –Preguntó.

-Sola. Me dijeron que los hombres de acá eran buenos amantes y vine a averiguarlo. –Dije. Lo miré y le sonreí.

-Y hasta ahorita, ¿Qué tal?

-No me han quedado nada mal. –Se hizo el silencio.

-Creo que necesitamos hacer algo para cambiar ese “Nada mal” por un “Perfecto”. –Me dijo.

-¿Qué tienes en mente? –Me volteé y me puse boca abajo. Mis nalgas quedaron hacia arriba. Levanté mis piernas y las empecé a mover. Lo miré. Fumé. Se levantó, se quitó el condón y se puso encima de mí. Agarró mis nalgas y las apretó. Luego se inclinó a besarlas y a morderlas. Me dio cosquillas. –Espérate. –Le dije moviéndome por la desesperación.

-Hace falta que me des este culito para que puedas disfrutar al máximo. –Me dijo y me dio una nalgada.

-¿Será? –Dije y de pronto sentí su manos abrir mis nalgas, y su lengua tocar mi culo. Empezó a jugar con ese hoyito. –Hay, si, papi. –Gemí. Sentía delicioso. Hacía mucho que nadie jugaba con esa parte de mi cuerpo y este tipo lo hacía muy bien. Se levantó y se puso a mi lado. –Vas muy bien, si sigues así, te lo vas a ganar.

-Pero yo necesito también un estímulo. –Me dijo señalando su verga. –Mi amigo tardara un rato en levantarse.

-Vamos a ver si eso es cierto. –Y con la confianza que me había dado, pasé mi pierna por encima de su cabeza y puse mis nalgas en su cara. Le agarré su verga flácida y me incliné a mamársela.

Y empezamos un delicioso 69. Su verga sabía un poco a semen, delicioso. El muchacho jugaba con su lengua por toda mi rajita y metía un dedo en mi culo. Luego se levantó un poco y la punta de su lengua toco mi culo. Solté un grito que sin duda se escuchó en todo el hotel. Me volvía loca su lengua en mi culo.

Me olvidé de la verga y me dediqué a disfrutar del sexo oral que me hacía. Era fantástico. Instintivamente moví mis caderas arriba y abajo, y sentía la punta tocar mi panocha. Estaba disfrutando al máximo.

De pronto, se escuchó un teléfono.

-Espera. –Me dijo.

-¿Es el tuyo? –Volteé a verlo y vi que asintió. -¿Tienes que contestar? –Volvió a asentir y de un empujón me bajó.

Se levantó y me hizo una seña para que no hablara.

-Hola amor. –Dijo. –Sí, me estoy arreglando. Ajá. ¿Quieres que pase por ti? Está bien. Te amo. –Colgó. –Era mí… -Dudó. –Novia.

-Está bien. No te preocupes. –Le dije.

-¿No te importa?

-Solo estamos cogiendo, esto no irá más allá. -Le dije. -¿Te tienes que ir?

-Sí, voy a pasar por mi novia. –Dijo y empezó a vestirse.

-Te vas a perder de mi culito. –Le dije y le abrí las piernas.

-Podemos vernos mañana para terminar esto. –Dijo.

-¿Quién sabe? –Cerré mis piernas y me levanté al baño. Me volteé a verlo. –Tienes mi número. Y por favor, cierra la puerta. –Y me encerré en el baño.

Escuché como salió del cuarto. Otra vez me había quedado sola y sentí un poco de melancolía. Pensé en el sexo oral y me sentí un poco más animada. Me vi en el espejo y mi mata de bello era grande y poco estética. Tenía que darle una rebajada.

Me limpié un poco y salí a las tiendas a comprar todo lo necesario para darle un corte. Regresé y en el baño empecé. No lo corté completo ya que podía causarme alguna reacción alérgica pero si lo dejé parejo y más corto, mucho más corto. Me animé.

Me bañé y solo pensaba en buscar a alguien para coger. Buscar a alguien para que me mamara la panocha. Salí del baño y me arreglé. Abajo me puse un brassier y un calzón color blanco. El calzón tapaba muy bonito mis nalgas. Encima me puse un vestido de una pieza que me llegaba hasta la mitad de mis piernas y unos tacones.

Me maquille y arreglé mis cabello y me vi en el espejo. Di una pequeña vuelta y mi vestido se levantaba mostrando mi ropa interior.

-Perfecto. –Dije y me comí con la mirada. –Soy una puta deseosa de sexo. No lleno de coger. Soy una adicta al sexo. –Me di varios besos en el espejo y salí a buscar a alguien con quien coger.

Conseguí un taxi y primero fui a buscar a mí tío.

Hablé con el guardia y con un poco de dinero, le habló a mí tío.

-¿Qué pasó? July. No puedes venir y sacarme del trabajo, estoy ocupado. –Me dijo en tono de regaño. –Harás que pierda mi trabajo.

-No se preocupe tío, hablé con el guardia para que nos diera unos minutos. –Le dije. –¿Habló con mi papá? –Pregunté.

-Te seré sincero, no lo hice. –Respondió.

-¿Por qué?

-Fue como un agradecimiento por la noche que tuvimos.

-¿En serio? ¿Le gustó? –Pregunté riendo.

-Eres la mejor, July. –Dijo. –Pero eso no quiere decir que no le hablaré. Te daré unos días más para que tú pienses y tú le hables.

-Hay tío, me entristece escuchar eso. –Me acerqué a él agarrando su camisa. Bajé un poco la voz. –Me arreglé para usted, míreme. Disfrúteme.

-Mija, te vengo comiendo con la mirada desde que te vi. –Me dijo y su tono cambió a lujuria.

-Entonces, ¿Si te gusto? –Lo vi directamente a los ojos. –Porque tú me traes vuelta loca, te deseo tanto. –Le dije. –Me vine arreglada de esta manera para que ahorita mismo me lleves entre los autos y me la metas. Y tragarme tu lechita. –Le di un beso en su mejilla.

-July, no me hagas esto. –Y sentí como empezó a temblar de deseo.

-¿Te espero a la salida? –Le pregunté.

-No puedo, voy a salir con tu tía.

-Está bien, mañana. –Dije.

-Mañana sin falta. –Me dijo.

-Y te propongo un trato. –Le dije.

-Dime.

-Quiero quedarme un tiempo en esta ciudad, pero si hablas con mi papá, no podré quedarme. El trato es este: Si mañana te sorprendo con algo rico cuando estemos cogiendo, no le hablas a mí papá y si no te gusta, yo misma le hablo y espero que vengan por mí.

-Pero ¿Qué será eso? –Me preguntó.

-Es una sorpresa pero sé que te encantará. –Le sonreí. –Y si me quedo aquí, a ti no te faltará sexo conmigo y tendrás más de lo que mañana te ofreceré. Y si me voy, perderás lo que te ofreceré mañana. –Le estiré la mano. -¿Tenemos un trato?

Dudó un instante pero me dio la mano.

-De acuerdo, July. –Y vi que sus ojos estaban encendidos, llenos de lujuria.

Me di la vuelta, me pegué a su cuerpo y le agarré una mano que llevé a mis nalgas. Rápido se la solté y caminé. Vi al guardia que no perdía detalles de nosotros.

Le sonreí coquetamente. Y caminé a la carretera. Agarré un taxi.

-¿A dónde la llevo? Señorita. –Me dijo. Sentí como me comía con la mirada.

-Soy turista y ando buscando vida de noche. –Le dije. -¿Qué lugares me recomienda? –Me dio varios lugares. -¿En cuál se junta gente gay? –Le pregunté. Me respondió. –Lléveme ahí.

Continuará.