Nueva vida en Etiopía

Una familia, tras la gran epidemia en Europa, consigue un pasaje al nuevo mundo, en Africa

Cuantos recuerdos me vienen a la mente cuando cierro los ojos. En el parque, con mi marido, mis dos hijas, jugando ellas mientras nosotros, abrazados, hacíamos proyectos para el resto de nuestra vida.

El maldito coronavirus acabó con todos esos sueños.

Solo conocíamos un mundo, el nuestro. El tercer mundo, las economías pobres del planeta, eran algo muy lejano, pero en pocos meses nos despertamos con el planeta  del revés.  Aquel virus no había afectado a esa zona del mundo, y las vallas que antes evitaban a esa pobre gente llegar a nuestra tierra, ahora servían para todo lo contrario, les aislaban a ellos de nuestra enfermedad.

La gente blanca se agolpaba en las puertas de aquellos muros, suplicando poder pasar al otro lado, poder tener una posibilidad de sobrevivir,  ya que en nuestros países la epidemia cada vez causaba más muertes,  y por nuestra poca cabeza, se había convertido en imparable.

Mi esposo, alto ejecutivo en una gran multinacional, gracias a sus contactos de años en ferias, congresos, y a amistades repartidas por todo el mundo, consiguió, con mucho esfuerzo, un salvoconducto para los cuatro , para poder entrar en Etiopia, donde un antiguo colaborador suyo , negro, había conseguido llegar a director de la multinacional en el país.

A todo esto, me olvidé presentarme.  Me llamo Olga, tengo 47 años,  casada con Miguel, mi marido , pareja desde adolescentes, tiene 49 años, pero no los aparenta, como yo,  somos una pareja deportista, activa, nos cuidamos, y además, yo me he hecho algún retoque , la falta de pecho me agobiaba.

Nuestras hijas, Paloma y Carolina, tienen 22 y 20 años , en la actualidad.

Vuelvo a la historia, algo que ocurrió hace ya dos años, y que ha marcado el resto de nuestras vidas, si se le puede llamar vida a lo que tenemos.

Una vez conseguido el salvoconducto, pudimos desplazarnos, no sin mucho esfuerzo, al puerto de Almería, de donde salían barcos con destino a diferentes zonas de África, el nuevo  primer mundo, en aquel momento.

La pobreza, la miseria, la falta de recursos,… ciudades, hasta no hace mucho prosperas, arrasadas por hordas de bandidos, saqueadores, y miles de enfermos o fallecidos, muchos abandonados en la vía pública, hizo de ese recorrido, de apenas cien kilómetros, una autentica aventura.

En la valla del puerto se agolpaban miles de personas. En sus caras veías la desesperación, el miedo, de vez en cuando, una vez al día, con suerte, desde el otro lado de la valla se lanzaban alimentos que eran recibidos con peleas y gritos, no pudiendo evitar desde el otro lado burlarse, y disfrutar de la visión de los que hasta hace no mucho eran considerados el sueño a alcanzar.

Como pudimos alcanzamos las barreras, la zona estaba fuertemente armada y protegida,  militares venidos del otro lado del mar atendían a la gente, que llegaba con sus suplicas, o algunos, los afortunados, como nosotros, con documentos que permitían el acceso a la vida.

La verdad, fue bastante humillante. Cuatro horas, de pie, en una pequeña plaza , bajo el sol, mi marido, mis hijas y yo, mientras comprobaban la documentación que aportábamos.  Junto a nosotros había otros grupos de personas, algunas familias , hombres y mujeres solas,  de pie, seriamos en total unos veinte.

Tras idas y venidas del que parecía el responsable, junto a un par de ayudantes, y de revisar fotografías de los documentos aportados varias veces, se colocó ante nosotros, en posición militar, para comunicarnos que todos teníamos los papeles en regla, excepto una chica, de aproximadamente la edad de mis hijas, que estaba precisamente a mi lado.  Sus lagrimas daban auténtica lastima, por lo visto había caído en las estafas de gente que te prometía papeles a cambio de “ favores “ de todo tipo, y una vez aquí, todo se demostraba falso.  Con suerte, eran expulsados, si no…castigados duramente.

La primera orden que recibimos de aquel mando militar, mientras yo veía como la joven  era cogida de los brazos por dos guardias y sacada del grupo entre lamentos y llantos, fue que todos debíamos quitarnos la ropa, dejarla a nuestros pies y volver a la posición de firmes.

Las dudas iniciales de todos se acabaron en el momento en que aquel  señor dijo que el que no lo hiciera rápidamente acompañaría a aquella muchacha de vuelta a nuestro país.

En pocos minutos todos estábamos desnudos, siguiendo su mandato, y  varios soldados procedieron a recoger con  unas bolsas grandes toda la ropa , calzado y accesorios que estaban en el  suelo. Los que se acercaban más a nosotros iban con mascaras, gafas y guantes, los que nos miraban desde lejos, no lo necesitaban.

Supongo que para ellos era un espectáculo divertido y morboso, la mayoría de los que consiguíamos pasar al nuevo mundo éramos gente de clase alta, con contactos, que había conseguido papeles, cualquiera no accedía a ese gran honor, en esos momentos. Vernos allí desnudos, ante ellos, que hasta hace poco eran la escoria de la tierra, era un gran triunfo para su orgullo, y un mazazo para el nuestro.

-          Manos en la nuca, piernas separadas, bocas abiertas, ahora procederá el servicio médico a realizar una inspección.

Lo que podía haber sido algo privado, en alguna sala, se convirtió en una demostración pública de lo poco que valíamos a sus ojos. Uno por uno, una por una, fuimos examinados, palpados, tanto en nuestro exterior como en nuestro interior, anotando aquel médico militar negro con su ayudante todo tipo de detalles, altura, peso, piezas dentales que faltaban, tamaño del miembro en los varones, de los pechos en las mujeres, incluso si la vagina era de un tamaño grande, pequeño, labios salidos, o no..era muy muy humillante, y más cuando el resto del grupo blanco estaba pendiente de todo tipo de comentarios, como los que hizo el médico al comentar mis pechos operados.

-          Apunta, tetas de mentira…jajaja…he ganado la apuesta, te dije que hoy entrarían más de cuatro…y es la quinta. Que manía tienen las blancas con ponerse tetas!

Dos horas después, éramos llevados a una especie de celda, donde nos metían a todos, desnudos, a esperar, unas pruebas de saliva , y si había algún caso de positivo, una cuarentena para todos , de la cual no sabíamos quien saldría con vida.

Por suerte, ninguna de las personas de la celda dio positivo, con lo que en unas cuantas horas todas éramos entrevistadas por otro mando, también negro, claro, en una especie de interrogatorio de aquellas películas antiguas, solo faltaba el foco en la cara, pero la oficina donde se hacía,  pequeña, agobiante, era horrible.

Como nuestras dos hijas ya eran mayores de edad, los cuatro fuimos entrevistados de manera separada, siendo yo la primera, antes que mi marido y ellas.

Desnuda, acompañada por dos militares desde la celda, por un pasillo, hasta la sala de entrevistas, casi no reparaba nadie de los que me cruzaba en mi cuerpo, supongo que estaban más que acostumbrados a ver personas desnudas por allí.

Me hicieron entrar en el despacho, y cerraron la puerta quedando fuera, de guardia. En el interior, un señor de unos sesenta y cinco años, con galones, y dos soldados de poco más de veinte, de pie, a los lados de la sala.

-          Toma asiento….Olga..

dijo casi sin mirarme, leyendo los papeles que formaban mi expediente.

-          Así que abogada, 47 años, casada, con dos hijas,  y por lo que veo en el informe, reclamada toda la familia por un empresario de Etiopia…es así?

-          Si…señor….

-          No tiene pinta de tener mucha idea de labores domesticas, que en principio es para lo que son reclamados…

Dijo mientras me miraba, por encima de sus gafas, sonriendo ligeramente ante mi cara de nervios.

-          Soy capaz de hacer todo tipo de labores domesticas, señor…conseguí pronunciar bajito.

-          Mira, Olga, no nos vamos a andar con tonterías, supongo que ese señor os tiene aprecio y quiere que salgais del lugar miserable en el que estabais, pero esto no es un resort de vacaciones, y has de tener claro que vuestra vida, a partir de ahora, aquí, va a ser dura. Lo entiendes, no?

-          Si..señor..lo entiendo…venimos aquí a trabajar y aceptar el lugar que nos asignen.

-          Sabes? En otras circunstancias, yo, o mis hombres, te haríamos tumbarte sobre la mesa y te follariamos, pero la verdad, meses aquí han hecho que realmente no me intereses para nada sexualmente. Además, para mi gusto, ya eres demasiado vieja, y cuando puedo usar a cualquier blanca de 18, 19 años, para que meterla en un cuerpo que ya tiene casi…50..no? pues eso, entiendes tu lugar en estos momentos, en este país?

Me ardía la cara, de vergüenza, de coraje, de ira, de rabia, escuchar como aquel desgraciado me había hablado…yo era una persona, no tenía derecho a hablarme así, era  humillar y degradar sin más, por el mero hecho de hacerlo, disfrutando de su posición sabiendo  que nadie le recriminaría su actitud.

-          Levántate, pon las manos en la nuca, separa las piernas, creo que eso ya sabes hacerlo, no?

Asentí con la cabeza, adoptando la posición que tuve durante mucho rato en el patio.

-          Casi todas llegan aquí con el chocho peludo, muchas semanas de viaje hasta llegar a este sitio, hacen que descuiden su higiene, jajaja..pero tu…tu no..ni un solo pelo..tan zorra eres que en una situación así , y acompañada de tus hijas, has tenido tiempo de arreglarte el coño?

-          No…señor…hace tiempo que me hice la depilación total, laser, por eso no tengo nada de pelo.

Me horrorizaba escucharme a mí misma, explicándole a aquel desgraciado cosas intimas de mi vida que ni le importaban ni debía saber.

-inclínate, Olga, hacia delante, hasta apoyar tu frente en mi mesa, con las manos separa tus nalgas y abre bien las piernas

Estuve a punto de decirle que ni de broma, pero pensar en mi familia me hizo callar, y obedecer. Se levanto, rodeo la mesa, y colocado tras de mi, se inclino lo suficiente para examinar mi coño y mi ano, abiertos por mis propias manos.

-          Joder…es que ni en el culo, jajaja…no tienes ni un solo pelo..buen trabajo el de esa depiladora..te imagino ante esa persona, abriéndote el coño, el culo, para que trabajara…..como sois las pijas blancas, jajaja, debes ser una mujer ardiente, morbosa, para hacer eso.

Se levanto e invito a los dos guardias a que apreciaran el buen trabajo hecho por la esteticien, mientras él, colocándose en mi costado, palpo mis tetas, para comprobar el estado de la silicona, según él, no fuera que alguna de las bolsas se hubiera roto. Lo hizo con autentica crueldad, apretando fuerte, y arrastrando sus manos negras hasta mis pezones,  acabando el recorrido con un tirón a estos .

-          Estas segura que aceptaras cualquier trabajo que se te encomiende en tu país de destino? Debes saber que pueden ser empleos muy degradantes para una señora pija como tu…y que los castigos están aceptados, para los blancos, prácticamente no sois considerados personas, aunque si el señor que os ha reclamado es bondadoso, podeis vivir razonablemente bien.

-          Si, señor, aceptaré el trabajo que me den.

Pensaba yo en John, en como lo conocí, hace muchos años, trabajando bajo las ordenes de mi marido . Habíamos conseguido tener una bonita relación de amistad, tanto con él como con su esposa, Candy,  también etíope, y como estaba segura que iban a ayudarnos a poder tener una vida en condiciones, junto a ellos. Le debía a mi marido el lugar que ocupaba, después de las enseñanzas de Miguel y las recomendaciones para que llegara a donde estaba actualmente.

Mis pensamientos dejaron de ocupar mi mente cuando oi de nuevo al señor. Otra vez sentado frente a mí, encendiendo un puro a la vez que me hablaba, mientras yo seguía con la frente apoyada en la mesa y las piernas abiertas, mis manos en mis nalgas, haciendo disfrutar la vista a los soldados.

-          Mira,  Olga, te voy a decir lo que vamos a hacer…en vista que parece que no es mentira lo de que vais a trabajar de servicio domestico, y entendiendo que sabes que tendrás que hacer cosas denigrantes, te voy a poner una prueba. Tienes la opción de no hacerla, pero entonces serás expulsada de vuelta a tu país, y la prueba la tendrán que hacer tus hijas, si no quieren acompañarte en el regreso. Claro está, tu marido también será echado como un perro.

-          Lo haré, haré lo que sea –respondí yo rápidamente.

-          Es solamente un capricho de los jefes, sabes? Dicen que hay que aprovechar este momento para ampliar el mercado de las películas X,  para que nuestros compatriotas disfruten de espectáculos “ diferentes”…ya sabes.  Ahora nos dirigiremos a una sala que tenemos detrás, donde muchas blancas, como tu, nos muestran como son, realmente, para que nosotros sepamos como hay que trataros, viendo vuestros gustos..raros…digamoslo así.

Se levantó y cogiéndome del pelo me hizo incorporarme. Solté mis nalgas y tras él salí de la habitación y me dirigí por un pasillo a una zona nueva.  Se podían ver diferentes cubículos, pequeños, de no mas de dos metros por dos metros,  solo había un colchón en el suelo.

Al pasar ante ellos me horrorice. En el primero estaba una de las parejas que habían estado con nosotros en la celda. Estaban follando, ella a cuatro patas, él cogido a sus caderas, mientras un negro lo grababa todo con su cámara y les iba ordenando que posturas adoptar .

En el segundo cuarto estaba la chica que habían echado del grupo por no tener los papeles en regla. Estaba atada por las muñecas al techo, los dedos de sus pies apenas rozaban el suelo, su cuerpo, totalmente sudado, lleno de marcas de latigazos, y ella inconsciente. Por lo visto ya habían acabado la escena y la habían dejado ahí, sin más.

-          Entra ahí, siéntate en el colchón, que piense que quiero de ti.

Intentaba mirar al suelo, sus ojos, de vicio, de cerdo pervertido, daban miedo.

-          Sabes? Lo fácil seria enseñar a mis conciudadanos como son de viciosas las blancas, que son capaces de comerles los coños a sus propias hijas, jajaja…seria una escena muy morbosa ver como metes tus dedos en sus coños, y como ellas hacen lo mismo contigo..qué te parece?

-          Noooo, por favor..eso nooo, se lo suplico, no me haga hacer eso- comencé a llorar desconsoladamente.

-          Bien, bien….pues no sé que otra cosas podrías ofrecerme que esté a la altura de algo asi…bueno..si..mira…ya sé lo que vas a hacer. Eres vieja, así que sexualmente , una escena follándote, no llamara mucho la atención, pero , con lo pija y estirada que se te ve, creo que si te hago ponerte en cuclillas, mear y cagar en un barreño, juntarlo todo con tus manos, y frotarte el resultado por todo tu cuerpo, hasta quedar totalmente untada en tu propia mierda y meados…se reiran mucho, jajaja.

-          Está….está….enfermo..dije yo bajito…asustada por como podía aquel cerdo tener una mente tan degenerada.

-          Decías? Hago traer a tus hijas, entonces? Si no follas con ellas, igual tu marido si lo hará…quieres ver a tu marido follarlas?

-          Lo haré..lo haré…respondí yo ya asumiendo que eso tenía poca negociación.

-          Ahhhh, y quiero ver cara de alegría, feliz, haciendo algo que te gusta hacer todos los días, y sin dejar de hablar con la cámara..que si eres una cerda, que si te encanta mear y cagar para frotártelo..juega bien con tus tetas de plástico, con tu coño..seria un detalle que metieras algún trozo de mierda dentro. Quiero que todos vean que eres una verdadera guarra degenerada blanca..lo has entendido?

-          Si…balbucee

-          Toma este texto, leelo para que tengas una idea de que cosas quiero que digas mientras grabamos- me alcanzó un folio algo arrugado ya.

-          Pero…ahora no tengo ganas de hacer mis necesidades- dije hundida, mientras leía aquellas guarradas que tenía que decir.

-          Bueno, eso tiene fácil arreglo, si no eres capaz, cualquier soldado meara y cagara para que tú te frotes su mierda y sus meados..o del primer perro que encontremos, si es que tú no puedes.

Le miré, con rabia, y recogiendo la palangana que me ofrecía uno de sus soldados, mientras otro se preparaba con la cámara en un trípode para dejar inmortalizado el acto deleznable que me exigían, me coloque en cuclillas, como me ordenaron, ligeramente de lado, mostrando mi cara sonriente y abriendo con mis manos mi ano.

Tras unos pocos pedos , humillantes, y unas gotitas de pis, conseguí que saliera una pequeña bolita de caca, cayó en la palangana resonando en el cuartucho, el cámara hacia primeros planos, mientras el jefe me ordenaba con gestos hablar.

-          Me gusta mear y cagar en una palangana y luego frotármelo por el cuerpo, las blancas disfrutamos en esos momentos, untadas en mierda parecemos señoras negras.

-          Mirar mi culo, mi coño, como sale mi asquerosa mierda de dentro de mí.

La sonrisa del jefe me dejaba claro que estaba haciéndolo bien.

No dejaba de apretar, pero no había manera, no salía nada mas, solo gotas de pis que ya resbalaban por mis muslos.

-          Cerda, voy a tener que ocuparme personalmente, el almuerzo esta haciando su efecto

Horrorizada vi como ordenaba al cámara parar, y se bajaba ante mí los pantalones y los calzoncillos, poniéndose sobre el recipiente y echando una gran cagada, apestosa, acompañada de un par de pedos muy sonoros.

Ni se limpió el culo, se volvió a vestir y se aparto del plano para que el chico siguiera grabando.

-          Crees que soy un guarro por no limpiarme, no? No te preocupes, has visto a la de los latigazos, verdad? Cuando despierte, ella misma me lo lamerá y limpiara, si no quiere otra tanda de marcas en el cuerpo, jajaja.

Le miré con odio, y con alivio, de no ser yo la encargada de limpiar eso, la verdad.

-          Bien, guarra..seguimos . Ahora te pones ante la palangana, y con tus manos vas untándote por todo el cuerpo.

-          Sonríe más, vieja blanca, que se vea que disfrutas- dijo el niñato de la cámara.

Totalmente asqueada , con ganas de morirme, me vi metiendo las manos en aquel recipiente, cogiendo la mierda de aquel asqueroso negro con mis manos , caliente, aun humeante, y frotándola por mi cuerpo, intentando fingir una sonrisa.

-          Así, así nos untamos la mierda, voy cada vez siendo más negra, parezco una mujer de verdad, gracias a esto. Y como huele..es el olor que está de moda entre la gente blanca.

( intentaba recordar las diversas frases que había en el texto que me dio)

Cuando mis brazos, mis piernas, mi cuerpo estaba totalmente marrón,  excentuando mis tetas, mi coño y mi cara, era un poema verme..pero a gestos del desgraciado tuve que untarme también esas partes, mis delicados pezones, mi cara, intentando que mi boca y mis ojos quedaran exentos, y mi coño, primero en los alrededores, luego..con los gestos del negro incluso metiendo mis dedos pringados dentro, con primeros planos del cámara que no perdían detalle.

-          Y esta bolita de mierda- dije mostrando un trozo a la cámara- para adentro, para que mi marido, cuando venga a comerme el coño, se encuentre un regalo, le encanta saborear mi mierda, casi tanto como a mí.

No podía creerme que me estaba metiendo la mierda de aquel negro en mi coño.

La cara del negro, seria, abriendo la boca y metiendo un dedo dentro, me dejo claro lo que quería.

-          Y este es mi premio, por ser tan cerda…saborear mi mierda, que rica estaaaa!

Tras masticar la caca en mi boca abierta durante unos segundos, tragarla , y mostrar a cámara mi boca vacía con mi lengua marrón y mis dientes sucios, la cámara dejo de grabar.

Aplausos del jefe negro, risas y cachondeo.

-          Muy bien, pero que muy bien, Olga, lo has hecho genial, ahora ves al fondo, dúchate y reúnete con tu familia, pronto zarpareis en un barco hacia Etiopia a reuniros con vuestro benefactor.

Le miré , con una mezcla de miedo, odio, rabia y asco.

-espera, espera, no te vayas…que ya que tienes la boca tan sucia, y me miras tan mal, te voy a dar otro regalo para que te lleves, de rodillas y abre la boca.

Obedecí, para ver como sacaba su pene flácido negro y lo ponía ante mi cara, comenzando a orinar dentro de mí, una gran meada amarillenta, amarga.

-          Traga y aprovecha el último chorro para hacer gárgaras y limpiar tu boca, quiero ver tus dientes, lengua, impecables, si no otro negro seguirá meándote, y otro, hasta que recuperen tus dientes el blanco original.

Mientras hacia  lo que él decía, esperando  con su meada estar limpia, y tras un examen abriendo bien mis mandíbulas para que comprobara que todo estaba correcto, pude ducharme, con agua fría y algo de jabón, que no consiguió eliminar del todo el hedor de mi cuerpo, y reunirme con mi familia, que se alegró cuando les dije que solamente con mi entrevista ya tenían suficiente información para dejarnos partir. La cara de mi marido por el olor que emanaba de mi cuerpo me dejó claro que no aceptaba totalmente mi historia, pero tampoco hizo más preguntas. Me abrazó, dándome un beso en la frente y esperando que llegara el momento de subir a ese barco.