Nueva vida en Etiopía 7 Parte

Continúa Olga y su familia sufriendo en manos del matrimonio negro toda clase de barbaridades.

Paloma fue llevada por Carlton al lugar que no hacía muchas horas había ocupado Miguel, donde la esposó en la misma situación,  con las manos en la espalda rodeando la columna mirando hacia el salón.  Candy ordenó a Carolina ir a la cocina a preparar la comida y yo, nerviosa, junto a Sultán, estaba tirada en el salón mientras los dos hermanos charlaban como si no hubiera pasado nada, pero por mi parte tenía claro que aquella amenaza no sería olvidada por nuestra repugnante dueña.

Comieron los dos lo que mi hija les preparó, en el fondo yo me sorprendía viendo la comida, ya que jamás las había visto ni hacer un huevo frito, supongo que acostumbradas a comodidades y tenerlo todo hecho, pero ahora que lo necesitaba, era capaz de preparar un plato mínimamente decente. A mí me cayeron las sobras, que tuve que disputarme con Sultán escuchando los comentarios humillantes de Carlton.

-          Deja que tu macho se alimente, Mistetas, que si no no tendrá fuerzas para montarte, jajaja, como eres, todas las perras sois iguales, lo queréis todo para vosotras.

Durante el café me tocó volver a chupársela al perro ante la mirada de mis hijas, Carolina como criada de pie junto a Candy y Paloma encadenada a la columna, desnuda totalmente y sollozando sin parar.

Cuando acabé y demostré a mi dueña, abriendo la boca ante ella, que el semen del animal lo tenía dentro, me lo tragué. Era mi postre, según ella. Una vez pasada esa humillación escuché por fin la palabra que me liberaba de seguir siendo una perra, mi nombre.

-          Olga, lo has hecho muy bien,- dijo Candy – has sido una gran perra, hemos disfrutado mucho viendo cómo te comportas como una verdadera perrita, y Sultán ha quedado satisfecho, no eres una perra guapa, pero al menos has conseguido que se corra, que ya es mucho!

Solamente salió de mis labios un gracias bajito, porque en verdad no era de agradecer ese comentario degradante, pero que iba a decir?

Candy me llevó, ya por fin yo caminando, a la cocina, donde me explicó lo siguiente que quería de mí, si es que por mi parte esperaba un poco de compasión de ella hacia mi hija. No tuve más remedio que aceptar sus condiciones, la alternativa estaba segura que sería muy cruel.

Me dirigí a la columna donde estaba Paloma y me puse frente a ella.

-          Paloma, estoy disgustada contigo! – le dije seria  mientras cogía con mis dedos sus pezones y se los comenzaba a retorcer mirando de reojo a Candy esperando su aprobación – Que sea la última vez que criticas algún deseo de nuestra dueña, ella tiene todo el derecho del mundo a decidir que es de nosotras, somos sus esclavas, y cuando ella lo desea, yo soy su perra, muy orgullosa de serlo, de ladrar, de traerle palos y de hacer lo que me diga, y además, quiero que sepas que me encanta ser follada por Sultán, por fin un macho de verdad sabe follarme y usarme como me gusta, así que no quiero que vuelvas a decir nada cuando me veas ponerme a cuatro patas y suplicar su polla, porque realmente estoy deseando que me la meta, lo entiendes? – dije esto acompañando de un último giro a sus pezones que la hizo chillar mientras alucinando asentía con la cabeza.

-          Siiiiiii, siiiiii, mamaaaa, perdonaaaaaa!!!!

Por dentro yo quería llorar, pero sabía que así la estaba salvando de una tortura mucho mejor, me consideraba dichosa si todo terminaba con un retorcer de pezones, y además por mi parte, mucho más suaves que lo habría hecho esa sádica.

Mientras acababa de decir esto apareció Carlton bajando con el cepo del dormitorio. Los mismos anclajes estaban en la terraza, por si querían divertirse en el exterior de la casa, y los fue uniendo al aparato. Yo seguí hablando a mi hija.

-          Y ahora, para que veas que soy feliz así, le he pedido a nuestra dueña que me ponga en el cepo ante ti y que me azote, me gusta que me deje el culo bien rojo, cincuenta latigazos, los contaré uno a uno, y verás mi cara de felicidad, de esta forma entenderás que no has de volver a cuestionar sus ordenes, todo lo hace sabiendo que a mí me encanta como me trata.

Carlton subió la trampilla y yo solita metí la cabeza y las manos, dejándola caer él y colocando los cierres y los enganches en mis tobillos para dejarme también abierta. Muchos de esos latigazos por desgracia acabarían en mi coño, en esa postura, y debían soportarlos y poner buena cara si quería que Candy quedara satisfecha y la cosa no fuera más allá. Todo por mi hija. Yo no dejaba de mirar a mi hija, era lo que la cabrona de nuestra dueña me había ordenado hacer si quería su clemencia, ahora sólo me quedaba aguantar los latigazos.

-          Uno…gracias, señora…dos , gracias, señora…- y así todos, mirando a Paloma, sudando pero intentando poner buena cara, con Carlton grabando con el móvil, y Candy riendo a cada latigazo, dándomelos bien fuertes. Por suerte el látigo no era de cuero y no me desollaba viva, pero tenía bastante puntería y acertó tanto en mi espalda, como en mi culo, mis tetas y justo en la raja de mi coño, haciéndome aullar de dolor.

Cuando acabó de darme los cincuenta latigazos creí que ya estaba pagado el error, pero Candy tenía sorpresas reservadas para mí.

-          Carolina- le dijo a mi otra hija, con su vestido de criada junto a ella- que te parece? Crees que tu madre ha disfrutado con los latigazos?

-          Si..si…Ama Candy – respondió ella, cortada esperando no equivocarse en las respuestas.

-          Pues sabes ¿ hay más cosas que le gustan a la cerda, la verdad, como por ejemplo que la follen con buenos pollones, eso le encanta, verdad que si, Olga?

-          Si…si….señora, respondí no entendiendo por qué no se acababa esto ya.

-          Pues mira, Carolina, quien mejor que tú para satisfacerla en sus aficiones – le dijo mientras iba a un armario y volvía con un arnés enorme, de al menos veinticinco centímetros de longitud y ocho de diámetro. Por el otro lado también tenía un consolador, mucho más pequeño, con vibración a distancia, que tuvo que introducirse ella en su vagina al ajustarse el arnés.

-          Olga, pídele a tu hija que te folle con ese pollón, va, que sé que lo estás deseando!!

-          Por favor, hija, méteme ya ese pollón en el coño, lo necesito dentro, fóllame con él! – le dije sin ni siquiera ver cómo era, pero esperando que por fin con esto aquella asquerosa mujer quedara satisfecha.

Noté como rozaba la entrada de mi coño, el aro de mi clítoris hacía que colgara y fuera aun más sensible. Poco a poco se abrió paso, primero lentamente y sin tocarme para nada, pero por orden de Carlton, acabó cogida a mis caderas, apretando hasta el fondo, creí que me iba a salir por la boca de lo adentro que llegaba. Candy estaba entre Paloma y yo, en cuclillas, su cara frente a la mía y detrás el coño de mi hija. Con sus dedos jugaba con el aro de mi nariz, mientras sonreía.

-          Aysss, Olguita, Olguita, que pena , a lo que has llegado, te ves? Tu hija te está follando, que cara de cerda pones, te gusta verdad?

-          Si,  Ama Candy, me gustaaaa! Decía yo sumisamente mientras con sus dedos movía el aro deformando toda mi cara llevando la nariz de lado a lado.

Se giró mirando a Paloma y con su otra mano jugando con su mata de pelo recortada del coño.

-          Te das cuenta que te pusiste como una imbécil por nada? No has visto como disfruta la zorra de tu madre? Empiezo a pensar que esto que le estoy haciendo no es un castigo, Paloma, tú qué opinas?

La pobre no sabía que decir, pero se dio cuenta que Candy buscaba divertirse con más torturas.

-          Si, Ama Candy, parece que a la zorra de mi madre lo que le hace le gusta, no es un castigo…

-          Y en verdad tiene que sentir que la estoy castigando, no?

-          Si, Ama Candy – balbuceó mi hija mirando al suelo.

-          Pues nada- le replicó la negra – si es lo que crees así lo haremos, pídele a tu hermana que se la saque del coño y se la meta por el culo, va, a ver si por ahí a la muy guarra no le gusta tanto.

-          Pero, señora…es muy grande….- sollozó Paloma.

-          Olga, tú qué opinas? – volvió a mirarme Candy sonriendo.

-          Si, señora, que me la meta por el culo, me cabrá, me gusta que me lo revienten, - dije sin poder evitar mirar a la cara a Paloma, que me miraba hundida, intentando consolarla con mi mirada.

-          Carolina- tuvo que pedir al fin- métesela a mamá por el culo, a ver si así se entera, porque por el coño ya ni siente de lo grande que lo tiene.

Carolina, sin poder evitar obedecer y con Carlton al lado, la retiró de mi coño y la encaró en mi culo.

-          No, no, espera, Carolina, antes tendrías que lamer ese ano, no? Babéalo bien, una cosa es que tu madre sea una cerda salida y otra que quieras destrozarle el culo y que no pueda cagar en días, jajaja, lame, va!

Se inclinó y comenzó a lamer, sintiendo yo su lengua y sus babas impregnando mi ano, para al cabo de un minuto comenzar a notar la dilatación que aquel monstruo provocaba en mi culo, entrando acompañado por los ánimos de los dos hermanos negros, que veían a aquella bestia entrar centímetro a centímetro en mi cuerpo.

Candy miraba apoyada en Paloma, que seguía encadenada a la columna, acariciando con sus gordos dedos su coño, excitada la muy cerda viendo mi sufrimiento.

-          Carolina, agárrate a sus tetas, que para eso se las hizo poner gordas, son un buen punto de apoyo para clavarla hasta el fondo, venga! - Comentaba ella riendo y sacando el dedo del coño de mi hija para llevarlo a mi boca – chupa, que el sabor a coño te encanta, Olga.

Al dolor de mi ano reventado se unía el de las manos de mi hija por mi cuerpo, lleno de marcas del látigo. La cara de Paloma también me hacía sufrir, se daba cuenta de donde me había llevado su maldita frase. Tras un buen rato siendo follada por aquel gigantesco falo se dieron por satisfechos, hicieron a Carolina parar y sacárselo, pero no estaban contentos. Decidió Candy dejarnos a Paloma y a mí en aquella postura, y además, y según ella para no manchar nada, una vez mi hija se quito el arnés tuvo que introducir el consolador en mi culo de nuevo, dejándolo ahí metido, como una tapa de alcantarilla, según comentó nuestra dueña riendo, que así no apestaría todo con esa cloaca abierta.

Volví a ver ante mí la cara de Carlton, despidiéndose, el día había sido largo y quería irse a su casa a descansar. No podía quejarse del espectáculo que había presenciado, el cabrón. Se giró y agarrando una teta a Paloma le dio un morreo.

-          Nos veremos pronto, cerdita pequeña – le dijo alejándose hacia la puerta con Sultán, que saltaba y jugaba a su alrededor.

Carolina se dispuso por orden de la Señora a preparar la cena y recogerlo todo, mientras nuestra dueña se sentaba en el sofá, con nosotras dos a la vista, a ver la tele y descansar un rato también. Se quedó adormilada mientras yo en silencio miraba a Paloma intentando calmarla, con los dolores que me ocasionaba aquel cacharro en mi ano y la postura del cepo. Así estuvimos hasta que la llegada de John despertó a nuestra torturadora.

-          Vaya con Olga, menudo agujero te va a quedar, no? Le estas cogiendo el gusto a eso de tener el ano abierto al máximo, jajaja- dijo viéndome nuestro dueño desde atrás al salir del coche – y tú, Paloma, que? Ya te has portado mal? Ahí supongo que no estarás por gusto, como tu madre, que a ella sí que la vuelve loca el cepo, creo…..

Al oír todas estas frases Candy despertó, y vino hacia nosotras, para abrazar a su marido ante mi cara colgándose de su cuello y darle un morreo muy guarro. Él aprovechó para agarrarla por el culo y apretar bien, justo enfrente de mí, haciéndola moverse hasta que con el culo me chafaba la cara.

-          Como ha ido el día, cariño? – preguntó ella al acabar de morrearse.

-          Bien, bien, duro pero bien, como siempre, mucho trabajo, pero es la única manera de ganar dinero!!! Y el tuyo? Como lo has pasado en tu primer día con tus sirvientas y tu perrita?- le contestó el mirando el cuadro de madre e hija en aquella situación.

-          Pues bien, ha venido Carlton con Sultán, la pobre se ha quedado alucinando al verles, pero al final le ha podido ese chocho calenturiento que tiene y ha acabado montada por el perro, no veas cómo se la clavaba, jajaja, ha tenido un orgasmo que ni podría haber imaginado con Miguel, la guarra!

-          Vaya, me he perdido el desvirgamiento canino….- dijo él fingiendo tristeza.

-          No no…lo hemos grabado todo, tranquilo que lo verás con todo lujo de detalle, pero luego esta imbécil – dijo mirando a Paloma – se ha pasado de la raya, creyéndose aun una mierda de niñata pija, lo que era antes, ha decidido cuestionar mi mando, y bien, aquí las tengo, mira la espalda y el culo de Olga, cincuenta latigazos, pero estaba esperando a que vinieras tú para decidir si es suficiente para que la niñata entienda que esperamos de ellas.

John  soltó a Candy y nos rodeó a las dos, mirando bien nuestras posiciones, pasando un dedo por los pezones de Paloma, por la raja de su coño, y después haciendo lo mismo conmigo, los aros de mis tetas, dando un tirón al de mi clítoris, asegurando el consolador gigante bien al fondo de mi ano…

-          Creo que tienen que entender bien la situación, tienes razón, no se puede consentir una falta de respeto ahora, al principio, luego crecen torcidas, como los arboles si no se les pone una guía. Espera, voy al coche a por algo.

Regresó  con la caja de herramientas en la mano, la dejó en el suelo frente a mí, y se puso en cuclillas, diciéndole a su esposa que se acercara.

-          Mira-  dijo cogiendo el aro de mi nariz y levantándolo, con lo que mi dentadura quedaba totalmente a la vista.

Qué te parece si retiramos todas estas piezas? – señalaba las laterales a las palas tocándolas con sus dedos sucios del trabajo, ante mi cara horrorizada pensando que esto no podía estar pasando – quedaría prácticamente como una coneja, es algo que a mí ya me producía morbo antes de tener que castigarlas, pero ahora podríamos aprovechar!

Mi hija intentó mover los pies , diciendo que eso no lo hicieran, que era ella la que había cometido el error, pero John con una cuerda ató sus tobillos, rodeando la columna, dejando las piernas hacia atrás y algo flexionadas, lo cual la mantenía en una postura más incomoda y provocaba que su coño quedara abierto.

-          Tranquila, que tú también vas a tener tu castigo, pero es importante que veas que tus actos pueden hacer daño a las personas que más quieres, eso te hará ser muy prudente cuando actúes como no debes!

Abrió la caja y extrajo unos alicates, vulgares, de los de arreglar cosas en casa, mirando con ellos en la mano mi boca y consensuando con Candy cual iban a sacar primero. Yo intentaba cerrar la boca, pero una mirada de Candy me hizo desistir, junto a su comentario.

-          Si no te las sacamos a ti, se las sacaremos a ellas, tú decides.

Noté como elegían la primera junto a las palas, y apretaba fuerte John, moviendo de lado a lado, provocándome un dolor inhumano, chillaba y me agitaba en el cepo, sin poder hacer nada, totalmente enganchada. Mientras mi hija lloraba y chillaba suplicando piedad para mí. John extrajo la pieza y se la mostró a Candy, orgulloso de sacarla entera. Miró a Paloma.

-          De verdad quieres chillar y llorar? Espera….

Fue al coche de nuevo, volvió con una bolsa de la compra con algo en su interior. Se colocó unos guantes de trabajo y metió la mano dentro. Extrajo un puñado de ortigas, la miró y le dijo que ahora sí que iba a chillar con ganas. Mientras con una mano le abría el coño, con la otra introdujo las ortigas bien adentro, comenzando a provocarle picores, irritación, haciéndola moverse de lado a lado atada a la columna, aullando, sin poder resistir tanto dolor. Se orinó y se cagó ante ellos.

Sin importarles esos lamentos continuaron con mi remodelación bucal. Se fueron animando de tal forma que al cabo de una hora mi hija estaba ya casi inconsciente, agotada de tanto agitarse, y yo solamente conservaba en mi boca las dos palas, el resto fue extraído con los alicates, dejando mi boca convertida en un mar de sangre.

Se sacó la camiseta, ya que del esfuerzo John también estaba sudando y me la hizo apretar ahora ya con mis encías, para después sentarse junto a Candy a cenar brindando con una buena botella de vino ante Carolina, que descompuesta se mantenía firme junto a la mesa esperando órdenes.

Ella pudo escuchar como John comentaba a Candy que le habían llamado de la clínica, en un par de días mi marido podría venir a la casa, todo había ido bien, sus testículos habían sido amputados y el pene operado de manera que ya solamente sería un colgajo para mear.

Esos dos días yo los pasé metida en la jaula bajo la cama de mis Amos, me dieron antibióticos y me permitieron descansar para que no acabase con fiebre. Por suerte conseguí superarlo, con muchos dolores, eso sí.

Paloma aún pasó la noche atada a la columna, con las ortigas dentro de su coño, ya sin causar ningún efecto, pero  consiguió en ella el objetivo deseado, no volvió jamás a negarse a nada, y como reacción, Carolina tampoco se planteó desobedecer ninguna orden.

Esa noche Carolina tras recogerlo todo les acompañó al dormitorio, donde hicieron uso de su coño, su ano, su boca, todo lo que quisieron, conmigo en la jaula, debajo, oyendo como abusaban de su cuerpo de todas las formas imaginables. Durmió en el suelo, al otro lado de mis rejas, agotada.

A la mañana siguiente  John se levantó, se puso sus guantes de trabajo y metió los dedos en el coño de Paloma, atada y abierta de piernas en la columna, para retirar las ortigas, miles de alfileres había notado clavándose en su interior durante la noche. Tras sacar todo lo que pudo introdujo la manguera y la llenó de agua, haciendo que saliera lo que todavía quedara dentro. Ella aguantó como pudo el dolor de ver su vientre hincharse por la presión. Al acabar el Amo se quitó los guantes, se acercó a mi hija y agarró sus tetas, mientras la morreaba metiendo la lengua en el fondo de su garganta.  Ella se dejó besar sin ninguna resistencia, ya había aprendido la lección.

-  Verdad que jamás volverás a hacernos enfadar a Candy o a mí?

-  No..no...Amo John- respondió ella abatida y derrotada.

-          Muy bien, porque nos vamos a asegurar que a partir de ahora seas muy obediente, y lo mejor para eso es quitaros vuestros deseos….

Tras decirle esa enigmática frase la desató, y esposó sus manos a la espalda. Sin más comentarios la introdujo en la parte trasera de su coche, totalmente desnuda, como había hecho el día anterior con su padre, y se la llevó de la casa. Paloma obedientemente se dejo hacer, sin oponerse a nada.

Ese día fue tranquilo, yo metida en la jaula bajo la cama, con mis antibióticos, recuperándome, y mi hija Carolina a disposición de la señora, con su vestido de criada a ratos, desnuda en otros momentos, siendo requerida para toda clase de cosas, principalmente para comer coño y masajear pies, aficiones a las que Candy por lo visto era muy dada. Por desgracia era la única en aquel momento en uso en la casa, y no paró en todo el día. Al llegar la noche, preparó la cena para el matrimonio. John había regresado a casa solo, y tras la cena quiso un numerito especial para divertirse, así que Carolina se tuvo que poner en tacones de aguja y tanga a bailar ante ellos, intentando hacerlo de forma provocadora, mientras la pareja follaba excitándose con la vista. Agotados, algo bebidos y satisfechos sexualmente se fueron a dormir no sin antes encadenarla de nuevo a las rejas de mi jaula, tirada en el suelo.

Por la mañana temprano se fue nuestro dueño a trabajar, dejándonos otra vez solas a las tres. Tras despertar Candy y soltar a mi hija requirió de nuevo de su lengua lamiéndola hasta llegar al orgasmo. El coño sudado de la negra apestaba a sexo de la noche anterior. Después subió sus piernas y ordenó una buena limpieza de ano, y tras eso la hizo tirarse en la alfombra y en cuclillas sobre la boca de mi hija orinó abundantemente teniendo la pobre que tragarlo todo.

Se duchó, se vistió elegantemente y bajó a desayunar lo que Carolina le había preparado, para después iniciar su jornada de relax habitual, en la tumbona de la piscina, mientras su casa era limpiada por mi pobre hija.

A mediodía regresó John, pero no venía solo. Le acompañaban Miguel y Paloma.

Primero sacó a mi marido del coche, solamente llevaba un tanga que le tapaba muy poco, pero nada más acercarse a la piscina donde Candy estaba tomando el sol John desde detrás se lo bajó hasta los tobillos, mientras Miguel permanecía quieto y firme.

-          Has visto, cariño? – dijo John levantando con dos dedos el pene flácido de Miguel – Ya no le cuelga nada, jajaja. Me han dicho en la clínica que casi ni hacía falta hacerlo, que son los testículos más pequeños que habían visto, Miguel, siempre fuiste muy poco hombre, la verdad!

-          Que colgajo más diminuto, no sé como Olga podía quedar satisfecha con eso, Miguel, pero no te preocupes, ahora ya tiene una polla que la llena bien, la muy puta ha tardado poco en buscarte sustituto, como son las pijas blancas! Además en estos días que no has estado la hemos embellecido, ya la verás luego, esta preciosa…

Miguel ni se inmutó, allí firme, con el tanga por los tobillos, ante aquellas burlas, desde ese momento no fue más que un pelele obediente, con los testículos también le quitaron lo poco que le podía quedar de persona.

John regresó del coche con Paloma. La llevaba cogida de un brazo, ella se dejaba guiar, algo ausente. En la otra mano John llevaba dos cajitas pequeñas.

-          Cariño, y aquí regresa la rebelde, ya verás como esto mejora. Me han dicho en la clínica que lo han tenido que hacer rápido para que regresara con el padre, pero que ha salido bien, sin problemas. Ten – le dijo alargándole las cajitas.

Candy abrió la primera y sacó una cadenita fina. En el centro, los testículos de Miguel, tratados para quedar conservados. La negra se levantó y la colocó en el cuello de mi marido.

-          Miguel, para que veas que no has perdido nada, llevarás tus huevecitos colgando, pero en el cuello…es un servicio que hace la clínica, para que cuando cualquiera te vea, como normalmente iras algo tapado, sepan que eres un castrado. No me digas que no piensan en todo? Jajaja. Te gusta?

-          Si…..Ama Candy – respondió mi marido, sin ninguna fuerza en su voz.

Miguel agachó la cabeza, aceptando una nueva humillación, mientras Candy abría la segunda cajita, de la que salía otra cadenita, pero esta llevaba disecado el clítoris de mi hija menor, los muy cerdos le habían realizado una ablación y jamás podría saber ya lo que era un orgasmo! Se la colocó en el cuello, como a su padre.

-          Con esto, Paloma, quien quiera usarte sabrá que no obtendrás ningún placer, lo cual evita que intentes dirigir el acto sexual para satisfacerte. Tu coño a partir de ahora es un agujero más de tu cuerpo, usable como el resto. Espero que no se vuelvan a repetir conductas como la de ayer, o esto irá a peor…está claro?

Mi hija no podía hablar aunque lo intentó. Junto con la ablación le habían realizado una operación en las cuerdas vocales que le impedía volver a hablar. La crueldad de aquella pareja era inconmensurable.

-          No te esfuerces- dijo John tras ella – no vas a poder decir nada, las blancas en verdad como mejor estáis es en silencio, a partir de ahora verás cómo eres mucho más productiva, Paloma.

-          Bueno, bueno- le dijo Candy a su marido – pues ya que tenemos aquí a tres miembros de la familia voy a buscar a la madre, que tendrá ganas de reunirse con los suyos. Esperarme aquí que la traigo.

Fue a buscarme, haciéndome salir de la jaula, la verdad es que me encontraba mucho mejor. De rodillas recién salida, desnuda, tuve que abrir bien la boca. Candy levantó mi labio superior para comprobar cómo mis encías cicatrizaban y mi boca parecía la de una coneja, con dos palas centradas y nada más a su alrededor. Sonrió encantada con el resultado. De pie tras ella bajé al jardín, donde por fin nos reunimos la familia de nuevo.

-          Olga, mira, ya ha regresado Miguel!! Dale un beso, va!

Me acerqué para dárselo, con los labios cerrados, pero Candy me detuvo.

-          No, así no, a boca abierta, un buen morreo con lengua, abre la boca, putita, que sabemos que eres mucho mas cerda  de lo que aparentas delante de tus hijas!

Cuando todos vieron mi boca abierta las reacciones no se hicieron esperar, risas en el matrimonio negro y gestos de rabia e impotencia en Carolina. Paloma y Miguel mostraron un brillo en sus ojos, pero nada más, estaban aún en shock.

Tuve que morrearme con mi marido de forma asquerosa, aunque él no puso mucho de su parte.

-          Y ahora, Olga, ya que estáis en plan calentorro, arrodíllate y chúpasela, a ver si se la pones dura a Miguel!

Obedecí, pero tras unos minutos de chupársela entre comentarios despectivos del matrimonio aquello no se movía, lógicamente, la intervención quirúrgica le impedía tener una erección.

-          Joder, Olga, a ver si va a resultar que son tus hijas la que le ponen cachondo, la última vez que se empalmó y se corrió fue con ellas, jajaja, menudo enfermo está hecho, y tú ahí chupándosela, no te da vergüenza!!!

Cuando se cansaron de humillarnos John se llevó a Miguel al garaje, donde le volvió a dejar ponerse los pantalones cortos para que reanudara su trabajo en el jardín, como era su cometido. De forma autómata obedeció, cogiendo la cortadora de césped y comenzando a trabajar mientras Candy retomaba su relax en la tumbona.

-          Carolina – dijo a mi hija, la única por el momento completa – ves al salón y tráeme el arnés de ayer, el grande.

Ella, con su vestido de criada, se dirigió al salón, regresando con el aparato en la mano y entregándoselo a Candy.

-          Paloma – miró a mi otra hija extendiendo su mano con el gigantesco falo – póntelo!

Sumisamente obedeció, al poco estaba con aquel enorme pollón colgando entre sus piernas.

-          Olga, apoya tus manos aquí  en la tumbona, – me dijo tocando a su lado el apoyabrazos – inclínate!

Yo tampoco tuve tentación de no obedecer y ocupé el lugar que me indicaba, junto a ella, mi cara frente a sus tetas y mi culo expuesto hacia mi hija, tras de mí.

-          Paloma, métesela a tu madre, bien adentro, fóllala, que vea que de verdad sabes ya cual es su función aquí!!

Mientras Candy se encendía un cigarrillo y miraba mi cara de sufrimiento, aquel cacharro iba abriéndose paso en mi coño hasta que toco fondo y las manos de mi hija se pusieron en mis caderas para comenzar un rítmico mete saca constante, ante la aprobación de nuestra dueña.

-          Vaya familia, Olga, - me dijo fumando y mirando cómo era penetrada por Paloma – tu marido sin huevos, tu hija sin clítoris ni voz, tu otra hija convertida en una criada servicial y obediente, y tu…tu…bueno…mi perra, mi puta, mi cerda, mi esclava. Sabes? Soy muy feliz, tú lo eres?

-          Siiiiii, Ama Candyyyyy – respondí dolorosamente coincidiendo con un golpe en el fondo de mi útero – soy muy feliz de servirlaaaaa.

-          Abre la boca, Olga, y saca la lengua,  me gusta ver tus dientecitos de coneja, jajaja

Abrí la boca mostrándole mi interior, mi lengua fuera. Levantó con un dedo mi labio superior, recorrió mis palas, mis encías, y terminó dando una calada a su cigarrillo y metiéndolo en mi boca. – Traga!

Cuando se cansó consintió que Paloma me dejara de empalar por fin, y que fuera a vestirse como correspondía, la otra criada. Yo seguí el resto de la mañana junto a mi dueña, acabando de recuperarme tumbada junto a la piscina al sol. Mi marido podía contemplarme casi todo el rato mientras él realizaba tareas de limpieza y mantenimiento. A la hora de comer me tocaron las sobras, debía ya acostumbrarme a eso. Comieron en la terraza y me las tiraban a unos metros, haciéndome ir a buscarlas a cuatro patas y comerlas directamente del suelo, no pudiendo usar las manos. Sin dientes era patético verme, intentando usar mis palas para comer, mientras reían.

Una breve siesta de nuestros dueños que mis hijas aprovecharon para recoger y yo para descansar fue interrumpida por el sonido del timbre de la puerta. Carolina, que era la que podía hablar, se encargaba de abrir. Regresó  diciéndole al Amo John que un señor estaba en la puerta con una furgoneta, traía un pedido.

Nuestro dueño le ordenó que le hiciera pasar, entró la furgoneta y de ella bajo un chico negro de la edad de mis hijas, tejanos, camiseta de marca, calzado deportivo, arreglado. Abrió el portón trasero y salió de allí otro chico de la misma edad, pero blanco. Llevaba un collar de cuero ancho en el cuello, y las manos esposadas con una cadena de poco más de medio metro. Los pies también encadenados a corta distancia, y como única indumentaria un tanga, parecido al que llevaba mi marido al volver de la clínica. Se le veía agotado.

-          Miguel, ven! Ayuda a descargar! Gritó John a mi marido que estaba en el garaje, mientras se acercaba al chico negro y le daba la mano saludándole.

-          Qué tal? Está el pedido completo?

-          Si, John, hemos podido prepararlo todo, incluso el capricho de Candy, a los buenos clientes tenemos que cuidaros!!!- sonrió – es tu nuevo servicio?- preguntó mirando a Miguel y Carolina.

-          Si, al final hemos cogido a una familia completa, es lo mejor, y además, conocidos nuestros de muchos años! Este es el padre, ella la hija, falta la madre y la hermana de ésta – dijo algo peyorativamente mirando a Carolina.

-          Veo que ya le has puesto el collarcito, por la edad que tiene casi ni hacía falta, pero así son mucho más mansos, la verdad! Al mío aún estoy decidiendo que hacer, porque creo que como inseminador de blancas para procrear tampoco sería un mal negocio, se paga bien un chico joven como él.

Mientras Miguel y el chico blanco entraban varias cajas en la casa los negros fueron al porche, a que el chico saludara a Candy, que estaba recién levantada de la siesta, conmigo arrodillada a su lado y Paloma al otro, depie, quieta.

-          Hola, Candy, buenas tardes, vaya, ya conozco a toda la familia, creo, jajaja – sonrió mirándonos a las dos – y encima a la jovencita ya le has quitado los orgasmos, por lo que veo, pobre, debe haber hecho algo muy malo no? Jajaja. Al final son las mejores, las puedes usar como quieras, ni sufren ni padecen, y como sigue siendo preñable, no pierde valor, es una buena decisión.

-          Si, ha sido muy mala…pero ya no lo vas a ser más, verdad, Paloma? – contesto al chico mientras retorcía el pezón de mi hija y ésta sacaba unos sonidos apagados de su garganta.

-          Y encima muda, joder, cuando te canses de ella me lo dices, es la esclava perfecta!!!!, y además tiene muy buen cuerpo!

-          Así lo haré, tranquilo, pero de momento aún le queda mucho juego que darnos!!!

-          Bueno, os dejo , que supongo que tendréis mucho lio con lo que os traigo, un placer veros, y tu , Paloma….quien sabe si pronto …jajaja, me voy!!

El chico blanco ya se había subido a la parte de atrás de la furgoneta, y el negro tras cerrar los portones sacó el vehículo de la finca.

Carolina y Paloma fueron abriendo las cajas, era comida preparada, un catering para unas veinte personas, había de todo, recién hecho. Sobre la mesa había una bolsa de tela, con cremallera. Candy la cogió para subirla a su dormitorio.

-          Bien, chicas- nos dijo con la bolsa en la mano – Esta tarde haremos la presentación formal de nuestro nuevo servicio, o sea, vosotras. Hemos invitado a un grupo de amistades, varios matrimonios, y esperamos que os comportéis como debéis hacerlo. Creo que no hace falta decir nada, sois inteligentes y si nos falláis el castigo será ejemplar. Os quiero con los uniformes impecables, atentas a cualquier orden de nuestros amigos, y sonrientes y felices de ser lo que sois, está claro?

-          Si, Ama Candy – dijimos las tres a la vez.

-          Olga,  sube conmigo a la habitación, mientras tus hijas preparan la comida y la vajilla.

Callada la seguí por las escaleras. En su habitación, de rodillas ante la cama, se desnudó y se sentó. Me hizo depilar sus piernas y masajear sus pies al acabar, mientras ella se acariciaba con descaro el coño. Me recordó que si mis hijas fallaban, seguramente yo sería también la que lo pagaría, y que de mi esperaba ni más ni menos que una payasa, un bufón para hacer reír a sus invitados. Quería que me rebajara a cada momento, tanto en mis actos como en mis palabras, para dejar claro que si en algún momento de mi vida había sido una señora, o había tenido algo de orgullo o altivez, eso ya no existía en mí. Me lo dejó muy claro.

-          Si no me gusta lo que haces o lo que dices, voy a colgar a Paloma del techo por las tetas y a rajarla hasta ver sus tripas caer en el suelo, está claro, no?

-          Si, Ama Candy, está claro, respondí muy asustada, sabiendo que sería muy capaz de cumplir sus amenazas.

-          Voy a darme una ducha y a arreglarme, no tardarán en comenzar a venir. Tú abre esa bolsa, he pensado que el uniforme de criada deja muy a la vista tus boquetes, más que una criada pareces una vulgar puta de carretera, y en mi casa no tengo putas! Ponte lo que hay ahí.

Desapareció para meterse bajo el agua mientras yo abría la bolsa con temor, esa sádica no tenía límites.

Cuarenta minutos después Miguel estaba con un tanga de hilo rojo que dejaba salir su pene por todas partes firme en la puerta de la casa.  Su función era abrir las puertas de los coches para que salieran los invitados y aparcar los vehículos al fondo del jardín. Una vez pasaban la puerta mis dos hijas, con sus vestidos de criadas esperaban de pie, con una bandeja llena de copas de champagne, muy guapas, tacones altos, cofia, guantes, y esas falditas que justo tapaban su intimidad.

En el salón, sentada en una butaca Candy, y yo, con un bonito disfraz de coneja, con orejas altas incluidas, y teniendo que abrir mi boca para mostrar mi dentadura, o mi falta de ella, a su lado, colocada en cuclillas. Con un maquillaje excesivo de colorete en mis mejillas que me hacía estar ridícula. El complemento del  pompón blanco metido en mi ano completaba toda mi indumentaria.

Comenzaba nuestra presentación en sociedad!