Nueva vida en Etiopía 6 Parte

Continua la degradación de Olga, sus dos hijas y su marido, a manos del matrimonio negro.

Cuando subimos hacia el dormitorio del matrimonio la situación no tenía pinta de mejorar.  Miguel estaba atado prácticamente desnudo a la columna del jardín mientras nosotras nos poníamos en fila una al lado de la otra ante John y  Candy, con las piernas separadas y las manos en la nuca. Ya estábamos las tres sin ropa, así que disponían de una vista perfecta de nuestros cuerpos en su totalidad.

De detrás de una cortina John extrajo una especie de cepo moderno, que una vez sujeto a los anclajes que había en el suelo frente a su cama conseguía que la persona colocada en él, en este caso yo, sujetada de manos y cuello, pudiera ser inclinada tanto como se quisiera mediante una manivela,  hasta el punto de poner la cara a ras de suelo o bien dejarla prácticamente de puntillas casi ahorcada por el cuello y las muñecas.  Al estar las piernas abiertas y los pies sujetos a dos barras metálicas que surgían de los laterales del cepo  la postura era incomoda y dolorosa. Los riñones y las caderas sufrían mucho en esa posición.

-          Qué te parece, Olga? Te gusta el aparatito? Lo compré pensando especialmente en ti – comentaba Candy – creo que vas a pasar muchas horas ahí enganchada, así que vas a disfrutar con este juguetito casi tanto como yo….

Mientras me decía esto su dedo índice subía y bajaba por la raja de mi coño, introduciéndose ligeramente, mientras su cara estaba frente a la mía y yo notaba perfectamente su aliento.  John mientras tanto, situado tras Paloma y Carolina, jugaba agarrado con cada mano a los culos de ambas, imagino que comparando dureza, tamaño, sonriendo al comprobar que cuando Miguel, suponiéndolo nuestro amigo le pidió ayuda, le había tocado realmente la lotería.

-          Cariño, quieres que ponga ya a Olga en el cepo? Así podemos divertirnos un rato con las chicas!

-          Si, amor,- respondió Candy- tengo ganas de tener a una de ellas comiéndome el coño, me pica ya hace rato.

Pensaba yo en cómo iban a sufrir mis hijas mientras John colocaba mis muñecas y mi cuello en el cepo, cerrándolo y dejándome ahí atrapada, para luego enganchar unas tobilleras a las barras y dejarme bien abierta también. La manivela situada en el lateral de la barra que iba del cepo al suelo ajustaba a capricho del verdugo la altura.

-          Colócala bien arriba de momento, a ver si crece un poco, eres tan bajita, Olga! De todas formas siempre has sido una estirada, pija creída, así que esa postura te gustará, jajaja.

Esto me lo dijo mirando fijamente  a Carolina, que ya se daba cuenta de que había sido la elegida para comerse aquel repugnante coño negro peludo y gordo.

El cepo me hacía daño en el cuello, estirando de mí hacia arriba, pero impidiendo los tobillos que subiera más,  me dolían todas las articulaciones porque mi cuerpo estaba totalmente tensado. Lo peor era que ante mis ojos iban a jugar con mis hijas esos dos desgraciados. Candy ya se había desnudado totalmente dejando su culo grande, sus piernas fuertes  y sus dos tetas, caídas, enormes, ante la vista de mis hijas, sin ningún pudor. Se tumbó en la cama, mirándome y sonriendo al ver mi sufrimiento, y separó las piernas dejando su vagina bien expuesta. Hizo un gesto a Carolina con el dedo, indicando que se acercara.

-          Hunde tu lengua en mi coño, a ver qué tal lo comes! Y tú, Paloma, besa mis pies, uno tras otro, sin dejar ni un solo centímetro por recorrer, aprende a adorarlos, me encanta que me los acaricien.

-          Si, Ama Candy, respondieron las dos a la vez, sabiendo ya por la anterior charla como debían referirse a ella.

Las dos se pusieron a cumplir sus órdenes mientras John, al que no podía ver por mi posición, se situaba a mí espalda y, tras unos segundos de apreciar mi cuerpo tenso comenzó a recorrerlo.  Empezó por mi cuello y mis hombros, bajando y apretando fuerte con sus manos mis pechos, que estaban también muy duros, jugando con sus dedos en mis pezones retorciéndolos y estirándolos.

Estaba pegado a mí, divirtiéndose, mirando a su esposa gozar con las lenguas de mis hijas, mientras me susurraba guarradas al oído.

-  Has visto como le come el coño Carolina? 18 añitos, su primer coño, jajaja, tiene tanto miedo que le va a sacar la lengua por la garganta de tan adentro que la mete, como le debe saber la boca a chocho, te gusta mirarlo?

-  Nooooo, respondí sin poder dejar de mirar ya que el cepo me impedí dirigir mi mirada a otro lugar.

-  Quiero oír cómo me dices que te encanta, o verás como sufren de verdad, convénceme de que te excita lo que ves!!

No tenía muchas alternativas, la verdad, y lo mejor era no disgustarles, estábamos literalmente en sus manos.

-  Si, Amo John,- me dirigí a él como sabía que debían hacerlo mis hijas - me excita ver como Carolina come su primer coño, el de su dueña, y como hace a nuestra Ama disfrutar mientras su hermana saborea sus hermosos pies y las dos aprenden a ser unas verdaderas esclavas dignas de ser usadas por ustedes...

-  Muy bien, me gusta oírte hablar así, es como debe sentirse una buena madre viendo a sus hijas aprender cual es su sitio, y el tuyo? cuál es tu sitio, Olga?- siguió hablándome cerca del oído con voz de guarro degenerado mientras una de sus manos seguía retorciéndome un pezón y la otra ya estaba en mi coño, estirando mi clítoris abultado y salido.

  • Ser su juguete, Amo John, de usted y de Ama Candy, su perra, su mascota,  o cualquier cosa que deseen que sea para que se diviertan haciendo que aprenda cual ha sido siempre mi sitio.

-  Perfecto, me gusta que lo veas tan claro, se nota que vas aprendiendo rápido...Olga.

Noté como se separaba de mí, dejando por fin de torturar mi pezón y clítoris,  para verle pasar al cabo de unos pocos segundos a recoger algo del suelo junto a la cama. Eran las bragas de Candy, tiradas por ella misma, que me acercó a la cara.

  • Abre la boca!

Obedecí, y me las introdujo bien adentro, apestaban a sudor y a coño.  Me impedían respirar bien, pero al menos me quedaba la nariz libre. Otra vez desapareció para volver a situarse frente a mí, solamente podía ver su cara, nada más hacia abajo, sonreía mirándome.

Noté como agarraba uno de mis pezones con dos dedos, estirándolo, para después sentir el dolor más agudo que jamás había vivido. Las bragas ahogaron parcialmente mi grito, que quedó más bien en un gruñido, mientras un sudor frio y un escalofrío recorrían mi cuerpo de pies a cabeza. Candy le miraba, sonriente, con cara de sádica, mientras John estaba atravesando mi pezón derecho con una aguja de coser ganchillo.

-   Verás que guapa quedarás cuando te tengamos decorada como queremos, Olga - me decía John mientras hacía presión con su mano en la aguja empujando - Esto es el principio, la parte del anillado, hemos decidido hacerlo nosotros mismos, es más personal, no crees? - Hablaba en un tono normal, relajado, como si no estuviera haciendo lo que hacía.

Mientras tanto Candy agarraba fuertemente la cabeza de Carolina y llegaba al orgasmo mirando mi cara llena de sudor y mis ojos saltados por el sufrimiento.

-  Asiiiii, siiiiiii, lame perrita, lame el coño de tu Amaaaaaaaaaaaaaaaa!!!

Le indicó a Paloma que dejara de lamer sus pies y subiera a su lado, mientras Carolina besaba aquel chochazo negro chorreando flujo Candy abrazó a su hermana, besándose con ella, con una mano agarrada a la teta de mi hija , mucho más pequeña que la suya.

Ante mi cara John plantó otra aguja, con lo cual vi lo que me acababa de atravesar el pezón y, lo que era peor, lo que le esperaba al otro.

-  Vamos a por el izquierdo, Olga, que creo que tiene envidia de lo bonito que ha quedado el otro, jajaja.

Yo negaba con la cabeza, esperando algo de compasión de aquel cerdo, pero lo único que sentí fue la presión de aquella aguja en mi estirado pezón izquierdo, y como era atravesado, volviendo a agitarme y removerme gruñendo y sudando.

Mis hijas a todo esto eran conscientes de lo que me estaba pasando, pero no tenían mucha más salida que seguir en manos de aquella negra repugnante, morreándola una  y lamiéndola la otra.

  • Estas quedando preciosa, Olga, la verdad, cuando te sustituyamos las agujas por aros y cosas de decoración me darás las gracias!! - Me mostró otra aguja de coser, pero ya tenía mis dos pezones atravesados, mientras sonreía aún más - Sabes dónde va ésta?

Desapareció hacia abajo del cepo, donde era imposible que le viera. Cuando noté sus dedos estirando mi clítoris me quería morir. Era supersensible, y solamente sus uñas clavándose en él ya me producían sufrimiento, así que cuando la aguja lo atravesó me desmayé, sin remedio, del enorme dolor que me produjo. Unos tortazos suaves en mi cara me despertaron, recuperando la conciencia justo para poder ver enfrente a Candy fumando un cigarrillo. Estaba recostada en la cama disfrutando de ver a mis dos hijas ante ella, tumbadas haciendo un sesenta y nueve mientras John lo grababa con el móvil.

  • Ya despertaste? te has perdido un buen rato de diversión - Me dijo Candy tras sacar el humo de la calada - Joder con las blanquitas, como coméis coño, incluso siendo hermanas no tienen escrúpulos, jajaja, vaya dos zorras has criado, Olga, la verdad! Ya verás, ya verás, ahora chicas, cada una que le meta un dedo en el culo a la otra sin parar de lamer coño, venga!

Más risas y primeros planos viendo como las pobres obedecían e introducían el dedo en el ano de su hermana, hasta el fondo, sin dejar de lamer con sus lenguas el coño de la otra.

-  Rebuscad bien en el agujerito, quiero que los dos dedos salgan bien marrones, sucios, llenos de mierda de blanca!

Al cabo de un par de minutos les ordenó parar, sacar los dedos y situarse de pie junto a la cama mostrando el resultado. Los dos estaban marrones, incluso en uno había restos de mierda pegados.

-  Id a enseñarle los dedos a mamá, que vea como de guarras podéis llegar a ser..

Ante mi cara mis dos hijas exhibían sus dedos sucios, bajando la mirada intentando no violentarme aún más.

  • Olga, abre la boquita, va! - escuché a Candy decir levantándose de la cama y viniendo a donde estábamos - van a meter sus dedos y los vas a dejar relucientes, vale?

Asentí mientras John, sin dejar de grabar, extraía las bragas de mi boca, que estaba dolorida ya de tanto contenerlas dentro, y una tras otra metieron su dedo y con mi lengua y mi saliva los dejé totalmente limpios, comiéndome la mierda de mis dos hijas ante aquellos desgraciados.

Cuando acabé ordenaron a Paloma y Carolina escupir dentro de mi boca abierta, según ellos para que la mierda bajara mejor, y una vez se cansaron de ese juego John y Candy se centraron en mi, sustituyendo las agujas por aros metálicos. Esta vez ya sin bragas en mi boca pude chillar.

Candy recuperó una de las agujas y me la puso ante los ojos.

  • Esta sabes dónde va? te podría pinchar un ojo con ella, jajaja, tuerta estarías preciosa, pero no. Sabes como suelen estar las vacas en el campo, no? pues quiero una argolla en tu nariz, bien grande, es un capricho, sabes?  Voy a atravesar tu tabique. Verás que guapa quedas, vaquita!

Ya ni me esforcé en quejarme, era inútil, y en pocos segundos, tras otros gritos de dolor por mi parte, la aguja parecía un bigote sobre mi boca, cruzando de lado a lado mi cara. Jugó con ella, moviéndola de un lado a otro, haciendo que mi nariz reaccionara yendo de lado a lado al compás de la aguja, mientras ella reía sin parar. Se detuvo cuando John le sugirió que ya era hora de bajar el cepo  para seguir con los juegos.

Lo hizo descender hasta la mitad, quedando yo en un ángulo de noventa grados, con mis nuevos aros de los pezones colgando y mis piernas abiertas enganchadas a las barras dejando ver entre ellas el nuevo aro que atravesaba mi sensible clítoris.

Candy se fue a la parte trasera del cepo, separando con sus manazas negras mis nalgas, observando el resultado de los cambios hechos, y tras eso escupió en mi ano e introdujo un dedo bien adentro.

-  Olga, no vas a ser menos que tus hijas, no? también has de tener tu dedo en el culo...y he pensado en un juego que nos puede divertir, sabes? Venir chicas, mirad el ano de vuestra madre, que os parece? - Les dijo cuando ellas se situaron también detrás de mí, haciendo que mi vergüenza ya fuera máxima. Las dos, calladas, miraban entrar y salir aquel dedo negro y largo de mi ano.

-  Veréis, he pensado que estaría bien saber si de verdad seréis  capaces de hacer todo lo que os ordenemos, como me habéis prometido antes, y una buena manera es ésta. - todo eso lo decía sin parar de meter y sacar el dedo de mi ano - John va a grabar todo el juego, que consiste en que tenéis cinco minutos justos para conseguir tanto una como la otra introducir en el ano de vuestra madre una mano, hasta la muñeca, entera.  Podéis escupir, babear, usar cualquier cosa, pero si no lo lográis las dos, veis este aro que cuelga aquí? pues le pegaré un tirón y destrozaré su clítoris, que total, como la pollita de vuestro padre, mucha utilidad ya no tiene ni tendrá. Pues eso, en vuestra mano, y nunca mejor dicho, está!!! John, comienza a grabar que yo cronometro!

Yo en mi posición no podía ver nada, pero entendía que o conseguían hacer lo que les pedían o yo me tendría que despedir de mi clítoris.  Aquella cerda iba a hacerlo si no lo lograban.

Primero noté escupir a las dos. Me llenaron de saliva, pero Candy les dijo que lamieran mi ano para repartir la saliva, que el video quedaría mucho mejor, así que sus lenguas recorrieron mi culo de arriba a abajo, tras lo que empecé a notar un dedo, luego dos, entrando y saliendo, con más saliva. Una iba metiendo dedos mientras la otra abría mis nalgas con fuerza, hasta que ya entraban cuatro dedos y el dedo gordo se abría paso por el lado. Mi respiración agitada, el mal cuerpo que sentía con esa mano invadiendo mi ano y además mi esfuerzo por no demostrar a mis hijas lo mucho que me hacían sufrir provocaba risas en John y Candy, que cuando llevaban ya cuatro minutos de juego pudieron ver como ante un último empujón la mano de Carolina desapareció en mi ano.

-  Mira a la cámara y sonríe, con tu mano en el culo de mamá. - y tras eso fue Paloma la que repitió la escena, tenían que hacerlo las dos.

  • Prueba superada, chicas, - dijo Candy aplaudiendo mientras venía a la parte trasera del cepo a comprobar el estado de mi ano una vez las manos se salieron. - Olgaaaa, vaya boquete, puedo ver la mierda dentro de tus tripas desde aquí! - dijo enfocando con una linterna en mi interior - Carolina, mete tu mano, saca esa bola de mierda que se ve, y llévasela a tu madre, métela en su boca que seguro que se la come, es una gran comemierdas, tu mamá!!

Con mi ano roto, mi clítoris y mis pezones doloridos soportando el peso de los aros, mi nariz amoratada e hinchada por la aguja que me cruzaba la cara, mastiqué mi propia mierda. Podía ser la vida más desgraciada? Pues sí, porque en ese momento John, viendo mi ano dilatado, decidió coger la manivela y  bajar mi cabeza casi a ras de suelo, quedando totalmente doblada por la mitad, en una posición muy dolorosa. Introdujo su polla, flácida, en mi ano para orinar dentro de él.

  • Como meadero sirves así! jajaja.

Mi ano se cerraría con su meada en mi interior, mientras durante una hora mis dos hijas fueron folladas por ambos, Candy con su arnés.  Coños, anos, todos sus agujeros fueron dados de si hasta que los dos enfermos quedaron satisfechos y relajados en la cama. Carolina y Paloma descubrieron al acabar  que todos los bajos de la gran cama de matrimonio eran una especie de jaula, con una pequeña entrada en un lateral, donde fueron introducidas para pasar la noche en el suelo bajo sus dueños.

John se levantó de la cama, colocó un cubo entre mis piernas y subió con la manivela el cepo hasta volver a ponerme totalmente erguida y estirada, momento en el que se vació el contenido de mis tripas en el recipiente, tanto su meada como mi mierda bajaron por mis intestinos y cayeron. Un tirón de la aguja de mi nariz mientras Candy ya relajada en la cama disfrutaba de la operación, y un aro más grueso que los otros, que dejaba mi cara deformada por el peso, y John se tumbó en la cama abrazando a su mujer y mirándome.

-  Eres feliz, amor?

  • Mucho, John, soy la mujer más feliz del mundo - dijo sonriendo acariciando el pecho de su marido y mirándome.

Así se durmieron....

Al comenzar el día, poco después del amanecer, John se vistió, tranquilamente, mirándome mientras Candy aún dormía. Toda la noche allí estirada hacía que tuviera calambres en todo mi cuerpo, y el dolor de mis heridas lo empeoraba aún más.  Recogió el cubo entre mis piernas para irse de la habitación. Ese cubo acabó siendo el desayuno de mi marido, ya que cuando John salió al jardín lo desató de la columna para volver a esposarlo con las manos atrás, colocando también unas cadenas muy cortas en sus tobillos. Agarrando sus testículos consiguió que Miguel aceptara beber la meada que nuestro amo había echado en mi ano, acompañada de los trozos de mierda que salieron con el líquido.

Dando prácticamente saltitos por las cortas cadenas, llevado por un collar y una cadena enganchados a su cuello, fue metido en el maletero del coche para dirigirse a la clínica donde iban a castrarlo y a dejar su pene inútil  para siempre.  Tras dejarlo en una sala con varias jaulas que contenían otros blancos con el mismo destino  se fue a su trabajo, sonriendo y pensando en  lo afortunado que era. Tardarían tres días en tenerlo listo para volver a casa.

Mientras todo eso ocurría en la ciudad,  en la casa de nuestros amos Candy despertaba estirándose después de un reparador sueño. Me miró sonriente y se levantó desperezándose, totalmente desnuda.  Rodeó  el cepo tranquilamente  mirando el resultado de todas las torturas que por la noche habían hecho en mi cuerpo. Aún había restos de sangre seca en mis pezones, mi entrepierna y mi cara.

-  Has podido descansar, Olga? - me dijo mientras con la punta de su dedo índice jugaba en cuclillas tras de mi  contemplando el aro de mi clítoris. Yo permanecía en silencio temiendo el inicio de nuevos sufrimientos, pero volvió a levantarse y se puso delante mirándome frente a frente.

-  Que te parece, Olga? que piensas al ver como en pocos meses ha cambiado tu vida? qué opinas de mí?

La miré, agotada, dolorida, pensando que debía decir que me ahorrase más sufrimiento.

-  Ama Candy, - dije odiando pronunciar esas palabras, que ni concebía que mi boca pudieran pronunciar - estoy muy agradecida por que nos hayan rescatado de Europa, y entiendo que mis hijas, mi marido y yo debemos ser obedientes y cumplir todas sus órdenes. Así tendremos la oportunidad de aprender nuestro sitio verdadero en esta sociedad.....

-  Me gusta como pronuncias las palabras Ama Candy, - comentó mientras sus dedos jugaban con los aros de mis pezones - ahora te voy a soltar del cepo, y sacaré a tus hijas de debajo de la cama. Hay muchas cosas que hacer en una casa tan grande como ésta.

Antes de soltarme me puso un collar de cuero, muy grueso. Llevaba dos argollas en los costados, que tras soltar mis manos y ponerme unas muñequeras unió al collar. Una vez suelta y con las manos inmovilizadas sacó a Paloma y Carolina de la pequeña celda bajo el colchón, salieron a cuatro patas hundidas, habían dormido algo, pero las emociones que habían vivido en pocas horas no eran fácilmente superables.

-  Levantaros y vestíos con vuestras ropas de criadas, hay mucho trabajo. Bajad a la cocina y preparad alguna cosa para desayunar, pensad que si hacéis tonterías vuestra madre lo pagará caro.

Con sus ridículos vestidos de criada francesa y sus tacones desaparecieron para cumplir las órdenes que aquella bruja les había dado. Un empujón me sacó de mis lamentables pensamientos, cayendo al suelo y golpeándome contra él. Al momento sus piernas a los lados de mi cara, con ella de cuclillas mirándome risueña.

  • Tengo que mear, Olga, abre la boca - me dijo poniendo su coño justo sobre mis labios.

La abrí para verme obligada a  tragar una larga meada caliente y amarga notando los dedos de Candy jugando con el aro de mi nariz.

  • Recuerdas las veces que íbamos juntas a los aseos de señoras? Pues mira....ahora es lo mismo, no? Ya en aquella época soñaba con tenerte así, siempre me has dado mucha rabia, tu altivez, soberbia, lo creída que eras y como presumías de la gran vida que teníais tú y tu familia. Ten..Las últimas gotitas, no me digas que no desayunas caliente, ehh?? jajaja..

Se levantó frotándose el coño y mirándome con cara de desprecio, para ir a la ducha, que formaba parte de la habitación. Era una esquina, totalmente acristalada, así que mientras se duchaba podía seguir viéndome tirada en el suelo. Limpia y perfumada fue en dirección al vestidor, de donde salió muy arreglada, con una falda roja de piel que marcaba su gran culo apretándolo, y una blusa blanca que también hacía muy atractivos sus pechos. Se subió a unos tacones altos y volvió a mi lado con una correa en la mano.

-  Bueno, empecemos el día, no? hoy tengo ganas de jugar con mi mascota, sabes? ahora te llamas.....Mistetas!

Inmediatamente entendí que mi lugar era el mismo que en el barco con el Capitán y Sultán, y recordando aquellos días horribles, con mis manos enganchadas al cuello y apoyándome en mis codos me puse a cuatro patas.

-  Ahhh, me olvidaba, - dijo volviendo al vestidor y saliendo con un plug anal con una cola peluda detrás - lo del plumero que vi en el video no me gustó, te he comprado esto, que tiene más estilo, no? Vamos para abajo, venga!!

Moverme de ese modo, con las manos atadas al collar era complicado, intentando apoyarme en mis codos, mientras ella con la correa estiraba de mi cuello, me tropecé en las escaleras y bajé los últimos escalones rodando mientras ella se burlaba, para poder recomponerme y entrar en la cocina a su lado, a cuatro patas, convertida en una vulgar perra, ante la vista de mis hijas, que terminaban de preparar la mesa.

  • Chicas, os presento a mi nueva perrita, se llama Mistetas, y es la mascota de la casa, y como tal tendréis que tratarla, está claro?

-  Si, Ama Candy - dijeron las dos a la vez, mirándome con lástima y asombro a la vez.

-  Paloma, ten - le ofreció Candy a mi hija el plug anal - serás la encargada de comprobar que esto siempre esté metido en su ano, colócalo ahora. Si en algún momento no lo veo correctamente insertado lo sufrirás tú!

Mi hija me miró con pena y apoyo aquel chisme bastante grande en un principio y algo más estrecho al final en mi agujero, para ir metiéndolo ante mi dolor, ya que mi ano estaba muy lastimado por las manos de la noche anterior. Una vez pasó lo ancho fue más fácil, quedando mi nueva cola de perra en su lugar.

  • Menea la colita, Mistetas, demuestra tu felicidad, jajaja - disfrutaba mientras aplaudía la asquerosa negra, y yo obedecía ante Paloma y Carolina, que miraban la escena no dando crédito a lo que había llegado a convertirse su madre.

Candy desayunó en silencio, tostadas, zumo, café, con mis dos hijas de pié firmes a un lado de la mesa y yo a  sus pies. De vez en cuando me miraba y tiraba al suelo un borde de la tostada,  pequeño, que sin poder usar mis manos, claro, debía comer del suelo. Cuando acabó salimos al jardín, hacía un día esplendido, como ella misma dijo, perfecto para hacer ejercicio, así que envió a Carolina a hacer la cama y limpiar mientras Paloma se quedaba como chica de servicio a su lado viéndome a mí ir y venir a cuatro patas por el césped recogiendo la pelotita que Candy me lanzaba entre risas. Cuando se cansaba me hacia revolcar en la hierba boca arriba, con las manos y los pies simulando patas de perra, ladrando, lo cual le provocaba aun más risa.

-          Has visto, Paloma? – le comentaba - ahora ya no podrás enfadarte cuando te digan que eres una hija de perra, jajaja, que bien mueve el culo tu madre , parece que la cola haya estado ahí toda la vida, al contrario que tu padre, que a estas horas ya no debe servirle para nada, jajaja!

Paloma, firme junto a Candy, soportaba las burlas intentando no mirarme, en sus manos una bandeja con un zumo, un cenicero, el paquete de tabaco y el encendedor de aquella bruja que estirada en la tumbona miraba como me humillaba ante mi hija.

Cuando regresó Carolina de limpiar a colocarse junto a su hermana a las órdenes de nuestra dueña sonó el timbre. Carolina fue caminando a través del césped hasta llegar a la puerta.

Quien entró junto a ella me dejó paralizada, con la pelota en la boca, la cola hacia arriba y los pelos de punta. Era el capitán del barco, acompañado de Sultán, que caminaba con su correa junto a la pierna de su dueño. Su sonrisa mirando a Candy y admirando la escena dejaba a la vista su blanca dentadura, iba con ropa de calle, tejanos, camisa, dirigiéndose hacia nosotras.

Candy se levantó, saludándole con un fuerte abrazo.

-          Mistetas, mira quien está aquí!!! Ya sé que le conoces, pero os presentaré igualmente. Es mi hermano Carlton, el pequeño, no lo sabías, no? Pues sí, el marino de la familia….siéntate a mi lado- le dijo tocando con su mano la otra tumbona, para después seguir explicándome – Por eso os hicimos venir en barco, perfectamente en avión habríais llegado antes, pero me habría perdido las grabaciones de cómo te las hicieron pasar, y eso hacía que la espera valiera la pena. No saludas a Sultán? Ahh, tus hijas no saben nada aún , creo…sabéis que? Porque no vamos todas al salón, Carolina, Paloma, creo que disfrutareis con el viaje en barco de vuestra madre!

Mientras Candy y mis hijas iban entrando Carlton me hacía parar a cuatro patas junto a Sultán.

-          Te creías que con hacer la perrita en el barco un par de días iba a estar todo solucionado y os iban a tratar como personas? Como disfruté viéndote, pensando en que una vez aquí iba a poder hacer con tus hijas lo que me apeteciera, por mucho que tú te hubieras humillado en el barco. Prepárate, suelo venir mucho a esta casa y esas dos niñatas van a conocerme muy muy bien!

Cinco minutos después estábamos todos en el salón, Sultán y yo a cuatro patas, Candy y su hermano sentados en el sofá con una bebida y mis dos hijas firmes, mirando la gran pantalla en la que yo salía comiendo mierda, chupándosela al perro, y haciendo toda clase de guarradas. Sus caras eran un poema viendo todo eso….

-          Bueno, Mistetas, ya que tú viviste en directo el desvirgamiento de tus hijas creo que es justo que ellas vean como, ahora que eres una perra, eres tú la desvirgada, no?

El capitán reía, viendo las expresiones de las tres, pero me acercó el perro.

-          Venga, Mistetas, chúpasela como hacías en el barco, pónsela dura!!

Muerta de vergüenza y rabia se la chupe al animal,  mi lengua recorría todo su repugnante pene ante mis hijas, firmes y sin moverse al lado de los dos hermanos negros, que reían y grababan todo con sus móviles.

-          Paloma, acércate y levanta la cola de Mistetas, para que quede su coño a la vista y Sultán pueda montarla, va – ordenó Candy.

Mientras mi hija dejaba a la vista mi chocho, el Capitán le colocaba en las patas delanteras a Sultán una especie de guantes de boxeo, para que no me destrozara la espalda, y el perro no necesitó más explicaciones para ir a situarse tras de mí e intentar montarme.

-          Carolina, coge la polla de Sultán y encárala en el coño de la perra, asegúrate que entra bien.

Ella obedeció, cogiendo aquella polla pringosa llena de mis babas y apuntándola a mi coño. Unos segundos después mis dos hijas me veían montada por un perro!!! El animal entraba y salía de mi coño jadeando junto a mi cara, disfrutando de follarme mientras yo estaba horrorizada. Paloma seguía levantando mi cola para dejar a la vista la escena a nuestra dueña, y Carolina, tras soltar la polla de Sultán era requerida por Carlton para que se la chupara.

-          A ver si la chupas mejor o peor que tu madre, tengo ganas de comprobarlo!

Prácticamente a la misma vez que mi hija recibía en su boca los chorros de semen del negro mi coño era inundado por el de su perro, quedándose enganchado en mí durante un tiempo, entre aplausos de Candy y sollozos de Paloma, que a mi lado levantando mi cola y viendo la situación no podía controlar sus nervios.

-          Sois unos cerdos, unos sádicos, como le hacéis esto a mi madre? Estáis enfermos, negros de mierda!!!- grito totalmente desbocada.

Candy, seria, se levantó, la miró y le dio un tortazo que la hizo caer de lado al suelo, donde se quedó quieta, asustada por no saber bien que había hecho fruto de su ansiedad.

-          Niñata asquerosa, creo que necesitas un castigo ejemplar, te prometo que vas a desear no haber nacido, si es que ya hoy no lo deseas.

Su hermana seguía con la boca llena de la polla ya flácida del negro, Carlton le cogía la cabeza para que no la sacara. Yo estaba a cuatro patas con el perro enganchado a mí, babeando en mi espalda. Quietas las dos, esperando que Candy tuviera algo de piedad y no cumpliera su promesa….