Nueva vida en Etiopía 5 parte

Olga y sus hijas acaban teniendo que hacer toda clase de barbaridades ante su marido, obedeciendo al matrimonio negro.

Todavía tengo en mi memoria grabada la mirada de Miguel cuando por primera vez John, en su despacho, me la metió en el coño.  Ver sus manos, agarrándose a mis hombros,  como hacía fuerza y su pene gordo iba abriéndose paso en mi interior.  Miguel no pudo hacer otra cosa que quedarse mirando desde el jardín, paralizado, ante la sonrisa que le dirigía John invadiendo algo que solamente hasta aquel momento había disfrutado mi  amado esposo.

-          A partir de ahora sois nuestros!- dijo John…y tanto que hemos sido suyos, para todo lo que han querido, y más.

Estuvo unos minutos follándome, agarrándose a mis hombros, mis caderas, mis tetas, haciendo todo tipo de comentarios.

-          Prefieres esto o chupársela a un perro…puta??

-          Esto, esto..intenté decir yo entre gemidos de dolor.

-          Pues saluda a tu maridito, sonríe, hazle ver lo feliz que eres..o te juro que las únicas pollas que vas a volver a ver en tu vida van a ser de perros y caballos!!

Ahí me vi yo,  sobre la banqueta, intentando aguantar el equilibrio con los pollazos de John, sus dedos retorciendo mis pezones, y con una mano saludando a Miguel, intentando poner la mejor de mis sonrisas fingidas…

Al cabo de unos minutos de estar penetrándome se salió,  se inclinó a ver la dilatación de mi coño.

-          Creo que este chochito va a estar más abierto que cerrado a partir de ahora, Olga.

Se colocó  delante de mi cara, el cabrón ni siquiera se había bajado los pantalones, simplemete se había sacado el pene por la bragueta. Esa polla negra y gorda estaba ante mis ojos, dura, mientras él me miraba sonriente.

-          Me la vas a chupar, y quiero que me mires a los ojos todo el rato, hasta que notes que mi semen acaba en tu boca, supongo que si eres capaz de tragarte el de un asqueroso chucho, el mío será un regalo para ti….

Callada, y volviendo a  mirar de reojo a Miguel, que no entendía aun por qué no dejaba de mirarnos, me introduje aquella polla en la boca y chupé dejando mis ojos clavados en los de John, que con una sonrisa maléfica  disfrutaba el momento.

-          Olga,  te recuerdo muchas veces, en tu casa, rodeada de tu familia, tan elegante, tan pija, tan altiva y estirada, presumiendo de tu suerte en la vida y de cómo todo os iba de fábula, y ahora….ya ves….

Con sus dedos movía mi pelo para no perder un detalle de mis labios rodeando su pene, chupándosela, hasta que con sus manos agarró mi cabeza y noté como presionaba con fuerza comenzando a llenar mi boca de chorros potentes de semen, en abundancia. Tragué como pude todo, era mucho, y fui notando como liberaba la presión en sus manos, apartándose ligeramente para después ordenarme lamer su polla y dejarla limpia.

Sin ni mirarme, se guardó el pene en el pantalón, cerró la cremallera y se sentó en la butaca, frente a su mesa de trabajo, mientras yo continuaba a cuatro patas en la banqueta junto a la cristalera.

-          Sabes? Dan ganas de disecarte y dejarte en esa postura, como una figura decorativa, jajaja!!!

Le miré horrorizada, pensando que cómo a alguien se le podía ocurrir semejante idea, por mucho que esperaba que estuviera bromeando…

-          Bueno, se acabó el descanso, levanta y vístete de nuevo con tu bonito uniforme, Olga, que yo tengo que trabajar, y creo que tu también.

En silencio, avergonzada por todo lo que había pasado, me vestí con aquel minivestido, que por mucho que intentara bajar continuaba dejando mi coño y culo a la vista de cualquiera, me puse la cofia, los guantes, y me dispuse a irme.

-          Has pedido  permiso para irte, Olga?

-          Perdón, señor – respondí cortada.  Mi mente no estaba en su lugar en esos momentos.

-          Ponte firme, las manos en la nuca y las piernas separadas! Me dijo levantándose de la butaca.

Obedecí, asustada por si iba a castigarme por no pedir permiso para salir de la habitación.

-          Esta vez no te castigaré, entiendo que ha sido  un fallo. Solo quiero decirte antes de que vayas a ver qué tareas te asigna Candy que esto que ha ocurrido ha sido puntual, realmente tú no me atraes, eres una blanca poco atractiva, ni siquiera son tus tetas! – dijo mirando mi escote a punto de estallar- pero tiene morbo usarte, y ver tu reacción, tu vergüenza, como te humillas. Comprenderás que para disfrutar sexualmente están tus hijas, por edad y porque son guapísimas, por cierto.

Le miré con rabia, pensando en que ese cabrón iba a desvirgarlas también a ellas, por lo visto.

-          En  esta casa tu maridito ya tiene su lugar, jardinero, chofer, mantenimiento, y el más importante, ver como su familia es usada en cualquier forma posible, jajaja

Acercó su boca a mi oído para hablar más bajito, yo seguía con las manos en la nuca y las piernas separadas.

-          Paloma y Carolina pronto sabrán bien hacer sus tareas, limpieza, cocina, y estar disponibles tanto para mi polla como para dar placer a Candy. No sabes lo que unos buenos castigos consiguen en la formación de los blancos aquí, jajaja.

Pudo ver mi mirada de horror al oírle.

-          Así…quedas tú, saber que tarea se te asignará. Lo hemos estado hablando, y Candy dice que quiere tenerte como una especie de mascota, de asistenta personal, para cualquier cosa que se nos ocurra, juegos, diversión, lo entiendes?

Asentí con la cabeza, sin tener claro a que se estaba refiriendo. El fue a su mesa, abrió un cajón y regresó, con dos bolsitas de terciopelo azules.  De la primera extrajo una campanilla que hizo sonar, tintintin..un sonido agudo, la guardó y de la segunda salió otra campanilla, pero con un sonido más grave, tontonton, que volvió también al interior de su bolsita.

-          Ves? La del sonido agudo la tendrá Candy, la del sonido más grave, yo. Lo entiendes, verdad?

Asentí con la cabeza de nuevo.

-          Estés haciendo lo que estés haciendo, te lo haya mandado quien sea, cuando oigas una campanilla correrás como alma que huye del diablo a buscar  al que te reclama. Lo dejarás todo y te presentarás .

-          Si, señor- respondí entendiendo que iban a divertirse mucho conmigo.

-          Ah, por cierto, viendo los videos se nos ha ocurrido un pequeño juego contigo. Normalmente te llamaremos Olga.  Tanto a Candy como a mí nos gusta hacerte recordar quien has podido ser hasta ahora, pero en el momento en que escuches que te llamamos Mistetas, nosotros o quien sea,  te desnudaras totalmente, al momento, dejando tu ropa tirada ahí mismo, y te pondrás a cuatro patas, pasando a ser a todos los efectos una perra, como lo fuiste en el barco. No podrás hablar, solamente ladrar, y queda claro que aceptaras el uso como perra que queramos darte. Lo has entendido todo, Olga? Si tienes alguna queja, igual Candy decide que ese lugar lo ocupe Paloma, o Carolina, puede que incluso sea mejor tener una perrita joven que una ya vieja, que no estará tan ágil, como lo ves?

Le miré entendiendo perfectamente que no había escapatoria posible.

-          No, señor, no hay quejas, cuando escuche la palabra Mistetas me convertiré en una perra, si , señor…

-          Muy bien, como habrás visto en la finca no hay ningún perro, dan mucho trabajo, pero en tu caso, sabemos que serás muy obediente y servicial, y así si que nos gusta tener mascota.

Se dio la vuelta para volver a su sillón. Se sentó y me echo una nueva mirada, ante mi postura expuesta totalmente.

-          Anda, baja los brazos, cierra las piernas y vete ya, que seguro que Candy está deseando  explicarte sus ideas para contigo.

-          Si, señor, gracias por explicarme las suyas- respondí recuperando una posición un poco menos vergonzosa e intentando decir algo que él considerara adecuado como respuesta.

Me giré y salí del despacho, dirigiéndome a las escaleras que bajaban de los dormitorios a la planta baja.  Oía la voz de Candy en el salón, pero no llegaba a entender que decía, cuando a mitad de escalera escuché la campanilla grave, la de John, sonar.

Subí  el tramo de escaleras que acababa de bajar rápidamente para llegar al despacho casi sin aire. En su butaca, sentado, con la campanilla en la mano y un reloj en la otra, me miraba sonriendo.

-          Muy bien, Olga, buenos reflejos , no esperaba menos de ti, se te nota una mujer que se cuida y que ha hecho deporte....por Dios, bájate la falda, se te ve todo!! - dijo con tono irónico. Me miré, y si, con lo poco que había corrido mi cortísima falda ya estaba sobre mis caderas, dejándolo absolutamente todo a la vista.

-   Ten, me olvidé de dártelo. Baja la campanilla de la señora, por si te necesita para algo.

Me ofreció estirando su mano la otra bolsita de terciopelo, la del sonido más agudo, y una vez la recogí, metió la cabeza en sus papeles, para comenzar su trabajo.

-   Puedo...irme...señor? - pregunté .

-  Si, si, Olga, vete,  ve a ver qué tal van tus hijas con Candy! jajaja.

Ahora si que por fin pude descender completamente las escaleras para dirigirme al salón, donde seguía oyendo  a  Candy hablar sin parar. Su tono de voz era muy imperativo,  Cuando pasé el arco que daba acceso al salón me encontré algo que jamás había imaginado ver.  Paloma y Carolina, vestidas como criadas, de rodillas, en mitad del salón, mirando al suelo serias,  mientras Candy daba vueltas alrededor de ellas dándoles toda clase de normas y ordenes que debían cumplir en sus cometidos diarios, como dirigirse a ellos, como responder, como actuar en diferentes situaciones.  Al entrar yo se calló, mirándome sonriente.

-  Vaya, por fin, Olga, ven con nosotras, estamos conociéndonos!!

Me acerqué, quedando de pie enfrente de mis hijas, que no se atrevían a levantar la cabeza, asustadas. Yo tampoco me atreví a mirar a esa mujer a los ojos.

-  Muchacha, que cara traes....que tal ha ido con John? te ha explicado que esperamos de tí y de tu familia?- dijo sonriendo como si fuera una conversación normal, de las que teníamos hace años.

-  Si, Señora- dije yo aún sin mirarla a los ojos- me ha dejado claro que esperan de nosotros. Me ha dado esto para que se lo entregara - le dije extendiendo mi mano con la bolsita.

-  Muy bien, será muy útil para localizarte y que estés a nuestra disposición.  Ha hecho John uso de alguno de tus agujeros?- la pregunta fue como un mazazo, además delante de mis hijas, que en un acto reflejo subieron la mirada para ver mi cara de asombro. Sé que esperaba una contestación a la altura, y no quería ser castigada delante de Paloma y Carolina.

-          Si…señora…ha hecho uso de mi coño y mi boca.

-          Has disfrutado?

-          Si…señora….- dije otra vez esperando acertar con la respuesta- estoy feliz por haber sido digna de recibir su polla en mi coño y que acabara en mi boca para poder saborear su semen!

Mis hijas debían estar alucinando con mis respuestas, jamás podrían imaginar oír de mi boca ese tipo de comentarios , ni esas palabras.

-          Perfecto, pero no te acostumbres, sabes que tú no estás en esta casa para eso, verdad? Quien se encargara de satisfacernos sexualmente?

-          Señora, mis hijas serán las encargadas, ya sé que yo soy vieja, el Señor me ha dejado claro que no le atraigo , y que solamente me usará para divertirse y humillarme.

-          Bien,  Paloma, Carolina, entendéis lo que vuestra madre acaba de decir, no?

Las dos asintieron compungidas con sus cabezas, sin mirarla, finalizando con un “ si, Señora”.

-          Genial entonces, todo ha quedado claro.  Las dos, en pie, se acabo la charla.

Obedecieron, poniéndose firmes ante aquella negra altiva.

-          Inclinaros, hasta tocar vuestros pies con las manos, separando las piernas. Toca inspección de agujeros, a saber en qué estado habéis llegado aquí.

Viéndolas colocarse como ella decía recordé mis vivencias tanto en el paso de la frontera como en el barco. Me daba cuenta que al final, por mucho que quise protegerlas, iban a vivir las mismas humillaciones que yo.

-          Olga, colócate junto a las dos, quiero que con tus manos abras las nalgas de Paloma, estira bien hacia los lados, quien mejor que una madre para presumir de los méritos de las hijas, no?

-          Si, señora - dije haciendo lo que me ordenaba, y poniendo mis manos en sus nalgas, separándolas, dejando a la vista de aquella despreciable mujer sus agujeros abiertos totalmente.

Recorrió con sus gordos y negros dedos y sus uñas pintadas de rojo fuego los labios del coño de mi hija, introduciendo un dedo hasta el fondo, para después sacarlo y limpiarlo en mi cara, mirándome, sonriendo.

-          Se puede decir que tiene un coño bonito, no como el tuyo, Olga. Lleva bastante recortaditos los pelos, pero no va en plan zorra, afeitada, como tú.  Al menos en eso mejora a la madre, jajaja.

Tras examinar a Paloma le tocó el turno a Carolina, separé sus nalgas, el coño de ella era algo mas alargado que el de su hermana, tenía más vello , no era de depilarse , la verdad.  La muy cretina incluso estiró de los pelos de su ano, riéndose por como era de descuidada.

-          Vaya, una arregladita, la otra peluda, y la madre sin nada. Tres blancas, tres chochos muy diferentes, no se puede decir que no deis opciones donde elegir, jajaja. Crees que los coños y anos de tus hijas le agradaran a John, Olga?

La miré, tanto con cara de rabia como de súplica, por cómo estaba disfrutando con todos esos comentarios, sabiendo que yo debía responder algo que ella esperaba.

-          Espero que si, Señora, espero que cuando los vea le gusten y disfrute usándolos.

-          Debe ser triste para ti tener que decirme eso, no, Olga? Imaginabas algún día estar así, abriéndome sus coños y aceptando que íbamos a hacer con vosotras lo que quisiéramos?

-          No, Señora, pero es el destino y lo acepto como viene.

-          Así es, cerda, tírate al suelo frente a tus hijas, sube bien tu faldita que quede a la vista todo y ábrete de piernas- dijo mientras se dirigía a una estantería y abría un cajón.

-          Toma – ordenó acercándose a mí con un gran consolador de color negro, de unos veinticinco centímetro de largo y  siete de ancho,  en su mano – métetelo por el coño, que tus hijas vean como disfrutas con algo grande, y no la miserable pollita de su padre, que seguro que en ese chocho ni tocaba las paredes, jajaja.

Ante ellas , avergonzada, me vi abriéndome el coño con mis dedos para meterme eso y masturbarme. Debían mirar, por orden de Candy, así que contemplaron como la negra se quitaba las botas, el pantalón , el tanga, y se ponía en cuclillas sobre mi boca, aplastando su culo en mi cara riendo mientras  me hacia lamer su chocho, grande, negro, peludo, apestoso por lo sudado que lo tenía.

-          Come, Olga, come, disfruta de un buen coño de negra, ha de ser un manjar para ti, como lo será para tus hijas!!!

No podía hacer otra cosa que lamer, intentando respirar por donde quedaba un espacio, hasta que su vagina empezó a emanar flujo, liquido, se agarró a mis tetas apretando fuerte y tuvo un orgasmo, jadeando ante Paloma y Carolina, que veían la escena incrédulas.

Se levantó, sonriente, mirando hacia la entrada del salón, desde donde John, apoyado en la pared, por lo visto había contemplado gran parte de la escena.

-          Cariño, ufff, que lengua tiene Olga, la verdad, comiendo coños es buena

-          Pues comiendo pollas también, jajaja – respondió él sonriéndola.

-          Te parece bien si estrenamos a las chicas? Dijo Candy en plan morboso.

-          Yo me quedo con Carolina, ese coñito peludo me pone, si a ti te va bien…

-          Y tanto, me da igual una que otra- añadió nuestra dueña dirigiéndose al mismo cajón de hace un rato y sacando un arnés con un pene un poco más pequeño que el que yo me estaba metiendo y sacando aun del coño.

Lo peor estaba por venir, cuando ordenaron a Paloma levantarse y ocupar el lugar que había sido de Candy hacia pocos momentos, en cuclillas , sobre mi boca, yo en un principio me negué, pero no sirvió de nada.

-          Por favor, señora, no me haga esto, dije sollozando aun con el flujo del coño de esa desgraciada en la cara.

-          Tienes dos opciones, Olga, abres la boca y te comes todo lo que yo te diga, o mañana verás a una de tus hijas subastada en el mercado, las blanquitas tienen mucho éxito entre los negros viejos…de todas formas, piensa que lo haces para facilitar la entrada de sus agujeritos vírgenes, jajaja.

-

Me vi lamiendo el coño de mi hija mientras John con su cámara lo grababa todo , comentando como las madres blancas disfrutaban de saborear los coños de sus hijas, como autenticas degeneradas. Tras Paloma fue Carolina la que ocupó el lugar sobre mi boca, su coño peludo era muy diferente del de su hermana,  intentaba no pensar pero era inevitable hacerle, en pocos minutos tres coños se habían puesto sobre mi boca, uno negro y los dos de mis hijas, que más desgracias me podían pasar?

Mientras yo comía el coño de Carolina Paloma se dedicaba a chupar la polla de John para endurecerla y dejarla lista para que desvirgara a su hermana, hasta que la dejó bien firme.

En ese momento ordenaron a las dos desvestirse, dejando solo los tacones de aguja, y se tuvieron que volver a inclinar, como antes, tocándose los pies con las manos, separando las piernas, yo estaba en el suelo tirada frente a ellas, abierta de piernas y con el consolador totalmente introducido en mi coño.

John comentó, mientras se desnudaba con la polla ya dura, que faltaba luz, dirigiéndose a la cristalera corrió la cortina , dejando entrar toda la luz del día, y de paso dejándome ver como antes de aparecer en el salón había salido al jardín y había hecho poner a Miguel con la espalda en la columna frente a la cristalera, esposando sus manos rodeándola y consiguiendo que estuviera de cara a nosotras, como espectador de todo lo que iba a pasar. Abrió el cristal, saludándole.

-          Hola , Miguel, que te parece como están tus chicas? Has visto lo que tiene Olga metido en el chocho? Te aseguro que es un pollón enorme, no veas como disfruta, nos ha suplicado que no se lo quitemos, que necesita saber por fin que es una buena polla dentro de ella, y tus hijas…las has visto? Acaban de saber lo que es que su madre les coma el coño, ahora lo tienen bien babeado, y vamos Candy y yo a desvirgarlas, como tú hiciste hace muchos años con Olga, es un momento especial, así que creemos que es mejor que los padres lo presencien, para que tengáis el recuerdo para siempre, jajaja.

Ante la cara de rabia e impotencia de Miguel, se giró, acariciándose la hinchada polla, dirigiéndose a Carolina. Colocó su negro capullo en la entrada del coño de mi hija, mientras Candy hacia a la vez lo mismo con Paloma, se miraron, y a la voz de tres, dos uno, penetraron de un golpe con la polla y el consolador a las dos, que no pudieron dar un grito de dolor por esa invasión sin miramientos.

Agarrados a sus caderas, el matrimonio negro entraba y salía de los coños de Paloma y Carolina, haciendo que cada vez los lamentos fueran menores, acostumbrándose a aquellos falos en su interior.  Miguel y yo no podíamos hacer otra cosa que ver la horrible escena.

Al cabo de unos minutos John me ordenó sacarme el consolador y levantarme, acercarme a él y coger el móvil para grabar la escena, mientras hacían comentarios de todo tipo sobre lo mucho que disfrutaban de mis hijas. Eran unos desgraciados, humillándonos constantemente, pero no podíamos hacer nada más que obedecer.

John y Candy se miraron, sonriendo, y sacaron sus pollas del interior de mis hijas.

Nuestro dueño se dirigió a Miguel, que seguía atado a la columna. Únicamente llevaba las bermudas y la camiseta, pero se podía apreciar un bulto en su entrepierna.

-          Jajaja, mira, cariño, Miguel está empalmado, no veas, se ve que ver como humillan a su querida esposa y desvirgan a sus hijas le pone! – comentó mientras le bajaba de un golpe los pantalones tirando de los lados y dejando a la vista su pene, mucho más pequeño que el de aquel negro, pero duro, realmente.

-          Enfoca bien, Olga- me dijo Candy- que se vea como tu marido es un enfermo, mira que empalmarse con sus hijas, de verdad, Miguel, no me esperaba esto de ti!

-          No,  no, Candy, es normal, ya te dije que los blancos en el fondo eran como animales, siempre excitados, ni razonan cuando se les pone dura, y además, pensándolo bien, si la realidad es que yo he sido el segundo hombre que ha penetrado a Olga, su mujer, no sería justo que fuera él el segundo hombre que penetrara a Paloma y Carolina, nuestras esclavas?

Miguel , callado, negaba con su  cabeza aceptar semejante acto.  Yo grababa, temblando solamente con  imaginar una aberración así, pero estaba claro que esos dos enfermos no iban a detenerse ante cualquier idea que tuvieran , por cruel que fuera.

-          Paloma , acércate a tu padre, y ponte ante él, inclinada como antes, tocando tus pies, retrocede hasta notar su polla entrar en tu coño, y muévete para darle placer en su pollita, que encontrarás mucho más pequeña que la mía, por cierto. Y tú, Carolina,  ven  a chupármela mientras contemplo el espectáculo desde el sillón, que va  a ser divertido.

-          Olga, - me dijo Candy - saca ya eso de tu coño y levántate. Ponte a cuatro patas frente a tu marido, voy a aprovechar que tengo el consolador bien babeado de tu hija para metértelo por el culo y abrir ya ese agujero!!!

Pueden imaginar la escena que se vivió a continuación, Miguel esposado a la columna viendo como su hija inclinada se movía para que el pene de su padre entrara y saliera de su coño,  Carolina de rodillas chupando la polla de John, y yo, a cuatro patas, ante mi hija y mi marido, sintiendo como aquella negra desvirgaba mi culo, agarrada a mis tetas y haciendo que mirara la cara de Miguel , que por mucho que lo intentaba, no podía evitar sentir placer.

John se reía desde el sofá.

-          Miguel, no te quejarás, eh? Quien te iba a decir a tu edad que ibas a follarte niñatas como estas? Comparado con el chocho de Olga, estas sí que lo tienen cerradito, eh?? No me des las gracias, es para que valores nuestros años de amistad, jajaja.

No tardó mucho John en ordenar un cambio de hijas, con lo que Paloma, destrozada, se colocó arrodillada  a chupar la polla del negro mientras Carolina descubría la humillación de verse ante esos miserables siendo penetrada por su padre.

Candy había dejado su polla de plástico metida hasta el fondo de mi culo y disfrutaba de la escena retorciendo mis pezones, y diciéndome lo mucho que se veía disfrutar a Miguel, por fin, con unas mujeres atractivas.

-          Bueno, Miguel, no tenemos todo el día,- le dijo John – ahora tus dos hijas se van a arrodillar frente a ti y van a chupártela,  juntas, hasta que te vacíes en sus bocas!

Eran unos cerdos, pero no podíamos hacer nada más que obedecerles, así que Carolina y Paloma se pusieron a la labor de chuparle el pene a su padre,  John lo grababa todo de cerca con el móvil hasta que vio que Miguel ya no iba a resistir más y ordenó a las dos juntarse con las bocas bien abiertas y masturbarlo con sus manos.  Los chorros de semen acumulados por el pobre en semanas sin sexo se dirigieron directamente al fondo de sus gargantas.

-          Bravo, bravo!!!! -Aplaudía Candy aún enganchada en mi – muy bien , Miguel, así se hace! Has visto, Olga, como se ha corrido? Alguna vez se había corrido así contigo?

La verdad es que jamás había visto a Miguel sacar semejantes chorros de semen, era cierto.

Mientras me lo decía la negra sacó el pollón de plástico de mi ano, y me hizo darme la vuelta.

-          Límpialo con tu boca, Olga, que quiero guardarlo y así, en este estado, como comprenderás, no es higiénico….

Estaba totalmente sucio , marrón, por el contenido de mis tripas, así que me tuve que esmerar con mi boca en limpiarlo hasta dejarlo reluciente, mientras John se acercaba a Miguel , que aún tenía la polla dura y a Carolina y Paloma frente a él arrodilladas, quietas.

-          Bien, Miguel, espero que hayas disfrutado, quiero que sepas que esta ha sido la última corrida de tu vida, y te quedarás para siempre con el recuerdo de que fueron tus queridas hijas las que te la proporcionaron.  Mañana serás castrado, y tu ridícula pollita blanca operada para quedar permanentemente flácida. No notarás mucho la diferencia, la verdad, jajaja, pero entiéndeme, ahora que has conocido lo que es follar con chicas jovencitas no te quiero todo el día por aquí empalmado!!! Además, en cada casa solamente puede haber un hombre y , ya imaginaras que aquí, soy yo, no?

Miguel ni reaccionó, la verdad, bloqueado por todo lo que acababa de vivir, y yo, con el sabor de mi mierda en la boca, incluso me alegré. Total, para lo que nos esperaba, mejor que no tuviera que revivir esta escena jamás…

Esa noche mi pobre marido la pasó encadenado a la columna desnudo y solo, maldiciéndose por lo que había ocurrido, mientras sus hijas y yo nos dirigíamos a la planta alta siguiendo a nuestros crueles dueños. Ellos aún  no se habían corrido, y la noche aún prometía nuevos juegos con nosotras como víctimas.