Nueva vida en Etiopía 3 parte.
Continua Olga intentando sobrevivir al viaje en Barco y mantener a salvo a su familia.
El resto del día no fue más que horas y horas de estar tumbada a los pies de aquel negro, junto a Sultán, mi lugar y mi condición habían quedado ya muy claros, así que me amoldaba a eso, esperando que los días pasaran pronto y dejar atrás este mal sueño.
La hora de la cena fue desagradable, convertida en la mascota de aquel comedor de oficiales, cuatro negros junto al Capitán disfrutando vejándome a cada momento, era el entretenimiento de ellos mientras cenaban, y claro, esto incluía ladrar, moverme como una perra, ir a su lado a coger trozos de carne o lo que se dignaran darme a comer, que iba a ser lo único que ingeriría, claro…
No abusaron sexualmente de mi, ya que estaba totalmente claro que no era más que una perra, y así me trataban.
Tras la copa y el puro de rigor, quien fumaba, fue momento de dirigirse cada uno a sus camarotes, exceptuando el que quedaba de guardia. Todos tenían asignadas chicas para pasar la noche, o al menos, un rato, así que iban contentos y con el estomago lleno.
En el caso del capitán, aquella chica que ya se la chupo en la cubierta estaba en su dormitorio, como había ordenado , esposadas sus manos, y las esposas unidas a un gancho en el techo del camarote, debía llevar horas con los brazos levantados, se la veía agotada, y entre sus piernas un charquito de liquido indicaba que no había podido evitar orinarse encima, supongo que por los nervios , el miedo y las horas de espera.
- Pero bueno, menuda guarrilla me he buscado, la verdad, no esperaba esto de ti, te hacía una señorita fina, elegante, no de esas que van meándose por ahí, no me digas que preferirías ser mi perra, como ésta?- dijo mientras me señalaba.
- No, no, noooo, dijo ella mirándome y dándose cuenta que estar en mi situación podría ser perfectamente su futuro, si ese cabrón negro lo decidía.
La rodeó, palpando bien sus carnes, sus tetas, duras, porque ya eran duras de por sí, y por la postura que tenia la pobre chica. Le era indiferente a aquel desgraciado que yo estuviera allí, casi tumbada en el suelo a pocos metros. Sobó bien su perfecto culo redondo, pasó un par de dedos por su coño, apretó sus piernas, disfrutando de la belleza de aquel cuerpo, para acabar acercando su cara a la de ella, dándole un beso introduciendo su lengua bien adentro, de la forma más guarra y asquerosa que se pueda imaginar.
Ella, como pudo , respondió a ese morreo intentando no aparentar asco, dejándose hacer . No podía hacer otra cosa en aquella situación. El negro se separó de ella, la miró de arriba abajo, y se acercó a un armario. De él sacó unos zapatos rojos de tacón alto, muy bonitos, y se los enseñó.
- Vas a ponértelos. Voy a poner música y me voy a sentar a mirar como bailas, espero que lo hagas bien y me excites, quiero que me la pongas muy dura, si no lo haces, sabrás lo que es la ira del Capitán, está claro?
La muchacha, con cara de miedo, asintió, viendo como sus manos eran liberadas y podía por fin bajar los doloridos brazos, apoyándose en un mueble se puso ante el Capitán aquellos zapatos, un número menos que los que ella usaba, con los dedos ligeramente apretados, se vió desnuda ante aquel hombre, y comenzó a escuchar en el equipo de música una canción de Donna Summer, Hot Stuff.
Aquel desgraciado sonreía viendo moverse a aquella chica, que lo miraba mientras agitaba brazos y piernas, con pocas ganas, pero intentando excitarlo.
El negro saco su móvil, grabando y riendo, venga, muévete…agárrate las tetas.. da la vuelta, gírate…ábrete el culo…ahora otra vez de cara…salta, que vea tus ubres botar…ábrete el coño con los dedos y separa las piernas.. ven hacia aquí.. sexy .. así …muy bien.. jajaja …sabes moverte, puta, jajaja.
Parecía un director de cine, de película porno, dirigiendo a la protagonista y marcándole todo los pasos que debía dar.
Cuando llevaba un par de minutos se levantó y se puso a bailar con ella, la verdad, el negro lo hacía muy bien, llevan eso en la sangre todos, creo. Sus brazos la rodeaban, la acariciaba, meneándose a su lado en una escena que podría parecerse a las que habían hacía pocos meses en cualquier discoteca de Europa.
De golpe, la tiró hacia la mesa, donde cayó de espaldas la muchacha, y le subió las piernas, quedando los zapatos de tacón a la altura de los hombros del Capitán, se desabrochó el pantalón dejándolo caer y una polla negra y dura entró de un golpe en la rajita pequeña y rosada de aquella chica, que no pudo evitar dar un grito de dolor, con aquello tan grande entrando en ella, totalmente reseca y cerrada.
- Toma , puta, toma polla, te gusta? Te gustan las pollas negras? Alguna vez te ha follado un negro, zorra? Voy a hacer que no desees que jamás te vuelva a follar un blanquito con micro pene, guarra, te voy a dejar dada para siempre!
La chica, callada, intentando moverse para acoplarse lo mejor posible a aquella polla , aguantaba los golpes de aquel cerdo, rítmicos, repetitivos, mientras él la mantenía con las piernas bien arriba y con sus manos agarraba sus tetas, apretándolas, y hablando sin parar de cómo había que tratar a las mujeres blancas. Yo lo veía todo, pensando en que otras tantas habitaciones habría muchachas como ella, siendo usadas por aquellos negros, y esperando que el Capitán hubiera cumplido su palabra y mis hijas estuvieran a salvo junto a mi marido, al menos por eso me veía yo en el suelo, comportándome como una verdadera perra.
Miraba la escena cuando el negro se salió de ella de golpe, separándose, las piernas de la chica cayeron casi al suelo, estaban sudando, jadeando los dos , él por el esfuerzo , ella por el sufrimiento.
- Puta, de pie, girada, apoya tu cuerpo en la mesa. Voy a usar tu culo, a ver si cuando tu novio vuelva a follártelo no te parece doloroso. Cuando acabe con tu culito no te importará que tu novio te lo folle todos los días.
La chica, sollozando, se dio media vuelta y apoyó el cuerpo en la mesa, aplastando sus tetas contra la madera. Los tacones aun hacían su culo más perfecto, la verdad, era espectacular, unas piernas preciosas , largas, supongo que a base de dieta y ejercicio, y la genética, claro….
- Quiero oírte pedirme que te folle el culo.
- Fólleme el culo- dijo bajito ella
- No, no…suplica, pídeme por favor que te lo folle, ábretelo con las manos y mete un dedo dentro, quiero ver como tú misma me lo ofreces .
La chica obedeció , pude ver como metía un dedo en su ano, abriéndose con las dos manos las nalgas, para después suplicar.
- Por favor, señor, le suplico que me folle el culo, que meta su gran polla negra en mi culo de blanca y me lo reviente.
El negro, móvil en mano, grababa la petición de la chica, creo que todo esto acababa de móvil en móvil entre los amigos, disfrutando todos de cómo se podía llegar a degradar a una mujer blanca.
- Pues allá voy,- dijo él, acercándose sin dejar de grabar, móvil en mano- si me lo pides así no puedo negarme, jajaja.
Cuando aquello empezó a entrar la chica tuvo que soltar sus nalgas para con sus manos agarrarse a la mesa. El chillido, los lloros, la manera de mover los pies para intentar encontrar una posición que le fuera menos dolorosa hacían sufrir a cualquiera que viera la escena. Bueno, a cualquiera que no fuera ese cabrón, que se recreaba grabando primeros planos de su polla entrando en el ano de la chica.
Así, así, ya está casi toda dentro, puta, ya verás cuando llegue al fondo como te gusta, vas a disfrutar mucho, voy a follarte el culo hasta que mi leche te inunde las tripas y te pasaras horas sacando semen de negro.
Varios lamentos más y él dio por concluida la etapa de penetración, parándose unos segundos a admirar su obra, con la polla totalmente metida en el ano de aquella chica, que parecía que iba a rajarse en cualquier momento.
Le cogió las manos, juntándolas en la espalda, y con la otra se afianzó en su hombro, y comenzó a entrar y salir como antes había hecho con su coño, primero algo suavemente, pero después con fuerza, haciendo que el cuerpo de ella se incorporara a cada golpe de cadera.
Estaba siendo testigo de una película porno en directo, en la que la víctima no podía hacer nada más que aguantar las ocurrencias de su violador. Por suerte no tardó mucho en venirse dentro de la chica, con unos cuantos golpes de polla más alargados que dejaron claro que el ano de aquella chica en esos momentos era un recipiente para el semen del negro.
- Muy bien, muyyyyyy bien, la verdad, has aguantado como una campeona- dijo soltando las manos de la espalda de la chica y saliéndose de su ano.
- Agárrate de nuevo las nalgas, ábrelas, quiero contemplar el resultado final.
La chica obedeció, sin poder evitar ponerse a llorar de forma desconsolada por el dolor y por la humillación.
- Tranquila, ves? Ya está, ya ha pasado todo, menudo boquete te he dejado ahí, chica, le diré a tu novio que la próxima vez que quiera follarte el culo, lo haga, Los blancos os escuchan demasiado! – hablaba mientras con su dedo índice recorría la circunferencia que formaba el ano abierto de la chica- espero que tu novio esté a la altura de ti, tal como te has portado por defender su vida no sería justo que él no fuera capaz de hacer lo mismo, no?
Se acercó al mueble bar y se sirvió una copa.
- Mistetas, has visto como le he dejado el culo? Ven , acércate.
Por lo visto era mi turno, así que me levanté del suelo y a cuatro patas meneando el plumero en mi ano me dirigí hacía la mesa donde la chica continuaba sollozando apoyada y abierta mostrando con sus manos la obra del negro.
-compórtate como una verdadera perra, joder, olisquea ese ano , o aún no has aprendido de Satán? Quieres que le llame? Estoy seguro que querrá venir y hacerte lo que yo he hecho con la blanquita!!
Olisqueé asustada el ano abierto, que desprendía sobretodo olor a sexo, a vicio, a depravación, ya comenzaban a caer gotitas de semen, acabando entre las piernas de la chica, en el suelo, formando un pequeño charquito.
- Lame eso, perra, quiero que a cada gota que caiga tu lengua esté en el suelo saboreando mi semen!!
Me incliné y lamí el suelo, durante varios minutos, los que consideró suficientes el Capitán disfrutando de la escena con la copa en la mano sentado en su butaca. Cuando lo consideró suficiente me hizo apartarme con su pie y cogiendo las manos de la chica las volvió a poner a la espalda y le colocó las esposas.
- Vamos a la cama, blanquita, dormirás conmigo, pero así, esposada, no quiero sorpresas….
Supongo que a mí no me consideraba ninguna amenaza, porque me dejó dormir tranquilamente en la alfombra, a los pies de la cama, mientras él , agarrado a la teta de aquella chica que estoy segura que casi no pegó ojo, babeaba y roncaba disfrutando de un reparador sueño.
Por la mañana , tras levantarse, ducharse y vestirse con su impecable traje de Capitán, se dirigió al comedor, conmigo a su lado. Yo notaba que mis tripas necesitaban vaciarse, así como mi vejiga, el tapón que formaba el plumero en mi ano era ya muy molesto.
No sabía cómo decírselo, estaba claro que no podía hablar, era una perra y así debía comportarme, por lo que opté, una vez estaba él ya sentado en la mesa con otro compañero, por frotarme en su pierna, meneando mi culo y gimiendo lastimosamente. Incluso la mujer blanca de unos cuarenta años que servía desnuda a esos negros me miró con cara de asombro, viendo hasta donde podía rebajarse una persona que hasta no hace mucho era libre.
- Muy bien, perrita…ya veo que algo te pasa, tienes ganas de hacer tus cositas, no? Bueno, no te preocupes, ahora cuando acabe de desayunar os llevaré a Sultán y a ti afuera para que os desahoguéis.
Esperé un rato, no mucho, y cuando consideró que estaba satisfecho se incorporó y a una orden me levanté tras él. Al salir a la cubierta nos esperaba Sultan, moviendo la cola de alegría. Otra vez con el Capitán en medio de los dos, fuimos a la cubierta principal, en la que habían varias decenas de personas blancas, sobretodo hombres, pintando y en trabajos de mantenimiento, que me miraban boquiabiertos. Por suerte toda esa gente no tendría contacto con mi marido y mis hijas, con lo que mi situación jamás la conocerían.
Me miró, en mitad de la cubierta, sonriéndome.
- Bien, Mistetas, hora de hacer tus cosas, sé buena y no tardes mucho, ya sabes que no me gusta esperar.- tras decir eso sacó de un golpe el plumero de mi ano, la sensación era extraña, dolorosa, y placentera a la vez, por verme liberada de eso en mi interior.
- Que
- é? Piensas mear y cagar? No tengo todo el día.
Avergonzada, ante toda aquella gente, pero con mis tripas diciéndome que no podían aguantar más, no tuve otra opción que ponerme en cuclillas y mirando al suelo comencé a mear un chorro largo, amarillo, y al poco tiempo mi ano se fue abriendo hasta que un furullo se abrió paso saliendo largo, hasta tocar el suelo, haciendo una montañita en el suelo. Palmas de mi propietario, ante toda aquella gente.
- Perfecto, Mistetas, así caga una verdadera perra, jajaja.
Sultán no pudo evitar acercarse a olisquear mi caca, curioseando, y de paso acercó su morro también a mi ano.
- No, Sultán, no, aquí no, ya sabe ella que es tu perra, pero no es el momento de montarla, que pensaría toda esta gente? Pero bueno, si quieres, para que no te quedes así, te va a hacer una mamadita, eso si que puede hacerlo tu perra.
Me miró, serio, yo aun estaba en cuclillas, quieta, aun goteaba gotas de pis mi coño.
- Chúpasela, Mistetas.
Volví a ponerme a cuatro patas, y acercándome a Sultán, lo tumbé y me metí su asquerosa polla venosa en la boca, varios hombres blancos habían dejado de hacer su trabajo al verme hacer eso. El capitán les llamo la atención, sobre todo a uno, de unos veinte años, al que como castigo ordenó recoger la mierda que yo había dejado en el suelo y tirarla por la borda con sus propias manos.
Unos minutos después conseguía mi misión, el semen de Sultán acababa en mi boca, y claro está , me lo tragaba ante la mirada del Capitán y los jadeos del perro, satisfecho.
- Vámonos, perritos, que vuestro dueño tiene trabajo
Mientras el perro y yo comenzábamos a dirigirnos a cuatro patas hacia la salida de la cubierta, noté como el Capitán me introducía en el ano de nuevo el plumero.
- Así, ahora vuelves a ser una perra completa- dijo dándome un cachete en el culo.
Al entrar a su despacho vi a la chica del dormitorio allí, alguien la había traído. En un lateral del despacho había una especie de cepo medieval, un tubo subía hasta una madera horizontal, con tres agujeros, dos para las manos y otro para el cuello, donde estaba colocada la muchacha. Los pies, con sus tobilleras, enganchados a dos argollas en el suelo, dejaban sus piernas separadas. El que la colocó ahí seguramente había disfrutado haciéndolo. Sobre la mesa un recipiente con varios calabacines, de diferentes tamaños.
- Buenos días, princesa, has dormido bien? Te gusta mi juguetito? Anoche disfruté mucho contigo, la verdad, eres preciosa y tus agujeros son muy acogedores. Ves esto?- dijo cogiendo un calabacín- es un juego que tenemos aquí, sabes? Se trata de meter uno por el coño, otro por el culo, primero pequeños, luego mas grande, Además de ir dándote cada vez un poco más, el estar un rato ahí dentro les da una cocción especial, verás cómo serán un buen alimento.
La chica miraba horrorizada los calabacines, pero sin poder evitarlo, notó como acababan dos de tamaño más bien pequeño en el interior de sus agujeros. Yo estaba a los pies de la mesa, tumbada junto a Sultán, mientras nuestro Amo se disponía a comenzar su jornada laboral, escribiendo datos, números, nombres, listas de pasajeros y diferentes cosas que tenía que llevar anotadas.
Una hora después se levantó para cambiar esos calabacines pequeños por otros más grandes, que pasaba sonriendo ante la cara de sufrimiento de ella, la postura no era cómoda precisamente. Al cabo de otra hora repitió la operación, y abandonó la sala, sin mediar palabra.
Yo me acerqué un poco a ella para darle ánimos, bajito, el miedo a que descubriera alguien que no me estaba comportando como perra no me impidió hablarle.
- Venga, aguanta, ya queda poco, pronto llegaremos al puerto y esto acabará, tenemos que resistir!!
Me miró con cara de resignación, mientras yo volvía a tumbarme junto a Sultán en la alfombra.
Cuando al cabo de unos minutos se abrió la puerta del despacho entro el Capitán, tirando de una cuerda, tras la que iban el padre y la madre de la chica, y un poco más atrás el novio, los tres con cadenas en muñecas y tobillos.
Eran un matrimonio de unos sesenta años, se les veía gente de clase alta, el señor, pelo blanco, barriguita, su esposa era gorda, pero se la veía con gesto elegante, sus tetas colgaban ya mucho, un gran culo. El novio , el típico niñato pijo de buena familia, tenía que serlo para conseguir conquistar a aquella chica.
La escena fue muy lastimosa, lloros de la chica, de los padres, la cara del novio viéndola así no se podía describir, todo eso mientras el negro ocupaba su lugar de nuevo en la butaca del escritorio.
- Así me gusta, ver a las familias unidas. Preciosa, los he traído para que vean que vives, que estás en buen estado, y para decirles que tienen una hija maravillosa, muchacho _ dijo mirando al novio- esta chica te quiere, te lo aseguro, en un principio se negaba a hacer nada de lo que a mí me apetecía, pero fue decirle que te tiraría por la borda, y oye, se abrió como una flor, incluso su ano, ese que tu le follaste una vez y le produjiste tanto dolor que no ha querido repetir, pues hasta el fondo se la he metido por ahí. Un consejo, nunca las creas, son muy putas, realmente suspiran por una buena polla en cualquiera de sus agujeros, jajaja.
Las caras de padres y novio eran un poema, callados, de pie, frente a la chica en el cepo.
- Señora, dijo poniéndose frente a la madre y agarrando una de sus tetas colgantes- no se queje, también accedió a todos mis caprichos porque la amenacé con tirarla a usted por la borda , jajajaja, que creo que no habría sido mala idea, por su peso, digo….
La madre le miró con ojos de rabia, notando como su teta era levantada y dejada caer humillantemente.
- Bueno, gorda tetuda, como le dije a su hijita, no sé si son ustedes dignos del amor que ella les tiene, dándolo todo por sus vidas, así que me parece justo comprobar si es cierto. Quiero que ahora mismo te arrodilles, vieja, ante tu marido y tu yerno, y con tus manos y tu boca les pongas duras esas pollitas blancas que tienen, está claro? Si no lo haces, la que irá al mar será tu hija, con cepo y todo, jajaja.
Ante la cara de indignación del padre y el chico, tras mirar a su hija, no tuvo más opción que arrodillarse, y como pudo, en unos minutos de pajearlos y chupársela, conseguir que aquellas dos pollas endurecieran.
El negro miraba atentamente, sonriendo y disfrutando de la situación.
- Que , muchacho? Quien la chupa mejor? La madre o la hija? En esta sala tu eres el único que sabe la respuesta!! Jajaja, y tu , viejo, no te quejes….cuanto hace que esta gorda no te la chupaba de rodillas? Me vas a tener que dar las gracias, no?
Diciendo esto se fue hacia la chica y cogiéndola del pelo le levantó la cabeza.
- Miralo todo bien, quiero que veas como tu familia te quiere , y lo que están dispuestos a hacer por ti. Como dejes de mirar será mucho peor.
Cuando aquellas dos pollas estuvieron duras, llegó lo peor, lo que jamás habría imaginado ver.
- Aparta, vieja- ordenó el capitán dándole un empujón que la tiro al suelo de culo- ahora, niñato, te vas a poner a cuatro patas, mirando a tu novia, y tu, viejo, vas a hacer lo mismo con él que le hizo él a tu hija, vas a follarte su culo, pero hasta el fondo, como le he hecho yo a la muchacha, quiero que tu leche acabe dentro de él, y que vuestra hija vea lo que sois capaces de hacer los padres por los hijos. Está claro?
Un minuto después la escena era inimaginable, el padre dando por culo al yerno, la madre tirada en el suelo viéndolo, junto a la hija, y yo, como perra, junto a Sultán. Todo eso grabado por la cámara del negro, que se acercó a la mesa y le tiró el calabacín más grande a la señora.
- Métetelo por el chocho, vieja, en ese pedazo de agujero seguro que cabe sin esfuerzo, así le ahorras a tu hija el mal rato, era para su culito!!
Primeros planos de todas las escenas,comentados por el cámara con todo tipo de insultos y burlas, hasta que el viejo pudo correrse agarrado a las caderas de su yerno, viendo a su esposa masturbarse con un calabacín enorme.
- Sal ya , viejo, que parece que has disfrutado mucho, seguramente es el agujero más cerrado donde la has metido en años, viendo el chocho de tu mujer, jajaja, y tú, vieja, ven a lamer el ano abierto de tu yerno, limpia el semen de tu maridito.
Ver la lengua de aquella señora entrar y salir del ano roto de aquel muchacho a cuatro patas era humillante para todos, aquel miserable no tenía ningún tipo de sentimientos.
El negro se acerco a la chica, extrajo de su coño el calabacín y se lo acercó al novio.
- Ten, come, lleva el aroma del coño de tu novia, disfrútalo, y tu, vieja degenerada , como has disfrutado con el calabacín, ehh?, te lo vas a comer, a ver si adelgazas, joder, menos grasa y mas verdura!
Los dos masticaban lentamente aquellas hortalizas cuando se abrió la puerta y entraron dos soldados. Ellos no lo sabían, pero una vez sacados por los dos guardias del despacho fueron tirados por la borda, los tres. Aquella familia había conseguido visado para pasar por el capricho de un empresario negro de El Congo, que tenía relaciones comerciales con la empresa del padre de la chica. Solamente la quería a ella, la odiaba, viendo en sus viajes al norte de España como aquella pijita disfrutaba de la vida sin pensar en nada más que en ella. Los demás sobraban. Lo que había pasado ella en ese barco en manos de aquel sádico no era nada comparado con lo que le esperaba….
Tras la escena, el Capitán nos mando a Sultán y a mi salir a hacer nuestras necesidades. En un momento el perro había hecho las suyas, yo tardé un poco más, en cuclillas, sacándome el plumero y ofreciendo una perfecta vista de mis agujeros al negro, que se fumaba un cigarrillo disfrutando del aire fresco en la cara.
- Perra, me has fallado!!- me hablo mirándome seriamente- Creí que había quedado claro tu lugar aquí, pero por lo visto te dio por comportarte como una persona y hablar, no? – mi cara de miedo, pánico, no se puede describir- había pensado en romper el trato y traer a tus hijas al cepo, pero te voy a dar la oportunidad de arrepentirte….come tu mierda, del suelo, ahora.
Ni me lo pensé, con asco, pero pensando en mi familia y en la escena que acababa de ver, me comí toda mi mierda, caliente, recién sacada de mi ano, a cuatro patas, sin usar las manos y moviendo el plumero intentando reflejar felicidad. Acabé y le miré esperando su aprobación.
- Ahora la de Sultán!
El animal había hecho una especie de diarrea medio suelta, apestosa, solo olerlo dában ganas de vomitar, pero supe que no era algo discutible, y con la cabeza puesta en mis hijas dejé el suelo de la cubierta limpio totalmente.
Una palmadita en la cabeza y un “ vamos a olvidar lo que ha pasado” me dejó más tranquila, entrando de nuevo en el despacho y esperando que en pocas horas estuviéramos en tierra, a salvo con John y Candy.